Revista FUERZA NUEVA, nº 478, 6-Mar-1976
«¡AMIGOS DEL BUNKER!»
DISCURSO DE BLAS PIÑAR EN GUADALAJARA
(Discurso pronunciado por Blas Piñar en el Coliseo Luengo, de Guadalajara, el domingo 22 de febrero de 1976)
“Amigos y camaradas del “bunker” (enorme ovación), señoras y señores:
Hace unos días se cumplió un nuevo aniversario de la batalla de Krasny Bor, en la que, con sus tres mil bajas y su legendario heroísmo, se cubrió de gloria la casi olvidada División Azul.
Yo quiero agradecer a la Hermandad que agrupa a los supervivientes de aquella gesta que haya patrocinado el acto de afirmación nacional organizado por FUERZA NUEVA, y que ahora nos reúne, porque FUERZA NUEVA se identifica con los ideales y con las razones que movilizaron a la División Azul, cubriendo el frente antimarxista desde Novgorod a San Petersburgo y desde el Wolchof al Ladoga, con la bandera roja y amarilla en pie, sobre la nieve sucia o brillante de la estepa rusa.
“¡Rusia es culpable!”, se dijo entonces con arrebato y con énfasis por quien no sé si estaría ahora, después de lo que escribe, dispuesto a mantener la frase y la exclamación (grandes aplausos). Culpable el comunismo y culpable la masonería, como afirmó Franco en su discurso del primero de octubre de 1975 ante la inmensa y enardecida multitud congregada en la Plaza de Oriente. Culpables uno y otra de la gran tragedia de España, del enfrentamiento cruel de los españoles durante una guerra larga y difícil que se hizo precisa para salvar a la nación. (Ovación entusiasta.)
Una deuda de sangre
Ahí estaba Europa, después de concluir nuestra lucha, embarcada en una confrontación civil y fratricida, mientras la URSS permanecía expectante para sacar de ella el máximo provecho. La URSS, sin más miramiento que su propio beneficio, no tuvo remilgos y no realizó aspavientos antinazis para pactar con Hitler el reparto de Polonia, permaneciendo neutral en la conflagración, primero, y sumándose, después, a los aliados para extender así su dominio hasta el corazón de Europa. (Aplausos.)
Por eso, España, que con un gran sentido común –el sentido común, la alta visión y el patriotismo de Franco- no participó en la guerra civil europea e hizo todo lo posible por que terminara, se unió a la gran empresa de la lucha contra el enemigo común de la civilización occidental, enviando a la División Azul, que combatió codo con codo junto a los voluntarios de todas las naciones europeas; de las naciones europeas que estúpidamente combatían entre sí. (Aplausos.)
Con la presencia en Rusia de nuestros divisionarios, España cumplía también una deuda de sangre y de honor, agradeciendo con la misma moneda, como es propio de hidalgos, la presencia, el sacrificio y hasta la muerte de tantos camaradas europeos como habían luchado en el Ejército nacional durante la Cruzada y, entre ellos, los de la famosa Legión cóndor, de inolvidable memoria para muchos españoles agradecidos. (Inmensa ovación.)
***
La gesta gloriosa y casi olvidada de la heroica División Azul no hubiera sido posible sin las grandes lecciones de la época histórica que inmediatamente le había precedido. La División Azul no fue un hecho esporádico, fue una consecuencia lógica, casi diríamos que necesaria, de nuestra contienda, cuyas dimensiones universales resultan cada día más evidentes. Sólo en el marco de la Guerra de Liberación española, teniéndola presente y como fondo, se puede entender la oleada de entusiasmo de aquella juventud fervorosa que quiso con júbilo alistarse en ella.
Ese pasado histórico inmediato y precedente ofrecía tres lecciones ejemplares:
-La barbarie roja, que se cebó sobre España, con decenas de millares de asesinatos, en los que, en muchas ocasiones, concurrieron espeluznantes circunstancias y matices prueba de un odio satánico y de un sadismo increíble.
La provincia de Guadalajara, por su proximidad a Madrid, donde todas las pasiones y deseos de sangre se habían acumulado, sufrió de una manera singular. Hasta el obispo de Sigüenza, de cuyo martirio por la Fe quizá se avergüencen los monseñores de la Conjunta (inmensa ovación), cayó alcanzado por las balas marxistas; como cayeron, victimados por el odio a Cristo, sacerdotes, religiosas y religiosos, y centenares de alcarreños de toda edad, sexo y profesión, por el solo delito de amar a su Patria. La carretera de Chiloeches aún podría dar testimonio de aquella brutalidad sin límite… ¿Por qué, ahora que se convierte a los asesinos en españoles respetables y en hermanitas de la caridad, no constituimos asociaciones de familiares de caídos, que recuerden, ya que nadie ha agradecido su perdón generoso y hasta su olvido, cómo actúan socialistas, comunistas y anarquistas cuando la democracia liberal los reconoce y alienta? (Ovación entusiasta y prolongada.)
-El heroísmo político y el heroísmo militar. El primero, porque también en Guadalajara y su provincia, junto a los fieles al carlismo, prendió la semilla de la Falange. La palabra de José Antonio, poeta y capitán de aquella hora (aplausos), cautivó a los primeros escuadristas, como José María Sainz de Baranda y Gerardo Juan García, que con un mesianismo contagioso convocaron entorno a sí a lo más prometedor de la juventud alcarreña, dotándola de una doctrina y de un talante moral para el combate por España, que se percibía próximo. Carlistas, falangistas y cuantos se unieron a los mismos para colaborar con el Ejército, en aquellas jornadas inciertas del comienzo, prueban hasta la saciedad el amor a la Patria y el espíritu de entrega de aquellos valientes alcarreños.
Heroísmo militar, fruto de unas convicciones políticas profundas y de una moral a toda prueba, que se sublima en muchos hombres ilustres y que yo quiero personificar en el comandante de Ingenieros Rafael Ortiz de Zárate (aplausos), auténtico iluminado, que defiende solo con su ametralladora y hasta el último cartucho la ciudad de Guadalajara. Desde el Pinarcillo, sobre el puente que cabalga sobre el río Henares, se mantiene impávido, como un semidiós dispuesto al sacrificio. Al fin, vadeado el río por la chusma roja, y descendiendo para atraparle por la espalda, Ortiz de Zárate es apresado y asesinado, sin ningún miramiento, sin un proceso, sin un abogado defensor. (Ovación inmensa que impide continuar al orador.)
-El patriotismo, en suma, del pueblo no sofisticado ni encanallado por la propaganda corrosiva, fiel a sus tradiciones, arraigado a la tierra que le vio nacer. Hubo sitios bajo la dominación roja, en que las milicias no entraron, y si llegaron a entrar no pudieron cometer los desmanes consabidos. Y hubo lugares de la Alcarria que se quedaron sin un solo hombre llamado a filas, porque todos, sin excepción, y por mil medios peligrosos y extraños, se fueron a zona nacional para alistarse bajo las banderas de Franco. (Aplausos.)
***
Aquellas inversiones dramáticas de heroísmo impidieron con un esfuerzo sobrehumano que España fuera definitivamente ocupada y subyugada por el marxismo, contribuyendo así a la defensa de Europa.
A partir de la Victoria nacional comenzó la gran obra de reconstrucción y engrandecimiento. La alta temperatura moral que se alcanzó durante la contienda, y que durante tanto tiempo se mantuvo, hizo fácil, aun cuando fuera doloroso, superar todas las dificultades: boicot internacional, retirada de embajadores, aislamiento, guerrillas, escasez de alimentos y suministros, que nos obligó a comer borona y a suplir la gasolina con gasógenos para que marchase por nuestras deterioradas carreteras el escaso y desvencijado parque de camiones y automóviles. ¡Pero qué importa el sacrificio cuando se asume y ofrece por una causa grande! (Aplausos.)
Unidos y en orden
De este modo, España coronó cotas que parecían insoñables de crecimiento económico, de seguridad individual y colectiva y hasta de religiosidad, colmándose seminarios y noviciados de vocaciones numerosas (ovación). Éramos un pueblo unido y en orden, un pueblo en marcha, con un sistema político original, concorde con nuestro temperamento, fruto de la experiencia, animados por los ideales de la Tradición, puestos en parte al día por la inquietud social de la Falange.
Nuestra juventud, primavera constante de la Patria, se nutría de espíritu nacional en hogares y campamentos (ovación), y todo, desde la escuela hasta la prensa y la diversión, concurría al noble propósito de forjar las nuevas generaciones ilusionándolas por el servicio a la unidad, a la grandeza y a la libertad de España.
***
¿Qué ha pasado en los últimos años, durante los últimos años de la vida de Franco, y sobre todo después del asesinato bestial del almirante Carrero y de la muerte del Caudillo victorioso de la Cruzada, artífice de la paz y del Estado? (Gritos de ¡Franco! ¡Franco!)
Ocurrió y ocurre que la guerra ideológica no terminó al concluir la batalla militar. La guerra ideológica ni terminó entonces ni terminará nunca, y ahora mismo la tenemos planteada otra vez en términos insoslayables –creer lo contrario sería el más grave de los errores- cambiando el signo de la contienda, dilapidando frívolamente el fruto que se logró alcanzar con tanto sufrimiento y heroísmo.
No estamos solos
Para llegar a este momento preocupante, en el que se tiene la impresión de que otra vez va a ponerse en juego lo fundamental y con ello, por tanto, la existencia misma de la nación, la libertad y la vida, han tenido que suceder muchas cosas que, estilizando el tema, pueden reducirse a dos: la tenacidad de un enemigo inteligente, que conoce a la perfección la psicología humana, que tiene medios muy poderosos de toda índole para la penetración, y que se puso a trabajar al día siguiente de su derrota, y el aburguesamiento, el abandono, el descanso en la comodidad y en los laureles de los mismos que asumieron la responsabilidad de rehacer España.
¿Qué hacer ante esta realidad? ¿También nos aburguesaremos nosotros? ¿Consentiremos que todo quede reducido a la nada, que sea estéril la sangre vertida? Aquí está el problema planteado a cada español de 1976. Sobre nuestros hombros modestos hemos arrojado la gran tarea de tomar contacto con el pueblo, y a pesar del silencio y de la difamación, está claro que nuestro pueblo responde. No estamos solos, somos muchos. El “bunker” existe. (Inmensa y larga ovación del público, puesto en pie, que impide continuar al orador.)
¿Y qué es lo que se pretende? Lo que se pretende –aquí y fuera de aquí- es destruir la nación y sus valores constitutivos. Para ello, y por lo que a España respecta, conviene que analicemos cuatro vías de destrucción.
-La primera, que carece de importancia a primera vista, y a la que hasta nosotros mismos sin quererlo, colaboramos, es la gramatical. Unas palabras, con un sentido claro, con una significación evidente, se soslayan y desplazan, para ser ocupadas por otras distintas.
En este orden de cosas, la nación ha dejado de ser la Patria, para transformarse en simple “país”, y hasta en el irónico y despectivo “este país”. De Patria, tierra de nuestros padres, con sus tradiciones, su propia idiosincrasia y fisonomía espiritual, y a la vez engendradora y genesíaca, con capacidad de empresa y de futuro, hemos pasado, casi insensiblemente, por la presión de quienes manipulan los vocablos, al país, cuyo enunciado, sin perjuicio de otras etimologías, responde más bien a lo telúrico, material, geográfico y paisajístico, sin un adarme ideológico, sin una cadencia de historia, sin una llamada al destino o a la misión.
A la nación, que no es Patria sino “país”, se la ridiculiza, despojándola de aureola, desmitizando sus gestos, sus hombres geniales, sus símbolos casi sagrados, reemplazándolos, claro es, inmediatamente, por otros mitos falsos y embaucadores, como el universalismo internacional y la regionalización (ovación), entre otros, que ahora no nos es posible examinar. El internacionalismo pretende destruir la nación por arriba, absorbiéndola y desdibujándola. La regionalización persigue análogo objetivo, simultáneamente, además, desde dentro de la nación misma, fragmentándola y dividiéndola.
-Fijémonos ahora, por la novedad alucinante de estos días, en la cacareada regionalización de España, porque sólo reflexionando sobre la misma, tal y como en realidad se propone, nos daremos cuenta de su terrible fuerza desintegradora.
Dijo Franco en su testamento: “Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones”. ¡Naturalmente que nosotros suscribimos sin excepción ni reserva de ninguna especie las palabras del Caudillo! (Ovación.) Y precisamente por ello nos gustaría que se cumpliesen a la letra, y también según el espíritu que las anima, porque a tenor de tales palabras conviene hacer las cinco observaciones siguientes:
1) Hay que exaltar la rica multiplicidad de todas las regiones y no tan sólo a algunas de ellas (inmensa ovación del público puesto en pie), especialmente de las que ya lo han sido en todos los órdenes, quizá con exceso y, sin lugar a dudas, con perjuicio de las demás. Esto no sería exaltación justa, sino discriminación odiosa. (Ovación.) Más aún, en estricta justicia, y de acuerdo con la línea esencial del mensaje de la Corona, son estas regiones olvidadas las que debieran recibir una atención especial y compensadora, y algunas de ellas debió merecer la primera visita oficial de los Reyes de España [CATALUÑA, FEB. 1976]. (Inmensa ovación del público puesto en pie.)
2) Hay que exaltar la rica multiplicidad de las regiones, pero no olvidando que con ello lo que se persigue es, en frase de Franco, “la fortaleza de la unidad de la Patria”, y por ello no puede fomentarse hasta límites que la erosionen o la rompan. Si las diferencias regionales alegran el rostro de la Patria, quebrando la monótona y triste uniformidad, su conversión en “hechos diferenciales” e incluso antagónicos, como frutos de campañas insidiosas, que no carecen de financiación abundante, sólo puede conducir a la ruptura de la unidad y, por tanto, al separatismo.
3) Hay que exaltar la rica multiplicidad de las regiones, como un afianzamiento de su personalidad, que enriquece, con su complemento y su aportación ilusionada y recíproca, la convivencia nacional, el sentimiento de una historia vivida en común, el propósito unánime de cumplir una misma tarea colectiva, pero jamás –por ser contradictorio con todo ello- el fomento del orgullo, de la superioridad o de la autosuficiencia, que acaba encerrando a la región en un narcisismo estéril. Y así como en el matrimonio el amor de los esposos, la creación del hogar y el nacimiento de una familia mueve a sacrificar libertades y a la renuncia de derechos, que poco valen cuando la ilusión existe, de igual modo la exaltación regional supone la exigencia de concesiones mutuas para que la unidad de la Patria se consolida y robustezca.
4) Hay que exaltar la rica multiplicidad de las regiones, y por ello mismo, para no estrangular a las restantes, dicha exaltación no puede consistir en concentrar riqueza, industria y población en algunas zonas de la periferia, desertizando el interior y provocando con los movimientos migratorios masivos la pérdida de las propias raíces y, al mismo tiempo, problemas casi insolubles, y en cualquier caso de solución muy costosa, de proletarización… de exigencias como las del trasvase del Ebro…
5) Hay que exaltar la rica multiplicidad de las regiones, pero como fruto del amor a la Patria y desde su unidad, como reconocimiento, tal y como lo demanda el Derecho público cristiano –y la doctrina de la Tradición y de la Falange que en él se inspiran-, de los cuerpos y entidades intermedios, pero nunca como una concesión que se obtiene con amenazas o como un ofrecimiento halagados para captar adhesiones o apoyos coyunturales. (Ovación.)
Porque amamos a la nación nos oponemos tanto a las corrientes internacionalistas, que pretenden absorberla y borrarla, como a la regionalización, que desde dentro la desintegra, aunque advertimos, como ya indicamos en otra oportunidad, que regionalización y descentralización no pueden identificarse, y que nadie, para hacer su juego, pueda utilizarlas indistintamente.
La obra de quinientos años de vida en común no puede deshacerse con alegría casquivana o suicida. Logramos la unidad antes que ninguna otra nación de Europa. ¿Vamos a ser los primeros en destruirla? En este trance histórico hay que recordar que las cinco flechas del escudo que la Falange tomó de los Reyes Católicos representan a los cinco reinos de España y que el yugo los prende, ata y unifica. Pues bien, en la medida en que el abrazo se lima y corroe, se está facilitando el desenlace de las flechas, que al despegarse y separarse no sólo pierden su postura erecta, vertical y gallarda, sino que, al mismo tiempo, se envilecen y, faltas de equilibrio, caen, dejando así de ser miembros integrantes de una Patria, para acabar, de un modo o de otro, convirtiéndose en colonias.
Decía José Antonio que el separatismo es un pecado que la Patria no puede perdonar. ¡Nosotros, tampoco! (Inmensa ovación.)
Pero no sólo por los métodos citados, que podrían de alguna manera entenderse como metafísicos, se pretende destruir la Patria. También se emplea la vía económica, dilapidando la riqueza acumulada por medio de la inflación…
Pero el factor más importante, a mi juicio, que coadyuva y determina la inflación, es la inseguridad política, la falta de tranquilidad en el orden, que lleva aparejada la contención inversionista rentable, disminuye el turismo, aumenta el desempleo…, se gasta más de lo que debe gastarse, crece la deuda exterior y se agota la reserva de divisas. De este modo la justicia social, que es uno de los fines del Estado español, cae por los suelos. Todas las reivindicaciones logradas, todos los avances conseguidos se esfuman ante la pérdida del valor adquisitivo del dinero, ante la volatilización del ahorro…
Otra vía utilizada para destruir la nación, aparte de las que hemos examinado, consiste en desmantelar el Régimen del 18 de Julio. Si el 18 de Julio, con toda su carga ideológica, es consustancial con la existencia de España como nación, destruir todo cuanto aquella fecha significa es un modo de aniquilarla.
No voy a hacer aquí y ahora un repaso de los Principios permanentes e inalterables en que el Estado español constitucionalmente descansa. Voy tan sólo a espigar entre tantas declaraciones oficiales como se han producido en los últimos meses, para que vosotros mismos apreciéis la concordancia o divergencia de tales declaraciones con los mencionados Principios.
El señor Areilza, ministro de Asuntos Exteriores, ha dicho en Bruselas que tendremos en un plazo muy breve elecciones con sufragio universal e inorgánico, lo que es contrafuero (aplausos), y un nuevo Estatuto de Asociaciones políticas, que también puede llamarse, a juicio del señor Osorio, ministro secretario de la Presidencia, partidos políticos. Por otra parte, y según el señor Areilza, es consolador ver cómo Felipe González, en nombre del ilegal PSOE, está haciendo libremente una campaña en favor del ideario marxista, propio de dicho partido, y que la Televisión Española, órgano del Estado español, retransmita, para júbilo y entretenimiento político de los telespectadores, el congreso de los distintos grupos demócrata-cristianos, incluso de signo separatista, celebrado recientemente en Madrid.
¡Qué pena ver al máximo representante de nuestra diplomacia recorrer las cancillerías extranjeras con propósito mendicante! Vendedor de humos, le dicen los partidarios de la “ruptura democrática”; peregrino de Europa, le llaman sus amigos…; aun cuando nada se ha dicho en la prensa española, pese al reconocido derecho a la información veraz, nuestro ministro de Asuntos Exteriores no tuvo acceso a la sede de la Comunidad Europea por la puerta principal, obturada por los socialistas, sino por la puerta de servicio. Y aquí tengo, sobre la mesa, periódicos y fotografías de Bruselas que dan testimonio de esta absurda humillación (¡Muy bien! Ovación.)
Antes, pese a las campañas diplomáticas contra el Régimen, los diplomáticos extranjeros venían a visitar al Jefe del Estado para mantener contactos con España y hacernos patente, aunque no fuera más que por egoísmo, su respeto, su admiración o su amistad. (En medio de una emoción indescriptible, el público, puesto en pie, grita incansablemente: ¡Franco! ¡Franco!) Ahora, que empiezan a apuntar las libertades democráticas, tenemos que recorrer incansablemente Europa, dando explicaciones de lo que se piensa hacer y ofreciendo excusas por no hacerlo tan deprisa como ellos quisieran.
Es curioso que la prensa oficiosa norteamericana –y algún diario de este tipo también está sobre la mesa- afirme que el Senado americano no tiene prisa en ratificar el Convenio con España, y que tampoco se atosigará el Mercado Común por atender nuestras peticiones. Mientras la implantación de la democracia liberal no sea un hecho garantizado por una Constitución nueva, no se moverá un solo dedo en el sentido que quieren nuestros gobernantes.
Si del campo de la política exterior pasamos al interior, siempre resulta provechoso pasar revista a la reforma sin ruptura patrocinada por el ministro de la Gobernación, al que considero un hombre muy listo y de una gran capacidad de trabajo al que le pierde su cambio ideológico. (Larga ovación.)
Lo cierto es que se produjo el secuestro [E.T.A.] del señor Arrasate; que este secuestro extraño produce dudas en amplios sectores de nuestro pueblo (ovación); que en última instancia han salido muchos millones de pesetas en concepto de rescate para engrosar el cajón de los que asesinaron y asesinan sin piedad. (¡Muy bien! Aplausos.)
Porque los asesinatos continúan. Asesinatos políticos o no políticos, de guardias civiles, de obreros… ¿Os dais cuenta de lo que significa, desde el punto de vista político y moral, el asesinato de Víctor Legorburu, el alcalde de Galdácano? Era un hombre de bien, un esposo ejemplar, un padre de familia modelo, diputado provincial, querido de todos. Y lo mataron por todo eso y por ser un español de apellidos vascos, que amaba entrañablemente a su Patria (Ovación.)
El ministro de la Gobernación, que tiene tiempo para almorzar con un marxista y para recibir a otro marxista en su despacho, no lo tuvo –pendiente de los mil periodistas que lo tienen asaeteado- para acudir a su funeral y a su entierro, como no lo tuvo tampoco el ministro de Información y Turismo, espectador alegre de un festival de Televisión en el que frívolamente exhibía su desnudez una artista importada. (¡Muy bien! Inmensa ovación que se prolonga largamente e impide continuar al orador.)
Siguen y se multiplican las huelgas, con el eufemismo, a veces, de conflictividad laboral. El asunto “Matesa” … costó a España unos quince mil millones de pesetas. Pues bien, ahora, y sólo en el mes de enero, las pérdidas por jornales superan los ocho mil millones de pesetas. ¿Sabéis lo que esto supone para una nación que está despegando del subdesarrollo? (Ovación.)
Lo que sucede en la Universidad es bochornoso. (Ovación inenarrable.) Con la tolerancia del Gobierno y en una de las Universidades madrileñas, se ha celebrado una reunión, presidida y presentada por un catedrático, en la que han intervenido el señor Ruiz-Giménez, Pablo Castellanos, y el señor Sánchez Montero, por el Partido Comunista. Hablaron después representantes de otros grupos marxistas, de la ETA y de una liga femenina. (Ovación.) El diario «Pueblo», de Madrid, ha dado una corta reseña del acto. Yo os voy a leer algunas de las cosas que allí se dijeron, y que van desde la petición de amnistía para los delitos de adulterio, aborto y prostitución, hasta la solicitud de disolución de las fuerzas de seguridad y la policía.
(El orador da lectura entre la atención, la sorpresa, la indignación, las risas, los gritos del público…)
***
Por este camino de la reforma sin ruptura marchamos mal, porque la ruptura se impone, de continuarlo, y nada se arregla con decir, como ha dicho el señor Fraga en no sé qué declaraciones –porque son tantas que ya uno se olvida de la fecha y del periódico-, que “meterá en la misma cárcel a los de la extrema derecha y a los de la extrema izquierda”.
Y me permito, con el máximo respeto, hacer dos observaciones al ministro de la Gobernación.
La primera, que no comprendo cómo después de proclamarse liberal, demócrata, respetuoso, en un Estado de Derecho, de la libertad y de los derechos fundamentales de la persona humana y, sobre todo, de la independencia judicial, se arroga por anticipado las funciones propias de los jueces y de los Tribunales de Justicia, juzgando por sí mismo y haciendo ejecutar lo que él por sí sólo juzga.
La segunda, que no entiendo cómo estando próxima la fecha en que las cárceles van a quedar vacías y quedando tantísimo espacio libre en los establecimientos penitenciarios, se empeña en meternos a unos y a otros en la misma cárcel, creando problemas innecesarios de hacinamiento. (Risas e inmensa ovación.)
Si todo esto llega a ser así, acudiremos, aunque me luce que sin éxito, a Amnesty International o al defensor del secretario general del Partido Comunista chileno, cuyo corazón magnánimo se compadecerá también de nosotros. (Risas y aplausos.)
Ya en serio, el señor Fraga me permitirá que le diga: el Estado que usted representa puede tener –y ello es discutible- el monopolio de la violencia; ahora bien, lo que no puede tener de ninguna manera es el monopolio de la ligereza o de la arbitrariedad, a no ser que por un proceso de cambio ideológico haya usted, entre otras conclusiones, llegado a aquella fatídica de Luis XIV: “El Estado soy yo”. (Risas y aplausos.)
***
El “bunker”
Frente a todo este panorama inquietante, para los españoles de 1976 aparece, dibujado por el enemigo que arroja la palabra con burla, pero también con miedo, el “bunker”.
A nosotros no nos molesta la palabra, y hasta la enarbolamos con orgullo. Es una pena que el adversario tenga tanta falta de imaginación y viva en un régimen de colonialismo gramatical. Hasta para el insulto ha tenido que importar el vocablo.
¡Bien venido sea el “bunker”! Porque nuestro bunker es un “bunker” a la española. No sólo es lugar de refugio, atrincheramiento y resistencia, sino que es lugar para el abrazo, para la alegría de los camaradas que en él se reúnen y es, más que nada y a un tiempo, fortín, fortaleza y alcázar, puesto de adiestramiento y de partida para el combate.
Por eso, mientras Hitler se suicida, nosotros, que tenemos un sentido cristiano y providencial de la Historia, no nos suicidamos. Se equivoca la revista que ha hecho público nuestro suicidio en el acto magnífico e inolvidable de Cartagena. Si nos hubiéramos suicidado no nos temeríais, no nos atacaríais, no ensuciaríais vuestras plumas con tanta necedad y con tanta infamia.
Al contrario. El “bunker”, todos los “bunker” de España, enlazados por un mismo ideal, la lealtad al pensamiento y a la obra de Franco, la lealtad al 18 de Julio, la lealtad a nosotros mismos y a nuestras más profundas convicciones, se hallan en forma y dispuestos y alientan en toda la geografía de la Patria.
Nosotros, los hombres del “bunker” –cada día nos gusta más la palabra-,
- no queremos que el halago de las palabras melifluas engañe a nuestro pueblo;
- no queremos que la amenaza de los asesinos de ayer, de hoy y mañana, le atemoricen y acobarden;
- no queremos que pierda la noción de su papel en el mundo y la conciencia de la gravedad de la hora en que vivimos.
Dice San Pablo, en la carta a los Gálatas, que a Dios no se le engaña y que aquello que se cultiva eso se cosecha. Nosotros sabemos que el enemigo cultiva la cizaña, y que el administrador, adormilado o comprometido, lo tolera. Pero sabemos también que nosotros tenemos en nuestras trojes la semilla de calidad. Por eso abrimos los surcos de España, los recorremos con amor y arrojamos el trigo, seguros de que vendrá la lluvia en el momento preciso y de que el sol, al besar el verde pespunte de la sembradura, nos dará las mejores, las más altas y las más doradas espigas de todas las cosechas. ¡ARRIBA ESPAÑA!
(A continuación, el público, puesto en pie, canta el “Cara al Sol”)
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