F) Pío IX huye a Gaeta; pérdida y recuperación del poder temporal
Se apoderaron del poder los radicales, el Papa estaba preso de sus súbditos. Por fin, se decidió a huir en connivencia con el embajador de Francia, el representante de Baviera y el plenipotenciario de España, Martínez de la Rosa, con su secretario Vicente Gómez Arnao.
El 24 de noviembre, llegaba Pío IX a territorio napolitano y se refugiaba en Gaeta, donde no alcanzó al buque español que le hubiera trasladado a las Baleares. Toda la cristiandad se conmovió ante tales sucesos y con donativos espontáneos contribuyó al sostenimiento del romano pontífice.
Mientras tanto en Roma se constituía por diciembre, una junta provisional, que convocó una asamblea constituyente. El 9 de febrero de 1849, la Asamblea decretaba la supresión del poder temporal del Papa y proclamaba la República romana, que en la intención de Mazzini debía extenderse a ser la república italiana, con el nuevo triunvirato Mazzini, Saffi y Armellini; la anarquía, el robo, el asesinato, el sacrilegio reinaban por doquier. Pronto empezó el pueblo soberano a sufrir el peso de su propia corona...
Por otra parte, en diciembre de 1848, el gobierno español propuso la celebración de un congreso de potencias católicas para reponer al Papa en su trono. A su vez, el 6 de enero de 1849, Pío IX pidió el auxilio de Austria, Francia, España y Nápoles, excluyendo al Piamonte (cuyo ministro, el sacerdote filósofo Gioberti abrigaba extraños planes italianos). El congreso se tuvo en Gaeta, de marzo a septiembre de 1849; en él aparecieron las envidias y rivalidades nacionales: Francia quería ser ella la única que hiciera la restauración. En este sentido el general Oudinot recibió orden de dirigirse precipitadamente sobre Roma; pero sus tropas fueron rechazadas por Garibaldi; volvió con nuevos refuerzos y en julio ocupaba Roma, dispersando en seguida a la asamblea constituyente. Poco después Cicervacchio y su hijo, asesino de Rossi, caían bajo el plomo de los fusiles austríacos.
Pío IX nombró una comisión de tres cardenales para arreglar la vuelta; prometió mejoras en la administración y concedió una amnistía con las necesarias excepciones. Por fin, el 12 de abril de 1850 pudo volver a Roma. Tomó de secretario de Estado a Antonelli (quien le sirvió hasta su muerte en 1876 con ejemplar sacrificio y habilidad), curando las llagas de la revolución, introduciendo reformas y saneando la hacienda. El déficit, que al caer la república ascendía a dos millones y medio, quedó extinguido en 1858.
(Continúa)
Marcadores