Qué curioso. Yo sabía que los chalados del Palmar de Troya también lo tenían canonizado, pero no me imaginaba algo así en Rusia.
Qué curioso. Yo sabía que los chalados del Palmar de Troya también lo tenían canonizado, pero no me imaginaba algo así en Rusia.
RUSOFOBIA
JUAN MANUEL DE PRADA
SE glosan en estos días con gran regocijo las dificultades que atraviesa la economía rusa, tras las sanciones económicas planificadas desde Estados Unidos y secundadas por sus colonias europeas. En este regocijo trágico y desdentado se resume el camino de perdición que tantas veces Europa ha adoptado ante Rusia, pensando ridículamente que, haciéndola sufrir, acabará poniéndola de rodillas. Cuando lo cierto es (y la Historia lo ha probado repetidamente) que el alma rusa siempre saca del fondo de su sufrimiento un vigor espiritual que la hace más resistente. Ese vigor que, a lo largo de la Historia, Rusia ha extraído de sus padecimientos tiene, además, una vocación «evangelizadora»: a veces, el evangelio luminoso de la Santa Alianza; a veces, el evangelio negro del comunismo. Sólo una época que ha alcanzado la mayor atrofia espiritual de la historia humana puede ignorar esta evidencia; y así se explica que las democracias coloniales europeas, lacayas del Nuevo Orden Mundial, estén cometiendo el error vertiginoso de arrojar a Rusia en brazos de China. Rusia es nuestro único dique de contención contra la barbarie musulmana y el fatalismo asiático; esto es una enseñanza teológica perenne que sólo los espíritus religiosos sabrán entender, pero es también una evidencia geoestratégica que hasta las mentes más gangrenadas por el nihilismo pueden alcanzar, mientras chapotean en su vómito. En la coyuntura presente (como ya ocurrió en otras coyunturas anteriores) el fallo definitivo sobre una Europa podrida corresponde inevitablemente a Rusia; y si Rusia resolviera fallar a favor de Asia (como se le está obligando a hacer) seremos reducidos a una esclavitud aún más oprobiosa que la que ya padecemos.
El regocijo europeo ante el «aislamiento» que obliga a Rusia a volverse hacia Asia es suicida. También lo es la «putinofobia» que los corifeos del neopaganismo de izquierdas y derechas tratan de extender entre las gentes sencillas, presentando a Putin como un sátrapa sediento de poder, cuando en realidad lo odian por su propósito de rehabilitar las maltrechas tradiciones cristianas. Odian al hombre que ha osado afirmar: «En la actualidad, muchos países están revisando sus normas morales, borrando sus tradiciones nacionales y las fronteras entre las diversas etnias y culturas. No sólo se pide a la sociedad respeto al derecho de cada uno a la libertad de pensamiento, a las opiniones de índole política y a la vida privada, sino que también se le exige que haga una equivalencia entre el bien y el mal, lo cual es en verdad extraño, pues son conceptos opuestos. Y tal destrucción de los valores tradicionales no sólo tiene efectos demoledores sobre las sociedades, sino que es también radicalmente antidemocrática, pues es contraria a lo que una mayoría de gentes piensan. Sabemos que cada vez más personas en el mundo apoyan nuestra visión, que tiene como objetivo proteger los valores tradicionales que han constituido a lo largo de milenios el cimiento espiritual y moral de nuestra civilización: los valores de la familia tradicional y de la vida humana genuina, que comprende la vida espiritual de los individuos, no solamente los valores materiales».
Este es el meollo del odio que, a izquierda y derecha, la Europa neopagana profesa a Putin, que no es sino odio (por persona interpuesta) a una Rusia capaz de abrazarse otra vez a su vocación histórica. Y estos odiadores prefieren dejar a Europa desvalida frente al infierno asiático antes que permitir una resurrección de los valores tradicionales que Rusia enarbola, los únicos que pueden salvar a Europa de la esclavitud de hoy y de mañana.
Histrico Opinin - ABC.es - sbado 6 de diciembre de 2014
Aunque sigo la misma línea que Kontrapoder en mi visión crítica de Putin y el putinismo, dejo la traducción del siguiente apoyo que los creditistas sociales han puesto en favor de Putin, por boca de Wallace Klinck.
Wallace Klinck, Comentarios desde Canadá
Ni Vladimir Putin ni ningún otro “ciego guiador de ciegos” va a “salvar al mundo” siempre que este alienante y defectivo sistema financiero continúe en funcionamiento. Putin parece tener un genuino deseo de resolver los problemas internacionales y probablemente merezca igual o incluso más credibilidad que la mayoría de los otros “líderes” mundiales. Desafortunadamente “el camino hacia el infierno está pavimentado con buenas intenciones”, y no hay sustituto ninguno para la acción correcta, en vez de acciones defectuosas basadas en concepciones sinceramente sostenidas pero erróneas. Putin sostiene algunas sanas ideas, pero no percibe el núcleo del problema ni posee, por tanto, la clave para su efectiva y perdurable solución.
Mientras que el mundo siga ateniéndose a las convenciones de contabilidad financiera, que abren una raja creciente entre los ingresos efectivos del consumidor y los precios finales, necesitando incurrir en una escalada de deuda y de producción superflua, todo el planeta se verá conducido inexorablemente a priorizar de manera creciente el comercio exterior, en donde todas las naciones son forzadas a intentar exportar más de lo que importan con el fin de compensar las crecientes insuficiencias domésticas de poder adquisitivo del consumidor. Este proceso lleva a prácticas de negocios viciadas y poco éticas, y a políticas gubernamentales hipócritas y agresivas en medio de una competencia antinatural e incivilizada por los mercados extranjeros, en donde las naciones se obligan a buscar costes de producción menores, pirateando y expoliando los recursos humanos y físicos de otras naciones.
Todas las naciones, entidades económicas, sociales y culturales, e individuos se vuelven enemigas las unas de las otras en el contexto de una situación en donde los gobiernos intentan proporcionar estabilidad económica y social mediante la redistribución de un crecientemente insuficiente ingreso financiero. A causa del enteramente deseado proceso físico de eliminar la necesidad del elemento humano dentro de la producción, consecuencia del uso creciente de la inteligencia artificial y la automoción, un cuerpo de perceptores de sueldos cada vez más decreciente se verá requisado con el fin de apoyar al creciente número de aquéllos que ya no van a trabajar más a cambio de una remuneración financiera. El caos económico y social es el único resultado que se puede derivar de una insensatez como ésa.
El Presidente Putin parece ser un individuo reflexivo. Pienso que quizás la acción más constructiva de parte de los creditistas sociales hoy en día podría ser la de poner el nuevo libro de Oliver Heydorn Social Credit Economics en sus manos y en la de algunos de sus consejeros. Me quedé sorprendido y jubiloso cuando la Televisión Rusa ofreció recientemente una presentación que afirmaba que los americanos estaban trabajando ellos mismos hasta la muerte y estaban dañando su salud en ese proceso. Puede haber más potencial en Rusia para hacer avanzar las ideas del Crédito Social que lo que podríamos suponer. ¡Recuérdese a Peter Propotkin, quien se oponía al socialismo autoritario y denunciaba la escasez artificial! Hemos establecido ahora nuevos contactos en Japón y en España, ¡hagamos llegar nuestro mensaje directamente a lo más alto de Rusia! Puedes escribir al Presidente ruso. Su dirección está anunciada en Internet. Los esfuerzos de América para desacreditar al Presidente Putin y aislar a Rusia son un despreciable y patente acto de hipocresía, y demuestra la medida en que los Estados Unidos constituyen una nación “ocupada”: ocupada por aquellos elementos omnipresentes que buscan realizar sus propios objetivos egoístas mediante el uso de los recursos de la nación cuyas instituciones sus miembros han socavado y sojuzgado.
Paul Craig Roberts escribe artículos perspicaces y centrados. Desafortunadamente, sus prescripciones económicas parecen ser muy ortodoxas y revelan una ignorancia acerca del rol esencial de la finanza en los asuntos nacionales y mundiales, así como de los conceptos básicos filosóficos que deberían fundamentar nuestras actividades económicas modernas. También deberíamos poner un libro de Oliver en sus manos. Podría convertirse en un gran aliado si fuera convencido de la firmeza del Crédito Social. ¿Por qué debería el mundo arrodillarse a perpetuidad ante las políticas fallidas y defectuosas de John Maynard Keynes en lugar de reconocer la sensatez de las de Douglas? ¿Por qué realmente?
Dirección de email del Presidente de Rusia:
Existe un protocolo, por lo que, por favor, léase aquí. Por favor léase el protocolo para cartas antes de enviar alguna carta dirigida al Presidente de Rusia.
Dirección Postal para el envío de mensajes vía correo ordinario: Calle Ilyanka 23, Moscú, 103132, Rusia.
Fuente: ALOR.ORG
Una dosis de sentido común
“En Rusia vivid como rusos! Cualquier minoría, de cualquier parte, que quiera vivir en Rusia, trabajar y comer en Rusia, debe hablar ruso y debe respetar las leyes rusas.
Si ellos prefiere la Ley Sharia y vivir una vida de musulmanes les aconsejamos que se vayan a aquellos lugares donde esa sea la ley del Estado.
Rusia no necesita minorías musulmanas, esas minorías necesitan a Rusia y no les garantizamos privilegios especiales ni tratamos de cambiar nuestras leyes adaptándolas a sus deseos.
No importa lo alto que exclamen “discriminación”, no toleraremos faltas de respeto hacia nuestra cultura rusa.
Debemos aprender mucho de los suicidios de América, Inglaterra, Holanda y Francia si queremos sobrevivir como nación.
Los musulmanes están venciendo en esos países y no lo lograrán en Rusia.
Las tradiciones y costumbres rusas no son compatibles con la falta de cultura y formas primitivas de la Ley Sharia y los musulmanes.
Cuando este honorable cuerpo legislativo piense crear nuevas leyes, deberá tener en mente primero el interés nacional ruso, observando que las minorías musulmanas no son rusas.”
InfoCaótica
Rusia prohíbe conducir a travestis, sadomasoquistas y cleptómanos | Diario CorreoRusia prohíbe conducir a travestis, sadomasoquistas y cleptómanos
La nueva ley, que entró en vigencia esta semana, ha sido criticada por defensores de los derechos humanos.
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09 de Enero del 2015 - 09:30 | Moscú - Rusia adoptó una ley que prohíbe entre otros a los travestis, los sadomasoquistas y los cleptómanos conducir un automóvil, lo que suscita críticas de los defensores de los derechos de los homosexuales.
La ley, que entró en vigor esta semana, prohíbe conducir a cualquier persona afectada por "problemas mentales y de comportamiento", entre los cuales figuran aquellos que tienen que ver con "la identidad de género y las preferencias sexuales".
La lista mencionada en la ley incluye de esa forma los travestis y los transexuales al igual que los fetichistas, los pedófilos, los exhibicionistas, los voyeurs y los sadomasoquitas.
REACCIONES
La ley, que quiere disminuir la cifra de muertos por accidentes de tráfico, ha sido severamente criticada por los defensores de los derechos humanos.
"No entiendo porque los fetichistas, pero también los cleptómanos y los transexuales no pueden conducir un automóvil", opinó en su blog Elena Masiouk, integrante del Consejo de Derechos Humanos ante el Kremlin. "Es una violación de los derechos de los ciudadanos rusos", denunció.
La asociación de abogados de Rusia por los derechos humanos consideró que la ley "muestra la invasión progresiva de las autoridades en la vida privada".
La ley "contradice de forma flagrante las leyes internacionales y rusas", indicó la asociación.
En Rusia la homosexualidad fue considerada un crimen hasta 1993 y una enfermedad mental hasta 1999.
En 2013, el parlamento adoptó una ley que castiga con multas y años de cárcel cualquier tipo de "propaganda" homosexual ante menores.
La referencia a la homosexualidad está de más, porque la ley está pensada para ser aplicada a las personas que sufren los desórdenes de conducta que estipula (como parámetro internacional ) la Organización Mundial de la Salud (una organización que, por lo demás, no tiene nada de objetiva y si algo la destaca es su promoción de la ideología de género). Y en la lista de la OMS NO se incluye a la homosexualidad como desorden: http://www.who.int/classifications/i...ebook.pdf?ua=1 Así que los maricones van a poder seguir conduciendo sus coches en Rusia sin ningún problema.
Última edición por Montealegre; 12/01/2015 a las 00:42
EUROPA Y EL ALMA DE ORIENTE
JUAN MANUEL DE PRADA
Ochenta años después, defender a Rusia vuelve a provocar tantas incomprensiones como en la época en que lo hizo Schubart
LEO en estos días Europa y el alma de Oriente, un libro de un autor por completo olvidado, Walter Schubart (1897-1942) que recomiendo encarecidamente a mis lectores (en Iberlibro se hallan a la venta varios ejemplares), pues les ayudará a comprender mejor el alma rusa, así como sus tensiones con Occidente. La biografía de Walter Schubart es, en verdad, de una ejemplaridad trágica: alemán y rusófilo convencido, emigra de la Alemania nazi, para instalarse como profesor en Riga, desde donde alcanzó cierta celebridad en la década de los treinta como filósofo de la cultura y de las religiones. Cuando los soviéticos se anexionan Letonia, en 1940, Schubart trata de abandonar el país en compañía de su esposa Vera, letona y judía, pero son detenidos y deportados a un campo de prisioneros de Kazajistán, donde ambos fallecerán.
Europa y el alma de Oriente puede leerse como un libro en la órbita del célebre La decadencia de Occidente de Max Spengler. Participa de su visión de las culturas como realidades biológicas que, tras alcanzar su esplendor, decaen hasta perecer. Como Spengler y como tantos otros intelectuales de la época, empezando por nuestro Unamuno, Schubart piensa que la civilización occidental está agonizando; y que su producto emblemático, el «hombre prometeico» (el tipo humano predominante desde la reforma protestante, que a lomos de los avances científicos se empeña orgullosamente en corregir y destruir la Creación) habrá de ser sustituido por un tipo de «hombre mesiánico», llamado a restaurar un orden divino superior; y juzga que ese «hombre mesiánico» será eslavo, y más concretamente ruso. Aunque lastrado por conceptos étnicos y visiones panteístas muy discutibles (y propias de la época), el libro de Schubart contiene pasajes de una clarividencia que asusta (extraordinario es el capítulo que dedica a comparar a los españoles y a los rusos, a los que juzga «hermanos en espíritu»; pero se refiere, claro está, a españoles todavía no desnaturalizados). Sobre todo si reparamos en que fue escrito cuando Rusia estaba dominada por el comunismo, que Schubart considera una perversión del espíritu religioso ruso, que aspira a la hermandad espiritual. Schubart (que tiene la visión de águila del profeta) trata de entender Europa desde el punto de vista ruso, y la relación entreverada de amor y odio que rusos y europeos han mantenido a lo largo de la Historia.
«El Occidente --escribe Schubart-- brindó a la humanidad las formas más estudiadas de la técnica, de la organización estatal y de las comunicaciones; pero le robó el alma. Misión de Rusia es devolvérsela. Rusia posee precisamente las fuerzas espirituales que Europa perdió o destruyó. Rusia es un trozo de Asia y a la par un miembro de la comunidad cristiana de los pueblos; en ello estriba lo peculiar y único de su misión histórica. Solamente Rusia reúne condiciones para infundir nuevamente alma a una generación estragada por el afán de poderío y anquilosada en el positivismo. ( ) Parece una afirmación atrevida, pero hay que hacerla con toda decisión: Rusia es el único país que puede redimir y redimirá a Europa». Ochenta años después, defender a Rusia vuelve a provocar tantas incomprensiones como en la época en que lo hizo Schubart. El «hombre prometeico» (Nuevo Orden Mundial) odia a Rusia con todas sus fuerzas, aunque lo disfrace de odio a Putin; y trata de asfixiarla económicamente, de orquestar burdas campañas de intoxicación mediática y operaciones de falsa bandera con el inconfundible tufillo de los guisos de Langley. Pero le dará igual: Rusia, tarde o temprano, vendrá a redimir a Europa; sólo deseo que cuando lo haga no esté enfadada.
Histórico Opinión - ABC.es - lunes 9 de marzo de 2015
Lo malo aquí es que el autor de las imágenes, que supongo anglófono, ha escrito "America".
Última edición por Montealegre; 06/05/2015 a las 04:12
Madre Rusia
Hace casi 100 años, la Virgen de Fátima se le apareció a tres pastorcillos portugueses anunciando la conversión de Rusia, que por entonces (1917) se encontraba sumida en la bárbara subversión marxista. Casi un siglo después, la Rusia de Putin, como muchas veces ha dicho Juan Manuel de Prada en sus artículos, es la esperanza de la Europa cristiana, aun tratándose de un país ortodoxo.
El Occidente de hoy (los restos de la Cristiandad carcomidos por el marxismo cultural y el neoliberalismo) es una caricatura simiesca de la Europa de las Cruzadas, un absurdo ente arancelario cuya mayor seña de identidad es la blasfemia salvaje, como aquellos que decían ser Charlie Hebdo. Pues no señor, aquí los únicos "Charlies" que queremos ser son Carlos Martel y Carlomagno.
Cada vez que le doy mas vueltas al tema, entiendo porqué los amos del mundo prefieren el liberalismo relativista al marxismo dogmático. Todos los países que antaño estuvieron bajo el yugo comunista y se zafaron de él, han visto resurgir su fe. La prohibición de la religión y su persecución no hicieron sino avivar la llama del Paráclito sobre su lucha. Allá tenemos a Rusia, Polonia, Hungría, Croacia, Serbia... En cambio, aquí en Occidente, la irreverencia constante hacia lo sagrado se ha convertido en algo tristemente habitual. Incluso la catoliquísima Irlanda, acaso el país más cristiano de Occidente, ha aprobado recientemente el matrimonio sodomita. El liberalismo pues, ha demostrado ser más eficaz y sinuoso a la hora de derrumbar la religión, pues lo hace sigilosamente, infiltrándose en ella (Concilio Vaticano II, donde estuvieron presentes teólogos protestantes para elaborar la nueva "misa") y no combatiéndola desde fuera, como hace el marxismo. Incluso en países bajo régimen marxista como la Nicaragua sandinista, se encuentra prohibido el aborto, mientras las pataletas de las ONGs como Planned Parentood claman al cielo por la "salud reproductiva" (¿y la salud del niño?). Así pues, tanto el liberalismo como el marxismo tienen un mismo amo, como decía el padre Castellani: el Diablo. Putin ha dicho que "quien añora a la Unión Soviética no tiene corazón, quien la desea de vuelta no tiene cabeza". Putin, un hombre de sincera fe, bautizado por su madre a escondidas de su padre, miembro del Partido Comunista.
Así pues, con Rusia compartimos muchísimas semejanzas. España es celtíbera, goda y católica romana. Rusia es eslava, varega y ortodoxa bizantina. Ambas abrieron el mundo conocido: nosotros en las Indias, ellos en Siberia, llegándonos a encontrar incluso en Alaska. Ellos han soportado el marxismo, nosotros todavía agonizamos bajo el liberalismo. Y, realmente, no es una Rusia, sino que son varias Rusias (al igual que hay varias Españas): la Grande, la Blanca, y la Pequeña (Ucrania, que viene a ser algo así como el Portugal moscovita).
Ya en la Rusia zarista, numerosos intelectuales abogaban por una Europa bajo el liderazgo de Rusia
(todo envuelto en paneslavismo y la profecía de la Tercera Roma). Solzhenitsyn en su día, y ahora el
profesor Alexander Dugin, no hacen sino confirmar la palingenesia de la antigua Rus, el sepulcro de la vieja Fe. Sólo el filioque separa la ortodoxia fociana de la Fe Católica. Su Alteza Don Sixto ha comentado acerca del tema que la voluntad antiimperialista de Rusia de recuperar Crimea despertará la nuestra. Y solo si llegase a haber una gran confederación eurasiática, de Iberia a Siberia, de Dublín a Vladivostok, de naciones cristianas, combatiremos el capitalismo usurero y la globalización. Y, yendo más lejos, si Rusia incluye a Siberia, ¿por qué no incluir nosotros a Hispanoamérica?
España ha de parar de mirar al gigante con pies de barro que está al otro lado del gran charco que un día cruzamos para descubrir un Nuevo Mundo; y dejar de darle la espalda a su hermana Rusia, pues
un día no muy lejano, ellas retornarán la Cruz como signo del Imperio de Roma.
Reino de Granada
Putin, o Restaurador
Diante dos movimentos de Putin, fica cada vez mais difícil manter a propaganda neo-con. A promoção do patriotismo, que passa pelo resgate da história pátria, sem que isso leve à negação do passado soviético, facto que indica a confiança maturidade dos russos, mais não é do que a preparação para a restauração das Rússias. Porém, não me parece que a sucessão passará pelos candidatos conhecidos publicamente, especialmente pelo Príncipe Miguel de Kent e pelo Grão Duque Jorge Mikhailovich, figuras sob influência, respectivamente, dos Saxe-Coburgo-Gotha e dos Bourbon actualmente em posse do trono "espanhol".
Ainda não posso fazer mais do que especular, porém, me parece que há um Romanov ainda não conhecido do público, ao menos como tal, sendo preparado para a sucessão, e a vinda dos Romanov, especialmente do Príncipe Dimitri Romanovich, servirá apenas para confirmar a sucessão. Caros, algo em grande está para acontecer e a única coisa que posso garantir é que o grupo de São Petersburgo voltará a nos surpreender, como tem sido habitual desde que conseguiram chegar ao poder. Aos neo-cons, resta apenas o recurso ao silêncio. Quanto a nós, legitimistas portugueses, acho que não resta dúvida a respeito de quem devemos procurar para garantir apoio externo quando chegar a hora da restauração, e a Putin interessará ganhar aliados responsáveis e que sabem onde querem chegar, e como lá chegar...
Vladimir Putin 'wants' to reinstate Russia's royal family and bring back the Tsars
Prometheo Liberto
Arte sacro en Nizhni Nóvgorod
Visitamos el taller de Iconos de Nizhni Nóvgorod,en la Catedral de Alejandro Nevski, donde desde hace más de 20 años un grupo de artistas retomaron el arte sacro, prácticamente abandonado durante los años de la Unión Soviética
https://www.youtube.com/watch?v=qCht-Mj3pjE
PUTIN EN LA ENCRUCIJADA
JUAN MANUEL DE PRADA
SOLZHENITSYN definió así a Putin: «Tiene un espíritu penetrante y comprende todas las enormes dificultades que ha heredado. Hay que destacar su extraordinaria prudencia y su juicio equilibrado». No nos atreveremos a afirmar que Solzhenitsyn fuera infalible como Dios, pero desde luego su juicio profético nunca falló; y, tras padecer el infierno del gulag en sus propias carnes, nos descubrió que Occidente sólo podría salvarse del nihilismo materialista que la conducía al barranco mediante una restauración moral y religiosa. No diremos que Putin encarne tal restauración; pero es el único gobernante capaz de promoverla o auspiciarla, pues como él mismo ha afirmado, en un célebre discurso «las naciones euroatlánticas están rechazando actualmente sus raíces, incluyendo los valores cristianos que constituyen el fundamento de la civilización occidental. Están negando los principios morales y toda identidad tradicional: nacional, cultural, religiosa e incluso sexual. Están desarrollando políticas que equiparan las familias numerosas con las parejas del mismo sexo, la fe en Dios con la fe en Satanás».
El odio azufroso que el Nuevo Orden Mundial profesa a Putin nos revela, en fin, que, aunque tal vez no sea ningún santo, es al menos el katejon (y quienes entiendan este término paulino saben a lo que me refiero) que impide su hegemonía. Que el NOM y sus órganos de propaganda, siempre afanados en promover la demogresca con su guirigay de voces encontradas, se hagan voz unánime para execrar a Putin es la garantía más evidente de que el presidente ruso merece nuestro crédito. El NOM odia a Putin porque ha devuelto la dignidad a Rusia, entendiendo citamos de nuevo sus palabras que «sin los valores enraizados en el cristianismo, sin las normas de moralidad que han tomado forma a lo largo de dos milenios, los pueblos perderán su dignidad humana». Y, mediante la intoxicación, el NOM trata de inculcar ese odio en un Occidente apóstata y nauseabundo, convertido en lamedero de ojetes oferentes y en pasarela de úteros raspados.
Sólo así se entiende que las masas cretinizadas se traguen las burdas intoxicaciones que se están lanzando estos días. Rusia no está bombardeado a la «oposición democrática» de Al Assad, por la sencilla razón de que en Siria jamás existió tal cosa; semejante fantasía es un trampantojo urdido por el NOM, que no tuvo empacho en armar, financiar y entrenar orcos mahometanos. Y, no contento con haber provocado en Siria una innumerable mortandad de inocentes (siempre con la coartada grotesca de «expandir la democracia»), el NOM trata ahora de desprestigiar con intoxicaciones burdas (lanzadas, ¡oh sorpresa!, lo mismo desde Sión que desde Riad, lo mismo desde Langley que desde las colonias de la Unión Europea) la campaña rusa en Siria, que al fin planta batalla a las alimañas terroristas que están decapitando cristianos y vaciando el país, para fomentar la expansión del islam en el pudridero europeo.
Lanzando un ataque contra esos orcos mahometanos Putin nos vuelve a probar que Rusia es la única alternativa posible al Nuevo Orden Mundial; y el único dique contra la invasión mahometana que le resta a una Europa inane y apóstata, ahogada en su propio vómito terminal. Si Putin sale victorioso del envite, esa alternativa restauradora cobrará una envergadura esperanzadora y temible; por eso el NOM procurará con todas sus fuerzas el fracaso de la ofensiva rusa en Siria (hoy mediante burdas intoxicaciones, mañana quién sabe si dotando a las alimañas mahometanas de misiles antiaéreos). Es verdad que Putin se halla en una encrucijada; pero todas las encrucijadas tienen forma de cruz. Quiera Dios que algún día recordemos Siria como un nuevo Lepanto.
Histórico Opinión - ABC.es - sábado 3 de octubre de 2015
Vladimir Putin, un estadista singular.
Padre Alfredo Sáenz (1-2)
Hace algunos meses publicábamos, no sin algunas críticas de ciertos lectores, la posición de Putin en la actualidad y el papel que tiene en la politica contemporánea. Aquí y aquí
Presentamos ahora la conferencia que pronunció nuestro maestro, el Padre Alfredo Sáenz, SJ, gran conocedor del mundo ruso, en el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires el pasado 7 de mayo de 2015.
La misma ha sido transcrita en la prestigiosísima revista católica argentina, Gladius, cuya lectura recomiendo vivamente.Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi
Vladimir Putin, un estadista singular[1]P. ALFREDO SÁENZAntes de entrar en el tema, algunas palabras muy sintéticas sobre la historia de Rusia, ya que no suele ser demasiado conocida. Los orígenes del cristianismo en dicha nación se remontan al año 988 y coinciden con el bautismo del príncipe Vladímir, acontecido en Constantinopla, al que siguió la evangelización del principado de Rus’ con sede en Kiev. Todo ello aconteció antes de la separación de Roma. Dicho nuevo reino comprendería, con el tiempo, un amplio espacio geográfico, hoy ocupado por Rusia, Ucrania y Bielorusia, primera forma política organizada de las tribus eslavas orientales que adhirieron al cristianismo, constituyéndose así el pueblo ruso. La escritura rusa, que representa el quicio fundamental de una cultura, fue allí introducida por la difusión del cristianismo entre las tribus eslavas a través de la creación de los caracteres cirílicos. Ello, gracias a dos grandes santos, Cirilo y Metodio.
Tiempo más adelante aconteció la invasión de los mogoles, que cubrieron el mapa de la vieja Rus’. El pueblo ruso, un pueblo entonces acosado, encontró su sostén en la Iglesia. En ese período, el centro religioso y político fue transferido de Kiev a Vladímir en 1299 y luego a Moscú en 1322. Durante esos años los príncipes se fueron capacitando para enfrentar a los mogoles, y bajo el mando del príncipe Dimitri Donskoi, vencieron definitivamente al ejército mogol en la batalla de Kulikovo.
En 1453 Constantinopla, a la que adhería la Iglesia rusa, fue conquistada por el Imperio Otomano. El principado de Moscú, que no cayó en poder de los turcos, realzó la importancia de esta ciudad que fue llamada Tercera Roma y Constantinopla. Los zares consideraron a Rusia el heredero legítimo del Imperio Romano de Oriente.
Bajo el gobierno de Pedro el Grande y de Catalina la Grande, la Iglesia ortodoxa se vio subordinada al ámbito político. Tras la caída del último zar, Nicolás II, el bolchevismo llevó adelante una gigantesca obra de laicización del pueblo ruso.
1. LA FIGURA DE PUTIN
Vladímir Putin nació en “Leningrado”, la antigua San Petersburgo, el 7 de octubre de 1952, en el seno de una familia muy modesta, su madre lo hizo bautizar en la catedral de la Transfiguración de aquella ciudad, y ello en el mayor secreto. El padre era militante del Partido Comunista. Sólo en 1996 Vladímir se enterará de que había sido bautizado. Toda su juventud se desarrolló en Leningrado. En esos años sintió deseos de servir a su país en el campo de la información, más concretamente, en la KGB. En Leningrado funcionaba una de las más prestigiosas universidades soviéticas, donde estudió Derecho. Ya miembro de la KGB fue enviado en 1985 a Dresde, en Alemania del Este.
Tal destino sería providencial porque le dio ocasión de asistir, en 1989, a los graves acontecimientos que conmovieron a Alemania del Este. La KGB no sabía cómo enfrentar la situación, esperando de Moscú instrucciones que nunca llegaron. Pronto vendría la disolución del Pacto de Varsovia y el naufragio de la Unión Soviética. “Con este asunto de ‘Moscú no responde’, tuve la sensación de que el país no existía más. Había desaparecido. Era claro que la Unión Soviética había entrado en agonía, en su fase terminal”, dirá Putin en el 2000. En enero de 1990, sin esperar el hundimiento de un sistema que ya se mostraba inevitable, dejó el servicio activo de la KGB y volvió a Leningrado para acabar su tesis de doctorado.
¿Qué haría entonces en el campo político? Se le ocurrió ofrecerse a Boris Yeltsin, de quien fue colaborador directo, pero éste renunció el 31 de diciembre. Dicha circunstancia colocó a Vladímir Putin a la cabeza del Estado, antes de ser elegido triunfalmente, unos meses después, en marzo de 2000, presidente de la Federación de Rusia. Extraordinario asenso de alguien que nunca quiso “hacer carrera”, y del que Solzhenitsyn diría, después de haberlo encontrado en septiembre de 2000: “Tiene un espíritu penetrante, comprende pronto y no tiene ninguna sed personal de poder. El Presidente comprende todas las enormes dificultades que ha heredado. Hay que destacar su extraordinaria prudencia y su juicio equilibrado”. Por lo que puede preverse, tomaría otros caminos que los preferidos por las democracias occidentales.
Basta considerar el perfil de algunos miembros actuales de Gobierno, para apreciar la competencia, la experiencia y el desinterés que exige Putin de los que lo acompañan en su elevada gestión política. De los treinta y tres miembros con que cuenta, todos son titulares de diplomas universitarios, en Derecho, Economía, Ciencias, Ingeniería, etc., con amplia experiencia profesional. El principal de ellos es Dimitri Medvedev, que estudió Derecho. En 2005 Putin lo nombró Vicepresidente de su gobierno. En marzo de 2008, a los 42 años, fue elegido Presidente de la Federación de Rusia en reemplazo de Putin, a quien la Constitución le impedía tener un nuevo mandato, pero no el ejercer las funciones de Primer Ministro, cargo que le dio Medvedev. Los dos hombres se entienden perfectamente. Medvedev es una personalidad más conciliadora que la de Putin, pero se ha mostrado tan enérgico como él, tan determinado como él a hacer respetar la ley y restaurar la grandeza del país. En 2012, Medvedev terminó su mandato presidencial. Entonces fue reelecto Putin, retomando el poder, y nombró a Medvedev Primer Ministro, lo que da gran estabilidad a Rusia.
2. EL DESPERTAR DE RUSIA FRENTE A UNA EUROPA VACILANTE
Putin sostiene que Rusia ha pasado por un desierto espiritual, camino a un reencuentro con sus raíces. Así, dice, “los rusos han vuelto a la fe cristiana sin ninguna presión por parte del Estado ni tampoco de la Iglesia. La gente se pregunta por qué. La gente de mi edad se acuerda del Código de los constructores del comunismo… Cuando ese Código dejó de existir, se hizo un vacío moral que no se podía colmar sino retornando a los valores auténticos”.
Fue sobre todo con ocasión de los Congresos que se realizan en Valdai donde Putin nos ha dejado sus reflexiones más inteligentes. En dichos Congresos, que se efectúan todos los años, participan unos doscientos expertos y periodistas, líderes políticos y espirituales, filósofos y hombres de la cultura, de Rusia, Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania y China. Putin ve todo un símbolo en el hecho de que Valdai, el sitio elegido para esos Congresos, se encuentre geográficamente en un lugar “fundacional” de la antigua Rus’.
Precisamente en uno de esos Congresos, el de 19 de septiembre de 2013, destacó Putin la conveniencia de haber elegido este lugar: “Estamos en el centro de Rusia, no en un centro geográfico, sino espiritual”. Es justamente, señala, en la región de Nóvgorod, a la que pertenece Valdai, la cuna donde nació la primera Rusia, la Rusia cristiana. Putin ha asistido a varios de esos Congresos, aprovechando la ocasión para pronunciar allí enjudiosos discursos. En el del 10 de noviembre de 2014 aprovechó para decir que en esos actos él se expresaba con total libertad: “Voy a hablar clara y sinceramente. Algunas cosas pueden parecer duras. Pero si no hablamos directa y sinceramente de lo que realmente pensamos no tendría sentido reunirse en esta forma. Entonces habría que reunirse en alguna reunión diplomática, donde nadie dice nada claro y, recordando las palabras de un conocido diplomático, podemos indicar que la lengua e dio a los diplomáticos para no decir la verdad”.
Pues bien, en el discurso del 19 de septiembre al que acabamos de aludir, habló de su propósito de restaurar la Rusia tradicional, que nació cristiana y patriótica. Frente a la prensa reunida dedicó Putin una buena parte de su discurso al tema de la identidad nacional rusa. Allí dijo: “Para nosotros, porque estoy hablando sobre los rusos y acerca de Rusia, las preguntas; ‘¿Quiénes somos? ¿Qué queremos ser?’ suenan en nuestra sociedad cada vez más fuerte. Hemos dejado atrás la ideología soviética y no hay retorno. Está claro que el progreso es imposible sin lo espiritual, cultural y la autodeterminación nacional. De otra manera no seremos capaces de soportar los desafíos internos y externos, y no podremos tener éxito en la competencia global”.
El acercamiento de la Iglesia y el Estado se intensificó por dos hechos: la elección en 2009 de Cirilo, obispo de Smolensk, como Patriarca de Moscú y de toda Rusia, y el retorno al poder de Putin en 2012. En el famoso discurso del 19 de septiembre de 2013, donde con su alocución ceró el Congreso dedicado al tema “La diversidad de Rusia ara el mundo moderno”, no temió afirmar su convicción de la necesidad de volver a la fe. Allí dijo: “Mucha gente de los países europeos están avergonzados y tienen miedo de hablar de estas convicciones religiosas. Las fiestas religiosas se están eliminando o se les está cambiando el nombre, escondiendo la esencia celebración”. En esa misma alocución hizo un llamado a la población rusa para fortalecer una nueva identidad nacional basada en los valores tradicionales, como los que posee la Iglesia Ortodoxa, advirtiendo que el lado oeste del país estaba enfrentando una crisis moral. Al hablar del “lado oeste del país” ¿no se estaría refiriendo a la zona rusa colindante con la Europa que va perdiendo la fe?
Al parecer, lo que quería Putin era impulsar a su pueblo –ruski mir– a retornar a la fe de sus padres, sobre todo ante el espectáculo de una Europa que parecía querer olvidar sus raíces católicas. No deja de resultar sugerente que en el año 2012 Putin haya pedido ser bendecido con la imagen de la Virgen de Tiflin, costumbre que tenían los zares de Rusia a partir de Iván el Temible. En el mismo discurso en Valdai al que acabamos de aludir, se animó a decir:“Rusia es uno de los últimos guardianes de la cultura europea, de los valores cristianos y de la verdadera civilización europea”. Fustigó a continuación a esa Europa que renuncia a sus raíces.
De hecho, Rusia ha conocido un reflorecimiento religioso tras la caída del comunismo. Si en 1988, antes del derrumbe de la Unión Soviética, la Iglesia Ortodoxa contaba con 67 diócesis, 21 monasterios, 6893 parroquias, 2 academias y seminarios, en 2008 contaba con 133 diócesis, más de 23.000 parroquias, 620 monasterios, 32 seminarios, 1 instituto teológico, 2 universidades ortodoxas. Entre 1991 y 2008, la cuota de adultos rusos que se consideraban ortodoxos creció del 31% al 72%, mientras que la cuota de la población rusa que no se consideraba de ninguna religión bajó del 61% al 18%.
La posición de Putin es clara, como lo deja traslucir con toda contundencia la misma alocución pronunciada en Valdai. Extractemos algunos párrafos. “Cada país tiene que tener fortaleza militar, tecnológica y económica, pero sin embargo lo principal que determinará el éxito, la calidad de los ciudadanos, de la sociedad, es su fortaleza espiritual y moral”. Por eso, agregará, el país deberá considerarse como una nación con su propia identidad, con su propia historia, con sus propias tradiciones. Solo así sus miembros podrán unirse para un fin común. “En ese sentido, la cuestión del encuentro y el fortalecimiento de la identidad nacional es realmente fundamental para Rusia”. Las diversas catástrofes del siglo XX, agregó, tuvieron como consecuencia un golpe devastador a la cultura nacional rusa y sus códigos espirituales, así como la consiguiente desmoralización de la sociedad.
Insistió Putin durante el mismo discurso en la gravedad de la apostasía de Europa: “Otro desafío serio para la identidad de Rusia está relacionado con algunos eventos que se produjeron en el mundo. Son dos temas: la política extranjera y el aspecto moral. Podemos apreciar cómo muchas de las naciones euro-atlánticas están rechazando actualmente sus raíces, incluyendo los valores cristianos que constituyen el fundamento de la civilización occidental. Están negando los principios morales y toda identidad tradicional: nacional, cultural, religiosa e incluso sexual.Están implementando políticas que equiparan las familias numerosas con parejas del mismo sexo, la fe en Dios con la fe en Satanás”. Y prosigue: “La gente en muchas naciones europeas se siente avergonzada o temerosa de hablar de su filiación religiosa. Las fiestas religiosas son abolidas o bien toman un nombre distinto; su significado permanece oculto, tanto como su origen moral. Y se está tratando de exportar agresivamente este modelo a todo el mundo”.
Hay, pues, en la vieja Europa, un profunda degradación moral. “Sin los valores enraizados en el cristianismo…, sin las normas de la moralidad que han tomado forma a lo largo de un milenio,los pueblos perderán su dignidad humana. Nosotros consideramos natural y recto defender esos valores. Uno debe respetar los derechos de las minorías, pero los derechos de la mayoría no deben ser puestos en cuestión”. Y concluye: “Yo creo profundamente que el desarrollo personal, moral, intelectual y físico deben permanecer en el corazón de nuestra filosofía. Antes de 1990 Solzhenistsyn afirmó que el objetivo principal de la nación debería ser preservar a la población después de un muy dificultoso siglo XX”.
3. SIGNOS DE RESURRECCIÓN ESPIRITUAL
Rusia vive un profundo renacer de la religión allí tradicional, la llamada Ortodoxia. Este renacimiento parece un verdadero milagro luego de las más de siete décadas de comunismo soviético en el curso del cual millones de cristianos, ortodoxos y católicos han sido asesinados o apartados de practicar su religión. Actualmente se asiste en Rusia a un admirable retorno, sobre todo a la liturgia La Pascua sigue siendo la más importante celebración de la Rusia moderna como lo prueban las iglesias llenas de gente de todas condiciones que van allí a rezar y a confesarse.
El mismo Putin, así como el Primer Ministro Dimitri Medvedev, en comunión con su pueblo asisten cada año al oficio pascual celebrado por el Patriarca en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú. Pero ello no es todo. Si bien es cierto que la Constitución rusa de 1993 parece mostrar cierto carácter laicista, semejante a las Constituciones de varios países de Europa, sin embargo Putin ha hecho lo posible por favorecer a la Iglesia Ortodoxa, apoyándose en su doctrina. El 19 de noviembre de 2010, hizo votar por la Duma, es decir, el Congreso Nacional, una ley por la que se autorizaba la devolución a la Iglesia de todos los bienes que le habían sido arrebatados por el Estado y las municipalidades, a partir del triunfo de la Revolución bolchevique. El 8 de febrero de 2012, prometió el otorgamiento de subvenciones por cerca de 80 millones de euros para financiar diversos proyectos de renovación de la Iglesia Ortodoxa. Incluso creemos haber leído que dispuso que hubiera capellanes en las Fuerzas Armadas. Agreguemos el coraje que exhibió al ordenar el traslado de los restos de la familia imperial, vilmente asesinada por orden de Lenin, a San Petersburgo, donde les hizo dar una digna sepultura, confesando y comulgando en dicho día.
Una anécdota esclarecedora. Hace unos años el rey de Arabia Saudita visitó a Putin en Moscú. Antes de partir le dijo que quería comprar un terreno grande, y allí edificar, con dinero totalmente árabe, una gran mezquita en la capital rusa. “No hay problema -le respondió Putin- pero con una condición: que autorice que se construya también en su capital una gran iglesia ortodoxa”. “No puede ser”, repuso el rey. “¿Por qué?”, preguntó Putin. “Porque su religión no es la verdadera y no podemos dejar que se engañe al pueblo”. A lo que Putin replicó: “Yo pienso igual de su religión y sin embargo permitiría edificar su templo si hubiera correspondencia. Así que hemos terminado el tema”.
De hecho la Iglesia es considerada por el Kremlin un aliado fundamental del Estado, destinada a custodiar la identidad espiritual y cultural de Rusia. Así como el Kremlin promueve a la Iglesia como sociedad que representa los valores de la nación, de manera semejante la Iglesia considera oportuno colaborar con las autoridades políticas para promover medidas que protejan la familia y salvaguarden la moralidad pública.
Consideremos algunos casos de dicha colaboración. Uno de ellos es la ley anti-blasfemia que fue votada por la Duma como consecuencia de un episodio deleznable. Tres mujeres feministas se habían exhibido en el interior de la Catedral de Cristo Salvador en Moscú, ubicándose en la parte más sagrada del presbiterio, con música rock de fondo, de carácter irreverente. Las autoridades políticas lo consideraron un gesto claramente vandálico, condenándolo categóricamente y castigándolo como correspondía, mientras que para las autoridades eclesiásticas fue una profanación blasfema. Los medios de comunicación occidentales mostraron el episodio como una violación de los derechos humanos por parte de las autoridades políticas y de persecución a artistas “creativos”. La Iglesia, por su parte, ha apoyado las nuevas normas del Gobierno que limitan el acceso al aborto y la ley introducida por Putin según la cual se prohíbe publicar cualquier material que fomente la homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad y la transexualidad, sobre todo si busca influir en los menores de edad. Los manifestantes que en cierta ocasión quisieron hacer pública en las calles su arrogancia “gay”, fueron hostigados al grito de “¡Moscú no es Sodoma!”.
En su famoso discurso en Valdai en septiembre de 2013, Putin incluyó una altiva respuesta a los reiterados llamados de Occidente a boicotear los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, debido a la ley rusa que prohíbe la promoción de la homosexualidad. Tras dicho discurso, los asistentes al Congreso pasaron al comedor, donde se encontraba el ex presidente de la Comisión Europea Romano Prodi. Allí Putin bromeó aludiendo a la larga amistad que tenía con Prodi, y también con su enemigo, el ex presidente del Consejo de Ministros italiano Silvio Berlusconi, afirmando que “Berlusconi estaba siendo juzgado por vivir con mujeres, pero si fuera homosexual nadie le pondría un dedo encima”. Al mismo tiempo, el Estado promueve abiertamente el carácter sacramental del matrimonio tal como lo entiende la Iglesia. Se comprende la inquina del Occidente post-cristiano.
Como puede verse, Putin ha asumido expresamente la defensa de la familia tradicional. El 11 de febrero de 2013, se realizó un encuentro entre el Gobierno y las autoridades religiosas. Allí el jefe de Estado señaló la necesidad de reconocer a la Iglesia Ortodoxa mayor espacio en las discusiones políticas tocantes a cuestiones como la familia, la instrucción de los jóvenes y el espíritu patriótico. Respecto a la defensa de tales valores, y en particular de la familia, en varias ocasiones Putin ha querido mostrar su voluntad de que en este campo Rusia retorne a los valores tradicionales de la sociedad. A tal fin ha señalado el alto aprecio que tiene de la familia, entendida como elemento fundante para el desarrollo del Estado y de la sociedad, y la actuación de una estrategia política y social que la favorezca, contribuyendo así de un modo decisivo a invertir la corriente demográfica fuertemente negativa que afligió a Rusia en los últimos decenios. Si se tiene en cuenta el hecho de que “el invierno demográfico” que ha golpeado a esa gran nación entre los años 1990 y 2005 manifiesta hoy una situación común a la de la mayor parte de los Estados europeos, no hay duda de que en esta materia el actual modelo ruso constituye un ejemplo a nivel internacional. Varias veces Putin se ha referido a los ataques que se llevan a cabo contra la institución familiar. Esto explica por qué Rusia está tan atenta a la cuestión demográfica. La protección de los derechos y los intereses de la familia, de la maternidad y de la infancia son una cuestión prioritaria para las autoridades públicas. Los actuales dirigentes parecen entender que el problema de la reducción de la natalidad no es atribuible sólo a motivos económicos, sino que tiene raíces más profundas, de carácter cultural, lo que explica la necesidad de intervenir también en el campo de la educación y de la información. El sistema de vida capitalista y globalizado crea una peligrosa tendencia que atenta contra la sociedad. Putin lo afirma sin vueltas: “La crisis de la sociedad humana se expresa principalmente en la pérdida de su capacidad reproductiva”. Gracias a las medidas del Gobierno, en Rusia se ha reducido drásticamente el número de abortos y se ayuda a la mujer embarazada del segundo hijo, por el equivalente de 10.000 dólares, y con terrenos para el tercer hijo.
En un discurso en la Asamblea Federal el jefe de Estado, así se expresó: “Hoy, muchas naciones están revisando sus valores morales y normas éticas, erosionando tradiciones étnicas y diferencias entre pueblos y culturas. La sociedad es ahora requerida no solamente a reconocer el derecho de cada uno a la libertad de conciencia, sino también a aceptar sin condicionamiento la igualdad del bien y del mal, por extraño que ello parezca, conceptos que son totalmente contrarios… Nosotros sabemos que cada vez hay más pueblos en el mundo que sostienen nuestra posición de defender los valores tradicionales, que han hecho las bases espirituales y morales de la civilización de cada nación por miles de años: los valores de familia tradicionales, la realidad de la vida humana, incluyendo la vida religiosa, y no sólo de la existencia material sino también lo espiritual y los valores del humanismo y de la diversidad global. Por supuesto que esta es una posición conservadora. Pero en palabras de Nicolás Berdiaev, el punto de vista del conservadorismo no es el de prevenir movimientos de hacia y para, sino el de prevenir movimientos para atrás y para abajo, en una oscuridad caótica y un retorno al estado primitivo”.
Gracias a Dios, Putin se siente acompañado en la defensa de los valores tradicionales por el Patriarca de Moscú, Monseñor Cirilo, hombre lúcido y valiente. De él hemos tratado largamente en un comentario que hicimos a su libro “Libertad y responsabilidad: en búsqueda de la armonía”, Moscú 2009. Ver nuestra reseña en la revista Gladius, n° 80, año 2010, pp. 138-144.
continuará
[1] Alfredo Sáenz, “Vladimir Putin, un estadista singular”, en Gladius 93 [2015], 33-50). Los resaltados son nuestros.
Vladimir Putin, un estadista singular. Padre Alfredo Sáenz (1-2) | Que no te la cuenten
Última edición por Hyeronimus; 03/10/2015 a las 12:29
La reinvención de Rusia en la posmodernidad – Por Laureano Brantiz Gómez
September 19, 2017 agustin Artículos, Laureano Brantiz Gómez, Slider 1
Mucho se habla de la Rusia post-guerra fría: cómo tuvo que reorganizarse, adaptar su política exterior, desarrollar internamente un modelo democrático y cómo tuvo que volver a encontrar su lugar de hegemón en este mundo globalizado. En una palabra, cómo tuvo que reinventarse tras la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Pero para poder entender este proceso, primero es necesario conocer cuáles son las fuerzas profundas que operan en la Federación Rusa.
“Las condiciones geográficas, los movimientos demográficos, los intereses económicos y financieros, las características mentales colectivas, las grandes corrientes sentimentales, nos muestran las fuerzas profundas que han formado el marco de las relaciones entre grupos humanos y que, en gran medida han determinado su naturaleza” (Renouvin y Duroselle, 2000: 9, 10).
Como vemos en la afirmación de Renouvin y Duroselle, estas fuerzas representan una amplia gama de rasgos persistentes en el tiempo que contribuyen a moldear la identidad (en este caso) rusa. Siguiendo con el lineamiento planteado por Zubelzú (2007), se complementan a las fuerzas profundas, las fuerzas organizadas: considerando entre éstas a actores estatales, burocracia, agencias, etc. La necesidad de este complemento se debe a que, en varios casos, las fuerzas organizadas operan suavizando o realzando esas fuerzas profundas. Destacándose en Rusia el papel de un poderoso y centralizado gobierno, el de la Iglesia Ortodoxa, entre otros.
Entre el conjunto de fuerzas profundas presentes en la sociedad rusa, Zubelzú (2007) destaca las siguientes: el externalismo, el mesianismo, el nacionalismo. Estas son las fuerzas que van a permitir explicar la reinvención de Rusia en la posmodernidad, y su proyecto inscripto en “La Cuarta Teoría Política” de Aleksander Dugin, el “Rasputín de Putin”.
Las fuerzas profundas
Estos rasgos identitarios, son los que permiten a Rusia definir lo que los une como comunidad, y lo que los diferencia del “otro”.
Al hablar de externalismo en Rusia, nos remitimos a la tendencia existente a ubicar la causa de los problemas del país en el exterior, en otros países, otros actores. Esto se debe, en gran medida, al mesianismo ruso:
“contar con un acervo o patrimonio cualitativamente distinto y superior al de otros pueblos y países (…) la creencia y el orgullo de Rusia como un gran poder con una misión especial en el mundo” (Zubelzú, 2007: 104). “Los rusos son el pueblo elegido y tienen el monopolio de la verdad, de la fe religiosa o de la superioridad moral, en momentos de dificultades, guerras, decadencia, ‘otros’ deben ser la causa de sus desgracias” (Zubelzú, 2007: 106).
Por otra parte, además de las fuerzas destacadas por Zubelzú, creo menester destacar el eurasianismo, propio de un país que se encuentra en dos continentes, lo que ha llevado a Rusia históricamente a respaldar una autoridad concentrada y fuerte, que resguarde las fronteras del país más extenso del planeta. Además, este concepto va a llevar a que en parte del colectivo ruso, su pretensión de unión como comunidad traspase las fronteras, y se piense en la “Gran Madre Rusia”, basándose en su pasado como imperio que unía a múltiples naciones, hoy desligadas del mismo bajo la forma del Estado moderno. Pretensiones que podemos ver en los casos de la anexión de Crimea, Novorossia y las regiones georgianas de Abjasia y Osetia del Sur. En esta misma clave, es que podemos entender también al otro gran factor o fuerza profunda, que es el nacionalismo. Un nacionalismo caracterizado no por una una segmentación identitaria, sino por una coexistencia y heterogeneidad histórica.
La reinvención rusa: Occidente y la Cuarta Teoría Política
Conociendo las fuerzas profundas que denotan la identidad y el imaginario colectivo ruso, es que ahora toca la labor de entender el papel ruso en la llamada posmodernidad, partiendo para esto de las interpretaciones de Aleksander Dugin.
En el Occidente posmoderno nos encontramos con la consolidación del liberalismo como ideología de vocación universal, tras derrotar en una especie de batalla ideológica al marxismo y al fascismo-nazismo. En la posmodernidad ha prevalecido lo global por sobre lo particular, lo universal por sobre lo regional, tensión que tiene su antítesis en el ideal de trascendencia propio de la premodernidad. En este mundo posmoderno, el hombre es indiferente a la tradición, al igual que a la religión, ya no en el sentido moderno de laicización y secularización, aflorando el sincretismo y retornando (en diversas maneras) distintas percepciones de la existencia de una trascendencia; retorno en el que Dugin ve la oportunidad para recuperar la tradición.
“Tradición no es lo viejo, sino lo Eterno” (Dugin, 2014).
Dugin, preocupado por la situación de Occidente ante los movimientos que han llevado a la deconstrucción de las formas de vida tradicionales y la destrucción, en parte, de las mismas, cree en la necesidad de esbozar una Cuarta Teoría Política, distinta de las tres grandes ideologías que disputaron el dominio de las ideas en la Modernidad. Antiliberal en su matriz, esta teoría política tendrá a Rusia como protagonista, presentando una fuerte resistencia frente a este embate posmoderno.
La propuesta teórica de Alexander Dugin es un diálogo permanente entre el rigor geopolítico y cuestiones inmateriales de tinte existencial y teológico. En el plano de las identidades y las ideas, el bagaje teórico liberal secular que arraigó en las naciones occidentales encontró una base territorial en el atlantismo, bagaje que según el autor permitió el desarrollo de ideas que se basan en el progreso por el progreso en sí mismo (no sólo en sentido material y económico, sino más bien en el plano cultural), en donde lo nuevo automáticamente elimina o desprestigia a lo tradicional, es decir, ideas progresistas. Rusia se mantuvo ajena a los procesos de pensamiento occidental favorecida por su condición geográfica (Eurasia). Esta “fortaleza” continental mantuvo a salvaguarda la tradición eslava y cristiana-ortodoxa. Esta consustancialidad entre territorio y trascendencia es la que ha extendido el accionar de Rusia hacia Ucrania o hacia la intervención en Siria imprimiendo un sentido mesiánico que el patriarca Kirill (2015) no dudó en denominar “guerra santa”. Este despertar existencial que desde la Cuarta Teoría Política puede apreciarse en Rusia, se manifiesta en su totalidad en las consignas eurasianistas y cristianas que exhiben en su accionar los independentistas prorrusos de Donetsk y Lugansk. La tradición secular-laicista del atlantismo liberal está en guerra contra las tradiciones milenarias cristianas de Rusia, una Rusia profundamente cristiana y totalmente desligada del ateísmo de la URSS.
La Cuarta Teoría Política comparte con la posmodernidad la idea de tensión entre lo particular y lo universal, pero, a su vez, rescata el concepto premoderno del fenómeno teológico como parte intrínseca de la política: la batalla permanente entre el “Anticristo”, que busca reinar sobre la Tierra, y la resistencia de quienes demoran su manifestación, es la esencia de la dinámica mundial. Resistir al orden mundial, es “Katechon”, entendido como las fuerzas que demoran la manifestación del anticristo y su triunfo sobre las naciones. Esas fuerzas están constituidas por la tradición rusa que se mantiene viva y a salvo en Eurasia, y desde allí obstaculiza la hegemonía del anticristo.
La Cuarta Teoría Política, más que un enunciado de supuestos es una invitación, principalmente a la nación rusa: “Si Rusia decide “ser”, significa automáticamente crear una Cuarta Teoría Política. De lo contrario solo queda el “no ser” y salir lentamente de la arena histórica para disolverse en un mundo que no es creado y gestionado por nosotros” (Dugin, Alexander, 2013: 26). Resistir al embate liberal es el papel histórico que Rusia debe tener para sobrevivir como tal. El rescate de lo viejo, la “metafísica de los escombros”, que recupera el afán combativo de quienes perdieron la batalla del siglo XX contra el liberalismo debe sintetizarse con las críticas a la Modernidad del tiempo posmoderno.
Durante la “era” Putin, Rusia pasó a ser lo que el neorrealista Kenneth Waltz denominó un “Estado revisionista” en el sistema internacional (1959). Esto significa que pone en cuestión la estructura de poder vigente en el concierto de Estados. Vladimir Putin ha abogado permanentemente por la defensa del sistema multipolar de poder en contraposición al unipolar que se heredó de la década de los 90s y la post-Guerra Fría. Este revisionismo al unipolarismo geopolítico va en línea con la propuesta multipolar de Alexander Dugin como mecanismo de resistencia a la hegemonía liberal atlantista. La creación de “grandes espacios” que trasciendan al Estado-Nacional tradicional va en concordancia con el ideal eurasianista que Vladimir Putin ha demostrado al girar su política exterior al Asia Central y a la Europa Oriental como áreas de interés nacional para la Federación Rusa. En definitiva, la postura geopolítica revisionista de Putin es totalmente compatible para iniciar en el campo de las ideas una revolución identitaria y existencial que permita el florecimiento de la Cuarta Teoría Política. Las disputas por las bases territoriales del fenómeno están en marcha, queda esperar el despertar existencial de Rusia como ente consciente del rol que su condición geográfica y moral le reservan de cara al siglo XXI.
Conclusión
Podemos entender, a partir de las consignas eurasianistas, mesiánicas y externalistas, y el papel de las principales fuerzas organizadas, como lo es la Iglesia Ortodoxa, la reinvención de Rusia, plasmada teóricamente en la propuesta de Dugin y fácticamente en los conflictos de Ucrania, Georgia y Siria. La reinvención de Rusia cumpliendo el papel principal de resistir a este “Anticristo” de la posmodernidad occidental, al que remite Dugin, de desarrollar una postura revisionista geopolítica y volver a ser de los principales actores en el proceso de toma de decisiones a nivel mundial, planteando y defendiendo ahora un multipolarismo, no en el sentido de naciones sino de comunidades de naciones, ubicándose así como líder del espectro euroasiático.
Bibliografía
DUGIN, Alexander. (2013). “La Cuarta Teoría Política”. Ediciones Nueva República. Barcelona.
KATEHON. (16/06/2016). “Frentes de Donbass y Siria: dos escenarios de una misma guerra”. Katehon, sitio oficial. Disponible en: http://katehon.com/es/article/frente...a-misma-guerra
WALTZ, Kenneth. (1959). “El hombre, el Estado y la guerra”. Editorial Nova. Buenos Aires.
ZUBELZÚ, Graciela. (2007). “Entender a Rusia a través de sus fuerzas profundas: dificultades y desafíos de una reflexión recurrente”. Revista Brasileira de Política Internacional.
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Fuente:
La reinvención de Rusia en la posmodernidad – Por Laureano Brantiz Gómez
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