Revista FUERZA NUEVA, nº 119, 19-4-1969
CARTA DE UN SACERDOTE AL NUNCIO DE S. S.
Excmo. y Rmo. Sr. Nuncio de Su Santidad
Madrid
Excmo. y Rvmo. Sr.: Con toda sumisión y respeto, paso manifestar a V. E. lo siguiente. Soy sacerdote y religioso desde el año 1907. Nacido en San Baudilio de Llobregat, por consiguiente, catalán. Pero me apresuro a decir que soy ESPAÑOL de alma y corazón y, naturalmente seguidor del Generalísimo Franco, cien por cien. Pasé muchos años como misionero y profesor de Teología Moral y otras disciplinas. Precisamente eran los años de nuestra gloriosa CRUZADA (como así la han llamado los Soberanos Pontífices).
Puestos estos preliminares, digo a V. E. que, aquí en Barcelona, uno que quiere ser Sacerdote de Jesucristo casi ha de vivir abochornado (yo todos los días salgo con la “teja” (1) por las calles: aún me queda otra nuevecita). Me consta positivamente que ya son 150 los sacerdotes rebeldes que están fichados en la Policía como antifranquistas; yo podría indicar docenas más. Porque es una tristísima realidad: ser sacerdote catalán es lo mismo que decir ANTI-RÉGIMEN. ¿Por qué será esto Monseñor? Podría escribir infolios sobre estos menesteres: aún recuerdo de los sacerdotes catalanes de antes de nuestra Cruzada. ¡Triste, muy triste! Pero hoy (1969) muchísimo peor. ¿Qué línea del Concilio Vaticano II da esta resultancia? Tengo el texto en latín, en italiano, en francés, en alemán. He leído mucho, incluso he escrito en la prensa “independiente” sobre los escándalos de los sacerdotes barceloneses en particular.
Pregunto yo ahora, Excmo. Señor: ¿quién ha defendido a nuestro Excmo. Sr. Arzobispo (2) de los ataques, injurias, vejaciones, bestialidades, que le han propinado los sacerdotes catalanes? Hoy (1969), los obispos sólo se preocupan de la sociología de la Iglesia; de ellos, más de uno ha desbarrado, y no retiraré, no, la palabra. Pero ya tanto “sociologismo” de la Iglesia es necesario, Monseñor, que se retoque. (…) Creo yo que el Nuncio, Representante del Papa, si ha de estar de acuerdo con los obispos, más lo ha de estar con el GOBIERNO. El Gobierno está más alto, no diré que el Nuncio, pero sí que el Episcopado, que hoy padece un desquiciamiento.
Los obispos ya están esperando que cese el “estado de excepción”. Allá ellos; yo pido a Dios que dure eternamente. Que sacerdotes y obispos recomienden y enseñen, Monseñor, el Santo Catecismo y la moral cristiana, como siempre lo hicieron nuestros gloriosos antepasados; y estos obispos y sacerdotes cuando lucharon en las Cortes, como nos enseña la Historia, eran auténticos leones para defender a la Santa Iglesia. Hoy, los altares son epidemias de herejía y de ANTI-RÉGIMEN. Tal vez estemos ya en vísperas del final del mundo.
Insisto, Monseñor, en mi idea predominante: es hora de que se defienda a nuestro Excmo. sr. Obispo de estos sacerdotes antifranquistas. Fíjese bien, contra su Obispo y contra el Jefe de Estado: autoridades, ambas de Dios. ¿No resulta esto un mal augurio? Entérese bien de las “sentadas” de los sacerdotes y de las de sus simios, los seminaristas. De tal palo… Yo, se lo aseguro, prefiero a D. Marcelo enfrente de todos los escribidores de “cartas y firmas” juntos… ¿Que se quieren ir de la Iglesia? Pues aceptado. Decía un gran santo moderno: “Es preferible que una parroquia esté sin párroco a que tenga uno malo”. Yo he conocido muchas extensiones, muchas, sin un sacerdote. Y enamoraban aquellas almas primitivas de los indios y de los negros. ¿Qué hacen hoy los sacerdotes? Por ahí en Madrid, me dicen que hay un taxista que incluso tuvo votos para OBISPO AUXILIAR-INDEPENDIENTE.
Estos curas y estos obispos de hoy habrían de estudiar un poco para saber lo que ha hecho el Caudillo por la Iglesia. Sus primeras preocupaciones fueron para la Iglesia ¿Y cómo le está pagando ahora la Iglesia? No digamos… (…) Para arreglar esto, los obispos no tienen tiempo: necesitan ser “sociólogos”. Y les han nacido estos angelitos de curas antifranquistas, de los cuales se dice que “no tienen cura”…
Dispense, Monseñor, si he sido un poco desconsiderado. Pero tenga muy presente que la paciencia a todos se acaba y es hora de que los que deben poner, pongan orden a las cosas de la Iglesia; si no, todos habremos de quitarnos los hábitos para convertirnos en paletos obreros del marxismo. ¿Y no podría ahora quejarse el Gobierno de que ya no se sabe quién es cura, sino cuando se le encuentra en una fechoría? Claro, después se exigen los privilegios del Concordato…
De V. Excelencia s. s. |
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