Re: ¿Cómo nos ven desde las Américas?
Hola, Loya:
Cuánto aprecio tus palabras.
Al hilo de lo anterior me pregunto si no existe un pequeño gran desfase entre lo que somos y aquello que imaginamos que nos gustaría ser, independientemente de la cantidad de melanina que la Providencia nos haya puesto sobre la piel o el cabello.
Me explico: cada uno de nosotros ha recibido una serie de dones de diferente índole desde su nacimiento; dones que estamos obligados a desarrollar y perfeccionar en la medida de nuestras posibilidades. Considero que nos resulta más fácil mirar hacia fuera que retratarnos y tomarnos el pulso por dentro (he llegado a esta conclusión después de examinar cientos de trabajos académicos en los que uno de los apartados consistía en valorar el propio proceso de aprendizaje por parte de los alumnos).
Por otro lado, según he constatado desde mi más tierna infancia, aunque seamos muy buenos en lo nuestro -los mejores del grupo, quizá- tendemos a quedarnos con la impresión de que los otros lo han hecho mejor (posiblemente, porque nosotros no nos observábamos mientras realizábamos los ejercicios gimnásticos, interpretabamos una pieza musical o recitábamos unos versos). Posiblemente, no somos jueces objetivos cuando formamos parte de aquello que nos disponemos a valorar.
En tercer lugar, sea por lo que sea (tendencia a imitar, superficialidad, inercia, etcétera) son pocas las personas que poseen una escala de valores acertada quedando los espirituales y morales -sin duda, los más importantes- en un segundo término.
Uniendo estos factores cabe la posibilidad de que nos encontremos con un ser humano descontento consigo mismo, deseoso de emular a los que considera "mejores" y de alimentar su vanidad.
Si diéramos un paso más, extendiendo el fenómeno a las sociedades -teniendo en cuenta que los pueblos se componen de individuos "asociados" y no de otra cosa-, creo que no caminaríamos del todo errados en la búsqueda del porqué de lo que nos pasa a través de estas consideraciones.
"Solo Dios sabe hacer de los venenos remedio".
Francisco de Quevedo
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