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Tema: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

  1. #41
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Cita Iniciado por Pious Ver mensaje
    Creo estimado Valmadian desde mi humilde opinión que se equivoca. En la entrevista de La Vanguardia que podemos leer en la apertura de este hilo el escritor dice que se refiere al concepto tradicional de nación y acto seguido dice que "Cataluña no tiene derecho a la autodeterminación porque no ha sido invadida ni ha lugar a una restitución de una independencia anterior" y que "la independencia de Cataluña no responde a su ser histórico, que es encajarse como una nación plena dentro de España". Esto es lo realmente trascendental y lo demás son puras disquisiciones de las que se alimenta la demogresca.

    Estoy de acuerdo con Vd. en que hubiese sido preferible utilizar otro término y que no era el momento adecuado para decir tales palabras pues actualmente existe un juicio a quiénes dieron un golpe de Estado y es una palabra que provoca confusión y malinterpretación (como así ha sido y hemos podido comprobar), pero de ahí a decir que Juan Manuel de Prada se refiere a Cataluña como nación en un sentido liberal hay un trecho.
    La realidad es que cualquier precisión previa que hiciese al inicio de la entrevista queda, como no puede ser menos, eclipsada por la frase fatídica de que Cataluña es una nación como una catedral. Ya a partir de ahí, no ya por parte de quienes estamos en desacuerdo, sino por parte de la Prensa, cierta Prensa, lo que importa es esa frase y no lo demás. También es verdad que podría haber añadido que si Cataluña es una nación, el sentido tradicional del término es aplicable a cualquier sociedad organizada, independientemente de su estatus concreto: ciudad, región, etc., con lo que el tema se hubiese diluido mucho. El error está en el medio empleado, el momento y las circunstancias. A modo de contraste, y para entender mejor el efecto causado, imaginemos que hubiese dicho lo mismo estando en Cáceres o Badajoz: "Extremadura es una nación como una catedral" ante cualquier medio local, "HOY", El Periódico Extremadura, etc., el efecto no hubiese pasado de la mera anécdota y la curiosidad.

    El hacer esa afirmación ante un medio independentista moderno, ante un público lector con la idea moderna de nación metida en la cabeza, en un momento histórico actual, bajo un discurso mediatizado y deliberadamente tergiversado en favor de la ruptura, aunque no se pretenda o no se quiera, de todas, todas, la idea adquiere connotaciones modernas.
    Última edición por Valmadian; 23/02/2019 a las 19:20
    ALACRAN dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  2. #42
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Pienso que el siguiente artículo es de interés, particularmente por la condición de su autor.



    "Cataluña nunca ha existido históricamente como nación"

    10/09/2013 - José María Alsina Roca, Barcelona

    José María Alsina Roca es Catedrático emérito de Filosofía, director del Centro Superior de Formación del Profesorado del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala y rector honorario de la Universidad CEU Abat Oliba de Barcelona.

    El profesor Alsina, gran conocedor de la Historia de Cataluña, ha querido explicar para Te Interesa qué se conmemora en la Diada.



    No solo Cataluña nunca ha existido como nación, sino que ni siquiera ha sido nunca un reino. En España podemos hablar de los reinos de Jaén, Murcia o Valencia -todos ellos sí que existieron, aunque estos títulos significaban cosas muy distintas-, pero Cataluña era el Condado de Barcelona y cuando obtuvo entidad de reino fue integrándose en el Reino de Aragón.

    Podemos observar que cuando se invoca este supuesto derecho de autodeterminación se hace sobre la base de un principio: La realidad histórica. Y resulta que Cataluña nunca ha existido históricamente como nación. Las naciones, en sentido estricto, nacen en el siglo XIX y son fruto de una ideología romántica que primero brota en Alemania y luego vertebra Hegel. Por lo tanto, en el siglo XIX -y ya no digamos antes- Cataluña difícilmente podría haber sido una nación.

    Por otra parte, cuando en los siglos XIII, XV o XVII se hablaba de 'naciones', esto se hacía en un sentido muy distinto del actual. Las naciones podían ser una región, un reino o una ciudad. Cuando en los antiguos textos de las universidades mencionan a las naciones, vemos que, por ejemplo, se refieren a las gentes del Piamonte, Nápoles o Roma. Nada de esto tiene que ver con la existencia de la conciencia colectiva de una nación moderna, conciencia colectiva que exige un Estado para que la custodie.

    Pero sucede que en Cataluña todo el mundo, hasta los que no están a favor de la independencia, dan por supuesto que Cataluña es una nación. La misma Constitución española habla de nacionalidades. Naturalmente, como decía antes, toda nación moderna necesita de un Estado propio que garantice su pervivencia.

    A esto hemos de añadir que cuando los catalanes se levantaron en 1714 lo hicieron para defender a un único Rey para toda España, aunque es verdad que también lo hacían para defender la supervivencia de unas leyes tradicionales, leyes que eran mucho menos uniformes que las actuales. En todo caso, no pensaban en la independencia de España.

    Así pues, una cosa es defender la independencia de Cataluña y otra, muy distinta, asumir que España está constituida por una diversidad de pueblos con distintas tradiciones culturales y lingüísticas. Quien ignore este hecho, ignora la realidad de España.

    Y comparar a Cataluña con Escocia no tiene sentido. Escocia, hasta el siglo XVII, fue un reino independiente que tenía sus propios reyes. Gran Bretaña es la unión de una serie de reinos que han existido de manera independiente hasta hace relativamente poco tiempo.

    A parte de lo dicho, añadiría que el nacionalismo no es el amor a una historia o una lengua concreta, sino que es una ideología abstracta que, como decía, nació en el siglo XIX.


    "Cataluña nunca ha existido históricamente como nación"
    Malacca dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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  3. #43
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Yo no tengo un gran interés en definir a Cataluña como nación, pero sí en reconocer su personalidad, que no debe ser patrimonio de los separatistas, que la han adulterado. Me parece incoherente, por ejemplo, que un españolista desprecie la lengua y costumbres catalanas. Los españolistas debemos ser los primeros en defenderlas y ponerlas de relieve.

    Lo que no comparto en absoluto es que de algún modo Cataluña hubiese sido menos por haber sido condado (o condados) en lugar de reino, ya que Jaén, Granada o Valencia fueron reinos por haber sido antes taifas, y Cataluña, por contra, tiene la honra de haberse librado bien pronto del yugo sarraceno. Si Barcelona fue condado, es por haber dependido primero del Reino de Francia (o de los francos) y después del Reino de Aragón, pero no porque políticamente hubiese tenido menos relevancia o menos instituciones. Todo lo contrario: Cataluña, la Marca Hispánica, es, junto con Asturias, una de las cunas de España. España debe mucho a Cataluña. Por tanto, amar España es amar Cataluña y la catalanidad.
    Última edición por Rodrigo; 23/02/2019 a las 19:51
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  4. #44
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    Yo no tengo un gran interés en definir a Cataluña como nación, pero sí en reconocer su personalidad, que no debe ser patrimonio de los separatistas, que la han adulterado. Me parece incoherente, por ejemplo, que un españolista desprecie la lengua y costumbres catalanas. Los españolistas debemos ser los primeros en defenderlas y ponerlas de relieve.

    Lo que no comparto en absoluto es que de algún modo Cataluña hubiese sido menos por haber sido condado (o condados) en lugar de reino, ya que Jaén, Granada o Valencia fueron reinos por haber sido antes taifas, y Cataluña, por contra, tiene la honra de haberse librado bien pronto del yugo sarraceno. Si Barcelona fue condado, es por haber dependido primero del Reino de Francia (o de los francos) y después del Reino de Aragón, pero no porque políticamente hubiese tenido menos relevancia o menos instituciones. Todo lo contrario: Cataluña, la Marca Hispánica, es, junto con Asturias, una de las cunas de España. España debe mucho a Cataluña. Por tanto, amar España es amar Cataluña y la catalanidad.
    Coincido completamente con lo que expresas. Hace años tuve el placer de pasar varios veranos en la Cerdaña (Cerdanya), entre Puigcerdá y visitando Andorra. Gentes, pueblos, gastronomía, paisajes, lengua, todo me resultaba agradable y lo añoraba después cuando me volvía a los ruidos, atascos, contaminaciones varias, de "los madriles". Recuerdo la vuelta de un viaje a Italia, cuando traspasamos La Junquera, que me salió de dentro, "ya estamos en casa". Pero también, y con amargura, cuando un amigo catalán, más catalán imposible acorde con su nombre y apellidos, me invitó a participar con él en una excavación de unos dólmenes, y la administración correspondiente le denegó mi inclusión en la lista de participantes, "porque yo no era catalán".
    Última edición por Valmadian; 23/02/2019 a las 20:23
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  5. #45
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    También es verdad que podría haber añadido que si Cataluña es una nación, el sentido tradicional del término es aplicable a cualquier sociedad organizada, independientemente de su estatus concreto: ciudad, región, etc., con lo que el tema se hubiese diluido mucho
    Ahí está una de las claves para entender el sentido analógico que posee la noción prerrevolucionaria de nación. Hay que tener en cuenta que el nacionalismo catalanista es tan totalizador o absorbente como lo pueda ser el nacionalismo españolista, o cualquier otro nacionalismo.

    Por eso la afirmación del Sr. De Prada, no sólo fue sociopolíticamente ortodoxa, sino que también considero que fue muy oportuna. Porque al nacionalismo catalanista no se le puede combatir con el nacionalismo españolista (un error no se puede combatir con otro error), sino que sólo se le puede combatir con la defensa y promoción de la Cataluña tradicional: con todas sus peculiaridades y características propias, que definen su nacionalidad, la cual, en su genuino sentido antes señalado, es compatible, sin ningún problema, con otras realidades nacionales superiores (en el caso de la nación catalana, ésta está integrada en la superior nacionalidad de la Corona de Aragón, la cual, a su vez, está integrada en la superior nacionalidad española).

    Los catalanes son españoles... PERO SÓLO A FUER DE SER AUTÉNTICOS Y VERDADEROS CATALANES.
    Última edición por Martin Ant; 24/02/2019 a las 10:53

  6. #46
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Cita Iniciado por Valmadian Ver mensaje
    La realidad es que cualquier precisión previa que hiciese al inicio de la entrevista queda, como no puede ser menos, eclipsada por la frase fatídica de que Cataluña es una nación como una catedral. Ya a partir de ahí, no ya por parte de quienes estamos en desacuerdo, sino por parte de la Prensa, cierta Prensa, lo que importa es esa frase y no lo demás. También es verdad que podría haber añadido que si Cataluña es una nación, el sentido tradicional del término es aplicable a cualquier sociedad organizada, independientemente de su estatus concreto: ciudad, región, etc., con lo que el tema se hubiese diluido mucho. El error está en el medio empleado, el momento y las circunstancias. A modo de contraste, y para entender mejor el efecto causado, imaginemos que hubiese dicho lo mismo estando en Cáceres o Badajoz: "Extremadura es una nación como una catedral" ante cualquier medio local, "HOY", El Periódico Extremadura, etc., el efecto no hubiese pasado de la mera anécdota y la curiosidad.
    Esto no significa que yo comparta lo que he dicho, sólo he manifestado un hipotético condicional.



    El hacer esa afirmación ante un medio independentista moderno, ante un público lector con la idea moderna de nación metida en la cabeza, en un momento histórico actual, bajo un discurso mediatizado y deliberadamente tergiversado en favor de la ruptura, aunque no se pretenda o no se quiera, de todas, todas, la idea adquiere connotaciones modernas.

    Mucho más importante es esta otra parte de mi mensaje.


    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje
    Ahí está una de las claves para entender el sentido analógico que posee la noción prerrevolucionaria de nación. Hay que tener en cuenta que el nacionalismo catalanista es tan totalizador o absorbente como lo pueda ser el nacionalismo españolista, o cualquier otro nacionalismo.

    Por eso la afirmación del Sr. De Prada, no sólo fue sociopolíticamente ortodoxa, sino que también considero que fue muy oportuna. Porque al nacionalismo catalanista no se le puede combatir con el nacionalismo españolista (un error no se puede combatir con otro error), sino que sólo se le puede combatir con la defensa y promoción de la Cataluña tradicional: con todas sus peculiaridades y características propias, que definen su nacionalidad, la cual, en su genuino sentido antes señalado, es compatible, sin ningún problema, con otras realidades nacionales superiores (en el caso de la nación catalana, ésta está integrada en la superior nacionalidad de la Corona de Aragón, la cual, a su vez, está integrada en la superior nacionalidad española).

    Los catalanes son españoles... PERO SÓLO A FUER DE SER AUTÉNTICOS Y VERDADEROS CATALANES.
    Vamos a ver, dicho "sin acritú" como decía el jefe de aquél que vino a transformar España de tal manera que no la iba a conocer ni su madre, ¿usted en qué siglo vive? Y la razón de mi pregunta está sobradamente justificada. El sentido prerrevolucionario, o prerromántico del término nación está absolutamente obsoleto, ya nadie lo entiende así, independientemente de que con el significado impreciso que tenía, hasta podría decir que era una nación el hospital en el que nací, integrado, a su vez, en el barrio en el que está ubicado, o sea, otra nación que, por otro lado es parte de una ciudad que también es nación, como lo es la comarca en la que está asentada y que corresponde a otra realidad nacional de la región... En fin, no sé si capta usted el tremendo absurdo que es esto y pese a ello voy a proporner en la próxima junta de vecinos que proclamemos nuestra independencia, porque somos una nación vecinal, y si no me hacen caso proclamaré la independencia de mi casa, nación familiar.

    "Cada uno en su casa y Dios en la de todos", pues cada casa tiene sus peculiaridades y características propias, faltaría más y, en efecto, no hay incompatibilidad alguna con que el Creador esté presente en todas y cada una de ellas. Supongo que ahora vendrá a corregirme con la definición aristotélica de Polis. Pero no hace falta, créame, en su día tuve que examinarme de ella, entre otras varias. Las cosas son más sencillas, hoy en día la acepción y significado del vocablo "nación" es el revolucionario, romántico, liberal, socialista y nacionalista sea rupturista o sea integrador. Y todo lo demás es vano esfuerzo. Le preguntaba a cerca del siglo en el que vive, como parece pasarle al Sr. De Prada, y es que no estamos en el siglo XVI, sino en el XXI y hoy no podemos seguir combatiendo al turco en Lepanto, porque aquello ya pasó. Hoy tenemos que librar las batallas propias de nuestro tiempo, y aunque tiene razón en afirmar que el nacionalismo catalán no se puede combatir con el nacionalismo español -por cierto, "missing" desde hace no se sabe cuanto tiempo y sólo existente en los discursos de la demagogia institucionalizada y en los papeles de la Prensa-, la verdad es que el nacionalismo español no puede combatirse con el nacionalismo catalán.

    Hoy en día, nación y nacionalismo están totalmente imbricados en la idea de Estado, si bien cuando conviene ya se procura separar a conveniencia. Por ejemplo, ¿ha escuchado usted decir a un separatista catalán el nombre de España? ¡Jamás lo dicen! siempre es "el Estado español", dando la impresión de que quienes nos sentimos españoles no tenemos nación ni patria que nos bendiga,sólo tenemos Estado, es decir, que debemos ser todos funcionarios y además de prisiones porque ellos, los nacionalistas catalanes que si tienen nación o patria, pero no Estado, se sienten prisioneros de los españoles.

    Y ante este tufo viene este señor y les cuenta que si, que no se preocupen, que claro que son una nación, pero que antes de serlo como ellos lo ven (a su manera) y entienden (también bajo su propia óptica) ya eran una nación desde un sentido tradicional que quedó tapado por la actual situación. Y aunque no importa que fueran parte del Reino (nación) aragonés, gracias a la fusión dinástica, la cosa se transformó por arte de magia en Corona CATALANO-Aragonesa, así que puestos, al final será Aragón el que deberá integrarse en los Paisos Catalans.

    Mire, usted puede ser partidario de las ideas que expresa el Sr. De Prada en sus artículos, ser un gran admirador y le doy la razón cuando afirma que "considera que fue muy oportuna...", puesto que es su opinión, no la mía que considero justo lo contrario, pero mientras usted se pierde en querer dar razones sobre que es menester combatir el nacionalismo revolucionario con la imagen de una Cataluña tradicional idílica, precisamente dando así más argumentos a los otros, lo que nos faltaba, yo afirmo que se equivocó en el forma, en el medio y el momento.

    Y es que no resulta nada complicado deducir que el Sr. De Padra es un erudito, pero como también dije, un pésimo pedagogo y añadiré que la antropología tampoco es lo suyo. Noto un profundo desconocimiento de la mentalidad nacionalista catalana, la cual no da puntada sin hilo jamás y se le ha regalado un bonito floripondio hablando de la nación catalana ancestral, que es como una catedral, y sin haberlo procurado, me ha salido un pareado y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

    Le recuerdo que en el Carlismo la nación se llama España, o Las Españas, por que dicho de otro modo, todas son España.
    ALACRAN y DOBLE AGUILA dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  7. #47
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    usted se pierde en querer dar razones sobre que es menester combatir el nacionalismo revolucionario con la imagen de una Cataluña tradicional idílica
    No. Yo lo que digo es que precisamente el nacionalismo catalanista se basa en una Cataluña abstracta que nunca existió, inventada por los nacionalistas catalanistas. Y eso hay que combatirlo con la Cataluña tradicional, la verdadera, la que sí existió, y que sigue existiendo mientras siga habiendo verdaderas familias catalanas tradicionales que la sigan defendiendo.

    La mentira del nacionalismo catalanista se combate con la verdad de la Cataluña tradicional, la cual siempre fue considerada, y así la siguen considerando los catalanes tradicionales que la siguen defendiendo, nación integrante de las Españas, porque siempre han considerado española a Cataluña, y ellos, en tanto que catalanes, siempre se han considerado españoles.

    El Sr. De Prada no es catalán, pero defiende a la verdadera Cataluña contra los nacionalistas catalanistas anticatalanes, aunque ello le acarree la incomprensión de los no menos desnortados nacionalistas españolistas.

    Los fueros catalanes (Jornadas 1969).pdf
    Última edición por Martin Ant; 24/02/2019 a las 19:43

  8. #48
    Avatar de Pious
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Las Españas: nación de naciones, monarquía de reinos.

    De la mano de Elías de Tejada teníamos ocasión de ver que los pueblos son tradiciones y no naciones. Álvaro d'Ors, en este sentido, en una posición radical, ha cuestionado, no ya el nacionalismo —al que inmediatamente haremos referencia—, sino incluso la propia utilización del término nación, que encuentra contrapuesto con el de patria. La confusión entre el concepto natural y moral de patria. La confusión entre el concepto natural y moral de patria con el político y polémico de nación es, a su juicio, uno de los más graves lastres de la filosofía social de nuestros días y ha servido para oscurecer la teoría política, para envenenar ciertos sentimientos naturales de los hombres levantando mitos de gran virulencia polémica y para reforzar finalmente el poder del Estado con un sentimiento tan arraigado en las almas nobles como es el amor a esa gran familia que constituye la patria, con todo lo que lleva anejo —la tierra, la historia, la tradición—, procurando ahogar para ello ese sentimiento cuando no coincidía exactamente con el ámbito político de las naciones, como si ese amor, que es natural y espontáneo, hubiera de acomodarse a la férula despótica de la razón de Estado (1).




    Esta confusión, que quizá fuera mejor denominarla mistificación, pertenece al patrimonio intelectual y político de la revolución liberal y se presenta indisolublemente unida a la consolidación del Estado como estructura nacional a través de la teoría y la práctica de la llamada soberanía nacional. En virtud de ese principio, el poder del Estado es un poder absoluto, aun cuando el régimen político sea democrático y de entera legalidad: absoluto frente al orden divino, ya sea natural, ya sea positivo, pues la misma idea de divinidad resulta descartada o puesta al servicio del poder estatal; absoluto frente a la tradición de los mayores, que resulta alterable en todo momento por ese plebiscito de cada día que es la nación, pues la voluntad del momento —denominada voluntad general— hace la ley en función de esa soberanía, mudándola acompasadamente a su propio cambio; y absoluto finalmente frente a otros Estados, potencialmente enemigos, con los cuales no puede haber más vínculos que los diplomáticos.

    Conclusiones de las que puede extraerse sin dificultad la conclusión a que ha llegado recientemente el mismo Álvaro d'Ors en un ensayo sólo calificable de magistral y según la cual, cuando se identifica la «patria» con la «nación», resulta difícil superar su identificación también con el «Estado», sea con un «Estado nacional» existente, sea con uno que se desea constituir por separación de otro en el que se halla actualmente identificada esa nacionalidad identificada como patria. Esto aparece especialmente patente en el conflicto que enfrenta un Estado nacional y el deseado Estado de una región que pretende independizarse de él para constituir un Estado distinto: en estos casos de separatismo se da un antagonismo polémico entre dos sentimientos de patria fundados en una contradictoria conciencia de nacionalidad (2).

    Desde un prisma menos preocupado que el anterior por el prurito de sistema y la simetría terminológica, pero en el fondo coincidente con el destilado que se cuela por entre los intersticios de sus coordenadas, se ha denunciado la componente dialéctica —la eterna tentación de las antítesis maniqueas— que emponzoña buena parte de las aproximaciones al problema nacional. Por lo mismo, ha escrito el profesor Canals, «quienes no profesamos el principio de las nacionalidades, apoyado en el concepto idealista y romántico de la "nación", ni admitimos el unitarismo rígido implícito en el concepto jacobino de Estado, tenemos que tratar de hacer comprender a nuestros contemporáneos, en medio de la aludida confusión de términos, un lenguaje más tradicional y más respetuoso con la tradición histórica de España» (3).

    Porque buena parte de los confusionismos denunciados se esfuman cuando acertamos a devolver a los términos su significado flexible y analógico, sorteando las trampas de las rigideces jacobinas y recuperando el legítimo uso del plural de términos como «pueblo», «nación» o «reino» (4). Y cuando alcanzamos el discernimiento cabal de los dos sentimientos albergados bajo la etiqueta de «amor a la patria» y que son muy distintos en su origen y en el objeto de su aplicación, así como antagónicos en su historia y su desarrollo, de manera que su identificación —propiciada por la común oposición al internacionalismo que hace tabla rasa de todo sentimiento o pensamiento que admita una localización espacio-temporal— resulta en extremo perjudicial: el patriotismo y el nacionalismo.


    Miguel Ayuso, «¿Después del Leviathan? Sobre el Estado y su signo», cap. 2: El Estado, entre el nacionalismo y la supranacionalidad, págs. 78 y ss.


    Notas:

    (1) Cfr. Id., «Los pequeños países en el nuevo orden mundial», en el vol. Una introducción al estudio del derecho, 2ª ed., Madrid, 1963, págs. 161 y ss.
    (2) Cfr. Id., «El nacionalismo, entre la patria y el Estado», Verbo (Madrid) nº 341-342 págs. 25 y ss.
    (3) Francisco Canals «Países, naciones y Estados en nuestro proceso histórico» en el vol. Política española: pasado y futuro, Barcelona 1977, págs. 70 y ss.
    (4) Es conocido cómo, por ejemplo, en 1088 podía mencionarse al Rey de León «por la gracia de Dios constituido emperador sobre todas las naciones de España»; o cómo, en uno de los diplomas del cartulario de Sant Cugat del Vallés, datado de 1108, con referencia a Cataluña, se lee «nostre patrie». Por seguir con la referencia a Cataluña, la expresión nación aparece en el escrito de los diputados del General en el Parlamento celebrado en Tortosa en 1411, o en boca del cardenal Margerit —primer gran apologista de la hispanidad— en 1454, e incluso en la constitución general pactada por Felipe V con las Cortes de Barcelona de 1702 —o sea, antes de que estallara la guerra de Sucesión—, hasta en el siglo XIX, antes de surgir separatismo alguno. Cfr. José Antonio Maravall, El concepto de España en la Edad Media, 2ª ed., Madrid, 1964, pág. 261; Francisco Elías de Tejada, Las Españas, cit., pág. 201; Juan Vallet de Goytisolo, Reflexiones sobre Cataluña. Religación, interacción y dialéctica en su historia y en su derecho, Barcelona, 1989, págs. 79 y ss.

  9. #49
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Después de ver a Juan Manuel en "La sexta noche" (cómo no) reafirmarse en sus palabras sobre Cataluña como nación en el sentido tradicional, me da la impresión de que, EN REALIDAD, no habla en tal sentido (tan impreciso, como se ha demostrado en este foro) sino en el SENTIDO MODERNO, aunque lo hace disimuladamente. Él define (erróneamente) como nación: a "todo pueblo con unas tradiciones y una lengua común"[1] y eso no es lo que se entendía como nación antes de la Revolución; véase la definición del "Tesoro de la Lengua Española" (Covarrubias) que hemos enlazado más de una vez aquí.

    Adorna esa polémica afirmación sobre Cataluña, con expresiones obligadas como "derechos históricos" que son precisamente propias del nacionalismo moderno; más si no se explican CUÁLES son esos derechos. Nos sale con la teoría de que la "gran contribución a la humanidad" de Cataluña es el llamado "pactisme", por el cual esta "gran nación" se unió primero con Aragón y luego con España; lo que demuestra que no domina tampoco la historia medieval de Cataluña, conformada por condados no especialmente muy bien avenidos entre sí y que terminó uniéndose a Aragon por políticas matrimoniales del conde dominante de turno, no por pacto popular alguno.

    Por otra parte, vuelve a definir España con el neologismo "nación de naciones", cuando ésta JAMÁS SE HA DEFINIDO ASÍ en la antigüedad; sino como "Reino de España" (o "de las Españas") "Monarquia Hispánica" o "Monarquía Católica". Esa expresión que utiliza carece de sentido; principalmente porque en realidad "nación" no era más que un sinónimo de "lugar de nacimiento" dentro de un reino (considerado en general) o de una provincia/parte del mismo (en sentido particular).

    Luego ha terminado echando algún piropo a sus (supongo) buenos amigos: Gallardón (el ultraliberal) y Pablo Iglesias, elevándolos sobre la "mediocridad política" junto a su "queridísima", según sus propias palabras, Susanna Griso.

    En fin, que ciertamente me parece todo muy confuso, la verdad.

    [1] Definición muy en la línea del liberalismo antiguo italiano (por ej).
    Última edición por DOBLE AGUILA; 10/03/2019 a las 04:16
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  10. #50
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Qué pesadito.



    ,
    Última edición por ALACRAN; 10/03/2019 a las 22:10
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

  11. #51
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Dejo la transcripción de la parte de la entrevista de anoche a Juan Manuel de Prada, en La Sexta, relativa a la cuestión de Cataluña y su consideración como nación (si alguien quiere ver el video, dejo también al final un enlace).

    Yo creo que está bastante clara la delimitación y diferenciación del Sr. De Prada entre el concepto verdadero de nación surgido en la Cristiandad histórica, frente al concepto falseado del mismo inventado e introducido por el "Derecho" Nuevo.

    --------------------------------


    Entrevistador: ¿Y por qué esto [hablar de Cataluña como nación] ha levantado tanto revuelo?

    Juan Manuel de Prada: Bueno, porque yo creo que el concepto de nación liberal ha opacado o sustituido totalmente el concepto tradicional de nación. Entonces, claro, hoy en día la gente se piensa que “nación” es simplemente… o sea, para que haya nación tiene que haber soberanía y tiene que haber autodeterminación, que son… claro, que es el veneno que mete el concepto liberal en un término que existía desde mucho tiempo atrás, que era el de “nación”, ¿no?

    Pero claro, yo, en las entrevistas que me hicieron dejé muy clara esta distinción, y dejé muy claro, naturalmente, que “soberanía” y “autodeterminación” –que son conceptos, efectivamente, que están como adheridos al concepto de nación liberal– son conceptos que no tienen nada que ver con la realidad catalana, ¿no?


    Entrevistador: ¿Qué solución le podemos dar a una encrucijada como la catalana? En alguna ocasión también te he escuchado decir que quizá la solución fuera la eliminación, laminar las Autonomías.

    Juan Manuel de Prada: Bueno, vamos a ver, yo creo que las Autonomías sí que es cierto que han generado, digamos, diecisiete mini-Estados dentro del Estado. Es decir, las Autonomías han contribuido a crear en los españoles… bueno, a que ese amor natural que uno siente hacia su patria chica, o hacia su país, o hacia su región, hacia su tierra, eso lo han convertido, de alguna manera, en una especie, sí, como de adhesión a un falso Estado, ¿no?

    Entonces, sí, yo creo que las Autonomías, el paso del tiempo nos demuestra que ha sido… que ha sido negativo, no ya por la inflación Presupuestaria que han introducido en la vida española –que yo creo que a veces ha sido enloquecida–, sino porque sobre todo, en aquellas tierras en donde, efectivamente, había una mayor tensión centrífuga, digámoslo así, pues yo creo que han contribuido a introducir el veneno del independentismo.

    Pero yo no soy nada centralista, es decir, yo creo que el centralismo es la mayor enfermedad que se le puede inocular, ¿no?, a una nación de naciones como España. Yo creo que hay que volver a lo que fue la constitución histórica de España, es decir, en que estas distintas naciones pues tienen una relación… tienen una relación con el… con el poder central –que tradicionalmente fue la Monarquía–, distinta, distinta, en la que cada una de estas entidades históricas pues pactaba su relación con la Monarquía.


    Entrevistador: Tenían unos fueros distintos, ¿no?, digámoslo así.

    Juan Manuel de Prada: Unos fueros y unos procedimientos. Por ejemplo, Cataluña, Cataluña… si… si Cataluña ha hecho alguna aportación política fundamental en la historia de la civilización humana es el llamado pactisme, que… que en la Edad Media pues hacía que, efectivamente, los catalanes tuvieran unas relaciones especialísimas, primero con la Corona de Aragón, y luego, posteriormente, cuando Aragón se une con Castilla, pues también con España, digámoslo así, ¿no?

    Y yo creo que eso habría que recuperarlo. Naturalmente no soy un iluso que diga: “No, hay que recuperarlo de la noche a la mañana”; pero es evidente… es evidente que lo que surge en la Constitución del ´78 es un modelo que se está agotando ante nuestros ojos, y creo que, honestamente, con el paso del tiempo, ese agotamiento se va a convertir en agonía, y esa agonía se va a ir convirtiendo, poco a poco, en podredumbre. Y yo creo que la manera de mantener a los pueblos unidos es mediante una inyección de vida. Y, honestamente, creo que el régimen político español está entrando en una… en una clara… en un claro proceso de decaimiento, ¿no?, y agonía.




    Fuente: LASEXTA.COM
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  12. #52
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Lo que él define (o inventa) como "nación tradicional", aparece al principio de la entrevista, en un corte que ponen de otro programa de la misma cadena. min (0:44).

    - "El significado de nación es un pueblo, con unas tradiciones propias, con una lengua propia (...) SI EN ESPAÑA HAY una nación como una catedral, efectivamente es Cataluña".

    Pregunta tendenciosa del presentador: "¿Y por qué esto ha levantado tanto revuelo?".

    PD: Nótese en el min (2:50) unas imágenes cercanas de una manifestación con banderas separatistas y no menos de cuatro "Union Jack" británicas en la esquina izquierda.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 11/03/2019 a las 01:39

  13. #53
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Cita Iniciado por Martin Ant Ver mensaje

    --------------------------------


    Entrevistador: ¿Y por qué esto [hablar de Cataluña como nación] ha levantado tanto revuelo?

    Juan Manuel de Prada: Bueno, porque yo creo que el concepto de nación liberal ha opacado o sustituido totalmente el concepto tradicional de nación. Entonces, claro, hoy en día la gente se piensa que “nación” es simplemente… o sea, para que haya nación tiene que haber soberanía y tiene que haber autodeterminación, que son… claro, que es el veneno que mete el concepto liberal en un término que existía desde mucho tiempo atrás, que era el de “nación”, ¿no?

    Pero claro, yo, en las entrevistas que me hicieron dejé muy clara esta distinción, y dejé muy claro, naturalmente, que “soberanía” y “autodeterminación” –que son conceptos, efectivamente, que están como adheridos al concepto de nación liberal– son conceptos que no tienen nada que ver con la realidad catalana, ¿no?
    Este señor no se entera de nada, maneja ciertos conceptos, no, ciertas ideas y sentimientos y en un momento nada oportuno, y a eso se le llama meter la pata, pero no lo reconocerá. ¿De dónde procede esta sustitución real de la idea de nación y por qué está asociada ineludiblemente a la de soberanía?

    1.- El monarca es el soberano, que reina Por la Gracia de Dios.

    2.- La revolución ataca los fundamentos mismos de la soberanía del monarca, hablo, naturalmente, de la monarquía absoluta o total: "El Estado soy Yo"

    3.- Menoscabada la soberanía del monarca, alguien ha de recibirla, ¿quién?, el pueblo. Siendo éste libre de acatamiento es el nuevo titular de la soberanía: soberanía del pueblo o soberanía popular, ideas absolutamente implantadas hoy en día que en España se plasman en el texto constitucional vigente "La soberanía NACIONAL reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado" (Art., 1º.2)

    4:- Pero se plantea el problema de que las diferencias de toda clase entre los miembros del pueblo hacen inviable semejante entelequia, pues eso y nada más es lo que es la soberanía popular. Hay que agrupar soberanías individualizadas, pero sin volver al gobierno de uno solo, y nacen los partidos políticos o representantes de esa soberanía fragmentada. Así, el pueblo "soberano" ya, representado por los partidos, se apodera de las estructuras del Estado y se convierte en nación.


    Pero yo no soy nada centralista, es decir, yo creo que el centralismo es la mayor enfermedad que se le puede inocular, ¿no?, a una nación de naciones como España.
    "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la NACIÓN española, patria común e indivisible de TODOS los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las NACIONALIDADES y REGIONES que la INTEGRAN y la solidaridad entre todas ellas." (Art. 2º)

    No sé qué parte es la que no entiende. Independientemente de lo que podamos pensar sobre esta Constitución, hasta de su validez legal por cuanto fue elaborada por Cortes no constituyentes elegidas a través de un mandato imperativo entonces no derogado, o sea, en pleno vigor legal, lo cierto es que en el articulado de este Título Preliminar, no habla de esa cursilada de "nación de naciones" y otras extravagancias de politicarras y periodistillas de tres al cuarto.

    Además, la dicotomía o Estado centralista o Estado autonómico, es falsa por cuanto ya en los anteriores regímenes desde 1836 han existido (y siguen existiendo) las diputaciones provinciales que en el caso de las comunidades autónomas uniprovinciales presentan una duplicidad en sus funciones, es decir, o unas u otras, pero de todas chupan los políticos, ocupan cargos y manejan a la sociedad como les da la gana.

    Por supuesto, en cuanto se introduce la cuestión lingüística de por medio, se abre la puerta al etnicismo, cuyas consecuencias absurdas y desaforadas hemos venido contemplando en los bramidos de ciertos elementazos catalanes especialmente en los últimos años. Y, sin embargo, volviendo al mismo texto constitucional vemos que:

    "El castellano es la LENGUA ESPAÑOLA OFICIAL DEL ESTADO. TODOS los españoles tienen el DEBER de conocerla y el DERECHO a usarla" (Art., 3º.1)

    En cuanto este Estado ha dejado de ejercer sus funciones ha consentido y permitido la inmersión lingüística, vulnerando la ley y privando a millones de españoles de sus derechos esenciales. ¿Y todo por qué? ¿Es necesario decirlo o hasta el presidente de los tontos de Coria lo saben sobradamente?

    "Las demás LENGUAS ESPAÑOLAS serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estautos." (Art. 3º.2)

    Es decir, SUBORDINADAS al castellano, pues las CCAA NO están por encima del Estado, FUNDAMENTADO EN LA NACIÓN ESPAÑOLA.

    Es manifiesto que en España abundan los que necesitan urgentemente cursos intensivos y en profundidad de comprensión lectora, pero lo que uno espera es que personas inteligentes, educadas y eruditas, cuyos pensamientos generan opinión pública no nos salgan con chorradas.


    Entrevistador: Tenían unos fueros distintos, ¿no?, digámoslo así.

    Juan Manuel de Prada: Unos fueros y unos procedimientos. Por ejemplo, Cataluña, Cataluña… si… si Cataluña ha hecho alguna aportación política fundamental en la historia de la civilización humana es el llamado pactisme, que… que en la Edad Media pues hacía que, efectivamente, los catalanes tuvieran unas relaciones especialísimas, primero con la Corona de Aragón, y luego, posteriormente, cuando Aragón se une con Castilla, pues también con España, digámoslo así, ¿no?
    Éstos no se han leído ni el artículo de la WIKI: https://es.wikipedia.org/wiki/Fuero

    Y se puede afirmar otro tanto sobre el pactismo: https://es.wikipedia.org/wiki/Pactismo

    Lo que si sería conveniente es que el Sr. De Prada estudie algo la historia de Cataluña.


    Y yo creo que eso habría que recuperarlo. Naturalmente no soy un iluso que diga: “No, hay que recuperarlo de la noche a la mañana”; pero es evidente… es evidente que lo que surge en la Constitución del ´78 es un modelo que se está agotando ante nuestros ojos, y creo que, honestamente, con el paso del tiempo, ese agotamiento se va a convertir en agonía, y esa agonía se va a ir convirtiendo, poco a poco, en podredumbre. Y yo creo que la manera de mantener a los pueblos unidos es mediante una inyección de vida. Y, honestamente, creo que el régimen político español está entrando en una… en una clara… en un claro proceso de decaimiento, ¿no?, y agonía.
    Estas afirmaciones no son más que obviedades, porque la Constitución vigente además de nacer ilegal nació muerta al introducir la organización autonómica, es decir la disolución de España. Y eso lo vieron algunos en su día porque aquí no se iba a reconstituir nada, se trataba de regalar a los traidores y renegados una historia falsa sobre la que construir unas naciones que jamás han existido sino como pueblos asentados sobre unos territorios las más de las veces imprecisos y cambiantes.




    Fuente: LASEXTA.COM[/QUOTE]
    ALACRAN dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  14. #54
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    Re: Juan Manuel de Prada: «Cataluña es una nación como una catedral»

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Retomo este tema para rectificar mi postura anterior. En un discurso pronunciado en el Congreso de los Diputados en 1916, que reproduzco a continuación, Vázquez de Mella dejó bien claro por qué Cataluña, a pesar de su acentuada personalidad, no es nación, porque solo España en su conjunto puede considerarse tal. Aunque admito que el significado de vocablos como este pudiera ser flexible, las palabras no expresan otra cosa sino conceptos y dada la confusión que impera actualmente sobre lo que es España (desgraciadamente a veces incluso en el campo de la tradición), prefiero evitar la ambigüedad y guiarme en este punto por lo expresado por el gran tribuno asturiano, que además coincide con lo que expresó el programa doctrinal de la Junta Suprema Tradicionalista en 1932 (reproducido en el apartado «Ideario del Tradicionalismo» del libro El tradicionalismo español; su ideario; su historia; sus hombres), lo que puso Manuel Fal Conde en la Ordenanza del Requeté, lo que decía el Ideario de la Comunión Tradicionalista Carlista redactado por Jaime del Burgo en 1937 y lo que (con ciertos matices) escribió también en 1971 Elías de Tejada en su obra ¿Qué es el carlismo?.


    El cocepto de nación

    Una nación no es una raza; las grandes razas abarcan continentes enteros, y las subrazas no están puras en ninguna parte, porque se ha mezclado la sangre de todas. No coinciden la lengua y la raza, según todos los filólogos modernos, y por los labios de una raza pueden pasar varias lenguas. No la constituyen los límites naturales, porque los ríos y las cordilleras pueden ser el marco, pero no son el cuadro. ¿Qué es lo que constituye una nación? Yo podría sobre esto disertar largamente, porque, aunque no terminado, tengo sobre ello escrito un libro; mas no quiero abrumaros con todas las doctrinas que hay sobre este punto; como aparte de las representaciones abstractas están siempre los hechos concretos, yo, acerca de esos hechos, he de reclamar vuestra atención y he de formular brevemente el concepto de la nación tal como yo lo entiendo, porque es base de este debate y de él nacen las diferencias que separan de los regionalistas de la Liga a los que afirmamos el principio de la unidad nacional. Este es el punto culminante.

    ¿Qué es la nación? ¿Cuáles son las relaciones de la región, del Estado y de la nación? ¿Cuáles son las tres nociones fundamentales? Hay dos maneras de tratar el concepto de nación: una abstracta, prescindiendo de los hechos, aunque descienda después a ellos; y otra la que se basa en los hechos concretos y visibles que son objeto de observación; y a ésa sí he de referirme, pues a esos hechos habrá que darles un nombre, y yo no discuto sobre los nombres, pero es fácil ponerse de acuerdo sobre ellos cuando los entendimientos, por la observación y la comparación, están de acuerdo acerca de los hechos. Yo entiendo, señores, que la nación, que no es ni la raza ni la lengua, ni la combinación de estos factores, aunque puede ser resultado de ellos, implica dos cosas: un principio que pudiéramos llamar psicológico, interno, y una nota externa, visible a todos, y que aparece de tal manera ante los ojos del observador no cegado por la pasión, que pronto puede ver por esa nota externa cuál es una nación y cuál no lo es. Hay un principio psicológico interno. La nación tiene, como los individuos, aunque en sentido diferente, un alma, un espíritu nacional. Donde no hay ese espíritu, no hay nación. ¿Cómo se forma? Es largo de explicar. Hay un fondo de ideas, de sentimientos, de aspiraciones fundamentales y de tradiciones que constituyen una nación y que se manifiestan en la nota de un carácter común que no excluye, antes bien los supone, variedad de caracteres subordinados. Cuando eso no existe, podrá haber la apariencia o el nombre de tal, pero no existe en realidad la nación. Aun aquellos que neguéis el principio religioso, aun aquellos que aborrezcáis la síntesis cristiana que ha cambiado la faz del mundo y dividido la Historia en dos hemisferios, no podréis negar esto: que allá, al otro lado del Calvario y de la Cruz, ha habido Estados, y congregaciones y federaciones de Estados; pero fuera del pueblo hebreo no ha habido ninguna nación, como no estuviese reducida a los límites, bien constreñidos, de la ciudad antigua.

    Es necesario que en los comienzos, en el origen, por lo menos, haya una creencia común que funda los espíritus en un cierto decálogo y en un cierto símbolo, que impere sobre los entendimientos y sobre las voluntades y establezca una comunión espiritual que los congregue para que marchen unidos por la Historia. Pudiera suceder que esa unidad de creencias primitivas se hubiese mermado o se hubiese extinguido; pero no importa, que ella seguiría obrando por sus efectos trocados en causas, a semejanza de las estrellas de que hablan los astrónomos, que están moribundas o han muerto, y la luz que emitieron todavía llega a nuestras pupilas. Esa unidad de creencias aparece en los comienzos, en los orígenes, fundiendo las almas. Después, las combinaciones de las razas y las lenguas, el territorio y el tiempo llegan a constituir la nación cuando hay un carácter común general, que, por ser común y general, supone una variedad de caracteres, por encima de los cuales está el sello espiritual que a todos los distingue. Cuando además se revela por una historia general, por una historia común y a la vez independiente de otras historias, que es su nota externa, entonces la nación existe; cuando no hay esos caracteres, no existe la nación.

    Definición del Estado

    El Estado es una cosa diferente. Una colección de emigrantes de diferentes creencias, de razas distintas, puede llegar un día en un buque náufrago a estrellarse en la costa de una isla desierta e inhospitalaria y erigir un Poder público e independiente, constituir un Estado; dondequiera que haya una soberanía política independiente existe un Estado, pero no constituirá una nación. Un Estado se puede constituir en una batalla, sobre una espada vencedora, cuando una provincia se destaca, o una colonia se emancipa; pero una nación, no; una nación no se improvisa.

    Es necesario en el cauce de la Historia que gentes, que pueden proceder de fuentes diversas, marchen juntas, y sólo después de haber filtrado su vida común al través de los siglos pueden adquirir las notas de un todo sucesivo e independiente. Fijaos bien en una nación cualquiera de las que así se llaman en la Europa moderna, y observaréis que su historia tiene trazos de conjunto general que constituyen una unidad, y que esa unidad puede subsistir, aun cuando se rompan los lazos que las unen, con influencias recibidas de otras naciones.

    España, por ejemplo, ha tenido influencias evidentes de Francia sobre nuestro territorio; de Inglaterra, de Italia, de todos los que han estado más próximos a ella. Francia influyó sobre nosotros en la Edad Media, hasta con la importancia que tuviera aquí el elemento cluniacense que alteró nuestra disciplina; con la ayuda, aunque momentánea, fugaz, que prestó a nuestra Reconquista, y por la que tuvo, ya en la plenitud de su poderío, en el siglo XVII; pero nosotros también hemos influído sobre Francia en las horas de nuestra grandeza, no sólo cuando Francisco I venía a Madrid y Farnesio iba a París, sino cuando nuestros oradores sagrados y nuestros místicos influían en los suyos, como lo revelan las famosas discusiones de Fenelón y Bossuet. Nosotros hemos influído sobre Inglaterra, tanto acaso, en los siglos de nuestra grandeza, como ella influyó sobre nuestros destinos; nosotros hemos recibido la influencia de Italia, que llegó a ejercer la soberanía sobre nuestro arte, que recibe a través de ella la influencia clásica, que después se asimila nuestro espíritu hasta señalarla con caracteres de originalidad nativa española; pero nosotros hemos ejercido durante más de tres siglos el dominio sobre el mediodía de Italia, y un siglo entero sobre el Milanesado; y nuestra influencia fué tal que durante algún tiempo parecía feudo nuestro; y si ella nos comunicó algo del espíritu del Renacimiento, nosotros le hemos comunicado el nuestro que moderaba la reacción pagana con la fuerza que desplegamos en el siglo XVI.

    Y suprimid la influencia que ejerció Alemania, como hoy está demostrado contra lo que se creía recientemente, en los orígenes de nuestras gestas y de nuestra épica, y veréis que nosotros, con nuestro teatro, que influyó en el suyo, y con la acción de nuestra política y de nuestros Tercios, hemos compensado la influencia que ella ejerció. De modo que Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, han ejercido influencia sobre nosotros; pero, cercenada esa influencia y puesta en la balanza la que nosotros ejercimos sobre ellas, no se puede por menos de afirmar la existencia de ese todo que se llama España.

    Pero ¿sucede eso con las regiones de España, aun aquellas que tienen más acentuada su personalidad? No. Pocas tienen tanta como Cataluña; pero Cataluña, aunque os asombre y esto contradiga vuestros principios, no es nación. No es nación, porque no tiene todos aquellos caracteres de historia común, general e independiente y externa que se necesitan para serlo.

    La unidad de la Patria

    Yo no concibo la historia de Cataluña, sin la historia de Aragón; no concibo la historia de Aragón, sin la historia de Navarra; no concibo las dos, sin la historia de Castilla. Todas las naciones están separadas y aisladas, pero en el conjunto compensan la influencia recíproca de todas las demás naciones. No sucede esto con ninguna región de España; todas ellas juntas forman una personalidad histórica con caracteres admirables, profundamente vigorosa.

    Fuente: Obras completas de Juan Vázquez de Mella, tomo X, pp. 296-303.
    Última edición por Rodrigo; 26/04/2019 a las 23:23
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