Re: Respuesta: Una duda sobre la predestinación.

Iniciado por
CRISTIÁN YÁÑEZ DURÁN
Estimado Valmadian:
Lo que la Iglesia enseña infaliblemente es que Dios ha predestinado a los elegidos, pero condena sostener que haya predestinado a alguien al infierno.
En nada afecta la predestinación al libre albedrío. Es decir, la predestinación no afecta en absoluto la elección, por la sencilla razón de que toda elección se hace bajo especie de bien, nadie puede elegir un mal para sí mismo; aún el que elige un mal, lo hace pensando que eso es bueno para él. De éste modo nadie puede elegir directamente el infierno, con pleno conocimiento y advertencia de lo que es.
La predestinación es una conclusión directa de la ciencia de simple inteligencia de Dios, que conoce todo y más aún el bien que quiere directamente; sin embargo, Dios no puede querer ningún mal, por eso no puede querer que alguien se condene y, en ese sentido no lo predestina a la condenación eterna.
Evidentemente hay un misterio respecto de cómo podemos ser libres siendo que Dios conoce todo lo que haremos. Caer en el fatalismo es una tentación poderosa para explicar este punto, por eso la Iglesia nos previene condenándolo pero sin negar la verdad de la predestinación. El mismo Santo Tomás se detuvo ante el misterio.
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
Totalmente de acuerdo.
“Es ésta nuestra finalidad, nuestro gran ideal. Caminamos para la civilización católica que podrá nacer de los escombros del mundo de hoy, como de los escombros del mundo romano nació la civilización medieval. Caminamos para la conquista de este ideal, con el coraje, la perseverancia, la resolución de enfrentar y vencer todos los obstáculos, con que los Cruzados marcharon sobre Jerusalén. Porque si nuestros mayores supieron morir para reconquistar el Sepulcro de Cristo, ¿cómo no vamos a querer nosotros —hijos de la Iglesia como ellos— luchar y morir para restaurar algo que vale infinitamente más que el preciosísimo Sepulcro del Salvador, es decir, su reinado sobre las almas y sobre la sociedad, que Él creó y salvó para amarlo eternamente?”.
Plinio Corrêa de Oliveira.
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