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Tema: Habemus Papam - Francisco I

  1. #41
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Uma pergunta catolicamente chata e, para muitos, inoportuna: o que esperar de um ecumenista convicto à frente do Papado?



    “Tua perdição é obra tua, Israel. Tua força é obra Minha”.
    (Os. XIII, 9)
    Sidney Silveira
    Um bispo católico que se ajoelha diante de um pastor evangélico para receber o “dom” da sabedoria ecumênica manifesta, com tal ato, algum tipo de humildade? E outra: é verdadeira humildade calar a verdade da fé no “diálogo” com outras religiões ou seitas?
    À primeira pergunta podemos responder dizendo o seguinte:
    1- A regra da humildade cristã é a verdade evangélica, da qual a Igreja Católica é a única custodiadora, por missão divina. Esta é a doutrina bimilenar, quer gostemos, quer não. Quer o mundo a aceite, quer não. Por isso a Igreja sempre foi um signo de divisão e os líderes de seitas cristãs sempre foram chamados pelos Papas a se arrepender e a retornar à Santa Madre Igreja — isto até que batesse o vendaval do Vaticano II e inaugurasse um virulento ecumenismo totalmente anticatólico... intra muros Ecclesiae!

    2-O único diálogo possível é o apostólico: convertam-se à religião verdadeira fundada por Cristo, o Verbo encarnado. Simples desta forma: sim, sim, não, não.

    Ai, que coisa chata e antiquada! Ai, que coisa antimoderna e antidialogante! Ai, quanta intolerância!
    Pois bem. O recém-eleito Papa Francisco tem um passado de grande propagador do ecumenismo — que, dentre os crimes contra a fé, talvez seja o pior de todos, por seu caráter insidioso e corrosivo. Então repitamos a pergunta do título, incômoda para muitos no momento presente: o que esperar de um Papa ecumenista convicto? Resposta: o milagre de uma conversão à doutrina católica integral.

    É possível? Sim. É provável? Não, pois a história da Igreja está aí para nos mostrar que o modo ordinário de Deus agir não é este.
    A hora é grave. Gravíssima. Um divisor de águas se aproxima e parece que todos teremos de tomar uma posição clara em breve — inclusive muitos dos chamados conservadores “linhas-médias”.
    Movido pelo Espírito Santo, o Papa Francisco contrariará o Cardeal Bergoglio? Ou dará razão a Leonardo Boff, para quem ele é a grande esperança do estabelecimento de uma Igreja pancristã mundial, ou seja, a abominação da desolação no lugar santo?
    Logo saberemos.

    P.S. Queríamos, de verdade, postar algo muito, muito diferente — num dia tão festivo para a maioria dos católicos. Mas estas são indagações que, a nosso ver, todo católico verdadeiramente amante da Igreja deveria fazer na hora presente. Além de rezar sobretudo pelo Papado, ao qual o Papa deve servir. Isto por um motivo bem simples: nenhum Papa está acima do Papado.

    Contra Impugnantes

  2. #42
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Festejos y alabanzas de la prensa judía al nuevo Papa Francisco.




    Como venimos diciendo, los medios de prensa judíos de Argentina pone todas sus esperanzas en el nuevo Pontífice Francisco y aplaude la elección.


    [Prensa Judía – 13-03-2013]


    Para el rabino Skorka: “Bergoglio es el Papa que la cristiandad necesita”.


    AJN.- El rabino de la comunidad Benei Tikvá y rector del Seminario Rabínico Latinoamericano consideró que Jorge Bergoglio es “el Papa que la cristiandad necesita” y resaltó que el cardenal argentino fue quien “ahondó y desarrolló” el diálogo entre el cristianismo y el judaísmo en la Argentina. “En nombre de la comunidad judía espero que Dios lo cuide, lo guarde, lo inspire y que torne su rostro hacia él”, transmitió Skorka en declaraciones a la Agencia Judía de Noticias.


    El líder religioso de la comunidad Benei Tikvá y rector del Seminario Rabínico Latinoamericano, rabino Abraham Skorka, expresó hoy miércoles que Jorge Bergoglio es “el Papa que la cristiandad necesita” y resaltó que el cardenal argentino fue quien “ahondó y desarrolló” el diálogo entre el cristianismo y el judaísmo en la Argentina.


    “Bergoglio fue quien ahondó y desarrolló profundamente el diálogo -como a él le gusta decir- con los hermanos mayores”, indicó, en dialogo con la Agencia Judía de Noticias (AJN), el rabino Skorka tras conocerse la designación del arzobispo de Buenos Aires al frente de la Iglesia Católica.


    Emocionado por la noticia, el rabino de la comunidad Benei Tikvá describió al nuevo Papa Francisco I como “un hombre íntegro, con una personalidad profundamente religiosa, una personalidad que entiende lo humano a través de una óptica muy amplia y que trata de acercar lo humano a Dios”


    “En nombre de la comunidad judía espero que Dios lo cuide, lo guarde, lo inspire y que torne su rostro hacia él y que dignifique su labor y que lo bendiga junto a todos nosotros”, transmitió el religioso.


    “Estoy muy emocionado, esto es terrible. En verdad conformamos una amistad sincera que tuvo como base la búsqueda de la espiritualidad. Cuando se fue para Roma le mande un mail porque tenía un sentimiento de que podía ser Papa ya que es un gran pastor y siempre se lo dije que la feligresía lo quiere y lo apoya”, comentó Skorka al describir los últimos contactos que tuvo con el ahora Papa.


    También contó que en esos mensajes le pidió al cardenal argentino que sea “fuerte y valeroso”, tal como Dios le dijo a José. “Creo que mirándolo desde afuera y con mucha humildad, Bergoglio es el Papa que la cristiandad necesita”, consideró Skorka.


    “El mensaje que le daría a Bergoglio en este momento desde la comunidad judía es que tenga la misma fuerza y valor que mostró siempre, la integridad que mostró siempre, que Dios lo ayude a multiplicar para seguir adelante en la senda la búsqueda de lo espiritual, en la cual tuvimos una cercanía de dialogar tan profundo y en esencia una amistad tan profunda”, expresó el rabino


    Skorka agregó: “Como dice la bendición del libro de los números que Dios lo bendiga y que Dios torne su rostro hacia él”.


    La relación entre el líder religioso de la comunidad Benei Tikvá y el cardenal argentino data de varios años e incluso ambos publicaron el libro “Sobre el cielo y la tierra”, que recoge diálogos entre Bergoglio y Skorka.


    DB-GB


    [Itongadol - AJN - 13-03-2013]


    El Congreso Judío Mundial envió sus “calurosas felicitaciones” al nuevo Papa Francisco I.


    Itongadol/AJN.- El presidente del Congreso Judío Mundial expresó en un comunicado de prensa sus felicitaciones al cardenal argentino Bergoglio, recientemente nombrado Papa. “Me reuní con él en Buenos Aires en junio de 2008. Siempre tuvo un oído abierto para nuestras preocupaciones. Al elegir a un hombre tan experimentado y que es conocido por su amplitud de pensamiento, los cardenales enviaron una señal importante para el mundo. Estoy seguro de que el Papa Francisco I seguirá siendo un hombre de diálogo, un hombre que es capaz de construir puentes con otras religiones”, reza el mensaje.


    El presidente del Congreso Judío Mundial Ronald Lauder transmitió las siguientes palabras con motivo de la elección del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, como nuevo Papa Francisco
    I:

    “En nombre del Congreso Judío Mundial y de nuestras comunidades y organizaciones judías afiliadas en 100 países en todo el mundo felicito calurosamente el cardenal Bergoglio por su elección como nuevo Papa. Esperamos con interés continuar la estrecha relación que se ha fomentado entre la Iglesia Católica y los Judíos durante las últimas dos décadas.

    “El Papa Francisco I no nos es ajeno. En los últimos años asistió a muchos eventos interreligiosos co-organizados por el Congreso Judío Mundial y nuestra afiliada regional, el Congreso Judío Latinoamericano”,transmitió el comunicado. Asimismo continuó: “Personalmente me reuní con él en Buenos Aires en junio de 2008. Siempre tuvo un oído abierto para nuestras preocupaciones. Al elegir a un hombre tan experimentado y que es conocido por su amplitud de pensamiento, los cardenales enviaron una señal importante para el mundo. Estoy seguro de que el Papa Francisco I seguirá siendo un hombre de diálogo, un hombre que es capaz de construir puentes con otras religiones”, indicó.

    Sobre las relaciones de la Iglesia Católica con el judaísmo expresó que "durante el pontificado del Papa Benedicto XVI, católicos y judíos alcanzaron niveles de entendimiento sin precedentes”. Esto se debió a la determinación de la papa para continuar la obra de su predecesor, Juan Pablo II. Asimismo el comunicado del Congreso Judío Mundial, abrió un manto de esperanza al transmitir su convencimiento de que “el nuevo pontífice siga por este camino, hable en contra de toda forma de antisemitismo, tanto dentro como fuera de la Iglesia Católica, que tome medidas contra los clérigos que niegan o menosprecian el Holocausto y que fortalezca la relación del Vaticano con Israel”.

    Por último el comunicado expresó la esperanza de poder pronto mantener una reunión con “el Papa Francisco I para hablar sobre los retos que tenemos por delante”.

    FO


    [Agencia Judía de Noticias - 13-03-2013]


    Papa. El presidente de la AMIA describió a Bergoglio como “una persona muy sensible”.


    AJN.- “Desde AMIA fue un orgullo recibir al máximo referente de la Iglesia Católica aquí en la AMIA, en nuestra mesa y conversar de lo que es la preocupación fundacional de la AMIA, la problemática social y asistir a toda la comunidad”, resaltó Guillermo Borger, en declaraciones a la Agencia Judía de Noticias.


    El presidente de la AMIA, Guillermo Borger, describió al cardenal argentino Jorge Bergoglio, el nuevo Papa designado por la Iglesia Católica, como “una persona muy sensible y preocupada por la problemática social”.


    “Nos enorgullece a la AMIA haber podido tener un acercamiento con quien hoy llegó al puesto de la máxima autoridad mundial”, transmitió Borger en declaraciones a la Agencia Judía de Noticias (AJN).
    En este sentido, el dirigente comentó que el hoy Papa Francisco I “compartió la mesa de AMIA hablando de problemáticas en común y elecciones sociales”.


    “Desde AMIA fue un orgullo recibir al máximo referente de la Iglesia Católica aquí en la AMIA, en nuestra mesa y conversar de lo que es la preocupación fundacional de la AMIA, la problemática social y asistir a toda la comunidad”, resaltó el titular de la institución comunitaria.
    Asimismo, Borger resaltó que el cardenal argentino “siempre se manifestó muy acorde” a la posición de la AMIA.


    “Hoy ratificamos nuestro apoyo a esta articulación que tuvimos en conjunto con el máximo representante de la Iglesia Católica, a quien calificamos como una persona muy sensible y preocupada por la problemática social”, expresó el dirigente comunitario.


    Para Borger, la designación de Bergoglio al frente de la Iglesia Católica “seguramente será un mensaje y un logro para la humanidad”.


    “Sin lugar a duda cuando la sensibilidad del ser humano por el ser humano trasciende llega a estos máximos puestos. Le deseo el mayor de los éxitos a esta persona de bien e integra”, expresó Borger.


    DB-FO-GB


    [Agencia Judía de Noticias - 13-03-2013]


    Papa: El rabino Bergman aseguró que “el mundo entero mira a la Argentina a través del nuevo Papa”


    AJN.- “Esto eleva a la Argentina y esperamos que la Argentina tome esta oportunidad para elevarse en una discusión constructiva, llena de esperanza y de futuro, y que no nos divida”, remarcó Bergman, en declaraciones a la Agencia Judía de Noticias. El rabino y legislador destacó el trabajo de Francisco I a favor del diálogo interreligioso.


    El rabino Sergio Bergman aseguró que “el mundo entero mira a la Argentina a través del nuevo Papa”, Jorger Bergoglio, quien fue designado hoy como la máxima autoridad de la Iglesia Católicacomo Francisco I


    “Esto eleva a la Argentina y esperamos que la Argentina tome esta oportunidad para elevarse en una discusión constructiva, llena de esperanza y de futuro, y que no nos divida, ni ponga banderías, sectores o intereses”, remarcó Bergman, en declaraciones a la Agencia Judía de Noticias (AJN).


    El rabino y legislador de la ciudad de Buenos Aires se manifestó “sumamente emocionado por tan buena noticia, no sólo para la cristiandad, la Iglesia Apostólica Romana, sino también para las tradiciones religiosas y para la humanidad”.


    En este sentido, Bergman aseguró que el mundo apostó al liderazgo de Bergoglio “justamente por sus atributos” los cuales conoce “como referente, maestro, amigo y al mismo tiempo como líder enla Argentina y con proyección internacional”.


    Para el rabino, la designación del cardenal argentino como el nuevo Papa es “muy buena señal porque pone en dimensión de trascendencia un mensaje para que la Argentina entienda lo importante que es que volvamos a unirnos y a trabajar mancomunados más allá de nuestras diferencias y apostando al gran desafío”.


    “El mundo entero nos mira a través del nuevo Papa Francisco I, que está representado en la figura de nuestro tan querido Bergoglio, que tiene una referencia insoslayable de lo que la Argentina puede darle a una humanidad que tiene varios temas pendientes y a la propia sociedad argentina”, subrayó.
    En este sentido, el rabino del templo de la calle Libertad apuntó que entre esos temas pendientes está el de “poner sobre todas las cosas la esperanza y el amor por encima de la confrontación y las divisiones”.
    “No debemos considerarnos enemigos, ni confrontar, sino mancomunarnos, trabajar por la paz, ocuparnos por los que están solos, los que están tristes y los postergados”, agregó.


    Al analizar la reacción política que genera la designación de Bergoglio, Bergman sostuvo que este hecho no debe ser llevado “al barro de las confrontaciones, las chicanas y peleas e interpretaciones a favor y en contra”.


    “Esto eleva a la Argentina y esperamos que la Argentina tome esta oportunidad para elevarse en una discusión constructiva, llena de esperanza y de futuro, que no nos divida”, consideró.
    Asimismo, el rabino consideró que la llega de Bergoglio al Vaticano es “un mensaje de unidad” que debe “llenar de orgullo” a los argentinos.


    “No nos olvidemos que los argentinos tenemos orgullo por los ídolos y ahora tenemos la oportunidad de tener orgullo por los ejemplos y eso es algo muy sano y muy bueno para nuestra Argentina, que tanto cae en la idolatría y la posibilidad de ser”, apuntó.


    Respecto de la relación que Bergoglio mantiene con la comunidad judía, Bergman expresó que en lo personal fue “una gran honor esa posibilidad de cercanía” que tuvo con el máximo representante dela Iglesia Católica, quien siempre lo vio como “un discípulo”.


    “Considero a Bergoglio como un maestro que nos enseñaba el diálogo judeocristiano, que fue tan duramente criticado en su comienzo y ahora podemos cosechar el buen fruto de ese trabajo”, aseveró.
    El legislador aseguró que el cardenal participaba “tanto en el trabajo en el llano como en el momento de las altas fiestas” y recordó también y las visitas que el ahora nuevo Papa realizó a los templo de la comunidad.


    “Le reconocí su generosidad cuando prologó mi segundo libro ‘La Argentina ciudadana’ y fue siempre un referente muy importante cuando tuve que tomar la decisión de pasar de ser un referente social y religioso a la política partidaria. Él fue de alguna manera mi referencia y le voy a agradecer siempre su sabio consejo y de tenerme como un discípulo”.


    Finalmente, en un mensaje enviado al nuevo Papa, Bergman resaltó que todo el mundo está “dispuesto a seguir su llamado y su mensaje como peregrinos de un mundo que necesita luz y guía, fundamentalmente como hermanos en el tronco judeocristiano e inspirados por una demanda de una humanidad que no vive como familia”.


    DB-GB




    STAT VERITAS

  3. #43
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Recordamos: las relaciones del Cardenal Jorge Bergoglio con el Parlamento de las Religiones Unidas.

    El Parlamento de las Religiones Unidas (PRU) es un organismo de inspirado por la masonería pretendiendo la falsa unión de las religiones en la pluralidad y la fraternidad, poniendo en el mismo nivel al catolicismo con las religiones falsas.


    [Fuente PRU]


    El Arzobispo de Buenos Aires y Cardenal Primado de Argentina, Monseñor Jorge Bergoglio, prodigó una bendición especial al Parlamento Argentino de Religiones, a todas las Comunidades que lo integran. Mahatma Krishananda (Prof. José Sergio Griffa) en representación del Parlamento y los acompañantes rindieron un pequeño homenaje en agradecimiento a la infinita bondad que expresó con sus palabras este verdadero Apóstol de la Paz.


    En el Arzobispado de Buenos Aires, 05 Mayo del 2006.






    El Cardenal Jorge Bergoglio, Bendiciendo y Orando, teniendo los Estatutos presentes para que reciban la Unción, la pureza, la cooperación y el trabajo unidos por la Gracia de Dios.








    Cardenal Jorge Bergoglio, leyendo y firmando con una dedicatoria, un libro fundamental del
    Parlamento Argentino de Religiones; “Escuela de Milagros y Principales Obras del Poder de la Gracia de Jesucristo”, editado en 1857; junto a Mahatma Griffa Krishananda Ji.








    Monseñor Jorge Bergoglio, leyendo y firmando con un mensaje de la Iglesia.





    Cardenal Jorge Bergoglio y Mahatma Krishananda (Prof. José Sergio Griffa) en una charla confidente relativa a la unión y fraternidad que debería ser el real fundamento de las religiones y de los religiosos particularmente en estos tiempos de conflictos sociales y mundiales.





    Foto final: Cardenal Jorge Bergoglio y Mahatma Griffa Krishananda Ji, mostrando los Estatutos y Documentos Bendecidos por un verdadero apóstol de la paz: Cardenal Jorge Bergoglio, también entregó a todos un documento de su autoría: “Mensaje del Arzobispado de Buenos Aires a las Comunidades Educativas”, ya que su mensaje constituye el nuevoparadigma para resolver los problemas de nuestro tiempo: la familia, la educación, el trabajo y la moral.

    STAT VERITAS

  4. #44
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    BERGOGLIO DESENMASCARADO



    LUNES, 31 DE MAYO DE 2010

    BERGOGLIO
    DESENMASCARADO


    Por Antonio Caponnetto

    EL JESUITA

    Finalmente, ha salido a la luz el anunciado libro cuyo propósito es trazar una semblanza oficiosa y una biografía autorizada del Cardenal Jorge Mario Bergoglio.
    Se trata de un largo reportaje, pautado y ejecutado prolijamente entre los autores y el personaje; y con la plena anuencia del entrevistado quien, además, promueve formalmente la obra desde la Agencia Informativa Católica Argentina. De modo que cuanto allí se dice debe darse por expresamente avalado y refrendado entre las partes. No hay lugar para el proverbial recurso a la descontextualización mal intencionada.
    Los reporteros elegidos para tan singular retrato, retratan a la par las preferencias dialoguistas e intimistas del prelado: Sergio Rubín, el circunciso encargado de “los temas religiosos” en Clarín, y Francesca Ambrogetti de Parreño, la psicóloga social de la Agencia Ansa.
    Párrafo aparte para el prologuista escogitado por Su Eminencia, el Rabino Abraham Skorka, ferviente justificador de las coyundas homosexuales, pues aunque “la opinión de la Biblia dice que la homosexualidad está prohibida, en una sociedad democrática hay que apelar a informes antropológicos y sociológicos […] Estamos viviendo en una realidad democrática y sabemos perfectamente bien que existen personas que tienen una sexualidad definida en otro sentido respecto de la concepción bíblica” (Cfr. Agencia Júdía de Noticias, 30-6-2008, El rabino Skorka se expresó a favor de la unión entre homosexuales).
    La democracia por encima de la Ley de Dios. ¡Presentador acorde a sus criterios políticamente correctísimos se buscó el Pastor!
    Son simples los datos bibliográficos de la obra, para quien quiera ubicarla: Sergio Rubín, Francesca Ambrogetti, El Jesuita. Conversaciones con el Cardenal Jorge Bergoglio, S.J, Buenos Aires, Vergara, 2010, 192 ps.
    Castellani contaba que el torpón de Franceschi lo reprendió por aquella humorada de “Las Canciones de Militis”, pues –según él- tal título evocaba “Les chansons de Bilithis” de Pierre Louis, un libro presuntamente inmoral. Bergoglio tuvo más suerte, o no, según se mire. Porque El Jesuita es el mismo título de una obra decididamente anticristiana de Rubén Darío, pero nadie le sugirió que lo modificara. La verdad es que al acabar este inicuo libelo bergogliano, la voz otrora impía del nicaragüense parece hallar, al menos en este caso, su justificación más plena:
    “Bien: ahora hablaré yo.
    Juzga después, lector, tú:
    el jesuita es Belcebú
    que del Averno salió”.
    Jorge Mario Bergoglio. El Jesuita. De él tratan las páginas que a continuación reseñamos.
    ANTES ERA FANFARRÓN, AHORA SOY PERFECTO

    Varias obsesiones recorren estas cartillas. Y nada se ha improvisado para darles cauce.
    Bergoglio necesita probar que él es un hombre humilde, modesto, austero. Un pibe de barrio que puede hablar de fútbol y de tango —como de hecho lo hace y con abundancia— lo más alejado posible de la imagen tradicional de un Príncipe Cristiano. Acorde con los tiempos y los gustos, y con la línea vulagrizante impuesta por alguno de sus antecesores, lo estimable ya no será el señorío jerárquico sino el muchachismo populista. No la estricta ortodoxia sino la mirada plural, contemporizadora, con calculados barnices de herejía. Tampoco y mucho menos la actitud magistral de quien por ministerio debe ser tenido como Maestro de la Verdad. Por el contrario, lo estimable será la duda, la vacilación, el enjuague, el espacioso mundo donde las ideas se pueden negociar, como quería John Dewey. “Alguien puede pensar que un creyente que llega a Cardenal tiene las cosas muy claras”, le plantea la dupla interrogadora. “No es cierto”, le asegura enfáticamente el interrogado (pág. 53). Y en él, tan mísero aserto es verdad pura, patética y funesta.
    El modelo a seguir, claro, ya no es el de los eminentes Varones de Cristo, como los Cardenales Pie o Billot, sino el de aquel monsignori tránsfuga que describiera Hugo Wast, en cuya corona se había incrustado una cuarta diadema en señal de adoración hacia la democracia. No prediquemos entonces el deber de batirse por la Verdad Única, Crucificada e Indivisa, sino “la aceptación de la diversidad que nos enriquece a todos” (pág. 169). No la Verdad Revelada sino las verdades múltiples y consensuadas “con diálogo y amor” son “la celebración” preferida por el obispo (pág. 169).
    Concorde con este clima intelectual y moral se presenta “prefiriendo el simple traje oscuro a la sotana cardenalicia” (pág. 18), hincha de San Lorenzo, buen cocinero, antiguo bailarín de milonga (pág. 120) y ex laburante en un laboratorio (capítulo dos). Y por eso, verbigracia, interrogado acerca del ocio, no recurre para definirlo a los seguros autores clásicos que de él se ocuparon, ni a los modernos como Pieper o Guardini, que dice haber estudiado, sino a Tita Merello cantando: “che fiaca, salí de la catrera” (pág. 37). Dar pruebas de “normalidad” para Bergoglio, no es apelar a lo normativo y eximio sino a lo que abunda, a lo populachero y sensibloide. Ser hijo del Siglo, diría Ernest Hello.
    Nadie podrá escribir de él lo que se anotó del Quijote, para su gloria: “parecíales otro hombre de los que se usaban”. No; él es un hombre bien ad usum: vulgar, ordinario, arrabalero, pluralista y prosaico. Moderno. Y en esto, según su errática perspectiva, está la prueba de su obsesiva humildad y de su progreso espiritual en el arte de aprender a superar los defectos.
    El Rabino Skorka lo pondera desde el comienzo, no sólo como alguien con quien trabó “la verdadera amistad” que “define el Midrash”, sino como un modelo de humildad, ya que “todos coincidirán en la ponderación del plafón (sic) de humildad y comprensión con que encara cada uno de los temas” (págs. 10-11).
    Bergoglio deja correr insensatamente el juego del “bajo perfil”, sin querer advertir la paradoja —y aún el pecado— de esta autocomplacencia infatuada en ser descripto como un sencillo y componedor bonachón. La egolatría de mostrarse cual l’uomo qualunque sigue siendo manifestación de la soberbia, no por la naturaleza de lo que se ostenta sino por vicio de la ostentación. Pero esta es, como decimos, una de las obsesiones psicológicas del biografiado: que se lo perciba como un hombre del montón; alguien que continúa “viajando en colectivo o en subterráneo y dejando de lado un auto con chofer” (pág. 17).
    No son pocas las veces en que los periodistas interrogadores —salvajemente indoctos en materia religiosa— le regalan este tipo de ponderaciones. Y Bergoglio las acepta, con esa fanfarronería del humilde profesional que decía Jorge Mastroianni. Desechando el consejo ignaciano de contemplar la rebelión de los ángeles caídos, para evitar que nos suceda como a ellos, que “veniendo en superbia, fueron convertidos de gracia en malicia” (E.E, 50).
    Porque ¿quién que tenga realmente esa “corona y guardiana de todas las virtudes”, como llamó San Doroteo de Gaza a la humildad, daría su anuencia para que se publiquen páginas y páginas ensalzando la posesión de este don? ¿Quién, que a fuer de genuinamente humilde, practicara ese “laudable rebajamiento de sí mismo” que pedía Santo Tomás, erigiría en vida su propio monumento a la humilitas? ¿Quién veramente abocado a la nadidad evangélica —en preciosa expresión de San Buenaventura— podrá contratar a un puñado de escribas para que le canten la palinodia de su arrollador recato? ¿Quién que no tuviera ese “brote metafísico de la soberbia intelectual que es el principio de la inmanencia”, según clarividente análisis de García Vieyra, prohijaría que se dijera de sí mismo que “su austeridad y frugalidad, junto con su intensa dimensión espiritual, son datos que lo elevan cada vez más a su condición de papable”? (pág. 15) ¿Creerá de veras Bergoglio que a la tierra del subte y del colectivo se refería San Isidoro cuando definió al humilde en sus Etimologías como el quasi humo acclinis, o inclinado a la tierra? ¿Creerá de veras que alguien más que Jesucristo puede decir de sí mismo: “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (San Mateo, 11, 29)?
    A Bergoglio le sucede lo que al protagonista del chascarrillo aquel que desenmascara la petulancia invencible del porteño. A la hora de aclarar lo mucho que ha mejorado su vida moral, le dice a su imaginario interpelador: “antes era fanfa, ahora soy perfecto”.
    DEJATE “SINAGOGUEAR” POR EL MUNDO

    Amigo de neologismos y de chabacanerías, el Cardenal supo acuñar entre otras zarandajas, aquello de “dejate misericordear por Cristo”. Pero él —un exponente más del judeocatolicismo oficial, hoy dominante— ha preferido en principio, dar y recibir las ternezas de los deicidas.
    Se cuentan por decenas los gestos judaizantes del Primado, de los que pueden dar clara y ominosa cifra su pública amistad con los rabinos Sergio Bergman y Alejandro Avruj, al primero de los cuales prologó su libelo “Argentina Ciudadana”, y al segundo entregó el Convento de Santa Catalina en noviembre de 2009 para que festejara la impostura de “La noche de los cristales rotos”. Y ambos hebreos, al igual que el prologuista Skorka, explícitos justificadores de la sodomía. El fantasma contranatura de Marshall Meyer los protege a todos, y a todos reúne bajo el humo desolador de Gomorra.
    Mas aquí estamos ante la segunda obsesión del Cardenal. Se ha impuesto probar su afinidad y su afecto con el mundo israelita; y no conforme con las definiciones eclesiales públicas dadas en tal sentido, abunda ahora en El Jesuita, en testimonios menores, intencionalmente escogidos para agradar al Sanedrín.
    Los reporteros —a cuya tribal insipiencia teológica ya hemos aludido— le plantean como una objeción para la aceptación de la Fe Católica, el hecho de que “el principal emblema del catolicismo es un Cristo crucificado que chorrea sangre” (pág. 41). “Usted no puede negar” —le reprochan cortésmente— “que la Iglesia destacó en sus dos milenios al martirio como camino hacia la santidad” (pág. 42).
    Cabían varias y bien sazonadas respuestas católicas, todas ellas partiendo del enfático rechazo de la infame petición de principios de los periodistas, según la cual, la sangre y el martirio son piantavotos, y eso explicaría el alejamiento popular de la Iglesia. Cabía una lección magnífica sobre “la sangre por amor a la Sangre” de Santa Catalina de Siena, y el valor inabolible del martirio con efusión sanguínea para conquistar el cielo por asalto, como rezan los Evangelios. Cabía, en suma, decirles a los escribas con sus propias palabras: “No, por supuesto, yo no puedo ni debo negar que la Iglesia destacó en sus dos milenios al martirio como camino hacia la santidad. Y no puedo ni debo negarlo porque es la pura y gloriosa verdad que la Iglesia siempre ha enseñado y siempre enseñará”.
    Pero no; Su Eminencia no elige ninguna respuesta católica. Sostiene sin rubores que “asociar con lo cruento” al martirio, ligarlo con la idea de “dar la vida por la Fe”, es la consecuencia de que “el término [martirio] fue achicado” (pág. 42). El peculiar “achicamiento” consistiría, nada más y nada menos, que en llevar hasta el extremo previsto y deseable las enseñanzas de Jesucristo: “Todo el que pierda su vida por mí la ganará” (San Mateo, 10, 39). Lo que para la Iglesia fue su corona; esto es, que el discípulo se asemeje a su Maestro aceptando libremente la donación de la propia vida, para Bergoglio es su empequeñecimiento, su reducción, su “achique”.
    En consecuencia, él se inclina por “La Crucifixión Blanca, de Chagall, que era un creyente judío; no es cruel, es esperanzadora. A mi juicio es una de las cosas más bellas que se pintó” (pág. 41). Esta “cosa más bella”, según declaró el mismo artista en 1938, es un Cristo rodeado de ornamentos, personajes, objetos y simbolismos judaicos en homenaje a las víctimas de los nazis, quienes expresamente aparecen como los verdugos del Señor, por ser judío. En la línea de otros dogmáticos de la Shoa, el cuadro de Chagall desplaza el centro del holocausto, de Jesucristo a las presuntas víctimas de Hitler. Se trata, pues, de una profanación hebrea del Santo Sacrificio de la Cruz. Pero para Bergoglio es “la” pintura (pág. 120).
    En la misma línea ideológica, y para seguir avivando el fuego semita, Su Eminencia sale del ámbito espiritual y artístico para recalar en el terreno moral.
    Con un simplismo impropio de un hombre de estudio, y con un relativismo aún más impropio en un hombre de Fe, sostiene que “antes se sostenía que la Iglesia Católica estaba a favor [de la pena de muerte] o, por lo menos, que no la condenaba”. Pero ahora en cambio, merced al progreso de la conciencia, se sabe que “la vida es algo tan sagrado que ni un crimen tremendo justifica la pena de muerte” (pág. 87).
    Entendamos el argumento evolucionista de Bergoglio para valorar adecuadamente lo que dirá después. La aceptación de la licitud de la pena de muerte —que aparece taxativamente exigida como tal, tanto en las páginas vetero y neotestamentarias como en un sinfín de doctrineros católicos y de textos pontificios— debe percibirse como un déficit, un tramo oscuro en el devenir de la conciencia que busca la luz. Lo mismo se diga de las sociedades. En la medida en que “la conciencia moral de las culturas va progresando, también la persona, en la medida en que quiere vivir más rectamente, va afinando su conciencia y ese es un hecho no sólo religioso sino humano” (pág. 88).
    Para el Cardenal, está claro, no por un análisis per se del hecho, que lo valore inherentemente, sino por la evolución de la conciencia, tanto la Iglesia como la Humanidad saben hoy que la pena de muerte debe ser rechazada. Clarísimo caso de aquella ruinosa cronolatría que protestara Maritain en Le Paysan de la Garonne. Pero entonces, ¡cómo no deplorar, en consecuencia, aquellos momentos aún involutivos en los que se juzgó erróneamente que algo podría justificar la pena de muerte, incluso “un crimen tremendo”! ¡Cómo no maldecir los tiempos eclesiales y sociales en los que la conciencia aún juzgaba que bajo determinadas condiciones, circunstancias y requisitos era legítima la aplicación del castigo capital!
    Este era el sequitur lógico del razonamiento bergogliano. Pero un tema irrumpe en el diálogo y la ineluctable evolución de la conciencia se puede permitir una excepción. ¿Y cuál será ese tema? Dejémoselo explicar al interesado: “Uno no puede decir: «te perdono y aquí no pasó nada». ¿Qué hubiera pasado en el juicio de Nüremberg si se hubiera adoptado esa actitud con los jerarcas nazis? La reparación fue la horca para muchos de ellos; para otros la cárcel. Entendámonos: no estoy a favor de la pena de muerte, pero era la ley de ese momento y fue la reparación que la sociedad exigió siguiendo la jurisprudencia vigente” (pág. 137).
    El pequeño detalle —advertido precisamente por los kelsenianos de estricta observancia— de que “la ley de ese momento”, vigente positivamente en Alemania, no volvía criminales a los jerarcas nazis, se le olvida al Cardenal. El otro detalle más “pequeño” aún, de que en Nüremberg no se dejó tropelía legal por cometer, ni aberración jurídica por aplicar, ni derechos humanos de los acusados por conculcar, ni tortura aborrecible por aplicar, ni mentira por aducir, tampoco cuenta. Ese otro detallecito de que la horca y el tormento atroz para los germanos no fue “la reparación que la sociedad exigió” sino la venganza monstruosa de la judeomasonería, tras los triunfantes genocidios de los Aliados, en Hiroshima y Nagasaki, ninguna importancia tiene. El Cardenal está en contra de la pena de muerte, pero si van a matar nazis seamos comprensivos y hagamos una excepción hermenéutica. “Era la ley de ese momento”, caramba. La evolución de la conciencia podía esperar un ratito más.
    El Cardenal, además, como feligrés y miembro dirigente del judeocristanismo, ya tiene dónde tranquilizar sus escrúpulos, supuesto que le acometieran. “Hace poco” —les confía a sus socios biográficos— “estuve en una sinagoga participando de una ceremonia. Recé mucho y, mientras lo hacía, escuché una frase de los textos sapienciales que nos recordaba: «Señor, que en la burla sepa mantener el silencio». La frase me dio mucha paz y mucha alegría” (pág. 151).
    Lo que no sabemos es si Su Eminencia se refiere a la burla propia o a la que él le propina a Jesucristo al visitar obsecuentemente la morada de los negadores de su divinidad y artífices de su asesinato. Porque el prete podrá hacer silencio ante la merecida chacota que lo tenga por objeto, pero Dios no se deja burlar (Gálatas, 6, 7). Y el día en que regrese en pos de Su Justicia irrefragable y definitiva, los que se pasaron la vida sinagogueando, a fuer de felones, sabrán qué quería decir Marechal cuando mentaba en el Altísimo “la vara de hiel de su rigor”.
    MARXISTAS BUENOS Y CATÓLICOS MALOS

    En plena concordancia con lo hasta aquí exhibido —reiterémoslo: una pseudohumildad grotesca y un criptojudaísmo vergonzoso— Bergoglio saca a relucir su tercera obsesión. Consiste la misma en mostrarse ponderativo y encomiástico con los enemigos de la Iglesia, omitiendo todo el vejamen y todo el daño inmenso que los mismos le han infligido y le siguen infligiendo a la Esposa de Cristo. En el trazo maniqueo de su criterio —que él pretende encubrir bajo las apariencias de lo ecuánime— a este polo de positividad sólo puede oponérsele uno de simétrica negatividad; y el mismo, curiosamente, está encarnado en los católicos. No en todos, claro, sino en los “fundamentalistas”. Hablemos claro: en los católicos ortodoxos.
    Un primer ejemplo de bondad enemiga lo constituye Esther Balestrino de Careaga.
    Para quienes no lo sepan, esta mujer –junto con todo su grupo familiar- era una activa militante del terrorismo marxista, procedente del Paraguay. Bajo el sosías de “Teresa” integró las primeras células que constituyeron la Agrupación Madres de Plaza de Mayo, recibiendo hasta hoy los homenajes laudatorios incesantes de la desaforada Hebe de Bonafini. (cfr. vg. Entrevista a la Presidenta de la Asociacin Madres de Plaza de Mayo* - 2da parte (Argentina) febrero/2002)
    No creemos que en la Argentina del presente haya un solo ciudadano que necesite que se le explique —cualquiera sea su posición ideológica— cuál es la verdadera misión que han cumplido y cumplen las llamadas “Madres de Plaza de Mayo”. Su adscripción a la guerrilla marxista internacional, y no sólo argentina, es explícita, frontal, sostenida, virulenta y particularmente belicosa.
    Pero para Bergoglio, esta “simpatizante del comunismo” (sic) se trató de “una mujer extraordinaria”, a quien “quería mucho […] Me enseñaba la seriedad del trabajo. Realmente le debo mucho a esta mujer […] Fue raptada junto con las desparecidas monjas francesas. Actualmente está enterrada en la Iglesia de Santa Cruz” (pág. 34). “Tanto me enseñó de política” (pág. 147-148).
    Iniquidades de los tiempos de los que Su Eminencia deberá rendir cuentas. No hay templos que alberguen los cuerpos acribillados de los civiles o militares católicos a quienes abatió el odio criminal del Comunismo. Pero una iglesia puede ser entregada a las bandas erpianas y montoneras, para que la conviertan en su bastión y en su cementerio. Y el responsable de tamaña profanación lo vive como un logro y una fiesta.
    La segunda bondad encarnada es, para Bergoglio, la mismísima Bonafini. Los periodistas se la mencionan dándole pie para alguna observación crítica, para algún llamado tenue de atención, para algún módico tirón de orejas, habida cuenta de la aversión patológica que esta infame mujer viene desplegando desde hace décadas, cada vez con más desenfreno e insolencia.
    “Hay también quienes ven actitudes de revanchismo”, le espetan los escribas. “Por caso, la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini”. Lo que le están queriendo preguntar es, en suma, si actitudes rencorosas y vengativas como la de este monumento al odio “ayudan a la búsqueda de la reconciliación” (pág. 139). Y se lo están inquiriendo, no un par de macartistas, sino dos mascarones de proa de la izquierda nativa, de los tantos que hoy se sienten perturbados ante esta abisal frankenstein que han creado y ya no pueden controlar.
    El Cardenal no admite las premisas implícitas y explícitas contenidas en el interrogante de los reporteros. Quien ya ha hecho el elogio de los desaparecidos, como si la condición de tal probara su inocencia y la justicia de su causa, justificará ahora plenamente a Bonafini: “Hay que ponerse en el lugar de una madre a la que le secuestraron sus hijos y nunca más supo de ellos, que eran carne de su carne; ni supo cuánto tiempo estuvieron encarcelados, ni cuántas picaneadas, cuántos latigazos con frío soportaron hasta que los mataron, ni cómo los mataron. Me imagino a esas mujeres, que buscaban desesperadamente a sus hijos, y se topaban con el cinismo de autoridades que las basureaban y las tenían de aquí para allá. ¿Cómo no comprender lo que sienten?” (pág. 139).
    Hubo otras muchas mujeres —esposas, madres, hijas, novias, hermanas— a quienes los múltiples retoños de Bonafini asesinaron a mansalva. Mujeres cuyo dolor no subsidió el Estado, cuyo luto no financió la Internacional Socialista, cuyo llanto no rentaron los terrorismos estatales soviético o cubano, cuya venganza monstruosa no prohijó el oficialismo, cuyo rencor satánico no respaldó la jurisprudencia del Poder Mundial. Para estas mujeres heridas, anónimas y silentes, a quienes las actuales autoridades “basurean”, Su Eminencia no tiene una palabra de comprensión ni de consuelo. Tampoco para los cientos de soldados arbitrariamente detenidos por la tiranía kirchnerista, detrás de cada uno de los cuales existen otras muchas centenas de mujeres –católicas prácticas en gran número- a quienes se les ha cercenado la jefatura del hogar.
    Hay más “buenos” previsibles nombrados al pasar. Angelelli, Mugica, los palotinos, las monjas francesas, los curas tercermundistas con el Padre Pepe Di Paola a la cabeza (pág. 106), los grandes heresiarcas “Hesayne, Novak y De Nevares” (pág. 140), los “teólogos de la liberación” que “se comprometieron como lo quiere la Iglesia y constituyen el honor de nuestra obra” (pág. 82), los redactores de “Nuestra Palabra y Propósitos”, publicaciones ambas del Partido Comunista (pág. 48), y hasta el mismísimo Casaroli, a quien insensatamente pone de ejemplo (pág. 78), omitiendo que fue el artífice de aquella siniestra y ruinosa felonía denominada Ostpolitik. Para el glorioso Cardenal Mindszenty (cada llaga recibida en las cárceles comunistas lo nimbó de gloria) Casaroli era la imagen negra y enlodada de la “Iglesia de los Sordos”, negociadora ruin de la sangre mártir. Para Bergoglio, Casaroli es un modelo de la “Iglesia Misionera” (pág. 78).
    “Helada y laboriosa nadería, fue para este jesuita” la Barca de Pedro, diría Borges de Su Eminencia, perdonando por contraste y post mortem a Gracián. Porque en rigor, tanto sorprende la gélida conducta con la que encomia a los peores lobos, como la nadidad a la que reduce a quienes debería tener por arquetipos, si fuera un verdadero creyente. Los óptimos, para el obispo, están cruzando la raya de la Iglesia y confrontando con Ella.
    Al fin, y como anticipábamos, si los buenos de la cinematografía bergogliana son todos rojos, aquellos pasibles de reproches y de acrimonias son ciertos católicos claramente identificables como tradicionalistas, o simplemente católicos, apostólicos y romanos. Por ejemplo, los que esperaban que Benedicto XVI criticara “al gobierno de Rodríguez Zapatero por sus diferencias con la Iglesia en varios temas”, como el “del matrimonio entre homosexuales”, sin darse cuenta de que “primero hay que subrayar lo positivo, lo que nos une” (pág. 80). Qué puede unir a un católico con un gobierno manifiesta y exacerbadamente anticatólico, no se aclara. Pero la intención es evidente: Zapatero tiene cosas “positivas” que nos permitirían “el caminar juntos” (pág. 80). Los desviados son los fundamentalistas que anhelan que el Vicario de Cristo condene a un rufián y a un régimen político en el que Satán se enseñorea a su antojo.
    Otros católicos impresentables son los preocupados por “si hacemos o no una marcha contra un proyecto de ley que permite el uso del preservativo” (pág. 89). “Con ocasión de la llamada Ley de Salud Reproductiva, algunos grupos de élites ilustradas de cierta tendencia querían ir a los colegios para convocar a los alumnos a una manifestación contra la norma porque consideraban, ante todo, que iba contra el amor […] Pero el Arzobispado de Buenos Aires se opuso a que los chicos participaran por entender que no están para eso. Para mí es más sagrado un chico que una coyuntura legislativa […] De todas maneras, aparecieron algunos colectivos con alumnos de colegios del Gran Buenos Aires. ¿Por qué esta obsesión? Esos chicos se encontraron con lo que nunca habían visto: travestis en una actitud agresiva, feministas cantando cosas fuertes. En otras palabras, los mayores trajeron a los chicos a ver cosas muy desagradables” (pág. 90).
    Es curioso el razonamiento de Su Eminencia. Por lo pronto, minimizando los alcances y los fundamentos de la Ley de Salud Reproductiva, claramente encuadrable en lo que Roma condena como “cultura de la muerte”. El vocero de esta medida, Ginés González García, Ministro de Salud de Néstor Kirchner, no dejó un solo instante de manifestarse agresivamente contrario al Magisterio de la Iglesia, ni de exteriorizar socarronamente su contento porque con tal disposición legal se coronaba la embestida contra la moral cristiana. La sociedad entera lo recuerda aún con estupor —a él y a su mandante— difamando, calumniando y persiguiendo a Monseñor Baseotto, por haber osado recordarle las prescripciones evangélicas pertinentes.
    Sin embargo, tamaña embestida legal contra el Orden Natural, tamaño intento orgánico y oficial por alterar la Ley de Dios, tamaño proyecto gramsciano opuesto al Decálogo, tamaña revolución cultural de inequívoco signo marxista, sería apenas para Bergoglio “una coyuntura legislativa” contra la que no vale la pena movilizar a la juventud tras las clásicas banderas del catolicismo militante.
    ¿No advierte el Cardenal que ese “chico” que le resulta “sagrado” es el primer damnificado de esta “coyuntura legislativa” contra la cual no desea que se combata? ¿No advierte asimismo que si la ley inicua no se detiene, ese “chico sagrado” empezará por no poder nacer, por ser abortado, o por no poder ser criado en un hogar con padre y madre? ¿No advierte, al fin, que la susodicha Ley de Salud Reproductiva, forma parte de un proyecto mayor, que lejos de ser una mera coyuntura legislativa que “va contra el amor”, instala coactivamente una cosmovisión radicalmente opuesta y contraria a la moral cristiana?
    Los “malos”, los merecedores del repudio y de la condena, no son para Bergoglio los gobernantes y sus aliados que promulgan este tipo de normas inicuas, sino los “grupos de élite ilustrada”, los católicos pro vida, que quieren movilizarse con sus familias para hacerle frente a tamaña iniquidad. Y en el colmo del desbarre conceptual, el Cardenal, en vez de encomiar el celo de esos hogares misioneros y de instar a los jóvenes al heroísmo y al testimonio gallardo, juzga la actitud católica como una “obsesión” y aún como una imprudencia. ¡Los “chicos” fueron llevados “a ver cosas muy desagradables”! ¿Es que hay algo más desagradable que pudiera ver un joven, que la ruina de su patria y del lugar santo, sin intentar siquiera una reacción vigorosa y entusiasta? ¿Es que la culpa de la desagradable visión no la tienen los degenerados que arman el espectáculo indecente de su impudicia, sino los que instamos a concurrir a todos en defensa del Bien?
    Su Eminencia nunca podría haber escrito ese maravilloso elogio que hizo Eugenio D’Ors al gesto impar de Ananías, Azarías y Misael, pidiendo para sus propios hijos que “en el horno ardiente de la España roja” fueran capaces de ofrendar sus vidas por la Realeza de Cristo. Maldito el profeta Daniel que no comprendió que estos tres muchachos son más sagrados que la “coyuntura legislativa” de Nabucodonosor. Así razona el Primado.
    Malos son también los católicos “restauracionistas, para los cuales la patria es aquello que recibí y que tengo que conservar tal como la recibí”, cuando “todo patrimonio debe ser utópico”, porque “las utopías hacen crecer” (pág. 112-113).
    Alérgico al uso de la palabra “nacionalista” —“de una persona que ama el lugar donde vive no se dice que es […] un nacionalista (pág. 164)—, el Cardenal rechaza de plano al Nacionalismo Católico cuando alude al restauracionismo, y brega neciamente por el utopismo, esa herejía perenne que con sobrados fundamentos desenmascarara Thomas Molnar.
    Véase si no esta innecesaria referencia. Cuando se repatriaron los restos de Rosas “los nacionalistas se apropiaron de este hecho y lo transformaron en un acto sectario […] Hasta el cura que rezó el responso se colocó [el característico poncho rojo]; se lo colocó arriba de la sotana, algo aún más desacertado, porque el sacerdote debe ser universal” (pág. 110).
    Bergoglio debería saber que el restauracionismo que rechaza tiene su fundamento en San Pío X, y que a él han remitido siempre sus desdeñados nacionalistas para proponerse la empresa de restaurar en Cristo una patria que en Cristo nació. Debería saber igualmente que el anhelo de conservar la patria tal cual la recibimos, es un mandato del Génesis no de Mussolini, y que el Apóstol no predicó “guardad las utopías” sino “conservad las tradiciones”.
    Debería saber, además, que la repatriación de los restos de Rosas no fue un acto del que se apoderaron los nacionalistas —que tenían todo el derecho del mundo a hacerlo— sino que manejó discrecionalmente, desde el principio al final, el gobierno que entonces tomó la decisión política de traer al Restaurador de las Leyes. Otros fueron los sectarios en aquellas jornadas. Precisamente quienes adscriptos a vetustas sectas y logias masónicas pretendieron deslegitimar la repatriación del Héroe. Pero para ellos no llegan las reprimendas.
    Si el Cardenal repasara a San Pablo, se encontraría con la Carta a los Hebreos (10, 32), diciendo: “Traed a la memoria los días pasados, en que después de ser iluminados, hubisteis de soportar un duro y doloroso combate”. Y comprendería porqué los nacionalistas —que soportamos un duro y doloroso combate por desagraviar la memoria de Rosas— sentimos como propia la repatriación de sus restos, a pesar de que el Menemismo no fue nunca otra cosa que una pluriforme cloaca. Pero sentir y vivir algo como propio, no significa apropiárselo sectariamente.
    Este agravio gratuito al Nacionalismo Católico, halla su canallesco estrambote en el ataque al Padre Alberto Ezcurra, el aludido cura de poncho rojo que le rezó a Don Juan Manuel el responso más apoteósico y vibrante del que tengamos memoria.
    Verdaderamente, llama la atención tanta infamia. El “Padre Pepe” —uno de los confesos ídolos del Cardenal— va vestido con deliberado aspecto de zaparrastroso. Idéntica facha marginal y rotosa adopta como un emblema la clerecía progresista de todo pelaje. Del modo más aseglarado y secularizante va disfrazado el grueso del clero cuya disciplina depende teóricamente del Arzobispo. Y hasta los altos dignatarios de la Jerarquía —Su Eminencia incluido— no portan más que un traje de calle, en las antípodas del hábito talar cuya preferencia y dignidad predicara obstinadamente, entre otros, Juan Pablo II. Pero al Cardenal Bergoglio lo único que le molesta es el poncho federal del Padre Alberto Ezcurra. Lo único que le parece “un desacierto” es que un destacadísimo sacerdote patriota ande emponchado como supieron hacerlo Brochero o Fray Luis Beltrán. Que ese poncho insigne —con el que fueron al combate los criollos de ley y sus viriles capellanes, sirviendo de pendón y de mortaja a tanto paisanaje fiel— le parezca al Cardenal que le “quita universalidad al sacerdote”, lo único que prueba es la profunda desafección que tiene de nuestras genuinas raíces nacionales. Y el desconocimiento de aquel axioma clásico que sintetizara Tolstoi: “pinta tu aldea y serás universal”.
    ¿Debe extrañarnos? Quien puede lo más puede lo menos. Criptojudío, filomarxista, pro tercermundista, propagador de heterodoxias —de manera formal, externa, pública y notoria— ¿por qué no habría de menospreciar a un cura gaucho y patricio, rezándole un responso a Rosas, ataviado con su poncho punzó, cruzando la vieja, gastada y noble sotana? ¿Por qué la aristocracia de este gesto sacerdotal habría de sintonizar con el plebeyismo más rancio que él ostenta cotidianamente?
    EL COLABORACIONISTA

    Hemos dejado para el final la obsesión central y recurrente de este libro. Posiblemente su causa eficiente y uno de sus principales motores.
    Aunque con toda deliberación no se lo menciona, el fiero y terrible replicado en El Jesuita es Horacio Verbitsky. Porque fue y es este sicario mendaz quien más lo hostilizó a Bergoglio inventándole un pasado supuestamente derechista, un presente opositor antikirchnerista y unos antecedentes o comportamientos que lo vincularían con el Proceso. En suma, para Verbitsky, el Cardenal sería culpable del mayor de los males concebibles en todos los tiempos, períodos, latitudes y esferas: no haber hecho nada a favor de los desaparecidos, convirtiéndose así en aliado de la represión militar.
    A efectos de replicar esta especie —que para un hombre como Bergoglio es mucho más grave que si lo acusaran de calvinista, de arriano, de sacrílego o de invertido— lo primero que hace es comprar el paquete entero de la historia oficial elaborada por el marxismo dominante. Y demostrar, además, que el paquete comprado le merece plena confianza.
    Por eso los elogios a la terrorista paraguaya, la amplísima comprensión y ninguna condena a la Bonafini y su banda comunista, las majaderías hacia el clero tercermundista, la aquiescencia frente a la Teología de la Liberación, las decenas de contemporizaciones con el marxismo, los intencionales aplausos a los “luchadores por los derechos humanos”, y la canonización del clero y del monjerío partícipes activos de la Guerra Revolucionaria. Por eso el guiño constante de aprobación para los nombres de Mugica, Angelelli, Argibay o Zaffaroni, y el llanto y rechinar de dientes para las Fuerzas Armadas y de Seguridad.
    En los disturbios del 20 de diciembre de 2001 —causados, sin duda, por el nefasto gobierno de De la Rua—, varios policías cayeron salvajemente agredidos por la turbamulta de piqueteros que invadió la Plaza de Mayo. Uno de ellos fue literalmente linchado, sin que sus compañeros pudieran rescatarlo a tiempo. Bergoglio, que observaba los trágicos sucesos, sólo vio lo que quiso. “Llamó al Ministro del Interior […] para detener la represión […] al ver desde su ventana en la sede del Arzobispado cómo la policía cargaba sobre una mujer” (pág. 18). Es apenas un primer ejemplo, pero el maniqueísmo ideológico queda retratado; y el servilismo al pensamiento único también. La policía represora es siempre malvada. Los manifestantes populares son fatalmente buenos.
    “Durante la última dictadura militar —cuyas violaciones a los derechos humanos, como dijimos los obispos, tienen una gravedad mucho mayor ya que se perpetran desde el Estado— hasta se llegó a hacer desaparecer a miles de personas. Si no se reconoce el mal hecho, ¿no es eso un modo extremo, horripilante, de no hacerse cargo?” (pág. 138).
    Es apenas un segundo ejemplo, pero bien que representativo. El mito basal de las izquierdas es asumido íntegramente por el discurso oficial del Cardenal. El “Proceso” fue una “dictadura”; el Estado Argentino fue terrorista (pero no así los Estados Cubano, Soviético y Chino que sostenían la guerrilla); los desaparecidos se convierten en incuestionables seres en virtud de la inmoralidad del procedimiento que los hizo desaparecer; y el metro patrón para medir la maldad de un gobierno es la violación a los derechos humanos, concebidos ya sabemos cómo: como se conciben desde la Revolución Francesa hasta la Revolución Bolchevique.
    Esta es, pues, la obsesión hegemónica de Su Eminencia. Que se lo tenga por un hombre políticamente correctísimo, depósito y heraldo del pensamiento único, lo que implica, en primer lugar, haber combatido “la Dictadura” y cooperado con sus “víctimas”. Gran parte del capítulo trece esta dedicado a probarlo. “A mí me costó verlo [se refiere al sistema represivo], hasta que me empezaron a traer gente y tuve que esconder al primero” (pág. 141).
    Su Eminencia, claro, da por sentado lo que los reporteros y el imbecilizado público en general acepta a priori y sin condicionamientos: que el escondido era un joven idealista, perseguido injustamente por las brutales fuerzas del orden. La posibilidad de que estos escondidos, al igual que los palotinos y las monjas francesas —a cada rato llorados por Bergoglio— fueran activistas guerrilleros, ideólogos o cómplices activos de la Guerra Revolucionaria que asolaba a la Nación, ni se le pasa por la cabeza. Ni siquiera ante la abundancia de constataciones que hoy permiten saberlo.
    Nada le importan la verdad ni el juicio ecuánime sobre los hechos pasados. Su conciencia no sufre mella alguna con mirada tan unilateral y tendenciosa. Los militares eran artífices de “la paranoia de caza de brujas” (pág. 149). Sea anatema su obrar, sin matices. Sus perseguidos, en cambio, –como los dos “delegados obreros de militancia comunista” (pág. 148) por los que procuró interceder y rescatar- son presentados amorosamente como “los dos chicos” de una “viuda” que “eran lo único que tenía en su vida” (pág. 148). Inofensivos chicos los guerrilleros. Paranoicos cazadores de brujas los militares. ¿Se necesita algo más para insertarse en la burda dialéctica de la historia oficial?
    Huero de toda templanza en los juicios, y asustado cuanto ansioso por demostrar que estuvo en el bando de los derechos humanos, lo que le importa a Bergoglio es cohonestar cuanto antes la versión instalada: la represión castrense fue repudiable, todo el que la padeció merece ser defendido, protegido y homenajeado por la Iglesia. Es más, la Iglesia se justifica y se lava en la medida en que pueda demostrar que, durante aquellos años, estuvo del lado de los perseguidos por las Fuerzas Armadas, y tuvo sus propios “mártires” causados por la soldadesca procesista.
    Por eso el empeño de Bergoglio en narrar con detalles cómo “en el Colegio Máximo de la Compañía de Jesús, en San Miguel, escondí a unos cuantos” (pág. 146), resultando ser hasta “los largos ejercicios espirituales” en el instituto “una pantalla para esconder gente” (pág. 147). Cómo “luego de la muerte de Angelelli” (a cuyo homenaje cuenta haber asistido) “cobijé en el Colegio Máximo a tres seminaristas de su diócesis” (pág. 146). Cómo sacó del país “por Foz de Iguazú, a un joven que era bastante parecido a mí, con mi cédula de identidad, vestido de sacerdote, con el clergyman y, de esa forma, pudo salvar su vida” (pág. 147). Cómo hizo todo lo posible por liberar a “dos delegados obreros de militancia comunista”, por cuya vida le había pedido que mediara Esther Balestrino de Careaga (pág. 148).
    Entusiasmado por dar noticias de sus proezas a favor del partisanismo marxista, Bergoglio ni siquiera repara en que está confesando públicamente la comisión de delitos. Hasta que llega al punto central de su riña con el incalificable Verbitsky, y entonces jura y rejura, en largas parrafadas, (págs. 148-151) que estuvo siempre del lado de Yorio y Jalics, dos de los tantos jesuitas que fungieron de apoyo —intelectual y físico— a los planes de la Guerra Revolucionaria.
    Son páginas sin desperdicio para medir el fondo del pecado y del temor servil al que ha llegado este desventurado pastor. Su afán de mostrarse colaboracionista del Marxismo alcanza aquí a su punto culminante. Porque esta es la tragedia veraz que no podrán seguir ocultando los artesanos del lavado de cerebro colectivo.
    Durante aquellos años, la patria argentina fue blanco de una guerra, declarada, conducida y financiada por el Internacionalismo Marxista, como parte del programa total de la Guerra Revolucionaria. En esa contienda, Bergoglio estuvo del lado de los enemigos de Dios y de la Patria.
    Con cálculo preciso, y para que la delimitación de posiciones ideológicas ya no admita vacilaciones, se le cede la palabra a Alicia Oliveira. Por si algún lector desprevenido no registrara a esta vieja militante izquierdista, los escribas nos la presentan de este modo: “Firmante de cientos de habeas corpus por detenciones ilegales y desapariciones durante la última dictadura, se desempeñó como letrada e integró la primera comisión directiva del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), una de las más emblemáticas ONGs dedicada a luchar contra las violaciones a los derechos humanos […] Con la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia [se desempeñó] como Representante Especial para los Derechos Humanos de la Cancillería” (pág. 152).
    Y Oliveira habla. Declara su “larga amistad” con el Cardenal “que la terminaría convirtiendo en una testigo calificada de buena parte de la actuación de Bergoglio durante la dictadura militar” (pág. 152). Cuenta que, dada su ostensible inserción en los planes de la guerra revolucionaria —que ella llama eufemísticamente “compromiso con los derechos humanos” (pág. 153)— el Cardenal “temía por mi vida” y le ofreció el Colegio Máximo como aguantadero. Cuenta cómo confió sus cuitas a Carmen Argibay —entonces Secretaria del Juzgado de Oliveira— y cómo “tras la caída del gobierno de Isabel Perón” sus “reuniones con Bergoglio se hicieron más frecuentes” (pág. 153). También sus coincidencias ideológicas sobre “los militares de aquella época” (pág. 154), y la necesidad de salvarles la vida a quienes ellos perseguían (ídem).
    “Yo iba con frecuencia, los domingos, a la Casa de Ejercicios de San Ignacio, y tengo presente que muchas de las comidas que se servían allí, eran para despedir a gente que el padre Jorge sacaba del país […] Bergoglio también llegó a ocultar una biblioteca familiar con autores marxistas” (pág. 154).
    Emocionada con los altos y muchos servicios que su amigo, el Padre Jorge, prestaba a la causa, Oliveira recuerda que no sólo puso el Colegio Máximo al servicio del ocultamiento de los zurdos, sino la misma Universidad del Salvador, pues “muchos nos fuimos a resguardar allí” (pág. 155). Ella, en efecto, dictaba Derecho Penal con Eugenio Zaffaroni, y “en sus clases hablaba con libertad”, analogando la “ley de ordalía” —que “los alumnos me decían que eso era horroroso”— “con lo que estaba pasando en el país” (pág. 155).
    Una anécdota más le sirve a Oliveira para su apología de Bergoglio. Como el sodomita Zaffaroni estaba empeñado en traer al país a Charles Moyer, ex Secretario de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, al solo objeto de que fogoneara la eterna acusación contra las Fuerzas Armadas argentinas, y encontraba obstáculos para lograrlo, “le preguntó a ella qué podían hacer para que igual viniera, pero con un motivo falso. Oliveira recuerda: «¿Qué hice? Recurrí, claro, a Don Jorge, que me dijo que no me preocupara. Al poco tiempo cayó con una carta en la que la Universidad invitaba a Moyer a dar una charla sobre el procedimiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos […] A su regreso, Moyer le envió a Bergoglio una carta de agradecimiento»” (pág. 156).
    El afecto la desborda al evocar todos estos gestos tan significativos para la causa de los marxistas, y Oliveira culmina diciendo: “La verdad es que si lo hubieran elegido Papa, habría experimentado una sensación de abandono, ya que para mí es casi como un hermano y, además, los argentinos lo necesitamos” (pág. 157).
    Los “argentinos”, varones y mujeres tan bien definidos, como Argibay y Zaffaroni, sin ninguna duda. Otrosí la cáfila de comunistas —laicos o clérigos— a quienes cobijó con complicidad activa. Los argentinos de verdad y los católicos en serio, difícilmente sientan necesidad de un lobo disfrazado de cordero.
    El Cardenal aún no ha terminado de proferir su credo para el regocijo del mundo y de su príncipe. “Creo en el hombre”, declara (pág. 160). E interrogado sobre Kirchner, y específicamente sobre la fama que se le ha hecho de ser un opositor a su gestión, se ocupa con diligencia de redondear su pulcra corrección política. “Considerarme a mí un opositor me parece una manifestación de desinformación […] En 2006 le mandé [a Kirchner] una carta para invitarlo a la ceremonia de recordación de los cinco sacerdotes y seminaristas palotinos asesinados durante la dictadura, al cumplirse treinta años de la masacre perpetrada en la Iglesia de San Patricio […] Más aún, como no era una misa lo que iba a realizarse, cuando llegó a la iglesia, le pedí que presidiera la ceremonia, porque siempre lo traté, durante su mandato, como lo que era: el presidente de la Nación” (págs. 114-115).
    Está claro. Si hubiera sido por Su Eminencia, la profanación hubiera sido doble. Rendirle homenaje a quienes coadyuvaron a los planes de la guerrilla, y hacer presidir dicho homenaje, en una parroquia, a quien a todas luces repugna de la Fe Católica y la persigue sin hesitar. Vamos entendiendo algunas de sus palabras esparcidas en el libro: “Muchos curas no merecemos que la gente crea en nosotros” (pág. 101). “Algunos podrán aseverar: «¡qué cura comunista éste»!” (pág. 106).
    LA IGLESIA ADÚLTERA

    Nosotros, digámoslo claramente, no creemos que Bergoglio sea comunista, ni peronista, ni nada en particular. En sus opciones temporales debe aplicársele lo que Don Quijote utilizó para zaherir la inconducta de Sancho: “en esto se nota que eres villano, en que eres capaz de gritar ¡viva quien vence!” Toda esta exhibición de colaboracionismo marxista no brota tanto de un convencimiento ideológico serio, sino de una actitud villana. Si mañana se dieran vuelta las cosas, podríamos escucharlo cantar Giovinezza con acento piamontés.
    Su problema es más hondo, más grave, más profundo; más difícil de que el buen Dios se lo perdone. Es el escándalo del Pastor que se vuelve mercenario, cuya semblanza maldita y reprobación consiguiente ha trazado y sentenciado Nuestro Señor Jesucristo con palabras de vida eterna (cfr. San Juan, 10, 11-13). “Oh mercenario! —grita San Agustín en su Comentario al Evangelio de San Juan—, viste venir al lobo y has huido. Has huido porque has callado, y has callado porque has temido”.
    No es, por cierto, el suyo, un caso aislado. Es en este momento, en la Argentina, la cabeza de un conjunto de pastores que tienen similar conducta, y cuya última explicación encontramos en el Apocalipsis, cuando se protesta a la iglesia ramerizada, fornicando con los poderosos de la tierra y siendo infiel al Divino Esposo.
    Pero dejemos las honduras de los Novísimos y ciñámonos al tema del que veníamos hablando.
    La Iglesia ha sido puesta en el banquillo de los acusados por sus peores enemigos. Liberales y marxistas insisten en sostener que, durante aquellos difíciles años de la lucha contra la guerrilla, la Jerarquía calló, cohonestando así, de algún modo, las conductas ilegítimas que habrían cometido las Fuerzas Armadas. La respuesta de la acusada Jerarquía —Bergoglio el primero— fue tan frágil cuanto penosa. Pues consistió, por un lado, en recordar sus documentos a favor de los derechos humanos, emitidos durante la convulsa época (pág. 141); y por otro, en señalarse como damnificada, reivindicando un martirologio “católico” compuesto por personajes de inequívoca filiación o conexión terrorista.
    Si al responder con el recuerdo de textos pro derechohumanistas centraba la cuestión exactamente donde no debía hacerlo, esto es, en el núcleo de la mitología enemiga, convalidándola indirectamente; al atribuirse como víctimas propias o como testigos eclesiales a quienes habían sido cómplices de la escalada subversiva, pidiendo incluso la beatificación para ellos, sembraba la confusión y potenciaba el engaño hasta límites dolorosísimos por el escándalo que comporta.
    En efecto, ¿qué clase de Iglesia es ésta que, para defenderse de las acusaciones de haber estado asociada a la lucha contra la Revolución Comunista, rehabilita el tener caídos o ideólogos del bando de la misma, los homenajea efusivamente y los reclama en los altares y en el santoral? ¿Qué clase de pastores son éstos que para levantar el cargo de la complicidad con la represión castrense, aducen haber izado la misma bandera de los derechos humanos que enarbolaron como divisa nuclear de su ficción ideológica las bandas subversivas? ¿Qué clase de coherencia, en suma, pueden exhibir los obispos que hoy no trepidan en contemporizar con los montoneros y erpianos devenidos en funcionarios públicos, como no vacilaron ayer en incumplir el deber irrenunciable que tenían de hablarles claro a los hombres de armas, sea para que no delinquieran ni pecaran, o para que combatieran con cristianos criterios? ¿Qué confianza pueden inspirarnos estos funcionarios eclesiales llenos de movimientos dúplices, medrosos, acomodaticios y heterodoxos?
    No; no ha salido airosa del banquillo esta irreconocible Iglesia. Acusada por los protervos de “ser la dictadura”, cuando debió serlo si aquella hubiera existido y en aras del bien común de la patria, sólo atina a sacarse el incómodo sayo de encima del peor modo posible: reduciendo su naturaleza salvífica a un internismo de derechas e izquierdas, en el que los exponentes de las primeras habrían sido culpables y las segundas constituirían proféticas voces demandantes de los sacros derechos del hombre.
    Por eso ha abandonado a su suerte al Padre Christian von Wernich, ultrajado y preso mediante falsías inauditas. Por eso consintió el escarnio público de Monseñor Baseotto. Por eso no tiene una palabra ni un gesto de apoyo para los centenares de militares encarcelados arbitrariamente por la tiranía kirchnerista. Por eso niega todo reconocimiento de beatitud martirial a Genta y a Sacheri, mas anda pronta en canonizar a Angelelli, Pironio, los palotinos o las monjas francesas. Por eso no puede contarse con ella para que en los templos se rinda honores públicos a la memoria de los caídos en el combate contra los rojos, pero entrega al rabinato y a la masonería la mismísima Catedral Metropolitana o la Basílica de Luján.
    Esta es la iglesia por la que lloró el entonces Cardenal Ratzinger, cuando en el Via Crucis del último Viernes Santo del pontificado de Juan Pablo II, dijo de ella que la cizaña prevalecía sobre el trigo. Y es la iglesia por la que lloramos nosotros, con llanto sostenido. Porque se nos crea o no —ya nada importa— no nos causa la menor gracia tener que denunciar a Bergoglio. Sólo Dios sabe el dolor indecible que esto significa. Ya quisiéramos tener un buen señor al que servir, y no un mercenario al que desenmascarar. Un Príncipe al que rendirle nuestro vasallaje, y no un lobo del que tomar prudente distancia.

    ENVÍO PARA NECIOS

    Pero el último enunciado merece un párrafo final aclaratorio. Dirigido a los necios, de quienes la Sacra Escritura nos advierte en fecundos pasajes, para que estemos prevenidos, así sea de su ignorancia como de su malicia, de sus calumnias como de sus enojos.
    Estos necios pueden ser tanto laicos como religiosos, lo mismo da. Y ante estas páginas nuestras podrán formular diversos cargos, como de hecho ya ha sucedido en anteriores ocasiones.
    Por respeto a los justos, sólo levantaremos preventivamente algunas de las posibles objeciones de la vocinglería necia.
    1º.- No es atacar a la Jerarquía poner en evidencia la existencia de obispos felones, adúlteros, fariseos o heresiarcas. Es no pecar de omisión ni de encubrimiento ni de complicidad. Precisamente por amor a la verdadera Jerarquía.
    Mientras escribimos estas líneas, en Mayo de 2010, el Papa Benedicto XVI ha viajado a Portugal y le hemos escuchado decir que “la gran persecución de la Iglesia no viene de sus enemigos de afuera sino que nace del pecado dentro de la Iglesia”. El Santo Padre no calla ni simula ni atempera esos pecados, así sean repugnantes como de hecho consta públicamente que son en tantos casos. A imitación del Vicario de Cristo, todo laico fiel debe secundar su prédica, repudiando los pecados internos, amonestando a sus cultores, previniendo de sus acechanzas a los desprevenidos, y proponiendo como único antídoto la práctica de la virtud y la predicación de la Verdad entera.
    Ya en la Catequesis del miércoles 10 de mayo de 2006, el mismo Benedicto XVI enseñaba que “obispo es la palabra que usamos para traducir la palabra griega «epíscopos». Esta palabra indica a una persona que contempla desde lo alto, que mira con el corazón. Así San Pedro mismo, en su primera carta, llama al Señor Jesús «pastor y obispo-guardián- de sus almas» (1 P. 2, 25)”. Y citando a San Ireneo de Lyon, agrega: “Los Apóstoles querían que fuesen totalmente perfectos e irreprochables aquellos a quienes dejaban como sucesores suyos, transmitiéndoles su propia misión de enseñanza. Si obraban correctamente, se seguiría gran utilidad; pero si hubiesen caído, la mayor calamidad”.
    Celebramos, honramos y obedecemos a “los guardianes”. Pero estamos moralmente obligados a detestar a los artífices de “la mayor calamidad”, no siendo ciegos que se dejen guiar por otros ciegos (San Mateo, 15, 14). Sigue siendo válido lo que santamente escribió el Capitán de Loyola a San Pedro Canisio, el 13 de agosto de 1554: que “los pastores católicos que con su mucha ignorancia pervierten al pueblo, parece deberían ser muy rigurosamente castigados, o al menos separados de la cura de almas”, pues “más vale estar la grey sin pastor, que tener por pastor a un lobo”.
    2º.- Existe, efectivamente, esa obligación moral antes aludida, y se nos aplica a los simples “súbditos de celo y libertad, para que no teman corregir a los prelados, especialmente si el crimen es público y corre peligro la mayoría de los fieles”. Son palabras de Santo Tomás de Aquino (In Gal. 2,11, nº 76-77), pero podríase sobre el particular citar una multitud de textos escriturísticos, patrísticos, escolásticos, conciliares, canónicos y pontificios de todos los tiempos, conformando todos ellos un corpus doctrinal que en buena hora redondeó admirablemente Melchor Cano —teólogo de Carlos V en Trento— diciendo: “cuando los pastores duermen, los perros deben ladrar”. Esta es doctrina católica, y no lo es su negación o intencional olvido.
    Ahora bien, en lugar de considerar esta doctrina de los deberes de los súbditos en orden a hacer valer los derechos de Dios; en lugar de tener en cuenta que no pocos santos la aplicaron, sin mengua de su obediencia a la Iglesia Jerárquica, sino por fidelidad a la misma; en lugar de discernir que de la enérgica y necesaria reprobación de los errores de ciertas autoridades eclesiásticas no se sigue la negación o el cuestionamiento de la Iglesia Jerárquica, per se, intrínsecamente y en su totalidad; en lugar, en síntesis, de dirigir la censura a los heresiarcas y rescatar la actitud de quienes para preservar a la susodicha Iglesia Jerárquica cumplen con el deber de señalar públicamente los extravíos, los necios nos condenan diciendo que no se puede “desautorizar públicamente a los superiores jerárquicos, ni criticar sus enseñanzas”.
    Lo peor de todo es que para darle carácter apodíctico a este juicio —que contradice, como vimos, expresa enseñanza de Santo Tomás y del Magisterio— invocan a veces los necios “la regla 10ª para sentir con la Iglesia” (Ejercicios Espirituales, nº 362). Pero dicha regla de San Ignacio se refiere a la obediencia a las autoridades legítimas, punto que aquí no está en discusión. Y en plena congruencia con la doctrina antes asentada sobre los deberes de los súbditos, concluye aclarando: “de manera que, así como hace daño el hablar mal, en ausencia, de los mayores a la gente menuda, así puede hacer provecho hablar de las malas costumbres a las mismas personas que pueden remediarlas”.
    Un autorizado comentarista ignaciano, el célebre escritor ascético, R.P. Mauricio Meschler S.J, ha precisado sobre el particular: “lo que el Santo recomienda aquí [en la Regla nº 10, E.E, nº 362] es un principio conservador de gran valía; se refiere a la observancia del cuarto Mandamiento de Dios, del orden y de la paz del pueblo cristiano. Tal espíritu de sumiso respeto a las autoridades constituidas siempre ha sido una prueba del genuino sentimiento cristiano católico. Siempre ha salido la Iglesia en defensa de la obediencia debida a la autoridad. Por esta razón, el que legítimamente advirtiera o hiciera advertir a los superiores sus yerros, sería muy benemérito así de la sociedad como de la Iglesia” (Mauricio Meschler y Enrique Pita, Sentir con la Iglesia y Discernimiento de Espíritus según San Ignacio de Loyola, Buenos Aires, Editora Cultural, 1943, pág. 40).
    Porque, además, así como aplican indebidamente los necios la Regla nº 10 de San Ignacio, indebidamente aplican también el versículo 26,31 de San Mateo: “heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño”, para hacernos responsables del “pecado abominable a los ojos de Dios” de “censurar públicamente a la Jerarquía, incitando a la confrontación y a la división del Cuerpo Místico”.
    Pero dicho pasaje del Evangelio de San Mateo tiene precisamente otros destinatarios, pues es dolorosa y profética respuesta de Cristo a la promesa de los Apóstoles de no escandalizarse de Él, “aunque todos se escandalizaren en Ti”.
    El Señor entonces le asegura con tristeza a Pedro, portavoz de los Apóstoles en la escena, que “esta noche, antes que cante el gallo, me negarás tres veces”. “La fe de esta predicción” —comenta Santo Tomás de la mano de San Jerónimo y de San Hilario— “estaba fundada en la autoridad de una antigua profecía; por eso añade: hiere al Pastor y las ovejas se descarriarán” (Santo Tomás, Catena Aurea, II, 2, Mateo XXVI, v. 30-35). Es a los sucesores de los Apóstoles, según este oportuno texto, a quienes hay que recordar que no nieguen a Cristo ni se escandalicen de Él, pues de lo contrario se dispersarán las ovejas.
    En 1970, el notable Carlos Alberto Sacheri, escribía su libro La Iglesia Clandestina, en el cual, con documentación fidedigna de toda índole, denunciaba el aparato marxista-tercermundista, compuesto por sacerdotes y hasta por obispos, que socavaba los cimientos mismos de la Esposa de Cristo. También –o tal vez, principalmente, por este libro, lo asesinaron. Ahora bien; a Carlos Alberto Sacheri, que dio su sangre por Cristo Rey, quitándoles las máscaras a estos lobos, ¿también se le aplica la Regla nº 10 de San Ignacio, el versículo de San Mateo y los epítetos vulgares con que los necios quieren acallarnos? Curioso razonamiento: si un Cardenal de la Santa Madre Iglesia predica heterodoxias, y obra iniquidades, los necios jerárquicos se llaman a silencio. Si un laico recuerda la ortodoxia, es pecado abominable.
    3º.- Suelen aducir los necios que con estas denuncias les hacemos el caldo gordo a los enemigos de la Iglesia.
    Los enemigos de la Iglesia son, ante todo, los falsos pastores, los fundadores infieles, el clero ganado por el vicio nefando y por el pecado mayor de traicionar la integridad de la Fe. No necesitamos informarles a los lectores despabilados que liberales y marxistas, judíos y masones, ateos y gnósticos —y toda la gama posible de enemigos de la Iglesia— son los socios habituales de nuestra Jerarquía. Con ellos se sienten cómodos, no con nosotros.
    No necesitamos agregar tampoco hasta qué punto —en nombre del ecumenismo y desfigurándolo, en nombre del diálogo interreligioso y corrompiéndolo— se ha dado pasto en abundancia a las fieras anticatólicas, desde las mismas autoridades eclesiásticas. El caldo gordo del enemigo lo cocinan muy bien los pastores devenidos en mercenarios.
    Bergoglio se sabe papabile. Toda la primera parte de su libro está dedicada a probar que estuvo muy cerquita de suceder a Juan Pablo II. Hay quienes dicen incluso que, El Jesuita, pretende ser su plataforma electoral para el próximo Cónclave. Al mejor estilo de los purpurados europeos, como Giacomo Biffi con sus más que interesantes y aprovechables Memorie e digressioni di un italiano cardinale, Su Eminencia ha querido tener su propio relato biográfico. Este es el peligro que debe movilizarnos: que un enemigo declarado de la Verdad como el Cardenal Bergoglio pueda presentarse impunemente como papabile. ¿Cuál es la parte que no entienden los múltiples necios que dicen que desenmascarar a un enemigo es hacerles el caldo gordo a los enemigos? ¿Cuál es el principio de identidad y de contradicción del que no llegan a percatarse?
    4º.- Una aclaración postrimera nos queda en el tintero y hemos de reiterarla. No nos causa alegría andar de desencuentro en desencuentro con curas y obispos, incluso con algunos de estos últimos, con quienes habiendo tenido cierta amistad o trato cordial antes de que fueran investidos, nos niegan ahora como si estuviéramos leprosos. Tampoco nos causó alegría en su momento el haber tenido que salir públicamente a discrepar con el Santo Padre por el tratamiento de la cuestión judía.
    Somos nadie para decir estas cosas. Individualmente considerados, carecemos de todo rango, de todo encumbramiento y, se quiere, de todo mérito o autoridad. Pero no es nuestra valía personal lo que aquí está en juego, ni nos importa defender prestigios subjetivos. En esto, coincidimos con Federico Mihura Seeber: “Nuestro móvil no puede ser ya más la fama […] Trabajamos, sin duda que en la tierra, pero para la Ciudad que baja del Cielo” (De Prophetia, Buenos Aires, Gladius, 2010, pág. 250).
    No hemos sido educados para tener que rebelarnos contra curas y obispos, sino para arrodillarnos frente a la Jerarquía, orgullosos de la sujeción y del honor de poder rendir nuestros servicios. Nos lastima hasta la fibra más honda del alma constatar que, en líneas generales, nuestros pastores y clérigos son medrosos, ambiguos, heresiarcas y hasta poco o nada viriles, como diría Santa Catalina de Siena. Tal situación nos provoca una desazón y un tormento que, insistimos, sólo Dios conoce, y sólo El sabrá porqué lo permite.

    Pero no debemos callar. En nombre propio, en el de los tantos y tantos que padecen similar dolor, en el de nuestros maestros mártires y en el de nuestros potenciales discípulos. No debemos callar, porque la esperanza está puesta en el triunfo de la Verdad Crucificada, oportuna e inoportunamente testimoniada. No debemos callar ni retroceder, porque a pesar de la jerarquía prevaricadora y de sus obsecuentes necios, alguien tiene que decir la Verdad.

    Ecce Christianus | He aquí el Cristiano. He aquí alguien llamado a batallar
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  5. #45
    Avatar de Abbendis
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Bueno, a mí me ha gustado lo que se ha dicho en comentarios anteriores. Más que el cardenal Jorge Mario Bergoglio habrá que esperar a ver qué nos depara Francisco I, rogando al Espíritu Santo que le inspire y guíe por el recto camino.
    D. Fco. de Bobadilla dio el Víctor.
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  6. #46
    Avatar de Annuit Coeptis
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Cita Iniciado por Donoso Ver mensaje
    Papa Francisco, Bergoglio.

    De lo peor que podía suceder.
    Lo peor es Dolan y O'Malley- en mi opinion.
    "And, as we Catholics know, Western Civilization is Roman Civilization, first classical Roman Civilization, then Roman Catholic Civilization, as the Christians preserved and carried classical Roman Civilization to the world in a Christianized form. That is, after all, why we are described as Roman Catholics."

  7. #47
    Avatar de Abbendis
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Comunicado de la Casa General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con ocasión de la elección del Papa Francisco

    14-03-2013
    Filed under Documents





    Ante el anuncio de la elección del Papa Francisco, la Fraternidad San Pío X ruega a Dios que conceda abundantemente al nuevo Soberano Pontífice las gracias necesarias para el ejercicio de su pesado cargo.
    Que sostenido por la divina Providencia, el nuevo Papa pueda “confirmar a sus hermanos en la fe”[1], con la autoridad con que San Pío X proclamaba al comienzo de su pontificado: “Nos nada queremos ser, y con la gracia de Dios nada seremos ante la humanidad, sino ministro de Dios, de cuya autoridad somos instrumentos. Los intereses de Dios son Nuestros intereses; a ellos hemos decidido consagrar Nuestras fuerzas y Nuestra vida misma.”[2]
    San Francisco de Asís, cuyo nombre lleva el nuevo Pontífice, escuchó al divino Crucificado decirle: “Ve, Francisco, y repara mi Iglesia”. Es con este espíritu que los obispos, sacerdotes, hermanos y religiosas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X aseguran al Santo Padre su deseo filial de “instaurarlo todo en Cristo, para que todo y en todos sea Cristo”[3], según sus medios, por amor de la santa Iglesia católica romana.
    Menzingen, 13 de marzo de 2013

    [1] Luc. 22,32
    [2] San Pío X, Encíclica E supremi apostolatus (4 de octubre de 1903)
    [3] Efes. 1,10 y Col. 3,11
    Comunicado de la Casa General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X con ocasión de la elección del Papa Francisco | DICI
    Última edición por Abbendis; 14/03/2013 a las 17:34
    Valmadian dio el Víctor.
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  8. #48
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Me preocupa seriamente que se critique que por ser un Príncipe de la Iglesia no se porte aparentemente como tal, cuando El REY del Universo entró en Jerusalém montado en un borriquillo en lugar de en un gran caballo enjaezado, y rodeado de discípulos, amigos y seguidores, en lugar de hacerse acompañar de sus legiones de ángeles.

    Parece, a la vista de los enlaces puestos, que el nuevo Papa en su etapa como cardenal fue hombre polémico, ubicado en situaciones que algunos ven como comprometidas, pues tengo que recordar a todos que Cristo habló con publicanos, con rameras, con zelotes y con fariseos y hasta conversó con un romano. Me pregunto hasta donde se puede llegar en vez de callar prudentemente y esperar para no ser medido y juzgado con la misma medida y el mismo juicio. Con qué facilidad se olvida la dureza del corazón y qué poquísima caridad cristiana hay.
    Erasmus, Felipe, Smetana y 9 otros dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  9. #49
    Avatar de Abbendis
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    San Pablo directamente era anticristiano antes de ser tocado por Dios.
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  10. #50
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Cita Iniciado por Valmadian Ver mensaje
    ...tengo que recordar a todos que Cristo habló con publicanos, con rameras, con zelotes y con fariseos y hasta conversó con un romano.
    Mientras los fariseos le criticaban por ello...
    Seamos prudentes, y sobretodo seamos humildes y caritativos.

    ___________________________________________________________


    Y perdonadme que yo regrese al tema socio-político.
    Un peronista ha sido elegido al mismísimo Trono de San Pedro: ¿cómo no va a haber en el mundo shock y sorpresa?. Bergoglio es, además, un intelectual, admirador de Borges y Marechal. Y famoso por su humildad: rechazó la residencia arzobispal y el chofer, y viaja en metro (subte) y en autobuses (colectivos) como cualquier hijo de vecino...

    Tengo la sensación de que desde esta perspectiva, a la espera de saber cómo será el nuevo Papa en temas mas teológicos, creo que va a gustarme S.S. Francisco I.

    Los gremialistas lo definen como peronista y sencillo

    Los gremialistas lo definen como peronista y sencillo

    Los dirigentes sindicales que trataron a Bergoglio destacan su preocupación por los temas sociales.


    Con el mate. Moyano y Bergoglio, en 2007, en Mar del Plata. Fabián Gastiaren


    14/03/13

    Entre los dirigentes sindicales que tienen desde hace tiempo una relación de confianza con Jorge Bergoglio se dice que el flamante Papa es peronista. “Siempre se comentó que era peronista. Y por sus características, bueno, sencillo, humilde, seguro que lo es”, bromeó anoche Hugo Moyano. El camionero, recordó a Clarín, estuvo reunido por última vez el mes pasado en la Catedral porteña con el flamante Francisco 1°. “Fuimos a verlo con ‘Momo’ Venegas. Bergoglio, como siempre, se mostró muy preocupado con los temas sociales, como la pobreza, la indigencia y la desocupación.

    Es un hombre muy interesado por los grandes temas políticos”.
    Bergoglio mantuvo relación con los diferentes sectores sindicales.

    Un gremialista de la CGT oficialista que se considera amigo del cardenal lo describió como “muy cercano al peronismo, pero del peronismo ‘fatto in casa’ no del extranjero”.

    El mercantil Armando Cavalieri es otro dirigente de trato frecuente con Bergoglio. “Le gusta mucho la política, pero no desde la rosca sino desde los grandes problemas.

    No le gustan la confrontación ni las divisiones”.

    La relación de Cavalieri con Bergoglio se hizo más cercana a partir de que Comercio construyó el parque Tierra Santa, donde hay una réplica de Jerusalén.

    “Viene asiduamente al parque, incluso a dar catequesis ”, contó el mercantil.

    También el dirigente de la CTA opositora Carlos Custer tuvo trato cercano con Bergoglio. “Lo vi bastante en los años que fui embajador en el Vaticano, pero después lo seguí tratando.

    Siempre estaba interesado en las cuestiones sociales, como la trata, la droga y la pobreza.

    Se reunía mucho con sindicalistas y políticos. Era raro que le dijera que no al que quisiera verlo”.
    Otro con el que mantuvo relación es el albañil Gerardo Martínez. Un par de veces Bergoglio fue a almorzar a la UOCRA. Ayer, Martínez, secretario de Relaciones Internacionales de la CGT, envió un comunicado para saludar su designación y trasmitir la convicción de que “ abogará por un mundo diferente, con pleno empleo, desarrollo sustentable y equitativo”.
    Última edición por jasarhez; 14/03/2013 a las 20:10

  11. #51
    Avatar de Juvinao
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Esto ya es el colmo, Nicolas Maduro es un completo estúpido con respeto al pueblo venezolano pero su vicepresidente es un completo inepto, si Hugo Chavez alucinaba Maduro esta completamente demente, si ese es el presidente que van a elegir el 14 de abril en las próximas elecciones, pobres de ustedes venezolanos.
    Beati qui non viderum et crediderunt: ‘Bienaventurados los que no vieron y creyeron’

    Viva la Sagrada Hispanidad

  12. #52
    Avatar de Mefistofeles
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Cita Iniciado por Valmadian Ver mensaje
    Me preocupa seriamente que se critique que por ser un Príncipe de la Iglesia no se porte aparentemente como tal, cuando El REY del Universo entró en Jerusalém montado en un borriquillo en lugar de en un gran caballo enjaezado, y rodeado de discípulos, amigos y seguidores, en lugar de hacerse acompañar de sus legiones de ángeles.

    Parece, a la vista de los enlaces puestos, que el nuevo Papa en su etapa como cardenal fue hombre polémico, ubicado en situaciones que algunos ven como comprometidas, pues tengo que recordar a todos que Cristo habló con publicanos, con rameras, con zelotes y con fariseos y hasta conversó con un romano. Me pregunto hasta donde se puede llegar en vez de callar prudentemente y esperar para no ser medido y juzgado con la misma medida y el mismo juicio. Con qué facilidad se olvida la dureza del corazón y qué poquísima caridad cristiana hay.
    Absolutamente de acuerdo.

    Prudencia por favor y confianza en la voluntad del Señor. A mi me chocó mucho y era de los menos deseados por mi pero Cristo sabe lo que quiere para su iglesia y eso basta.

    Pater, si vis, transfer calicem istum a me: verumtamen non mea voluntas, sed tua fiat.

    Oremos por el Papa Francisco.
    Última edición por Mefistofeles; 14/03/2013 a las 19:53
    TU REGERE IMPERIO FLUCTUS HISPANE MEMENTO

    El Rincón de Don Rodrigo

  13. #53
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    pues si amigo Valmadian,hablo con todos pero no se arrodillo ante nadie para recibir la bendicion,solo ante nuestro Padre,gesto que denota sumision a la autoridad,a mi entender.En todo caso,tiene razon al rogar prudencia,habremos de esperar...y recordar al autor del syllabus,Pio IX.

    Por eso yo desaconsejaría vivamente a un sacerdote arrodillarse para recibir la bendición de un pastor protestante; lo desaconsejaría también a un Cardenal de la S. M. Iglesia; y también, p. ej., al Papa, si en una hipótesis apenas pensable, se le ocurriera hacerlo.
    Cita del Pater Iraburu refiriendose a Bergoglio y Cantalamessa.

    Un abrazo en Xto y viva Pio IX,Vivan los Pios en general.
    Última edición por Xaxi; 14/03/2013 a las 20:32
    ...les mataria sin odio...

  14. #54
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    "Et ego dico tibi: TU ES PETRUS, es super hanc petram aedificabo Ecclesiam meam; et portae inferi non praevalebunt adversum eam. Tibi dabo claves regni caelorum; et quodcumque ligaveris super terram, erit ligatum in caelis, et quodcumque solveris super terram, erit solutum in caelis." [Evangelium Secundum Mathaeum, XVI, 18-19]

    Me encuentro complacido y feliz, porque el Señor nos ha enviado a un Pastor que nos guiará en los pasos de su Iglesia, que la regirá en el Amor, Su santidad Francisco, es un Papa que necesitamos hoy tanto nosotros los jóvenes como los mayores. Me llena de gozo yo, como joven militante de la Iglesia, que S.S. Fco. es un Obispo muy apegado a su grey, oremos para que Dios lo ilumine y lo guarde.

    Y respecto a lo de las profecías de San Malaquías de "Petrus Romano", [aunque no son oficialmente aprobadas por la Iglesia] si en cierto modo fuesen ciertas, debemos estar preparados y más que nunca ser más firmes en la Fe. Aun cuando no sea certera, siempre debemos estar cimentado y convictos en nuestra Fe, ante los ataques del mundo y de las calumnia, sigamos firmes.

    Paz y Bien
    Última edición por Josef; 14/03/2013 a las 21:12
    "Vive en el mundo como sino hubiera más en él que Dios y tu alma: para que no pueda tu corazón ser detenido por cosa humana." SJ+

  15. #55
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    habremos de seguir esperando....

    Papa Francesco scrive al rabbino capo
    "Insieme per un mondo più in armonia"L'invito all'inaugurazione del pontificato, il 19 marzo, e la speranza di una rinnovata collaborazione con la comunità ebraica. Gli auguri di Di Segni

    Lo leggo dopo
    Il rabbino capo di Roma, Riccardo Di Segni









    "Nel giorno della mia elezione a Vescovo di Roma e pastore universale della Chiesa cattolica, Le invio il mio cordiale saluto, annunciandole che la solenne inaugurazione del mio Pontificato avrà luogo martedì 19 marzo". A poche ore dalla sua elezione, papa Francesco ha inviato un messaggio al rabbino capo di Roma, Riccardo Di Segni, invitandolo all'inaugurazione del suo pontificato.

    Il messaggio prosegue con queste parole: "Confidando nella protezione dell'Altissimo, spero vivamente di poter contribuire al progresso che le relazioni tra ebrei e cattolici hanno conosciuto a partire dal Concilio Vaticano II, in uno spirito di rinnovata collaborazione e al servizio di un mondo che possa essere sempre più in armonia con la volontà del Creatore".

    La lettera di papa Francesco è la risposta agli auguri di buon pontificato che il rabbino capo gli aveva rivolto mercoledì sera: "Esprimo i migliori auguri a Jorge Mario Bergoglio eletto Papa Francesco I", aveva scritto Di Segni. "Che possa guidare con forza e saggezza la Chiesa cattolica per i prossimi anni. I rapporti della Chiesa con la Comunità Ebraica di Roma e il dialogo con l'ebraismo hanno compiuto dei passi importanti. La speranza è che si possa proseguire il cammino nel segno della continuità e delle buone relazioni".

    Nel tardo pomeriggio è arrivata la risposta di Riccardo Di Segni: "Rispondo alla lettera di papa Francesco ovviamente con il ringraziamento, rinnovando gli auguri per
    questa elezione che richiederà un'enorme dose di forza e saggezza. E' un incarico formidabile".
    ...les mataria sin odio...

  16. #56
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Investigando un poco sobre vaticinios y profecías me encontré un artículo que me pareció interesante para compartir, es respecto a estos últimos acontecimientos:

    "Algunas de esas profecías:

    San Francisco de Asís: "Habrá un Papa electo no canónicamente que causará un gran cisma. Se predicarán diversas formas de pensar que causarán que muchos duden, aún aquellos en las distintas órdenes religiosas, hasta estar de acuerdo con aquellos herejes que causarán que mi Iglesia se divida. Entonces habrá tales disensiones y persecuciones a nivel universal que si esos días no se acortaran, aún los elegidos se perderían".[1]
    Juan de Vitiguero, en el Siglo XIII: "Cuando el mundo se encuentre perturbado, el Papa cambiará de residencia".
    Juan de Rocapartida, un siglo después: "Al acercarse el Fin de los Tiempos, el Papa y sus cardenales habrán de huir de Roma en trágicas consecuencias hacia un lugar donde permanecerán sin ser reconocidos, y el Papa sufrirá una muerte cruel en el exilio".
    Nicolas de Fluh, en el siglo XV: "El Papa con sus cardenales tendrá que huir de Roma en situación calamitosa a un lugar donde serán desconocidos. El Papa morirá de manera atroz durante su destierro. Los sufrimientos de la Iglesia serán mayores que cualquier momento histórico previo".
    El venerable Bartolomé Holzhauser, fundador de las sociedades de clérigos seculares en el Siglo XVIII: "Dios permitirá un gran mal contra su Iglesia: vendrán súbita e inesperadamente irrumpiendo mientras obispos y sacerdotes estén durmiendo. Entrarán en Italia y devastarán Roma, quemarán iglesias y destruirán todo".
    Las palabras de la Virgen reveladas en La Salette a Melania: "Roma perderá la fe, y se convertirá en la sede del Anticristo".[2]
    La revelación recibida por la Madre Elena Aiello, famosa estigmatizada que fuera consultada con frecuencia por el Papa Pio XII: "Italia será sacudida por una gran revolución (...) Rusia se impondrá sobre las naciones, de manera especial sobre Italia, y elevará la bandera roja sobre la cúpula de San Pedro".[3]
    La beata Ana Catalina Emmerick, religiosa Agustina, en 1820: "Vi una fuerte oposición entre dos Papas, y vi cuan funestas serán las consecuencias de la falsa iglesia, vi que la Iglesia de Pedro será socavada por el plan de una secta. Cuando esté cerca el reino del Anticristo, aparecerá una religión falsa que estará contra la unidad de Dios y de su Iglesia. Esto causará el cisma más grande que se haya visto en el mundo".
    Elena Leonardi, asistida espiritual del Padre Pio: "El Vaticano será invadido por revolucionarios comunistas. Traicionarán al Papa. Italia sufrirá una gran revuelta y será purificada por una gran revolución. Rusia marchará sobre Roma y el Papa correrá un grave peligro".[4]
    Enzo Alocci: "El Papa desaparecerá temporalmente y esto ocurrirá cuando haya una revolución en Italia".[5]
    La Beata Ana María Taigi: "La religión será perseguida y los sacerdotes masacrados. El Santo Padre se verá obligado a salir de Roma".[6]
    La mística María Steiner: "La santa Iglesia será perseguida, Roma estará sin pastor".
    Las revelaciones en Garabandal: "El Papa no podrá estar en Roma, se le perseguirá y tendrá que esconderse".[7]
    Al P. Stefano Gobbi, místico y fundador del Movimiento Mariano Sacerdotal, la Santísima Virgen le reveló: "Las fuerzas masónicas han entrado a la Iglesia de manera disimulada y oculta, y han establecido su cuartel general en el mismo lugar donde vive y trabaja el Vicario de mi Hijo Jesús. Se está realizando cuanto está contenido en la Tercera parte de mi mensaje, que aún no ha sido revelado, pero que ya se ha vuelto patente por los mismos sucesos que estáis viviendo".[8]
    Sor Agnes de Akita: "La obra del demonio se infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos".
    Sor Sofía María Gabriel: "Habrán dos Papas rivales y una gran crisis centrada en el papado vaticano, y la Iglesia quedará dividida en dos bandos".
    Cardenal Mario Luigi Ciappi: "La pérdida de la fe en la Iglesia, la apostasía, saldrá de la cúspide de la Iglesia".
    Papa San Pío X: "He tenido una visión terrible: no sé si seré yo o uno de mis sucesores, pero vi a un Papa huyendo de Roma entre los cadáveres de sus hermanos. Él se refugiará incógnito en alguna parte y después de breve tiempo morirá una muerte cruel".[9]
    Padre Paul Kramer: "El antipapa y sus colaboradores apóstatas serán, como lo dijo la Hermana Lucía, los partidarios de Satanás, quienes trabajan para el mal y no tienen miedo de nada".
    Sor Lucía dos Santos, revelando el Tercer Secreto de Fátima: "Vimos a un obispo vestido de blanco, que temíamos fuera el Santo Padre, huir de una ciudad en ruinas, tembloroso y con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por los cadáveres que encontraba por el camino".
    Cardenal Karol Wojtyla, ante el Congreso Eucarístico de Pennsylvania, en 1977: "Estamos ante la confrontación histórica más grande que la humanidad haya tenido. Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio. Esta confrontación descansa dentro de los planes de la Divina Providencia y es un reto que la Iglesia entera tiene que aceptar".

    1. Cullenton Gerald. El reino del Anticristo
    2. El secreto de La Salette fue publicado en 1879 con permiso del Obispo de Lecce, Italia.
    3. Adams-Bonicelli, Alerta Humanidad, Madrid 1974
    4. Adams-Bonicelli, Op. cit. P. 204
    5. ídem. p. 177.
    6. López Padilla,La traición a Juan Pablo II, México. P. 180.
    7. The Workers of Our Lady of Mount Carmel, Nueva York.
    8. A los Sacerdotes, 20 Ed. España. Pág. 331
    9. Thompson, Damian, Das Ende der Zeite Hildesheim, 1997, P. 240. Y Vacquié, Jean, Benedictions et Maledictions, París, 1987.
    Última edición por Mart.; 14/03/2013 a las 21:55

  17. #57
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Pues cuantas mas cosas leo de este Papa, mas me gusta....
    ¡¡¡ESTE PAPA ES DE LOS MÍOS....!!
    (no en vano era un admirador, como lo soy yo, de Juan Domingo Perón)

    Sociedad

    Bergoglio: el Papa en 10 frases
    Esclavitud, pobreza, matrimonio homosexual, drogas, aborto, violencia, crisis, neoliberalismo... Los discursos del antiguo arzobispo de Buenos Aires describen perfectamente al nuevo Papa

    Jorge Mario Bergoglio, en una imagen de archivo





    Durante su etapa como arzobispo de Buenos Aires, el nuevo Papa Francisco I habló en sus discursos de los graves problemas que aquejan al mundo, desde la corrupción, a la pobreza, pasando por la prostitución, la violencia o las drogas. Y no evitó otros temas polémicos como el matrimonio entre personas del mismo sexo. Una ventana perfecta para asomarse a la personalidad del nuevo Pontífice.


    Esclavitud

    Septiembre de 2011: «La esclavitud no está abolida. En esta ciudad (de Buenos Aires) está a la orden del día. Aquí se explota a trabajadores en talleres clandestinos, y si son emigrantes se les priva de la posibilidad de salir de ahí. En esta ciudad hay chicos en situación de calle, desde hace años. Hay muchos y esta ciudad fracasó y sigue fracasando en librarnos de esa esclavitud estructural que es la situación de calle. Se somete a mujeres y a chicas al uso y al abuso de su cuerpo".

    Desigualdad

    Agosto de 2012: «Hay que indignarse contra la injusticia de que el pan y el trabajo no lleguen a todos [...] Qué triste es cuando uno ve que podría alcanzar perfectamente para todos y resulta que no [...] En la vida hay muchos que tiran cada uno para su lado, como si uno pudiera tener una bendición para él solo o para un grupo. Eso no es una bendición, sino una maldición. Y fíjense qué curioso, el que tira para su lado y no para el bien común suele ser una persona que maldice: que maldice a los otros y que maldice las cosas. Las dice mal, miente, inventa, dice la mitad»

    Crisis y neoliberalismo

    «La crisis económico-social y el consiguiente aumento de la pobreza tiene sus causas en políticas inspiradas en formas de neoliberalismo que consideran las ganancias y las leyes de mercado como parámetros absolutos en detrimento de la dignidad de las personas y de los pueblos»

    Derechos humanos

    Septiembre de 2009: «Los derechos humanos se violan no solo por el terrorismo, la represión, los asesinatos... sino también por la existencia de condiciones de extrema pobreza y estructuras económicas injustas que originan las grandes desigualdades».

    Matrimonio gay

    Julio de 2010: «Les escribo estas líneas a cada una de ustedes que están en los cuatro monasterios de Buenos Aires. El pueblo argentino deberá afrontar, en las próximas semanas, una situación cuyo resultado puede herir gravemente a la familia. Se trata del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo [...] Está en juego la identidad y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones»

    Hipocresía respecto al bautismo

    Septiembre de 2012: «En nuestra región eclesiástica hay presbí*teros que no bautizan a los chicos de las madres solteras, porque no fueron concebidos en la santidad del matrimonio [...] Estos son los hipócritas de hoy. Los que clericalizaron a la Iglesia. Los que apartan al pueblo de Dios de la salvación»

    Aborto

    Septiembre de 2012: «El aborto nunca es una solución. Debemos escuchar, acompañar y comprender desde nuestro lugar a fin de salvar las dos vidas [...] Se percibe una vez más que se avanza deliberadamente en limitar y eliminar el valor supremo de la vida e ignorar los derechos de los niños por nacer».

    Violencia

    Agosto de 2010: «Ya sabemos que el que sale a la calle necesita protección. Pedimos protección ante la inseguridad que produce tanta violencia desatada en nuestra sociedad».

    Drogas

    «El atajo fácil, el alcohol, la doga... eso es tiniebla [...] No tenemos idea de lo grave que es esta propuesta tenebrosa, esta corrupción que llega incluso a repartirse en las esquinas de las escuelas [...] Tenemos que defender la cría y a veces este mundo de las tinieblas nos hace olvidar de ese instinto de defender la cría».

    Deuda social

    Septiembre de 2009: «La deuda social es una violación al derecho de desarrollar una vida plena, activa y digna en un contexto de libertad, igualdad de oportunidades y progreso social. Es la violación de un derecho. Y el fundamento ético a partir del cual se ha de juzgar la deuda social como inmoral, injusta e ilegítima radica en el reconocimiento social que se tiene acerca del grave daño que sus consecuencias generan sobre la vida y, por lo tanto, sobre la dignidad humana. Su mayor inmoralidad, dicen los obispos argentinos, reside en el hecho de que esto ocurre en una nación que tiene condiciones objetivas para evitar o corregir tales daños, pero que lamentablemente pareciera optar por agravar aún más las desigualdades. Esta deuda queda entablada entre quienes tienen la responsabilidad moral o política de tutelar y promover la dignidad de las personas y sus derechos y aquelas partes de la sociedad que ven vulnerados sus derechos».

    Si continúa manteniendo este discurso tan social, hablando tantísimo del Pan y la Justicia, denunciando el neoliberalismo, la deuda social, el aborto, la hipocresía clerical, la ideología de género, la esclavitud humana y todo tipo de desigualdades ¡¡Qué poco va agustarle este Papa a los niñatos y niñatas peperos...!! y cuánto va a gustarme a mí.

    Leer las cosas que estoy leyendo me están haciendo ponerme muy contento.
    ¡¡ESTA ES LA IGLESIA QUE EL MUNDO NECESITA!!

    ¡¡VIVA S.S. FRANCISCO I !!
    (Rezaré para que no muera igual que Juan Pablo I)
    Abbendis y Manuel Ribadavia dieron el Víctor.

  18. #58
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Y bueno, creo que Valmadian e Irmao de Cá aportan sensatez. Si bien tengo y tendré reservas, se ha montado un circo mediático impresentable. Mea culpa. Así que nada, a rezar, trabajar y esperar.
    Smetana dio el Víctor.

  19. #59
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    En una presentación que Bergoglio ofreció hace poco más de un año en el Alvear Palace Hotel mientras fue Cardenal, además de denunciar expresamente al neoliberalismo con una de las frases que destacaba el artículo del diario ABC (del cual hago mención un poco más ARRIBA), también subrayó valientemente la importancia de la “justicia social”, la “igualdad de oportunidades”, haciendo mención expresa del daño que hacen a las economías de las naciones las “transferencias de capitales al extranjero” (duro ataque al concepto mundialista de la libre circulación de capitales), expresando abiertamente, y con toda radicalidad, que "debe exigirse la distribución de la riqueza", (no habló en plan conciliador y 'bienpensante' intentando no molestar demasiado, hablando de la necesidad de distribuir la riqueza, ni cosas parecidas. Dijo expresamente QUE SE DEBE EXIGIR, sin mas mandangas y con todas las letras... hablando clarito, tal y como hablaban los Papas de antes...). Mas adelante señaló expresamente la necesidad de "evitar que el empleo de recursos financieros esté moldeado por la especulación". Para centrase finalmente con la denominada “deuda social” —cuestión que, a su juicio, reviste carácter eminentemente “moral”, recordándome ahí a la encíclica Caritas in Veritate de mi estimado Benedicto XVI—, pero hablando bien clarito al afirmar que ésta debe materializarse en la reforma de “las estructuras económicas, para que prevalezca la JUSTICIA SOCIAL”.







    ¡¡ESTE TIPO ES MAGNÍFICO!!
    Última edición por jasarhez; 14/03/2013 a las 23:34

  20. #60
    Avatar de Abbendis
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    Re: Habemus Papam - Francisco I

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    La sola terminología que emplea al referirse tan a menudo a la "Justicia social" me hace asentir.

    Al final me está haciendo recordar tantos y tantos discursos y proclamas que un día se gritaban en las calles de nuestra amada España... Qué magnífico ir y venir de sentimientos opuestos estoy teniendo estos dos días; eso sólo lo puede conseguir algo de tal importancia para uno como es la fe y la esperanza.
    D. Fco. de Bobadilla y jasarhez dieron el Víctor.
    Deus et Victoria.

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