¿Un insurgente español?
Pues sí, además de Xavier Mina y éste hubo otros...
La versión del grito de Hidalgo según los colombianos (segundo 0:30 del video)
Bicentenario Memoria Revelada - Grito de Independencia
Subido el 29 mar. 2010
Cápsula de la serie "Bicentenario, Memoria Revelada", de señalcolombia. El Grito de la Independencia, un símbolo para celebrar nuestra libertad.
https://www.youtube.com/watch?v=Gl3X2xrQgTY
Ya se ha hablado mucho de esto aquí pero no está de más reiterarlo.
Si no hubo ni vivas a México, menos a la República.
Pero eso sí, tanto en la Nueva Granada como en la Nueva España el nombre que más se vitoreo fue el del Rey.
Fernando VII
¿Un insurgente español?
Pues sí, además de Xavier Mina y éste hubo otros...
No olviden que compartir nos hace crecer
México no es un país independiente.
Nueva España, el espíritu y esencia real de México, pues la fe, el castellano y la Hispanidad es lo único que le da un sustento cultural suficiente al terruño para poder tener la suficiente cohesión para sobrevivir, perdió su genuina independencia cuando Iturbide se le fue de las manos el artificio "mexicano" en el que había convertido Nueva España. Nuestra miseria, como pueblo, así como nuestro sometimiento a los anglosajones y a la masonería, nace junto con este país, el cual, de hecho, de no ser por esa esencia hispánica de la que tanto reniega, hubiera terminado por separarse y sería un montón de estados separados como Centroamérica, pues ese era el objetivo de nuestros enemigos, anularnos y dividirnos en terruños de tamaños municipales.
-Castellanos
https://www.facebook.com/Hispanicbal...type=3&theater
Última edición por Mexispano; 17/09/2016 a las 03:39
No quería dejar que terminara el “mes patrio” sin compartir con ustedes un dato que me estuve guardando, más que nada para recopilar información suficiente y tratar de ahondar lo más posible en los hechos.
Este episodio histórico de la guerra de independencia en Nueva España es muy poco conocido y por ello me veo en la necesidad de exponer varios textos para poder comprender su desarrollo.
Sirva como introducción éstos datos sacados de la página de internet oficial del gobierno Municipal de San Blas:
San Blas es un municipio y puerto del estado mexicano de Nayarit, el cual está ubicado de cara al Océano Pacífico. Colinda al norte con los municipios de Santiago Ixcuintla y Tepic; al este con los municipios de Tepic y Xalisco; al sur con los municipios de Xalisco y Compostela y al oeste, allende el Océano Pacífico a 112 Km. las Islas Marías.
Más información sacada de la misma fuente, hechos trascendentales que marcan la importancia de aquél sitio.
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Fuente:
Historia
La Insurgencia y San Blas de Nayarit
El llamado que hizo el cura Miguel Hidalgo y Costilla aquel 16 de septiembre de 1810, abrió la etapa de iniciación del movimiento armado que derivaría años después en la Independencia de México. El poder de convocatoria de este insurgente fue enorme, la invitación a levantarse en armas en contra del enemigo francés, del mal gobierno, a favor de Fernando VII y por el bien de América, encontró muy buena acogida entre la sociedad novohispana.
Las ideas por la autonomía se fueron expandiendo con bastante rapidez dando paso al surgimiento de algunos jefes locales, quienes organizaron la lucha abarcando puntos importantes del territorio de la Nueva España: Mariano Jiménez, comisionado por Hidalgo como Comandante de las Provincias Internas, tenía dominado el camino desde Coahuila hasta Texas; José María González Hermosillo, quien tomó el Rosario, Mazatlán y San Sebastián en Sinaloa; Rafael Iriarte tomó León, Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas y San Luis Potosí, Miguel Sánchez y los hermanos Villagrán en Querétaro y Huichapan –Hidalgo-; Tomás Ortiz y Benedicto López en Toluca –México- y Zitácuaro –Michoacán-; Ávila y Rubalcaba en Cuernavaca; José Antonio Torres –conocido como “El amo”- ocupó Colima, Sayula, Zacoalco –Jalisco- y Guadalajara.
José María Mercado y la toma de San Blas
Puerto de San Blas de Nayarit
Los insurgentes pronto se dieron cuenta de la gran importancia que tenían los puertos de ambos lados de la Nueva España, de donde sabían que podían tener facilidad para recibir, entre otros beneficios, armas y pertrechos para la causa. Por el lado del Pacífico uno de los más significativos fue el puerto de San Blas de Nayarit, importante apostadero de la Marina española, además de constituyó una de las terminales del comercio con el Oriente. Este puerto fue fundado por el visitador José de Gálvez el 16 de mayo de 1768, estableciéndose ahí un astillero en donde fueron construidos numerosos barcos. Geográficamente por algún tiempo fungió como un punto estratégico como medio de unión y comunicación entre Filipinas, Guadalajara, Tepic y la Ciudad de México. Este puerto se convirtió en la primera salida hacia el mar para los insurgentes.[1]
José María Anacleto Mercado
José María Anacleto Mercado,[2] cura de la parroquia de Ahualulco –Jalisco- se unió al movimiento en contra del gobierno usurpador en España. Aprovechó la oportunidad cuando “El amo” Torres, que era jefe del movimiento armado en Nueva Galicia,[3] ocupó Guadalajara el 11 de noviembre de 1810. Respetando la autoridad de éste, Mercado decidió unirse a la causa pidiendo su autorización para iniciar una campaña en la zona de Tepic, específicamente en el puerto de San Blas. De hecho, el cura Mercado recibió la aprobación de Hidalgo cuando éste le confirió el nombramiento de Comandante de la División del Poniente.[4] Desde su curato lanzó el llamado a la rebelión el 13 de noviembre de 1810, logrando que se le uniera un no despreciable contingente en el que incluso se encontraba su propio padre don José Mercado.
En su camino a San Blas, el primer lugar al que llegó fue Tepic el 20 de noviembre de 1810 y ahí exigió la rendición del lugar cuya guarnición no presentó resistencia, tomándola sin disparar un solo tiro.[5] Ahí se hizo de seis piezas de artillería y sus fuerzas aumentaron de 50 a 2000 hombres.[6] Con este primer éxito continuó su camino hacia el puerto de San Blas que en ese momento era comandado por el Capitán de Fragata José Joaquín Labayen y Larriñaga. El día 26 de noviembre de 1810 el cura de Ahualulco ya se encontraba frente a San Blas. En él se encontraban dos bergantines, el San Carlos, que era una embarcación de guerra comandado por Jacobo Murphy y El Activo comandado por Antonio Quartara. El realista Ramón de Moyúa era el comandante interino de artillería en el puerto. Desde su campamento Mercado envió un oficio solicitando la capitulación del apostadero y las condiciones en las que se debía efectuar la misma.[7]
Labayen no respondió a esta intimación pero, viendo muy cerca el peligro, tomó algunas medidas para la defensa del puerto, quemando los almacenes para que, de ser tomado el apostadero por los insurgentes, éstos no les fueran de utilidad. Al no obtener respuesta, entonces Mercado adoptó medidas más radicales, enviando otra comunicación a Labayen declarando en estado de sitio a San Blas[8] y responsabilizó al jefe realista de las desgracias que pudieran suceder. La respuesta a esta amenaza fue comisionar al Alférez de Fragata de la Real Armada Agustín Bocalán para entrevistarse con Mercado y comunicarle que estaban dispuestos a defenderse del ataque insurgente.[9] El alférez regresó donde Labayen y exagerando –en un esfuerzo por salvar sus propiedades de la posible tragedia- le informó que el contingente de Mercado era muy numeroso y se encontraba bien equipado.[10]
Esto hizo que Labayen accediera a capitular, enviando nuevamente al Alférez Bocalán para negociar la entrega de San Blas. Después de efectuarse dos juntas,[11] el cura rebelde elaboró las cláusulas de la rendición, contemplando la entrega del Castillo, armas y buques, el descargo de los cañones y la entrega de los pertrechos. Para la capitulación voluntaria, el cura se comprometió a respetar la vida de los europeos, pidiendo de ellos a cambio la declaración de las personas y haciendas a su cargo. De no llevarse la capitulación de manera voluntaria, Mercado estaba decidido a tomarla plaza por medio de las armas.[12]
El Comandante de San Blas aceptó esta capitulación a pesar de la oposición de algunos de sus subalternos, como Mateo Plowes y el Alférez de Fragata Felipe García, quienes insistieron en la defensa y en mantener preparadas las embarcaciones para retirarse por mar. Finalmente se dio cuenta que no podía continuar la resistencia y accedió a entregar la plaza, pidiendo sólo la modificación de la clausula referente a la situación de los europeos, solicitando a Mercado que a éstos se les dejara en plena libertad de dirigirse a donde les pareciera más conveniente.[13] El 30 de noviembre de 1810, mientras entregaban el puerto de San Blas, Mercado mantuvo como rehenes a Plowes, Agustín Bocalán, Francisco Pujadas, José Monzón, Marcelo Croquer y al capellán José Afanador.[14] Entrada la noche de la capitulación, se permitió que los bergantines San Carlos y El Activo zarparan llevando a bordo a las autoridades realistas del puerto de Nayarit.
En el momento de la pacífica capitulación, según el informe que rindió Vicente Garro, administrador de correos de Guadalajara a Félix María Calleja, San Blas se encontraba en las siguientes condiciones:
…un castillo respetable con doce cañones de a veinticuatro que defiende el puerto y puede arruinar la villa; cuatro baterías en ella, y en la mar una fragata, dos bergantines, una goleta y dos lanchas cañoneras: una segunda esperanza de que diese fondo de un día a otro la fragata Princesa y la goleta particular S. José con harinas: seiscientos o setecientas cargas de estas que existen en la plaza; igual número con corta diferencia de arrobas de queso: más de mil fanegas de maíz: de ciento cincuenta o doscientas reses, y facilidad de traer por mar un corto tiempo de las Bocas, Guaimas y Mazatlán la carne, harina y reales necesarios: abundantes pozas de aguas en el recinto de la villa: trescientos hombres de marinería, doscientos de maestranza, y más de trescientos europeos armados y dispuestos como aquellos a defenderse: ciento y tantas piezas de artillería de todos calibres, y montadas cuarenta de ellas con sus correspondientes municiones, y ocho o nueve oficiales de marina…[15]
El Alférez de Fragata Felipe García declaró también que la plaza de San Blas estaba fuertemente fortificada y en condiciones para su defensa:
…la plaza estaba suficientemente fortificada, teniendo una batería de 5 cañones de a 8 en San José, otra llamada Santiago de 4 culebrinas de a 4, otra llamada de Guadalupe con 6 cañones, 2 de a 20 y 4 de a 6, y otra en el paraje que llaman la Contaduría de 3 a 4 cañones, 3 lanchas cañoneras en el estero de Cristóbal, una con 1 cañón de a 24, y las 2 restantes con uno de a 6, y una lancha cañonera con un cañón de a 24; más unas baterías nombradas el Castillo, que le parecen tenían 14 cañones de todos calibres; cuyas fuerzas consideran suficientes para resistir algunos ataques con respecto a la pólvora y municiones dichas…[16]
Mercado entró a San Blas, confirmó la capitulación el 1º de diciembre de 1810 e informó las buenas nuevas a Miguel Hidalgo, con quien siempre tuvo comunicación. De la artillería encontrada en el apostadero, Mercado envió a Hidalgo gran parte para apoyarlo en la campaña común que estaban llevando a cabo.[17] El logro de la toma de San Blas, hizo que el Generalísimo –como era llamado Hidalgo- otorgara a Mercado el grado de Brigadier del Ejército Insurgente.[18] A pesar de estos pequeños triunfos, en estos momentos el movimiento del padre Hidalgo comenzó a decaer tras las derrotas sufridas frente al ejército de Félix María Calleja.
El triunfo de los realistas
Ya en el puerto de San Blas, los insurgentes se apoderaron de la fragata Concepción, el bergantín Escaldez y capturaron el barco harinero Batanes y la fragata Princesa; además de algunas pequeñas lanchas y falúas, todas ellas no muy útiles para la causa por necesitar carenarse. Mercado procedió a reanudar los trabajos del arsenal construyendo pequeños carros para trasladar la artillería que haría llegar a Hidalgo. Durante los últimos días de 1810 el cura de Ahualulco emprendió su camino hacia Tepic y al iniciar el año de 1811 se dirigió hacia la capital de Nueva Galicia –Guadalajara- con el fin de unirse con las fuerzas de Hidalgo.
En su trayecto se enteró del enfrentamiento que el ejército desorganizado de Hidalgo tuvo con la experimentada milicia de Calleja en la batalla de Puente de Calderón –Guadalajara-,[19] derrota que hizo que el cura de Dolores fuera destituido del mando militar, mismo que pasó a manos de Ignacio Allende. Debido a estos acontecimientos, Mercado decidió regresar a Tepic y en el camino abandonó sus cañones en el fondo de la sierra.
General José de la Cruz
El General José de la Cruz procedente de la península Ibérica llegó comisionado a la Nueva España para atacar a los insurgentes en la Nueva Galicia. Ya en Ahualulco ofreció a Mercado el indulto,[20] el cual no aceptó y se dirigió a San Blas para guarecerse en el apostadero, sin saber que ahí mismo se conjuraba su aprehensión. Nicolás Santos Verdín, cura de la villa de San Blas, convocó al pueblo para pactar la captura de Mercado, de su comandante Joaquín Romero, Esteban Matemala y sus respectivas familias,[21] plan que se efectúo la noche del 31 de enero de 1811. Mercado al tratar de escapar murió despeñado en la profundidad de un voladero. Es preciso mencionar que su cadáver fue colgado en una garita del camino, expuesto como escarmiento para todos aquellos insurrectos. En esta acción se tomaron reos a José Antonio Pérez, a los Coroneles José Manuel Gómez y Pablo Covarrubias, Pedro Castillo, además del padre del cura rebelde. El 12 de febrero de 1811, de la Cruz llegó a San Blas, haciendo oficial el triunfo de los realistas y dando fin al levantamiento insurgente en el apostadero nayarita.
José de la Cruz giró instrucciones para organizar a la marinería y maestranza reunida en el arsenal del puerto, comenzar la construcción de pertrechos y nombrar la tripulación para la fragata Princesa para ponerla en condiciones de recibir cargamentos. Tras el triunfo de los realistas sobre los insurgentes, la gente del puerto de San Blas comenzó nuevamente sus actividades, con la orden de las autoridades del lugar de “hacer como si no hubiera pasado nada”, a fin de lograr que todo regresara a su antigua normalidad.
El movimiento de Hidalgo resultó fuertemente afectado por el ejército realista encabezado por Calleja, tan es así que después de la batalla de Puente de Calderón ya no le fue posible recuperarse. A los dirigentes de la insurgencia no les quedó otro remedio que emprender la huída hacia el norte del país. En su camino a Monclova cayeron en una emboscada siendo capturados el 21 de marzo de 1811. Hidalgo, Allende y Aldama fueron trasladados y juzgados en Chihuahua. El cura de la parroquia de Dolores fue ejecutado el 30 de julio de 1811. Su cabeza, junto con la de sus lugartenientes, fue colgada y exhibida en cada una de las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas –Guanajuato-, lugar en donde obtuvieron su primer y único triunfo.
[1] Enrique Cárdenas de la Peña, Historia Marítima de México. Guerra de Independencia 1810-1821, Vol. 1, México, Lito Ediciones Olimpia, 1973, 326 pp. p. 67.
[2] Para la biografía del cura de Ahualuco se pueden revisar las siguientes obras: José María Mercado, héroe de nuestra Independencia de Salvador Gutiérrez Contreras y Apuntes biográficos del Sr. cura d. José María Mercado de Luis Pérez Verdía.
[3] Nueva Galicia abarcaba los actuales territorios de Jalisco y Nayarit, parte de Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí y Durango.
[4] Documento núm. 115, Nombramiento hecho por el Sr. Hidalgo al Sr. Cura D. José María Mercado de Comandante en jefe de las fuerzas que operan sobre San Blas, 27 de noviembre de 1810, en Juan E. Hernández y Dávalos, Historia de la Guerra de Independencia de México, Tomo I, México, Comisión Nacional para las celebraciones del 175 aniversario de la Independencia Nacional y 75 aniversario de la Revolución Mexicana, 1985, 936 p., p. 348.
[5] Juan de Dios Bonilla, Historia Marítima de México, México, Editorial Litorales, 1962, 718 p. p. 193.
[6] Enrique Cárdenas de la Peña, Historia Marítima de México. Guerra de Independencia 1810-1821, Vol. 1, p. 69.
[7] Documento núm. 87, Primer oficio del Sr. Mercado intimando rendición a la guarnición de San Blas, 26 de noviembre de 1810, en Juan E. Hernández y Dávalos, op. cit., Tomo I, pp. 257-258.
[8] Documento núm. 88, Segundo oficio del Sr. Mercado poniendo plazo de media hora para la contestación, 28 de noviembre de 1810, en Juan E. Hernández y Dávalos, op. cit., Tomo I, pp. 258-259.
[9] Al parecer Bocalán tenía algunas propiedades en San Blas que trató de evitar que fueran afectadas con un posible enfrentamiento entre realistas e insurgentes.
[10] Operaciones de Guerra 916, f. 33. Archivo General de la Nación.
[11] 29 y 30 de noviembre de 1810. A esta última junta asisten los tenientes de navío Jacobo Murphy y Ramón de Moyúa, el teniente de fragata Antonio Quartara, el alférez de navío Silvestre Madrazo, alférez de fragata Mateo Plowes, Felipe García y José María Narváez, los oidores Recacho y Alva, los Capitanes de las compañías de voluntarios y comerciantes europeos Juan José de Hecharte (Echarte), Carrión, Costilla, Pacheco, Francisco Pujadas y el Teniente de la Compañía Veterana Manuel Buentiempo. Enrique Cárdenas de la Peña, Historia Marítima de México. Guerra de Independencia 1810-1821, Vol. 1, p. 74.
[12] Documento núm. 90, Primeras proposiciones para la capitulación y entrega de la plaza, 29 de noviembre de 1810, en Juan E. Hernández y Dávalos, op. cit., Tomo I, p. 260.
[13] Operaciones de Guerra 144, f. 84. Archivo General de la Nación.
[14] Enrique Cárdenas de la Peña, Historia Marítima de México. Guerra de Independencia 1810-1821, Vol. 1, p. 75.
[15] Carlos María de Bustamante, Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana, Tomo I, México, Ediciones de la Comisión Nacional para la celebración del Sesquicentenario de la proclamación de la Independencia Nacional y el Cincuentenario de la Revolución Mexicana, 1961, 662 p. p. 120.
[16] Causa formada a los jefes realistas que entregaron el arsenal y puerto de San Blas al Sr. Cura don José Ma. Mercado, Operaciones de Guerra 144, fojas 1 a 302. Archivo General de la Nación.
[17] Documento núm. 138: Comunicación del Sr. Mercado al Sr. Hidalgo sobre remisión de artillería y demás pertrechos de guerra, 22 de diciembre de 1810, en Juan E. Hernández y Dávalos, op. cit., Tomo I, p. 366.
[18] Documento núm. 131: Comunicación del Sr. Hidalgo al Sr. Mercado, sobre negocios de importancia y le remite el nombramiento de Brigadier, 16 de diciembre de 1810, en Juan E. Hernández y Dávalos, op. cit., Tomo I, pp. 359-360.
[19] Documento núm. 161: Los alcaldes de Ahualulco avisan al Sr. Mercado la pérdida de la acción de Calderón, 21 de enero de 1811, en Juan E. Hernández y Dávalos, op. cit., Tomo I, p. 389.
[20] Documento núm. 168: D. Manuel Álvarez da parte al Sr. Mercado de la entrada del general Cruz a Ahualulco y le ofrece el indulto, 28 de enero de 1811, en Juan E. Hernández y Dávalos, op. cit., Tomo I, pp. 394.
[21] Documento núm. 176: Parte del cura D. José Nicolás Verdín de la contrarevolución formada en San Blas contra el cura Mercado, 8 de febrero de 1811, en Juan E. Hernández y Dávalos, op. cit., Tomo I, pp. 401-402.
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Fuente:
La Insurgencia y San Blas de Nayarit
Pero la cuestión no terminaba ahí, este hecho no tendría mayor trascendencia (más allá que seguir demostrando que muchos de los insurrectos, fueron abatidos a las primeras de cambio) de no ser porque consumada la derrota de los rebeldes en esa región, llegaría el siguiente documento de la península ibérica:
Decreto. Se concede el título de noble y leal ciudad de Tepic al pueblo de este nombre.
Julio 24 de 1811.
Deseando las córtes generales y extraordinarias manifestar á los leales habilitantes de Tepic en Nueva España lo gratos que les han sido sus servicios, y la particular atencion que les han merecido sus esfuerzos, dirigidos á restablecer la tranquilidad pública en aquellos paises, decretan, conceder, como por el presente conceden, al pueblo de Tepic el título de noble y leal ciudad de Tepic, y que los oficios concejiles que restan para la formacion de su ayuntamiento, sean nombrados por esta primera vez en la misma conformidad que en él se hace el nombramiento de sus alcaldes ordinarios, debiéndose en lo sucesivo seguir la práctica general que rija en América, esto es, ó la actual si nada se innova, ó la que se establezca de nuevo.
Fuente:
Legislación mexicana o colección completa de las disposiciones legislativas expedidas desde la independencia de la República. Ordenada por los licenciados Manuel Dublán y José María Lozano.
http://www.biblioweb.dgsca.unam.mx/dublanylozano/
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Fuente:
Decreto. Se concede el título de noble y leal ciudad de Tepic al pueblo de este nombre.
Y mientras se siguen haciendo ceremonias para recordar las acciones más importantes de la guerra de independencia, celebrando con mayor entusiasmo aquella que conmemoró el inicio de la ola de destrucción que trajo esa conflagración fratricida (15 y 16 de septiembre de 1810) y por obvias razones se espera que los festejos continúen hasta 2021 (cuando se cumplan los 200 años de la entrada del ejército Trigarante a la Ciudad de México y que sella la VERDADERA independencia de México) y quizás hasta 2029 cuando se celebre la derrota en Tampico de la expedición de reconquista dirigida por el brigadier Isidro Barradas. En 2011, para Tepic sí que hubo OTRO bicentenario.
Tepic festejará 200 años de título de 'noble ciudad'
El 24 de julio de 1811, la corona española otorgó a la ciudad el ‘título de noble y leal ciudad'
Tepic, Nayarit | Viernes 22 de julio de 2011 Antonio Tello / corresponsal | El Universal
16:50
En 2010, año del Bicentenario, las autoridades de Nayarit no festejaron con relevancia los hechos históricos de los independentistas locales, pero ahora en 2011 se disponen a celebrar los 200 años del título de "noble y leal ciudad" otorgado por la corona española tras sofocar la revuelta insurgente.
De acuerdo al historiador Pedro López González, en noviembre de 1810, Tepic y San Blas fueron tomados por el cura José María Mercado acatando una orden de Miguel Hidalgo en el inicio de la Independencia.
La lucha del sacerdote Mercado tuvo tintes dramáticos y heroicos cuando desde San Blas le envió cañones a Hidalgo hasta Guadalajara, sorteando los peligrosos caminos de la abrupta serranía entre ambas poblaciones de aquella época.
Pero más tarde los criollos y españoles retomaron esas plazas y liquidaron a todos los insurgentes de la región, regresando la "paz y tranquilidad" temporalmente.
Por eso el rey Fernando VII declaró al pueblo de Tepic en 1811 "noble y leal ciudad" como premio a quienes seguían siendo sus fieles súbditos.
Una cédula real promulgada por las Cortes de Cádiz el 24 de julio de ese año, dice que "deseando manifestar a los leales habitantes de Tepic, en Nueva España, los gratos que le han sido sus servicios, y la particular atención que les han merecido sus esfuerzos dirigidos a restablecer la tranquilidad pública en aquellos países, decretan conceder como por el presente conceden al pueblo de Tepic, el título de Noble y Leal ciudad de Tepic".
El año pasado no se festejó el Bicentenario de la lucha insurgente local del cura Mercado en lo que hoy es Nayarit, pero ahora el Ayuntamiento de Tepic festejará el Bicentenario de la lealtad a la corona de España con una sesión solemne de cabildo programada para las 17 horas de este viernes, entre otras festividades que se prolongarán hasta el domingo.
spb
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Fuente:
El Universal - - Tepic festejará 200 años de título de 'noble ciudad'
Con motivo de la independencia real de México bajo la monarquía católica de Agustín de Iturbide, escribí este artículo que comparto. En él además doy una reflexión sobre el destino de México después de la instauración de la república.
México es un país por el que siempre he sentido una especie de afinidad, pese a que nunca he tenido el placer de visitarlo. En miFUENTEintroducción me autodefiní como hispánico, esto quiere decir que defiendo la cultura hispana formada como consecuencia de la expansión del Imperio Español y que, pese a los intentos de negarla y difamarla a ambos lados del Atlántico, sigue en pie y vigente.
Puede que de ahí venga mi interés por México. Se trata del país con mayor cantidad de hispanoparlantes, un catolicismo cultural fuertemente defendido e identitario además de contar con un tremendo potencial para poder liderar un bloque de naciones hispanoamericanas que defienda sus intereses frente al poderoso vecino anglosajón del norte. Debería ser para los españoles, en teoría, lo que para los ingleses es Estados Unidos o para los portugueses es Brasil: Un país que puedan mirar orgullosos y decir "Esta nación, nosotros ayudamos a crearla". En teoría.
En su lugar nos encontramos a un México pobre, arruinado, infestado por la corrupción, el narcotráfico, la violencia y sin más devenir que ser un patio trasero de maquiladoras y mano de obra barata para empresas americanas en el marco del TLCAN. Y nos preguntamos ¿Qué salió mal? ¿Por qué México está como está?
Dar una respuesta a esta pregunta se antoja complicado y tomaría no uno, sino veinte artículos para si quiera llegar a la mitad. Pero podríamos remontarnos a un evento que fue clave para el rumbo que tomaría México en el futuro: El efímero Imperio Mexicano.
La Guerra de Independencia Mexicana, que dio inicio el 16 de septiembre de 1810, con el Grito de Dolores había arrasado el antaño próspero Virreinato de Nueva España. Tras once años de intensa lucha, la guerra parecía llegar a su fin. Los guerrilleros separatistas habían sido diezmados y su causa estaba en vísperas del colapso total. Agustín de Iturbide, un general criollo realista, conservador y defensor de las tradiciones católicas había sido enviado a Iguala en 1820 para liquidar a las últimas fuerzas insurgentes en pie, lideradas por Vicente Guerrero.
Esto coincidió con el levantamiento del militar liberal y masón Rafael del Riego, el cual obligó al rey Fernando VII a jurar y aceptar la Constitución de 1812, transformando a España de una monarquía absolutista a una moderada. Esto alarmó al clero virreinal y a los realistas, incluyendo a Iturbide, quienes veían en la Constitución una amenaza a sus privilegios. Esto motivó a que Agustín decidiese pactar con los insurgentes de Guerrero en el llamado Plan de Iguala, el cual defendía entre otras cosas la independencia de México en el marco de una monarquía católica. Este plan logró convencer tanto a realistas como a independentistas, cerrando las heridas provocadas por la Guerra y unificando ambos bandos en el Ejército de las Tres Garantías.
El 24 de agosto de 1821, se firmó el Tratado de Córdoba con el virrey de Nueva España, Juan O'Donojú (de ascendencia irlandesa) donde se establece formalmente la independencia de México y el 27 de septiembre de ese mismo año el Ejército Trigarante marcha victorioso en la Ciudad de México. El Virreinato de Nueva España había madurado y se había convertido en el Imperio Mexicano con el general Agustín de Iturbide como Regente.
No tardaron en aparecer los problemas. Según el Plan de Iguala el título de Emperador de México le correspondería al rey Fernando VII de España, quien gobernaría en una unión personal, similar al modelo que adoptaría Gran Bretaña con sus Dominions. Sin embargo, el Rey en su necedad no solo no aceptó la corona, sino que prohibió a cualquier pariente suyo aceptarla y se negó a reconocer la independencia de México, empeñándose en reconquistarla manu militari.
En medio de una serie de tensiones debido a la negativa del Borbón a aceptar la Corona, el 18 de mayo de 1822 una manifestación popular exigió que Agustín de Iturbide fuese proclamado Emperador, lo cual aceptó. De ese modo, el Congreso lo coronó a él como Agustín I de México.
El Imperio Mexicano anexionó la antigua Capitanía General de Guatemala que en aquel ocupaba toda Centroamérica salvo Panamá, que pertenecía a Colombia. Esto convirtió a México en el país norteamericano más grande de su tiempo, extendiéndose desde California hasta Costa Rica.
Pese a ello, los problemas no cesaron. En esta ocasión vendrían de la mano de un personaje bastante controvertido en la historia mexicana: Antonio López de Santa Anna. Este peculiar individuo, apodado el "Napoleón del Oeste" tiene mérito por haber sido conservador y liberal, realista y republicano, federalista y centralista, mostrando carecer de principios y adaptarse siempre a lo que le convenga, un veleta vamos. Por eso y por sus fallidas campañas militares que hicieron que México perdiera casi la mitad de su territorio.
En febrero de 1823, Santa Anna lideró varios pronunciamientos por todo el imperio, los cuales fueron sofocados por el ejército, salvo uno: El de Veracruz, dado que Santa Anna tenía contactos con el general Echevarí, encargado de combatir la revuelta. Ambos generales suscribieron el Plan de Casa Mata, que exigía la adopción del modelo republicano federal, similar al de Estados Unidos. El plan se difundió rápidamente por todas las provincias, donde obtuvo apoyos de las mismas.
Esto dejó al emperador Agustín sin más apoyos que la Ciudad de México y un reducido Ejército Imperial. En marzo de 1823, Agustín I abdicó el trono, restituyó el Congreso (que había sido abolido tras una fallida intentona golpista, cometiendo el mismo error que Luis XVI) y huyó a Italia. Posteriormente volvería en 1824 para ayudar a su país a combatir a los españoles en sus intentos de reconquista, el Gobierno mexicano se lo "agradeció" ejecutándolo por fusilamiento.
Los Estados Unidos Mexicanos (nombre adoptado por la república federal) no prosperaron, sino que se hundió en el caos, la inestabilidad y el golpismo. En los once años que duró la I República tuvo la friolera de 9 presidentes y 2 triunviratos, de estos solamente Guadalupe Victoria logró completar su periodo. Se perdieron las provincias centroamericanas (a excepción de Chiapas, que decidió quedarse unida a la república), las cuales se organizaron en las Provincias Unidas de Centroamérica, un estado que rápidamente fue balcanizado y recolonizado por empresas americanas, entre ellas la United Fruit Company, con sus provincias transformadas en repúblicas bananeras regidas por dictaduras.
Por otro lado, se empezó a difundir la leyenda negra en México, la idealización de lo azteca, se realizaron masivas expulsiones de españoles bajo el pretexto de que servían como quintas columnas y comenzaron los primeros enfrentamientos contra la Iglesia.
Posteriormente, bajo la dictadura del ya mencionado Santa Anna, México adopta un modelo centralista que solo empeoró las cosas. Estallan rebeliones separatistas en Texas, Zacatecas y Río Grande. De todas estas, como bien sabemos, solo la primera lograría tener éxito, finalizando con la humillante captura de Santa Anna por los rebeldes texanos. Adicionalmente, México perdió más de la mitad de su territorio (la llamada Cesión Mexicana) tras perder una guerra con Estados Unidos, incluyendo estados como California, Utah, Nevada y Arizona. La República Centralista de México tuvo once presidentes en sus once años de existencia, de los cuales ninguno llegó a completar su período
En medio del caos provocado por la Guerra Mexicana-Americana, un golpe de estado liderado por José Mariano Salas derroca al Gobierno centralista colocando otro que restaura el federalismo y la Constitución de 1824. Para aquel entonces, México había perdido grandes territorios y se encontraba arruinado. La segunda República Federal tuvo 14 presidentes en 17 años, de los cuales solo José Joaquín de Herrera logró completar su mandato.
El país estaba a su vez dividido por los enfrentamientos entre conservadores y liberales. Esta rivalidad se agudizaría con la Reforma de Benito Juárez en 1854, la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa en México...pero eso ya es otra historia.
Como puede verse, la adopción del modelo republicano solo trajo problemas a México. Transformó el Virreinato de Nueva España, en aquel entonces uno de los estados más potentes y prósperos del mundo, que fue incluso halagado por el explorador alemán Alexander von Humboldt en un país arruinado, caudillista, guerracivilista y destinado a ser un segundón en Norteamérica, a la sombra de su vecino norteño. Todo ello mientras el propio Gobierno escupía sobre su propia herencia hispánica y combatía a sus propias tradiciones religiosas en el nombre del "laicismo".
¿Pudieron las cosas haber sido de otra forma? Probablemente sí. Hay que tener en cuenta que cada nación tiene una cultura y mentalidad diferente a otras, por lo que puede que el modelo que funcione en un país A no funcione en un país B y viceversa. Eso puede verse hoy día en el mundo árabe viendo como los regímenes seculares de inspiración ilustrada liberal caen y retroceden (Siria, Irak, Turquía), mientras que las monarquías religiosas (Arabia Saudí, Jordania, Marruecos...) siguen en pie.
El modelo republicano federal laico pudo calar en Estados Unidos porque era compatible con la mentalidad protestante anglosajona. Sin embargo, en México estos principios no calaron y generaron una dicotomía con tendencia al guerracivilismo: Monárquicos vs Republicanos, Centralistas vs Federalistas, Conservadores vs Liberales, Antirreformistas vs Reformistas hasta llegar a la Guerra Cristera, que podría ser considerado el último choque de ese estilo.
En Estados Unidos, en cambio, siempre hubo un consenso de como debían ser las cosas. Por mucha diferencia de opinión que pudiese haber, por ejemplo, entre los federalistas y anti-federalistas, ninguno pensaba que se debía instaurar una monarquía o que se debía colocar a X iglesia protestante como oficial. Este "consenso" le dio estabilidad al país y permitió que progresara.
Si quisiéramos ver un ejemplo de como habría sido México de haber conservado la monarquía imperial de los Iturbide podemos fijarnos en el único país iberoamericano que adoptó tal modelo tras su independencia, el Imperio de Brasil, el cual da incluso para un artículo propio.
Brasil empezó igual que México, con un Gobierno poco estable y una rivalidad entre el Congreso y el Emperador. No fue muy estable, pues en sus primeros años tuvo que enfrentarse a varias guerras y rebeliones internas. El hecho de que su Emperador, Pedro I de Braganza huyese de Brasil tampoco ayudó mucho. Sin embargo, una vez que su hijo Pedro II alcanzó la mayoría de edad, el Imperio Brasileño experimentó un despegue en toda regla: Crecimiento económico, desarrollo artístico muy influenciado por la cultura europea, paz y estabilidad interna sin necesidad de recurrir a tiranos, inmigración europea que levantó más aún el país, expansión territorial y consolidación de Brasil como una potencia mundial a tener en cuenta. Incluso los más fervientes republicanos brasileños tomaron a Pedro II como un referente de como debería gestionarse un país.
No me cabe ninguna duda que si Brasil logró prosperar e incluso hoy en día es visto como la "Alemania" de Iberoamérica se debe a la estabilidad que proporcionó el reinado de Pedro II de Brasil. Incluso cuando Deodoro da Fonseca dio el golpe de estado que lo derrocó, pese a que la república fue un desastre, Brasil no decayó, siguió "tirando pa adelante" gracias a la base que tuvo. Nada de eso ocurrió con México, pues no conoció la paz y la estabilidad hasta la instauración del Porfiriato. Justamente los mayores períodos de crecimiento y prosperidad coinciden con el Porfiriato y la dictadura socialista del Partido Nacional Revolucionario (hoy transformado en el centrista, corrupto y clientelar PRI). Aunque en esos casos, se tuvo que recurrir a la represión y a la tiranía para mantener la paz.
Respecto al último meme...
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No dudamos de las nobles intenciones de Agustín de Iturbide, ni de la situación crítica y compleja de la coyuntura de 1821; pero es evidente que sus acciones y su decisión de hacer la secesión de la Patria y el abandono de la piedad política, fueron a la larga causa de la destrucción de Méjico en todo sentido incluyendo el territorial; en palabras de José Antonio Ullate: "Tan subvertidos estaban los criterios, que hasta los «trigarantistas» llegan a plantearse ofrecer el trono de México al denostado Fernando VII. A condición de negar el bien común acumulado, se está dispuesto incluso a entronizar al máximo responsable de la decadencia del bien común actual: muera la patria y viva el mal gobierno. Absolutismo y liberalismo, (...), por encima de sus palpables diferencias, están íntimamente identificados en su rechazo de la doctrina política católica." Luchemos pues por la Segunda reconquista y la Reunificación de la Patria ¡Viva el Rey! ¡Muera la independencia!
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¿Por qué no celebramos la consumación de la "independencia"?
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En Nueva España se rompe la inercia
nigrosebius
16 septiembre, 2016
Hoy se cumplen 206 años desde que el Cura Hidalgo, usó la fidelidad al Rey de los insurrectos para asociarla a Nuestra Señora de Guadalupe, y proclamar el odio a la raza peninsular; usar de forma maquiavélica la imagen de María Santísima para perpetrar asesinatos y saqueos.
Estos son los acontecimientos y el contexto previos al 15 de septiembre y su significado real, en la pluma de José Antonio Ullate:
El ejemplo de la Nueva España es significativo. El virrey, don José de Iturrigaray y Aréstegui, había tomado posesión cuatro años antes, en 1804. Al conocer la noticia del Motín de Aranjuez, de la abdicación en favor de Fernando VII y del estallido de la guerra contra el francés en la Península, opta por no decantarse. La inmensa mayoría del pueblo de la Nueva España manifiesta sin disimulo su adhesión al monarca cautivo y su apoyo a la causa de sus hermanos peninsulares. Hay tumultos callejeros.
Veamos cómo narra los hechos un testigo presencial, «el Gachupín» don Juan López Cancelada, por entonces redactor de la Gaceta de México. Cancelada fue desde el comienzo enemigo acérrimo no sólo de la independencia, sino de los cabildeos del virrey. Eso no obstante, no cuestiona la objetividad de sus crónicas. Fray Servando Teresa de Mier, acérrimo independentista novohispano, polemizó agriamente con López Cancelada. En particular contra la obra de López titulada La verdad sabida y buena fe guardada. Origen de la espantosa revolución de la Nueva España, comenzada en 15 de septiembre de 1810. Defensa de su fidelidad. En La verdad sabida, López Cancelada, además de explicar su punto de vista, hace una narración de los hechos que precedieron a los movimientos independentistas de Morelos y de Hidalgo. Incluso Christopher Domínguez Michael, biógrafo y compatriota del fraile revolucionario, sin aprobar las tesis de López Cancelada, se pronuncia favorablemente en cuanto a su fiabilidad como cronista de los hechos: «El conservador (López) tenía un conocimiento de México muy superior al de Mier y al de los diputados americanos (en las Cortes de Cádiz), una prosa ilustrada y una visión realista y profética de los hechos». Así era: cuando salió de Nuevo México, López Cancelada había pasado treinta de sus cincuenta años de vida en aquel virreinato y lo había recorrido de punta a cabo con afán investigador y, por su competencia nada común, había sido uno de los proveedores de inaccesibles informaciones para el trabajo del barón Von Humboldt.
Veamos cómo describe el periodista berciano la llegada a América de las noticias del Motín de Aranjuez y de la coronación de Fernando VII:
“El 8 de junio llegaron a Nueva España las noticias de lo ocurrido en Aranjuez los días 18 y 19 de marzo. Como por lo regular es allí el Comercio el primero que las recibe, y este gremio las celebró de un modo extraordinario, el pueblo atraído de la novedad se instruyó brevemente del motivo. Si los comerciantes celebraron con el mayor entusiasmo la exaltación de Fernando séptimo al trono y la caída de Godoy, el resto del pueblo no lo hizo menos. Por todas las calles y plazas no se oía otra cosa que vivas y aclamaciones. La curiosidad más placentera se notaba hasta en la misma plebe: al oír los papeles públicos que contenían aquellos sucesos, [gritar] Viva Fernando séptimo, Viva España, era común hasta en los niños”.
«En este estado de general alegría -continúa el redactor de la Gaceta de México- dexé a México y partí para San Agustín de las Cuevas, donde se hallaba el Virrei Don José Iturrigaray». El Virrey no quiso darle autorización para que publicase las noticias en la Gaceta. Era comprensible, pues había sido favorecido por Godoy y no tenía ninguna seguridad del futuro que le esperaba en las nuevas circunstancias. Iturrigaray quería ganar tiempo. La gente estaba muy extrañada de que no se hubiera mandado celebrar oficialmente las buenas noticias y se «murmuraba sobre eso». A los tres días, «hubo repique y Misa de gracias» y se mandó publicar en la Gaceta «que, por ocupaciones de la santa catedral, no se había hecho antes…». Lo cual era falso, y los canónigos protestaron. No se había celebrado antes por las vacilaciones del Virrey. «Desde aquella fecha comenzó a opinarse sobre la fidelidad del Virrei. las gentes que carecían de conocimientos políticos decían sencillamente: El virrei no quiere a nuestro Soberano…». Mientras tanto, Iturrigaray «no se explicaba en sus tertulias en el orden que se esperaba como primer Jefe». Pero nuevas noticias iban a dar oxígeno al Virrey en su estrategia dilatoria: «Por desgracia llegó la barca Ventura con las Abdicaciones de Bayona». Los jefes del partido independentista empezaron a moverse rápidamente. Se dieron situaciones estrambóticas: «No pasaron muchos días sin que se presentase un Indio diciendo que era descendiente por línea recta del Emperador Moctezuma; que en virtud de no haber ya Soberano en España, le tocaba la corona del Imperio Mexicano».
Apostilla López: «Los malos criollos querían dar grande importancia a esa solicitud». Pero pocos días después se vio que los indios no querían saber nada de aquel pretendido monarca: «La cosa quedó en nada en punto a los indios». Continuaron los manejos. «La tarde del 18 de julio vimos salir de las Casas Capitulares al Ayuntamiento [la corporación]. Dirigióse al palacio virreinal rodeado de una numerosa plebe que vitoreaba». El gentío daba gritos de ¡Viva el Rey! ¡Viva España!, «prueba evidente de que la masa del pueblo estaba sana», concluye López. «El 20 se supo que el Cabildo había llevado una representación, la que contenía en sustancia que respecto de faltar el Soberano, había recaído la soberanía en el pueblo: que la nobilísima ciudad lo representaba, y así debían quedar abolidas todas las autoridades, hasta no recibir nueva investidura del Cabildo».
Como apunta López Cancelada, el Virrey, al escuchar la desproporcionada declaración, completamente ajena al sentir popular, le dio alas. [/COLOR] Si interiormente no hubiera desistido, «con sólo amenazarles hubiera sido bastante para cortar al primer paso los daños que después se han experimentado en contra de la España». Las cosas estaban en ese punto muerto «hasta que el 29 de julio llegaron agradables noticias de haberse levantado en masa la Nación española contra los franceses». ¿Cuál fue la reacción popular de los mexicanos al conocer las novedades?:
“Apenas fue enterado de ello el pueblo mexicano por los repiques y salvas, parecía haber perdido el juicio. Jamás había visto México un torrente igual de alegría en todos sus habitantes. Los malintencionados se admiraron al ver que no había más que una voz a favor del Rei y de la España. No hubo remedio: todos recelaron hacerse sospechosos y todos tuvieron que mezclarse con el pueblo en sus alegrías. Los buenos fundaron una total esperanza de que habían acabado sus proyectos. El virrey y el Cabildo, testigos de vista por tres días, no podían menos que cambiar de designios por el cambio repentino de circunstancias.”
Pero añade el periodista: «¡Ah! Si desde aquel momento no hubiera dado un paso el Virei que no fuese en todo conforme con la inocente fraternidad de aquel leal pueblo que él mismo había observado, no lloraríamos ahora la sangre que derrama».
Virrey José Joaquín Vicente de Iturrigaray y Aróstegui
El cabildo, dirigido por la minoría revolucionaria, estaba resuelto a no cejar, aunque tuviera que cambiar de estrategia. Pidió la constitución de una junta, lo que en principio no ofrecía dificultad alguna, dadas las excepcionales circunstancias. Sin embargo, los oidores, conociendo los propósitos del cabildo, «contestaron que jamás consentirían se formase la Junta bajo los principios que solicitaba el Cabildo». El Virrey los ignoró y los oidores «protestaron no ser responsables de sus resultas». Explica el autor de La verdad sabida que:
“la solicitud del cabildo era puntualmente en aquella fecha lo que pusieron en práctica Caracas, Buenos Aires y Santa Fe: que se formase una Junta de todos los cuerpos principales. Que ésta debía de dar todos los empleos civiles, militares y eclesiásticos, y que había de ejercer la soberanía en todos los asuntos que estaban sujetos a la decisión del Rei durante su impedimento.”
Según el periodista, una medida de esa envergadura tenía sentido en zonas donde la gravedad de la situación lo demandase, pero dada la tranquilidad y unidad del pueblo novohispano en el sometimiento de los derechos del Rey y en apoyo a los españoles alzados en la península, no sólo no había fundamento para establecerla, sino que significaba crear artificialmente el desconcierto en la población. En apariencia se echaba mano de una medida exteriormente conforme con la tradición política castellana, pero bajo ese expediente se escondía la intencionalidad de una minoría que deseaba hacer prender la mecha de la secesión.
Al constituirse finalmente la Junta de México, los componentes, «un crecido número de personas europeas y americanas», no resolvieron otra cosa «que la pronta jura de Fernando séptimo». Sin embargo, el acta de lo acordado «no es en nada conforme con lo que se acordó (a excepción de que se proclamase al Rei). El Virrei fue el dictador de todas aquellas palabras sueltas». Comenzaba a aplicarse la táctica de «ahogar a favor de la corriente» por parte del Virrey y de la minoría separatista. Resultaba imposible negar abiertamente la obediencia -por lo demás, mera disponibilidad- al Rey cautivo, pero se trataba de ir guiando el cambio de la opinión general con sutiles añagazas.
El 13 de agosto se juró la fidelidad al monarca prisionero. «El pueblo repitió la sinceridad de sus afectos: su amado Fernando séptimo hacía las delicias de sus diversiones. En el pecho o en el sombrero no había ninguno que quisiera andar sin esta real divisa. Los adornos de las casas y las iluminaciones fueron magníficas». La gente había identificado en el nuevo Rey todas sus esperanzas tras años de desgobierno y el hecho de saberlo cautivo lo aureolaba todavía más. En las Fiestas de la Jura, los plateros de México habían realizado un majestuoso retrato que presidía los actos:
“La riqueza que rodeaba aquel retrato del Soberano sorprendía a los espectadores. Éstos lloraban al considerar a su jovencito Rei cautivo. Yo presencié estas tiernas lágrimas y juraré siempre que eran hijas del afecto y de la sinceridad de aquellos habitantes. Siento por lo mismo la mayor repugnancia en tener que explicar el extravío de una parte de ellos, aunque fue movida (¡quién lo creyera!) por los mismos principales jefes.”
Sospechosamente, comenzaron a sucederse puntuales tumultos y aparecieron pasquines contra los europeos. El Virrey daba todas las seguridades de palabra, pero interiormente estaba persuadido de que «España no podía resistir al poder de Bonaparte. Fernando séptimo jamás volvería a su trono. La nación española no tenía cabezas que la pudiese gobernar y los que pensaban lo contrario eran unos locos». El escepticismo y la pusilanimidad de Iturrigaray sirvieron para dar calor y cuerpo al partido secesionista. Conocedores de la pusilánime condición del Virrey, los miembros del cabildo le recordaban que en cualquier momento podía llegar de la Península el nombramiento de un nuevo virrey, ya fuera por Murat o por las juntas. Conforme pasaban los días, la pasividad del Virrey alimentaba un sentimiento de desamparo que fue aprovechado por los provocadores, generando un clima de enfrentamiento entre los habitantes de la ciudad provenientes de la Península y los criollos. Mientras tanto, en el interior del virreinato, se sucedían los festejos y demostraciones de afecto por el Rey.
El propósito de los separatistas encontró nueva ocasión favorable con la visita de don Manuel Francisco de Jáuregui y de Don Juan Rabat, dos delegados de la Junta de Sevilla, que se habían declarado Junta Suprema de España. En nombre de una regencia de Fernando VII instituida por esa Junta, traían facultades para sustituir a las autoridades nombradas por el odiado Godoy que no se adhiriesen al nuevo Rey y a la regencia. Así se iba a proceder a esa adhesión, cuando el 31 de agosto «llegaron pliegos de la Junta de Asturias, constituida en Londres, solicitando también el reconocimiento como Junta Suprema. En presencia del cisma, tanto el virrey como los criollos tuvieron argumentos para convencer a los Oidores de la conveniencia del no reconocimiento hasta tanto no se aclarase la situación», explica el historiador y magistrado Felipe Tena Ramírez. Cada una de estas circunstancias era hábilmente aprovechada por los rebeldes. Llegados a este punto, ya contaban a su favor con el anhelo del pueblo de que se estableciese un Gobierno firme y estable, dadas las muestras de incertidumbre y de desgobierno que había dado el Virrey. Todas aquellas disensiones debilitaban el entusiasmo popular por la causa real y hacían aflorar los viejos agravios no olvidados de los malos Gobiernos. Los criollos secesionistas sabían que había que evitar reconocer a ninguna Junta ibérica, lo que significaba escenificar una primera ruptura política con España.
Mientras tanto, los novohispanos fieles a la Corona tampoco se estaban quietos. Conocidos los manejos de los separatistas, propusieron a un notable, don Gabriel de Yermo, que aceptara la arriesgada tarea de acaudillar a los deseosos de continuar unidos a España y dar un golpe de mano que arrebatase el poder al Virrey. Así lo efectuaron el 15 de septiembre, y el 16 se hacía una proclama pública en la que se daba cuenta de los sucesos y se anunciaba al pueblo que el señor arzobispo y otras autoridades habían reconocido al mariscal de campo don Pedro Garibay como jefe político y nuevo virrey: «Sosegaos, estad tranquilos, os manda por ahora un jefe acreditado y a quien conocéis por su probidad». Una semana más tarde enviaban al depuesto Iturrigaray con su familia al castillo de San Juan de Ulúa, para partir de vuelta a Europa, En su camino a Veracruz, el pueblo le increpaba y querían agredirle por su deslealtad al Rey. El 6 de diciembre, cuando se le unió su esposa, partieron definitivamente para la Península. El nuevo Gobierno, así constituido, se había formalizado contra todas las Leyes de Indias y los derechos forales, de modo que este golpe de mano supuso una victoria pírrica. Los derrotados secesionistas, que ya habían plantado en el pueblo el germen de su ideal, se presentaban como víctimas de aquella violación de la legalidad, lo que iba a incrementar su ascendiente popular. Luego vendrían «el grito de Dolores» y la guerra sangrienta entre españoles en la Nueva España. Guerra inútil, pues finalmente los insurgentes lograron la independencia tras el acuerdo del realista Iturbide y del insurgente Guerrero, de 21 de febrero de 1821, el Acuerdo de Iguala.
Este ejemplo ilustra la rápida evolución, en aquellas complejas circunstancias, del sentimiento popular de los españoles americanos. Sentimiento que en breve lapso de tiempo transita del entusiasmo y el delirio por la coronación de Fernando VII hasta desasosiego y la guerra a muerte contra lo español. Dos cosas quedan claras ante este cuadro: que el independentismo no era un brote fatal ni genuino del suelo americano, sino más bien inoculado y adventicio; y que el nervio político del pueblo americano estaba exangüe y reducido en su mayor parte a pasional sentimiento hispano.
Fernando VII
Tomado del libro: “Españoles que no pudieron serlo” (páginas. 153-159). José Antonio Ullate.
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Fuente:
https://carlistasmejico.wordpress.co...pe-la-inercia/
Última edición por Mexispano; 25/10/2016 a las 05:07
-HISTORIA
"Un rasgo sociológico indicador de la prosperidad y riqueza de la Monarquía Hispánica en América, fueron las fortunas que se amasaron en nuestros territorios. Es bien conocida la vinculación entre la nobleza inglesa y la plutocracia estadounidense a finales del siglo XIX y principios del XX, mismas que empezaron a unirse matrimonialmente para, las unas dar los títulos y el abolengo, y las otras las fortunas. Pero es prácticamente desconocido que este tipo de alianza sucedió antes, durante el siglo XIX, entre la élite mexicana y la nobleza centroeuropea. Era tal la riqueza de muchas familias mexicanas, que varias familias nobles centroeuropeas buscaban casar a sus vástagos con hijas de esas familias mexicanas para mantener la posición económica que cada vez más, con un siglo de ilustración encima, era difícil de sostener y perpetuar. Muchos príncipes, duques, condes y demás nobles titulados alemanes y austriacos, tienen antepasados mexicanos por esta razón. Otras familias mexicanas que conservaron su fortuna de la época hispánica, ante el desastre del Estado mexicano, no pudieron mantenerlas, pero se demoraron más de un siglo, o sea cuatro generaciones, en algunos casos para gastársela toda. Así era el nivel de riqueza de lo que algunos ideólogos llaman el atraso español. A diferencia de la América del Sur, la América Central y del Norte españolas no sufrieron una cruenta guerra civil para conseguir su separación de los demás reinos hispánicos, la misma se logró por medios políticos. Así, el que fuera el Virreinato de Nueva España, es decir, los territorios actuales de los estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, Arizona, Colorado, partes de Wyoming, Oklahoma y Kansas, así como Texas, dentro de los Estados Unidos; México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica; no tuvo la terrible pérdida humana y económica que sí tuvo la América del Sur española, con más de tres lustros de guerras, la destrucción de sus economías y el aniquilamiento de buena parte de sus élites y fortunas. Lo demás es historia."
Francisco Núñez del Arco
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Fuente:
https://www.facebook.com/movimientoh...type=3&theater
Comentarios de gente desagradable y personas conscientes que los ponen en su lugar.
De los peores, una muchachita que tiene de india lo que yo de guapo diciendo que los peninsulares son moros.
Afortunadamente, entre tanto cúmulo de porquería uno encuentra esperanza en personas que no se tragan el discurso indigenista que ¿curiosamente? es igualito al relato gubernamental.
https://www.facebook.com/cesar.r.lop...10399879018187
Y este es el mejor
¡Así celebro yo septiembre! Ensenada Baja California
https://www.facebook.com/photo.php?f...type=3&theater
Para cerrar éste conjunto de escritos que puso aquí el forista Hyeronimus:
El Virreinato de Méjico (parte 1 de 3)
El Virreinato de Méjico (parte 2 de 3)
El Virreinato de Méjico (parte 3 de 3)
Última parte de la Conferencia del Marqués de Cerralbo dando toque final a su tan magistral recorrido por el Virreinato novohispano.
Todos lo virreyes se desvelaron en formar armadas y ejércitos; pero en el interior tan seguros se consideraron por la paternal bondad del gobierno, que es una excepción las doce compañías que hubo organizado Palafox en 1642.
En cambio, cuadrillas de bandoleros asolaban el país, y desde el principio ya vemos en 1552 al Virrey Velasco instituir la Santa Hermandad en su persecución; la que activa de tal modo y con tanta energía el Marqués de Gelves en 1622, que restablece con mano dura el orden y la seguridad, distinguiéndose como infatigable protector de los débiles.
Pasa casi un siglo, y durante ese tiempo van los bandidos reanimando sus maldades, cuando en 1710 el Duque de Alburquerque establece el protector Tribunal de la Acordada, que, trabajando con incansable celo en persecución de toda suerte de criminales, despachó en cien años 57,506 causas: mucho temieron que se prestase a abusos e injustas persecuciones este procedimiento; más, por el contrario, sirvió para demostrar nuevamente la justicia de los virreyes; y de tal colosal número de 62,850 reos, sólo 68 pasaron a la Inquisición.
Queriendo dar ejemplo de cuánto interesa sustanciar pronto las causas, llevó por sí mismo el Conde de Revillagigedo la que aterrorizaba a la villa de Guadalupe por el asesinato del riquísimo Dongo y de toda su familia; descubrió los criminales, y a los quince días, convictos y confesos, pagaron su infame delito.
Pero conforme se desarrollaba la riqueza en Nueva España, se extendía el comercio: e inmediatamente acudieron en su amparo los virreyes, estableciendo ya en 1582 el Conde de la Coruña un Tribunal especial de comercio, con nombre de Consulado.
Esta protección interior necesitaba un complemento que garantizase la exportación, tan peligrosa como aventurada por los infinitos piratas que infestaron los mares: conocido el peligro, al punto el Marqués de Cadreita le vence, creando la armada de Barlovento, con destino especial de proteger a la marina mercante.
Tan necesario era el amparo al comercio con las armas, como desarrollarle por el crédito y el giro; y el tantas veces citado y admirable virrey Bucarelli realiza un progreso y un acto que por sí solo demuestra, no sólo su honradez, generalmente reconocida, y su talento superior, sino que es confirmación indudable de que esa misma honradez era carácter general del Virreinato.
Virrey Antonio María de Bucareli
Quiso establecer un giro de comercio en 1773; pero hallándose sin recursos, pidió prestada una cantidad, y en el acto le entregó el comercio la enorme cifra de 2,800.000 pesos, sin esa precisa condición moderna de garantías, escrituras e intereses: dio el Virrey su palabra por único depósito o resguardo, y aquella palabra es el diploma más solemne y grandioso de la administración del virreinato; fue una escritura en la que firmaba el honor con la garantía de la conciencia.
Excusado es decir que el Virrey cumplió con la exactitud de caballerosidad, y el beneficio fue grande para el Estado y para la gloria de todos.
Este mismo excelso gobernante pasa su atención del comercio a la enorme riqueza que representaba la explotación de las minas, de tan inmenso producto, que llegó el total de América desde 1492 a 1803, según Humboldt, a 4,851 156 000 pesos, en cuya cifra figura Méjico con una producción en plata de 2,028 000 000 de pesos; la de oro asciende a 68,778 411 y la de cobre queda en 542,893. Crea el Virrey para orden de su explotación y amparo de los trabajadores, el Tribunal de Minería.
Organizados todos los servicios y regularizada la administración, era indispensable repartir con justicia los tributos y conocer todas las fuerzas vivas de la colonia; para subvenir a estas necesidades, el famoso Conde de Revillagigedo forma el Censo de población en 1793; y ya que los tributos he citado, oportuno es consignar la bajísima contribución que pagaban los indios; pues hecho por la ley de Indias el cálculo de la ley del jornal, supo que llegaba a 60 pesos anuales y sólo se les exigía desde 1590, ocho reales por bracero que pasase diez y ocho años sin llegar a cincuenta, y en 1760 sube a su cifra máxima de un peso y 25 centavos: beneficiosísima capitación si se le compara con la tercera parte de todo el producto total que les exigía su emperador Moctezuma, y de las tres quintas partes que nos impusieron los árabes cuando la conquista de España.
Gran dificultad ofrecía al general desarrollo de la riqueza la falta de moneda, que no existía en Méjico cuando llegaron los españoles; y uno de los primeros cuidados del primer Virrey, fue crear una Casa de Moneda de plata, que empezó a funcionar en 1536; y para extender a mayor importancia las transacciones, se resolvió en 1675 a fabricar moneda de oro el virrey, tantas y justas veces elogiado, Fr. Payo Enríquez de Rivera.
Muchos son los distinguidísimos oradores que, procediéndome en esta tribuna, han dedicado luminosos estudios a la cultura americana, y no osaría entrar por este hermoso campo, si no creyese de mi deber, y para complemento de los cuadros que he expuesto, apuntar, aunque sea ligeramente, de qué modo tan efectivo protegieron los virreyes el desarrollo de la inteligencia.
Que la dedicaron la más preferente atención se comprueba por haber establecido la imprenta en Méjico en 1535, pues el primer Virrey, Conde de Tendilla Juan Cromberger, el envío de todos los útiles necesarios a la impresión, y se cree que el mismo Conde llevase en su compañía la imprenta, y al lombardo Juan Pablos, que fue el primer impresor en América, como el libro que vio la luz en el Nuevo Mundo la obra de San Juan Clímaco, Escala espiritual para llegar al Cielo, traducida por Fr. Juan de la Magdalena: obra conocida tan sólo por relación, pues la más antigua que ha llegado a nosotros, es la Breve y más compendiosa doctrina christiana en lengua mexicana y castellana, que en 12 fojas en 4° mandó imprimir en 1539 el primer Obispo de Méjico Fray Juan de Zumárraga; como es el primer grabado que se hizo y publicó en América, la portada representando Nuestra Señora imponiendo la casulla a San Ildefonso, que enriquece el famoso tripartito de Doctrina cristiana del Dr. Juan Gersón, impreso en 1544 por orden del mismo ilustre Prelado.
Era ya tan importante el desarrollo intelectual en la Nueva España, que no bastando ni correspondiendo a ella las diferentes escuelas desde un principio establecidas por los españoles, funda el segundo virrey D. Luis de Velasco la Regia y Pontificia Universidad de Méjico en 1552.
La organización que sabiamente dio a sus estudios el venerable Palafox, aun resuena aquí entre los brillantes periodos de la asombrosa conferencia del Sr. Jardiel, y los aplausos calurosísimos con que todos le seguimos y le premiabais, porque en esta doctrina asamblea del Ateneo, siempre se ha hecho noble e independiente justicia.
Grandes desvelos inspiró a los primeros virreyes, y después a muchos otros, propagar la cultura, por la atrasadísima que era la de los aztecas, a los cuales hallaron los españoles en la bárbara edad del bronce y de la piedra. ¡Suerte y consuelo para los americanos, porque así pueden asegurar, en su gloria y elogio, que no era suyo, que no era de su país, el hierro ingrato con que se fabricaron los vergonzosos grillos impuestos a Colón!
En esta rápida excursión por la brillante historia del virreinato de Méjico se han confirmado cumplidamente todos mis elogios y todas mis afirmaciones; si algo falta para la prueba, culpa es mía, que no he alcanzado a demostrarla: y si falta la terminación de la historia, ni la culpa me pertenece, porque no lo reconozco, ni ha de caer sobre el Virreinato, porque no le alcanza.
Las instituciones han de juzgarse por su espíritu, por su constitución y por su historia; pero en cuanto los hombres, por su torpeza, por sus debilidades o por su tiempo, las bastardean, no pueden caer las censuras sobre la institución, cuando en su esencia y forma no hay inevitable tendencia a la perdición y al vicio, sino que se alcanzan a los procedimientos.
la crítica filosófica ha de ejercitarse con todo rigor para demostrar si una institución es intrínsecamente buena y corresponde a su misión y a su deber, ajustados al tiempo, al lugar y a las necesidades.
El virreinato de Méjico cumple con todas estas condiciones, tiene por alma la fe católica, por impulso y protección el cetro de sus monarcas, por espíritu y régimen las leyes de Indias, y por cuerpo las grandiosas figuras de sus virreyes: fue una institución genuinamente española por su origen, su aspiración y su desarrollo: desde el punto en que falta uno de estos caracteres y se rinde el criterio o la acción a intervenciones o influencias extranjeras, ya el Virreinato no existe, porque ha dejado de ser español.
De este modo entiendo que cierra su historia el 12 de julio de 1794, al entregar su vara de juez, su bastón de general y sus cuentas de gobernador, el admirable y españolísimo D. Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla, Conde de Revillagigedo, en las manos del extranjerizado rapaz e inepto cuñado de Godoy, D. Miguel de la Grúa y Talamanca, Marqués de Branciforte, que convierte la administración en un mercado en su beneficio, y al gobierno en un desastre nacional. ¿Para qué seguir en la enumeración de virreyes como Azanza, que le sucede, y que baste decir cómo conduciría, cuando llegó a ser Ministro de José Bonaparte? No se salven de mi omisión y mi silencio algunas pobres excepciones, como Marquina y Garibay y otras más distinguidas, como Lizana y Calleja, porque no son bastantes a compensar las tropelías de Iturrigaray, las desgracias de Venegas y Apodaca, y las traiciones de O’Donojon.
La Revolución francesa había enseñado a romper la amorosa unión del pueblo con el Soberano, y a lanzarse el individuo a todas las independencias, y aunque en América se conservaba íntima y segura aquella, por los prestigios y paternal gobierno de la Monarquía española, como lo demuestra que en los primeros y en los constantes y en los últimos gritos de la independencia, jamás se suprimieran los vivas a la fe católica y al Rey de España.
Termina, pues, el virreinato con el Conde de Revillagigedo, que no pareció sino que el cielo, reconociéndole como glorioso epílogo de aquella institución, y como deseando honrarla con espléndida corona de luces y colores, produjo la sorprendente y en Méjico nunca contemplada aurora boreal del 12 de Noviembre de 1789, que es la celestial diadema del Virreinato.
Virrey Juan Vicente de Güemes, Conde de Revillagigedo
Qué aun en el periodo de 1535 a 1794 se produjeron algunas contadísimas excepciones, que ni empañar consiguen el deslumbrador brillo del Virreinato, ni he de desmentirlo, ni aun con ellas se dejó de demostrar la justicia de los reyes, que jamás impuestos ni detenidos por la potestad del Virrey, deponen sin contemplaciones al Marqués de Cruillas y al de Branciforte, a Iturrigaray y a O’Donojon; pero más fueron los que, mereciendo por sus actos y servicios premios excepcionales, ascendieron al virreinato del Perú, como el Conde de Tendilla y el de Monterrey: los Sres. Almanza y el de Velasco; el Marqués de Montesclaros y el de Guadalcázar, el Conde de Salvatierra, el de Alba de Liste y el de Monclova: otros pasan a la presidencia del Consejo de Indias, como D. Pedro Moya de Contreras en 1585, y D. Luis Velasco, Marqués de Salinas, en 1611, y el famoso arzobispo D. Fr. Payo Enríquez de Rivera, en 1680: y no son pocos los que descansando de agitadas y fructuosas empresas, por su amor a la América española, dejaron sus cenizas encomendadas a la santidad de las basílicas que levantaron y al amor del pueblo que protegieron: y allí quedan como heraldos de nuestro amor y nuestra gloria, y así, entre las generales bendiciones mueren en Nueva España D. Luis de Velasco y el Conde de la Coruña, el Marqués de Castrofuerte y el Duque de la Conquista, el Marqués de las Amarillas, el gran Bucarelli y los Gálvez, padre e hijo: única excepción de herencia en tan excelsa autoridad.
Varios son los virreyes que renunciaron a sus cargos, y entre ellos habría de citarse al Marqués de Cerralbo, que la repitió dos veces, y del que por razones que comprendéis no me ocupo sino incidentalmente, y que siendo hasta su época la duración del virreinato de seis años, se redujo a tres, lo que no impidió que gobernase por espacio de once, que tanto se necesitaba de su prudencia y de su dirección para arreglar el país, tan hondamente perturbado por el Marqués de Gelves.
Queda a grandes rasgos hecha la historia; si en el manto esplendente del Virreinato hay algunas manchas, no se advierten siquiera, por la inmensidad de laureles que todo le cubren. Fácil es que en la colosal pirámide de Egipto falte una piedra, y que en su hueco arteramente se guarezca el beduino miserable desde donde asalta, roba y asesina al extasiado y errante viajero; pero ¿ha de perder su grandeza, su importancia, su general respeto y su más general admiración; ha de dejar de ser la maravilla del mundo y su más grandioso monumento, por la insignificancia accidental de que en sus escalones se esconda un asesino? ¿Han de inspirar terror porque entre las quebradas sinuosidades de sus inmensos sillares se guarezca el sanguinario chacal o se enrosque y aceche la sierpe venenosa?
He terminado la prolija y fatigosa carrera de mi trabajo; mi deseo es y fue cumplir lo mejor que se me alcanzase; pero mis ocupaciones son tan extraordinarias, que sabe nuestro ilustre Presidente, el Sr. Sánchez Moguel, que no dejaron sino tres días para escribir este pobre discurso: limítome, pues, a no poder ofreceros sino el homenaje de mi entusiasta y patriótica voluntad.
Pero son tantas la veces que con justo y asombrado elogio hice mención de las españolas leyes de Indias, que, ya por su incomparable valer, ya porque fueron el genio, la acción y el juicio del Virreinato, habréis de permitirme en su obsequio una rápida y última enumeración tomada al acaso, porque escoger es imposible entre tan nobles y cristianas leyes, entre aquella espléndida diadema de joyas donde hay tantos brillantes que representan los torrentes de lágrimas que por ellas se enjugaron, tantas perlas que figuran la prístina nitidez de las virtudes que ellas protegieron, tantas esmeraldas que copian los campos fertilizados por su organizada agricultura, tantos carbunclos que atestiguan el fuego deslumbrante que en la inteligencia y en la inspiración encendieron, tantos rubíes que retratan la generosa sangre de los españoles, y tantos zafiros que con su irisado turquí proclaman que su aspiración sublime es apoyarse en la felicidad social de la tierra para conquistar la del cielo.
Empieza el sublime Código con la enumeración de las grandes atribuciones que se conceden al Virrey, pero también le exige estrecha cuenta que siempre se lo tomó; se le obliga, así como a todas las demás autoridades, a jurar que velará sin descanso por elbuen tratamiento, conservación y aumento de los indios; se prohíbe que en su viaje de ida se hagan al Virrey obsequios ni que deje de pagar sus hospedajes, para que no le conquisten por las dádivas o los halagos los conculcadores de conciencias, dejando en cambio, que todos lo festejos y atenciones que los pueblos quieran les hagan volver de su gobierno, porque entonces se convierten en noble recompensa de sus servicios lo que antes fuese compra o adulación.
Oblígase a los virreyes y demás autoridades a hacer minucioso inventario de los bienes que poseen al ir a sus empleos, para fácil averiguar cómo salen de ellos con probidad, que es siempre razón de justicia.
Prohíbese con toda entereza que los Virreyes ni ningún empleado tenga bienes, industrias, comercio ni explotaciones en el territorio de su mando, ni que casen a sus hijos en el país que gobiernen ni en los colindantes, ni que empleen a ninguno de sus amigos.
Y llegase hasta prohibirles que lleven en su compañía más parientes que su mujer e hijas, y en diferentes artículos se insiste mucho, pero mucho, en que a ningún Virrey ni a ninguna autoridad, bajo ningún caso, les acompañen sus yernos.
Declárase la correspondencia particular libre, recíproca y secreta; ordénase que en los países a donde puedan ir misioneros no vayan los soldados, para mejor conquistar las voluntades que los cuerpos.
Reconócese a los indios libres de toda esclavitud; impídese que ninguno sea cargado con más peso que el de dos arrobas, ni se impongan trabajos personales; no se les obligue a pescar perlas, ni hagan, por nocivo, el desagüe de los lavaderos de mineral; que el tributo del jornalero que gane 60 pesos al año no pase de dos, y que los indios de tierra caliente, como Nueva Granada, no satisfagan, por pobres, tributo de ninguna especie; que en sus pueblos los alcaldes sean indios; que todos aquellos sepan leer y escribir; que tengan libre comercio con los españoles; que no se destinen a dehesas para el ganado de éstos, las que linden con los cultivos de los indios; a ninguno de los últimos, en ninguna de las provincias y reinos de América, se le pueda exigir contribución mientras no le quede lo necesario para vivir y para criar y dotar a sus hijos, y en todo caso una reserva para curarse de sus enfermedades; a todos los que sirviesen en el ejército veinte años con lealtad, a llegar a los cincuenta se les deja todo su sueldo; en sucesos de miseria o peste en los pueblos, no se exija tributo; que los abogados y procuradores de los indios tengan sueldo del Estado para que no paguen nada aquellos y les sea más fácil y gratuita la justicia. A los encomenderos que no protejan a los indios, se les quiten sus propiedades y encomiendas.
Y como es un Código de caridad y justicia, no son leyes para un tiempo determinado, sino que abarcan a todos, como universales y eternos son los principios que le informan: todas las graves cuestiones modernas allí se tratan, legislan y resuelven: voy a demostrarlo con las órdenes y palabras del gran rey Felipe II, que deberían aprender de memoria los trabajadores de nuestros días, que últimamente alarman a la sociedad con sus fiestas de Mayo: véase cómo los monarcas se han adelantado nada menos que desde 1593 a conceder por su voluntad lo que hoy se demanda imperiosamente. Decía así Felipe II en la famosa instrucción del año citado:
“Todos los obreros trabajarán solamente ocho horas al día, cuatro por la mañana y cuatro por la tarde, de modo que no faltando un punto de lo posible, se atienda a procurar la salud y conservación del trabajador.”
Pero aún hay más, aun ordena y concede mucho más el Rey, de lo que hoy se pide, pues dispone que los sábados se trabajen sólo siete horas a fin de dedicar la octava a las listas y cobro de sus jornales para no pasar jamás de ocho las que ha de estar el bracero sujeto a su trabajo.
¿Qué puedo añadir después? Aquí no cabe ni mayor elogio, ni más palmaria demostración de la sublimidad paternal de las leyes de Indias, si no copiar el admirable codicilo de Isabel I, que las inició, y la cláusula amorosa y paternal que Felipe IV escribió de su puño y letra como dignísimo sello y remate de tantas maravillas.
Decía así en su testamento la Serenísima y muy Católica reina D.ª Isabel, de gloriosa memoria:
“Cuando nos fueron concedidas por la Santa Sede Apostólica las Islas y Tierra Firme de el mar Océano, descubiertas y por descubrir, nuestra principal intención fue al tiempo que lo suplicamos al Papa Alejandro VI de buena memoria, que nos hizo la dicha concesión, de procurar inducir y traer pueblos de ellas y los convertir a nuestra santa fe católica y enviar a las dichas Islas y Tierra Firme prelado y religiosos, clérigos y otras personas doctas y temerosas de Dios, para instruir los vecinos, y moradores de ellas a la fe católica, y los doctrinar y enseñar buenas costumbres, y poner en ello la diligencia debida, según más largamente en las letras de la dicha concesión se contiene. Suplico al Rey mi Señor muy afectuosamente, y encargo y mando a la Princesa mi hija, y al Príncipe su marido, que así lo hagan y cumplan, y que éste sea su principal fin y en ello pongan mucha diligencia, y no consientan ni den lugar a que los indios vecinos y moradores de las dichas Islas Firmes, ganados y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas y bienes: más manden por deservido y aseguraos que aunque no lo remediéis, lo tengo que remediar y mandaros hacer gran cargo de las más leves omisiones en esto, por ser contra Dios y contra mi y en total ruina y destrucción de esos Reinos, cuyos naturales estimo y quiero que sean tratados como lo merecen vasallos que tanto sirven a la Monarquía, y tanto la han engrandecido e ilustrado”.
A lo cual Carlos II añadió la siguiente confirmación:
“Y porque nuestra voluntad es que los indios sean tratados con toda suavidad, blandura y caricia, y de ninguna persona eclesiástica o secular ofendidos: Mando que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido lo remedien, y provean de manera que no se exceda cosa alguna lo que por las letras apostólicas de la dicha concesión nos es inyungido y mandado”.
Y la hermosa cláusula que Felipe IV escribió por su Real mano en la Recopilación de las leyes de Indias, dice de esta manera:
“Quiero que me deis satisfacción a mi y al mundo del modo de tratar esos mis vasallos, y de no hacerlo, con que en respuesta de esta Carta vea yo ejecutados ejemplares castigos en los que hubieren excedido en esta parte, mandamos a los Virreyes, Presidentes, Audiencias y Justicias, que visto y considerado lo que su Majestad fue servido de mandar y todo cuanto se contiene en las Leyes de esta Recopilación, dadas en favor de los Indios, lo guarden y cumplan con tan especial cuidado, que no den motivo a nuestra indignación, y para todos sea cargo de residencia”.
Voy a concluir, única palabra que tal vez sonará bien en vuestros oídos; pero el tema es tan amplio y los hechos tan grandiosos, que necesitarían de mucho más espacio del por costumbre concedido a los estrechos límites de una conferencia; esta razón y la del tiempo ya excesivo con que el reloj me advierte que apuro vuestra bondad y paciencia, y, sobre todo, la imposibilidad de que mi pobre palabra entretenga y adorne con galanuras de dicción la aridez de mis enumeraciones históricas, hácenme llegar al término con la más solicita petición de que me dispenséis cuanto haya podido molestaros; gratitud que he de deberos, nuevo favor que he de añadir a la honra con que me habéis distinguido y que tengo por muy preciada al concederme por unas horas tan afectuoso hospedaje en esta ilustre tribuna, que, siendo una gloriosa lumbrera de la patria, parece el luminoso faro de la ciencia, la ilustración y la oratoria.
Estas conferencias, con excepción de la mía, han de ser el timbre más grandioso de la conmemoración universal del Centenario colombino. Si ellas, con sus estudios y con sus declaraciones, son el íntimo y fraternal abrazo con que España sacó a América de las infranqueables brumas del Atlántico, levantándola sobre los gigantes hombros españoles, para mostrarla al viejo mundo ya vencida para siempre la barrera que nos separaba, las encrespadas olas del Océano, quisiera que mis palabras, quisiera que mi poco valer, servir pudieren para más y más estrechar los lazos con nuestra hermana predilecta, dirigiéndola mi saludo, el saludo de un entusiasta español que por sus convencimientos y por sus amores vive en la admiración y en el cariño de la vieja España.
Sean cualesquiera los acontecimientos que aun guarda en las tinieblas del porvenir la mano sabia y justiciera de Dios, sostenidas por todas las nacionalidades su peculiar libertad y su propia independencia, siempre hallará desde su trono de inmarcesible gloria el ángel de Castilla, nuestra Isabel I, las banderas españolas tremolando sobre las inconmensurables extensiones de la América, que si arriados fueron los heroicos colores rojo y amarillo, si allí no brillan y se destacan los timbres de nuestro escudo, la bandera de España aun tremola por todas partes, porque en todos puntos, porque en todas las villas se alza la Santa Cruz, y ése es el primitivo y verdadero estandarte de nuestra heroica y amadísima patria.
Aun queda allí la sonora lengua castellana para que tengan expresión los sentimientos de gratitud que nos deben los americanos, y para que entiendan, con ejemplo el legislador, con deleite el sabio y con verdad el pueblo, nuestra historia, nuestras leyes, nuestro amor y nuestras oraciones.
Y a Dios lleguen y acoja las que le dirigimos por la felicidad de América y porque en Méjico no falten jamás en su gloria y en su beneficio gobernantes como los virreyes españoles, y códigos como las benditas leyes de Indias.
Por el momento, la página de donde saqué esta información no se encuentra disponible, así que los dirijo al perfil público (el otro era el personal) del historiador ecuatoriano Francisco Núñez del Arco Proaño.
https://www.facebook.com/Francisco-N...25/?fref=photo
Uno de tantos personajes que la historia oficial esconde...
¡Ahí está su discriminación contra los criollos!
Y por si no lo notaron, este insigne hombre fue retratado por el maestro Francisco de Goya.
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