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Tema: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

  1. #81
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Puerto Rico antes de la Diócesis:


    La isla se encuentra hundida en una guerra civil por el control de ella.


    Juan Ponce de Leon y otros nobles estaban luchando contra Agueybana y otros caciques. Los Colón gobernaban la Isla desde Santo Domingo.


    No había ningún tipo de organización ni civil ni eclesiástica en lo que vendría a ser Puerto Rico.


    El rey Católico Don Fernando, cuya inteligencia y sagacidad es de notar, sabía que para evitar estas guerras y poder pacificar a los indígenas habría que encomendar a aquellos indígenas y sus tierras a la Iglesia.


    Durante varios años el rey católico estuvo negociando con el Pontífice para la creación de diócesis y la medida del Patronato.


    En 1511, se crea la Diócesis de Puerto Rico, organismo que vendría a dar a luz a Puerto Rico y a la mayoría del actual Oriente de Venezuela. Puerto Rico nace jurídicamente, es el documento de la Diócesis el primero que menciona a San Juan como capital.


    En 1512, llega el obispo Manso a la Isla, con la llegada de Manso las rebeliones se irán disminuyendo, los indígenas se congregarán en pueblos llamados "curatos" y "parroquias". Será el "curato y la "parroquia" el pueblo fundacional por excelencia. De hecho, la mayoría de los pueblos en Puerto Rico empezaron como curatos y parroquias.


    El mestizaje entre los indígenas, negros e hispanos será tremendo, a nivel que después de 50 años de la primera pisada de los hispanos los indígenas puros eran muy pocos.


    Ya después de establecida la paz, la gobernación de Puerto Rico será afianzada durante ese siglo.


    La Diócesis por diversas razones seguirá creciendo pues grandes comarcas le serán encomendadas.


    En 1519 se le encomiendan gran parte las Islas de Barlovento. En 1525 será encomendada la Isla de Margarita, ya para los 1600's se reconoce la encomienda de los obispos en la Nueva Andalucía, para la segunda década del siglo XVII se encomendarán la Isla de Trinidad y la vastísima provincia de Guayana. Con la Diócesis comienza la labor misionera en esas regiones, la cual dará a luz a la mayoría del actual Oriente de Venezuela.
    Última edición por Michael; 14/03/2013 a las 11:46

  2. #82
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    En 1512, llega el obispo Manso a la Isla
    corrección. El obispo llega en 1513.
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  3. #83
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Puerto Rico antes de la Diócesis, parte II:


    La Gobernación de Puerto Rico fue establecida por Ponce de León. Ponce de León fue el primer gobernador de la Isla. La Gobernación carecía de toda forma política. Se dividía en encomiendas.


    Encomiendas de la Gobernación de Puerto Rico:


    Encomenderos:


    1. Compañía Corona / Ponce de León


    Caciques: Aranamá, Guacabo, Orocobiz, Caguas y otros


    Lugar: Toa / Mona


    2. Corona


    Caciques: Aranamás, Caguas, Yavey, Luisa


    Lugar: Real Hacienda de Toa




    3, Juan Cerón


    Lugar: Caguas


    Caciques: ?


    4. Miguel Díaz de Aux


    Caciques: Canóbana


    Cayniabón (o Cayrabón)




    5. Cristóbal de Sotomayor


    Caciques:Agüeybana II


    Lugar: Guanía (pueblo de Guánica)




    6. Juan Ponce de León


    Caciques: Guaraca y otros
    Guayaney


    Fuente: Murga, Historia Documental de Puerto Rico, Vol. II (1957), pp. 454-490


    Subasta de tierras:


    1.Cristóbal de Sotomayor


    montones: 10,500


    Cacique: Agüeybana II


    precio en pesos:175


    2. Francisco Robledo /Juan de Castellanos


    montones: 6,850


    Cacique: Caguas


    precio en pesos: 250


    3. Fernán Sánchez y Cia.


    Montones: 1.090


    Cacique: Mabo


    precio en pesos: 92


    4. Juan Cerón/Marco de Ardón/García Troche


    montones: 1,000


    Cacique: Mahagua


    precio en pesos:100


    5. Pedro Ortiz


    montones: 270


    Cacique: “Gonzalo” (Toa)


    precio en pesos: 31


    6. Juan de la Feria


    Montones: 7,055


    Lugar: Villa de Caparra


    precio en pesos: 375


    7. Corona
    montones: 5,200


    Lugar: Real Hacienda de Toa


    precio en pesos: --


    8. Varios


    montones: ?


    Cacique: Canóbana/Cayrabón


    precio en pesos: ?




    Fundición de Oro, 1510


    Encomenderos/mineros:




    1. Compañía Corona/Ponce de León


    oro (pesos): 1694 ps. 4ts.




    2. Cristóbal Sotomayor


    oro/pesos: 806 ps. 5ts.




    3. Pedro y Luis Almonte (hermanos)


    oro/pesos: 679 ps. 2ts




    4. Francisco de Robledo


    oro/pesos: 656 ps. 6ts




    5. Alonso de Cea


    oro/pesos: 612 ps. 6ts




    6. Juan de la Feria


    oro/pesos: 358 ps. 6ts




    7. Antonio Sedeño


    oro/pesos: 317 ps.




    8. Luis de Añasco


    oro/pesos: 304 ps.




    9. Gil Calderón


    oro/pesos: 287 ps.




    Pedro de León


    oro/pesos: 246 ps.




    Fuente: “Relación del oro. Villa de Caparra, 1510”. Archivo General de Indias (AGI) Patronato, Legajo 198, Ramo 1.


    Fuente: “Relación del oro. Villa de Caparra, 1510”. Archivo General de Indias (AGI) Patronato, Legajo 198, Ramo 1.


    Guerras Civiles:


    Los indígenas y españoles entablaron cruentas guerras civiles, los indígenas habían hecho matanza a gran parte de la población hispana de la Isla.


    Primera Rebelión:


    Los indígenas se rebelaron ante esta oprobiosa situación y declararon la guerra asesinando al noble Cristóbal de Sotomayor, quemando su villa y todo cuanto en ella había:


    "La primera población que el dicho don Cristóval hizo fue el puerto de Guánica e estando allí vinieron los dichos yndios e quemaron el pueblo de donde perdimos yo e los pobladores las haziendas e todo quanto tenían”. Cuéllar.


    Quema de la Aguada:


    Los indígenas bajo el mando del cacique Guarionex se rebelaron y fueron hacia la villa de la Aguada, la cual incendiaron e hicieron gran matanza:


    "Un día se juntaron la mayor parte de los indios de la isla”, según un tal Cuéllar, “e fueron sobre nosotros... e pelearon resiamente con nosotros e quemaron todo el pueblo -matando 200 cristianos e hiriendo muchos...”


    Algunos documentos que nos hablan sobre estas guerras:




    Sableracion general de los indios de Puerto-Rico; muerte de Salcedo y del Capitán Sotomayor 5 destrucción del pueblo de su nombre y otros sucesos acaecidos en la isla en 1511.


    Ya se dijo anteriormente que el Rey nombró Gobernador de esta isla en 1510 á Juan Ponce de Leon, que la habia reconocido dos años antes, y que despues de enviar presos á España á su antecesor Ceron y al Alguacil Mayor Miguel Diaz, habia fundado la poblacion de Caparra, y el Capitan D. Cristóbal de Sotomayor la de Guanica, que trasladó á la parte de la Aguada entre el rio de este nombre y el de Culebrinas (a) por la insufrible plaga de los mosquitos que no les dejaba vivir; y que despues de formados estos dos establecimientos habia repartido Ponce entre los Españoles los indios de la isla, dándolos en encomienda, segun se usaba en Santo Domingo y demas conquistas de aquel Nuevo-Mundo, cuya providencia alteró los ánimos de los indios hasta la desesperacion de morir en defensa de su amada libertad ó acabar con todos los Españoles.


    Antes de referir el pormenor de las operaciones de una y otra parte, es de advertir que el buen Cacique Agueynaba que habia recibido á los Españoles con tan sincera amistad, la conservó hasta su muerte ocurrida en este mismo año al regreso del viage que hizo con Juan Ponce de Leon á la isla de Santo Domingo.


    A esta desgracia acompañó la de la muerte de su madre y padrastro, quienes viendo la facilidad con que los Españoles habian subyugado la multitud de indios que habitaban la isla Española, aconsejaban á su hijo el buen tratamiento y sumision que debia tenerles; pero con la muerte de los padres é hijo heredó un hermano de Agueynaba, hombre maligno, sedicioso y desafecto á los Españoles; y aunque tomó el nombre de D. Cristóbal Sotomayor y este Capitan le daba cuanto tenia, no pudo convencer su ingratitud y perfidia (b).


    Entrado el año de 1511, el nuevo Cacique Agueynaba que vivia en el pueblo y encomienda del Capitan D. Cristóbal de Sotomayor, juntó á los Caciques de la isla, hízoles presente la pérdida de su libertad y del señorío de sus tierras por el establecimiento de los Españoles, quienes cada dia se multiplicaban y señoreaban, erigiendo poblaciones, imponiendo tributos, haciéndoles trabajar en sus haciendas y minas, trastornando sus usos y modo de vivir; y que para libertarse de la opresión quería que cada uno de ellos matase á los Españoles que vivían en sus respectivos territorios, y que el Cacique Guarionex con 3,000 hombres asaltase la población de Sotomayor, la pusiese fuego y acabase con todos sus habitantes al mismo tiempo que los otros lo ejecutaban en los distritos de su cargo (a).


    Muchos de los Caciques convocados á esta Asamblea resistieron el dictámen de Agueynaba, fundados en la opinión común que habia entre ellos de que los Españoles eran inmortales (b), graduando de temeraria una resolución que no podia tener buen e"xito sin hacer antes la experiencia.


    En consecuencia acordaron que el Cacique Broyoan la hiciese en el primer Español que transitase por sus tierras, le quitase la vida y diese aviso de las resultas para en su vista determinar lo que mas conviniese al intento, y como los Españoles andaban sin recelo por toda la isla, se le presentó luego ocasión á Broyoan de cumplir su encargo. Un mozo español llamado Salcedo transitaba por la provincia de Yagüeca en la parte en que hoy está el pueblo de Añasco.


    Broyoan, que vivia en aquel territorio, lo hospedó en su casa con mucha alegría y obsequio; y cuando Salcedo intentó pasar adelante, lo hizo acompañar de algunos indios bien instruidos de lo que debían hacer con él; llegó al rio Guaurabo (1), los indios se le ofrecieron ápasarlo sobre sus hombros, el inocente Salcedo admitió, y cuando lo tuvieron en la mitad del rio lo sumergieron, teniéndolo debajo del agua hasta que dejó de dar señal de vida; entonces lo sacaron á la orilla, y dudando todavía de si era mortal le decían: Señor Salcedo, perdonad, que cainios con vos, levantaos para seguir vuestro camino.


    Con esta y otras satisfacciones continuaron disculpándose tres dias, en los cuales vinieron el Cacique Broyoan y otros muchos indios á ver si resucitaba, pues solo la vista podia desengañarlos de su creencia ; pero percibiendo el fetor del cuerpo ya corrompido, se persuadieron que los Españoles eran mortales como los indios (c).


    Ejecutada la muerte de Salcedo, la noticiaron al Cacique Agueynaba» quien volvió á convocar los Caciques de la isla.


    Estos en vista del desengaño asintieron á la extinción acordada de los Españoles, mediante la sublevación general que señalaron para un viernes.


    Mientras llegaba este día no perdieron ocasión de hacerles sus tiros, asaltándolos cuando los encontraban solos.


    Entre otros el Cacique Aimamon, que tenía su ranchería en el rio Culebrinas, cerca de la población de Sotomayor, prendió á un muchacho de diez y seis años que encontró solo, hijo de Pedro Juárez, natural de Medina del
    Campo, atólo al tronco de un árbol en un caney ó casa, hizo un convite y dispuso un partido de pelota entre sus indios, ofreciendo á los que lo ganasen darles el muchacho para que le diesen la muerte á su gusto en premio del triunfo.


    Un indio, criado de Pedro Juarez, oida la sentencia del Cacique contra el hijo de su amo, huyó disimuladamente y dió cuenta de lo que ocurría en la poblacion de Sotomayor.


    Diego de Salazar, vecino de ella, informado del caso tomó su espada y rodela, y guiado del indio que le avisó, corrió á libertarlo, entró en el caney ó bugío en donde lo tenían atado, cortó las ligaduras al preso y diciéndole: haced como viéredes, empuñó la espada y afianzando su rodela, dió con tanto ardor y cólera sobre mas de 300 indios gandules ó de guerra que jugaban y veian jugar la vida de Juarez, é hizo en ellos tan gran carnicería que aunque quisieron ponerse en defensa los desbarató enteramente (a).


    Volvíase Salazar á la poblacion con el muchacho rescatado, cuando le salieron al encuentro algunos indios rogándole de parte de su Cacique volviese á hacer amistad y alianza con él, pues su valor le habia prendado y queria ser su amigo: que no venia él mismo á rogárselo, porque estaba muy mal herido.


    Salazar determinó volver por mas que Juarez le disuadia y suplicaba de rodillas (poseído todavía del susto) que no volviese, creyendo fuese alguna traicion; pero Salazar, resuelto á todo acontecimiento, le respondió: ya estais en libertad, volveos si quereis, que yo he de ir á ver lo que quieren, no piensen que les tengo miedo. Juarez, aunque de mala gana, volvió acompañando á su defensor.


    Cuando llegaron al caney en donde estaba el Cacique Aimamon mal herido, le preguntaron lo que queria: Aimamon le suplicó le diese su nombre y le permitiese llamarse Salazar, pues queria ser su amigo y servidor. Salazar le concedió lo que pedia: luego los indios con grandes voces y alborozo empezaron á llamar á su Cacique Salazar, Salazar, como si con el nombre hubiera recibido sus fuerzas y valor.


    En agradecimiento y recompensa del favor, regalaron á Salazar cuatro esclavos para que le sirviesen y otras alhajas de las que ellos tenian, quedando en tanta reputacion y respeto el nombre de Salazar entre los indios, que no se atrevían á hacer frente á la partida en que iba; por esto lo llevaban siempre á los combates, aunque estuviese enfermo, y si algun Español los amenazaba respondian con orgullo, no te. tememos porque no eres Salazar (b): tal era la simplicidad de estos indios ; un solo accidente les hizo fijar la idea y agradecer las cuchilladas.
    No fueron solos estos sucesos los que anunciaron la inquietud y sublevacion premeditada; precedieron otras noticias nada equívocas de su perfidia, y aunque se comunicaron á D. Cristóbal de Sotomayor, que gobernaba el pueblo de su nombre, una confianza imprudente le hizo malograr los avisos.


    Una hermana del Cacique Agueynaba, que tenia por amiga, le confió la conjuracion acordada, rogándole que se fuese, pues los indios querían matarle á él y á todos los Españoles, pero despreció la noticia.


    Otro mozo español, llamado Juan Gonzalez, que sabia bien la lengua de los indios, una noche que estos celebraban el areito ó baile de la declaracion de la guerra, se desnudó y pintó con colores como lo usaban los indios; entró en el baile desconocido, y oyó los cantares en que hacian relacion de la sublevacion y muerte de Don Cristóbal y demas Españoles.


    Cuando Gonzalez pudo separarse del baile corrió á dar aviso á Don Cristóbal; pero este lo despreció tan neciamente como el anterior de la india (a).


    Juan Gonzalez no cesó de instar á Sotomayor que huyese á Caparra ofreciéndose á acompañarle; pero no quiso hacerlo hasta que el dia siguiente estimulado de las gestiones de la india, resolvió el viage, pero ya era tarde: avisó al Cacique Agueynaba su determinacion, pidiéndole indios para que le acompañasen; el Cacique se los dió, bien instruidos de lo que debian hacer. Marchó Don Cristóbal con Juan Gonzalez y otros cuatro Españoles: á poco rato le siguió el Cacique con su gente, y encontrando solo á Gonzalez que iba detrás, le quitaron la espada y con ella misma le dieron cuatro heridas; Gonzalez les habló en su lengua pidiendo la vida y ofreciéndose por su esclavo.


    El Cacique deseoso de llegar cuanto antes á quitar la vida á su señor, lo mandó dejar, y siguiendo la marcha alcanzó á Don Cristóbal y á sus compañeros, á quienes mataron á flechazos y golpes de las macanas; luego volvieron á buscar á Juan Gonzalez que tuvo la advertencia de internarse en el bosque y subirse á un árbol, con lo cual evitó la muerte que le iban á dar (b).


    Llegada la noche, Juan Gonzalez, aunque desangrado y mal herido, se esforzó á seguir su camino, y al abrigo de los bosques llegó sin ser sentido ni visto de los indios á Toa-baja, en donde el Rey tenia una estancia habitada de los Españoles, que lo recogieron y curaron, pues cayó en tierra desfallecido del hambre y de las heridas.


    Cuando volvió en sí notició lo que pasaba en Sotomayor: los Españoles dieron parte á Caparra, y el Gobernador Juan Ponce de Leon envió luego al Capitan Miguel del Toro con cuarenta hombres para que socorriese á Don Cristóbal de Sotomayor; pero lo encontraron ya enterrado con los pies fuera de la sepultura, igualmente que sus compañeros.


    Recogió á los Españoles que habian podido escapar de la sublevacion, y se retiró á Caparra (c).


    La noche que se siguió al dia de la muerte de Sotomayor y sus compañeros, todos los Caciques de la isla dieron sobre los Españoles que vivían en sus territorios, y el Cacique Guarionex con 3,000 indios marchó oculto al abrigo de los bosques sin ser sentido; puso fuego por todas partes á la población de Sotomayor y asaltó á sus habitantes, esgrimiendo sobre ellos sus macanas con furia desesperada.


    Diego de Salazar que viviaen ella alarmó á los Españoles, y juntando los que pudieron vencer las llamas, hizo frente á la multitud, acometiólos con denuedo, y animando á los suyos con poderosas razones y esfuerzos valerosos, pelearon todos con la desesperación que pedia tan extremado conflicto; pero les fué preciso retirarse con buen órden, después de haber hecho gran mortandad en los indios, que quedaron nuevamente admirados del valor y fuerza de Salazar (a), quien con muchos trabajos y muy molestado en su marcha llegó á Caparra, dejando la población de Sotomayor reducida á cenizas con parte de sus habitantes que perecieron en las llamas.


    En la noche de la sublevación general murieron en la isla cuasi cien hombres, siendo pocos mas los que quedaron con vida; pues solo se libraron los que vivían en Caparra y sus inmediaciones, con los que sacó á salvo el valor de Salazar.


    Los demás como andaban derramados en la isla, ocupados en sus grangérías entre los indios, los mataron sin resistencia.


    Tantas muertes y desgracias se siguieron de la necia incredulidad de Don Cristóbal de Sotomayor; pudiera haberlas evitado tomando las oportunas providencias que debía con el primer aviso (2).



    1.
    Rio Guaurabo, pág. 54*
    Acerca del rio Guaurabo dice Oviedo: "Es á la parte occidental y entra en la bahía en que agora está el pueblo de San German ".


    En la Descripcion de Puerto-Meo hecha en 1582 por el Presbitero Ponce de Leon y el Bachiller Santa Clara se lee: "A la parte del Oeste de esta isla sale un rio caudaloso, que se dice Guaurabo, donde antiguamente estuvo poblada una villa que se dice San German (la misma de que hablaba Oviedo) en que habia gente principal y rica, despoblóse por causa de franceses que la quemaron dos ó tres veces, ó cuatro hasta que la despoblaron como atrás queda dicho, y si no fuera por esta scasion se pudiera hacer en este rio muchos ingenios y labranzas porque es muy fértil su tibera ".—El rio Guaurabo es el que hoy lleva el nombre de Añasco.
    2.


    Muertes hechas por los indios, pág. 57.


    Las muertes que hicieron los indios están comprobadas por un documento oficial. En 25 de Julio de 1511 escribia el Eey Don Fernando á Ceron y Diaz (Biblioteca histórica, pág. 48): "Sabeis que algunos Caciques de San Juan se rebelaron y mataron á traicion á Don Cristóbal de Sotomayor, á Don Diego su sobrino y á algunos criados y amigos, y ademas á cuantos cristianos pillaron en sus estancias fuera de poblado; que luego se juntaron con otros de la comarca y fueron al pueblo de Guaydia y peleando mataron algunos cristianos ".
    Segun la Descripcion antes citada, la muerte de Sotomayor y sus compañeros tuvo lugar en los alrededores de la hermosa bahía de Guánica, pues en aquella se lee: "Fué antiguamente allí el primer pueblo que cu esta isla despoblaron como arriba está dicho, porque los indios se alzaron y mataron á Don Cristóbal de Sotomayor, que era tiniente de Juan Ponce de Leon, el Adelantado, hijo de la Condesa de la Camina y secretario del Rey católico, y no se tornó á reedificar por los muchos mosquitos ".


    Fr. Iñigo, siguiendo á Oviedo, expresa que la muerte de Sotomayor sucedió hácia la parte de la Aguada, entre el rio de este nombre y el de Culebrinas, por haber trasladado allí la poblacion que en un principio fundó en Guánica; y si se observa que Oviedo, á quien sigiie, vivia en un tiempo mucho mas próximo al suceso que los autores de la Descripcion, debemos inclinarnos á admitir la narracion de aquel con preferencia á la de estos.


    El Gobernador Juan Ponce pide socorros á la isla de Santo Domingo, nombra Capitanes de la gente que habia en Caparra y sale á pelear con los indios.


    Reducidos los Españoles á tan infeliz catástrofe por los inopinados y funestos sucesos que ocasionaron el pérfido Agueynaba y los suyos, pensó el Gobernador Juan Ponce de Leon los medios oportunos de ponerse en defensa y resistir á la multitud de indios que le rodeaba.


    Dió aviso á la isla de Santo Domingo de la sublevacion, pidiendo socorro para atajarla: nombró por Capitanes para esta guerra á Diego de Salazar, á Luis de Añasco y á Miguel del Toro, dando á cada uno una compañía de treinta hombres entre cojos y heridos: dió el cargo de Teniente suyo á Juan Gil y envió espías por todas partes para que le noticiasen los movimientos de los enemigos y atacarlos en caso necesario; pues aunque los Españoles apenas pasaban de ciento y estaban los mas muy estropeados y heridos de la refriega pasada, eran hombres de valor, y la experiencia adquirida en la conquista de la isla de Santo Domingo les daba una superioridad sobre los indios, que junto con la necesidad y apuro en que se hallaban de pelear para salvar sus vidas, les hizo mirar con desprecio los peligros en que se hallaban (a).


    Juan Ponce de Leon, Capitan tan valeroso como prudente, luego que supo por sus espías que Agueynaba estaba acampado junto al rio Coayuco (1) con un cuerpo de cinco á seis mil indios, salió de Caparra con sus compañías, marchó con todas las precauciones que exigían las críticas circunstancias de la situacion en que se hallaba, llegó de noche al rio Coayuco, y aprovechando los instantes para sorprender al enemigo pasó el rio y dió sobre ellos antes de amanecer con tanta resolucion, que los indios confusos de verse destrozar de unos hombres que consideraban acobardados y fugitivos, no acertaron á defenderse.


    Juan Ponce de Leon, que conoció el desórden, animó á los suyos, quienes á ejemplo de su Capitan pelearon con tanto brio, que en poco rato dejaron muertos cerca de doscientos de los enemigos, hicieron muchos prisioneros y ahuyentaron los demas bien castigados (b).


    Despues de esta derrota, supo Juan Ponce por algunos prisioneros que habia vuelto á suscitarse entre los indios la opinion de la inmortalidad de los Españoles: unos creian que habían resucitado y peleado en la batalla los que mataron la noche de la sublevacion; otros decían que tanto podian los pocos como los muchos (a) y que no era posible vencerlos sin al auxilio de los Caribes, á quienes los Españoles no podrían resistir, y acordaron llamarlos en su socorro, lo que ejecutaron no obstante que eran sus crueles enemigos.


    El Gobernador, concluida felizmente la expedición sobre el rio Coayuco, se retiró á la población de Caparra con los prisioneros, recibió algún socorro de gente y armas de la isla de Santo Domingo, reforzó sus compañías y se dispuso lo mejor que pudo para ocurrir adonde la necesidad lo pidiese, despachó espías por toda la isla para observar á Agueynaba y saber sus designios, y nada omitió de cuanto le correspondía hacer en su empleo.


    Mientras esperaba las resultas, la gente se reparaba de las fatigas y curaban los heridos que eran muchos; pues de los que componían la compañía de Salazar apenas habia hombre que no estuviese lisiado, y así le llamaban el Capitán de los cojos: el Gobernador le dió la gente inválida porque su esfuerzo y su nombre solo causaba mas terror á los indios que el resto de los Españoles (b).


    Con este famoso Capitán y algunos valerosos Españoles que se distinguieron notablemente y de quienes se hará memoria en la serie de los sucesos que ocurrieron en la pacificación y conquista de esta isla, pudo Juan Ponce de León sujetarla.


    Ni es de omitir que entre los auxilios que enviaron de la isla de Santo Domingo para socorrer á los de Puerto-Rico en su conflicto, fué un perro llamado el Becerrillo, cuyo instinto natural distinguia perfectamente los indios aliados de los enemigos; acometía con furor y rabia á estos, defendiendo con igual valentía á aquellos; cualquier prisionero que huia de la prisión lo iba á buscar y lo sacaba del medio de los enemigos; los apresaba de un brazo, y al que no quería seguirle lo despedazaba; toda la noche rondaba al rededor del campamento, descubría las emboscadas y eran mas temidos diez Españoles acompañados del perro Becerrillo que ciento sin él: su auxilio fué tan importante en esta guerra, hasta que lo mataron los Caribes, que el Gobernador le señaló paga y media de la que gozaba un ballestero, bien fuese en oro, esclavos ó cualquiera otra cosa que se le daba sin falta y cobraba su dueño (c).


    En confirmación del singular instinto de este animal, refieren los historiadores (d) que un Capitán dió una carta á una india para que la llevase á los Españoles que estaban en un destacamento; la india tomó su camino y á poca distancia le echaron el perro, quien la acometió con su ferocidad acostumbrada; la india que lo vió venir sobre sí con tanta furia se sentó en el suelo, mostróle la carta, diciendo: Perro señor, yo voy á llevar esta carta de las cristianos á los otros: no me hagas mal, perro señor; el Becerrillo olió la carta, y conociendo que era de sus amos dejó á la india sin ofenderla.


    Un hijo de este perro auxilió igualmente al Capitan Ojeda en Tierra-firme. En la isla Española y en otras partes de América fueron muy importantes estos socorros.


    1.
    Rio Coayuco, pág. 59.
    Este rio corre por el territorio que hoy es de la villa de Ponce.


    Fundamos nuestra opinion en los siguientes pasages del cronista Oviedo.—1? que el Cacique mayor vivia en la costa sur de la isla.—2? que la batalla se dió en tierra de Agueynaba.—Y 3? que hablando del triunfo conseguido por Ponce de Leon en Coayuco dice " que los indios intentaron pasar á la isla Angulo, situada frente al rio Xacagua ", y sabido es que este rio corre por el distrito de Ponce.


    Vienen los Caribes á socorrer los indios de Puerto-Rico, sale segunda vez á campaña el Gobernador, Salazar con su compañía vence al Cacique Mabodamaca, muerte de Aguejnaba y retirada de los indios y Españoles.


    Supo el Gobernador por sus espías que los indios, desconfiados de sus fuerzas para vencerle, habian buscado el auxilio de los Caribes, y que estos iban llegando y juntándose con los gandules de la isla en la parte de Aymaco, en donde babia ya un cuerpo de mas de once mil indios: con este avi60 destacó á los Capitanes Luis de Añasco y Miguel del Toro con 50 hombres para que observasen mas de cerca al enemigo, mientras él los seguía con los que le quedaban: poco después tuvo noticia que el Cacique Mabodamaca se habia separado con 600 hombres escogidos y enviaba á desafiar á los Españoles, deseoso de pelear y deshacerlos antes que llegasen á Aymaco, previniéndoles que les tendría limpios los caminos; el Gobernador envió contra él á Diego de Salazar con su compañía, y aunque con mucho trabajo llegó cerca del acampamento de Mabodamaca, en donde hizo alto esperando la noche para ocultar con sus sombras el corto número de sus soldados, que no pasaban de treinta entre cojos y enfermos (a)..


    Salazar mientras descansaba su compañía observó la posición de Mabodamaca, y después de la media noche lo atacó repentinamente con su esfuerzo acostumbrado.


    Entró por medio de los enemigos cuando menos lo esperaban: estos, no obstante la sorpresa, se pusieron en defensa y pelearon con rabia desesperada persuadidos ya de que los Españoles eran mortales; pero como Dios peleaba por estos, salieron todos con vida aunque muchos recibieron heridas.


    De los indios qifledaron en el campo mas de 150 muertos, muchos 'áridos y prisioneros: los demás huyeron derrotados con su Cacique Mabodamaca (b).


    Cuando los indios empezaron á abandonar el campo del desafío, Juan de León se empeñó en prender un Cacique que llevaba una plancha de oro al pecho, como distintivo de su carácter.


    El Cacique que era de grandes fuerzan viéndose acosado de este Español solo y apartado del campo, le hizo frente; agarróse con él brazo á brazo, y lucharon mag de un cuarto de hora.


    Un indio de los que se retiraban de la batalla, viendo la refriega de los dos en el hondo de un barranco, acudió á socorrer á su Cacique, y entre los dos tenían
    ya muy apurado ii Juan de Leon.


    En este tiempo otro Español que habia salido del real siguiendo á otro indio, fué por el sitio en que estaban luchando, dejó huir al indio que perseguía y bajó á ayudar á Juan Leon, y entre los dos mataron á los dos indios y se retiraron á su campamento.


    A poco rato llegó el Gobernador Juan Ponce de Leon con el resto de la gente de Caparra y halló á Salazar que estaba descansando con la suya victoriosa, despues de haber derrotado á los indios en tres horas y media de combate.


    El Gobernador dió gracias á Dios por el triunfo, é informado de que el cuerpo de los enemigos que habia en la provincia de Yagüeca, hoy Añasco, ascendia á mas de once mil hombres; que se esperaban mayores socorros de las islas Caribes y que estaban todos resueltos á morir ó acabar con los cristianos, sabiendo que eran pocos y mortales, determinó ir á buscarlos antes que aumentasen mas los enemigos, aunque creyó le convenía hacer la guerra con mas mafia que fuerza y que en las circunstancias debía preferir el ardid prudente á un esfuerzo desesperado (a).


    Adoptado este sistema, marchó acompañado de Salazar á incorporarse con los Capitanes Añasco y Toro, que entre todos ascendian á cien hombres de armas.


    Llegaron á vista de los enemigos poco antes de ponerse el sol: el Gobernador acampó con los suyos en sitio ventajoso muy cerca de los indios, se atrincheró con fagina lo mas breve que pudo, entreteniéndolos mientras lo ejecutaba con algunas ligeras escaramuzas ; y aunque le acometieron diferentes veces para desalojarlo del sitio, se mantuvo á pid firme, recibiéndolos con algunas descargas cerradas, dadas á tan buen tiempo, que los hacia detener con muerte de algunos (b).


    Con este arbitrio concluyó de fortificar su alojamiento, formó su escuadron d hizo avanzar á sus mas diestros tiradores: estos salian de la trinchera, hacían sus tiros con acierto y se recogían á las banderas: los indios por su parte salian en pelotones; algunos de los mas valientes y sueltos daban sus descargas y provocaban á la batalla, pero el Gobernador guardó su posicion toda la noche y continuó molestándolos con el mismo órden el dia siguiente, sin que los unos ni los otros se atreviesen á romper la batalla.


    Entre, las salidas que hicieron los arcabuceros, Juan de Leon derribó de un balazo un indio que desde luego se conoció ser persona principal, pues todo su ejército manifestó mucho desmayo y se retiraron fuera del tiro de mosquete.


    Los Españoles continuaron sus salidas todo el dia con el mismo buen órden y efecto; pero cuando cerró bien la noche, el Gobernador, que se hallaba falto de víveres, sin esperanza de socorro, ni retirada en caso de algun suceso desgraciado y con su gente cansada y herida, resolvió volverse á Caparra, y aunque algunos se le opusieron atribuyéndolo á cobardía, él respondió que era tentar á Dios querer con tan pocos vencer tanta multitud, y que era mejor dilatar la guerra que aventurarlo todo en un dia (a).


    Con esta resolución salió de su trinchera, protegido de la oscuridad de la noche y de los bosques, dirigiendo su marcha á la población de Caparra» sin que los enemigos le incomodasen en el camino, ó porque no sintieron su retirada, ó porque no se atrevieron, que es lo mas regular, porque después se supo que el que Juan de León habia muerto con su arcabuz fué el Cacique Agueynaba, gefe y autor de la sublevación y causa de la destrucción de la isla.


    Lo cierto es que los indios naturales de Puerto-Rico jamas volvieron á formar ejército ni cuerpo considerable después de la muerte de Agueynaba, que fué en este año de 1511, aunque fué molestada por los Caribes de las islas de Barlovento muchos años continuos (b) (1).
    (a) Oriedo. lib. 16, foL 125.—Herrera, D. 1. lib. 8, fol. 226.
    (b) Herrera, D. 1, lib. 8, fol. 226.—Oviedo, lib. 16, fol. 125.

    1.
    Campaña contra los indios, pág. 64.


    En la narracion del alzamiento de los indios y de la campaña sostenida contra los mismos, Fray Iñigo no solo siguió fielmente á los historiadores Gonzalo Fernandez de Oviedo y Antonio de Herrera en cuanto á loa hechos, menos en uno que señalaremos pronto; sino que supo ordenarlos lógicamente y exponerlos, ya que no con crítica imparcial por lo que respecta á los indios, ni con toda la animacion y el colorido que demandaba tan dramático asunto, al menos con bastante interés.


    Así, segun los textos de Oviedo y Herrera, conformes en lo sustancial, el autor nos refiere: cómo el advenimiento al poder de Agueynaba el menor y el carácter belicoso de este jóveu Cacique fueron ocasion y estímulo para que estallase el justo descontento producido por los repartimientos en los indios, y que adquirida por estos, con la muerte del infeliz Salcedo, la conviccion de que los cristianos eran mortales, se decidieron á llevar á cabo un alzamiento general y simultáneo: cómo muerto D. Cristóbal de Sotomayor, por su imprudente confianza primero y despues por una ciega precipitacion al abandonar el pueblo de su nombre, se vió atacado é incendiado dicho pueblo, pereciendo muchos pobladores y debiendo el resto su salvacion al valor de Diego de Salazar que logró retirarse á Caparra: cómo al punto que el Gobernador Ponce de Leon tuvo noticia del alzamiento en su residencia de Caparra, organizó con tino su escasa tropa y saliendo en demanda de los sublevados, los sorprendió y batió completamente en el rio Coayuco; y cómo, en fin, despues de este triunfo regresó Ponce á Caparra en solicitud de los refuerzos que habia pedido á la Española, y obtenidos abrió por segunda vez la campaña : destinó á Salazar en persecucion de un cuerpo de enemigos, se rennió á este victorioso y siguiendo con todas sus fuerzas en busca de los indios se atrincheró en Yagüeca, donde rechazó sus acometidas, los hostilizó á su vez y cuando notó el desaliento que de ellos se habia apoderado levantó el campo, volviéndose á Caparra.


    En estas jornadas dió Ponce de Leon muestras de prudencia y de práctica en la manera de hacer la guerra á los indígenas.
    Segun dijimos, la anterior relacion está de acuerdo con los textos de Oviedo y Herrera; pero hay una circunstancia muy importante, y ha llegado el momento de señalarla, en que el autor se separó de Oviedo, autoridad principal en la materia, sin darnos razon alguna que justifique su opinion particular.


    Fray Iñigo espresa que despues de la derrota que los indígenas de Borinquen sufrieron en Coayuco, acordaron llamar en su socorro á los Caribes, lo que ejecutaron no obstante que eran sus mortales enemigos; cuando Oviedo asegura que los Caribes peleaban al lado de los Borincanos en las márgenes del Coayuco y que fueron envueltos en la derrota.


    He aquí las palabras de Oviedo: "Ovieron los chripstianos y los indios la primera batalla en la boca del rio Coayuco, adonde murieron muchos indios, assi Caribes de las islas comarcanas y flecheros con quien se habian juntado, como de los de la tierra ". Por su parte Herrera nada dice en contrario de lo narrado por Oviedo.


    Así consta que los Borincanos reclamaron y obtuvieron el auxilio y cooperacion de los Caribes desde el momento que pusieron por obra su alzamiento.


    Ahora, en cuanto al grado de fé que merezca la narraccion de estos sucesos, pensamos que Fray Iñigo siguió, á falta de las relaciones escritas por los mismos conquistadores, las mejores autoridades en la materia: la de Antonio de Herrera que á principios del siglo XVII publicó la Historia general de las Indias utilizando para ella con bastante crítica los papeles de la cámara real y de los archivos, las relaciones enviadas de Indias y muchas obras inéditas; y sobre todo la de Gonzalo Fernandez de Oviedo que vivió muchos años en Indias, especialmente en Santo Domingo, en tiempos próximos á la conquista de Borinquen, y que tuvo ocasion, segun nos lo dice, de oir de boca de los mismos conquistadores la relacion de todos los sucesos.


    Es cierto que se juzga á Oviedo escritor crédulo y de poco tacto para depurar las numerosas noticias que recibia, y mas que todo que su punto de vista al juzgar los hechos de los indígenas era apasionado y poco filosófico; sin embargo puede admitirse como verdadera su narracion de lo acontecido en Borinquen, ya porque la misma naturaleza de los sucesos no se prestaba á opuestas versiones, ya porque tuvo á su disposicion el testimonio de gran parte de los conquistadores.


    Por otra parte, ya hemos visto confirmada la muerte del desgraciado Sotomayor y de sus compañeros por un documento fehaciente, así como otro no menos respetable nos informa que el alzamiento tuvo lugar á principios del año 1511 (Biblioteca histórica, pág. 248J.


    Es verdad que aun así encuentra la crítica que debe ser el guia constante de la historia un gran vacio, la falta de las relaciones de origen indio; pero desgraciadamente aquel pueblo que como hemos visto se hallaba en la edad de piedra, no pudo legar su testimonio á las generaciones futuras.


    De todos modos resulta un hecho cierto : que ese pueblo en estado de naturaleza, á la manera que las aguas tienden á sobreponerse al obstáculo que embaraza su libre curso, reaccionó instintivamente contra la extraña é insólita presion que sentia, poniendo por obra, acaudillado por el valiente Agueynaba, un alzamiento que no dió los resultados que él se prometía. Pronto veremos, que como era natural, las alteraciones continuaron por algunos años con el mismo mal éxito.


    En 1512 aun andaban alborotados los indios: en 1515 se insurreccionaron los Caciques Humacao y Daguao, pero se sometieron bien pronto, y años despues el Cacique Loquillo aun se mantenía rebelde al abrigo de la sierra que lleva su nombre.


    Historia geográfica, civil y natural de la Isla de San Juan Bautista de ... - Íñigo Abbad y Lasierra, José Julián Acosta - Google Llibres


    XL1V
    El Boriquén.


    La isla Boriquén, dicha entre cristianos Sant Juan (1), está en diez y siete y diez y ocho grados y veinte y cinco leguas de la Española, que la tiene al poniente.
    Es larga leste oeste más de cincuenta leguas, y ancha diez y ocho; la tierra de hacia el norte es rica de oro; la de hacia el sur es fértil de pan, fruta, yerba y pesca.


    Dicen que no comían estos boriquenes carne; debía ser de animales, que no los tenían; empero de aves sí comían, y aun morciélagos pelados en agua caliente.


    En las cosas antiguas y naturales son como los de Haití, Española, y en lo moderno también, sino que
    son más valientes y que usan arcos y flechas sin yerba.


    Hay una goma que llaman tabunuco, blanda y correosa como sebo, con la cual y aceite brean los navios; y como es amarga, defiéndelos mucho de broma; hay también mucho guayacán, que llaman palo santo, para curar de bubas y otras dolencias.


    Cristóbal Colón descubrió esta isla en su viaje segundo, y Juan Ponce de León fué allá el año de 9 con licencia del gobernador Ovando, en un carabelón que tenía en Santo Domingo, ca le dijeron unos indios cómo era muy rica isla.


    Tomó tierra donde señoreaba Agueibana, el cual lo acogió muy amigablemente y se tornó cristiano con su madre, hermanos y criados.


    Dióle una su hermana por amiga, que tal es la costumbre de los señores para honrar a otros grandes hombres que resciben por amigos y huéspedes, y llevólo a la costa del norte a coger oro, como buscaba en dos o tres ríos.


    Dejó Juan Ponce ciertos españoles con Agueibana y volvióse a Santo Domingo con la muestra del oro y gente; mas como era ya ido a España Nicolás de Ovando y gobernaba el almirante don Diego Colón, tornóse al Boriquén, que llamó él mesmo Sant Juan, con su mujer y casa.


    Escribiólo al comendador mayor de Alcántara Ovando, el cual le recabó y envió la gobernación de aquella isla, pero con sujeción al virrey y almirante de Indias.


    El entonces hizo gente y guerreó el Boriquén; fundó a Caparra, que se despobló por tener su asiento en ciénagas de mucho acije.


    Pobló a Guanica, que se desavecindó por los muchos e importunos mosquitos; y entonces se hizo Sotomayor y otras villas.


    Costó la conquista del Boriquén muchos españoles, ca los isleños eran esforzados y llamaron caribes en su defensa, que tiraban con yerba pestífera y sin remedio; pensaron al principio que los españoles fuesen inmortales, y por saber la verdad, Oraioa, cacique de Jaguaca, tomó cargo dello con acuerdo y consentimiento de todos los otros caciques, y mandó a ciertos criados suyos que ahogasen a un Salcedo que posó en su casa, pasándolo el río Guarabo; los cuales le hundieron so el agua, llevándolo en hombros, y como se ahogó, tuvieron a los demás por mortales, y así se confederaron y se rebelaron y mataron más de cien españoles.


    Diego de Salazar fué quien más se señaló en la conquista del Boriquén.


    Temíanle tanto los indios, que no querían dar batalla donde venía él, y algunas veces lo llevaban en el ejército, estando muy malo de bubas, por que supiesen los indios cómo estaba allí; solían decir aquellos isleños al español que los amenazaba: «No te temo, ca no eres Salazar.»


    Habien eso mesmo grandísimo miedo a un perro llamado Becerrillo, bermejo, bocinegro y mediano, que ganaba sueldo y parte como ballestero y medio, el cual peleaba contra los indios animosa y discretamente; conocía los amigos, y no les hacía mal aunque le tocasen.


    Conocía cuál era caribe y cuál no; traía el huído aunque estuviese en medio del real de los enemigos, o le despedazaba; en diciéndole «ido es», o <buscaldo>, no paraba hasta tornar por fuerza al indio que se iba.


    Acometían con él nuestros españoles tan de buena gana como si tuvieran tres de caballo; murió Becerrillo de un flechazo que le dieron con yerba nadando tras un indio caribe.


    Historia general de las Indias - Francisco López de Gómara - Google Books




    Otra Guerra en el este de Puerto Rico:


    “guerra que hubo en esta isla desde el Río de Santiago hasta el rincón de Fajardo y en el Humacao ansí con los dichos indios naturales antes que fueren pacíficos como con indios caribes que a esta isla vinieron a la destruir e robar” Francisco Juancho.




    Las guerras no terminaban y las guerrillas entre hispanos e indígenas continuaban:


    “Siento que todavía estén alborotados los indios” se lamentaba el rey católico en febrero de 1512, un año antes de que nuestro primer obispo pusiera pie en la Isla.




    Ante estas guerras civiles, la difícil pacificación de los indios, las bajas de hispanos e indios, la opresión de las encomiendas, la falta de evangelización de los indios, la anarquía reinante en Puerto Rico y otros factores de gran importancia se decide crear la diócesis de Puerto Rico. A pesar de la diócesis haber sido creada en 1511 nuestro prelado no llega hasta 1513.


    Los primeros años del obispo Manso en su diócesis no fueron fáciles, pues los indígenas no querían sujetarse a la autoridad de su Pastor:


    "En este año de 1512 llegó tambien á su Obispado el Sr. Manso (4); erigió las Dignidades, Canongías y demas oficios de su Catedral; ordenando cuanto convenia al buen gobierno y esplendor de la primera Silla que tuvo Obispo en América; pero como en todos los nuevos establecimientos ocurren muchos obstáculos y dificultades que solo pueden vencerse con el tiempo y condescendencia prudente, y este celoso Prelado quiso desde luego dar toda la formalidad y consistencia á su Catedral, señaló las cosas de que se debían pagar diezmos: los vecinos resistieron sus mandatos y los declaró desobedientes y contumaces á algunos de ellos, quienes lejos de aterrarse ni obedecer á las censuras, insultaron temerariamente á su Pastor, cometiendo tantos desacatos que se vió precisado á abandonar su grey y volverse á España (a) resuelto á retirarse á su Canongía de Salamanca que retenia;"




    Pero ante los ruegos del rey católico el obispo decide regresar a su diócesis:


    " pero estimulado de su conciencia y de los ruegos volvió á su Obispado con el nuevo cargo de Inquisidor de las Indias (b) sin tratar mas de los diezmos."


    Al obispo le tocaría una difícil tarea: evangelizar a los indígenas. Tarea difícil en una isla completamente destrozada y con una población reducida a causa de las guerras civiles.


    Aún después de creada la diócesis el obispo tendrá que seguir lidiando con las guerras de los indígenas, para colmo los indígenas queman la ciudad de Caparra, dejándola en ruinas incluyendo la sede del obispo, queda la diócesis sin sede hasta 1521, año en que el Papa, muda la ciudad de San Juan:


    “cómo muchos caciques y caribes avian ydo a quemar la cibdad de Puerto Rico y que avian ya venido muchos de ellos que lo avian quemado y robado muchas casas y que dezían que avian muerto a muchos xristianos y que avian robado la iglesia y quemado todo lo que en ella estaba”


    Los indígenas quemaron en 1513 otro pueblo llamado Santiago del Daguao.


    Recordaba un conquistador: "fue necesario de los guerrear e hacer guerra para pacificarlos... la qual guerra duró muchos años”.




    Después de varios años de esfuerzos, la diócesis dio resultado, los indígenas se convirtieron y las guerrilas finalizaron:


    "Cristianáronse todos los isleños, y su primer obispo fué Alonso Manso, año de 11; ..."


    http://humanidades.uprrp.edu/smjeg/r...na-Moscoso.pdf
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Puerto Rico antes de la Diócesis, parte II:


    La Gobernación de Puerto Rico fue establecida por Ponce de León. Ponce de León fue el primer gobernador de la Isla. La Gobernación carecía de toda forma política. Se dividía en encomiendas.


    Encomiendas de la Gobernación de Puerto Rico:


    Encomenderos:


    1. Compañía Corona / Ponce de León


    Caciques: Aranamá, Guacabo, Orocobiz, Caguas y otros


    Lugar: Toa / Mona


    2. Corona


    Caciques: Aranamás, Caguas, Yavey, Luisa


    Lugar: Real Hacienda de Toa




    3, Juan Cerón


    Lugar: Caguas


    Caciques: ?


    4. Miguel Díaz de Aux


    Caciques: Canóbana


    Cayniabón (o Cayrabón)




    5. Cristóbal de Sotomayor


    Caciques:Agüeybana II


    Lugar: Guanía (pueblo de Guánica)




    6. Juan Ponce de León


    Caciques: Guaraca y otros
    Guayaney


    Fuente: Murga, Historia Documental de Puerto Rico, Vol. II (1957), pp. 454-490


    Subasta de tierras:


    1.Cristóbal de Sotomayor


    montones: 10,500


    Cacique: Agüeybana II


    precio en pesos:175


    2. Francisco Robledo /Juan de Castellanos


    montones: 6,850


    Cacique: Caguas


    precio en pesos: 250


    3. Fernán Sánchez y Cia.


    Montones: 1.090


    Cacique: Mabo


    precio en pesos: 92


    4. Juan Cerón/Marco de Ardón/García Troche


    montones: 1,000


    Cacique: Mahagua


    precio en pesos:100


    5. Pedro Ortiz


    montones: 270


    Cacique: “Gonzalo” (Toa)


    precio en pesos: 31


    6. Juan de la Feria


    Montones: 7,055


    Lugar: Villa de Caparra


    precio en pesos: 375


    7. Corona
    montones: 5,200


    Lugar: Real Hacienda de Toa


    precio en pesos: --


    8. Varios


    montones: ?


    Cacique: Canóbana/Cayrabón


    precio en pesos: ?




    Fundición de Oro, 1510


    Encomenderos/mineros:




    1. Compañía Corona/Ponce de León


    oro (pesos): 1694 ps. 4ts.




    2. Cristóbal Sotomayor


    oro/pesos: 806 ps. 5ts.




    3. Pedro y Luis Almonte (hermanos)


    oro/pesos: 679 ps. 2ts




    4. Francisco de Robledo


    oro/pesos: 656 ps. 6ts




    5. Alonso de Cea


    oro/pesos: 612 ps. 6ts




    6. Juan de la Feria


    oro/pesos: 358 ps. 6ts




    7. Antonio Sedeño


    oro/pesos: 317 ps.




    8. Luis de Añasco


    oro/pesos: 304 ps.




    9. Gil Calderón


    oro/pesos: 287 ps.




    Pedro de León


    oro/pesos: 246 ps.




    Fuente: “Relación del oro. Villa de Caparra, 1510”. Archivo General de Indias (AGI) Patronato, Legajo 198, Ramo 1.


    Fuente: “Relación del oro. Villa de Caparra, 1510”. Archivo General de Indias (AGI) Patronato, Legajo 198, Ramo 1.


    Guerras Civiles:


    Los indígenas y españoles entablaron cruentas guerras civiles, los indígenas habían hecho matanza a gran parte de la población hispana de la Isla.


    Primera Rebelión:


    Los indígenas se rebelaron ante esta oprobiosa situación y declararon la guerra asesinando al noble Cristóbal de Sotomayor, quemando su villa y todo cuanto en ella había:


    "La primera población que el dicho don Cristóval hizo fue el puerto de Guánica e estando allí vinieron los dichos yndios e quemaron el pueblo de donde perdimos yo e los pobladores las haziendas e todo quanto tenían”. Cuéllar.


    Quema de la Aguada:


    Los indígenas bajo el mando del cacique Guarionex se rebelaron y fueron hacia la villa de la Aguada, la cual incendiaron e hicieron gran matanza:


    "Un día se juntaron la mayor parte de los indios de la isla”, según un tal Cuéllar, “e fueron sobre nosotros... e pelearon resiamente con nosotros e quemaron todo el pueblo -matando 200 cristianos e hiriendo muchos...”


    Algunos documentos que nos hablan sobre estas guerras:




    Sableracion general de los indios de Puerto-Rico; muerte de Salcedo y del Capitán Sotomayor 5 destrucción del pueblo de su nombre y otros sucesos acaecidos en la isla en 1511.


    Ya se dijo anteriormente que el Rey nombró Gobernador de esta isla en 1510 á Juan Ponce de Leon, que la habia reconocido dos años antes, y que despues de enviar presos á España á su antecesor Ceron y al Alguacil Mayor Miguel Diaz, habia fundado la poblacion de Caparra, y el Capitan D. Cristóbal de Sotomayor la de Guanica, que trasladó á la parte de la Aguada entre el rio de este nombre y el de Culebrinas (a) por la insufrible plaga de los mosquitos que no les dejaba vivir; y que despues de formados estos dos establecimientos habia repartido Ponce entre los Españoles los indios de la isla, dándolos en encomienda, segun se usaba en Santo Domingo y demas conquistas de aquel Nuevo-Mundo, cuya providencia alteró los ánimos de los indios hasta la desesperacion de morir en defensa de su amada libertad ó acabar con todos los Españoles.


    Antes de referir el pormenor de las operaciones de una y otra parte, es de advertir que el buen Cacique Agueynaba que habia recibido á los Españoles con tan sincera amistad, la conservó hasta su muerte ocurrida en este mismo año al regreso del viage que hizo con Juan Ponce de Leon á la isla de Santo Domingo.


    A esta desgracia acompañó la de la muerte de su madre y padrastro, quienes viendo la facilidad con que los Españoles habian subyugado la multitud de indios que habitaban la isla Española, aconsejaban á su hijo el buen tratamiento y sumision que debia tenerles; pero con la muerte de los padres é hijo heredó un hermano de Agueynaba, hombre maligno, sedicioso y desafecto á los Españoles; y aunque tomó el nombre de D. Cristóbal Sotomayor y este Capitan le daba cuanto tenia, no pudo convencer su ingratitud y perfidia (b).


    Entrado el año de 1511, el nuevo Cacique Agueynaba que vivia en el pueblo y encomienda del Capitan D. Cristóbal de Sotomayor, juntó á los Caciques de la isla, hízoles presente la pérdida de su libertad y del señorío de sus tierras por el establecimiento de los Españoles, quienes cada dia se multiplicaban y señoreaban, erigiendo poblaciones, imponiendo tributos, haciéndoles trabajar en sus haciendas y minas, trastornando sus usos y modo de vivir; y que para libertarse de la opresión quería que cada uno de ellos matase á los Españoles que vivían en sus respectivos territorios, y que el Cacique Guarionex con 3,000 hombres asaltase la población de Sotomayor, la pusiese fuego y acabase con todos sus habitantes al mismo tiempo que los otros lo ejecutaban en los distritos de su cargo (a).


    Muchos de los Caciques convocados á esta Asamblea resistieron el dictámen de Agueynaba, fundados en la opinión común que habia entre ellos de que los Españoles eran inmortales (b), graduando de temeraria una resolución que no podia tener buen e"xito sin hacer antes la experiencia.


    En consecuencia acordaron que el Cacique Broyoan la hiciese en el primer Español que transitase por sus tierras, le quitase la vida y diese aviso de las resultas para en su vista determinar lo que mas conviniese al intento, y como los Españoles andaban sin recelo por toda la isla, se le presentó luego ocasión á Broyoan de cumplir su encargo. Un mozo español llamado Salcedo transitaba por la provincia de Yagüeca en la parte en que hoy está el pueblo de Añasco.


    Broyoan, que vivia en aquel territorio, lo hospedó en su casa con mucha alegría y obsequio; y cuando Salcedo intentó pasar adelante, lo hizo acompañar de algunos indios bien instruidos de lo que debían hacer con él; llegó al rio Guaurabo (1), los indios se le ofrecieron ápasarlo sobre sus hombros, el inocente Salcedo admitió, y cuando lo tuvieron en la mitad del rio lo sumergieron, teniéndolo debajo del agua hasta que dejó de dar señal de vida; entonces lo sacaron á la orilla, y dudando todavía de si era mortal le decían: Señor Salcedo, perdonad, que cainios con vos, levantaos para seguir vuestro camino.


    Con esta y otras satisfacciones continuaron disculpándose tres dias, en los cuales vinieron el Cacique Broyoan y otros muchos indios á ver si resucitaba, pues solo la vista podia desengañarlos de su creencia ; pero percibiendo el fetor del cuerpo ya corrompido, se persuadieron que los Españoles eran mortales como los indios (c).


    Ejecutada la muerte de Salcedo, la noticiaron al Cacique Agueynaba» quien volvió á convocar los Caciques de la isla.


    Estos en vista del desengaño asintieron á la extinción acordada de los Españoles, mediante la sublevación general que señalaron para un viernes.


    Mientras llegaba este día no perdieron ocasión de hacerles sus tiros, asaltándolos cuando los encontraban solos.


    Entre otros el Cacique Aimamon, que tenía su ranchería en el rio Culebrinas, cerca de la población de Sotomayor, prendió á un muchacho de diez y seis años que encontró solo, hijo de Pedro Juárez, natural de Medina del
    Campo, atólo al tronco de un árbol en un caney ó casa, hizo un convite y dispuso un partido de pelota entre sus indios, ofreciendo á los que lo ganasen darles el muchacho para que le diesen la muerte á su gusto en premio del triunfo.


    Un indio, criado de Pedro Juarez, oida la sentencia del Cacique contra el hijo de su amo, huyó disimuladamente y dió cuenta de lo que ocurría en la poblacion de Sotomayor.


    Diego de Salazar, vecino de ella, informado del caso tomó su espada y rodela, y guiado del indio que le avisó, corrió á libertarlo, entró en el caney ó bugío en donde lo tenían atado, cortó las ligaduras al preso y diciéndole: haced como viéredes, empuñó la espada y afianzando su rodela, dió con tanto ardor y cólera sobre mas de 300 indios gandules ó de guerra que jugaban y veian jugar la vida de Juarez, é hizo en ellos tan gran carnicería que aunque quisieron ponerse en defensa los desbarató enteramente (a).


    Volvíase Salazar á la poblacion con el muchacho rescatado, cuando le salieron al encuentro algunos indios rogándole de parte de su Cacique volviese á hacer amistad y alianza con él, pues su valor le habia prendado y queria ser su amigo: que no venia él mismo á rogárselo, porque estaba muy mal herido.


    Salazar determinó volver por mas que Juarez le disuadia y suplicaba de rodillas (poseído todavía del susto) que no volviese, creyendo fuese alguna traicion; pero Salazar, resuelto á todo acontecimiento, le respondió: ya estais en libertad, volveos si quereis, que yo he de ir á ver lo que quieren, no piensen que les tengo miedo. Juarez, aunque de mala gana, volvió acompañando á su defensor.


    Cuando llegaron al caney en donde estaba el Cacique Aimamon mal herido, le preguntaron lo que queria: Aimamon le suplicó le diese su nombre y le permitiese llamarse Salazar, pues queria ser su amigo y servidor. Salazar le concedió lo que pedia: luego los indios con grandes voces y alborozo empezaron á llamar á su Cacique Salazar, Salazar, como si con el nombre hubiera recibido sus fuerzas y valor.


    En agradecimiento y recompensa del favor, regalaron á Salazar cuatro esclavos para que le sirviesen y otras alhajas de las que ellos tenian, quedando en tanta reputacion y respeto el nombre de Salazar entre los indios, que no se atrevían á hacer frente á la partida en que iba; por esto lo llevaban siempre á los combates, aunque estuviese enfermo, y si algun Español los amenazaba respondian con orgullo, no te. tememos porque no eres Salazar (b): tal era la simplicidad de estos indios ; un solo accidente les hizo fijar la idea y agradecer las cuchilladas.
    No fueron solos estos sucesos los que anunciaron la inquietud y sublevacion premeditada; precedieron otras noticias nada equívocas de su perfidia, y aunque se comunicaron á D. Cristóbal de Sotomayor, que gobernaba el pueblo de su nombre, una confianza imprudente le hizo malograr los avisos.


    Una hermana del Cacique Agueynaba, que tenia por amiga, le confió la conjuracion acordada, rogándole que se fuese, pues los indios querían matarle á él y á todos los Españoles, pero despreció la noticia.


    Otro mozo español, llamado Juan Gonzalez, que sabia bien la lengua de los indios, una noche que estos celebraban el areito ó baile de la declaracion de la guerra, se desnudó y pintó con colores como lo usaban los indios; entró en el baile desconocido, y oyó los cantares en que hacian relacion de la sublevacion y muerte de Don Cristóbal y demas Españoles.


    Cuando Gonzalez pudo separarse del baile corrió á dar aviso á Don Cristóbal; pero este lo despreció tan neciamente como el anterior de la india (a).


    Juan Gonzalez no cesó de instar á Sotomayor que huyese á Caparra ofreciéndose á acompañarle; pero no quiso hacerlo hasta que el dia siguiente estimulado de las gestiones de la india, resolvió el viage, pero ya era tarde: avisó al Cacique Agueynaba su determinacion, pidiéndole indios para que le acompañasen; el Cacique se los dió, bien instruidos de lo que debian hacer. Marchó Don Cristóbal con Juan Gonzalez y otros cuatro Españoles: á poco rato le siguió el Cacique con su gente, y encontrando solo á Gonzalez que iba detrás, le quitaron la espada y con ella misma le dieron cuatro heridas; Gonzalez les habló en su lengua pidiendo la vida y ofreciéndose por su esclavo.


    El Cacique deseoso de llegar cuanto antes á quitar la vida á su señor, lo mandó dejar, y siguiendo la marcha alcanzó á Don Cristóbal y á sus compañeros, á quienes mataron á flechazos y golpes de las macanas; luego volvieron á buscar á Juan Gonzalez que tuvo la advertencia de internarse en el bosque y subirse á un árbol, con lo cual evitó la muerte que le iban á dar (b).


    Llegada la noche, Juan Gonzalez, aunque desangrado y mal herido, se esforzó á seguir su camino, y al abrigo de los bosques llegó sin ser sentido ni visto de los indios á Toa-baja, en donde el Rey tenia una estancia habitada de los Españoles, que lo recogieron y curaron, pues cayó en tierra desfallecido del hambre y de las heridas.


    Cuando volvió en sí notició lo que pasaba en Sotomayor: los Españoles dieron parte á Caparra, y el Gobernador Juan Ponce de Leon envió luego al Capitan Miguel del Toro con cuarenta hombres para que socorriese á Don Cristóbal de Sotomayor; pero lo encontraron ya enterrado con los pies fuera de la sepultura, igualmente que sus compañeros.


    Recogió á los Españoles que habian podido escapar de la sublevacion, y se retiró á Caparra (c).


    La noche que se siguió al dia de la muerte de Sotomayor y sus compañeros, todos los Caciques de la isla dieron sobre los Españoles que vivían en sus territorios, y el Cacique Guarionex con 3,000 indios marchó oculto al abrigo de los bosques sin ser sentido; puso fuego por todas partes á la población de Sotomayor y asaltó á sus habitantes, esgrimiendo sobre ellos sus macanas con furia desesperada.


    Diego de Salazar que viviaen ella alarmó á los Españoles, y juntando los que pudieron vencer las llamas, hizo frente á la multitud, acometiólos con denuedo, y animando á los suyos con poderosas razones y esfuerzos valerosos, pelearon todos con la desesperación que pedia tan extremado conflicto; pero les fué preciso retirarse con buen órden, después de haber hecho gran mortandad en los indios, que quedaron nuevamente admirados del valor y fuerza de Salazar (a), quien con muchos trabajos y muy molestado en su marcha llegó á Caparra, dejando la población de Sotomayor reducida á cenizas con parte de sus habitantes que perecieron en las llamas.


    En la noche de la sublevación general murieron en la isla cuasi cien hombres, siendo pocos mas los que quedaron con vida; pues solo se libraron los que vivían en Caparra y sus inmediaciones, con los que sacó á salvo el valor de Salazar.


    Los demás como andaban derramados en la isla, ocupados en sus grangérías entre los indios, los mataron sin resistencia.


    Tantas muertes y desgracias se siguieron de la necia incredulidad de Don Cristóbal de Sotomayor; pudiera haberlas evitado tomando las oportunas providencias que debía con el primer aviso (2).



    1.
    Rio Guaurabo, pág. 54*
    Acerca del rio Guaurabo dice Oviedo: "Es á la parte occidental y entra en la bahía en que agora está el pueblo de San German ".


    En la Descripcion de Puerto-Meo hecha en 1582 por el Presbitero Ponce de Leon y el Bachiller Santa Clara se lee: "A la parte del Oeste de esta isla sale un rio caudaloso, que se dice Guaurabo, donde antiguamente estuvo poblada una villa que se dice San German (la misma de que hablaba Oviedo) en que habia gente principal y rica, despoblóse por causa de franceses que la quemaron dos ó tres veces, ó cuatro hasta que la despoblaron como atrás queda dicho, y si no fuera por esta scasion se pudiera hacer en este rio muchos ingenios y labranzas porque es muy fértil su tibera ".—El rio Guaurabo es el que hoy lleva el nombre de Añasco.
    2.


    Muertes hechas por los indios, pág. 57.


    Las muertes que hicieron los indios están comprobadas por un documento oficial. En 25 de Julio de 1511 escribia el Eey Don Fernando á Ceron y Diaz (Biblioteca histórica, pág. 48): "Sabeis que algunos Caciques de San Juan se rebelaron y mataron á traicion á Don Cristóbal de Sotomayor, á Don Diego su sobrino y á algunos criados y amigos, y ademas á cuantos cristianos pillaron en sus estancias fuera de poblado; que luego se juntaron con otros de la comarca y fueron al pueblo de Guaydia y peleando mataron algunos cristianos ".
    Segun la Descripcion antes citada, la muerte de Sotomayor y sus compañeros tuvo lugar en los alrededores de la hermosa bahía de Guánica, pues en aquella se lee: "Fué antiguamente allí el primer pueblo que cu esta isla despoblaron como arriba está dicho, porque los indios se alzaron y mataron á Don Cristóbal de Sotomayor, que era tiniente de Juan Ponce de Leon, el Adelantado, hijo de la Condesa de la Camina y secretario del Rey católico, y no se tornó á reedificar por los muchos mosquitos ".


    Fr. Iñigo, siguiendo á Oviedo, expresa que la muerte de Sotomayor sucedió hácia la parte de la Aguada, entre el rio de este nombre y el de Culebrinas, por haber trasladado allí la poblacion que en un principio fundó en Guánica; y si se observa que Oviedo, á quien sigiie, vivia en un tiempo mucho mas próximo al suceso que los autores de la Descripcion, debemos inclinarnos á admitir la narracion de aquel con preferencia á la de estos.


    El Gobernador Juan Ponce pide socorros á la isla de Santo Domingo, nombra Capitanes de la gente que habia en Caparra y sale á pelear con los indios.


    Reducidos los Españoles á tan infeliz catástrofe por los inopinados y funestos sucesos que ocasionaron el pérfido Agueynaba y los suyos, pensó el Gobernador Juan Ponce de Leon los medios oportunos de ponerse en defensa y resistir á la multitud de indios que le rodeaba.


    Dió aviso á la isla de Santo Domingo de la sublevacion, pidiendo socorro para atajarla: nombró por Capitanes para esta guerra á Diego de Salazar, á Luis de Añasco y á Miguel del Toro, dando á cada uno una compañía de treinta hombres entre cojos y heridos: dió el cargo de Teniente suyo á Juan Gil y envió espías por todas partes para que le noticiasen los movimientos de los enemigos y atacarlos en caso necesario; pues aunque los Españoles apenas pasaban de ciento y estaban los mas muy estropeados y heridos de la refriega pasada, eran hombres de valor, y la experiencia adquirida en la conquista de la isla de Santo Domingo les daba una superioridad sobre los indios, que junto con la necesidad y apuro en que se hallaban de pelear para salvar sus vidas, les hizo mirar con desprecio los peligros en que se hallaban (a).


    Juan Ponce de Leon, Capitan tan valeroso como prudente, luego que supo por sus espías que Agueynaba estaba acampado junto al rio Coayuco (1) con un cuerpo de cinco á seis mil indios, salió de Caparra con sus compañías, marchó con todas las precauciones que exigían las críticas circunstancias de la situacion en que se hallaba, llegó de noche al rio Coayuco, y aprovechando los instantes para sorprender al enemigo pasó el rio y dió sobre ellos antes de amanecer con tanta resolucion, que los indios confusos de verse destrozar de unos hombres que consideraban acobardados y fugitivos, no acertaron á defenderse.


    Juan Ponce de Leon, que conoció el desórden, animó á los suyos, quienes á ejemplo de su Capitan pelearon con tanto brio, que en poco rato dejaron muertos cerca de doscientos de los enemigos, hicieron muchos prisioneros y ahuyentaron los demas bien castigados (b).


    Despues de esta derrota, supo Juan Ponce por algunos prisioneros que habia vuelto á suscitarse entre los indios la opinion de la inmortalidad de los Españoles: unos creian que habían resucitado y peleado en la batalla los que mataron la noche de la sublevacion; otros decían que tanto podian los pocos como los muchos (a) y que no era posible vencerlos sin al auxilio de los Caribes, á quienes los Españoles no podrían resistir, y acordaron llamarlos en su socorro, lo que ejecutaron no obstante que eran sus crueles enemigos.


    El Gobernador, concluida felizmente la expedición sobre el rio Coayuco, se retiró á la población de Caparra con los prisioneros, recibió algún socorro de gente y armas de la isla de Santo Domingo, reforzó sus compañías y se dispuso lo mejor que pudo para ocurrir adonde la necesidad lo pidiese, despachó espías por toda la isla para observar á Agueynaba y saber sus designios, y nada omitió de cuanto le correspondía hacer en su empleo.


    Mientras esperaba las resultas, la gente se reparaba de las fatigas y curaban los heridos que eran muchos; pues de los que componían la compañía de Salazar apenas habia hombre que no estuviese lisiado, y así le llamaban el Capitán de los cojos: el Gobernador le dió la gente inválida porque su esfuerzo y su nombre solo causaba mas terror á los indios que el resto de los Españoles (b).


    Con este famoso Capitán y algunos valerosos Españoles que se distinguieron notablemente y de quienes se hará memoria en la serie de los sucesos que ocurrieron en la pacificación y conquista de esta isla, pudo Juan Ponce de León sujetarla.


    Ni es de omitir que entre los auxilios que enviaron de la isla de Santo Domingo para socorrer á los de Puerto-Rico en su conflicto, fué un perro llamado el Becerrillo, cuyo instinto natural distinguia perfectamente los indios aliados de los enemigos; acometía con furor y rabia á estos, defendiendo con igual valentía á aquellos; cualquier prisionero que huia de la prisión lo iba á buscar y lo sacaba del medio de los enemigos; los apresaba de un brazo, y al que no quería seguirle lo despedazaba; toda la noche rondaba al rededor del campamento, descubría las emboscadas y eran mas temidos diez Españoles acompañados del perro Becerrillo que ciento sin él: su auxilio fué tan importante en esta guerra, hasta que lo mataron los Caribes, que el Gobernador le señaló paga y media de la que gozaba un ballestero, bien fuese en oro, esclavos ó cualquiera otra cosa que se le daba sin falta y cobraba su dueño (c).


    En confirmación del singular instinto de este animal, refieren los historiadores (d) que un Capitán dió una carta á una india para que la llevase á los Españoles que estaban en un destacamento; la india tomó su camino y á poca distancia le echaron el perro, quien la acometió con su ferocidad acostumbrada; la india que lo vió venir sobre sí con tanta furia se sentó en el suelo, mostróle la carta, diciendo: Perro señor, yo voy á llevar esta carta de las cristianos á los otros: no me hagas mal, perro señor; el Becerrillo olió la carta, y conociendo que era de sus amos dejó á la india sin ofenderla.


    Un hijo de este perro auxilió igualmente al Capitan Ojeda en Tierra-firme. En la isla Española y en otras partes de América fueron muy importantes estos socorros.


    1.
    Rio Coayuco, pág. 59.
    Este rio corre por el territorio que hoy es de la villa de Ponce.


    Fundamos nuestra opinion en los siguientes pasages del cronista Oviedo.—1? que el Cacique mayor vivia en la costa sur de la isla.—2? que la batalla se dió en tierra de Agueynaba.—Y 3? que hablando del triunfo conseguido por Ponce de Leon en Coayuco dice " que los indios intentaron pasar á la isla Angulo, situada frente al rio Xacagua ", y sabido es que este rio corre por el distrito de Ponce.


    Vienen los Caribes á socorrer los indios de Puerto-Rico, sale segunda vez á campaña el Gobernador, Salazar con su compañía vence al Cacique Mabodamaca, muerte de Aguejnaba y retirada de los indios y Españoles.


    Supo el Gobernador por sus espías que los indios, desconfiados de sus fuerzas para vencerle, habian buscado el auxilio de los Caribes, y que estos iban llegando y juntándose con los gandules de la isla en la parte de Aymaco, en donde babia ya un cuerpo de mas de once mil indios: con este avi60 destacó á los Capitanes Luis de Añasco y Miguel del Toro con 50 hombres para que observasen mas de cerca al enemigo, mientras él los seguía con los que le quedaban: poco después tuvo noticia que el Cacique Mabodamaca se habia separado con 600 hombres escogidos y enviaba á desafiar á los Españoles, deseoso de pelear y deshacerlos antes que llegasen á Aymaco, previniéndoles que les tendría limpios los caminos; el Gobernador envió contra él á Diego de Salazar con su compañía, y aunque con mucho trabajo llegó cerca del acampamento de Mabodamaca, en donde hizo alto esperando la noche para ocultar con sus sombras el corto número de sus soldados, que no pasaban de treinta entre cojos y enfermos (a)..


    Salazar mientras descansaba su compañía observó la posición de Mabodamaca, y después de la media noche lo atacó repentinamente con su esfuerzo acostumbrado.


    Entró por medio de los enemigos cuando menos lo esperaban: estos, no obstante la sorpresa, se pusieron en defensa y pelearon con rabia desesperada persuadidos ya de que los Españoles eran mortales; pero como Dios peleaba por estos, salieron todos con vida aunque muchos recibieron heridas.


    De los indios qifledaron en el campo mas de 150 muertos, muchos 'áridos y prisioneros: los demás huyeron derrotados con su Cacique Mabodamaca (b).


    Cuando los indios empezaron á abandonar el campo del desafío, Juan de León se empeñó en prender un Cacique que llevaba una plancha de oro al pecho, como distintivo de su carácter.


    El Cacique que era de grandes fuerzan viéndose acosado de este Español solo y apartado del campo, le hizo frente; agarróse con él brazo á brazo, y lucharon mag de un cuarto de hora.


    Un indio de los que se retiraban de la batalla, viendo la refriega de los dos en el hondo de un barranco, acudió á socorrer á su Cacique, y entre los dos tenían
    ya muy apurado ii Juan de Leon.


    En este tiempo otro Español que habia salido del real siguiendo á otro indio, fué por el sitio en que estaban luchando, dejó huir al indio que perseguía y bajó á ayudar á Juan Leon, y entre los dos mataron á los dos indios y se retiraron á su campamento.


    A poco rato llegó el Gobernador Juan Ponce de Leon con el resto de la gente de Caparra y halló á Salazar que estaba descansando con la suya victoriosa, despues de haber derrotado á los indios en tres horas y media de combate.


    El Gobernador dió gracias á Dios por el triunfo, é informado de que el cuerpo de los enemigos que habia en la provincia de Yagüeca, hoy Añasco, ascendia á mas de once mil hombres; que se esperaban mayores socorros de las islas Caribes y que estaban todos resueltos á morir ó acabar con los cristianos, sabiendo que eran pocos y mortales, determinó ir á buscarlos antes que aumentasen mas los enemigos, aunque creyó le convenía hacer la guerra con mas mafia que fuerza y que en las circunstancias debía preferir el ardid prudente á un esfuerzo desesperado (a).


    Adoptado este sistema, marchó acompañado de Salazar á incorporarse con los Capitanes Añasco y Toro, que entre todos ascendian á cien hombres de armas.


    Llegaron á vista de los enemigos poco antes de ponerse el sol: el Gobernador acampó con los suyos en sitio ventajoso muy cerca de los indios, se atrincheró con fagina lo mas breve que pudo, entreteniéndolos mientras lo ejecutaba con algunas ligeras escaramuzas ; y aunque le acometieron diferentes veces para desalojarlo del sitio, se mantuvo á pid firme, recibiéndolos con algunas descargas cerradas, dadas á tan buen tiempo, que los hacia detener con muerte de algunos (b).


    Con este arbitrio concluyó de fortificar su alojamiento, formó su escuadron d hizo avanzar á sus mas diestros tiradores: estos salian de la trinchera, hacían sus tiros con acierto y se recogían á las banderas: los indios por su parte salian en pelotones; algunos de los mas valientes y sueltos daban sus descargas y provocaban á la batalla, pero el Gobernador guardó su posicion toda la noche y continuó molestándolos con el mismo órden el dia siguiente, sin que los unos ni los otros se atreviesen á romper la batalla.


    Entre, las salidas que hicieron los arcabuceros, Juan de Leon derribó de un balazo un indio que desde luego se conoció ser persona principal, pues todo su ejército manifestó mucho desmayo y se retiraron fuera del tiro de mosquete.


    Los Españoles continuaron sus salidas todo el dia con el mismo buen órden y efecto; pero cuando cerró bien la noche, el Gobernador, que se hallaba falto de víveres, sin esperanza de socorro, ni retirada en caso de algun suceso desgraciado y con su gente cansada y herida, resolvió volverse á Caparra, y aunque algunos se le opusieron atribuyéndolo á cobardía, él respondió que era tentar á Dios querer con tan pocos vencer tanta multitud, y que era mejor dilatar la guerra que aventurarlo todo en un dia (a).


    Con esta resolución salió de su trinchera, protegido de la oscuridad de la noche y de los bosques, dirigiendo su marcha á la población de Caparra» sin que los enemigos le incomodasen en el camino, ó porque no sintieron su retirada, ó porque no se atrevieron, que es lo mas regular, porque después se supo que el que Juan de León habia muerto con su arcabuz fué el Cacique Agueynaba, gefe y autor de la sublevación y causa de la destrucción de la isla.


    Lo cierto es que los indios naturales de Puerto-Rico jamas volvieron á formar ejército ni cuerpo considerable después de la muerte de Agueynaba, que fué en este año de 1511, aunque fué molestada por los Caribes de las islas de Barlovento muchos años continuos (b) (1).
    (a) Oriedo. lib. 16, foL 125.—Herrera, D. 1. lib. 8, fol. 226.
    (b) Herrera, D. 1, lib. 8, fol. 226.—Oviedo, lib. 16, fol. 125.

    1.
    Campaña contra los indios, pág. 64.


    En la narracion del alzamiento de los indios y de la campaña sostenida contra los mismos, Fray Iñigo no solo siguió fielmente á los historiadores Gonzalo Fernandez de Oviedo y Antonio de Herrera en cuanto á loa hechos, menos en uno que señalaremos pronto; sino que supo ordenarlos lógicamente y exponerlos, ya que no con crítica imparcial por lo que respecta á los indios, ni con toda la animacion y el colorido que demandaba tan dramático asunto, al menos con bastante interés.


    Así, segun los textos de Oviedo y Herrera, conformes en lo sustancial, el autor nos refiere: cómo el advenimiento al poder de Agueynaba el menor y el carácter belicoso de este jóveu Cacique fueron ocasion y estímulo para que estallase el justo descontento producido por los repartimientos en los indios, y que adquirida por estos, con la muerte del infeliz Salcedo, la conviccion de que los cristianos eran mortales, se decidieron á llevar á cabo un alzamiento general y simultáneo: cómo muerto D. Cristóbal de Sotomayor, por su imprudente confianza primero y despues por una ciega precipitacion al abandonar el pueblo de su nombre, se vió atacado é incendiado dicho pueblo, pereciendo muchos pobladores y debiendo el resto su salvacion al valor de Diego de Salazar que logró retirarse á Caparra: cómo al punto que el Gobernador Ponce de Leon tuvo noticia del alzamiento en su residencia de Caparra, organizó con tino su escasa tropa y saliendo en demanda de los sublevados, los sorprendió y batió completamente en el rio Coayuco; y cómo, en fin, despues de este triunfo regresó Ponce á Caparra en solicitud de los refuerzos que habia pedido á la Española, y obtenidos abrió por segunda vez la campaña : destinó á Salazar en persecucion de un cuerpo de enemigos, se rennió á este victorioso y siguiendo con todas sus fuerzas en busca de los indios se atrincheró en Yagüeca, donde rechazó sus acometidas, los hostilizó á su vez y cuando notó el desaliento que de ellos se habia apoderado levantó el campo, volviéndose á Caparra.


    En estas jornadas dió Ponce de Leon muestras de prudencia y de práctica en la manera de hacer la guerra á los indígenas.
    Segun dijimos, la anterior relacion está de acuerdo con los textos de Oviedo y Herrera; pero hay una circunstancia muy importante, y ha llegado el momento de señalarla, en que el autor se separó de Oviedo, autoridad principal en la materia, sin darnos razon alguna que justifique su opinion particular.


    Fray Iñigo espresa que despues de la derrota que los indígenas de Borinquen sufrieron en Coayuco, acordaron llamar en su socorro á los Caribes, lo que ejecutaron no obstante que eran sus mortales enemigos; cuando Oviedo asegura que los Caribes peleaban al lado de los Borincanos en las márgenes del Coayuco y que fueron envueltos en la derrota.


    He aquí las palabras de Oviedo: "Ovieron los chripstianos y los indios la primera batalla en la boca del rio Coayuco, adonde murieron muchos indios, assi Caribes de las islas comarcanas y flecheros con quien se habian juntado, como de los de la tierra ". Por su parte Herrera nada dice en contrario de lo narrado por Oviedo.


    Así consta que los Borincanos reclamaron y obtuvieron el auxilio y cooperacion de los Caribes desde el momento que pusieron por obra su alzamiento.


    Ahora, en cuanto al grado de fé que merezca la narraccion de estos sucesos, pensamos que Fray Iñigo siguió, á falta de las relaciones escritas por los mismos conquistadores, las mejores autoridades en la materia: la de Antonio de Herrera que á principios del siglo XVII publicó la Historia general de las Indias utilizando para ella con bastante crítica los papeles de la cámara real y de los archivos, las relaciones enviadas de Indias y muchas obras inéditas; y sobre todo la de Gonzalo Fernandez de Oviedo que vivió muchos años en Indias, especialmente en Santo Domingo, en tiempos próximos á la conquista de Borinquen, y que tuvo ocasion, segun nos lo dice, de oir de boca de los mismos conquistadores la relacion de todos los sucesos.


    Es cierto que se juzga á Oviedo escritor crédulo y de poco tacto para depurar las numerosas noticias que recibia, y mas que todo que su punto de vista al juzgar los hechos de los indígenas era apasionado y poco filosófico; sin embargo puede admitirse como verdadera su narracion de lo acontecido en Borinquen, ya porque la misma naturaleza de los sucesos no se prestaba á opuestas versiones, ya porque tuvo á su disposicion el testimonio de gran parte de los conquistadores.


    Por otra parte, ya hemos visto confirmada la muerte del desgraciado Sotomayor y de sus compañeros por un documento fehaciente, así como otro no menos respetable nos informa que el alzamiento tuvo lugar á principios del año 1511 (Biblioteca histórica, pág. 248J.


    Es verdad que aun así encuentra la crítica que debe ser el guia constante de la historia un gran vacio, la falta de las relaciones de origen indio; pero desgraciadamente aquel pueblo que como hemos visto se hallaba en la edad de piedra, no pudo legar su testimonio á las generaciones futuras.


    De todos modos resulta un hecho cierto : que ese pueblo en estado de naturaleza, á la manera que las aguas tienden á sobreponerse al obstáculo que embaraza su libre curso, reaccionó instintivamente contra la extraña é insólita presion que sentia, poniendo por obra, acaudillado por el valiente Agueynaba, un alzamiento que no dió los resultados que él se prometía. Pronto veremos, que como era natural, las alteraciones continuaron por algunos años con el mismo mal éxito.


    En 1512 aun andaban alborotados los indios: en 1515 se insurreccionaron los Caciques Humacao y Daguao, pero se sometieron bien pronto, y años despues el Cacique Loquillo aun se mantenía rebelde al abrigo de la sierra que lleva su nombre.


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    XL1V
    El Boriquén.


    La isla Boriquén, dicha entre cristianos Sant Juan (1), está en diez y siete y diez y ocho grados y veinte y cinco leguas de la Española, que la tiene al poniente.
    Es larga leste oeste más de cincuenta leguas, y ancha diez y ocho; la tierra de hacia el norte es rica de oro; la de hacia el sur es fértil de pan, fruta, yerba y pesca.


    Dicen que no comían estos boriquenes carne; debía ser de animales, que no los tenían; empero de aves sí comían, y aun morciélagos pelados en agua caliente.


    En las cosas antiguas y naturales son como los de Haití, Española, y en lo moderno también, sino que
    son más valientes y que usan arcos y flechas sin yerba.


    Hay una goma que llaman tabunuco, blanda y correosa como sebo, con la cual y aceite brean los navios; y como es amarga, defiéndelos mucho de broma; hay también mucho guayacán, que llaman palo santo, para curar de bubas y otras dolencias.


    Cristóbal Colón descubrió esta isla en su viaje segundo, y Juan Ponce de León fué allá el año de 9 con licencia del gobernador Ovando, en un carabelón que tenía en Santo Domingo, ca le dijeron unos indios cómo era muy rica isla.


    Tomó tierra donde señoreaba Agueibana, el cual lo acogió muy amigablemente y se tornó cristiano con su madre, hermanos y criados.


    Dióle una su hermana por amiga, que tal es la costumbre de los señores para honrar a otros grandes hombres que resciben por amigos y huéspedes, y llevólo a la costa del norte a coger oro, como buscaba en dos o tres ríos.


    Dejó Juan Ponce ciertos españoles con Agueibana y volvióse a Santo Domingo con la muestra del oro y gente; mas como era ya ido a España Nicolás de Ovando y gobernaba el almirante don Diego Colón, tornóse al Boriquén, que llamó él mesmo Sant Juan, con su mujer y casa.


    Escribiólo al comendador mayor de Alcántara Ovando, el cual le recabó y envió la gobernación de aquella isla, pero con sujeción al virrey y almirante de Indias.


    El entonces hizo gente y guerreó el Boriquén; fundó a Caparra, que se despobló por tener su asiento en ciénagas de mucho acije.


    Pobló a Guanica, que se desavecindó por los muchos e importunos mosquitos; y entonces se hizo Sotomayor y otras villas.


    Costó la conquista del Boriquén muchos españoles, ca los isleños eran esforzados y llamaron caribes en su defensa, que tiraban con yerba pestífera y sin remedio; pensaron al principio que los españoles fuesen inmortales, y por saber la verdad, Oraioa, cacique de Jaguaca, tomó cargo dello con acuerdo y consentimiento de todos los otros caciques, y mandó a ciertos criados suyos que ahogasen a un Salcedo que posó en su casa, pasándolo el río Guarabo; los cuales le hundieron so el agua, llevándolo en hombros, y como se ahogó, tuvieron a los demás por mortales, y así se confederaron y se rebelaron y mataron más de cien españoles.


    Diego de Salazar fué quien más se señaló en la conquista del Boriquén.


    Temíanle tanto los indios, que no querían dar batalla donde venía él, y algunas veces lo llevaban en el ejército, estando muy malo de bubas, por que supiesen los indios cómo estaba allí; solían decir aquellos isleños al español que los amenazaba: «No te temo, ca no eres Salazar.»


    Habien eso mesmo grandísimo miedo a un perro llamado Becerrillo, bermejo, bocinegro y mediano, que ganaba sueldo y parte como ballestero y medio, el cual peleaba contra los indios animosa y discretamente; conocía los amigos, y no les hacía mal aunque le tocasen.


    Conocía cuál era caribe y cuál no; traía el huído aunque estuviese en medio del real de los enemigos, o le despedazaba; en diciéndole «ido es», o <buscaldo>, no paraba hasta tornar por fuerza al indio que se iba.


    Acometían con él nuestros españoles tan de buena gana como si tuvieran tres de caballo; murió Becerrillo de un flechazo que le dieron con yerba nadando tras un indio caribe.


    Historia general de las Indias - Francisco López de Gómara - Google Books




    Otra Guerra en el este de Puerto Rico:


    “guerra que hubo en esta isla desde el Río de Santiago hasta el rincón de Fajardo y en el Humacao ansí con los dichos indios naturales antes que fueren pacíficos como con indios caribes que a esta isla vinieron a la destruir e robar” Francisco Juancho.




    Las guerras no terminaban y las guerrillas entre hispanos e indígenas continuaban:


    “Siento que todavía estén alborotados los indios” se lamentaba el rey católico en febrero de 1512, un año antes de que nuestro primer obispo pusiera pie en la Isla.




    Ante estas guerras civiles, la difícil pacificación de los indios, las bajas de hispanos e indios, la opresión de las encomiendas, la falta de evangelización de los indios, la anarquía reinante en Puerto Rico y otros factores de gran importancia se decide crear la diócesis de Puerto Rico. A pesar de la diócesis haber sido creada en 1511 nuestro prelado no llega hasta 1513.


    Los primeros años del obispo Manso en su diócesis no fueron fáciles, pues los indígenas no querían sujetarse a la autoridad de su Pastor:


    "En este año de 1512 llegó tambien á su Obispado el Sr. Manso (4); erigió las Dignidades, Canongías y demas oficios de su Catedral; ordenando cuanto convenia al buen gobierno y esplendor de la primera Silla que tuvo Obispo en América; pero como en todos los nuevos establecimientos ocurren muchos obstáculos y dificultades que solo pueden vencerse con el tiempo y condescendencia prudente, y este celoso Prelado quiso desde luego dar toda la formalidad y consistencia á su Catedral, señaló las cosas de que se debían pagar diezmos: los vecinos resistieron sus mandatos y los declaró desobedientes y contumaces á algunos de ellos, quienes lejos de aterrarse ni obedecer á las censuras, insultaron temerariamente á su Pastor, cometiendo tantos desacatos que se vió precisado á abandonar su grey y volverse á España (a) resuelto á retirarse á su Canongía de Salamanca que retenia;"




    Pero ante los ruegos del rey católico el obispo decide regresar a su diócesis:


    " pero estimulado de su conciencia y de los ruegos volvió á su Obispado con el nuevo cargo de Inquisidor de las Indias (b) sin tratar mas de los diezmos."


    Al obispo le tocaría una difícil tarea: evangelizar a los indígenas. Tarea difícil en una isla completamente destrozada y con una población reducida a causa de las guerras civiles.


    Aún después de creada la diócesis el obispo tendrá que seguir lidiando con las guerras de los indígenas, para colmo los indígenas queman la ciudad de Caparra, dejándola en ruinas incluyendo la sede del obispo, queda la diócesis sin sede hasta 1521, año en que el Papa, muda la ciudad de San Juan:


    “cómo muchos caciques y caribes avian ydo a quemar la cibdad de Puerto Rico y que avian ya venido muchos de ellos que lo avian quemado y robado muchas casas y que dezían que avian muerto a muchos xristianos y que avian robado la iglesia y quemado todo lo que en ella estaba”


    Los indígenas quemaron en 1513 otro pueblo llamado Santiago del Daguao.


    Recordaba un conquistador: "fue necesario de los guerrear e hacer guerra para pacificarlos... la qual guerra duró muchos años”.




    Después de varios años de esfuerzos, la diócesis dio resultado, los indígenas se convirtieron y las guerrilas finalizaron:


    "Cristianáronse todos los isleños, y su primer obispo fué Alonso Manso, año de 11; ..."


    http://humanidades.uprrp.edu/smjeg/r...na-Moscoso.pdf
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  5. #85
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    image.jpg

    Fray Damián López de Haro.
    Descendiente de los señores de Vizcaya.
    Uno de los obispos más importantes que ha tenido Puerto Rico.
    Última edición por Michael; 18/03/2013 a las 23:33

  6. #86
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Puerto Rico antes de la Diócesis parte III:


    Antes de la llegada de los hispanos a nuestra zona nuestra isla estaba habitada por habitantes de la etnia Arahuaca.


    Los Arahuacos poseían un extenso territorio que hoy en día comprende lo que son los países de Venezuela, Colombia, Brasil, Argentina, Puerto Rico, República Dominicana, Cuba, partes de la Florida, etc.


    Los Arahuacos tenían un sistema federativo. Estaban unidos bajo lazos de sangre, religión y cultura. No conocían de centralismo político pero sí se prestaban ayuda militar al frente de una invasión.


    La monarquía que tenían los Arahuacos de Puerto Rico era una monarquía señorial. Hay varios textos de la época hispánica donde se reconoce a los caciques como señores o reyes:


    "Tomando a la historia del levantamiento de los indios, digo, que después que los principales dellos se confederaron para su rebelión, cupo al cacique Agüeybana, que era el mayor señor de la isla," Fernández de Oviedo.


    "Y juntados los señores de la Isla en secreto, para disputar desta materia, acordaron que antes que se moviessen a su rebelión, era bien experimentar primero aquesto, y salir de su dubda," Fernández de Oviedo.


    " y tomó a cargo de saberlo un cacique llamado Urayoán, señor de la provincia de Yagüeca, el qual para ello tuvo esta manera." Fernández de Oviedo.


    "Y para este efeto, tomó un caravelon con gierta gente é buenas guias de indios, é fué á la tierra del pringipal
    rey ó cacique de aquella isla, el qual se llamaba Agueybana,"




    La isla de dividía en señoríos. Cada uno de ellos regido por un señor o rey, que en lengua Arahuaca es llamado Cacique.


    Señoríos de Boriquén:




    En la costa sur:


    Señores:


    1) Agueybaná= Señor de Guainía


    2)Guamaní= Señor de Guainía


    En la coste norte


    Señores:


    1) Arrazivo= Señor de Abacoa


    2) Majagua= Señor de Bayamón


    3) Guacabo= Señor de Sibuco


    4) Aramaná= Señor de Toa


    5) Mabó= Señor de Guaynabo


    6) Yuisa= Señora de Hamanio


    7) Guaybaná= Señor de Caniabón


    En la costa este:


    Señores:


    1) Jumacao= Señor de Macao


    2) Daguao= Señor de Dacuao


    3) Caguax= Señor de Turabo


    4) Guaraca= Señor de Guayaney


    5) Cacimar= Señor de Bieque


    En la costa oeste


    Señores:


    1) Aymamón= Señor de Aymaco


    2) Urayoán= Señor de Yagueza


    En el área central:


    Señores:


    1) Mabodamaca= Señor de Guajataca


    2) Orocobix= Señor de Jatobonico


    En el Valle del Otuao


    Señores:


    1) Alonso= Señor de Otuao


    2) Caguana= Señor de Otuao


    3) Guarionex= Señor de Otuao




    Agüeybaná: cacique principal al momento de la llegada de Colón, su yucayeque era en el área de la Bahía
    Guayanilla


    Abey: yucayeque en Salinas


    Alonso: cacique menor en Otoao
    (Utuado)


    Aramaná: yucayeque en el área del
    río Coa (Toa)


    Arasibo: yucayeque en el área del río


    Abacoa (río Grande de Arecibo)


    Amamón: yucayeque en el río


    Culebrinas


    Cacimar: de descendencia Caribe, su yucayeque era en Vieques


    Cagüax: yucayeque en el río Turabo


    Canóbana: yucayeque en el río


    Cayniabón (río Grande de Loíza)


    Cagüana: cacique menor del área de Utuado


    Cayey: yucayeque en Cayey


    Dagüao: yucayeque en el río Santiago (Naguabo)


    Guanacabo: yucayeque en el Sibuco


    Güamaní: yucayeque possiblemente en el área de Guayama o Manatí


    Güarionex: uno de los caciques más importantes, su yucayeque era en Utuado


    Güaybaná: combatió contra los Españoles con Güarionex


    Güaraca: yucayeque en Güayaney


    Majagua: yucayeque en Bayamón


    Orocobix yucayeque en Jatibonicu



    f


    image.jpgimage.jpg





    La estructura socio-política de los Tainos:




    Cacique= El Señor de la tierra.




    Bohique= máxima figura religiosa y también máxima figura política después del Cacique.




    Nitainos= Nobles, gobernadores, alcaldes, etc, de los Yucayeques.




    Naborias= los vasallos del Señor. Campesinos, gente común de la tierra.




    Como se puede ver, la estratificación de estos naturales no era muy distinta de la española, lo cual explica la asimilación tan fácil de estos naturales a la cultura hispana.




    Basado en estudios más recientes, es mucho más posible que los Arahuacos de Puerto Rico estuviesen en expansión y que las islas de Barlovento hasta Margarita y quien sabe si hasta al norte o partes del actual nor-Oriente de Venezuela perteneciesen al Señorío de Boriquén. De todos modos, los habitantes de estas regiones también eran de origen Arahuaco y por consiguiente confederados con los demás.




    Puede resultar más cierto el hecho de que las supuestas guerras entre "caribes" y "tainos", nombres puestos mucho después, fuesen más bien guerras dinásticas por el control de los Señoríos.




    En 1493 el Almirante Cristóbal Colón descubre definitivamente la Isla. La bautiza bajo el nombre de San Juan Bautista.




    La Isla se queda definitivamente sin poblar ya que los europeos deciden ir a la Española. Probablemente esto se debía a la notoria belicosidad de los naturales.




    En 1499 Vicente Yáñez Pinzón desembarca en Puerto Rico a reconocer la zona. No obstante no se fundó un poblado definitivo.




    En 1502 los españoles se abastecen en la isla cuando van de camino a la Española. Aún así, no se funda nada.




    En 1505 Vicente Yáñez Pinzón recibe de los Reyes una capitulación para ser gobernador de Puerto Rico. Aún así, no se estableció. Varias gentes de Pinzón soltaron animales domésticos en la Isla pero no dejaban asentamiento seguro.




    De 1493 a 1508 los indígenas se mantuvieron independientes y sin contacto con los europeos.




    Estuvieron estos indígenas ayudando a sus hermanos de la Isla Española en las luchas que tenían contra la nobleza.




    No obstante, la Isla de Boriquén permaneció 15 años sin contacto ni asentamiento estable.




    En 1508, se crea la Gobernación de Puerto Rico y se le da a un noble llamado Juan Ponce de León.




    Este noble ya había tenido experiencia en las luchas en la Española.




    Las reglas que se le habían dado para establecer la gobernación eran las siguientes:




    1º – Ganar la amistad de los caciques de la isla, para lo cual no podrí*a utilizar a los nativos en su servicio, ni tomarles cazabe, ni siquiera inquietarles.




    2º – Establecer labranzas propias para poder mantener a su gente.




    3º – Levantar una fortaleza que diera garantí*a de seguridad a los colonos.




    4º – Localizar veneros de oro y explotarlos.




    Juan Ponce de León explora y conquista de forma pacífica Borinquén (Puerto Rico) | Historia del Nuevo Mundo




    Ponce de León se embarcó con varios españoles hacia la llamada Isla de San Juan.




    El cacique que le recibe es Agueybana, uno de los más poderosos señores de la Isla.




    El encuentro entre nobles fue muy amistoso. El Señor le recibe con alegría y le hace su amigo.




    Con la recepción amistosa de Agueybana, Juan Ponce de León y los españoles se establecen en la Isla.
    Última edición por Michael; 18/03/2013 a las 23:20
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    Antonio Aparisi

  7. #87
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Resumen cronológico de la Diócesis de Puerto Rico:


    Introducción:


    En 1511 se creó la diócesis de San Juan y fue nombrado Alonso Manso como primer obispo de la Isla. Don Alonso Manso fundó en la Isla el primer obispado católico de América.


    De acuerdo con la bula, Romanus Pontifex, que dio vida al obispado, éste fue creado para predicar y enseñar la fe cristiana entre los amerindios.


    http://repasopcmasumet.files.wordpre...zacic3b3n1.pdf


    Cronología de la Diócesis de Puerto Rico:


    1511: Se establece la Diócesis de Puerto Rico


    1513: el obispo pone los pies en la diócesis.


    1513-1585: fuerte trabajo de los obispos de Puerto Rico en la evangelización de las Islas de Boriquén y la Margarita. La cual da resultado.


    1515: el obispo Manso tiene problemas con los indígenas y mestizos de la isla de San Juan. Desilusionado con la situación decide irse a España.


    1519: A instancia de los ruegos del monarca el obispo decide regresar a su diócesis. Ese mismo año pide la anexión de las islas de Barlovento a la diócesis. Lo cual se le concede. Gran parte de las islas de Barlovento pasan a ser parte de la diócesis. Se crea la sección: Anexos del obispado de Puerto Rico.


    1525: Las islas de Margarita, Coche y Cubagua pasan a ser parte de la diócesis.


    1600: Ya los obispos tenían la Nueva Andalucía.


    1600-1624: La isla de Trinidad es encomendada al obispado.


    1624: Lo eclesiástico de la ciudad de Santo Tomé de Guayana fue dado al obispo.


    1625: La Guayana es dada al Obispado de Puerto Rico.


    1635-1648: Los obispos Fray Damián López de Haro y Alonso de Solís comienzan con la actividad misionera en la Nueva Andalucía.


    1646: Llegada de los jesuitas a Guayana.


    1650: Fernando Lobo de Castrillo con los capuchinos de Aragón y Franciscanos trabajan la Nueva Andalucía.


    1687: el obispo Padilla y los capuchinos de Cataluña trabajan la Guayana.


    1700-1792: fuerte actividad misionera en toda la diócesis. Durante este tiempo se fundan la mayoría de los pueblos de los actuales Puerto Rico y Oriente de Venezuela. También se fundan ciertos pueblos que hoy en día pertenecen a los estados Miranda y Guárico en Venezuela.


    1767: Golpe duro a la diócesis: expulsión de la Compañía de Jesús.


    1768: Cabruta se pierde a favor del obispado de Caracas.


    1790: Se decreta la Bula de Desmembración de Puerto Rico.


    1792: Se segregan los Anejos.


    1792-1797: Fuerte proceso para la Isla y los antiguos anejos. Pobreza y anarquía.


    1797: El obispo Zengotita enfrentará a los ingleses en la batalla de 1797.


    1809-1814: El obispo Arizmendi entra en una lucha de poder con el gobernador Meléndez Bruna.


    1809: El obispo de Puerto Rico entrega su anillo a Ramón Power y Giralt. Esto era un símbolo de que el Obispo depositaba su poder en Power y además le reforzaba sobre la gran responsabilidad que tenía.


    1820-1823: Trienio Liberal. Los obispos se sienten traicionados por las Cortes las cuales quieren quitarles el poder de su jurisdicción.


    1898: Con la llegada de los estadounidenses los obispos pierden el poder sobre la Isla. Su poder queda relegado al estrictamente religioso hasta hoy en día. Se seculariza toda la isla.

    1908: Después de una gran batalla, el gobierno colonial americano le compra por 120,000 pesos a la Iglesia el cuartel de Ballajá y otras posesiones en la Isla.


    1960: Fin de la diócesis de Puerto Rico, creandose así la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico.
    Última edición por Michael; 19/03/2013 a las 16:41
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    Antonio Aparisi

  8. #88
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Puerto Rico antes de la Diócesis:




    La isla se encuentra hundida en una
    guerra civil por el control de ella.




    Juan Ponce de Leon y otros nobles estaban
    luchando contra Agueybana y otros caciques.
    Los Colón gobernaban la Isla desde Santo
    Domingo.




    No había ningún tipo de organización
    ni civil ni eclesiástica en lo que vendría
    a ser Puerto Rico.




    El rey Católico Don Fernando, cuya
    inteligencia y sagacidad es de notar,
    sabía que para evitar estas guerras
    y poder pacificar a los indígenas
    habría que encomendar a aquellos
    indígenas y sus tierras a la Iglesia.




    Durante varios años el rey católico
    estuvo negociando con el Pontífice
    para la creación de diócesis y la
    medida del Patronato.




    En 1511, se crea la Diócesis de Puerto Rico,
    organismo que vendría a dar a luz a Puerto
    Rico, a la mayoría del actual Oriente de
    Venezuela y a varios pueblos más
    occidentales. Puerto Rico nace jurídicamente,
    es el documento de la Diócesis el primero
    que menciona a San Juan como capital.




    En 1512, llega el obispo Manso a la Isla,
    con la llegada de Manso las rebeliones se irán
    disminuyendo, los indígenas se congregarán
    en pueblos llamados "curatos" y "parroquias".
    Será el "curato y la "parroquia" el pueblo
    fundacional por excelencia. De hecho,
    la mayoría de los pueblos en Puerto Rico
    empezaron como curatos y parroquias.




    El mestizaje entre los indígenas, negros e hispanos
    será tremendo, a nivel que después de 70 años de
    la primera pisada de los hispanos los indígenas
    puros eran muy pocos.




    Ya después de establecida la paz, la gobernación
    de Puerto Rico será afianzada durante ese siglo.




    La Diócesis por diversas razones seguirá creciendo
    pues grandes comarcas le serán encomendadas.




    En 1519 se le encomiendan gran parte de las Islas
    de Barlovento. En 1525 será encomendada la Isla
    de Margarita, ya para los 1600's los obispos tenían
    la Nueva Andalucía, para la tercera década del siglo
    XVII se le encomendarán a la diócesis la Isla de
    Trinidad y la vastísima Guayana. Con la Diócesis
    comienza la labor misionera en esas regiones,
    la cual dará a luz a la mayoría del actual Oriente
    de Venezuela, junto a pueblos que hoy en día
    son parte de los estados Guárico y Miranda
    en la mentada república.
    Última edición por Michael; 23/03/2013 a las 01:40
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  9. #89
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Cabruta se ha dudado, de a
    qué Obispado deba pertenecer,
    si al de Puerto Rico, o al de
    Caracas; mirando la línea que
    el Obispado de Puerto Rico
    lleva, desde el mar, hasta el río
    parece debe corresponder a
    Caracas, asentado, que este
    Obispado hace límites hasta el
    río Orinoco.
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  10. #90
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Como la religión catolica es
    esencialmente expansiva,
    cada Obispo estaba y está
    obligado á procurar á toda
    costa atraer al seno de la
    Iglesia los infieles colindantes
    con el territorio de su Diócesis;
    y todo lo que iba conquistando
    por medio de los misioneros se
    consideraba como de su Diócesis
    y jurisdicción hasta tan£0 que el
    Rey de España de acuerdo con la
    Santa Sede, tuviese á bien erigir
    nuevos obispados ó dividir los ya
    existentes por ser demasiado
    extensos 6 imposibles de gobernar
    debidamente por un solo Prelado.
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  11. #91
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Despues,. «1 el año
    de Ijs<5q. comentaron
    dichos Padre* á cultivar.
    los Indios dp.
    Ja" Provincia de Cumana,
    p?f feneciente al
    Obispa.do de Poet to
    Rico, donde desde
    entonces hasta el
    prelcnte año, han
    redueidoa la Fe nías
    de veinte mil almas.
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  12. #92
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    La Provincia de Cumaná,
    aunque de cierta
    importancia, no tiene
    obispo residente, pues
    junto con la del Orinoco,
    depende, como hemos
    dicho en otra parte,
    de obispo de Puerto Rico,
    que aunque está muy
    lejos, algunas veces la visita.

    Los obispados tienen
    bajo su dependencia
    ciudades, tierras, aldeas
    y posesiones, comprenden
    varios curatos erigidos
    para beneficio espiritual
    de los pueblos.
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  13. #93
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Hay en el Obispado
    cuatro Misiones que
    actualmente se ejercitan
    en conversión e
    instrucción de infieles: una
    de Religiosos Observantes
    de San Francisco de las
    Provincias de España y se
    llaman Misiones de Píritu, otra
    de Religiosos de la Compañía de
    Jesús que llaman de las Riberas
    del Orinoco, otra de Religiosos
    Capuchinos de la Provincia de
    Cataluña y son las de Guayana,
    otra de Religiosos Capuchinos
    de la Provincia de Aragón
    (Provincia de Cumaná) ...
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  14. #94
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Misiones del Obispado de Puerto Rico: siglo XVIII:




    Misiones que componen el Obispado:




    Misiones Capuchinas de Cumaná: estas misiones compusieron la mayoría de los actuales estados Sucre y Monagas en la actual república de Venezuela.




    Misiones Franciscanas de Píritu:
    Estas misiones compusieron casi en su totalidad el actual estado Anzoátegui, también en la actual Venezuela.




    Misiones del Alto Orinoco y Rio Negro: estas misiones pertenecían a la Compañía de Jesús y componían gran parte de la actual Guayana venezolana




    Misiones de Atures y Maypures:
    Estas misiones también eran de jesuitas y estaban en Guayana




    Misiones Capuchinas Catalanas:
    Componían un vastísimo territorio en la Guayana y estaban a cargo de los capuchinos de la Provincia de Cataluña.




    Decía el obispo de Puerto Rico lo siguiente:




    "Hay en el Obispado cuatro Misiones que actualmente se ejercitan en conversión e
    instrucción de infieles: una de Religiosos Observantes de San Francisco de las
    Provincias de España y se llaman Misiones de Píritu, otra de Religiosos de la Compañía de Jesús que llaman de las Riberas del Orinoco, otra de Religiosos Capuchinos de la Provincia de
    Cataluña y son las de Guayana, otra de Religiosos Capuchinos de la Provincia de Aragón..."




    Las Misiones se consideraban parte integral de la Diócesis de Puerto Rico, decía fray Antonio Caulin:




    "Señor: La obligación de indigno prelado, delegado de estas santas
    conversiones de Píritu,2 me precisa a dar cuenta a Vuestra Majestad de las operaciones de el obispo de esta diócesis de San Juan de Puerto Rico,"




    Se titulaba el Obispo como "gobernador de la
    ciudad de San Juan
    Bautista de Puerto
    Rico y sus anexos"




    También se decía:




    "Y llegando a Cumaná, principio del obispado, comenzó a hacer el oficio de
    gobernador allí y en la nueva iglesia e isla Margarita, e hizo
    dos iglesias por la necesidad que había en ellas para los españoles..."




    Un autor hablo de la iglesia de una de las Misiones diciendo así:




    Su iglesia es la más primorosa de todas las Misiones del Obispado de Puerto Rico
    ; goza de una hacienda de cacao que tiene en el valle de Cúpira, que todos los
    años asciende su producto libre a doscientos pesos, ...


    Otro texto:


    satisfecho de fu gran zelo,de orden de fu Consejo de Indias, fe les entregó la Conquista Espiritual, y Mission de los Indios Infieles de la Isla de la Trinidad, y Provincia de Guayana, que pertenecen al Obispado de Puerto Rico, desde el año de 1687. donde comenta» ron á trabajar en aquel Barbaro Gentío, y aunque á costa de grandes trabajos.y continuas penalidades.con bastante felicidad. Y tal, que hasta este presente año de 1702. según consta de los Libros de dicha Mission,pastan de cinco mi 1 las Almas que han bautizado,de las quales mas de dos mil(entre parbulos, y adultos)han muerto, y salido dcste Mundo con la prevencion de los Santos Sacramentos, por aver padecido varias epidemias, y enfermedades, y otros accidentes fatales.








    Continuará...
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  15. #95
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    »Eran, pues, las misiones y
    reducciones asunto que la
    Corona y el Consejo de Indias
    gobernaban directamente por
    conducto de los arzobispos y
    obispos, de las órdenes
    religiosas y de las autoridades
    locales, sirviéndose de las más
    inmediatas, sin consideración
    alguna á la demarcación
    territorial de las entidades
    políticas y administrativas de
    la colonia, como que tenian
    un régimen independiente y
    se administraban en parajes
    desiertos, donde sólo ellas
    existían.»

    Contestación de Venezuela al alegato de Colombia - Venezuela, Julián Viso - Google Books
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    Antonio Aparisi

  16. #96
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    y servicio de las misiones
    que éstos tienen en la
    provincia de Guayana,
    aneja a este obispado de
    Puerto Rico,


    Superintendente de
    las islas y provincias
    anejas a esta diócesis,
    en las que está
    comprendida la de
    Guayana,


    «Señor: A este obispado de
    Puerto Rico están adjudicadas
    por encomienda las provincias
    de Cumaná y las
    islas de la Margarita y
    Trinidad,


    y ahora el dicho obispo, en
    carta que me escribió el 15 de
    marzo de 1624, refiere que a
    aquel obispado están adjudicadas
    por encomienda las provincias de
    Cumaná y la isla Margarita y la de la
    Trinidad,
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  17. #97
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Reitera el Rey en
    ese comunicado que
    «nuestra voluntad»
    es que «tengáis por
    vuestro anexo» la
    provincia de Cumaná.


    Esta Mission es de indios nuevamente
    reducidos, que aún son Genriles los
    más dellos pero pacificos; por el Oriente
    confronta con el Pueblo de Encaramada
    del Obispado de Puerto Rico, al otro lado
    al Sur del Rio Orinoco, distante 40 leguas


    Al oriente confronta con el pueblo
    de San Diego de Cabrutica, del
    obispado de Puerto Rico, distante
    diez y seis leguas al poniente con
    la nueva parroquia de Santa Rita del
    vicariato de Calabozo, distante
    treinta leguas; al norte, con el


    obispo de la iglesia catedral de la isla
    de San Juan de Puerto Rico, pudiese
    gozar de los frutos de la provincia de
    Cumaná e isla Margarita por 4 años,
    como se había hecho a sus antecesores,
    por estarle encomendadas por
    cercanía las dichas provincias [.
    Última edición por Michael; 05/06/2013 a las 09:37
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  18. #98
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    catedral de San Iuan de Puerto Rico,
    de mi Consejo: Con motivo de haber
    visto en el de las Indias dos relaciones
    formadas por el marqués de San Felipe
    y Santiago, gobernador interino que fue
    de la provincia de Cumaná, en esa
    diócesis,


    El obispo Pedro Martínez de
    Oneca, el obispado de Puerto Rico,
    afirmaba, «ser por mar y tierra el más
    extenso territorio que hay en la América
    y en toda la universal Iglesia y aún no
    tiene límites, pues todo lo que se conquiste
    a la banda del sur del Orinoco se agregará
    a él»2.


    Capitulo 5. de la Isla Margarita
    del distrito del Obispado de
    Puertorico, y de su descripcion,
    y otras cosas. Capitulo 6. de la
    entrada, que hizo, en esta isla,
    y ciudad el tirano Lope de aguirre,
    y del modo como se pescan las perlas.


    Es posible que ia noticia de
    todo esto, y el hecho de no
    haber sido nunca visitada esa
    parte de los Anejos, determinara
    a Pizarra en su intervención,
    Última edición por Michael; 05/06/2013 a las 09:54
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  19. #99
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    procelosa y piratas que la reforma
    de mis ovejas, restablecer la paz
    en estas provincias anexas — la
    que totalmente se hallaba alterada,
    de que resultaba una común congoja
    — pasé a las provincias anexas y
    llegué a ésta de la Margarita, ...


    en ello en el nuestro Consejo
    de las Indias, ha parecido que
    la pidáis vos hacer con más
    comodidad y brevedad, os ruego
    y encargo que tengáis por cercanía
    de vuestro obispado a las dichas
    provincias de Cumaná y Nueva
    Córdoba y la isla Margarita

    Está debajo de la dirección de
    un Gobernador y Capitán General
    que reside en la ciudad de Cumaná,
    capital de la provincia, que es del
    Obispado de Puerto Rico, y del distrito
    de la Audiencia de Santo Domingo.


    por haberlos bautizado
    un Obispo de Puerto Rico,
    a cuya Diócesis pertenece
    Cumaná con todas sus
    provincias.
    Última edición por Michael; 05/06/2013 a las 09:58
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  20. #100
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    Re: Textos antiguos de la diócesis de Puerto Rico

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Presencié un caso de hecho, que
    me aseguró apelaban á las
    máximas de su gobierno interior
    para dar salida á él. El Obispo de
    Puerto Rico anterior al que hoy gobierna
    aquella Yglesia llevado de su celo
    apostólico y de su santidad conocida,
    atravesó la Mar para visitar las Provincias
    de Cumaná, Guayana y Orinoco.
    Como Orinoco es tan dilatado que
    parte términos con las Mitras de Puerto Rico,
    Carácas y Santa Fé, hay un pueblo de Misión
    que se llama Encaramada, que sin disputa
    perteneeo á Puerto-Rico. El Santo Prelado que
    visitaba, adelantó sus Cartas Pastorales al
    Superior de Orinoco para que le preparasen la
    visita, y en efecto Don José de Yturriaga, y yo
    acudimos al Obispo con lanchas, y lo necesario
    para navegar el Rio, y el Superior de las Misiones
    fue á encoutrarlo al pueblo de Cabruta.
    En Encaramada era Misionero el Padre José Gili, que
    distaba de Cabruta medio dia de navegación. Llegó el
    Obispo á tal pueblo y encontró cerrada la Yglesia y el
    Padre á caballo por los campos. Sentóse el Obispo á la
    puerta y tuvo que esperarle más de dos horas mientras
    le buscaban. Vino y abrió su Yglesia, como para un
    particular, y el Santo Obispo se explicó con modestia
    pero con energía.
    Este es un caso que pudo ser casual, pero prueba el
    poco cui. dado que tomó el Misionero á la visita del
    Obispo, mayormente cuando era el primer Prelado que
    hacia tal visita, de cuya resulta y trabajos que padeció
    en ella murió á la vuelta á su Obispado, pero yo
    (confieso mi malicia) lo tuve á ¿caso muy pensado
    porque traté mucho al dicho Padre Gili y conoció su
    taleuto unido a las máximas de su Religión.
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

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