Revista FUERZA NUEVA, nº 98, 23-Nov-1968
Barcelona, desde hace varios años, sufre una estratégica y maliciosa campaña contra la fe, el orden social, el magisterio eclesiástico y la unión de los católicos. Desde diversas asociaciones católicas se computa una especie de sindicato clandestino que levanta ídolos, desprestigia a los que no concuerdan con ellos, enaltece ciertos autores y, por lo visto, tiene tentáculos y grupos de presión que “climatizan” en dirección única ciertas determinaciones jerárquicas.
Por la resonancia del hecho, es oportuno recordar la presencia, en octubre de 1965, de Louis Evely (sacerdote “progresista” belga). El anuncio de su llegada provocó en aquellas fechas que muchos católicos se personaron en el Arzobispado para hacer patente su desagradable sorpresa. Muchos padres de familia presentaron a las superioras de colegios religiosos su más dolida protesta porque, sin permiso de la autoridad paterna, obligaron a sus hijas asistir a las conferencias de Louis Evely.
El 26 de octubre (1965) pronunció su primera conferencia Louis Evely. Entre otras afirmaciones dijo textualmente: “Lo que separa al ateo del cristiano no es, como hasta ahora hemos creído, una línea vertical, que en tal caso no existe: sino una línea horizontal convergente y concordante en promover la dignidad de la persona humana… Un ateo tiene mayor conocimiento de Dios que muchos cristianos…Los cristianos viven una religión pagana que gira alrededor de Dios”. Preferimos no continuar con tan despampanantes blasfemias.
Terminada la conferencia, el padre Evely invitó a coloquio. El reverendo padre Juan Roig Gironella le preguntó “si existe o no el don de la fe y la existencia de la gracia”. Las admitió en forma muy precaria. Seguidamente le preguntó el padre Roig Gironella “si creía o no en la existencia del infierno”. Evely no contestó.
Destaquemos que las intervenciones del Padre Roig Gironella fueron correctísimas de forma y fondo. No obstante, varias veces fue abucheado el padre Roig por jovencitas y grupos universitarios de adscripción marxista, junto también con algunos padres jesuitas. En cambio, Evely era frenéticamente aplaudido por estos mismos grupos. Se comprende.
Al día siguiente, se distribuyeron profusamente unas hojas en las que se puntualizaban los motivos de escándalo que representaba Evely, en Barcelona, invitado por las entidades:
C.I.C.F.,
Cofradía de la Virgen de Montserrat,
de Virtella,
Congregaciones Marianas,
Franciscalía,
Instituto Católico de Estudios Sociales,
Lliga Espiritual de la Mare de Déu de Montserrat,
y Pax Christi.
Todas estas entidades, que cuentan con sus respectivos consiliarios, cometieron el grave desliz de invitar a Louis Evely a dar conferencias en Barcelona, en los mismos días en que se le negaba la licencia eclesiástica para la versión catalana de una obra suya.
Además, Louis Evely carecía del debido permiso para hablar, como sacerdote, en Barcelona. A raíz de la protesta que originó la actitud provocativa de Evely y sus patrocinadores, el entonces arzobispo de Barcelona, monseñor Modrego, escribió: “Hay quienes presentan lo opinable como doctrina cierta, y, de otra parte, hay quienes se atreven a poner en crisis lo que es patrimonio tradicional de la Iglesia”.
Podemos afirmar que las teorías de Evely hacen tambalear la fe de muchas personas, a pesar de lo cual todavía en la revista “Serra d’Or” del pasado mes de octubre (1968), además de anunciarse los libros de Garaudy ( el comunista), y de Robinson (el cristiano ateo), en la página 60 de dicho número, con gran lujo, se dedica media página a la publicidad de algunos de los libros de Evely.
Una vez más resulta que los padres de familia que protestaban por la violencia de que se perturbara la fe de sus hijas, que las objeciones del Padre Roig Gironella a los malabarismos de Evely, que la disconformidad ostensible de muchos jóvenes católicos al escándalo que suponía, que el “Forum Vergés” de las Congregaciones Marianas de la Compañía de Jesús en Barcelona se utilizara para sembrar escepticismos y públicamente desobedecer al prelado que había negado la necesaria autorización para que Evely hablara en Barcelona, tenían la más completa razón.
***
En el diario francés “Le Figaro”, del 15 del pasado octubre (1968) se lee lo siguiente: “El reverendo Louis Evely, sacerdote de la diócesis de Bruselas, tan conocido por sus numerosos libros y conferencias, acaba de ser reducido al estado laical, a petición suya. Hace ya diez años que había sido relevado de sus funciones eclesiásticas por las autoridades diocesanas y no le estaba autorizado el ejercer actividad pastoral alguna en Bélgica”.
El hecho desnudo estaba aquí. Pero preguntamos: ¿quién restituirá la fe robada a tantas personas en Barcelona por culpa de los libros de Evely y otros como él? ¿Qué concepto merecen y quién pedirá responsabilidades a los consiliarios y superior de aquella época en la Casa de las Congregaciones Marianas, que, resistiendo al prelado, se empeñaron en que Evely sembrara sus confusiones y sofismas en Barcelona, mientras se denigraba al padre Roig Gironella y tres religiosos jesuitas se presentaban a denunciar a unos jóvenes que, si en algo fueron imprudentes, su indignación era más que justificada y su ímpetu quedaba muy por debajo de la enorme gravedad moral que suponía la injustificable actitud de invitar a personas de antecedentes y propagandas tan sospechosas como las de Evely, cuyo lamentable final somos los primeros que nos duele y quisiéramos que nunca hubiera llegado, aunque ya era previsible? (...)
Jaime TARRAGÓ
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