Gracias, es que mi padre era sastre (no es broma) y fué él mismo el que me enseñó a dar puntadas y a leer discursos de José Antonio Primo de Rivera. Y por eso, sí es cierto... cada vez que trato temas sociales, acabo utilizando múltiples citas de este hombre al que admiro muchísimo. Y así voy a seguir haciéndolo, al igual que también cito la Biblia (y ultimamente, incluso, las profecias de San Malaquías, para otros temas). Todo es cuestión de qué estemos hablando, como es lógico... Pero sí, en temas sociales, siempre echo mano del bueno de José Antonio (asesinado por los rojos con la complicidad de las derechas; recordemos los resultados de la votación de su suplicatorio).
Y volviendo a Bismarck, quizás, se equivocaría en muchas cosas, pero en esta política a la que hago referencia no lo hizo. De hecho, como ya he mencionado, solo unos años después muchísimos otros países le copiaron y también frenaron los procesos revolucionarios e hicieron perder efervescencia a las revueltas obreras callejeras. Y es que es lógico, no creo que deba de ser ni siquiera discutido. Imaginemos una plaza pública de cualquier localidad en la que hay familias paseando con niños, abuelitos tomando el sol, jóvenes, etc, etc... Y llega allí algún iluminado predicando la toma del Palacio de Invierno. ¿Sabe Vd. cual es el único factor que decantará que éste sea escuchado o ignorado?. No habría ni que explicarlo... Si las gentes que están esa mañana en la plaza, tienen todas un trabajo (mejor o peor, pero suficiente para correr con los gastos de la vida), sus niños están correctamente escolarizados y no tienen otro miedo a enfermar que el de la enfermedad misma, mientras pasean tranquilos y sus niños juegan felices en los comlumpios, etc, etc... ¡Créame!, solo algún colgado solitario y aburrido le escucharía, y no por otra cosa que por mero aburrimiento, y poco más (quizás algún curioso). Y dejarán de escucharle cuando se aburran o tenga que volver a sus casas o se haya echado encima la hora de ir al encuentro de algunos amigos, etc, etc.
Ahora bien, si en esa plaza un gran porcentaje de los viandantes están sin trabajo, o con un trabajo que no les aporta la menor seguridad. Y el miedo a la enfermedad no se circunscribe al natural miedo por la enfermedad misma, y temen por el futuro de sus hijos, etc, etc... ¡¡créame!! muchos le escucharían. Y cuando las cosas estuvieren aún peor, se enrrolarían en sus filas. No le quepa la menor duda. Y no habría policía suficiente para parar tan ingente marea.
La lucha de clases comenzó cuando un tal Adam Smith pretendió convencernos de que (dado que Rousseau decía que el hombre era bueno por naturaleza) el egoísmo, lejos de ser un pecado, era una virtud que, además, procuraba el bien común de la sociedad. Y eso sirvió para limpiar conciencias y promover ese pecado. El liberalismo creó situaciones de miseria en Europa hoy (todavía) impensables. Luego, no faltaron los pensadores que, aplicando también esos mismos principios egoístas, vieron en la lucha y la unidad de los desfavorecidos, una oportunidad. Podríamos decir que fueron los pecados del liberalismo (y su aplicación económica, el capitalismo), los que trajeron después su antítesis complementaria, los socialismos. Es completamente evidente y comprobable esto que digo.
Y no valen los victimismos de nadie. Son hechos... ante la injusticia, el advenimiento de una guerra (o lucha de cualquier tipo) solo es cuestión de tiempo. Y no sirven de nada las medidas represivas. Ningún gobierno puede mantenerse contra un grueso importante de la población. La situación es tan insostenible que alguien, aunque solo sea por miedo de matar la gallina de los huevos de oro, dice: "vale, está bien... tenéis razón. Las cosas no pueden seguir así".
Ahora bien, una vez creada la bicha, que nadie vaya a pensar que ésta no se va a quedar a la espectativa, precisamente para evitar que, muerta la bicha nacida de la injusticia creada por la otra bicha (que tampoco ha muerto), la hija se vaya a retirar a un convento. Es decir, el socialismo seguirá fuerte y activo, pero controlado, porque sus bases habrán abandonado el espíritu de lucha callejera y comenzarán a trasladarse los problemas a las negociaciones colectivas o a los reglamentos de los gobiernos. Nadie quiere lucha y ni siquiera está por la labor del asociacionismo... De hecho esa es una de las cosas por las que también se ha acusado tantísimo al franquismo. Parecía que el 98% de los españoles coincidieran con el pensamiento del Generalísimo, y tras tener los estómagos satisfechos, casa en propiedad, trabajo seguro y asistencia sanitaria gratuíta, todos parecieran gritar al unísono: "¡Usted haga como yo... y no se meta en política!". ¿Pero es tan difícil de entender ésto para un español que tenga mas de cuarenta años, o incluso ronde los cincuenta o mas año... y lo haya vivido en sus propias carnes. ¿Quién se metía en polítiqueos en aquella época?. Con un par de grises se sofocaban las revueltas de los niñatos pijos que jugaban al mayo del 68 en la universidad, y asunto concluído...
Ambos, socialismo y liberalismo, son dos caras de una misma moneda que jamás debiera de haberse puesto en circulación. Pero esa es otra historia. La solución no pasa por otro sitio que por eliminar (o al menos minimizar en gran medida) las causas que originaron la lucha, para que el peligro de ésta desaparezca (o se minimice en su misma medida).
¿Pero es que alguien puede creerse que desmontando el estado social que pensó Bismarck (y fíjate que aquí no hago ninguna mención al falangismo, ni a las doctrinas de su fundador), no se iban a desatar los mismos demonios que sus políticas domesticaron?. Parece mentira la estúpida visión cortoplacista de nuestros gobiernos.
Un abrazon en Cristo
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