Revista FUERZA NUEVA, nº 488, 15-May-1976
DIEZ AÑOS DE EXISTENCIA
Discurso pronunciado por Blas Piñar en el teatro Circo de Albacete el día 25 de abril de 1976
Amigos y camaradas: Pronto se cumplirá el décimo aniversario de la salida de FUERZA NUEVA. En la portada de su primer número podía leerse, sobre un fondo lleno de simbolismo y a todo color, la siguiente frase: “El 18 de Julio ni se pisa ni se rompe”.
Alguien, en aquella oportunidad, prejuzgándonos antes de conocernos, nos llamó “fuerza bruta”; hubo quien se escandalizó, calificándonos de cazadores de fantasmas; y no faltó quién, dándoselas de augur y de profeta, despectivamente, quiso concedernos, como máximo, seis meses de vida.
Aquí estamos, cada vez con más ímpetu
Pero vamos a cumplir diez años de existencia. La revista ha sido, y está siendo cada vez con más ímpetu, un revulsivo de la conciencia nacional, y en la medida en que el Movimiento se ha ido adocenando, desvitalizando y burocratizando, nosotros hemos ido recogiendo amorosamente, porque seguimos manteniendo la fe que a otros les falta, la historia, los ideales y las banderas del 18 de Julio. (Grandes aplausos.)
Y aquí estamos, en Albacete, con vosotros, hombres y mujeres de España, como en este curso político hemos estado en Burgos y en Valencia, en Zaragoza, Badajoz y Pedreguer (Alicante), en Cartagena, Las Palmas de Gran Canaria y Puerto de la Cruz, en Guadalajara, Toledo y Madrid, conmemorando el aniversario de la liberación de la capital de España, anuncio de la jornada inolvidable de la Victoria nacional.
Y estas conmemoraciones hacen falta: porque una cosa es el perdón, que generosa y cristianamente había concedido nuestro pueblo, y otra el olvido, que sería realmente imperdonable, porque sin la memoria histórica las naciones sufren y se torturan ante el aniquilamiento de su propia experiencia, del mismo modo que se tornan seniles o subnormales los hombres que pierden la memoria personal. Por eso tenemos que agradecer, en medio de la zozobra que nos produce, los graves errores políticos que detectamos, pues ellos nos permiten recordar lo que ocurrió en tiempo reciente, y que por espíritu de comodidad, por un progresivo aburguesamiento, parecía que hubiésemos olvidado del todo.
En Albacete
“Los enemigos de España y de la civilización cristiana (no sólo) están alerta”, como nos decía Franco en su testamento, sino que después de su muerte se pasean desafiantes y amenazadores entre nosotros.
Pocas ciudades y pocas provincias sufrieron tanto como sufristeis vosotros bajo la pesadilla de la dominación roja. Fracasado el Alzamiento, después de la declaración del estado de guerra el 17 de julio de 1936, al que se sumaron, con el Ejército y la Guardia Civil, los grupos falangistas que acaudillaba Luis Herrero, comenzaron las matanzas. Albacete, dice un historiador de la época, ofrecía un aspecto dantesco. Ni siquiera fueron respetadas las mujeres. Carmen Llanos, modista, fue bárbaramente asesinada. En Hellín, los guardias civiles fueron arrojados al fondo de la mina y lapidados sin piedad hasta darles muerte. El campo de aviación de “La Torrecilla” y el cementerio son testigos de la vesania y crueldad marxistas; y ahí está, como aldabonazo a la conciencia ciudadana, el evocador “Paseo de los Mártires”.
Pero el martirologio de Albacete no quedó ahí. Aún tuvo una segunda vuelta, provocada por la ubicación en la ciudad del cuartel de las Brigadas Internacionales y por la presencia del famoso general Kleber, seudónimo que encubría a un judío húngaro, especializado en revoluciones, y del tristemente famoso André Marty, “el carnicero de Albacete”.
Todo esto, que parecía esfumarse en un ayer que considerábamos irrepetible, parece que se anuncia como algo próximo, al contemplar con indignación cómo se enaltece a los que hicieron posible tanta brutalidad, y cómo se alzan sin recato las hoces y martillos, las banderas rojas y los puños en alto que enmarcaban el ambiente oscuro de tragedia de lo que fue en todas partes la llamada zona roja.
Devolver las alas a la Victoria
Se debe todo ello, sin duda, a que se ha pretendido arrancar las alas a la Victoria (aplausos), deparándonos una paz sin alma, amputada de toda vinculación al sacrificio inmenso que la hizo posible. Pero una Victoria sin alas es algo así como un ave majestuosa en apariencia, que, privada de un punto de apoyo en el aire, se torna, rastreando el suelo, torpe y patizanca, y termina por caerse. De aquí que nosotros, por justicia a los que cayeron para lograrla y como garantía de futuro y de continuidad, hayamos hecho el propósito firme de devolver las alas a la Victoria que rehízo una patria a punto de perecer.
En aquella ocasión difícil, el asesinato de Calvo Sotelo por agentes del Gobierno, encargados de la seguridad y protección de los ciudadanos, fue revelador y produjo el Alzamiento Nacional. José María Gil-Robles, ante la Comisión Permanente de la Cámara de los Diputados, se expresó de manera clara y rotunda dirigiéndose al Gobierno: “Tenéis la enorme responsabilidad moral de patrocinar una política de violencia que arma la mano del asesino. La sangre de Calvo Sotelo está sobre vosotros… y no os la quitaréis nunca”.
Entonces, el asesinato se produjo desde el poder. Ahora, otro asesinato, no menos brutal que el de Calvo Sotelo, se produjo en fecha cercana: el de don Luis Carrero Blanco, jefe del Gobierno. Le precedieron actos de terrorismo en toda España y le han seguido muchos más, con víctimas cuyo número espanta. Los crímenes se han concebido, preparado y ejecutado contra las personas y contra lo que dichas personas representan, es decir, contra la seguridad del Estado nacido del 18 de Julio y de la Victoria, con el objetivo esencial de derribarlo. (Aplausos.)
Pero ahora, después de muchos lavados de cerebro y de conciencia, aunque alarmados, permanecemos dormidos, y no sólo las rectificaciones políticas necesarias en una situación herida de gravedad no se producen, sino que, por el contrario, so pretexto de una reforma declarada urgente, se trata de estimular el proceso demoledor. (Aplausos.)
Tres temas: exiliados, amnistía y ruptura sindical
Hace meses, en vida de Franco, se hablaba de un entendimiento explícito o tácito entre los medios oficiales y la subversión. En ese pacto, se convenía por las partes la transformación del Régimen mediante la implantación del sufragio universal, la democracia inorgánica, la legalización de los partidos políticos, la abolición del Decreto-ley contra el terrorismo, el regreso de los exiliados, la amnistía y la ruptura del sindicalismo nacional.
No es posible ocuparnos de temas tan sugestivos. Vamos a detener nuestra atención en el regreso de los exiliados, en la amnistía y en la ruptura del sindicalismo vertical, preanunciada no sólo por declaraciones oficiales, sino por el XXX Congreso de la UGT que acaba de celebrarse en Madrid.
Regreso de los exiliados
Vaya por delante que yo no me opongo a dicho regreso cuando quien vuelve lo hace agradecido o al menos con humildad y respeto, buscando un lugar, que la añoranza le recuerda constantemente, para pasar los últimos años de su vida y morir en tierra española.
Pero de esto a lo que realmente sucede media un abismo. Es el Gobierno el que con actitud mendicante busca en el exilio y ofrece pasaportes que no se pidieron, y es el Gobierno el que autoriza que los exiliados de algún renombre regresen a España con aire triunfalista, pretendiendo incluso que se forme en su contorno algo así como una aureola popular.
La hija de Casares Quiroga, al regresar, desde la portada de un semanario capitalista, nos asegura que su padre no ordenó matar a Calvo Sotelo. Si esto es así, y resulta, como sostiene cierto anarquista en un libro publicado en Barcelona, que los sacerdotes y religiosos no fueron asesinados por los marxistas y los ácratas, llegaremos a la conclusión teórica, a pesar de tanta evidencia, que Calvo Sotelo murió de una caída al pisar una cáscara de plátano (risas) y que los sacerdotes y religiosos que cayeron en zona roja no fueron sino las víctimas de una epidemia de gripe maligna…
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Claudio Sánchez Albornoz, aunque distante de la realidad, no ajustándose a los hechos, y en discordancia con cuanto ha escrito y hablado durante su exilio, estuvo recatado en sus declaraciones y tuvo el buen gusto, que le honra, de no descender al terreno de lo personal y de no zaherir con insultos y ofensas.
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Salvador de Madariaga ha sido todo lo contrario. En Zaragoza, traído y tratado a cuerpo de rey o de caudillo por su Caja de Ahorros, hizo unas manifestaciones hirientes para Francisco Franco. “Considero al Caudillo como el hombre más funesto que ha tenido España a lo largo de su vida política”, dijo como un exabrupto. Y añadió: “Cuando le he visto morir… he sentido piedad por esta alma torturada. Él ha sido funestísimo, pero sus últimos cuarenta años han sido una tortura”. (Gritos de indignación y repulsa general en el auditorio.)
Doloroso resulta constatar que una institución benéfica, que recoge el ahorro popular, haya patrocinado y abonado el viaje de Salvador de Madariaga, a conciencia –pues su modo de pensar y actuar es sobradamente conocido- de que podría pronunciarse en los términos en que lo hizo; y doloroso también que el Gobierno tolere o autorice tamaños insultos a Francisco Franco, cuando se ha comprometido a mantener su recuerdo y su obra. (Grandes aplausos.)
Uno de sus compañeros de la República llamó a Madariaga “tonto en siete idiomas”. Él sabrá los motivos. Lo que nosotros sabemos es que Madariaga no hubiera podido volver si la guerra la hubieran ganado los rojos, y que Franco no debió ser ni tan dictador ni tan funesto como él le ha calificado con frecuencia, cuando consintió sus habituales colaboraciones en un diario de la amplia difusión de “ABC”. (Ensordecedores aplausos y gritos de ¡Franco!, ¡Franco!)
Amnistía
La pregunta que la demanda de amnistía sugiere, hasta cuando la solicitan, en momentos solemnes y paralitúrgicos (risas), determinadas autoridades eclesiásticas, es la siguiente: ¿Para quién?
Porque es evidente que… hoy por hoy lo que se pretende con la amnistía es el borrón y cuenta nueva, la libertad y la impunidad, por consiguiente, de los asesinos de Carrero Blanco, de los de la calle del Correo de Madrid, de los guardias civiles, policías, taxistas, trabajadores, vigilantes, alcaldes, industriales…
Quizá la fuga, en parte frustrada, de los presos de Segovia hubiese paliado la insistencia en la amnistía… pero el asesinato del señor Berazadi ha replanteado las cosas. Como si los muertos fueran de distinto valor, este asesinato cobarde ha llenado de estupor a muchos de los que solicitaban la amnistía…
Menos mal que el propio Fraga (ministro de la Gobernación) ha dicho que “si la ETA quiere guerra la tendrá”. ¿Pero es que no sabía que la ETA nació para hacer la guerra a España, para conseguir por la violencia lo que sus progenitores querían lograr por las urnas y el compromiso? (Aplausos.) … La guerra, sin embargo, que hará el Gobierno será una “guerra civilizada” (grandes risas), conocida así por el número considerable de guardias civiles que han perecido en la misma. (Aplausos.)
Congreso de la UGT
¡Señor ministro de la Gobernación [M. Fraga Iribarne]! ¿Con quién se está usted jugando los cuartos? ¿Puede habar algo más anticonstitucional, que coloque al Gobierno fuera de la ley e incluso “contra legem”, que el XXX Congreso de la UGT? La interpretación derogatoria del ordenamiento político fundamental es evidente. ¿Cómo podrá pedir obediencia y disciplina quien, con escándalo grave, por añadidura, ni obedece la ley que ha jurado ni se atiene a la disciplina que ese juramento exige?
La UGT, mientras el Régimen no sea liquidado por la ruptura o por la falsa reforma, es una institución ilegal, enfrentada con los Principios que animan al Estado. Ningún gobierno que sirva al Estado puede consentir –salvo que acepte una calificación que no puede honrarle- que los enemigos del Estado, tal y como el Estado se halla constituido doctrinalmente, conspiren contra él de forma abierta, con amplia difusión de sus acuerdos y con protección policial.
Para que veáis hasta qué punto se ha llegado y para que el liberalismo en marcha no mantenga oculto lo que no le conviene, vais a conocer algunas de las cosas que se dijeron en el restaurante Biarritz, de Madrid, durante la Semana Santa.
Herman Rebhan, extranjero, y secretario general de la Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas, se produjo en términos tan elegantes y diplomáticos como los siguientes:
“Hace 40 años, cuando la luz de la democracia se apagó en España y la barbarie fascista, con su triste secuela de víctimas, se desencadenó por Europa, todos los trabajadores del mundo se inquietaron y sufrieron por la suerte de sus compañeros españoles.”
“En los años que siguieron, cuando la paz y la democracia volvieron a brillar en los demás países europeos, Franco y sus sicarios (debe referirse a los que ahora permiten este Congreso, añado yo) (aplausos) siguieron arrastrando su régimen nefasto y anacrónico.”
“Pero nosotros nunca hemos perdido la esperanza. Y los españoles demócratas prosiguieron valientemente su lucha”.
“Su lucha se convirtió en nuestra lucha. Y hemos sufrido cuando la brutal policía fascista encarceló, torturó y asesinó a los jóvenes héroes de la clase obrera. Y hemos gozado también con ellos cuando han sabido arrancar, a tan alto precio, sus primeros logros, del déspota arrogante, despiadado y sediento de sangre que tenía entre las manos las riendas del poder”. (Gritos indignados de la totalidad del auditorio que puesto en pie prorrumpe en nuevos gritos de ¡Franco!, ¡Franco!)
“Hemos podido comprobar, por desgracia, hasta qué punto la influencia nefasta del déspota general Franco perdura aún en vuestro país.”
“Es indudable que el fascismo se debate ya en vuestro país entre los estertores de la muerte”.
“Hemos luchado… en los innumerables conflictos de Altos Hornos de Vizcaya, los astilleros de Bilbao y El Ferrol, las fábricas de la ITT Standard, General Eléctrica y FASA Renault: lo mismo en el sector aero-espacial que en el metalúrgico, el siderúrgico y el del automóvil...”
¿Qué os parece? (Ambiente indescriptible de seria pero recia y viril repulsa que se refleja en las caras de los presentes.)
Si esto fue lo más sustancioso del discurso de un extranjero en España, con el visto bueno gubernativo, Nicolás Redondo, español, dijo entre otras cosas, las siguientes, en el discurso de apertura del Congreso de la UGT:
“… Con este Congreso se pone ahora de manifiesto el fracaso del fascismo en su afán de eliminar a la UGT por decreto y por una represión sin precedentes…”
Por su parte, en la declaración de “principios fundamentales de la UGT” y en la llamada “resolución política”, se exigen, con la ruptura del Sistema –no dándose crédito alguno a los proyectos reformistas del Gobierno Arias-, los tres separatismos condenados por José Antonio: el de los hombres, las tierras y las clases, puesto que se solicita un régimen de partidos políticos que dé paso a la República y al socialismo; el reconocimiento y autodeterminación de las nacionalidades, y la desaparición del sindicato vertical.
El cierre del Congreso, como era de suponer en caldo de cultivo semejante, terminó con el puño en alto y la “Internacional”. (Nuevos gritos aislados.)
Claro es que, como precedente estimulante, se puede contabilizar la política gastronómica, que ha dado como consecuencia los diálogos amistosos del ministro de la Gobernación [M. Fraga Iribarne] con Tierno Galván, Rodolfo Llopis, Pablo Castellano y Manuel Murillo, todos ellos socialistas marxistas.
Por cierto que el señor Murillo, según la prensa, después de su amplia conversación con don Manuel Fraga Iribarne, dijo que éste “no pondría obstáculos al desarrollo del Partido”, y Felipe González, en declaraciones a “El Sol”, de Méjico, aseguró –y a mi juicio con acierto- que “el Gobierno ha levantado la guardia”.
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¿Cómo se concilia todo esto con lo que Fraga Iribarne dijo no hace mucho en Albacete?
Creo que, literalmente, sus palabras fueron: “Tenemos que administrar una gran herencia, que recibimos con el respeto y la esperanza profunda de que sobre ella podemos construir el futuro. Ninguna clase de intento de ruptura o de destrucción de lo que tenemos tendrá la posibilidad de llevarse el poder, ese poder que se debe a la legitimidad histórica”.
Pues bien, a la ruptura de lo que tenemos se va no solo por el camino de la destrucción violenta sino también por el de la reforma sustancial, es decir, por el desmonte pacífico –aunque con gravísimas consecuencias a la larga- del Régimen del 18 de Julio.
Lo atado y bien atado se puede desatar, lo mismo cortando la atadura con una navaja que deshaciendo con paciencia y con las uñas el nudo que protege el contenido. (Aplausos.)
Y con paciencia cautelosa unas veces, y con torpe y agitado apresuramiento nervioso otras, vemos cómo se desata el orden constitucional. Detalles mínimos: desde la desaparición de los símbolos del Movimiento en la televisión, hasta las dificultades puestas por una circular gubernativa a los monumentos al Caudillo, pasando por las citas, un tanto vagas, al anterior Jefe de Estado y el olvido de la magna demostración sindical de todos los años en el estadio Bernabéu, de Madrid. Y detalles de mayor calibre, que van desde la antes aludida interpretación derogatoria de los Principios Fundamentales, hasta la última asamblea de la CNT presidida por el antiguo exiliado Diego Abad de Santillán, pasando por la presencia del director del “New York Times” en Madrid para vigilar nuestra evolución democrática; la invitación hecha a Fraga Iribarne por el príncipe Bernardo de Holanda para asistir a la próxima reunión de los famosos y temibles “Bilderberger”, y la visita programada para Juan Carlos, durante su viaje a los Estados Unidos, a la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso que, como es público y notorio, interviene en la marcha y en los cambios de la política de muchas naciones.
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Se dice oficialmente que la apertura y la reforma tienen su frontera y que la misma deja extramuros al Partido Comunista. La verdad es, sin embargo, que con esta postura no coinciden las manifestaciones de algunos de los ministros del gabinete actual, hechas antes de su toma de posesión; que la legalización proyectada de los que públicamente quieren legalizar al Partido Comunista hará visible dicha legalización; y que el propio Fraga Iribarne, en declaraciones a “La Vanguardia” de Barcelona, publicadas el 5 de diciembre de 1975, afirmaba: “No he dicho en ningún momento que la exclusión del Partido Comunista tenga que ser definitiva”.
Los viajes del señor Areilza
La misma impresión de violentar lo que se halla atado y bien atado, produce nuestra política internacional y especialmente los viajes del señor Areilza al extranjero. Se ha dicho que Godoy vendió España a Europa. Ahora bien, la Europa de entonces era fuerte y poderosa, mientras que la Europa oficial de hoy, la que nos ofende e insulta, es una Europa caduca y corrompida (aplausos), traspasada de un complejo de inferioridad que la debilita y sentencia. Por eso es incomprensible que España, en este momento de su Historia, mendigue el aplauso de quienes por una parte nos odian y por otra se entregan. (Grandes aplausos.)
En esta línea de pensamiento y de acción se enmarca también, a nuestro juicio, el tratado de cooperación y amistad con Norteamérica. Y no es que nosotros nos opongamos a la inteligencia y ayuda recíproca con los Estados Unidos. En repetidas ocasiones hemos dicho que España no puede renunciar a su propia defensa y a la defensa de Occidente. Pero una cosa es adoptar una postura gallarda en esta confrontación ideológica universal, y asumir las obligaciones que lleva consigo, y otra dejar a un lado nuestros legítimos y sagrados intereses para lograr la mirada benévola y protectora de la gran nación americana. En este sentido no es admisible que tengamos que importar material de guerra usado, con cargo a los créditos que se conceden a España, ni estimamos justo que, al tratar globalmente con los Estados Unidos, se olviden los aranceles prohibitivos con que se recarga el ingreso en aquella nación del calzado o las conservas españolas…
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Con la mejor voluntad por parte de quienes nos gobiernan, se está socavando el cimiento mismo de la nación. Decía Carrero Blanco que para conseguirlo hay que incidir en los elementos materiales, morales y orgánicos que la constituyen e integran. De aquí que los enemigos de la nación pretendan la ruina económica mediante las huelgas que disminuyen o anulan la productividad y agotan el espíritu empresarial, creador de riqueza y de puestos de trabajo; su ruina moral, mediante la corrupción administrativa y las publicaciones y espectáculos obscenos, amén de los actos de terrorismo; y su ruina orgánica, atacando y abrogando su orden constitucional, para producir la apertura de un nuevo periodo constituyente.
La Corona
De seguirse una política semejante, se pondría en juego la Corona. Ya sabéis que la subversión tolerada o combatida no se contenta con una consulta electoral sobre ciertas reformas, sino que pide y exige una votación sobre la subsistencia de la Monarquía.
El dilema, pues que la Corona tiene planteado –ya lo dijimos en el almuerzo de Guadalajara- es muy simple: o se considera continuadora del régimen de Franco, de acuerdo con lo establecido constitucionalmente y con lo explícitamente jurado, o acepta, mediante la reforma proyectada, su distanciamiento del mismo, buscando en otra parte su propia legitimidad.
En el primer caso, las fuerzas políticas del 18 de Julio, incluso aquéllas que habían mostrado reservas a la Monarquía, prestarán al Rey su apoyo, al descubrir, los unos, que la Monarquía instaurada responde a las características de la Monarquía tradicional, y al entender, los otros, que en la nueva Monarquía concurre aquella unidad de mando y de poder de que hablaba José Antonio y que la inmuniza del virus liberal que acabó con ella el 14 de abril, víctima de su contradicción interna.
En quienes militamos en esas fuerzas políticas leales al Alzamiento Nacional, encontrará la Corona sus más esforzados luchadores, sus militantes entusiastas, dispuestos a todos los sacrificios que sean necesarios y que la lealtad propia y la lealtad superior postulan. (Aplausos.)
Si, por el contrario, por un error de principio o por presión de las fuerzas ocultas que han jugado un papel decisivo en nuestra historia o por las evocaciones y amenazas del exterior, se quisieran apoyos distintos para lo que se llama consolidación de la Monarquía, tales apoyos no pueden ser más, en el panorama que nos rodea, que los siguientes: el del liberalismo, el de la democracia cristiana y el del socialismo.
Ahora bien: el liberalismo es liberal antes que monárquico y no movilizó ni a uno de sus hombres para mantener a don Alfonso XIII, antes bien pactó sin escrúpulos con sus enemigos acudiendo a la cárcel y abandonando a su arbitrio todos los resortes del poder; la democracia cristiana, según afirmó José María Gil Robles, era aséptica e indiferente con relación a las formas de gobierno, y en los países donde ha tenido oportunidad de acceder al mismo, como en Chile e Italia, ha comprometido seriamente la paz y la economía, creando un ambiente propicio para la revuelta y la penetración marxista; los socialistas, por último, que colaboraron con don Miguel Primo de Rivera, le abandonaron después y trajeron la República, habiendo reafirmado, a través del XXX Congreso de la UGT, clausurado hace tan sólo unos días, su vocación republicana.
¿Es posible que haya monárquicos auténticos que quieran apoyar a la Corona sobre pilares tan quebradizos o tan hostiles? ¡Hace falta estar ciegos, demostrando poco cariño a la Corona, para propugnar una política semejante! (Aplausos.)
Y, sin embargo, las cosas discurren por ese camino. Un periodista mejicano, que sigue con la máxima atención nuestro momento difícil, acaba de escribir: “La sociedad española contempla estupefacta la proliferación de las ratas en el fango de la traición” …
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Y puesto que hemos aludido y citado en repetidas ocasiones a dos ministros del Gobierno, hagamos también mención de otro, del ministro del Ejército, teniente general Alvarez Arenas, miembro ilustre de una estirpe militar. El ministro del Ejército, en unas declaraciones muy recientes, contestaba a una pregunta de su interlocutor sobre los enemigos de España, clasificándolos así: “El comunismo, la masonería los revanchistas y los despechados”. ¿Verdad que sabemos a la perfección a quiénes podríamos encasillar en esos cuatro grupos? (Aplausos muy vivos.)
Para terminar
Quiero terminar refiriéndome a un asunto de poca importancia, pero que revela, como tantos, la nueva situación política. En una reunión celebrada en una librería de Albacete, alguien, según afirma un periódico de la localidad, dijo que no intervendría y que guardaría silencio en señal de protesta por el acto de “afirmación nacional” de FUERZA NUEVA, en el que yo iba a hacer uso de la palabra, y por la no autorización formal de la reunión que se estaba celebrando.
Yo creo, con el mayor respeto para tal postura, que quien la asumió públicamente no ha comprendido la magnitud del cambio, cambio que invalida su protesta. En efecto, en esa reunión expusieron libremente sus opiniones personas ligadas a distintos grupos políticos, incluso a la Coordinación Democrática, en la que se integra el Partido Comunista. Esa reunión pudo celebrarse sin autorización formal, pero no sin el consentimiento gubernativo…
Lo que ocurre es que, en virtud del cambio que se ha producido entre nosotros, ese tipo de reuniones no requiere autorización formal previa, mientras que las nuestras, en las que habla un consejero nacional del Movimiento, que tiene el derecho y además el deber de propagar los Principios nacionales, velando por su aplicación, requieren la autorización gubernativa previa, sin la que no hubiéramos podido celebrar el acto al que ahora concurrimos. (Estruendosa ovación.)
Lo que me ha entristecido es que, al presentar la noticia de la reunión a que hago referencia, se rotule con letra gorda: “Silencio por Blas Piñar”. Y me apena porque el silencio, el silencio laico de un minuto, se pide por los muertos, y nosotros, gracias a Dios, estamos vivos (grandes risas) y en pie, luchando por unos ideales que hemos jurado defender hasta la muerte. ¡ARRIBA ESPAÑA!
(Terminado el discurso, una ovación larga surgió del auditorio con el público puesto en pie. Los tres pisos del teatro Circo se venían debajo de adhesión y entusiasmo a lo que allí se había dicho, y espontáneamente el “Cara al Sol” y el “Oriamendi” fueron entonados como cierre a este acto de Albacete.)
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