Capitán General de Puerto Rico, Miguel de La Torre, nombra a José Antonio Arizabalo, Comandante General de Costa Firme. El Capitán General de Puerto Rico, como Capitán General superior, nombró a Don José Antonio de Arizabalo, como Comandante General de Venezuela. Resistencia Venezolana a favor de España. Gobierno a favor de España en Venezuela (1827):
"INSTRUCCIONES
Para el Gefe de las Armas de S.M. en Venezuela, sobre la organización, disciplina, y conducta que deberán observar los cuerpos que se creen con los pueblos que ocupen y vuelvan al dominio real.
Organizará todas las partidas que pueda, y las existentes dándoles los denominaciones de batallones y escuadrones cuando las cuando las primeras pasan de 400 hombres y los segundos de 200. Sus comandantes serán efectivos de infantería y caballería, y divididas las compañías nombrará los capitanes subalternos y demás clases, dándoles los correspondientes títulos en comisión que dará parte.
Llamará a los oficiales del rey que haya en el los para que organicen partidas y se coloquen en ellas u otros destinos militares.
En cuanto sea posible procurará que los cuerpos se organicen bajo el método que prescriben las reales ordenanzas.
Inspirara en los gefes todos el debido arreglo, disciplina, y subordinación, ofreciéndoles que sus servicios serán ventajosamente premiados.
Todo Gefe y oficial que se pase con tropa y armamento del enemigo, se le mantendrá en su emple, y usara de su servicio sin prejuicio de otros premios según lo merezca la importancia que ofrezca su unión a las filas de los leales.
Estando el ejército que forme dividido en batallones y escuadrones, ofrecerá mucha ventaja cuando se les ocupe en el servicio, será más fácil su manejo y mucho más útil en las empresas militares.
Debe penetrarseles que así como en la guerra el soldado debe ser terrible contra su enemigo, rendido éste la generosidad debe resplandecer hacia aquel como atributo propio del valor.
Con los pueblos deben ser humanos, atraer a sus vecinos por la dulzura y buen trato, conducirse con ellos como hermanos, no zaherirles ni echarles en cara su conducta anterior, y procurarles motivos de gratitud por sus servicios, y de admiración por sus proezas y fidelidad.
El Gefe de las armas o el Comandante que opere en detall, procurará por medio de proclamas manifestar a los pueblos que ocupe, que el objeto de sus tropas es reunir el territorio al suave y paternal gobierno de su majestad, destruir el anárquico revolucionario de la república, proteger la vida y propiedades de los vecino, lanzar los tiranos y hacer que vuelva aquel al feliz estado que gozaban sus moradores en 1809, disfruten del sosiego, de la prosperidad, y justicia que les han arrebatado una porción de aturdidos, infames, ignorantes, y traidores.
Les manifestarán que S.M ha perdonado todos los extravíos pasados hasta aquel momento, que ninguna acusación que se haga tendrá acogida, si el objeto es la venganza, que a cada cual se le tendrá en los goces de sus bienes legítimamente habidos, que los resentimientos no tendrán lugar, y por último que cada palabra dada por el Gefe de las armas sobre cada uno de estos puntos será inviolable en su cumplimiento.
Todo delito de traición después de la entrada de las tropas realistas se castigará inmediata y militarmente guardando las fórmulas de ordenanza en cuanto lo permitan las circunstancias.
Se procurará gravar lo menos posible a los pueblos llevando cuenta y razón de lo que suministren con las debidas aclaraciones y formalidad.
En todo pueblo que entren las armas de SM se restablecerán las autoridades bajo el mismo pie en que se hallaban en 1809, procurando que caigan en las personas de más notable probidad y conducta, cada uno de los cargos públicos, y los tenientes justicias mayores se establecerán por ahora reunidos a los mandos de armas, por convenir así ínterin se esté procediendo a la pacificación, pues de este modo será más rápido el real servicio.
Los empleados civiles se establecerán de la misma manera en clase interinos, y en caso de que se presenten los propietarios servirá a aquellos de particular mérito el tiempo que los desempeñaren, destinándolos a otros encargos.
El ramo de la Real Hacienda se establecerá en manos puras, económicas, y de confianza, porque en esta consiste la oportuna y pronta recaudación, y el cubrir las atenciones públicas sin gravamen del vecindario.
En todos los pueblos se organizará la milicia urbana con sus oficiales, para cuidar del buen orden y policía interior de seguridad, manteniéndolos armados y con arreglo.
Deben servir de bases para la pacificación: 1) manifestar que las armas de S.M. No conocen partidos, ni resentimientos, agravios, ni venganzas, siendo su objeto la verdadera pacificación del país: 2) que ellas garantizan la seguridad de todos los vecinos, la propiedad de cada uno de estos legalmente adquirida, y la tranquilidad del territorio: 3) que así como no se hará mérito alguno de lo que pasó en los desgraciados tiempos, en que han estado las provincias, castigarán pronta y severamente los nuevos crímenes de esta clase que puedan perpetrarse y a que se entreguen los ingratos: 4) que bajo estos principios habrá una amnistía que será complica con la mayor religiosidad: 5) los empleos y cargos se proveerán en personas que mantengan el aprecio de los pueblos, por su moderación, conocimientos, probidad, y conducta intachable: 6) en que todo debe ponerse en régimen en que a e hallaba en 1809: 7) la prensa mantendrá con una mano diestra la publicación de las pasadas desgracias y diferencia del tiempo de la revolución y el que ha sucedido a esta, el estado de ruina a que los facciosos han llevado a las provincias de donde hicieron desaparecer la agricultura, el comercio, y la industria gravando los pueblos con enormes contribuciones y peores cadenas que las que los sultanes hacen sufrir a sus esclavos: que del estado próspero en que se hallaba todo el continente en aquella época, lo han ido reduciendo apresuradamente a la nada, destruyendo sus capitales, ahuyentando a sus vecinos, y poniéndolo en la lamentable situación en que se encuentra. Inculcar la multitud de mandones que se han creado, su fausto insultante, y su insufrible orgullo, cuando el pueblo gemía en la miseria,; que la felicidad que proclamaban tenía por objeto su único y sórdido interés, al que han sacrificado tantas víctimas, y destruido masas enormes de riquezas; se les debe comparar este triste estado con el que tenían antes de la revolución; presentarles casos y hechos, y el arreglo que se pone en las rentas, quitando las contribuciones onerosas, las capitulaciones y demás cargos desconocidos con que querían cubrir sus robos, dilapidaciones, y empeños con el extranjero; en fin con la prensa es donde se ha de batir victoriosamente al enemigo, y donde se ha de aumentar la opinión porque por ella se presentarán los malos que han causado, la ignorancia con que han mandado, sus bárbaros procederes, sus atentados escandalosos, su inicia tracios y horror que debe causar la memoria del gobierno revolucionario.
Al estado eclesiástico se le debe respetar, guardando a sus individuos las justas consideraciones que les corresponden y ellos serán de un gran peso en la opinión por sus consejos privados, públicos, y en el púlpito.
Organizadas las partidas bajo estos principios, y arreglando su conducta a ello, puede asegurarse que las empresas tendrán el éxito más feliz, lográndose la pacificación tan deseada, y por cuyos servicios ya los verifiquen separada o colectivamente en todos sus casos como militares, y sus jefes además por el carácter político que desplieguen en favor del buen orden, y que sepan conservar.
El Comandante general dará parte razonado por ahora a esta capitanía general de todas las operaciones, la comunicará los detalles, hará patentes los servicios de los subordinados y de la organización que vaya estableciendo, sirviéndole esta instrucción en clase de interina hasta la real aprobación, la cual se dará para su observancia usando de las facultades con que ha revestido S.M. a este gobierno. Puerto Rico, 30 de junio de 1827.
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