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Tema: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

  1. #101
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    Respuesta: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    REQUETÉS. DE LAS TRINCHERAS AL OLVIDO


    El próximo día 17 de mayo se presenta en Madrid (Fundación Mapfre, Paseo de Recoletos 23, 20 horas) el libro "REQUETÉS. De las Trincheras al olvido". Son sus autores PABLO LARRAZ y VICTOR SIERRA-SESÚMAGA, y está editado por La Esfera de los Libros, con prólogo de STANLEY G. PAYNE y epílogo de HUGH THOMAS.


    El libro, de más de 950 páginas, incluye 65 testimonios recientes, recabados personalmente por los autores para esta edición, de otros tantos voluntarios carlistas que tomaron parte en nuestra guerra civil integrados en tercios de requetés u otras unidades organizadas por el carlismo. Además contiene más de 450 fotografías inéditas de una gran calidad.



    Con esta gran obra se pretende conseguir la mayor difusión de estos emocionantes testimonios y con ello preservar la memoria del enorme sacrificio, personal y colectivo, que asumieron sus protagonistas desinteresadamente en defensa de sus ideales de Dios, Patria, Fueros y Rey, implícitos en la libertad de pensamiento y de creencias perseguidos en aquellos tiempos.



    Cada uno de los testimonios que recoge el libro corresponde a las vivencias que aún hoy día mantienen aquellos luchadores, como ya lo hicieron sus antepasados en el siglo XIX, de aquellos difíciles momentos de la guerra, a la que su compromiso les llevó a asumir los riesgos de su propia vida. Como se puede apreciar en su lectura no cabe en ellos ningún espacio de resentimiento ni reivindicación personal.



    Todos estamos invitados a asistir a la presentación de este libro, que es una historia de compromiso y entrega a unos ideales, y a compartir con todos la misma ilusión que ha alentado a los autores del libro, y a todos los que han colaborado con ellos, en su labor.

    Publicado por CTC - HYC en 5/07/2010 03:55:00 PM 0 comentarios
    Etiquetas: Actividades, Guerra Civil, Libros, Tercios de Requetés













    HISTORIA DEL TRADICIONALISMO ESPAÑOL




    Ya están disponibles los primeros 16 volúmenes de la Historia del Tradicionalismo Español que, como anunciamos hace unos meses, ha reeditado la editorial Sancho el Fuerte Publicaciones S.L.




    Publicado por CTC - HYC en 5/04/2010 07:41:00 PM 0 comentarios
    Etiquetas: Libros

  2. #102
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    Ordóñez está desconectado Puerto y Puerta D Yndias
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    Respuesta: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    La Partida de Palillos y su Estandarte. 1ª Guerra Carlista, 1833-1840


    Por Iñigo Pérez de Rada y Cavanilles

    (Pinche sobre la imagen para ampliarla)

    La "Partida de Palillos" fue la más destacada unidad de voluntarios a caballo de entre las que levantaron pendón en 1833 por la causa legitimista de Don Carlos V de Borbón en Castilla la Nueva.

    Don Carlos María Isidro de Borbón, Carlos V

    Estaba dirigida por don Vicente Rugero y su hermano don Francisco, naturales de Almagro, quienes “habían pertenecido al ejército en clase de comandantes de caballería; pero clasificados como tenientes, se retiraron á su casa de Almagro. En 1833 conspiraron, como muchos descontentos, y reducidos a prisión se sustrajo de ella don Vicente y levantó una partida” (1). Fueron mejor conocidos con el alias de “Palillos” (2), llegando a juntar para su Partida más de medio millar de hombres.
    La fama de Palillos fue tal que traspasó nuestras fronteras (3). En cierta ocasión el conde de España, capitán general de Cataluña, leyendo que el periódico liberal “Eco del Comercio” llamaba “tigre” a Palillos, aquél exclamó sonriendo “Véase una usurpación, porque sólo soy yo el tigre legítimo” (4).
    No fue la Partida de los Rugero un dechado de caballerosidad en lo que a forma de combatir se refiere, ya que lo hicieron despiadadamente (5), pero en su descargo hemos de observar que sus enemigos liberales los sobrepasaron siempre en crueldad -llegando al extremo de fusilar a su anciana madre de 81 años-, por lo que se vieron compelidos a batallar a sangre y fuego. Las partidas carlistas las integraban voluntarios, en su inmensa mayoría civiles, con escasa preparación militar, mientras que las fuerzas del Ejército regular estaban compuestas por hombres disciplinados y hábiles en el manejo de las armas. También los mandos castrenses gubernamentales a los que concretamente tuvo que enfrentarse Palillos fueron de naturaleza particularmente acerba: el coronel Flinter (6) -esclavista "de facto"-, el general Narváez -quien parece ser declaró en su lecho de muerte que no podía perdonar a sus enemigos "porque los había hecho fusilar a todos"-, el general Nogueras -responsable de pasar por las armas a la madre de Ramón Cabrera-, y el brigadier Balboa -que no dudó en llevar al patíbulo en Fuente el Fresno a un niño de cuatro años cuando el brigadier dispuso se diezmara por sorteo a los familiares de los carlistas, tocándole en suerte al infante su fatídico destino (7)-.
    Pío Baroja, gran recopilador de datos relativos al carlismo, dejó consignados en una de sus novelas datos de gran interés referentes a la Partida y que a continuación transcribimos. “[…] Palillos ha sido muy famoso. […] Palillos padre, don Vicente Rugero, era un viejo muy ladino. Tenía una partida muy bien organizada y muy militar. Ya lo creo. Y no piense usted que era fácil entrar en ella […] Para entrar en la partida se necesitaban muchas condiciones. Había que tener menos de treinta años, ser fuerte, buen caballista, estar acostumbrado a la vida del campo y no tener parientes ni amigos entre los cristinos […] los jefes podían ser más viejos. Al que entraba en la partida se le hacían muchas preguntas, y luego se iba a comprobar lo que había dicho, y si algo no resultaba cierto, no se le admitía […] Todos íbamos igual. Se llevaba calañés alto, de pana o de terciopelo negro, adornado con algunas carreras de botones, medallas, cintas rizadas y un plumerito negro. La mayor parte usaba patillas. Se vestía marsellés corto, guarnecido de cinco botonaduras de monedas de plata, pesetas o reales columnarios. Algunos jefes lucían doblillas de oro, y en vez de calañés, boina blanca o sombrero redondo con funda de hule. Se gastaba calzón corto, de pana o terciopelo negro; ancha faja para el puñal y los cachorrillos; polainas de cuero y zapatos de una pieza. En el arzón del caballo se ponían las pistolas y el trabuco […] Cuando Palillos se proponía sacar contribuciones en una comarca, dividía su caballería en partida de treinta a cuarenta hombres; ocupaban todos los lugares en un espacio de seis a ocho leguas cuadradas. Cada paisano debía suministrar todo lo necesario para un jinete y un caballo. Los pueblos se veían obligados a entregar a Palillos la misma contribución que pagaban al Gobierno de la reina. Entrábamos nosotros en un lugar, y lo primero, para que nadie tocase a rebato y diera señal de alarma, nos apoderábamos de la torre de la iglesia y poníamos en el campanario un centinela. El centinela observaba cuanto pasaba a larga distancia, y si veía algo tocaba la campana, y, según las campanadas, nos entendíamos. Era como la línea del telégrafo de señales del Gobierno. Así, don Vicente Rugero sabía con rapidez si aparecía el enemigo y por dónde” (8).

    Escolta del estandarte

    Tuvo la Partida su bautismo de fuego el 15 de noviembre de 1833 en Alcolea, donde fue alcanzada y derrotada por los gubernamentales que mandaba el coronel Tomás Yarto, “guareciéndose sus restos en los montes, ese laberinto impenetrable, con mansiones subterráneas, con despejadas y naturales atalayas, donde puede acampar un batallón en el mismo terreno en que otro esté oculto con toda seguridad” (9).
    Cuando no combatían, se dedicaban a interrumpir las comunicaciones y arruinar el tráfico, siempre bajo la atenta observancia del coronel Jorge Flinter, creado comandante general de la línea de La Mancha, quien no perdía ocasión para perseguirlos celosamente con el propósito de darles combate, y así el 28 de octubre de 1835 “es derrotado Palillos hacia Tomelloso con alguna pérdida, y el 4 de noviembre, contando ya este partidario, tan temible después, con unos cuatrocientos caballos, se vió acometido en Villanueva de la Fuente. Mas no da el rostro, sin embargo de su fuerza; perseguido, se bate en retirada en Genave, en Sierra de la Cumbre y en Rumblar, la parte más escabrosa de Sierra Morena y en Fuente del Fresno, siendo tan tenaz y decidida la persecución que corre veinte leguas, muriendo en ella veinticinco carlistas, y apoderándose los contrarios de bastantes caballos […] Bien pronto se indemnizaban aquellos partidarios, merced al brigandaje de su sistema y á la libertad que todos disfrutaban, de tales pérdidas, bastándoles á veces una excursión: así se ve á Palillos aumentando considerablemente los suyos é infundiendo el terror inseparable de sus punibles excesos” (10).
    El 10 de diciembre Palillos junto a los hombres de Sánchez y los Cuestas presentan batalla en la llanura atacando a más de trescientos jinetes pertenecientes a las columnas isabelinas en las cercanías de Talarrubias, haciendo prisionero al jefe de estos últimos. “Este quebranto, primero de su clase, porque fue a campo abierto el choque, produjo un efecto terrible, porque demostraba que ya no podían ser insignificantes ni pequeños los combates con Palillos; que las facciones envalentonadas por su número y lo favorable del terreno, pues contaban para el llano con caballos escogidos, y con los montes impenetrables é inmensos de Toledo para la retirada, confiadas también en su espionaje, tomando audazmente la ofensiva; que casi todos los pueblos no bien guarnecidos quedaban á su disposición, y que podían ser aquellos el núcleo de un ejército el día que surgiese un hombre valiente, organizador y entendido á la vez” (11).

    Fuerzas carlistas entrando en una población

    En febrero de 1837 se reunió un nutrido grupo de caballería perteneciente a la Partida en las cercanías de Granátula con el objeto de tomar el pueblo natal del general Espartero, siendo rechazados y sufriendo noventa muertos por las tropas del brigadier Mahy, quien hizo además fusilar con urgencia a seis prisioneros sobre el mismo escenario del combate, por lo que posteriormente se decide atacar Bolaños, que sí caería rendida. En esta última población, Palillos "atacó a los nacionales de Bolaños, estrechándolos de tal manera, que conociendo ellos lo inútil de su resistencia rindieron las armas confiando en la jenerosidad (sic) de sus contrarios; pero Palillo, luego que los tuvo en su poder los sacrificó, vengando en ellos el revés que había sufrido en los campos de Granátula. Este acto de inhumanidad, del que también daban frecuentes ejemplos los del bando opuesto, fué causa de que palillo no se apoderase de muchos pueblos, que se hubieran entregado facilmente, á no tener la misma suerte que los nacionales de Bolaños; por esa razón los nacionales se defendían desesperadamente y preferían morir con las armas en la mano, más bien que entregarse á merced de sus enemigos" (12). Serían un total de 25 los milicianos nacionales fusilados por Palillos en Bolaños, incendiando los días siguientes el pueblo de Brazatortas y continuando hacia Torremilanos donde venció a las fuerzas del capitán Estela, pasando por las armas 20 prisioneros (13).
    Los manchegos sostuvieron a principios de julio de 1837 un combate en Venta de Cárdenas contra la Infantería liberal que se saldó dejando más de treinta cadáveres de estos últimos sobre el campo de batalla.
    Al frente de 700 hombres se presentó los primeros días de septiembre en Puerto Lapice con el propósito de apoderarse de la población, pero al no conseguirlo dada la resistencia que puso su guarnición, que resistió los embates de los carlistas con gran determinación y firmeza, Palillos ordenó prender fuego a las casas y edificaciones que se hallaban extramuros del pueblo, al tiempo que enviaba un conminatorio mensaje dirigido al "Sr. Comandante de las fuerzas rebeldes" con el objeto de lograr su rendición: "Comandante General de la Mancha. Viva Carlos V. Si en el preciso término de una hora no se entrega á discreción la fuerza rebelde que se halla situada en la casa del fuerte, serán pasadas por las armas, y se procederá al incendio y asalto de él; más si oyen mi humana amonestación se les garantizará sus personas y bienes. Cuartel General de Puerto Lapice, septiembre 5 de 1837-. El Brigadier Comandante General Palillos". La airada respuesta que obtuvo de los sitiados fue la siguiente, siendo esta vez el destinatario el "Sr. General de ladrones y asesinos": "Comandancia de los fuertes de Puerto Lapiche. = No se entregarán estos fuertes en ningún concepto, y antes preferiran perecer entre sus ruinas que sucumbir á manos de tan vil canalla de ladrones y asesinos. Viva Isabel II. Viva la Constitución. Viva la Reina Gobernadora. Puerto Lapiche 5 de septiembre de 1837" (14). Palillos, viendo lo obstinado de la defensa ordenó abandonar la plaza.
    Mientras tanto, el 12 de septiembre, la Expedición Real logra llegar hasta las mismas tapias del Retiro madrileño, ocasión única que hubiese acaso decidido el triunfo definitivo de las armas carlistas si Don Carlos hubiera seguido el consejo del general Cabrera de penetrar ese día en la capital de España. El Rey no dio la oportuna orden, por lo que las tropas carlistas se retiraron de las inmediaciones de la Villa y Corte. Días después, algunos partidarios carlistas, conscientes de la magnífica ocasión desaprovechada, aún creen que es posible repetirla, como el caso del coronel de Ingenieros Von Rahden quien considera además imprescindible para tal fin la fuerza de Palillos, que actuaría como barrera de contención al sur de Madrid: "Palillos podía mantener la alarma a las puertas de Madrid mientras nos poníamos de acuerdo con Zaratiegui [que después del fiasco se había retirado hacia el norte atravesando el Guadarrama] para una acción combinada" (15).

    Ataque carlista al Correo

    En Venta Quesada, localidad próxima a Manzanares, el 11 de noviembre asaltan el Correo cargado de correspondencia para La Mancha y Andalucía, logrando interrumpir de este modo las comunicaciones postales de esas provincias con Madrid.
    Parte de Los Arcos, Navarra, el 28 de diciembre de 1837, una expedición comandada por el general don Basilio Antonio García y Velasco quien al frente de unos dos mil hombres encuadrados en cuatro batallones y dos escuadrones pretendía “organizar la guerra en La Mancha y restantes regiones de la España central, para lo que debía contar con el apoyo de una división de Cabrera, a quien se le habían dado instrucciones en ese sentido” (16). Tuvo que desistir García de su plan de contactar con Cabrera debido al acoso al que se veía sometido por los cristinos, dirigiéndose directamente a tierras manchegas donde sumó a sus efectivos las fuerzas de Palillos. “Jara [José Jara, cabecilla carlista] y Palillos, enfrascados en antiguas rencillas, trataban de manejar al general [García] según sus designios. Finalmente se impuso el primero, y Palillos, varias veces postergado, se separó completamente de la expedición” (17).
    Antes de renunciar a la expedición participaron los de la Partida, a las órdenes del general, en varios hechos de armas notables entre los que destacan el ataque con éxito a un convoy liberal compuesto por varios carros que desde Ruidera transportaba pólvora -"la escolta del convoy se refugió en una casa y envió un emisario para decir que se rendirían a los navarros y no a los carlistas manchegos, pero el mismo Palillos les dio palabra de cuartel y les trató como a compañeros, rectificando así conductas anteriores" (18)- o el apoyo prestado por los jinetes de la Partida a los hombres del coronel Tallada que se retiraban de Baeza el 5 de febrero de 1838, perseguidos por el general Sanz, quien había tomado el mando de la división Ulibarri, que desde Navarra venía persiguiendo a la expedición de García. También son señalados la sonada actuación de las tropas de Don Basilio en Calzada de Calatrava, donde sus subordinados quemaron una iglesia en la que se habían refugiado aquellos liberales que negaron su rendición -entre los que parece ser se encontraban mujeres y niños-, y el descalabro sufrido en Valdepeñas por los voluntarios carlistas, que perdieron a cuarenta de sus oficiales; tras este revés los adversarios cristinos se vengaron ensañándose particularmente en aquellos hombres que pertenecían a la Partida por haberlos hecho responsables de la barbarie ocurrida en Calzada.
    Ya desvinculados los Rugero de la expedición del general García emprenden con nuevos bríos acciones guerrilleras, siendo la más importante el ataque perpetrado sobre Ciudad Real en mayo de 1838, donde logran obtener un cañón: “al amanecer del [día] 28, los disparos sobre la puerta de Santa María anunciaron su empeño de penetrar en la ciudad. Acudieron veloces y valientes varios nacionales [miembros de la Milicia Nacional] y paisanos á reforzar la poca tropa que custodiaba aquel punto, y á los pocos momentos, los carlistas convencidos de la inutilidad de sus esfuerzos, se retiraban de la muralla, donde perdieron la vida algunos trabajadores que trajeron para abrir la brecha. A esto debieron limitarse las disposiciones de la autoridad militar que desempeñaba entonces don Luis Suero, comandante del batallón franco de la Patria, que dio enseguida ocasión á Palillos para que hiciera una horrible carnicería. Retirábase hácia el camino de Miguelturra, cuando el comandante Suero envió en su persecución una de las dos piezas de á cuatro que había en la capital, escoltada apenas por unos ochenta hombres, entre ellos varios nacionales. Llegó el cañón hasta la mitad del camino de Miguelturra, rodeado de tan heterogéneo refuerzo, y al primer disparo hecho sobre los carlistas, sucedió lo que era fácil haber previsto. Aguerrida y audaz la caballería de Palillos dio una vigorosa carga á las fuerzas contrarias, y aquella escolta falta de unidad, sin jefes propios, y aturdida con tan impetuoso é inesperado ataque, cedió un momento al espanto y fue perdida. En vano el desgraciado y bizarro teniente de Castilla, Lahera, quiso infundir su valor á los fugitivos; empezó la fuga y allí encontraron una honrosa muerte, no solo aquel valiente patriota, sino muchos otros que, decididos á vender cara su vida, hicieron frente al enemigo.
    Muchos fueron acuchillados en el acto, y otros entre los que se encontraba el valiente joven don Antonio Puebla, hijo de un comerciante de la ciudad, fueron fusilados incontinenti, aunque pidió Puebla su rescate á peso de plata.
    Palillos, después de haber sembrado el campo de cadáveres de aquellos desgraciados, y perseguido hasta las puertas de la ciudad á los pocos voluntarios nacionales que salieron á reforzar á sus compañeros de armas, tomó la dirección de Miguelturra, llevándose con el mayor entusiasmo el cañón, cuya inoportuna salida tantas desgracias había causado, y que por ser arma inútil para aquellos carlistas [que eran de caballería y una pieza de artillería les servía de estorbo], fue enterrado, hasta que le sacaron en Agosto siguiente las tropas de Narvaez.
    Este desgraciado acontecimiento abatió, más de lo que estaba, el espíritu público liberal, y alentó el carlista; y sin la pronta llegada de las tropas que componían el ejército de reserva, los defensores de don Carlos hubieran dominado completamente el país, en el que tenían adeptos, por más que se hiciera creer lo contrario en Madrid […] Casi al mismo tiempo que Palillos sitiaba a Ciudad-Real, invadía Archidona, con ciento veinte caballos, los pueblos de las inmediaciones de Roda, robando y asaltando en los caminos las diligencias y fusilando á los nacionales que las escoltaban” (19).
    El general Ramón María Narváez fue enviado a pacificar Ciudad Real, mientras Espartero operaba en el Norte, con el objeto de aplastar a los carlistas de esta provincia y de La Mancha. El “espadón de Loja” emprende una persecución implacable sobre los voluntarios de Don Carlos al mando de una considerable fuerza consistente “en un cuerpo de reserva en la provincia de Jaén, cuya base serían los batallones de la Milicia Nacional movilizados en las capitanías generales de Granada y Andalucía, y los cuerpos francos estacionados en las mismas que no fueran absolutamente indispensables para otros menesteres. Los quintos que aún quedaran en los depósitos, y los desertores aprehendidos, constituirían batallones provisionales, a los que se dotaría de los cuadros necesarios, completándose esta fuerza con el cuadro del batallón de marina de San Fernando. Estas tropas, puestas a las órdenes del brigadier Narváez, debían acabar con las facciones de Castilla la Nueva, y el 30 de octubre [de 1837] recibían una nueva organización, pues se incorporaban a las mismas los regimientos provinciales de Murcia, Sevilla, Ronda y Santiago, así como el tercer batallón de la brigada de artillería nacional de marina, los cuadros de seis batallones regulares, los cuartos escuadrones de la guardia real de caballería, y un par de baterías. Dotado de la correspondiente plana mayor, este ejército se subdividiría en 4 brigadas, 3 de infantería y una de caballería, cuyo jefe estaría a las inmediatas órdenes del gobierno. A principios de junio de 1838 comenzaron a llegar a La Mancha las primeras unidades, haciendo Narváez su entrada en Ciudad Real el día 13” (20).
    El Ejército de Reserva de Narváez comenzó a operar a mediados de junio de 1838. Palillos atacó en Ballesteros, con ciento cincuenta de sus jinetes a la retaguardia de la segunda brigada de la división, siendo finalmente rechazado por el escuadrón de coraceros leales a Isabel. El día 29 cabalgó hasta Torrenueva, donde “quemó las eras y asesinó y cometió horrorosos excesos, ya que, gracias á la resistencia de los nacionales, no pudo enseñorearse del pueblo” (21).
    Debido al implacable hostigamiento que las fuerzas liberales ejercían sobre las partidas carlistas en Castilla la Nueva y derrotados, huidos, presos o muertos muchos de sus jefes -entre ellos Francisco Rugero, que fue fusilado por orden de Narváez (22) en Almagro el 27 de agosto de 1838 a la edad de 50 años (23)- (Orejita, Calvente, Revenga, “el feo de Buendía”, Juan Calderón, “Bailando”, Giner, González alias “Gil”, “Cuentacuentos”, “Matalauva”, “el Apañado”, “Cuatrocuartos”, “el Bombi”, “Sin Penas” o “Chaleco”), la de Palillos se vio incrementada por los hombres dispersos que permanecían fieles a la causa carlista, escogiéndose los montes de Toledo como seguro refugio y tomando los pueblos cercanos como teatro de operaciones. Mientras tanto, Narváez recibe su nuevo nombramiento como capitán general de Castilla la Vieja (24), pero antes de abandonar su puesto a su sucesor el general Agustín Nogueras (25), resuelto a terminar con los carlistas en su jurisdicción militar declara un amplio “indulto á todos los carlistas y sus jefes que se presentasen, siempre que no tuviesen crímenes imperdonables” (26) (27).
    A indulto se acogieron numerosos combatientes ya por cansancio, ya por no ver futuro en la causa que defendían, pero Palillos permaneció inquebrantable en su ideal en medio de un verdadero río de desafección y apostasía legitimista, enarbolando su rojo estandarte y así el 12 de noviembre, al mando de 200 jinetes, logró plantarlo en Ballesteros y dos días después en Fernán Caballero. Fue por estas fechas cuando los de la partida capturaron a un yerno del duque de Frías, ministro de Estado, pidiendo la importante cantidad de diez mil duros a cambio de su rescate (28).
    Aunque la espada del cabecilla Rugero seguía alzada imperturbable a los adversos acontecimientos alrededor suyo, los mandos liberales ya seguros en su cercano triunfo escribían: “tenemos cogidos y presentados a más de mil facciosos. “Palillos” y su hijo errante por los montes, cogido su secretario que era su entendimiento, y no hay día que no se presenten lo menos 20 para arriba, que no se cojan 8 o 10 y tarde en que no se fusilen” (29).
    Por ser ahora prácticamente la única partida leal a Don Carlos aún activa en La Mancha, el jefe carlista establece un concierto con las partidas aragonesas para prestarse ayudas mutuas de socorro y ataque. En una de estas incursiones a Aragón el 28 de noviembre, diecisiete jinetes fueron muertos entre las localidades de Perdernoso y Provencio. A mediados de diciembre el hijo de Palillos junto a cien hombres “al atravesar la provincia de Cuenca, acampó en un monte entre Enguidanos y Paracuellos; atacado por los granaderos á caballo de la Guardia real que mandaba el teniente Pozas, dejaron en poder de estos, caballos y efectos” (30) (31).
    Los de Palillos ya sin su estandarte (32), aunque pudieron haber tenido otros, “atravesaron las sierras del Burgo y de Guadarrama, y los ríos Tajo, el Tietar y el Alberche, dejando la desolación en pos de su extensa huella. Para atajarles en aquellas terribles y rápidas correrías mandó nuevamente el capitán general de Castilla la Nueva inutilizar las barcas del Tajo; entreteniéndose en tanto Palillos en apoderarse de algunos destacamentos liberales, y desarmar a los que defendían los pueblos de Quijozna, Perales, el Viso de Illescas y otros inmediatos a la corte” (33). El 31 de diciembre atacaron Madrigalejo con 200 jinetes pero "16 hombres de su valiente milicia nacional, no solo resistieron á aquellos, sino que impidieron al enemigo el que pudiese dominar mas de la tercera parte del pueblo, el cuál se vengó incendiando 26 casas y saqueando otras en las que pudo entrar" (34).
    El 8 de febrero de 1839 fueron atacados en Almonacid de Zorita por el teniente liberal Urrea Portillo, causándoles gran quebranto y dejando veinticinco muertos carlistas entre los que se encontraba el hijo mayor de Palillos, Zacarías Rugero "después de una larga y constante persecución logró darle alcance con 32 caballos en el pueblo de Almonacid de Zorita, siendo el resultado quedar muertos en el campo el mencionado Zacarías y 24 mas de los suyos, entre ellos algunos oficiales, quedando en poder de los vencedores 12 prisioneros, todos heridos, entre los que se contaba, y lo estaba mortalmente, el famoso cura de Malagón" (35).

    "A la memoria de los hijos de Orgaz, sacrificados por la Partida de los Palillos ..."

    Con el objeto de satisfacer su sed de venganza, Rugero, en los albores del día 25 de febrero, envía 180 jinetes mandados por Rito Flores a Orgaz, causando una verdadera sangría entre la población y los milicianos nacionales destacados en la villa, a cuyo frente estaba el capitán Ramón Perea. La historiografía liberal asegura que fueron un total de cuarenta y siete personas, civiles y militares -entre los que se encontraban veintitrés milicianos que fueron pasados a chuchillo-, las que murieron a manos de los voluntarios de la Partida, once individuos fueron retenidos y conducidos a Porzuna a cambio de canjes, y hasta una mujer, dijeron, fue violada. “A una honrada mujer, cuyo nombre no hace al caso, la violaron de la manera más horrible que imaginarse puede. Mientras cuatro la sujetaban, los demás, que eran en gran número, satisfacían su brutal apetito, dejándola exánime” (36).
    Don Carlos, alarmado por los excesos que se estaban cometiendo en Castilla la Nueva, y deseando imponer el orden entre sus partidarios comisionó al general Cabrera acudir él mismo u otro de su confianza a esta región para organizarla. “Cabrera recibió en tanto una órden de don Carlos, en la que participándole el estado de desorganización en que se hallaban las fuerzas de la Mancha, le prevenía, por estar más en contacto con este país, que destinara un jefe de celo é instrucción que usando de política granjease los ánimos de los de aquellas partidas, las organizara é introdujera en ellas la disciplina.
    Para darla cumplimiento hizo él mismo una atrevida excursión á estas provincias, consiguiendo su sagacidad que Amor [Bartolomé Amor, que interinamente sustituía al general Nogueras] no la evitara, á cuyo efecto hizo correr la voz de que iba á atacar de nuevo Villafamés, Caspe y Alcañiz: movió los aprestos de sitio, mandó recomponer los caminos, y mientras los liberales estaban á la expectativa, adelantó Cabrera dos jornadas. Cuando se reunían fuerzas para batirle, regresaba á Aragón con el botín cogido en Castilla” (37).
    La llegada a tierras manchegas del general liberal don Trinidad Balboa supuso un nuevo hito de brutalidad, instaurando entre la población un auténtico régimen de terror, represión y guerra sin cuartel a todo lo que pudiera estar relacionado con el carlismo “publicando en su consecuencia el 25 de Agosto un bando riguroso, y por sus efectos horrible, inhumano que llevó al patíbulo inocentes víctimas, mujeres embarazadas, niños hasta de cuatro años; y tales horrores permitió impasible, que se resisten á la narración. Origen fue de terribles acontecimientos harto ruidosos, y bien amargos después para el mismo Balboa, á quién se formó, y á otros jefes, las causas que obran en el Archivo del Tribunal de Guerra y Marina" (38) (39).
    A tal extremo de persecución se vieron sometidos Rugero y sus hombres por sus siempre arriesgadas acciones guerrilleras que los mandos liberales, frustrados en sus vanos intentos de apresarlo aún pese a tener la contienda decidida a su favor, se ensañaron con su anciana madre quienes la emplearon como víctima propiciatoria (40). Máximo García Ruiz (41) escribe: “El 11 de octubre del año 1839, en ese mismo sitio -inmediaciones de la puerta de Granada, en Ciudad Real- fue fusilada la inocente y anciana madre de "Palillos", a la edad de ochenta y un años, siendo tan heroica y edificante su apostura en el momento de ser fusilada que conmovió fuertemente a los espectadores y las últimas palabras que salieron de sus labios fueron para pedir al Redentor por sus verdugos». También fueron corrientes las represalias tomadas contra carlistas que pese a haber depuesto voluntariamente las armas se habían acogido a indulto, que no fue respetado, siendo fusilados sumarísimamente prescindiendo de cualquier fórmula legal “dando así comienzo a un régimen de terror, tanto contra los guerrilleros como contra sus posibles colaboradores, que sirvió para que buena parte de los carlistas se dispersaran” (42).
    Lo cierto es que el hartazgo de tantos años de guerra sumado a la feroz amén de eficaz persecución del general Balboa y al convenio de Vergara (43) hizo notable mella en el ánimo y resistencia de los carlistas manchegos, inclusive en su “núcleo duro” representado por la Partida de Palillos “antes de finalizar Octubre se habían presentado unos setecientos hombres solamente en la provincia de Ciudad Real” (44).
    Balboa, a comienzos de noviembre de 1839, emite una alocución (45) en la que relaja sus medidas represivas al considerar que el carlismo había sido finalmente sometido:
    "Comandancia general de las provincias de Ciudad Real y Toledo.- Manchegos y toledanos: cuando cesan las causas tienen que desaparecer los efectos. Bajo de este principio y estando ya pulverizada la facción del ladrón y asesino Palillos, y éste huyendo espantado de estas provincias, os levanto la prohibición que os impuse en mi bando de 25 de Agosto último de no poder pasar a los montes que en él se expresaban, pues que mi fin era quitarle los inmensos recursos y auxilios que recibía de sus paniaguados.- Ansiaba con todo mi corazón que llegase este venturoso día para que pudieseis atender libremente a vuestras comunes necesidades y cuidar de vuestros respectivos intereses, que era el blanco de mi deber y de mi deseo: felizmente lo he conseguido.- Lo que os prevengo, y de su cumplimiento encargo bajo su responsabilidad a las autoridades civiles y militares, es que ninguno pueda transitar fuera de una legua de su pueblo sin llevar un pase que el punto donde se dirige, expresando la condición del viajero y el motivo de su salida, conminando al que faltare, al pago de diez ducados de multa, y si por ser pobre no pudiese, a un mes de prisión, y además a ser castigado según la parte de culpa que le resultare. Igualmente prohíbo que cualquier forastero pernocte en los pueblos, sin que el vecino que los reciba en su casa dé con anticipación parte de su llegada a la autoridad competente; y al que faltare se le pondrá en prisión, quedando a las resultas del delito que aparecer pueda en el culpado.- Estas restricciones son en beneficio de los vecinos honrados y de todo hombre de bien, que no tiene la penosa necesidad de ocultar su cara y persona a sus semejantes; solo el malvado, el delincuente no más es el que procura sustraerse de esta justa y de ningún modo gravosa providencia.- Hágase publicar y pregonar para inteligencia de todos."
    Balboa formó una partida de “Seguridad Pública” integrada por excarlistas acogidos a indulto, cuya misión era la de combatir a sus antiguos compañeros de armas. El día 10 de noviembre se levanta el estado de sitio en las Provincias de Toledo y Ciudad Real, a excepción de algunos enclaves, y al día siguiente se emite otra alocución autocomplaciente “diciendo lo que [Balboa] había hecho y los buenos resultados que había obtenido” (46).
    Terminada la Primera Guerra Carlista tras el abrazo de Vergara, una facción de la Partida continuó la práctica de operaciones guerrilleras al mando de Rito Flores, condenados a vagar por entre los montes y siendo perseguidos como a bandoleros.
    Fue cogido este estandarte por los liberales a finales de 1838, remitido al Museo de Inválidos de Atocha por el Capitán General de Castilla la Nueva, ingresando en ese lugar el 16 de enero de 1839 (47).


    Manuel González Simancas. "Banderas y Estandartes del Museo de Inválidos. Su Historia y Descripción", 1909

    El estandarte es de seda carmesí, terminado en dos farpas cuyas puntas y vértice se han adornado con borlas doradas sumando tres, del mismo color gualdo que los flecos que la engalanan. Su anverso presenta bordado en oro, formando un rectángulo, el lema que rodeaba una imagen, hoy desaparecida (48), de la Virgen de los Dolores (Generalísima de los Reales Ejércitos de Don Carlos), que reza: “A D CARLOS V. DEFENSOR DE LA RELIJION Y LA LEJITIMIDAD”, bajo el cual se encuentre las siglas invertidas “A.L.V.D.L.M.” (ya que la “V” va superpuesta a la “M” podría tratarse de una invocación dedicada a la Virgen, como “A La Virgen María Dolorosa”); todo bajo corona Real. Completa la pieza una borla de hilo de oro para sujetarse a la vaina por medio de un cordón del mismo material. Mide 82 x 80 cm. Acompaña a la enseña una tarjeta del antiguo Museo de Recuerdos Históricos de Pamplona con el siguiente texto manuscrito: “Bandera de Carlos V. <<Defensa de la Religión y de la Legitimidad>> 1834” (49).

    Cartela del Museo de Recuerdos Históricos de Pamplona


    NOTAS

    (1) Antonio Pirala Criado. “Historia de la Guerra Civil y de los Partidos Liberal y Carlista”. 3ª edición corregida y aumentada con la historia de la Regencia de Espartero. Ed. Felipe González Rojas. Madrid, 1889-1891. Tomo 1, pág. 206. También menciona A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 3, pág. 289 a un “Zacarías Rujero”, tratándose de un hijo de Vicente, que resultó muerto en febrero de 1839.
    (2) También conocidos como los “Rujeros".
    (3) George Borrow en su obra “The Bible in Spain” (1842), lo cita recurrentemente y en términos oprobiosos; valga esta muestra: “The one I liked least of all was one Palillos, who is a gloomy savage ruffian whom I knew when he was a postillion. Many is the time that he has been at my house of old; he is now captain of the Manchegan thieves, for though he calls himself a royalist, he is neither more nor less than a thief: it is a disgrace to the cause that such as he should be permitted to mix with honourable and brave men; I hate that fellow, Don Jorge: it is owing to him that I have so few customers. Travellers are, at present, afraid to pass through La Mancha, lest they fall into his hands. I wish he were hanged, Don Jorge, and whether by Christinos or Royalists, I care not."
    Otro visitante foráneo a la españa de la época, esta vez francés, Teofilo Gautier, también queda impresionado por lo que en Madrid se cuenta de Palillos: "Balmaseda, Cabrera, Palillos y otros cabecillas más o menos célebres se hallan constantemente sobre el tapete. Se dice de ellos cosas que estremecen, crueldades tan terribles que hoy no pueden considerarse ni siquiera aceptables por los caribes o los cherokas". "Viaje por España". Ed. Mediterráneo, S.A. Madrid, 1944. Pág. 86.
    (4) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 3, pág. 15
    (5) Por su interés reproducimos el comentario que el historiador liberal D. Antonio Pirala dedica a las partidas legitimistas de Castilla la Nueva, indudablemente redactados desde la íntima aversión que el narrador sentía por el combate de partidas –herederas en el arte de guerrear de los guerrilleros que combatieron a los franceses durante la Guerra de la Independencia dos décadas antes- y que han condicionado adversamente el posterior juicio historiográfico sobre estos voluntarios carlistas, “Historia de la Guerra Civil”, tomo 2, pág. 146. “La guerra continuaba en Castilla con el mayor desorden, y el país se veía asolado, por las numerosas partidas que vagaban indistintamente por montes y llanos. Sus operaciones se reducían á invadir y sorprender pueblos pequeños, hacer exorbitantes exacciones de todo género, y evadir, eso sí, el encuentro de las columnas destinadas á su persecución. Aumentaban su gente con desertores, quintos, criminales y jornaleros desocupados, y el que tenía algún dinero ó mostraba más osadía, se erigía en jefe de un pelotón de hombres que, por temor al castigo y vivir más a sus anchas, se titulaban carlistas.
    El perdido, el desesperado, el que había satisfecho ó deseaba satisfacer una venganza, el perseguido por la justicia, todos estos corrían á engrosar estas partidas independientes a toda autoridad, que lo mismo defendían á Carlos que lo hubieran hecho a Isabel, si en esta causa no se hubieran de someter á la disciplina y pudieran tratar á los pueblos invadidos como á país conquistado.
    Así se comprende aquella multitud de partidarios, sin que la muerte de unos, arredre á otros á llenar el vacío que dejaban. Peco, Doroteo, Jara, La Diosa, Revenga, Paulino, Zamarra, Chaleco, el Rubio, el presentado, Tercero, Cipriano, Corulo, Herencia, Palillos, Orejita, Parra, el Arcipreste, el Apañaso, Matalahuga, Escarpizo, Sánchez, Blas Romo y otros no menos dignos, casi todos los alias, cuyos motes eran su mejor apología, sostenían la guerra, si tal puede llamarse el sistema de feroz vandalismo y depredaciones con aquel aluvión de partidas, asolaban cual verdaderas plagas los territorios donde caían. Bermudez, y algunos otros partidarios decentes obraban de distinto modo.
    Argués, Cuero, Algodor, Villamudas, Puebla Nueva y otros pueblos, son elocuentes testigos de los crímenes atroces de aquellos bandoleros, terror del pacífico habitante, del infeliz arriero, á quienes retenían, como á los viajeros y ganados, y cuanto caía en sus garras, hasta recibir el precio escandaloso á que ponían la vida y libertad de sus presas, maltratando á los retenidos, y asesinando á muchos lentamente, aun después de recibir su rescate. Bloqueados los pueblos, nadie se atrevía a salir, ni salían las yuntas, ni los ganados, ni continuó el tráfico, y arruinados en su aislamiento, era horrible su desesperación.
    Desastres sin cuento en la carretera de Andalucía y Valencia, obligaron, á fin de reanudar el interrumpido tránsito, á darle una forma especial haciéndole periódico para poder protegerle. Eran tantos los bandidos y tan desalmados, que los convoyes exigían fuerzas considerables. Fuera del momento de su tránsito, nadie se atrevía á pasar la primera de las comunicaciones. ¡Desgraciado del que lo hacía! Y ni fueron respetados los convoyes, ya que por el aliciente que ofrecían a los malvados, ya por la extensa línea, que presentaban á sus rápidas correrías.
    Tan pronto estaban en Despeñaperros, como en Aranjuez, donde robaron en una ocasión la mayor parte de la real yeguada.
    La persecución de tantas y tan bien montadas partidas, era imposible con el escaso número de tropas de que podía disponer el gobierno, y con el auxilio que les ofrecían los celebrados montes de Toledo. Por esto la mayor parte de los pueblos, sin elementos para defenderse, y no conformándose, aleccionados por la triste suerte de otros, con el papel de víctima, transigían con los carlistas y les servían, en cambio de su seguridad”.
    Aún peor si cabe es el juicio sobre estas partidas carlistas emitido por carta al Rey del general carlista Don Basilio García, bajo cuyas órdenes participó Palillos en su expedición: “Las tropas de Aragón, cobardes e insubordinadas, huyen a la vista del enemigo, atropellan y roban cuanto encuentran. Las fuerzas de la Mancha son aún peores, sus jefes, oficiales y soldados, no son más que unos facinerosos….Prefiero la muerte a tener a mis órdenes semejantes forajidos que no conocen religión ni rey; son ladrones y nada más”. La opinión de Pirala con respecto a don Basilio también deja mucho que desear: “Mas para desgracia de los carlistas, allí [en el campo carlista], como en los demás partidos, prevalecían las opiniones más halagüeñamente presentadas; lucíase el más lenguaraz y petulante, el que más blasonaba de entendido y el que prometía ventajas y hazañas, que era incapaz de conseguir. No importaba que los antecedentes y los hechos desmintiesen las falsas promesas; hubiera en el cuartel real quien apoyase las baladronadas, y esto era bastante. Parecía, pues, que desde el fallecimiento de Zumalacarregui, los hombres que él había despreciado más, eran los más aptos y que á ellos se confiaba la salvación de la causa. Don Basilio Antonio García, á quien sus hechos habían desprestigiado, que tenía fama de audáz en la intriga, de tímido al frente del enemigo, de educación tosca, lenguaraz, estimaba en poco á toda persona de educación y no tenía reparo en ajar públicamente á los que sabía no podían contestarle”. (A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 2, pág. 954)
    Tan negativo juicio ha de ser forzosamente contrastados con otras fuentes, y así Von Goeben narra: “Estas partidas fueron acusadas por unos y otros de procedimientos poco humanos e impropios de su calificación de carlistas, porque sacrificaban sin miramientos a los enemigos que caían en sus manos. Pero en ello hacían bien. ¿Cómo podían proceder de otra manera aquellos hombres que, porque eran los más débiles, habían sido excluidos por los adversarios de los beneficios de todo Tratado [convenios Elliot y el de Segura], que veían matar, arrasar, aniquilar todo cuanto les pertenecía y les era allegado? He referido antes con que crueldad intentaron aplastar los cristinos el levantamiento en estas provincias; después de hechos tan horrorosos no podían esperar indulgencia jamás. No, cuando aquellos hombres de las partidas, que habían sido arrastrados a la desesperación, se vengaban de los liberales pasándolos a sangre y fuego, los trataban con toda justicia y cumplían su deber; pues en tal sazón la indulgencia y el perdón se hubieran convertido en despreciable debilidad, que habría llevado consigo inevitable ruina.
    Pero se deshonraron a sí mismos al extender su furia vengativa fuera de los infames que la habían provocado. Los carlistas, esto es, los hombres que luchaban honrosamente en los ejércitos regulares por el sostenimiento de los derechos de su Rey, no querían, naturalmente, conceder ese título a aquellas cuadrillas de la Mancha”.
    Más ecuánime a la hora de juzgar a Palillos nos parece la opinión de Alfonso Bullón de Mendoza quien en su “La Primera Guerra Carlista”, pág. 448, desmonta la extendida opinión que Palillos eran meros bandidos: “En opinión de Asensio Rubio [María Manuela Asensio Rubio, “El carlismo en la provincia de Ciudad Real 1833-1876”, Diputación Provincial de Ciudad Real, 1987], el carlismo en La Mancha cuenta con el apoyo de un sector mayoritario de la población en el cual encontramos a miembros del poder civil (jueces y alcaldes), al clero secular y regular, que se levanta desde un primer momento tomando parte en las partidas y una amplia base popular integrada por las clases sociales menos favorecidas, destacando la presencia de <<campesinos, carpinteros, herreros, arrieros, carreteros, sastres; y con gran frecuencia también bandoleros y asaltadores, de entre los cuales adquirieron gran notoriedad en la época los llamados "Orejita" o los hermanos "Palillos">>. Sin embargo, y aún prescindiendo de la consideración de bandoleros que se da a algunos de los principales jefes carlistas, tomada sin duda de la historiografía liberal, pero evidentemente falsa en el sentido de que ésta no había sido su forma usual de vida durante la década anterior a 1833, la obra carece de una base documental que acredite debidamente estas hipótesis, o la conclusión final según la cual la guerra en la Mancha es la respuesta dada por los grupos sociales más bajos y deprimidos, apoyados por algunos sectores privilegiados, contra un orden social que los marginaba y empobrecía”.
    (6) Flinter estuvo destinado en Puerto Rico donde pudo observar como la forma de esclavitud de personas de raza negra en la América española era, a su juicio, la más acertada -en las colonias británicas y francesas se habían dado pasos para humanizar su situación-, y aunque se autodeclara "contrario a la esclavitud" en su escrito, aboga por una perpetuación de la forma aplicada por España, dilatando en el tiempo lo máximo posible la emancipación de los negros. "Yo me hubiera abstenido de publicar parte alguna de mis trabajos y opiniones, á no haber sido por la espantosa tendencia de los últimos reglamentos promulgados en las islas inglesas y francesas de la India Occidental para mejorar la condición de la población de esclavos. El número de vidas y la cuantiosa propiedad que se han sacrificado en Jamaica á causa de estas leyes formadas en mi humilde juicio con demasiada precipitación, y decretadas intempestivamente, la consternación y desaliento de los habitantes blancos, y la peligrosa situación en que han sido puestas todas las colonias de la India Occidental por estas destempladas medidas [...] Las suaves leyes por que son gobernados en esta isla, y los efectos que el humano tratamiento causa en la conducta moral de los esclavos africanos, son objeto de una particular atención [...] Los habitantes blancos que tengan la dicha de escapar de la venganza de los negros, tendrán razón para maldecir la luz de aquella ciencia que guió al inmortal Colón por la jamás hollada espalda de un océano desconocido al descubrimiento del mundo occidental.
    Los que abogan por la inmediata é impropia emancipación de los esclavos, sin prepararlos primero para ese cambio por medio de una educación proporcionada y de prudentes y lentos progresos que los vayan sacando de la vida salvaje hácia el trato social, no han leído o no se acuerdan de la historia reciente de Santo Domingo". Jorge D. Flinter. "Exámen del estado actual de los esclavos de la isla de Puerto Rico bajo el gobierno español: En que se manifiesta la impolítica y peligro de la premura emancipación de los esclavos de la India Occidental, con algunas observaciones sobre la ruinosa tendencia de una reforma imprudente y de los principios revolucionarios hácia la prosperidad de las Naciones y Colonias. Nueva York, 1832.
    Jorge (George) Flinter nació en Irlanda, comenzando su carrera militar sirviendo en el Ejército británico. Prestó destacados servicios a Fernando VII en la lucha contra los independentistas americanos, pasando a servir al Ejército español con el grado de teniente coronel. Participó en la 1ª de las Guerras Carlistas a favor de la pequeña Isabel. Capturado por Cabrera, éste se niega a fusilarlo por considerarlo un valiente. Una vez fugado, es ascendido a brigadier en 1836. Flinter fue acusado de robar y saquear en Toledo, cargos a los que prestó atención el ministro conde de Ofalia. Acabó este personaje con su vida, cortándose él mismo el cuello con una navaja de afeitar.
    Datos extraídos de "Irlandeses en la Historia de España, de Francia, de las Dos Sicilias, de Austria, de Rusia", de Eusebio Ballester y Sastre. "Revista Hidalguía" nº 223, correspondiente a noviembre-diciembre de 1990. Instituto Salazar y Castro. Madrid, 1990. Págs. 883-884.
    (7) "Este niño llamado Francisco Martín, hijo de un carlista, fué preso en represalias, y comprendido en el sorteo le tocó el número fatál. Todos se interesaron por él en el pueblo de Fuente el Fresno, é inútilmente, y el 4 de julio de 1840, fué conducido ál suplicio, llevándole de la mano un soldado de los que formaban el piquete para fusilarlo. Triscaba como inocente corderillo la tierna criatura creyendo le llevaban á jugar ó á paseo y decía:
    -Me compraréis unas naranjas y tostones, y no me haréis pupa, ¿no soldaitos? ¿ni á mi padre ni madre tampoco?...
    Lloraba el militar que le conducía, los que formaban el cuadro no podían contener la emoción y el piquete que había de hacer la descarga temblaba á la vista de tan inocente é inhumano sacrificio. Afectados todos, y sin quererse desprender el niño de su lado, que á todos hablaba y con todos quería jugar, enternecido el mismo jefe, echó a rodar una naranja y tostones, corrió aquel angel á coger el cebo de su muerte y le hicieron una descarga cayendo á tierra á impulso de las balas que traspasaron su vientre, saliendo de aquellas cruentas heridas parte de las tripas y entrañas. Los espectadores horrorizados las vieron sostener con sus inocentes manos al niño que exclamó:
    -No matar, no hacerme pupa... y se dirigía hacia los soldados que obedeciendo los nuevos mandatos amenazantes del jefe que dirigía el piquete, volvieron á descargar temblando las mortíferas armas, y al fin le remataron". A. Pirala. "Historia de la Guerra Civil". Tomo 3, pág. 290.
    (8) Pío Baroja. “La Nave de los Locos”. Ed. Caro Raggio. Madrid, 1980. Págs. 283-285.
    (9) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 1, pág. 206
    (10) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 2, pág. 150
    (11) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 2, págs. 150-151
    (12) D. R. Sánchez. "Historia de Don Carlos y los principales sucesos de la Guerra Civil de España. Imp. de Tomás Aguado y Compañía. Madrid, 1844. Tomo I. Pág. 313.
    (13) Javier de Burgos. "Anales del Reinado de Isabel II. Obra postuma". Est. Tipográfico de Mellado. Madrid, 1851. Tomo IV. Pág. 99.
    (14) "Eco del Comercio", 11 de septiembre de 1837.
    (15) Barón Guillermo Von Rahden. "Andanzas de un veterano de la Guerra de España (1833-1840)". Prólogo, traducción y notas José María Azcona y Díaz de Rada. Institución Príncipe de Viana. Diputación Foral de Navarra. Pamplona, 1965. Pág. 159.
    (16) Alfonso Bullón de Mendoza. “La Primera Guerra Carlista”. Ed. Actas, Madrid, 1992, pág.313
    (17) A. Bullón de Mendoza. “La Primera Guerra Carlista”, pág. 315
    (18) Román Oyarzun. "Historia del Carlismo". Ed. facsímil. Editorial Maxtor. Valladolid, 2008. Pág. 111.
    (19) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 3, págs. 109-110
    (20) A. Bullón de Mendoza. “La Primera Guerra Carlista”, pág. 335
    (21) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil. Tomo 3, pág. 111
    (22) "Historia General de España, la compuesta, enmendada y añadida por el Padre Mariana, con la continuación de Minana completada con todos los sucesos que comprenden el escrito clásico sobre el Reinado de Carlos III, por el conde de Floridablanca, la historia de su levantamiento, guerra y revolución, por el conde de Toreno, y la contemporánea hasta nuestros días por Eduardo Chao". Biblioteca Ilustrada de Gaspar y Roig. imprenta y librería de Gaspar y Roig, editores. Madrid, 1853. Tomo III. Pág. 412.
    (23) "Eco del Comercio", 4 de septiembre de 1838.
    (24) A. Bullón de Mendoza apunta que este nombramiento se debió a los celos despertados en Espartero ante los éxitos cosechados por Narváez en La Mancha.
    (25) En febrero de 1836 Nogueras había dado la orden de fusilamiento de la madre de Cabrera, Dña. María Griñó, que se consumó el día 16 de febrero, en Tortosa.
    (26) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 3, pág.118
    (27) Narváez llevó consigo a su ejército, haciéndolo desfilar frente al Palacio Real de Madrid el 10 de octubre, y siendo recompensado con la Cruz Laureada de San Fernando por la formación y organización del cuerpo de reserva y la pacificación de la Mancha.
    (28) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 3, pág. 187
    (29) A. Bullón de Mendoza. “La primera Guerra Carlista”, pág. 384
    (30) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 3. Pág. 115
    (31) Creemos no es demasiado arriesgada la hipótesis que el estandarte aquí publicado fuera cogido por los liberales en esta acción, ya que un mes después, el 16 de enero de 1839 fue remitida a la Real Basílica de Atocha como destacado trofeo de guerra.
    (32) Como figura en su catalogación, el estandarte fue remitido a la Real Basílica de Atocha por el capitán general de Castilla la Nueva con fecha de 16 de enero de 1839.
    (33) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 3, pág.116.
    (34) Pascual Madoz. "Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones en Ultramar". Imp. D. José Rojas. Madrid, 1848. Tomo XI. Pág. 11.
    (35) "Panorama Español, Crónica contemporánea. Obra pintoresca", por "una reunión de amigos Colaboradores". Imprenta del Panorama Español. Madrid, 1845. Tomo IV Pág. 145.
    (36) “Breve reseña que el Ayuntamiento de la Muy Noble, Leal y Antigua Villa de Orgaz hace de las víctimas inmoladas por la facción Palillos el día 25 de Febrero del año 1839”.- Toledo. Imprenta Escuela Tipográfica y Encuadernación Colegio de María Cristina. 1906
    (37) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 3, pág. 265
    (38) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 3, pág. 290
    (39) "El Labriego", en su nº 37, correspondiente al 15 de agosto de 1840, publica en su página 261 la noticia: "Se asegura que el jeneral (sic) don Trinidad Balboa ha desaparecido de Madrid donde parece había órden de prenderle á consecuencia de la causa formada por el tribunal de guerra y marina, sobre su mando en la Mancha. A estas horas se le supone ya en Gibraltar".
    El periódico político "El Labriego" fue fundado en 1840, dirigido por D. José García de Villalta e impreso en Madrid por Francisco de P. Mellado.
    (40) Tal y como ya había ocurrido antes con María Griño, madre del general Cabrera y la posterior represalia de éste sentenciando a la pena capital a otras cuatro señoras en los tristemente recordados fusilamientos de Valderrobles.
    (41) Máximo García Ruiz. "Diario de un médico, con los hechos más notables ocurridos durante la última guerra civil en las provincias de Toledo y Ciudad Real”, Madrid, Imp. T. Aguado, 1847, 2 volúmenes.
    (42) A. Bullón de Mendoza. “La Primera Guerra Carlista”, pág.336
    (43) Se firmó el convenio de Vergara el 31 de agosto de 1839
    (44) A. Pirala “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 3, pág. 291
    (45) En contraposición al bando publicado el 25 de agosto en el que prometía duras penas para los carlistas y los que los apoyasen.
    (46) A. Pirala. “Historia de la Guerra Civil”. Tomo 3. Pág. 292
    (47) Manuel González Simancas. "Banderas y Estandartes del Museo de Inválidos. Su Historia y Descripción". Sucesores de Rivadeneyra. Madrid, 1909. Pág. 146.
    Desapareció del Museo de Inválidos de Atocha, sin saberse cómo, entre los años 1839 -cuando ingresa- y 1843 -el inventario realizado en ese último año ya no lo menciona-. Reapareció en el Museo de Recuerdos Históricos de Pamplona abierto en 1940, para pasar a formar parte de la colección Baleztena al cierre de éste en 1965.
    El “Semanario Pintoresco Español”, en su número de 21 de abril de 1839, da noticia de la reciente creación por del “Museo de Banderas” en Atocha: “El antiguo y venerable templo de Nuestra Señora de Atocha dignamente restaurado y enriquecido con sus preciosos altares y hermosos cuadros, se halla de nuevo restituido al culto, y en su principal trono está ya colocada la celebrada Imagen, objeto de veneración del pueblo madrileño. Campean gallardamente dispuestas en los machones de la fábrica las gloriosas banderas, trofeos de las antiguas glorias nacionales; el pendón inmortal de don Juan de Austria, los de las órdenes mIlitares, los de los tercios flamencos, y los tenidos en otro tiempo en la superficie de los mares. Allí como estímulo de gloria y de virtud, como tributo de reconocimiento al Dios de los ejércitos, reposan aquellas brillantes páginas de nuestra historia nacional, custodiadas por los que con su propia sangre escribieron en ellas algunas líneas más; y allí, en la casa del Altísimo, un pueblo entero presta el homenaje de su adoración al que dispone las victorias y premia los altos hechos de valor y patriotismo”.

    Basílica de Ntra. Sra. de Atocha, Madrid (foto realizada en el S. XIX)

    (48) Debido a que en su acta de ingreso en Atocha, fechada el 16 de enero de 1839, se describe como "Estandarte dedicado á la Virgen de los Dolores", es obvio que en el espacio central que está rodeado por la leyenda “A D. CARLOS V. DEFENSOR DE LA RELIJION Y LA LEJITIMIDAD” -donde se observa un cerco producido por puntadas de aguja que mide 27 x 19 cm.-, iba cosida al paño una imagen de la Virgen de los Dolores. Lo que desconocemos es su iconografía exacta, ya que a la Dolorosa se le ha representado de múltiples maneras, y el tipo de soporte empleado.
    (49) Lleva el estandarte prendido en su tela una etiqueta del desaparecido Museo de Recuerdos Históricos de Pamplona –donde estuvo expuesto en la denominada “Sala de la Legitimidad” (Dolores Baleztena, “Museo Histórico de Pamplona”, pág. 16)- con el texto manuscrito “Bandera de Carlos V. <<Defensa de la Religión y de la Legitimidad>>. 1834”, lo cual nos conduce irremediablemente a la conclusión que en ese Museo no supieron catalogarlo correctamente, no vinculándolo con la Partida de Palillos.
    Fue este vexilo estudiado por vez primera por Luis Sorando, quien cotejando el estandarte y sus características con el libro-catálogo "Banderas y Estandartes del Museo de Inválidos. Su Historia y Descripción" (1909), descubrió que se trataba del estandarte de la Partida de Palillos, y así fue publicado en el catálogo editado con motivo de la exposición comisariada por Alfonso Bullón de Mendoza, "Las Guerras Carlistas", celebrada en el madrileño Museo de la Ciudad (mayo-junio de 2004).

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  3. #103
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    Respuesta: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Hola, no sabia exactamente donde realizar esta pregunta, pero creo que tal vez este sea el hilo más apropiado.

    Pues bien, me gustaria saber, si durante las guerras carlistas existió en los ejercitos carlistas, una escala equiparable a la de los ejércitos gubernamentales, y de ser así cuales eran las divisas de cada rango. A ver si alguien dispone de imágenes y puede aportar algo.

    Un saludo.

  4. #104
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    Respuesta: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Alaveses olvidados


    José María Montoya García de Mendieta, un empecinado. Hemos conocido a este personaje a través de un artículo publicado por Iñigo Jaúregui Ezquibelaen el número 28 de la revista AVNIA y creemos de interés divulgar su figura por su azarosa vida que no es, ni mucho menos, al uso.

    Nació en Lanciego en una familia de labradores en 1811 y en 1833, cuando empezó la Primera Guerra Carlista, se alistó en la facción bajo el mando del cabecilla carlista de la zona Casimiro Saenz de San Pedro, otro empecinado que había intervenido en la guerra de La Convención con los apostólicos y en la fracasada expedición de Mina por Vera. A los pocos meses ascendió a sargento y después a alférez, resultando asignado al cuerpo de guardias de honor de Don Carlos y participando en varias batallas por la península, lo que le hizo acreedor de numerosas medallas, amén del grado de comandante. En 1839 rechaza adherirse al Convenio de Vergara para seguir a Don Carlos al exilio francés y volver a Lanciego en 1841 donde, aprovechando una amnistía, se casó.

    Ya en 1870 participó en la sublevación del 27 de agosto, fue arrestado y condenado a ocho años de prisión en Valladolid aunque cumple sólo uno. Montoya continúa después conspirando con otros a favor del carlismo y al estallar la guerra en 1872 vuelve con brío al ejército carlista como teniente coronel, participando con arrojo en la campaña e incluso saliendo ileso de un atentado. Al final de ésta, ¡con 65 años!, alcanza el grado de brigadier. Unos meses antes se emplaza en la Peña de Lapoblación con 83 fieles, un cañón rayado de 30 centímetros y abundantes municiones y víveres para defender la posición. Allí fue donde recibió la oferta de los liberales vitorianos -25.000 duros si se rendía- pero la rechazó.

    El 28 de febrero de 1876 terminó la guerra aunque Montoya rindió su reducto tres días más tarde. Volvió entonces al exilio a Francia y regresó a Vitoria para terminar como portero del seminario diocesano, al que impuso una condición: poder vestir su uniforme de oficial carlista la jornadas de fiesta. El rector se la concedió con agrado pues sabida es la ideología del clero de la época. Murió en 1900 y fue enterrado en una fosa común en Santa Isabel, siendo muy sentido su fallecimiento por los carlistas alaveses.

    Publicado por El Correo
    Publicado por El Bandido Realista en 08:30










    Para el recuerdo




    Publicado por El Bandido Realista en 02:35

  5. #105
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    El pueblo carlista; la tradición popular contra-revolucionaria de los pueblos de las Españas.


    Circulo Carlista de Mañeru (Navarra)

    Manifestación carlista en Valencia

    Actos carlistas en Bocairente (Valencia)


    Carlistas (Comunión Tradicionalista) en Facebook



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    Etiquetas: Fotos carlistas

  6. #106
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    Requetés, los eternos perdedores



    Hoy se presenta «Requetés de las tricheras del olvido», libro que reúne 65 testimonios orales de los últimos supervivientes de los tercios carlistas de la Guerra Civil




    ARCHIVO PABLO LARRAZ Sobre estas líneas, tercio de requetés de Oriamendi en Vizcaya, en marzo de 1937; a la izquierda, Benito Martínez Albero, de Citruénigo (Navarra), el primer requeté que entró en Bilbao


    PEDRO CORRAL | MADRID


    Alzaron las raídas banderas de sus abuelos, cantaron sus viejos himnos y lemas -«Por Dios, la Patria y el Rey»-, bautizaron sus tercios con el nombre de sus antiguas gestas -Lácar, Montejurra-, y perdieron otra vez... A punto de que las puertas de la Historia se cierren definitivamente a sus espaldas, un libro recoge ahora los testimonios orales de los últimos supervivientes de las unidades carlistas en la Guerra Civil: 65 hombres y mujeres casi centenarios que desgranan sus recuerdos para ganar la última batalla contra el silencio y el olvido. «Requetés. De las trincheras al olvido» (La esfera de los libros), cuya edición ha promovido la Fundación Ignacio Larramendi, con prólogo y epílogo de dos grandes hispanistas, Stanley G. Payne y Hugh Thomas, no es un libro con ánimo de reivindicación ideológica, sino humana. Sí que es un alegato contra el intento de eliminar por decreto, de la memoria de todos, las vivencias de una parte de quienes lucharon en las trincheras. Historias de heroísmo y de abnegación, de idealismo y compromiso, como las que se dieron en el bando opuesto. Unas y otras igualmente dignas de ser conocidas y asumidas, precisamente para que no olvidemos.
    Pablo Larraz Andía y Víctor Sierra-Sesúmaga, expertos en historia e iconografía del carlismo, han compuesto un retablo humano extraordinario, pleno de matices. Es la guerra española vista a ras de suelo, en las trincheras, en los hospitales, en las cárceles, incluso en los talleres de ropa para los combatientes. Sin pretender la elaboración de un estudio global sobre los requetés en la Guerra Civil -60.000 voluntarios encuadrados en 42 tercios, 6.000 muertos-, han conseguido un mapa completo de las vicisitudes del carlismo durante la contienda. Por las páginas de «Requetés» desfilan voluntarios de la primera hora, supervivientes de tercios prácticamente aniquilados, evadidos de las cárceles republicanas, carlistas que desertaron del Ejército Popular, capellanes, médicos, enfermeras, conductores de ambulancia y «margaritas» del Socorro Blanco.
    Sus historias van acompañadas de un magnífico fondo fotográfico que sorprenderá incluso al que cree haberlo visto ya todo sobre imágenes de la Guerra Civil.
    Es difícil destacar los más valiosos testimonios entre tantas voces únicas. Si acaso señalar a José Larrea Ortiz, último superviviente de los míticos «Cuarenta de Artajona», los primeros requetés que entraron en San Sebastián, y que recuerda a dos compañeros, los hermanos Iracheta Vital, que cuando silbaban las balas nunca obedecían la orden de cuerpo a tierra... porque eran sordomudos. A José María Costa Velasco, requeté catalán, del Tercio de Montserrat, que escapó a la aniquilación de su unidad en el cerco de Codo, en la batalla de Belchite. A Joaquín Mansoa Andía, de una familia de ocho hermanos, todos requetés voluntarios, dos de ellos fallecidos en combate.
    Sánchez Mazas
    También a Jesús Lasanta, voluntario con sólo 13 años en el Tercio de Lácar. A Miguel de Legarra, del Tercio de San Miguel, que descubrió en los bosques de Gerona al escritor falangista Sánchez Mazas. A Joaquín Nebreda, superviviente de las matanzas del buque-prisión «Cabo Quilates» de Bilbao. Y a Félix Igoa Garciandía, miembro de la Partida Barandalla, émula de las viejas partidas de la primera carlistada.
    Los testimonios de «Requetés» destilan en su mayoría un sentimiento de desengaño por la posterior inquina de Franco contra quienes fueron sus aliados. Lola Baleztena, fundadora de las «margaritas», recuerda en el libro cómo en el desfile de la victoria en Madrid se prohibió a los requetés marchar con el crucifijo con el que habían entrado en combate en todas las batallas de la guerra. Después siguió la clausura de los círculos carlistas, el cierre de sus periódicos y revistas e incluso la encarcelación de sus veteranos, como los 83 requetés detenidos en diciembre de 1945 en Pamplona por sus críticas al régimen. Los requetés habían ganado una guerra de la que pronto se sintieron perdedores. Hasta en eso fueron fieles a la tradición de sus mayores, como buenos luchadores de una causa perdida.

    Requetés, los eternos perdedores - Cultura - Cultura - abcdesevilla.es

  7. #107
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    Saludos,
    Tres preguntillas:
    1. No se si ya se habrá dicho algo, pero ya que estamos en recomendaciones, ¿cuál puede ser un buen libro de la historia del carlismo? Historia, digamos, como crónica detallada. Un libro de Historia, vaya, para profundizar en los hechos.

    2. Viendo unas pocas entradas más arriba se muesran los libros de Melchor Ferrer, que pueden ser una buena respuesta a la 1ª. Ahora bien, no es un nombre que haya oído demasiado, y me suena haber ojeado un libro que bien podría ser un tomo de la "Historia del Legitimismo", y si mal no recuerdo se escribía desde una perspectica del Partido Carlista, lo que me hace sospechar... ¿Alguien sabe algo de eso? No me gustaría acabar cambiando a Dios por el socialismo ni la patria por la autogestión, y demás.

    3. Finalmente, estoy convencido de que las famosas y muy citadas obras completas de Vázquez de Mella son imprescindibles. Pero no las encuentro en ningún sitio más que tomos sueltos, y pocos. ¿Alguien sabe dónde hacerse con ellas (y a ser posible, sin hipotecar la casa)?

  8. #108
    Avatar de Ordóñez
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    Bandera del Círculo Jaimista de Villava


    Por Iñigo Pérez de Rada

    Bandera del círculo Jaimista de Villava.



    Se trata de una bella bandera confeccionada por las Margaritas navarras para el Círculo Jaimista de Villava (Navarra). Debemos datarla entre 1909, año en el que Don Jaime III de Borbón sucede a su padre Don Carlos VII en el trono de la dinastía carlista y 1931, cuando fallece.
    En su faz principal en seda blanca aparecen pintados al óleo el trilema tradicionalista de "DIOS PATRIA REY" y una meritoria representación de la Inmaculada entre ramos de laurel, bajo corona Real, flanqueada por dos voluntarios carlistas navarros uniformados a la manera de la 3ª Guerra Carlista en posición de firmes presentando armas ante Nuestra Señora, todo sobre dos escudetes de Navarra y la Casa de Borbón, respectivamente.
    El reverso es de tafetán carmesí y lo ocupa la leyenda "CIRCULO JAIMISTA VILLAVA" rodeando su escudo municipal timbrado por corona abierta, también pintado.
    Remata la pieza un fleco en hilo de oro en todo su perímetro excepto la vaina.
    Fue condecorada la enseña con la Cruz de la Orden de la Legitimidad Proscrita el día 8 de diciembre de 1935, día de la Inmaculada Concepción.



    En esta fotografía aparece Doña Dolores Baleztena Ascárate (1) junto a la bandera que ahora presentamos, en actitud declamatoria dando un entusiasta discurso ante los villaveses en 1935, el cual fue descrito por ella en los siguientes términos:
    "Como colofón de aquel año, el día de la Purísima se celebró el grandioso mitin de Villava. El frontón del pueblo estaba a rebosar y al son de un cortenín entró formado el Requeté. Hablé a los muchos leales de ese pueblo obrero, y después se impuso a la bandera la Cruz de la Legitimidad Proscrita, por haberse mantenido fiel a don Jaime cuando la escisión de Mella" (2).

    Medalla de la Orden de la Legitimidad Proscrita


    NOTAS

    (1) Dolores Baleztena Ascárate (1895-1989) fue una eminente escritora y conferenciante de temas folclóricos y carlistas. Fundó y presidió la organización de las "Margaritas". Junto a su hermano Ignacio creó el museo de Recuerdos Históricos de Pamplona.
    (2) Pablo Larraz Andía y Víctor Sierra-Sesúmaga. "Requetés. De las trincheras al olvido". La Esfera de los Libros. Madrid, 2010. Página 578. La foto de la Sra. Baleztena aparece en la pág. 568.
    Publicado por carlismoenlared en 08:10 0 comentarios


  9. #109
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    Saludos,
    ¿Hay algún motivo por el que no aparece mi post anterior? Se me dijo al enviarlo que habría de aprobarlo un administrador.

  10. #110
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    Cita Iniciado por Firmus Ver mensaje
    Saludos,
    ¿Hay algún motivo por el que no aparece mi post anterior? Se me dijo al enviarlo que habría de aprobarlo un administrador.
    Este fin de semana no habido nadie disponible para revisar mensajes de nuevos foristas, disculpas por el retraso. Ya está publicado.

    Bienvenido.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  11. #111
    Avatar de muñoz
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    Saludos,


    2. Viendo unas pocas entradas más arriba se muesran los libros de Melchor Ferrer, que pueden ser una buena respuesta a la 1ª. Ahora bien, no es un nombre que haya oído demasiado, y me suena haber ojeado un libro que bien podría ser un tomo de la "Historia del Legitimismo", y si mal no recuerdo se escribía desde una perspectica del Partido Carlista, lo que me hace sospechar... ¿Alguien sabe algo de eso? No me gustaría acabar cambiando a Dios por el socialismo ni la patria por la autogestión, y demás.

    BREVE HISTORIA DEL LEGITIMISMO ESPAÑOL. Melchor Ferrer - La Librería Católica


    Es antiguo, así que no tiene ningún halo del PC.

  12. #112
    Defensor_fidei está desconectado Miembro Respetado
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    ¿Alguien podría poner más información sobre la boina carlista, sobre la inmigración de carlistas a Argentina y su desempeño en los distintos acontecimientos políticos de nuestro país? Muchas gracias

  13. #113
    Avatar de Firmus
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    Cita Iniciado por muñoz Ver mensaje
    En ese caso, me parecería interesantísimo empezar con ella, aunque la "breve historia" puede ser un buen aperitivo.
    Consideraciones políticas ya aparte, ¿qué valoración merece como obra, a juicio de ustedes, la magna "historia del tradicionalismo"?
    ¿Alguien sabe dónde se puede adquirir?


    -----------
    Firmus et Rusticus

  14. #114
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    EL ROSTRO DEL CURA SANTA CRUZ


    El rostro como espejo del alma. Mirada dura, fuerte, recia... Así nos contempla desde la eternidad Manuel Santa Cruz Loidi, el Cura Santa Cruz. Soy de la opinión de que un cura como él en cada pueblo de España, y se acaban los problemas. No quedaría ni una sabandija para contarlo. Encontré hoy este retrato de mi querido Cura Santa Cruz, que en gloria esté, y quise dedicarle la meditación del día.

    Hoy, con tanta tontería, su caso constituye prácticamente un escándalo. Cuesta trabajo, después de tantas décadas debilitándonos moral y físicamente, aceptar para el común de los católicos que un cura párroco deje su parroquia, se eche la escopeta al hombro y se vaya a saltar peñas como las cabras. Sí, vamos a decirlo sin tapujos: a matar liberales y escarmentar a todo aquel que llevara mala vida en los pueblos.

    Tipos como el Cura Santa Cruz no pueden ser comprendidos por gente blandengue que vive en una época donde todo está bien visto (hasta la aberración de matar a los fetos), todo se aprueba menos llevar el Reinado Social de Jesucristo a sus últimas consecuencias.

    Alguien nos está tratando de convencer, continuamente, de que todo está permitido; pero no se nos permite ser coherentes con principios que piden algo más que una adhesión teórica. Hay verdades que nos demandan jugarnos la vida y, sin duda, combatir a cuantos se opongan a ellas.

    El Cura Santa Cruz era de una raza en extinción. La raza de los que, cuando violan a su madre, no llaman al abogado, ni a la Guardia Civil... Sino que se toman la justicia por su mano, de un modo, sí, bárbaro (cortándole los testículos al violador), salvaje (cruzándole la cara con la espuela al enemigo)... Y fuerte: matando al transgresor, matando al malo. Eso no nos lo permite un Estado que quiere controlar algo más que nuestras cuentas bancarias... Un Estado extraño que quiere doblegar nuestra voluntad. Un Estado que consiente todas las maldades y vicios, mientras que sanciona la virtud.

    Por eso, el Cura Santa Cruz no sólo fue un carlista. Fue un hombre. De los que hoy apenas quedan. Ojalá hubiera muchos como él... Y los malos tendrían que buscar refugio debajo de la tierra... Y ni allí podrían estar tranquilos.

    ¡Viva el Cura Santa Cruz, terror de los liberales y verdugo de los malos!
    Publicado por Maestro Gelimer en 12:53

  15. #115
    Avatar de Ordóñez
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  16. #116
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    Bandera de combate del Tercio de San Miguel


    Bandera de combate del Tercio de Requetés de San Miguel, 1936. Guerra Civil Española.
    El Tercio de San Miguel lo componían voluntarios carlistas de Navarra y Guipúzcoa. Intervino formando parte de la 5º Brigada (luego División) de Navarra en los frentes de Guipúzcoa, Vizcaya, Santander, Asturias, Brunete, Aragón y Cataluña, obteniendo por su heroísmo la Medalla Militar Colectiva. Pasaron por el Tercio 6.800 hombres de los que resultaron 370 muertos y 3.800 heridos.



    La Junta Central Carlista de Guerra de Navarra regaló en 1936 a cada uno de los Tercios de Requetés una bandera de combate de iguales características cada una, siendo el diseño elegido los colores de España, estos son los rojo y gualda, y figurando en sus anversos el escudo de la Monarquía incorporando el Sagrado Corazón de Jesús entre los cuarteles correspondientes a las armas de Castilla y León; en cada uno de los reversos figura la Cruz de Cristo y el nombre del Tercio correspondiente. Fueron hechas de material resistente para soportar la dura vida de campaña y combate. La del Tercio de San Miguel mide 118 x 146 cm.
    En la primera foto podemos ver la bandera del San Miguel (1) y a continuación al alférez don Miguel de Legarra Belástegui (2) portando esa misma enseña en el desfile celebrado el día 28 de enero de 1939 por el Paseo de Gracia, de Barcelona. El propio abanderado dejó consignadas sus impresiones, no exentas de buen humor, sobre el desfile en sus Memorias, que a continuación transcribimos:
    "Al frente del Tercio de San Miguel marchaba el capitán Valentín Erburu, comandante accidental, a su derecha el teniente José María Subijana, en funciones de ayudante, dos pasos detrás de mi asistente Bernardino Legarra, "Tomasín", como cornetín de órdenes. Entre éstos y las compañías que formaban en columna de honor desfilé yo portando la bandera, lo que supuso para mí un gran orgullo y también un sensible sacrificio, porque la enseña nacional estaba montada en un larguísimo palo, una gruesa rama de árbol cuyo extremo inferior un tanto aguzado tuve que encajarlo, más bien clavarlo, entre mi aún lisa barriga y la cadera a falta de una bandolera apropiada para el portaestandarte, de manera que entre el peso del asta y el viento que hacía ondear la bandera de considerables dimensiones, me obligaban a hundirla cada vez más en mi ijada derecha para mantenerla firme y aquella lanza me hacía ver las estrellas, suplicio que soporté sin quejidos hasta finalizar la parada militar, suspirado momento en que pude restregarme con fuerza para aliviar la parte dolorida, en la que me quedó un redondo y amoratado cardenal a modo de condecoración que premiaba mis sufrimientos por la Patria" (2).

    NOTAS

    (1) Foto extraída del libro de Iñigo Pérez de Rada "Navarra en Guerra. Banderas, Trofeos de Guerra y otros Recuerdos de los Tercios de Requetés y Divisiones de Navarra en la Guerra Civil Española" Ed. Museo de Tabar, 2004.
    (2) Foto y texto extraídos de la obra autobiográfica de Miguel de Legarra y Belástegui "De la calle Pi y Margall al Tercio de San Miguel". Editorial Actas. Colección Luis Hernando de Larramendi. Madrid, 2008.
    Publicado por carlismoenlared en 09:47 0 comentarios

  17. #117
    Chanza está desconectado Miembro graduado
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    Respuesta: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Cita Iniciado por francdb Ver mensaje
    Hola, no sabia exactamente donde realizar esta pregunta, pero creo que tal vez este sea el hilo más apropiado.

    Pues bien, me gustaria saber, si durante las guerras carlistas existió en los ejercitos carlistas, una escala equiparable a la de los ejércitos gubernamentales, y de ser así cuales eran las divisas de cada rango. A ver si alguien dispone de imágenes y puede aportar algo.

    Un saludo.
    Por supuesto que existía esa escala. Hay que tener en cuenta que durante la I Guerra Carlista, por ejemplo, los Reales Ejércitos (carlistas) contaban con lo mejor de los jefes y oficiales del Ejército fernandino, purgados por el gabinete Zea Bermúdez para facilitar el golpe de estado liberal. Hasta donde recuerdo, divisas y emblemas son, en la mayor parte de las unidades, los mismos que existían antes de 1833.

    En la III Guerra Carlista se produce una adaptación a los usos militares de la época. Pero me temo que tendrá que recurrir a la bibliografía especializada en esas guerras. Algo ya se apunta más arriba en este hilo.

  18. #118
    Avatar de Ordóñez
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    Como regalo adelantado al día de mi santo he recibido Requetés, de las trincheras al olvido. Ahora estoy liado con la lectura de Amor de Perdição de Camilo Castelo Branco, pero no tardaré mucho en acabar. El libro tiene muy pero que muy buena pinta.





    Manifiesto Carlista de Guadalajara ( 20 de febrero de 1873)


    A los habitantes de la Comandancia General de Guadalajara.

    Arrancadas y destruidas por los secuaces del supersticioso e impío liberalismo todas las libertades que nos daban nuestros venerandos fueros; pisoteadas y escarnecidas nuestras gloriosas tradiciones, y despojada nuestra patria de las ricas posiciones que el genio de Colón les mostrara, y cien gigantes caudillos conquistaron con sus gloriosas espadas allende los mares; reducida España a la impotencia, siendo objeto de la burla de otros pueblos que siempre bajaron la frente ante su glorioso pabellón; entregada esta orgullosa matrona, atada de pies y de manos a sus enemigos de siempre por una gavilla de cínicos e infames especuladores que, mercaderes impúdicos, han puesto sus hijos y sus riquezas en poder del mejor postor para conseguir una cantidad suficiente a satisfacer los apetitos de su loco orgullo, y siendo tan terribles los males que nos amenazan, hora es ya de que todos los que sientan latir en su pecho un corazón honrado y se crean capaces del rubor de la vergüenza abandonen sus casas, y armados como les sea posible acudan al punto de la cita para que, unidos todos, podamos dejar libre de tiranos y exento de leyes y costumbres extranjeras a esta patria querida, tan explotada y envilecida por esos traficantes sin conciencia y sin honra.

    Su empresa no tiene las dificultades que esos enemigos de España pregonan en su ciega ignorancia y negro rencor a la patria. ¿No somos hijos de aquellos que a principios del siglo dejaron sus hogares para salvar su independencia, de aquellos que se armaron de estevas y garrotes contra trescientos mil soldados franceses, a los que humillaron y vencieron? Y si nuestros padres todo lo abandonaron por «su Dios, por su patria y por su rey, cuando sintieron el llamamiento patriótico del alcalde de Móstoles, ¿seríamos nosotros dignos de llamarnos sus hijos si no acudiéramos presurosos a nuestro puesto, llenos nuestros corazones de la fe santa con que pelearon nuestros antepasados, desde Iñigo, Arista, Sancho, Ramírez, hasta los que defendieron por siete años consecutivos la gloriosa bandera de la religión y de la legitimidad, hoy que nuestro legítimo y egregio monarca nos llama y España nos grita: “Salid de vuestros hogares y limpiad mi suelo de esa turba de traidores que os aniquilan y entristecen, a la vez que os roban el pan de vuestros hijos”? ¡No!

    Impúdicos tiranuelos de lugar, polizontes vendidos a esta quisicosa que llaman monarquía constitucional o democrática, o republicana... de pega, señores salidos de la ley de desamortización, antes que, como los sapos, se hinchan en la inmunda laguna de la expropiación de los bienes de los pueblos y de la Iglesia, os aconsejan que no cumpláis con vuestro deber, pero si reparáis en sus títulos y antecedentes; si miráis de dónde salieron y a dónde van; si examináis sus “honrados tráficos”, tendréis bastante para persuadiros que esos “hallados” y decentes señores son el primer eslabón de la cadena de nuestra ignominia, la primera página del libro de nuestra vergüenza.

    Miradlos protegiendo a los truhanes que fían el pan de sus hijos a un “entrés” o un “elijan”, o quizás a la confianza del banquero de “monte”; miradlos cómo los apadrinan para que atropellen a los hombres honrados, trabuco en mano, y al consabido grito de viva la libertad y la república.

    Esos son los mismos que os prestan el dinero al treinta por ciento, abusando de vuestra necesidad; esos son los mismos que en las elecciones han hecho miles de infamias fusil en ristre; esos son los mismos que, poniéndose siempre a disposición de conservadores y radicales, de moderados o unionistas, os insultaron siempre, os lamieron los pies para que les ayudarais a servir a sus amos, lo cual os valió el quedaros sin montes, sin dehesas, sin hornos y hasta sin fraguas. Hiciéronse ricos comprando con cuatro cuartos y mil picardías todos los predios que constituían vuestra riqueza común, y lo hicieron gritando unas veces orden y otras anarquía, y así crecieron y medraron... que así crecen y medran los que reniegan de su Dios, pisotean su conciencia y escupen al rostro de su patria.

    ¡Viva la libertad!, gritan los verdaderos hijos de España. ¡Abajo la república, última manifestación del extranjero yugo! ¡Fuera, fuera esos miserables caciques que en la ciudad o en la villa, en el pueblo o en la aldea, visten el hipócrita antifaz de buenos, cuando son perversos servidores de los enemigos de España!

    El día de la liquidación está cerca, y esos truhanes tiemblan que se acerque el momento, porque se quitará el polvo de sus innumerables infamias y expiarán su delito.

    Ese día será España para los españoles honrados, sus presidios para los criminales, y habrá decencia, honra, libertad, justicia y progreso; pero será moneda de ley, no salida del cuño donde hasta el lenguaje se ha falsificado.

    Sólo los malos tiemblan ante el triunfo del partido español. ¿Sabéis por qué? Ellos saben que sólo el partido carlista es el llamado para hacer justicia, el único que puede hacerla, el único que la hará...
    Si el partido carlista no tuviera pruebas de lo que es, bastárale para ser querido de los hombres de bien el solo hecho de ser odiado de los tunantes.

    El triunfo es seguro: el más enemigo nuestro lo prevé por lo menos, y si no lo confiesa es porque le aterra y le aterra porque sabe perfectamente que tanta inmundicia y tanto cieno serán barridos radicalmente en su día.

    ¡A las armas, pues, valientes hijos de esta noble patria! Salgamos de este sopor que nos deshonra, corramos a arrancar los fusiles a esos serviles esclavos defensores de la deshonra de la patria, y con ellos recobraremos nuestra independencia, nuestros fueros y libertades, la libertad de nuestra sacrosanta religi6n y el engrandecimiento y prosperidad de nuestra riqueza.

    ¡Basta de palabras! ¡A los hechos!

    ¡Viva la libertad cristiana, la única verdadera! ¡Viva la religión católica, apostólica, romana! ¡Viva Carlos VII! ¡Vivan los fueros de Aragón y las franquicias de Castilla! ¡Abajo todo sistema extranjero!

    Campo del honor, 20 de febrero de 1873.

    El segundo comandante general teniente coronel, Andrés Madrazo.
    Publicado por Fran en 1:49 AM





    Tendilla y los Carlistas


    Apuntes Históricos y Biográficos compilados por José L. G. de Paz..


    Tendillaperteneció a los Mendoza o sus descendientes hasta la Constitución de Cádiz. Vengan algunos datos más sobre los Mendozas y de su relación con la Villa de Tendilla, así como sobre la Historia de esta Villa y sus vecinos.

    A la muerte de Fernando VII en 1833 tuvimos una de nuestras Guerras Civiles entre los partidarios de su hija Isabel II ("liberales", "isabelinos" o "cristinos") y los de su hermano Carlos ("carlistas" o "absolutistas"). Fueron siete años de guerra llamada "La Primera Guerra Carlista". Durante ella expediciones carlistas importantes pasaron dos veces por Tendilla requisando lo que pudieron.

    GUERRA CARLISTA

    El general carlista Miguel Gómez realizó una incursión por la retaguardia isabelina (en la que contó con el apoyo de Ramón Cabrera) en julio de 1836 desde las bases carlistas en el norte hacia Oviedo, Santiago, León, Palencia, pasa a Jadraque (junto a Matillas derrota el 30 de agosto al general Narciso López que mandaba a un ejército isabelino perseguidor), es guiado a Brihuega por la partida alcarreña carlista de los Cazaporras, se escapa a Utiel y llega hasta Córdoba, Cáceres y Algeciras.

    A su regreso pasó por Buendía, y por Sacedón siguiendo la antigua N-320 marchó rápidamente el 9 de diciembre de 1836 por Tendilla para pernoctar en Horche. El general Isidro Alaix les perseguía de cerca y Gómez el 10 pasó a media legua de Guadalajara entablando una escaramuza con la guarnición, siguió por Torija, Hita y Cogolludo hacia Burgos y el Pais Vasco a dónde llegó a finales de Diciembre de 1836. Su principal efecto sobre Tendilla y otras villas fue el decomiso de alimentos y animales de transporte (mulas principalmente) amén de algunos partidarios que le siguieron. En la ciudad de Guadalajara se convirtió la iglesia de San Francisco (con el panteón de los Infantado) en un cuartel-fuerte para albergar a la guarnición isabelina.

    Al año siguiente la "Expedición Real" en la que iba el pretendiente D. Carlos llegó ante Madrid el 12 de septiembre. Espartero, que venía con sus tropas de Cuenca hacia Madrid para impedirlo, había dormido en Tendilla la noche del 11 y llegaba el 12 al anochecer a Alcalá de Henares. D. Carlos se retiró desde Madrid (hecho no explicado aún pues parecía tener Madrid a mano) llegando a Mondéjar el 13 de septiembre de 1837 dónde, amén del buen recibimiento, se alistaron unos mil voluntarios. Espartero entraba ese día en Madrid y el general carlista Ramón Cabrera pernoctaba en Pastrana. Cabrera llegaría a entrar en la propia Guadalajara el 17 de madrugada, aunque la abandonaría a las pocas horas.

    VIENEN LOS CARLISTAS

    La batalla, que sería decisiva, se dió el día 19 siendo derrotados por Espartero los carlistas mandados por González Moreno en Aranzueque lo que provocó la retirada de D. Carlos que tras descansar en Hontoba (parte de sus tropas fueron a Hueva, parte se extraviaron y Cabrera se retiraría por Pastrana hacia Cuenca y Teruel) pasó al amanecer del 20 por Tendilla con tan mal acierto que la zona estaba llena de enemigos: justo una hora después de pasar llegaban los perseguidores isabelinos dividiendo a las tropas carlistas, algunas de las cuales debieron retirarse hacia Valencia. Por la marcha forzada, el calor y el no comer alimento desde Hontoba, el camino se llenó de rezagados carlistas perdidos y hambrientos al tener que abandonar a veces las raciones requisadas con dificultad.

    De Tendilla llegó D. Carlos a Brihuega el 20. Allí fue avisado por un corneta, caido prisionero en el crucero de Tendilla y luego escapado, de la llegada de los isabelinos saliendo el 21 hacia Cifuentes, el 24 en Atienza, el 26 pasaban el Duero en Gormaz y de ahi (tras otras vicisitudes y batallas) hacia el territorio carlista. Una marcha forzada!

    En Tendilla me han hablado de recordaban se había hecho disparos contra los carlistas desde lo alto de la torre de la Iglesia, y que los carlistas "dejaron sin calzones a Juan Ropero". Por cierto que Espartero llegó antes que sus tropas a Fuentes de la Alcarria en la rápida persecución pudiendo haber caido allí prisionero el 21 de septiembre.

    La segunda y tercera guerras carlistas apenas afectaron a Tendilla. En primavera de 1872 Madrazo hace una proclama en Guadalajara prometiendo "defender la bandera carlista y las franquicias de Castilla" con poco éxito. Una pequeña partida proviniente de Cuenca y mandada por Luna apareció en Tendilla el 6 de julio de 1873 y tras un combate el 7 en Valfermoso de Tajuña fue copada por la fuerza del capitán de la Guardia Civil Robles. El general carlista Angel Villalaín operó en Cuenca y Guadalajara llevandose de Siguenza 200 fusiles en enero de 1874.

    Las tropas carlistas de Villalain (aunque nominalmente al mando de Alfonso de Borbón y Este, hermano del pretendiente Carlos VII) atacarán la cercana Cuenca el 13 de julio de 1874 y la tomaran y saquearan el 16. En el maltrato a la villa y sus habitantes destacó María Nieves de Braganza, esposa del enamorado Alfonso y mujer de fuerte caracter que acudía a animar a sus soldados al campo de batalla y de la que se cuenta que portaba armas al cinto.

    Asimismo Villalaín efectuaría una correría por la vega del Tajuña en la que cojieron lo que pudieron a su paso y conquistaría Brihuega el 3 de agosto de 1874 por un breve periodo. Como se ve, es principalmente una guerra de partidas y correr¡as sin una ocupaci¢n permanente del territorio conquistado.

    Bibliografía:

    Jaime del Burgo, "Para la Historia de la Primera Guerra Carlista" (1981).
    Alfonso Bullon de Mendoza, "La Primera Guerra Carlista" (1992).
    Antonio Pirala, "Historia de la Guerra Civil y de los Partidos Liberal y Carlista" (reed. 1984) .
    Roman Oyarzun, "Historia del Carlismo" (1965).
    Principe de Lichnowsky, "Recuerdos de una guerra" (1942).
    Melchor Ferrer, Domingo Tejera y Jose Acedo, "Historia del Tradicionalismo espanol" (1941).
    Publicado por Fran en 3:06 AM

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    Respuesta: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    He aquí un personaje que siempre me interesó bastante. ¿Conocéis bibliografía?


    Félix Lichnowsky - Wikipedia, la enciclopedia libre



    Félix María Vincenz Andreas Príncipe Lichnowsky, conde de Werdenberg, (palacio Grätz, junto a Troppau, 5 de abril de 1814Fráncfort del Meno, 18 de septiembre de 1848) fue militar y político en Alemania y en España.

    Felix Maria Vincenz Andreas Fürst von Lichnowsky.


    Contenido

    [ocultar]


    En Alemania [editar]

    El príncipe Félix Lichnowsky era terrateniente en Silesia, ostentando los títulos Príncipe de Lichowsky, Conde de Werdenberg y Señor de Woschütz. Tenia cuatro mayorazgos y el señorío de Grätz. Poseía en la Silesia austriaca una ciudad y 19 poblados y otros 26 poblados en la Silesia de Prusia. Culto, amante de la literatura, el arte y la música. Beethoven le dedicó su segunda sinfonía.[1]
    En España [editar]

    Su espíritu aventurero y romántico le trajo en 1837 a España, alistándose en el ejército carlista, participando en la Primera Guerra Carlista. «...Vino a España atraído por el brillo de aquella guerra...».[2] Esta guerra se estaba desarrollando desde 1833 al pretender Carlos María Isidro de Borbón disputar el trono a su sobrina la reina Isabel II.
    Bien provisto de dinero, caballos, equipaje, cartas de recomendación, y con dos criados, partió desde Suiza finalizando el mes de febrero de 1837, atravesó Francia, llegó a Bayona el día 3 de marzo, contactó con enlaces franceses que servían a los carlistas y que le encontraron como guía al mismo contrabandista francés que en julio de 1834 había conducido al Pretendiente hasta Navarra. Dos días después marchó a Sara y al siguiente día, vestido como aldeano vasco, con su guía que no paraba de hablarle en vascuence, idioma que Lichnowsky no entendía, por lo que no hacía más que contestar a su interlocutor con «bai jauna» (sí señor), todo ello para engañar a los numerosos agentes de la policía francesa que vigilaban la frontera, para impedir el paso de ciudadanos europeos a la frontera española dominada por los carlistas. Sin contratiempo alguno, a pleno día, tras unas pocas horas de marcha, el guía le dejó en Zugarramurdi, localidad española en la que los carlistas tenían establecido un retén para acoger a los europeos que venían a alistarse en sus filas. Al llegar se fijó en que había frontón para jugar a la pelota y le contaron que muy cerca existía una famosa cueva. Fue conducido a Irún, donde, mientras esperaba que de la corte del Pretendiente llegase el comunicado de que era aceptado, se le reunieron sus criados que con los caballos y el equipaje habían atravesado también la frontera. Mientras esperaba se alojó en un buen hotel donde «...la mesa era excelente: los mejores pescados, los manjares más exquisitos abundaban; el vino, oscuro de color, era muy fuerte (tinto de la Rioja). Se transporta en odres a Guipúzcoa y con el viaje mejora y resulta excelente».[3]
    Recibió su uniforme que consistía en un grueso chaquetón azul, un pantalón rojo y boina roja con borla de plata y fue llevado a la corte del Pretendiente donde quedó asombrado por la multitud de ministerios con su correspondiente personal dedicados a llevar los asuntos de estado. Según él, «...un buen secretario y un honrado cajero hubieran bastado para hacer marchar mucho mejor los asuntos».[4] Fue presentado al Pretendiente y ascendido a general de brigada y días después conoció al infante Sebastián, participando con él en la fase final de la batalla de Oriamendi. Formó parte de la Expedición Real que abandonó Navarra el 19 de marzo de 1837 y que por el Alto Aragón, Cataluña, Valencia, Teruel se presentó, tras haber librado batallas en Huesca, Barbastro, Grá, Chiva y Villar de los Navarros, enfrentándose con desigual suerte a los ejércitos isabelinos, llegó ante Madrid el 12 de septiembre de 1837, y sin haber realizado el menor intento de asaltar la ciudad, se retiró, habiendo sufrido grandes pérdidas y completamente desmoralizada, al territorio vasco-navarro del que había partido.
    En julio de 1838 recibió el encargo de realizar misiones diplomáticas, quizás también financieras, en Alemania y Austria, aunque nada cuenta en sus memorias sobre estas misiones. Salió de España nuevamente con la ayuda de contrabandistas vasco-franceses y tras realizar gestiones en París, Salzburgo, Viena y Módena, embarcó en Génova, desembarcó en Marsella, paró en Burdeos donde visitó a dos hijas de Rafael Maroto y volvió a entrar en Navarra con la ayuda de un contrabandista, que esta vez se ayudaba con un perro adiestrado que avisaba la cercanía de los gendarmes franceses. Maroto había sido nombrado jefe del ejército carlista del Norte y Lichnowsky, que durante su estancia desde febrero de 1837 había entrado en contacto con las personas más influyentes del bando carlista en el territorio vasco-navarro, fue testigo de cómo se acrecentaban las rencillas y los odios que habían de llevar a la descomposición del ejército que se vería obligado a claudicar en Vergara al año siguiente. Descontento del ambiente que reinaba y aconsejado por Vicente González Moreno pidió y obtuvo permiso para trasladarse a Cataluña para ponerse a las órdenes del conde España. Harto de realizar la travesía de la frontera con la ayuda de contrabandistas, llegó a la frontera francesa, pidió a los gendarmes hablar con su jefe al que le dijo que ya había atravesado unas cuantas veces la frontera, burlando la vigilancia de los gendarmes franceses y que, o le dejaba pasar esta vez la frontera mediante un salvoconducto o volvería a utilizar a un contrabandista como guía pero que antes encargaría que en uno de los periódicos de Bayona la publicación de una nota en la que anunciaría el día y hora en que realizaría el paso y que, una vez llegado a Burdeos, publicaría nuevamente una nota con su «agradecimiento a las autoridades francesas por haberme dejado pasar, a pesar de mi aviso».[5]
    La sorprendente propuesta tuvo éxito y pudo «...en pleno día, vestido con mi uniforme carlista...».[6] Viajó por Francia, siendo siempre recibido por importantes personajes militares, políticos y nobles del país, hasta Perpiñan donde se puso nuevamente en manos de contrabandistas, que no eran duchos como los vasco-franceses, ya que perdió sus caballos y su equipaje durante la travesía de los Pirineos aunque los volvió a recuperar más tarde, llegando a Ceret, primer pueblo carlista.
    Durante su estancia en España se interesó por los palacios, iglesias y conventos que encontraba en su itinerario. Así dice que en Villar de los Navarros vio una «Coronación de la Virgen», por Herrera el viejo; en el palacio del Infantado en Guadalajara contempló el retrato de la Princesa de Eboli y en Covarrubias descubrió un Alberto Durero.[7]
    Obras [editar]


    • Erinnerungen aus de Jahren 1837, 1838 und 1839. Fráncfort del Meno, 1848. 2ª edición en 1848. Edición francesa: Souvenirs de la guerre civile en Espagne (1837 a 1839). París 1844. Edición española: Príncipe Félix Lichnowsky. Recuerdos de la Guerra Carlista (1837–1839). Madrid, 1942

    Literatura [editar]


    • Felix Lichnowsky. Erinnerungen aus den Jahren 1837, 1838 und 1839. Fráncfort del Meno, 1841
    • Adolfo Loning. Das spanische Volk in seinen Ständen, Sitten und Gebräuchen mit Episoden aus dem Karlistischen Erbfolgekriege. Hannover 1844.
    • August Karl von Goeben. Vier Jahre in Spanien. Hannover, 1841
    • Wilhelm von Rahden. Aus Spaniens Bürgerkrieg 1833–1840. Berlin, 1851

    Referencias [editar]


    1. Prólogo de José M. Azcona de la edición española de Lichnowsky. Recuerdos de la Guerra Carlista (1837–1839), Madrid
    2. José M. Azcona. Zumalacárregui. Estudio crítico de las fuentes históricas de su tiempo. Madrid, 1946
    3. Félix Lichnowsky. Recuerdos de la Guerra Carlista (1837–1839). Madrid, 1942. Pág. 37
    4. Félix Lichnowsky. op. cit. pág. 43
    5. Félix Lichnowsky. op. cit. pág. 217
    6. Félix Lichnowsky. op. cit. pág, 217
    7. Félix Lichnowsky. op. cit. págs. 152, 206 y 152


    Enlaces externos [editar]

    Wikimedia Commons alberga contenido multimedia sobre Iconografía de la Primera Guerra Carlista.

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    Respuesta: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    http://www.carlistas.es/detalle_nota.php?id=561

    31 de mayo, Pamplona. REDESCUBRIENDO LA HISTORIA. REQUETÉS. DE LAS TRINCHERAS AL OLVIDO. CRÓNICA DE UNA PRESENTACIÓN


    Se llenó de público el aforo del hermosísimo patio porticado con ocasión de la presentación del libro Requetés. De las trincheras al olvido, que tuvo lugar en el “Museo del Carlismo” recientemente inaugurado en Estella, la ciudad del Ega. La discreta luz del sol penetraba por la limpísima claraboya de cristal que cubre el patio, a las 12 del mediodía del 29 de mayo. La convocatoria de la presentación de Requetés, libro editado e impreso recientemente, corrió a cargo de la “Fundación Ignacio Larramendi” y la editorial “La Esfera de los Libros”.


    Con este libro, los acontecimientos históricos que trata ya no se pueden ignorar ni tergiversar. Tarde o temprano las verdades salen a la luz. El libro tiene 955 páginas y 450 fotografías inéditas de pequeño a gran tamaño, como resultado de un gran proyecto de investigación que ha seguido la metodología propia de la Historia oral. Un “libro de relatos y retratos” (Sierra) a partir de la memoria de los supervivientes directos de la guerra de 1936, entendida y vivida por los Requetés como Cruzada. Junto a los requetés en sus diversos destinos y servicios, hay abundantes testimonios de la mujer carlista en el Hospital “Alfonso Carlos”, “Frentes y Hospitales”, el Hospital de sangre de Lesaca, la oficina de Socorro e Información, como voluntarias de ropería etc.


    Pablo Larraz Andía y Víctor Sierra-Sesúmaga, autores acompañados en el acto por ocho margaritas y requetés que viven entre nosotros, fueron la cara visible de la Historia en este cuidado y emotivo acto de presentación. Ambos autores, más otros que les aportaron sus materiales como Jesús María Ibero, entrevistaron a 205 requetés y margaritas durante diez largos años, de los cuales se recogen en este libro 65 testimonios. Hay recuerdos de voluntarios fogueados en el frente de batalla, heridos, enfermeras, cautivos y evadidos, y mujeres que realizaban en silencio servicios en la retaguardia. El resto de las entrevistas, hasta las 205 recogidas, figurará en la página Web de la “Fundación Ignacio Larramendi”.




    Estuvieron en el acto ocho de los entrevistados: Rosario Jaurrieta Baleztena (Pamplona, enfermera de Frentes y Hospitales), Félix Andía Larraya (Olite-Navarra, Tercio de San Miguel), Rufino Garay Sautua (Vizcaya, Tercio de Estíbaliz), Ismael Madariaga (Vizcaya, Tercio de Begoña), Miguel Arbea y Sola (Sangüesa-Navarra, Tercio de Lácar), Jesús Lasanta Ruiz-Navarro (Logroño, Tercio de Lácar), Luís Jáuregui Ayesa (Echauri-Navarra, Tercio de Navarra) y Miguel Legarra Belástegui (San Sebastián, Tercio de San Miguel). Al parecer, Lasanta fue el requeté más joven de España, pues salió al frente con apenas 13 años. Al final de la presentación tomó la palabra el requeté y luego también periodista, Miguel Legarra, ya mencionado. Entre los asistentes estaban Mª Isabel Eusa, la hija del arquitecto pamplonés Víctor Eusa, y personas dedicadas a la cultura, la investigación y docencia, el periodismo, familiares y conocidos.


    El presentador, don Joaquín Ansorena, persona conocida en el ámbito de la cultura navarra y vicepresidente del comité asesor del “Museo del Carlismo”, destacó el significado de la valiosa presencia “in situ” de varios de los entrevistados, cuyos testimonios forman parte del extenso libro de Historia titulado Requetés, que sigue la metodología de la Historia oral, editado por “La Esfera de los Libros”. Según afirmó, sus autores han plasmado con gusto, una amena narración y afinidad, las entrevistas realizadas con un método académico y una obligada pulcritud técnica. A decir de Ansorena, el lugar más indicado para la presentación era este “Museo del Carlismo”, palacio que fue de Juan de Echávarri y Larráin, convertido hoy en “hogar cultural, hogar de conocimiento” (Caspistegui).


    Luis Hernando de Larramendi, en representación de la Fundación Ignacio Larramendi que ha promovido esta investigación y libro, destacó que todo ello se había concebido mucho antes de la actual campaña sobre la llamada “Memoria histórica”. Ahondó en el carácter académico del libro, lo que no significa ausencia de cariño hacia sus protagonistas, como es general –añado- en todo estudio biográfico. Se ha contado una historia sencilla, bella, formada como tapiz trenzado por 65 narraciones verdaderamente emocionantes, surgidas en circunstancias extraordinarias, expresión de unas vidas enraizadas, responsables y hasta comprometidas. ¿La oportunidad? Este libro ha querido perpetuar en la memoria los motivos que llevaron a los requetés a participar en la guerra de 1936-1939, hoy incomprendidos por ignorancias, tergiversaciones y los prejuicios propios de la actual sociedad materializada. Era necesario rescatar del olvido testimonios directos, en los que ha aparecido una y otra vez una historia personal y verídica, sencilla y generosa, donde brota, se palpa un profundo sentimiento religioso como móvil principal de importantes decisiones, con una total ausencia de amargura y sin otra recompensa que la del deber cumplido. Han transcurrido 71 años para que estas historias hayan salido a la luz. De los 205 testimonios orales recogidos y analizados, sólo se han publicado 65 de ellos en este voluminoso libro, aunque la página Web de la Fundación pondrá los restantes a disposición del lector.


    Para Luis Hernando de Larramendi, este libro es importante por sí mismo, aunque queda garantizado historiográficamente por los juicios que ha merecido a prestigiosos hispanistas como los profesores Stanley G. Payne y Hugh Thomas. El precio de venta al público del libro es verdaderamente popular, pues asciende a 35 euros gracias a la colaboración de diferentes mecenas. Con este libro ya no se podrá ignorar ni tampoco tergiversar la historia, el carlismo, a los Requetés. En él se habla de los ideales que tenían los que hoy son viejos requetés y ayer eran ilusionantes muchachos. Larramendi dio las gracias especialmente a los autores Pablo Larraz Andía y Víctor Sierra Sesúmaga, por el extraordinario esfuerzo realizado sin buscar recompensa material alguna, aunque ambos deban tener el consuelo de saber que “Ante Dios no serás héroe anónimo”, y que “Dios lo paga”.







    Panorámica del patio porticado en dos plantas del palacio del Gobernador, hoy “Museo del Carlismo” en Estella. Foto: JFG(2010)




    A continuación llegó el turno a los dos autores, que supieron comunicar de una forma muy amena cual era el objetivo de sus diez años de ardua tarea investigadora. No nos han sorprendido con su nueva obra, pues en otros trabajos publicados han mostrado su capacidad, detallismo y buen hacer.


    Para don Pablo Larraz Andía, doctor en Medicina, el libro presentado no es un libro convencional. No lo es porque sus protagonistas, margaritas y requetés, han sido ignorados hasta hoy envueltos en un vasto y prolongado silencio, sin quejarse cuando voces interesadas ahogaban sus verdaderos móviles, la verdad íntima de sus almas. Pero tampoco es un libro convencional por su planteamiento, pues durante diez años se han tomado muchísimos testimonios orales con cassette en mano, se han recogido miles de fotografías y cientos de cartas. En todo este material sonoro, escrito y gráfico, los requetés transmitieron la dureza y horrores propios de la guerra, la virtud del perdón, la frustración y desengaño posterior, ayunos siempre de odio y resentimiento alguno, con la cabeza alta y un corazón limpio. Sí; no es fácil hacer un resumen de cada vivencia concreta, que necesita ser contada con detalle. Pablo Larraz mencionó especialmente a Félix Igoa Garciandía, de Echarri Aranaz, el último superviviente de la partida de Barandalla. También citó a los Cuarenta de Artajona, villa donde no hubo venganzas ni se fusiló a nadie durante la guerra. Ninguno de los 205 entrevistados obtuvo prebendas en el Régimen establecido tras la contienda, sino que sufrieron en silencio un sentimiento de frustración. Tras esta investigación hay muchas horas de trabajo silencioso. Aunque quizás este libro llegue algo tarde porque muchos de los protagonistas de los hechos ya han fallecido, sin embargo algunos de ellos ya lo tienen en la mano. ¿Quiénes son los verdaderos autores de este libro?: los protagonistas de la historia, cuyas vivencias darán luz, nos enseñarán, e incluso llegarán a emocionarnos. Son voluntarios heroicos en el anonimato, olvidados por los historiadores hasta hoy, maltratados por la actual llamada “Memoria histórica”. Ellos, los “requetés de alpargatica” serán nuestros héroes.


    Don Víctor Sierra-Sesúmaga, corroboró lo dicho por el dr. Larraz. El propósito del libro ha sido paliar lo que él y Pablo Larraz entendieron en su día como una injusticia, propia de los “historietadores”, palabra utilizada para designar a quienes manipulan la Historia mediante afirmaciones falsas o bien por omisión. El libro es el resultado de una investigación, realizada por servicio y por amor la verdad. Es un libro “de relatos y retratos”, donde se cuenta lo que nos contaron sus protagonistas, testigos de sí mismos, con unos relatos veraces, narrados muchas veces por personas sencillas. Estos Requetés, los “requetés de alpargatica” son los verdaderos grandes de España, aunque hasta ahora no hayan ocupado una línea en los libros y manuales escolares de Historia de España contemporánea. Ellos son parte de nuestra memoria, y parte de la memoria de todos. Por eso, los autores de este libro son los mismos requetés, en un “contar lo que hicimos”.


    Las palabras del veterano Miguel de Legarra Belástegui, requeté y luego periodista, tomaron tintes de historia directa y de testimonio vivo desde la sencillez de espíritu. “Como voy a hablar el último, podéis escaparos cuando queráis”, comenzó diciendo uno de los testigos que quedan de la Cruzada de 1936 y que aparece en el libro con una fotografía de inconfundibles rasgos mantenidos con la edad. Según él, sólo esto justificaba su intervención en la presentación del libro. Para él –dijo- son pocos los que se acuerdan de nosotros y muchos de los que hoy se acuerda nos calumnian, pues hablan de fusilamientos, violaciones, cortar lo pechos a las mujeres… ¿Los motivos de la guerra?: Dios y España, frente a la sectaria IIª República. Sí; fue una auténtica Cruzada, recalcó. También ahondó los días de la guerra, pues estuvo en el Tercio de San Miguel: pasé miedo, y el que diga que no lo pasó, es un “farol”. Mencionó, no sin cierta gracia y un gran cariño, al capellán de requetés don Macario San Miguel.


    Miguel de Legarra dijo que la lectura de los testimonios plasmados en el libro dejan al lector electrizado, dan escalofríos y hasta producen un nudo en la garganta. Esta es –añado de mi cosecha- una de las grandes diferencias del libro Requetés respecto al libro de Julio Aróstegui sobre los voluntarios carlistas durante la guerra, publicado por “Aportes”, que el veterano requeté Tomás Otano, maestro de profesión, consideraba –según dijo a este cronista en conversación privada hace muchos años- un libro frío y que no reflejaba lo que “aquello” fue. Y no se trata del único que me lo dijo.


    Pues bien, para Miguel de Legarra, después de tanta lucha y tanto sacrificio, vino la decepción, pues en la paz se traicionaron los valores por los que se había luchado. Incluso mencionó a los Gobiernos de hoy día, que han convertido los asesinatos de ayer en el asesinato del aborto... También dijo: “Terminada la guerra, que vencimos, estamos vencidos, por no permanecer firmes y unidos”.







    Miguel de Legarra Belástegui, periodista de profesión y veterano requeté, leyendo su memoria con el señorío propio de su condición. Foto: JFG(2010)




    Después de los aplausos, la fotografía de los veteranos asistentes, los saludos y parabienes, se celebró un piscolabis en el jardín exterior del museo, ubicado junto al río Ega que baña los muros del palacio del Gobernador, hoy “Mueso del Carlismo” de Estella. La fuerza del sol se suavizaba con la cercanía de la Sierra de Urbasa o bien con la proximidad de la corriente de las aguas del río Ega, cuando su curso de enérgico caudal comienza a dejar atrás a una de las más bellas ciudades del Camino de Santiago.


    Todos dicen que la presentación realizada en Madrid en la sala de actos de la Fundación MAPFRE el pasado 17 de mayo fue un éxito. De ella y del libro Requetés se hizo eco “Diario de Navarra” pág. 62-63. La presentación que aquí reseñamos no va a la zaga, desde el marco físico hasta los Requetés presentes en el acto, que representaban a todos los protagonistas de las 205 entrevistas y de la misma historia narrada en primera persona. La presencia de Miguel Legarra en Estella sustituyó la del veterano José Álvarez Limia, que vive con unas buenas condiciones de salud en la idílica Galicia. Este último, según la prensa, dijo en Madrid: “Nosotros luchamos con Franco. No luchamos por Franco”.


    Así mismo, Hugh Thomas, historiador de la guerra civil española, en el epílogo escrito para Requetés, señala: “Ahora, al repasar tantas biografías de quienes (…) participaron en las fuerzas voluntarias carlistas, y ver, desde los años que yo también me he echado en las espaldas de la vida, cómo son sus memorias, y cómo eran sus ideales, me ha dado ahora por pensar que la victoria a la que contribuyó Ignacio Hernando de Larramendi resultó ser usurpadora de los ideales de los que como él lucharon bajo las banderas de España y de la Cruz de San Andrés, tocados con esa boina roja a la que José María Pemán llamaba sombrero de hombres decentes, y de buenos militares”” (pág. 936).


    Una pequeña parte –unas 70 personas- de los asistentes se reunieron en el restaurante “La Navarra”. Se bendijo la mesa, se pronunciaron palabras de agradecimiento, y al final, también por cierre de honor en homenaje a los Requetés, se cantó ese Oriamendi que los voluntarios entonaron muchas veces en momentos de paz, y luego antes del combate, ya poco antes de morir ya para seguir la vida hasta que Dios llame a cada uno por su nombre.


    Los asistentes pudieron ver en el “Museo del Carlismo” de Estella, la exposición permanente sobre el Carlismo desde sus orígenes hasta 1939. Otras salas están dedicadas a la exposición temporal titulada: “Una historia por descubrir”, realizada con materiales de instituciones navarras tanto públicas como privadas. De esta última hay un hermoso catálogo realizado por Fco. Javier Caspistegui. En realidad, son muchos los escolares y las visitas que recibe este museo desde su apertura, según informó “Diario de Navarra” pocos días antes. En efecto, el tema del Carlismo es un gran tema que muchos, a pesar de todo lo ocurrido, comienzan –así es la vida- a redescubrir.


    El libro Requetés. De las trincheras al olvido, tiene un “gran valor testimonial”, y responde a la realidad como verdadera memoria histórica. Las entrevistas realizadas entre un total de más de 60.000 requetés que participaron en la Cruzada de 1936 no son muchas, pero sí es la punta de un iceberg, donde sólo Dios sabe las maravillas de la vida recta y sencilla, vivida de cara a Aquel ante el cual nunca se es héroe anónimo. Porque al final de la Jornada, como decía Santa Teresa, “sólo el que se salva sabe y el que no, no sabe nada”.


    Nuestro agradecimiento, desde una perspectiva profesional pero también plenamente humana que quiere ser cristiana, a los autores y a todos aquellos que han hecho posible la elaboración, impresión y distribución de este libro, para su lectura y consulta, como objeto de conocimiento, de testimonio y regalo en el más amplio sentido del término.

    José Fermín Garralda Arizcun

    Pamplona, 31 de mayo de 2010

    Doctor en Historia




    Nota:

    Trabajo publicado en la Web del Círculo San Mateo de Madrid con diferente aparato gráfico, así como, con abundantes fotografías, en el blog de su autor.


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  1. 03/10/2011, 04:35

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