Fuente original: Indiana Catholic and Report, 14 de Marzo de 1952.

Tomado de: Liberty. A magazine of religious freedom, Vol. 47, Nº 3, Tercer Trimestre 1952, páginas 25 y 26. (Artículo del Indiana contra Segura (1952).pdf).



El Cardenal está llamando a los polis con cuatro siglos de retraso



Si las sorprendentes declaraciones del Cardenal español Segura han sido reportadas con exactitud, entonces éstas habrán de tensar con seguridad los caritativos esfuerzos de parte de los americanos –tanto católicos como protestantes– por tratar de entender la mentalidad española. Se ha informado de haberse quejado el Cardenal en una Carta pastoral de que “el proselitismo protestante, rotos los diques de la tolerancia religiosa, no duda en avanzar a campo abierto hacia la libertad religiosa en nuestro país”.

Los escritores católicos que han estado penosamente explicando que sí existe una clase española de libertad religiosa en España, se verán ciertamente desconcertados ante la contundente admisión del Cardenal de que la libertad religiosa es un mal que ha de ser evitado a toda costa. Algún comentario católico caerá sin duda en esa línea bastante aburrida y poco impresiva de que los católicos son perseguidos también en algunos países protestantes.


Atrasada

Pensamos que ya es hora de admitir que España está un poco atrasada. Todos saben que España está un buen siglo atrasada agrícola e industrialmente con respecto a los países líderes del mundo occidental. Pero en materia de armonía religiosa España parece estar con aproximadamente cuatro siglos de retraso. Por oscuras razones los clérigos españoles no parecen estar preparados en admitir lo que ocurrió alrededor de 1520: esto es, la Revuelta Protestante. Las declaraciones reportadas del Cardenal Segura habrían tenido una resonancia oportuna si se hubieran pronunciado en 1552. Sin embargo, resulta un poco fatuo aferrarse a esa fecha para [sostener] la postura de que la herejía protestante es una peligrosa amenaza que solamente puede ser prevenida con vigilancia y un riguroso control. En otras partes del mundo los católicos y protestantes ya hace mucho tiempo que pasaron por esa fase de negarse a reconocer la existencia del otro.


Lección de la Historia

Los católicos de otros países, al mismo tiempo que son igualmente celosos y ortodoxos en su adhesión a la Fe, ven al protestantismo, no como una amenaza, sino como un hecho. Sostienen, tan fuertemente como el Cardenal Segura, que el protestantismo es una herejía; que enseña serios errores en doctrina. Deploran también el daño que ha causado a una Cristiandad unida la Revuelta Protestante. Pero en América, y en otras partes, la reacción automática ha sido la de la competencia, no la de la supresión. Nos parece que el Cardenal Segura, el dictador Franco y otros en España deberían echar un vistazo a sus libros de historia. No sólo descubrirían que la Revuelta Protestante realmente ocurrió y que tuvo una muy considerable repercusión por todo el mundo, sino que también se darían cuenta de que toda persecución –excepto en caso de exterminio– ha fortalecido siempre a la larga a la religión perseguida. Los católicos deberían ser los últimos en olvidar esto.

Otro punto que la historia podría clarificar es que el protestantismo ha perdido en nuestro tiempo la mayor parte del vigor e impulso que una vez lo caracterizó y que le trajo tales conquistas. Hoy día, siempre que el protestantismo se encuentra con un catolicismo fuerte e informado, simplemente no hay contienda. Cuando los líderes españoles se cansen de esta revisión histórica que les sugerimos, podrían echar una mirada al exterior hacia el actual panorama religioso. Un aspecto del que fácilmente vendrían a darse cuenta es que el protestantismo constituye hoy día el dragón equivocado. Toda lanza que pudiera ahorrarse respecto de la batalla anticomunista sería mejor que se arrojara hacia otros objetivos distintos del protestantismo. Una segunda lección de la historia actual podría derivarse de una comparación entre la vitalidad y vigor del catolicismo americano, floreciente dentro de un baluarte protestante, con la protegida y sobrepublicitada rama del catolicismo en España.


Carga opresiva

Para algunos estos comentarios podrían saberles a patriotería religiosa, pero creemos que, para los católicos americanos, ya es hora de que nos liberemos de la carga opresiva de nuestros hermanos españoles. Hemos gastado pesadas horas limpiando la sangre que los españoles, con excesivo celo, derramaron en la Inquisición. Si ellos quieren llamar a los polis contra los protestantes con cuatro siglos de retraso, que ellos mismos asuman esa culpa. Que se les deje defenderse a ellos mismos contra las hondas y flechas de la opinión mundial.

Con el tiempo, así lo esperamos, incluso los españoles reconocerán que, aunque el error religioso realmente no tenga derechos, los herejes que sostienen el error sí tienen ciertos derechos fundamentales, que el Estado debe respetar y proteger –derechos que los Papas, como cabezas de los Estados Pontificios, preservaron en favor de los judíos y los valdenses en la misma Ciudad Eterna–, a seguir la propia conciencia, a construir las propias iglesias y a rendir culto como uno elija, con tal que ello no infrinja los derechos de otros.