Como veo que el estimado Valderrábano tiene un concepto muy equivocado de Tradición, le pongo el siguiente texto. No sé por qué se trata de entremezclar ciencia con tradición; aunque evidentemente en los saberes científicos actuales nos basamos en sistemas heredados de científicos del pasado - y me refiero a los del XIX, XX - cosa que... ¡sorpresa! Eso es una tradición dentro del campo científico que seguimos. ¿Y por qué se hace? Porque se consideran válidos y con vigor para los tiempos presentes.
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Extraído de: ¿Qué es el carlismo? Edición cuidada por Francisco Elías de Tejada y Spinola, Rafael Gambra Ciudad y Francisco Puy Muñoz. Pp. 44 y 45.
Disponible en:
http://www.carlismo.es/librosElectro...elcarlismo.pdf
El hombre es herencia y la existencia humana se distingue de la de los animales por la asunción de esa herencia en las maneras de la vida. Desde el punto de vista sociológico, el hombre que no fuera “tradicionalista” —hijo de una tradición humana—, sería sin más un animal. Mientras el león caza gacelas en los arenales del Sahara o en las sabanas de Tanganika haciendo presas igual que hace diez mil años, el hombre emplea armas cuya fabricación y manejo le han sido transmitidas tradicionalmente, en la entrega de la herencia, por otros hombres
El afán de eternidad.
De semejante aptitud para la transmisión sociológica de los saberes nace el concepto de tradición. Tradición es simplemente la receptividad de lo social proyectada a lo largo de los siglos y hecha realidad tangible en el momento histórico que nos tocó vivir. Es la consecuencia directa del apetito sociable del ser humano, el cual no consiste solamente en vivir coexistiendo con los de más, sino, también en perpetuar verticalmente las propias obras en las vidas de los descendientes. El afán de eternizarse —biológicamente claro en el amor sensible hacia los hijos común con los animales— sublímase en la tradición, que torna perennes nuestros trabajos propios, asumidos por los que nos han de continuar. El padre que educa a sus hijos cumple la ley de la tradición, coronando con programas racionalmente elaborados el ansia biológica, oscura y afectiva, de la perpetuación de la especie.
Exigencia biológica y sociológica.
Así pues, la tradición es una exigencia de nuestra biología y de nuestra sociología. La tradición es una exigencia de nuestra biología, habida cuenta de que la biología humana es la de un ser afectivo igual que los animales, pero, además, dotado de luces de razón por la especificidad de su peculiar naturaleza. Desde la biología a la antropología, y desde ésta a la sociología, la idea de la tradición constituye uno de los rasgos más típicos del hombre. Tanto, que renunciara ella en lo afectivo es imposible, y renunciar a ella en su dimensión racional equivaldría a quedarse en el nivel escueto de la animalidad inferior. El hombre es lo que es, en la medida en que sociológicamente es tradicionalista. La tradición sociológica es el tesoro de la cultura, de cuyos bienes recibimos nuestra condición de humanidad. Por eso habría que perfilar y radicalizar la afirmación de DONOSO para afirmar que, sin tradiciones, más que salvajes los pueblos son rebaños y los hombres pura y simplemente animales. La tradición, sociológicamente considerada, es un hecho indiscutible, porque el hombre es quehacer haciendo historia y la historia condensada en resultados culturales es precisamente lo que se llama tradición. De las cualidades del ser humano, como ser sociable y como ser histórico, resulta su suprema cualidad de tradicionalista. Negársela supondría despeñarle en la sombría irracionalidad de la elemental naturaleza. El ser tradicionalista es la última y más señera calidad definidora de lo humano.
La selección del pasado.
Pero la tradición no se confunde con el entero quehacer de los antepasados. Por el contrario, en el bloque de las conductas precedentes tiene lugar una selección que va discerniendo las que han de transmitirse a las generaciones venideras, de aquellas que desaparecen con los hombres que las fraguaron. Trátase de una selección cuyo primer factor determinante es la eficacia de los hechos y el vigor que permite a los elementos transmitidos sobrevivi runos por la eliminación de otros, en una proyección hacia el mañana de las tensiones vitales del presente. Por eso, el primer cuerpo del contenido de la tradición está integrado por lo vital que en el pasado haya. No significa, pues, la tradición una transmisión a secas de cuanto en lo ido aconteció, sino únicamente la entrega de aquello que poseyó fuerzas vitales suficientes para influir en nuestro actual acontecer. Esta primera acepción sociológica la matizó Víctor PRADERA en estos términos:
“Tradición no es todo lo pasado... Tradición es el pasado que cualifica suficientemente los fundamentos doctrinales de la vida humana de relación, en abstracto considerada; es, en otras palabras, el pasado que sobrevive y tiene virtud para hacerse futuro”
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