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Tema: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

  1. #141
    Avatar de Ordóñez
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Aún me estoy leyendo el libro, es de lo mejor que he tenido entre mis manos:




    La editorial Maxtor tiene como principal objetivo rescatar libros de interés que, al tiempo, son difíciles de encontrar por haber desaparecido del mercado editorial. De hecho, procuran no editar títulos que tengan amplia circulación. Todo ello, unido a los buenos precios y la calidad de su presentación, hace que dichas ediciones pueden llegar a todos los amantes de los libros así como a investigadores de nuestro pasado.

    Una de estas obras es la “Historia del Carlismo” de Román Oyarzun publicada por primera vez por la Editora Nacional en 1939 y reproducida por Maxtor ahora en su versión de 1944. Posteriormente a esta última fecha hubo otra edición en Alianza Editorial.



    Testigo y protagonista de parte de la historia que relata, el navarro Ramón Oyarzun (1882-1968) es el autor de una obra clásica sobre la historia del carlismo y prácticamente única —en paralelo a la monumental y no menos inencontrable de Ferrer, Tejera y Acedo— hasta la reciente renovación de la historiografía sobre este movimiento sociopolítico promovida recientemente por autores como Alfonso Bullón de Mendoza.

    No conviene perder la perspectiva del momento de la publicación de la obra de Oyarzun para entender tanto la atención preferente a los aspectos militares con cierta marginación de la vertiente más propiamente política del carlismo como posibles inexactitudes más fácilmente constatables a la luz de las aportaciones que se han hecho con posterioridad. No se olvide tampoco que para entonces, predominaban las obras de matriz liberal como la archiconocida “Historia de la Guerra Civil” de Pirala, “deficiente en su técnica y recusable por su parcialidad” en expresión de M. Fernández Almagro. De hecho, en la segunda edición, el propio Román Oyarzun da respuesta a alguna de las tempranas objeciones que se hicieron a su obra.

    No es el caso del citado Fernández Almagro quien la recomendaba en las páginas del dinástico ABC: “Lo mucho que sugiere, al hilo de la narración, acredita que se trata de una obra viva y en pie: aportación estimabilísima al conocimiento histórico de un fenómeno políticomoral como lo fue el carlismo, aliento romántico de una sociedad que, despistada, tanteó dramáticamente los varios caminos que hubo de presentarle el siglo XIX, con sus características encrucijadas” (18-agosto-1939).



    Comienza la obra con los necesarios antecedentes para pasar a ocuparse en los capítulos 2 al 14 de la primera guerra carlista en sus diferentes escenarios, principalmente el norte y el Maestrazgo sin olvidar las expediciones que recorrieron el territorio en manos de los liberales sin lograr fruto notable por razones todavía difíciles de explicar.

    El reinado de Carlos VI está marcado por la guerra de los “matiners” y el fracaso desembarco de San Carlos de la Rápita (capítulos 15 al 17) y el Sexenio Revolucionario que conduce a una verdadera descomposición nacional acaba desembocando en la tercera guerra (capítulos 20-29).

    Los últimos capítulos del libro recorren de manera un tanto apresurada el tiempo que va desde la reconstrucción del carlismo en los duros años de la Restauración hasta la Segunda República y la propia Guerra Civil. Interesante, porque muchos todavía se refieren a este asunto con interesada confusión, es la distinción entre el carlismo y el separatismo con la que se cierra la obra.

    Llamamos desde aquí la atención sobre la labor editorial promovida desde Maxtor y deseamos que la recuperación de esta historia del carlismo abra paso a nuevas ediciones de libros, ahora de difícil acceso, que arrojan luz sobre la historia tan deformada de la España contemporánea.

    FICHA TÉCNICA COMPRA ONLINE Título: Historia del Carlismo Maxtor Librería
    Autor: Román Oyarzun
    Editorial: Maxtor Páginas: 509 páginas Precio


    "Historia del Carlismo" de Romn Oyarzun - ReL


    29 euros

  2. #142
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?




    Albacete, octubre 2010, mes del Santo Rosario. Desde hace unos meses está disponible en las librerías de Albacete, Murcia y Alicante el trabajo La verdadera historia (si es que alguna historia es verdadera) de Ramón García Montes, Roche. De coronel carlista a bandido forzado, en tierras de Alicante, Albacete y Murcia, de la catedrática de Lengua y Literatura castellana María Jesús Ortiz López, natural de Fuente Álamo (Albacete). La autora es una prolífica investigadora de temas etnológicos e históricos, sobre todo de la zona de las comarcas de La Mancha de Montearagón, el Corredor Ibérico (zonas del antiguo Marquesado de Villena) y los Reinos de Valencia y Murcia.

    Ramón García Montes, Roche, responde a un arquetipo relativamente común en el mundo hispano convulsionado por el asentamiento de las estructuras institucionales liberales y revolucionarias, lo que hace que muchos combatientes tradicionalistas, ante la lejanía de la frontera, opten por mantenerse en el interior de España pero al margen de las autoridades de la usurpación revolucionaria. Allí esperarán el momento adecuado para volver nuevamente al alzamiento general. Con el único ánimo de subsistir practicaron excepcionalmente algún acto de pillaje, pero jamás hicieron de ello su modus vivendi. Lo que contrastaba con otros bandidos que han pasado a la posteridad por sus actividades puramente criminales, no pocas de ellas a sueldo de los liberales, como el caso del Chato de Enguera. Ese arquetipo, desfigurado en cierto modo por la confusión que el romanticismo emanó por su idealización del bandolerismo, es el encarnado por Roche en las sierras de La Mancha de Montearagón (en la actual provincia de Albacete), como fue encarnado también por Tomás Peñarrocha, El Groc, en el Maestrazgo o Gregorión en La Montaña. Y que fue novelado magníficamente por Marià Vayreda en La Punyalada. Sus nombres han pasado a la Historia y a la intrahistoria con la etiqueta de "bandidos", lanzada por sus enemigos, al igual que en el Reino de Nápoles así se llamó a los que defendían la Tradición frente a la unificación garibaldina. Adjetivación esta que no les hace justicia.

    Con este libro se pone al personaje en su verdadera dimensión. En contra de lo que podría deducirse del título del libro nos encontramos ante la verdadera historia de Roche, con el estudio más detallado y riguroso que hasta la fecha se ha hecho de su figura. Y así lo pone de manifiesto en el prólogo don Victoriano Polo García, catedrático de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Murcia y biznieto de Roche: "El resultado de la investigación es admirable, objetivo y bien centrado. El protagonista perfila su figura poco a poco, apoyado en los datos de la documentación abundante y bien discernida, proyectado su primer plano en el fondo ambiental de la época y la zona que conoció sus aventuras y andanzas. [...] Los familiares del coronel carlista D. Ramón García Montes recibimos con agradable sorpresa el fruto intelectual y erudito, del minucioso y brillante trabajo de la profesora Ortiz".

    El libro menciona entre sus fuentes documentales el artículo del carlista albaceteño Javier Verdejo publicado en el desaparecido cuaderno de bitácora Albacete Carlista, del Círculo Marqués de Villores, "Ramón Roche, carlista irreductible de la sierra de Liétor", así como otras fuentes manejadas en el citado artículo. Además es destacable la labor de recopilación de la riquísima tradición oral (debidamente separado el mito de la realidad) emanada de los pueblos en que actuó Roche, la documentación de los expedientes civiles (de cómo las autoridades liberales se empeñaban en indagar sobre las ideas de las gentes, pese a consagrar teóricamente la libertad de pensamiento) y militares de Roche. Estos últimos tienen una gran importancia, pues los propios enemigos reconocen el enorme valor y las virtudes militares de Roche. Por último es igualmente reseñable el destacable archivo gráfico de fotografías familiares y lugares. La introducción que se hace sobre la historia del Carlismo es además bastante aceptable, con abundante documentación gráfica sobre los Reyes carlistas.

    Se puede solicitar el libro a través de la web Mis Literatura - lopezmegias.com


    Ortiz López, Mª Jesús, La verdadera historia (si es que alguna historia es verdadera) de Ramón García Montes, Roche. De coronel carlista a bandido forzado, en tierras de Alicante, Albacete y Murcia. Prólogo de Victorino Polo García. Imprime: Diego Moreno. La Alberca (Murcia), 2010. ISBN 978-84-613-6751-1. Depósito Legal MU-246-2010. PVP 12,00

  3. #143
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Carlismo no es Romanticismo



    Oficiales y soldados requetés. 1937 (Láminas de Kemer)

    Carlismo no es Romanticismo

    Carlismo y Romanticismo. — Sátiras. — Generaciones carlistas. — Actitud de sacrificio.

    Carlismo y Romanticismo

    El Carlismo, contra cualquier apariencia engañosa, no es una causa romántica. Aunque sus gestas y sus hombres hayan podido servir en alguna ocasión de motivo a escritores románticos, la ideología sigue bien claramente una inclinación clásica, ya que busca la norma, la sujeción, el encuadramiento y el orden, frente a todas esas insubordinaciones de que hace gala el romanticismo, que más bien puede congeniar y desarrollarse en un mundo de tono liberal, en el que tan sólo pueden caber las despreocupaciones, los sentimentalismos anárquicos, el agnosticismo, las revoluciones, etcétera, que caracterizan lo romántico.

    No olvidemos que el Carlismo, precisamente por descansar sobre una base religiosa, tiene que estar en contra de las tres R enemigas del catolicismo que señalaba Donoso Cortés: Reforma, Revolución y Romanticismo. Y por si esto fuera poco, por militar, por castrense, el Carlismo tampoco puede tener ninguna vinculación con lo romántico. El Carlismo político, en el que tiene inmensa influencia el Carlismo militar, es áspero, duro y flexible a la vez. Quizá como el significado vascuence del apellido de su caudillo, el general Zumalacárregui [1], que por cierto no tenía nada de romántico, aunque Jarnes titulara su biografía: Zumalacárregui: Caudillo romántico. Jesús Evaristo Casariego nos dice:

    «Sé que podrán decir algunos que el romanticismo es la rebeldía; pero me adelanto a decirles que el Carlismo ha sido, a lo largo de siglo y pico, precisamente la rebeldía contra la rebeldía. Los rebeldes eran los liberales, y así se les denomina en toda la copiosa documentación oficial de Carlos V y de Carlos VII. Los carlistas representaban la continuidad histórica que se había roto a la muerte de Fernando VII. Mella tiene sobre esto juicios bellísimos y definitivos.

    Nada tuvo el Carlismo de romántico. En cambio, eso sí, fue mirado muy románticamente por algunos extranjeros como Labadie, Maistre, y el propio Marx, quien en 1849, en unos artículos que publicó en la Nueva Gaceta Renana, veía en las luchas de Carlos V un simple alzamiento de los vascos "oprimidos", olvidándose de la extensión nacional de aquella guerra y del patriotismo español que la animaba.

    En cambio, otros escritores y políticos de la época romántica ven en el Carlismo una cosa clásica. Borrow, en su libro La Biblia en España, dice que nuestras guerras civiles fueron hechos normales, producidos por la colisión entre el derecho revolucionario (romántico) y el antiguo (clásico)» [2].

    Quizá la visión equivocada del Carlismo se deba a la circunstancia de que sus gestas, sus proezas, como antes decíamos, sirvieron de motivo para sus obras a escritores de tipo romántico, bohemios, ateos y revolucionarios. No poco ha contribuido a ello el que Valle Inclán, Pío Baroja y hasta Unamuno dedicaran a temas carlistas algunas de sus páginas.

    Sátiras

    De ahí a considerar al Carlismo como tema de escritos humorísticos hay tan sólo un paso, aunque parezca mentira. No pocos chistes y comentarios satíricos hizo la prensa liberal y revolucionaria, que generalmente estaban llenos de una sangrante ironía contra las personas y las ideas de la Causa. Al Carlismo cabe la gloria de que en la mayor parte de ellos lo que se hacía era, sin darse cuenta, un auténtico elogio, ya que la burla iba dirigida en realidad al espíritu religioso, al sentido autoritario y patriótico del Carlismo, a su sentido tradicional y antirrevolucionario; de todo lo cual, en verdad, a no ser por la forma chabacana y ruin de que solían ir revestidos, ningún carlista se hubiera avergonzado y menos molestado.

    Cuando allá por el año 1920 se corrió la voz de que don Jaime se trasladaba a América, una conocida revista madrileña se mofaba así de los carlistas (entonces denominados jaimistas):

    «Francia tiene su nacionalismo, y Portugal, su miguelismo. En ambos partidos, como en nuestros carlistas, figuran gentes serias, limpias, linajudas y enamoradas de la comodidad. Suelen vestir bien y comer en restaurantes elegantes. Todos sabemos que no ofrecen el menor peligro, que jamás harán daño a nadie; pero nos gustan sus modales de conspiradores bien educados, u oírles hablar del «señor» y decir que «cuando se echen al campo». Sabemos que tienen una boina guardada en un armario, una boina roja, y muchas veces les preguntamos por ella. Ahora, sin príncipe ya, ¿qué harán de esa boina, de las frases líricas y del airéenlo de conspiradores?» .

    No nos resistimos, claro está, a utilizar estas «graciosas» parrafadas del «muy inteligente» humorista, para, apoyándonos en ellas, hacer un comentario que si bien hoy no tiene actualidad, sí la tuvo hace veinte años, y que aunque no es de desear, ni mucho menos, que vuelva a tenerla, siempre sería útil tener en cuenta, pues siempre hay personas que por tomar a broma cosas que son veneradas por otros, dicen auténticas nimiedades y se desprestigian como adivinadores de lo por venir. Precisamente don Jaime, al cual algunos han podido suponer desinterés por la causa que regía, nunca tuvo miedo, y había dicho con acento bien categórico: «Jamás el terror a las iras terroristas me hará retroceder un solo paso en el camino del deber. Soy español y en mi programa no hay sitio para el miedo.» [3].

    En las columnas de El Pensamiento Navarro, de Pamplona, el conocido S.A.B. comentó así, con su peculiar estilo, aquel texto humorístico:

    «Si los hombres que han querido tomarlo todo a broma, se detuviesen alguna vez a pensar ante los cataclismos que nada han hecho por evitar, podrían decir: ¡Cuántas majaderías e idioteces hemos dicho en nuestra vida! Porque ese humorista habrá visto ya lo que "nuestros carlistas" han hecho con la boina roja. A él le cogió el Alzamiento en Madrid, y pese a su liberalismo, a su republicanismo, a sus cuchufletas contra don Jaime y los jaimistas, tuvo que buscar refugio seguro para que no lo "paseasen". Es posible que entonces deseara que las boinas rojas entraran en la capital de España para darle libertad. De todos modos, cuando pudo salir de aquel infierno para volver a España, desde la frontera hasta las mismas avanzadas, en millares de desfiles fúnebres, en las camas de los hospitales, pudo ver las boinas rojas que él trata de ridiculizar, y que el 19 de julio se pusieron millares de hombres de corazón, mientras sus ridiculizadores se escondían y permanecían impasibles porque lo de morir por Dios y por España no iba con ellos, pues era cosa de hombres. Porque don Jaime y los carlistas, con "pose" de conspiradores, que hablaban de "echarse al campo" para los momentos de peligro para la Patria, crearon aquella casta de héroes; los únicos que no crearon nada, como no fuera pasto y carne de milicianada, fueron los humoristas, un tanto volterianos, que por hacer reír a los de su calaña, cometieron la injusticia de burlarse de lo que sólo merecía aplausos y al cabo del tiempo sería honrado con el homenaje nacional, porque antes lo habían honrado los que se pusieron la boina roja para morir por ella y con ella en defensa de la Patria» [4].

    Generaciones carlistas

    Y es que debe tenerse en cuenta, si quiere valorarse lo que es el Carlismo, que no es una «pose», ni una actitud accidental y transitoria, ni un ideal ligero inventado por algún hombre, sino más bien una especie de ley de herencia que alcanza ya a seis generaciones, a las cuales se van incorporando, voluntariamente, nuevos hombres que por convicción racional y dedicación sentimental consagran a la Causa todo lo que son y tienen, y, sobre todo, se preocupan por transmitir a sus hijos el ideal, la actitud, el historial y el orgullo de ser carlistas; que por lo menos tienen, como decía un escritor, «la conciencia limpia de pecados capitales contra España», consecuencia de una gran lealtad, de un gran desinterés y desprendimiento, y de una continua renunciación en las horas en que otros, no tan desprendidos, saltaron fácilmente la tapia que hay entre el «servir a» y el «servirse de».

    Actitud de sacrificio

    En las viejas familias españolas, en muchas de las cuales hubo hijos de todos los colores políticos durante los años de la descomposición liberal, ya se sabía, por una especie de ley, que aquel que se adscribía al carlismo echaba sobre sí la pesada losa de un servicio vigilante y tenso, de una integridad que a veces parecía exagerada, de una escrupulosidad no usada, y sobre esa losa se encaramaban montones de duendecillos que martirizaban al que estaba debajo, censurando su actitud, a la que acusaban incluso de poco cristiana, después de tacharla de poco práctica, eficaz, comprensiva, etc. Pero aquellos hombres no eran unos cobardes, ni unos equivocados... ya que el tiempo se dedicó a darles después la razón... ¿qué eran, pues? La historia los ha juzgado duramente, pero en esa dureza puede encontrarse el mayor elogio quizá, ya que era necesario que hubiera hombres que se dedicaran a ser así. Como premio a ello, sólo esperaban dos cosas: morir tranquilos, muy tranquilos, muy contentos, cuando les llegara su hora, y algunos ver en vida, que, de cuando en cuando, gracias a su actitud, además de salvar sus ideas, España se salvaba de un cataclismo.

    NOTAS

    [1]
    Casariego, Jesús Evaristo: La Verdad del Tradicionalismo. – Madrid, 1940. Talleres Gráficos, Ibiza, 11, nos recuerda que zuma quiere decir en vascuence: mimbre, y lakarra: áspero, duro (pág. 132).

    [2] Casariego: Op. cit., pág. 134.

    [3] Burgo, Jaime del: Requetés en Navarra antes del Alzamiento. – Editorial Española, S. A. San Sebastián, 1939.

    [4] SAB: Los quiebras del humorismo. Relente. – «El Pensamiento Navarro». Pamplona, 25 de febrero de 1939.

    FUENTE

    General L. Redondo y Comandante J. de Zavala, El Requeté. – Barcelona, 1957. Editorial AHR (págs. 32-36).

    Núcleo de la Lealtad

  4. #144
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    1968. Montejurra y Quintillo


    El Carlismo - Artículos de historia
    Domingo gris, nebuloso, cargado de humedad con esporádicas lluvias que parecían querer zancallidear la jornada que se preparaba. Sin embargo, desde primeras horas de la mañana, bien de madrugada, las boinas rojas se encargaron de poner una nota de color mucho más alegre, y fueron llegando uno y a otro lado de Irache centenares de autobuses y miles de pequeños turismos abarrotados de gentes ufanas, juventud y personas mayores con un entusiasmo que hacía presumir lo imponente de la manifestación. Además, los caminos de acceso a Montejurra, de todos los pueblos de sus inmediaciones e incluso de otros separados por varios kilómetros, estaban repletos de carlistas marcando la ruta con el trazo rojo de sus boinas como amapolas que hubieran sido intencionadamente sembradas entre los verdes trigales de la comarca. De forma que a las nueve de la mañana, las inmediaciones de Irache estaban totalmente repletas, acudiendo gentes de toda España a la llamada de los altavoces que entonaron himnos carlistas, con intercalación de consignas.





    Apoteósico recibimiento
    Aproximadamente a las diez de la mañana llegaron directamente a la campa de Irache la princesa Doña Irene y la Infanta Doña María Teresa que fueron acogidas atronadoramente. Los requetés de escolta se las vieron y desearon para proporcionarles un mínimo espacio vital, mientras las Señoras saludaban gentilmente a todos.
    Sus Altezas pasaron revista a dos Tercios de Requetés, ac ompañadas del Jefe regional, señor San Cristóbal, y del comandante Elena. Presidieron a continuación el desfile de los voluntarios que marchaban con banderas y bandas.
    Doña Irene vestía un traje beige-blanco y se cubría con boina blanca, flordelisada; Doña María Teresa vestía un traje sport verde y se tocaba con boina roja.

    Vía Crucis
    A pesar de la lluvia, las Señoras iniciaron a pie la subida, siguiendo con todos el rezo del Santo Rosario y el ejercicio del Vía Crucis, que dirigía el catedrático y capellán de la Hermandad don Joaquín Vitrián.

    En la cumbre
    A la cumbre comenzaron a llegar los primeros grupos densos a eso de las 11’30. En los micrófonos, don Pedro Lombardía y el estudiante don José Fermín Arraiga, glosaban la significación del acto. La perfecta separación entre lo puramente religioso y lo netamente político, y en lo religioso, el sentido de este momento masivo en sufragio de las almas de nuestros héroes y mártires. Se prohibió terminantemente el reparto de octavillas durante las celebraciones religiosas.
    Cuando faltaban cuatro cruces para que llegaran a la cumbre las Señoras y el grueso de los peregrinos ya la cumbre estaba literalmente rebasada. Ningún año ha estado tan absolutamente llena y desbordada como este.
    Durante la espera, la banda de cornetas y tambores del Requeté y Círculo de Sangüesa amenizó a los congregados, y entonó la Marcha de Infantes cuando llegaron sus Altezas, que fueron recibidas con enorme entusiasmo. A pesar de los esfuerzos del Requeté de contención, que mandaban Bonafau y Astrain, el cordón fue roto.



    Santa Misa
    Celebró la Santa Misa el capellán de la Hermandad. Dirigió oraciones, salmos y cánticos el párroco de Cizur, don Javier Lorente. Las Señoras ocuparon reclinatorios. En lugares destacados vimos, entre otros, a don Manuel Piorno y don José Puig, delegados regios y miembros de la Junta Suprema: don José María de Zavala, secretario general de la Comunión, el Jefe regional de Navarra y los miembros de esta Junta, señores Martínez Erro y Jordán de Urries.
    La Misa fue emocionantemente comunitaria. Comulgaron Señoras y algunas autoridades.
    Un detalle elegante: una avioneta del Real Aeroclub de Navarra arrojó un ramo de claveles, que Doña Irene entregó para que se depositara a los pies del Cristo negro.
    Se rezaron responsos por todos los Mártires, por un requeté riojano muerto en accidente cuando venía a Montejurra –también murió según nos comunican una margarita vizcaína- y por uno de los fundadores del Vía Crucis: el señor Larumbe.




    Dicastillo, Irache, Estella
    Las señoras, que fueron despedidas con amor de delirio, bajaron a Dicastillo, donde visitaron a las familias Barbarín y Landa, y gustaron un vino navarro. De allí, por expreso deseo de Doña Irene y a pesar del pésimo tiempo, regresaron a Irache para almorzar al aire libre, en medio de centenares de carlistas. Les acompañaban, entre otras damas, las señoras Palomino, Zavala y doña María Asunción Suárez de Figueroa, señora de San Cristóbal –que el día anterior había ofrecido a Sus Altezas y autoridades de la Comunión un agasajo en su casa de Pamplona- y Pilar Díaz Iribarren.
    En Estella, bares, fondas, restaurantes y asadores estaban no ya al completo, sino con las escaleras llenas de aspirantes a una silla vacía. El almuerzo oficial tuvo lugar en El Oasis, y fue presidido por el Presidente de la Junta Suprema, don Juan José Palomino –que fue muy ovacionado a su llegada-, María Pilar Fernández, como secretaria de la Hermandad, y los señores Piorno, Puig Pellicer, Zavala, San Cristóbal, Martínez Erro, Jordán de Urríes, el capellán nacional don Edistio Sancho y don Julio Ros, en representación de la Junta de Estella. Hubo numerosísimos comensales.

    Aplausos bajo la lluvia
    Las Señoras, en un jeep descubierto y bajo la lluvia –pues quisieron, tanto durante el almuerzo como a la tarde, participar de las incomodidades debidas a la adversa meteorología-, entraron en Estella y dieron una vuelta a la plaza de los Fueros. Es imposible describir aquel ahogo de apreturas, aquel atronar de ovaciones, aquel continuo oír vivas a la Familia Real de España. Baste un dato: en recorrer el trayecto entre la estación y la plaza, y circunvalar esta, las Señoras –conducidas por don Juan Andrés Ruiz de Alda- tardaron casi media hora. Era imposible contener el entusiasmo, a pesar de que los Requetés y los legionarios de escolta se emplearon a fondo.
    Después, las señoras, acompañadas del secretario de Don Carlos, señor Romera, emprendieron viaje de regreso a Madrid.




    Acto Político
    La multitud, como puede verse en las fotografías, abarrotaba absolutamente la plaza –salvo espacio cercado de las obras del quiosco- y las bocacalles y calles adyacentes. Y escuchó en un impresionante silencio, solo roto por los aplausos, los discursos. Ningún año anterior habíamos observado tal silencio, incluso en los bares y en los porches. La multitud quería oír lo que oyó, y refrendó las palabras con ovaciones múltiples. Pancartas muy rotundas pedían autenticidad y representatividad sindicales, soluciones para la Universidad de oportunidades culturales, políticas y sociales.
    El Jefe regional saludó a todos y leyó un Mensaje de Don Javier. El procurador en Cortes por Navarra, don Auxilio Goñi, pronunció un discurso muy meditado y muy bien acogido. El abogado riojano don Santiago Coello hizo vibrar a todos con su parlamento, en nombre de la juventud. Finalmente, el secretario general de la Comunión leyó una declaración de la Junta Suprema sobre el actual momento político. Declaración que ha sido facilitada a la Prensa y que sentimos no poder publicar, por causas que no son falta de deseo.
    Todos fueron muy ovacionados. Finalmente, y a la voz del Presidente de la Junta Suprema, señor Palomino, todos entonaron el Oriamendi, dieron vivas a Cristo Rey, a España, a los Fueros y a la Familia Real.
    Queremos señalar que este año, el horario se cumplió a rajatabla, y como siempre, el orden fue perfecto.




    Quintillo 1.968
    En competencia con Montejurra, el Quintillo dio este año una colosal concentración, con asistencia de las mismas personas reales que en Montejurra, Doña Irene y Doña María Teresa de Borbón Parma. Nuestros lectores podrán admirar distintas escenas, en el altar, formación de requetés, etc., y en la tribuna con Doña Irene y Doña María Teresa a Don Manuel Fal Conde, Duque de Quintillo.


    Artículo y fotos publicados en el número 37 de la revista Montejurra. Mayo de 1.968

  5. #145
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    1968. Montejurra y Quintillo


    El Carlismo - Artículos de historia
    Domingo gris, nebuloso, cargado de humedad con esporádicas lluvias que parecían querer zancallidear la jornada que se preparaba. Sin embargo, desde primeras horas de la mañana, bien de madrugada, las boinas rojas se encargaron de poner una nota de color mucho más alegre, y fueron llegando uno y a otro lado de Irache centenares de autobuses y miles de pequeños turismos abarrotados de gentes ufanas, juventud y personas mayores con un entusiasmo que hacía presumir lo imponente de la manifestación. Además, los caminos de acceso a Montejurra, de todos los pueblos de sus inmediaciones e incluso de otros separados por varios kilómetros, estaban repletos de carlistas marcando la ruta con el trazo rojo de sus boinas como amapolas que hubieran sido intencionadamente sembradas entre los verdes trigales de la comarca. De forma que a las nueve de la mañana, las inmediaciones de Irache estaban totalmente repletas, acudiendo gentes de toda España a la llamada de los altavoces que entonaron himnos carlistas, con intercalación de consignas.





    Apoteósico recibimiento
    Aproximadamente a las diez de la mañana llegaron directamente a la campa de Irache la princesa Doña Irene y la Infanta Doña María Teresa que fueron acogidas atronadoramente. Los requetés de escolta se las vieron y desearon para proporcionarles un mínimo espacio vital, mientras las Señoras saludaban gentilmente a todos.
    Sus Altezas pasaron revista a dos Tercios de Requetés, ac ompañadas del Jefe regional, señor San Cristóbal, y del comandante Elena. Presidieron a continuación el desfile de los voluntarios que marchaban con banderas y bandas.
    Doña Irene vestía un traje beige-blanco y se cubría con boina blanca, flordelisada; Doña María Teresa vestía un traje sport verde y se tocaba con boina roja.

    Vía Crucis
    A pesar de la lluvia, las Señoras iniciaron a pie la subida, siguiendo con todos el rezo del Santo Rosario y el ejercicio del Vía Crucis, que dirigía el catedrático y capellán de la Hermandad don Joaquín Vitrián.

    En la cumbre
    A la cumbre comenzaron a llegar los primeros grupos densos a eso de las 11’30. En los micrófonos, don Pedro Lombardía y el estudiante don José Fermín Arraiga, glosaban la significación del acto. La perfecta separación entre lo puramente religioso y lo netamente político, y en lo religioso, el sentido de este momento masivo en sufragio de las almas de nuestros héroes y mártires. Se prohibió terminantemente el reparto de octavillas durante las celebraciones religiosas.
    Cuando faltaban cuatro cruces para que llegaran a la cumbre las Señoras y el grueso de los peregrinos ya la cumbre estaba literalmente rebasada. Ningún año ha estado tan absolutamente llena y desbordada como este.
    Durante la espera, la banda de cornetas y tambores del Requeté y Círculo de Sangüesa amenizó a los congregados, y entonó la Marcha de Infantes cuando llegaron sus Altezas, que fueron recibidas con enorme entusiasmo. A pesar de los esfuerzos del Requeté de contención, que mandaban Bonafau y Astrain, el cordón fue roto.



    Santa Misa
    Celebró la Santa Misa el capellán de la Hermandad. Dirigió oraciones, salmos y cánticos el párroco de Cizur, don Javier Lorente. Las Señoras ocuparon reclinatorios. En lugares destacados vimos, entre otros, a don Manuel Piorno y don José Puig, delegados regios y miembros de la Junta Suprema: don José María de Zavala, secretario general de la Comunión, el Jefe regional de Navarra y los miembros de esta Junta, señores Martínez Erro y Jordán de Urries.
    La Misa fue emocionantemente comunitaria. Comulgaron Señoras y algunas autoridades.
    Un detalle elegante: una avioneta del Real Aeroclub de Navarra arrojó un ramo de claveles, que Doña Irene entregó para que se depositara a los pies del Cristo negro.
    Se rezaron responsos por todos los Mártires, por un requeté riojano muerto en accidente cuando venía a Montejurra –también murió según nos comunican una margarita vizcaína- y por uno de los fundadores del Vía Crucis: el señor Larumbe.




    Dicastillo, Irache, Estella
    Las señoras, que fueron despedidas con amor de delirio, bajaron a Dicastillo, donde visitaron a las familias Barbarín y Landa, y gustaron un vino navarro. De allí, por expreso deseo de Doña Irene y a pesar del pésimo tiempo, regresaron a Irache para almorzar al aire libre, en medio de centenares de carlistas. Les acompañaban, entre otras damas, las señoras Palomino, Zavala y doña María Asunción Suárez de Figueroa, señora de San Cristóbal –que el día anterior había ofrecido a Sus Altezas y autoridades de la Comunión un agasajo en su casa de Pamplona- y Pilar Díaz Iribarren.
    En Estella, bares, fondas, restaurantes y asadores estaban no ya al completo, sino con las escaleras llenas de aspirantes a una silla vacía. El almuerzo oficial tuvo lugar en El Oasis, y fue presidido por el Presidente de la Junta Suprema, don Juan José Palomino –que fue muy ovacionado a su llegada-, María Pilar Fernández, como secretaria de la Hermandad, y los señores Piorno, Puig Pellicer, Zavala, San Cristóbal, Martínez Erro, Jordán de Urríes, el capellán nacional don Edistio Sancho y don Julio Ros, en representación de la Junta de Estella. Hubo numerosísimos comensales.

    Aplausos bajo la lluvia
    Las Señoras, en un jeep descubierto y bajo la lluvia –pues quisieron, tanto durante el almuerzo como a la tarde, participar de las incomodidades debidas a la adversa meteorología-, entraron en Estella y dieron una vuelta a la plaza de los Fueros. Es imposible describir aquel ahogo de apreturas, aquel atronar de ovaciones, aquel continuo oír vivas a la Familia Real de España. Baste un dato: en recorrer el trayecto entre la estación y la plaza, y circunvalar esta, las Señoras –conducidas por don Juan Andrés Ruiz de Alda- tardaron casi media hora. Era imposible contener el entusiasmo, a pesar de que los Requetés y los legionarios de escolta se emplearon a fondo.
    Después, las señoras, acompañadas del secretario de Don Carlos, señor Romera, emprendieron viaje de regreso a Madrid.




    Acto Político
    La multitud, como puede verse en las fotografías, abarrotaba absolutamente la plaza –salvo espacio cercado de las obras del quiosco- y las bocacalles y calles adyacentes. Y escuchó en un impresionante silencio, solo roto por los aplausos, los discursos. Ningún año anterior habíamos observado tal silencio, incluso en los bares y en los porches. La multitud quería oír lo que oyó, y refrendó las palabras con ovaciones múltiples. Pancartas muy rotundas pedían autenticidad y representatividad sindicales, soluciones para la Universidad de oportunidades culturales, políticas y sociales.
    El Jefe regional saludó a todos y leyó un Mensaje de Don Javier. El procurador en Cortes por Navarra, don Auxilio Goñi, pronunció un discurso muy meditado y muy bien acogido. El abogado riojano don Santiago Coello hizo vibrar a todos con su parlamento, en nombre de la juventud. Finalmente, el secretario general de la Comunión leyó una declaración de la Junta Suprema sobre el actual momento político. Declaración que ha sido facilitada a la Prensa y que sentimos no poder publicar, por causas que no son falta de deseo.
    Todos fueron muy ovacionados. Finalmente, y a la voz del Presidente de la Junta Suprema, señor Palomino, todos entonaron el Oriamendi, dieron vivas a Cristo Rey, a España, a los Fueros y a la Familia Real.
    Queremos señalar que este año, el horario se cumplió a rajatabla, y como siempre, el orden fue perfecto.




    Quintillo 1.968
    En competencia con Montejurra, el Quintillo dio este año una colosal concentración, con asistencia de las mismas personas reales que en Montejurra, Doña Irene y Doña María Teresa de Borbón Parma. Nuestros lectores podrán admirar distintas escenas, en el altar, formación de requetés, etc., y en la tribuna con Doña Irene y Doña María Teresa a Don Manuel Fal Conde, Duque de Quintillo.


    Artículo y fotos publicados en el número 37 de la revista Montejurra. Mayo de 1.968

  6. #146
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Carlistas, historia y cultura: EL CARLISMO EN ALDAYA. LOS HECHOS DEL 13 DE JULIO DE 1913.



    La situación política de la mayoría de los pueblos valencianos a principios del siglo XX era de gran actividad y vitalidad. Los casinos adscritos a diversas tendencias políticas servían como centros culturales y recreativos, pero también como núcleos de la actividad política local. Los pueblos valencianos, por pequeños que fueran, podían reunir tres, cuatro o más tendencias políticas: conservadores, liberales, republicanos y carlistas. Los constantes y duros enfrentamientos que entre ellos se producían, eran muestra de esa inquietud política.
    Aldaya, pueblo entonces de unos dos mil habitantes, también representaba un claro ejemplo de ese activismo político. Blasquistas republicanos y liberales alfonsinos rivalizaban muy seriamente con otro grupo muy importante: los carlistas.
    Los carlistas de Aldaya, en los años anteriores a la I Guerra Mundial, trabajaron afanosamente por conseguir un Círculo propio en el que poder desarrollar su actividad política y socio-cultural. En este sentido, destacó por su afán Juan Bautista Sanchís. Por fin, un domingo de mediados de junio de 1907 veían finalizado su ansiado Círculo, punto de partida para un mayor arraigo carlista:
    “Digna es la población de Aldaya de tener un Círculo que responda a la importancia de la misma y al gran número de tradicionalistas que en ella hay, y recientemente edificado por nuestro amigo (D. Juan Bautista Sanchís) cumple satisfactoriamente las aspiraciones de los carlistas de dicha población.”
    De la importancia de esta fecha para los carlistas aldayenses da prueba la presencia del diputado provincial, don Manuel Simó, figura notable del carlismo valenciano en esos años. El Círculo se situaba en la actual plaza de la Constitución (¡qué cosas!). Sus instalaciones eran inmejorables, tal y como describía la prensa de la época:
    “Se compone de una espaciosa planta baja, donde se instalará lo que podríamos llamar la parte oficial del Círculo, donde se celebrarán las juntas, veladas, etc., y la escuela de niños y academia de música, y de un piso principal, que es un hermoso salón, que se destinará a café.”
    A partir de ahí, el círculo de Aldaya cumplirá un importante papel dinamizador de la vida política y cultural del pueblo. En pocos años se formó una banda de música que amenizará los actos carlistas, también servirá como centro de difusión de los ideales carlistas personificados, en aquel momento, en Carlos VII y Jaime III.
    Tras el ascenso de don Manuel Simó a la Jefatura Regional del carlismo valenciano en 1909, éste adquiere un nuevo dinamismo, incrementando notablemente su presencia social y su actividad política. La creación de las Juventudes Carlistas será una de las mayores novedades organizativas. En septiembre de 1910 la “Juventud de Aldaya jura con entusiasmo defender la bandera de la Tradición” en un acto de gran solemnidad, y contando con la presencia de correligionarios carlistas de Manises, Torrent, Mislata y Alboraia. En los discursos propios del acto se habló sobre los problema nacionales del momento: la política anticlerical de Canalejas, la crisis política tras la Semana Trágica, etc. En el mismo acto se acordó el envío de dos telegramas, uno dirigido al nuncio papal:
    “Juventud y Jaimistas todos de Aldaya elevan Smo. Padre homenaje y adhesión. Viven por Cristo, morirán defensa su Iglesia.- Presidente.”
    Y otro remitido al Presidente del Gobierno, Canalejas:
    “Juventud y Jaimistas todos de Aldaya protestan contra disposiciones para amordazar iglesia. No dejaranla indefensa.- Presidente.”
    Con un Círculo propio y una entusiasta organización juvenil, no resulta extraño que el carlismo aldayense fuera en aquellos años uno de los más vigorosos del distrito electoral de Torrent. Por ello, se acordó que se celebrase en Aldaya un aplec de más de un millar de carlistas procedentes de Paterna, Monteolivete, Castellar, Pobla de Vallbona, Manises, Benimámet, Alboraia, Mislata y Valencia. El acto se celebró el 13 de julio de 1913 y debía consistir principalmente en la bendición de la bandera de la Juventud Jaimista.
    Sin embargo, el acto se convirtió en un serio problema de orden público: tras la manifestación por las calles de la población, la Misa y la bendición de la bandera en la ermita de La Saleta, a las 16,45 estaba previsto realizar un mitin en el Círculo Carlista, teniendo como principal orador al entonces líder carlista valenciano, Luis Lucia. Al no poder reunir a todos los carlistas en el local del Círculo, una parte de ellos quedó fuera, en la propia plaza, siguiendo las palabras de los oradores. Cuando los carlistas del exterior dieron vivas a Jaime III, se produjo la intervención de siete parejas de la Guardia Civil a caballo, mandados por un teniente. El resultado del enfrentamiento da idea de la gravedad de lo ocurrido: un guardia civil herido de bala, un caballo malherido por bala, sombreros y banderas carlistas, agujereadas por disparos, detención de varios carlistas (entre otros, el presidente de la Juventud Jaimista de Aldaya, Germán Iglesia), cacheo de los asistentes al acto, apertura de expediente gubernativo, etc. Durante más de una semana, lo ocurrido en Aldaya ocupará la primera página tanto del periódico tradicionalista “Diario de Valencia”, como de su oponente político, el diario blasquista “El Pueblo” (que titulará la noticia como la salvajada carlista.
    De esta manera el carlismo de Aldaya vivió con los hechos de 1913 el mayor protagonismo periodístico de su historia, fruto de la inmensa actividad y vitalidad de aquellos carlistas comprometidos, que, sin duda, eran vistos como un peligro por el poder establecido.

    Texto elaborado a partir del trabajo, publicado en junio de 1986, de D. Vicente Comes Iglesia.
    Publicado por CTC - HYC en 1/21/2011 04:23:00 PM
    Etiquetas: Círculos Carlistas, Lugares carlistas

  7. #147
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Zuavos del mundo Zouaves of the world: Ignacio Wils parte 1


    Zuavos del mundo Zouaves of the world: Ignacio Wils parte 2


    Zuavos del mundo Zouaves of the world: Ignacio Wils parte 3


    Zuavos del mundo Zouaves of the world: Ignacio WIls parte 4


    Ignacio Wils parte 1



    En un barrio tranquilo de Ravenstein, pequeña ciudad del Brabant neerlandés, el turista se encuentra, durante su paseo, en “KolonelWilsstraat”, calle del coronel Wils. Poca gente sabe claramente quién es aquella gloria pasada, a lo más se imagina a un viejo soldado cubierto de condecoraciones de vuelta de alguna expedición colonial olvidada. No sabe nada, Ignacio Wils, soldado de fortuna pero soldado prestigioso, en realidad sólo ha defendido una causa, en su inmensa pero corta vida, la del Papa.
    El lector de hoy debe, para comprender el destino trágico de nuestro héroe, sumirse de nuevo en el contexto de la época, un siglo XIX° europeo desestabilizado desde el principio por la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas . Los nacionalistas se exasperan, la aspiración a la unidad de los pueblos de idioma y cultura idénticos amenazan lo perenne de un sinfín de estados, los temas republicanos destruyen unas monarquías seculares tradicionalmente ligadas con una religión oficial. La Iglesia Católica, confrontada con el auge de las ideologías modernistas, tiene mucha dificultad para conservar su rango y su influencia en las sociedades europeas, mientras el poder temporal del Papa se pone en tela de juicio.
    Los Estados Pontificios, después de muchas tribulaciones, quedan amenazados, a mediados del siglo, desde dentro y desde fuera: De dentro, por los republicanos y otros revolucionarios como Mazzini y Garibaldi, fundadores de una efímera República Romana en 1848, lo que ha obligado al Papa a que se refugie en Gaète; de fuera por las ambiciones expansionistas del reino de Piémont-Sardaigne que quiere llevar a cabo por su provecho la unidad italiana. Con la ayuda de Francia ha podido expulsar a los Austriacos de la península, recobrar la Lombardía, anexar Modène, Parma y la Toscane. Merced a unos disturbios más o menos espontáneos en Romagne, ha anexado también tal provincia pontificia en 1859.
    Frente a esas diversas amenazas, el Gobierno Pontificio trata de reorganizar su pequeño ejército, empresa que confía a un general francés prestigioso, La Moricière. La llamada a los católicos del mundo entero, para proporcionar recursos y hombres conoce un verdadero éxito y entre los voluntarios que acuden, los más conocidos quedan los Zuavos Pontificios. Eso no impide la continuación de los avances de Le Piémont : a raíz de la derrota de Castelfidardo, El Estado Pontificio queda amputado de Les Marches y de la Ombría, y así queda reducido tan sólo a Le Latium. La opinión católica mundial queda conmovida porque no acepta que el poder espiritual del Papa pueda ser independiente de su poder temporal, y los voluntarios siguen alistándose en las tropas pontificias. Los más de ellos son los Holandeses, lo que no deja de ser sorprendente, en efecto el Rey de Holanda es constitucionalmente de confesión calvinista y el protestantismo es, en el país , la religión de Estado. Verdad es que las provincias meridionales son masivamente católicas, hasta tal punto que en 1830, a causa de una revolución, unas de ellas, Llandes y Wallonie, han hecho una secesión para formar el Reino de Bélgica.
    Ignace-Marie-Alphonse Wils nace pues en una familia burguesa de la Holanda católica; los parientes de su madre son unos emigrados franceses de la época revolucionaria, y eso explica la forma francesa de sus nombres, pasa lo mismo con su hermano mayor Auguste. Dos de sus tíos son sacerdotes, entre los cuales Henry, jesuita, por eso Ignace cursa sus estudios en diferentes establecimientos de tal orden, en Culembourg y luego en Sittard. La salida de su hermano para Roma suscita en él el mismo deseo de alistarse entre los Zuavos Pontificios, y a pesar de las reticencias de su familia inquieta a causa de su corta edad, se alista en el ejército pontificio a los 16 años, el 14 de octubre de 1865. Su carrera militar es rápida pero modesta comparada con la de su hermano, muy rápidamente nombrado teniente. Promovido al grado de Cabo el 6 de noviembre de 1866, llega a ser sargento el 6 de agosto de 1867. No gana mucha gloria en las batallas; si participa con entusiasmo en el combate de Monte-Lupino, el 22 de noviembre de 1867, frente a unos “rufianes”, en realidad unos partidarios de Garibaldi más o menos convencidos, por lo contrario se queda en la cama a causa de las fiebres durante casi cuatro meses en 1867 y así no participa en la batalla de Mentana, para su mayor desengaño.

    Fuente: Patrick Nouaille-Degorce



    Ignacio Wils parte 2




    Sus ansias de gloria, de heroísmo y de martirio se esfuman así en la mediocridad y la rutina de la vida de guarnición en el campo romano. La inacción le pesa y obtiene, en el transcurso del año 1868, un permiso que aprovecha para reunirse, con el uniforme de Zuavo Pontificio, con las reducidas tropas carlistas que el general Tristany intenta organizar en el norte de España.



    Ahora cabe esbozar un lienzo sumario de la situación política de España en aquella época y, para eso, remontar a los orígenes del desequilibrio que padecía el reino desde el principio del siglo. El “Siglo de Oro” ya está lejos y el país se ha adormecido un tanto, aún más desde la subida al trono de la dinastía de los Borbones. El despertar es brutal, España conoce las consecuencias de la Revolución francesa, cuando Napoleón obliga a Carlos V a que abdique, y confía la corona su mismo hermano, José. Eso provoca una terrible guerra que opone no sólo al pueblo español con las tropas de ocupación francesas, sino también a los liberales, ganados por las ideas nuevas, con las capas populares que quedan excluidas del cambio y cuya situación material tendría a empeorarse. La intervención de las fuerzas inglesas no mejora mucho la situación y unos odios inexpiables dividen el país entre liberales y conservadores. Una burguesía adepta de Voltaire, ávida de poder desea vencer a la aristocracia, marginalizar a la Iglesia y apoderarse de sus bienes. El mismo ejército se divide entre tradicionalistas y progresistas, siendo esos últimos de extracción más modesta en su mayoría. En un país a la deriva, los pronunciamientos y los golpes de estado se suceden, el de Riego, en 1819, expulsa al rey Fernando VII a quien Francia, merced a la “cruzada de los cien mil hijos de San Luís”, restablece en su trono en 1823. La represión llevada a cabo por el monarca restaurado es despiadada y acentúa un poco más los antagonismos políticos.



    El embrollo se agrava aún más cuando Fernando VII suprime la ley sálica proclamada por Felipe V en 1713, a pesar de la tradición de sucesión española. Por eso pues designa sucesora a su hermana Isabel. Cuando muere el monarca, su hermano Carlos que denuncia la ilegitimidad de la medida se proclama Rey. El país se desgarra un poco más entre partidarios de un Estado secularizado para no decir laico y defensores de la monarquía de derecho divino…



    Así pues Ignacio Wils, en 1868, abraza la causa del tercer pretendiente carlista, Carlos VII, por múltiples razones: el espíritu de aventura y el deseo de gloria quedan muy secundarios, en efecto los albores de la tercera guerra carlista son más bien lamentables; es preferible recordar la amistad profunda que lo une con su compañero de ejército, el Zuavo Pontificio Alfonso de Borbón, hermano del pretendiente, la hostilidad visceral para con los liberales anticlericales, asimilados a los partidarios de Garibaldi y otros revolucionarios de otra índole, pero sobre todo un proyecto político expresado a su madre en una carta: “Me he marchado para España con fin de defender los derechos de Don Carlos porque el Santo Padre encontrará en él a un defensor cuando haya subido al trono de España”. Bien se ve que Ignace Wils no cambia mucho de causa sino que prosigue el mismo combate en otros lugares, en otro ejército. El fracaso De tristany acarrea el repliegue de las reducidas tropas carlistas a Francia donde Wils, promovido teniente, logra conservar las diferentes correspondencias del pretendiente. Se sacrifica sin contar para asegurar el bienestar de los 150 hombres internados con él hasta la primavera de 1870, en particular se aprovecha de sus relaciones para obtenerles un sueldo de un franco diario.



    Fuente: Patrick Nouaille-Degorce

  8. #148
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Ignacio Wils parte 3






    Mientras espera que Don Carlos emprenda una nueva tentativa, Ignace Wils, no bien liberado, se establece en Francia cerca de Metz, de empleado de negocios. La guerra franco-prusiana estalla y, sin vacilar, se alista desde las primeras derrotas francesas, en la partida de guerrilleros del comandante Arnous-Rivière, con el grado de simple soldado. Fomenta, como en España, una guerrilla de ataques furtivos y de emboscadas, en particular con la meta de abastecer a Metz. En varias ocasiones logra unas salidas tan acrobáticas como discretas para mantener el contacto entre la plaza fuerte asediada y la comarca. El antiguo sargento de los Zuavos Pontificios, ex teniente carlista y ahora simple francotirador queda entonces promovido teniente en el ejército francés. A causa de la capitulación del mariscal Bazaine y de la redición de Metz resulta prisionero en Mayence. Claro que se evade de allí inmediatamente y casi está a punto de ser detenido por los aduaneros prusianos, en una estación internacional, en la frontera germano-belga . Felizmente, al oír el ruido de la algarada, unos Belgas atraviesan la vía y lo arrancan de entre sus perseguidores. Vuelve a Francia y resulta promovido capitán del cuerpo de los Batidores, en el campo de La Rochelle. En la misma época, su hermano Auguste, ex-teniente de los Zuavos Pontificios ha venido para alistarse de instructor en la comarca de los Voluntarios del Oeste,-antiguos Zuavos Pontificios franceses-, en el depósito de Poitiers.


    El fin de las hostilidades y la desmovilización le permiten a Wils volver a su patria, pero el mes de abril de 1872 la insurrección vuelve a empezar y, siempre deseoso de encontrar un apoyo que le permita por una vez restaurar los Estadios Pontificios, se alista al lado de Don Carlos. La empresa, a pesar de unas dificultades materiales empieza globalmente bien, siendo el poder central en plena delicuescencia: el Rey Amadeo de Saboya, en pleno conflicto con las Cortes, abdica, una efímera República se establece pero rápidamente queda derribada por un pronunciamiento que restablece a un Borbón en el trono, Alfonso XII…


    Sin embargo, al principio, las fuerzas carlistas carecen de todo: uniformes, zapatos, armas, municiones y comida. Ignacio Wils, durante cuatro meses, recorre las montañas y las selvas del norte de España, encabezando una pandilla de voluntarios, perseguidos por las columnas gubernamentales. Contra ellas lleva a cabo una guerra de emboscadas y de hostigamiento, lo que le permite proporcionar uniformes y armas a sus soldados. Poco a poco se mejora la situación de los insurrectos y controlan una amplia zona que va creciendo de Galicia a Cataluña y, de ahí, hasta Valencia; un verdadero Estado carlista se organiza con un servicio postal, una compañía de ferrocarriles, una universidad y otros organismos civiles. A pesar de todo, Carlos II no puede apoderarse de de las grandes ciudades como Bilbao, Pamplona, Zaragoza o Barcelona.


    El control de la frontera francesa permite la importación los equipamientos militares imprescindibles y un ejército carlista regular se instala. Ignace Wils organiza primero un cuerpo de caballería, los Guides, que luego viene encabezado por el general Tristany, a continuación dirige una columna de 400 hombres con la cual surca a Cataluña. Con la ayuda de Don Alfonso de Borbón, esa pequeña tropa se transforma en un cuerpo de Zuavos. Acto seguido Wils llama a a sus antiguos compañeros, Zuavos Pontificios y Voluntarios del Oeste. El general Athanase de Charette afirma, de manera imprudente, que va a alistar a 1500 hombres; su llamada se hace en vano, si embargo no falta la ayuda financiera y los antiguos Pontificios suscriben masivamente los préstamos propuestos por Don Carlos, pagan una parte del material, funden cañones…Con excepción de los Zuavos Pontificios españoles, como Gabriel Llompart, promovido teniente-coronel, tan sólo unos diez extranjeros vendrán para alistarse en el cuerpo de los Zuavos Carlistas: varios Holandeses, entre los cuales Auguste Wils, unos Belgas, entre los cuales Defrance, el Canadiense Hugh Murray, el Irlandés O’ Bryan, unos franceses, algunos que otros Portugueses… Sin embargo eso basta para formar la dirección del nuevo cuerpo.

    Fuente: Patrick Nouaille-Degorce




    Ignacio WIls parte 4




    El conjunto queda modesto, el nuevo coronel de veinticuatro años tan sólo encabeza un batallón de más de medio millar de hombres repartidos en seis compañías. Verdad es que durante toda la guerra, en ambos campos, el batallón seguirá siendo la unidad táctica esencial. El uniforme adoptado es el de los Zuavos Pontificios, más o menos fantasioso según las posibilidades de recuperación o de fabricación: un chaleco, un bolero, unos pantalones ahuecados y un gabán de paño entre gris y azul con pasamanería roja para la tropa, negra para los oficiales y galón a lo húngaro. La única concesión a la tradición local es la adopción de la boina a modo de sombrero. Wils quien a conservado su uniforme llevado en Roma, viene vestido con unos harapos gloriosos…El batallón posee su propia bandera, confiada al Belga Defrance, con los colores de España adornado por un lado con el Sagrado Corazón y por el otro de la Virgen María, si duda en recuerdo de los dos estandartes con la dos efigies adoptadas por los Voluntarios durante la campaña de Francia. La presencia en el estandarte en cada uno de los lados del Sagrado Corazón, de las armas del Papa Pío IX y de las de los Borboneses, respecto a eso, reveladora. Una imprescindible banda acaba por dar al cuerpo so índole específico. Como sus compañeros franceses Voluntarios del Oeste, los Zuavos Carlistas ante todo se sienten soldados del Papa, incluso las nuevas reclutas que nunca han ido a Roma…


    La historia del batallón es breve y trágica, heroica y sangrienta, ya que de manera permanente Ignace Wils se implica mucho para entrenar y dinamizar a sus soldados. Su primera hazaña consiste en sorprender y detener, con el sable en mano, a tres sicarios que habían logrado penetrar en el dormitorio de Don Alfonso y de su esposa para asesinarlos. Eso les permite a los zuavos hacerse el batallón de escolta de la pareja de los príncipes. Merced a la energía comunicativa de su jefe, en todas partes, en Prats de Lusannes, en Orista, en Alpens, Igualada, y Manresa, los Zuavos forman la punta de lanza de las tropas carlistas. El joven coronel se expone en primera fila, es un formidable cabecilla de hombres, un jefe amado, admirado, respetado. En unos meses, cinco caballos mueren debajo de él, cuando hace falta, no vacila en enarbolar la bandera para lanzarse corriendo con fin de escalar las barricadas enemigas, como en Alpens e Igualada.


    Alpens, el 9 de julio de 1873, aunque se trata de un combate de importancia modesta dado que se enfrentan unos 1500 hombres en ambos lados, se ilustra con brillo durante la campaña de las tropas Carlistas en Cataluña. No se trata de un sitio ni de una batalla en toda regla sino más bien de un encuentro por casualidad. Un destacamento de escolta de 120 zuavos Carlistas han ocupado sin dificultad la pequeña ciudad mientras se anuncia, sin cuidado, al anochecer, una columna gubernamental bien armada y bien equipada, encabezada por el general Cabrinetty. Cuando la tropa irrumpe en la gran plaza, resulta diezmada por un fuerte tiroteo, una carga con bayoneta fracasa, Cabrinetty queda matado, sus hombres desorientados escapan fuera del pueblo y 400 de ellos se refugian una granja extendida desde donde empieza un fuego muy nutrido contra sus perseguidores. Wils ordena a sus Zuavos que asalten los edificios, se lanzan pero se detienen y se abrigan frente a la metralla; impaciente, su coronel toma su estandarte , lo tira por encima del muro de cerco: “El enemigo se ha apoderado de su estandarte, no podéis dejárselo”. Ēl mismo empieza escalando el muro, los hombres lo siguen con entusiasmo, los gubernamentales depositan las armas.

    Fuente: Patrick Nouaille-Degorce

  9. #149
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Embajador en el Infierno



    A confesión de parte......


    "Con la conciencia en la mano, te digo que a Don Carlos se le usurpó el trono que por derecho divino le correspondía; por consiguiente, deseando morir arrepentida y en la gracia del Señor, te encargo, y has de jurarlo solemnemente, cumplir mi última voluntad, haciendo cuanto esté en tu parte para disuadir a Doña Isabel de la creencia que los masones le han imbuido, de que es la reina legítima de España, y ambos a dos no dejareis un instante de trabajar para que el primogénito de Don Carlos ocupe el trono que yo, miserable de mí, contribuí se usurpara a su señor padre".
    (Carta de la Infanta Luisa Carlota a su hijo D. Francisco de Asís, esposo de Isabel, la llamada segunda. Tomada del libro "La Tercera Guerra Carlista" de César Alcalá).

  10. #150
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    A mi me ha ayudado mucho la lectura del libro "el carlismo. Dos siglos de contrarrevolución en españa" de jordi canal. Historia alianza editorial del año 2000. Es un trabajo realizado desde fuera del carlismo con afán de explicar los pros y los contras de este movimiento político. Es muy completo y posee una extensa bibliografía. Da la impresión de ser un trabajo muy serio.
    Yo en mis investigaciones sigo la máxima que dice que "el historiador honrado debe perseguir lo que busca, pero también exponer lo que no buscaba, lo que no esperaba encontrar, pese a que ello mucho le sorprenda y mucho le estorbe".

  11. #151
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Cita Iniciado por XIBINO Ver mensaje
    A mi me ha ayudado mucho la lectura del libro "el carlismo. Dos siglos de contrarrevolución en españa" de jordi canal. Historia alianza editorial del año 2000. Es un trabajo realizado desde fuera del carlismo con afán de explicar los pros y los contras de este movimiento político. Es muy completo y posee una extensa bibliografía. Da la impresión de ser un trabajo muy serio.
    Yo en mis investigaciones sigo la máxima que dice que "el historiador honrado debe perseguir lo que busca, pero también exponer lo que no buscaba, lo que no esperaba encontrar, pese a que ello mucho le sorprenda y mucho le estorbe".
    Pues hombre, en este foro ya se ha tratado del libro ese. Por ejemplo, en este mismo hilo: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    El libro de Canal pretende ser completo, pero no lo es. Sesgado, falto de fuentes, se nota que se fue a lo fácil, aunque no se reconozca.

  12. #152
    XIBINO está desconectado Miembro graduado
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Disculpa si no he cubierto tu espectativa.
    Como puedes ver soy novel en este foro, que no en el tema.
    A una pregunta como la que vi intenté ayudar pues pense (equivocadamente sin duda) que querías aproximarte al tema.
    No obstante el libro citado, que sin duda presenta información en algun momento sesgada, ofrece una amplia bibliografia que da más que cumplida respuesta a cualquiera que quiera introducirse en el estudio del carlismo.
    Viendo lo que se escribe en este foro se puede concluir que hay gente muy experta y documentada en carlismo; por eso también me extrañaba esa pregunta.
    Ahora si quieres podemos entrar en materia y navegar por la procelosa historia del carlismo, historia que si ha pecado de algo es de homogeneidad, un defectillo de nada, si se tiene en cuenta que es la suma de las voluntades de gentes que tan solo quieren servir a dios, a su patria, a la foralidad de sus territorios y a un rey que sea bandera, guia, ejemplo, y adalid de la causa.
    Ojo: Que al decir "causa" se engloban las cuatro patas del lema, y no solo una, la dinastía, asunto que tanto dolor de cabeza ha dado al carlismo.
    Un abrazo

  13. #153
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Hola:
    Si dices "esas cuatro patas" parece que estás hablando de un cuadrúpedo, de una silla o de una mesa. Si escribes "dios" con minúscula no sé a qué dios de la mitología grecolatina estás refiriendo. Por cierto, para referirse al demonio desde hace mucho tiempo, existe la expresión "pateta". Patético, vamos.
    Un saludo.
    "Solo Dios sabe hacer de los venenos remedio".
    Francisco de Quevedo

  14. #154
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Hola amigo
    las mayusculas las escribi. Al dar intro se convirtieron en minusculas creeme.
    El juego palabras de las cuatro patas sirve para expresar figuradamente los cuatro puntos de soporte en los que se apoya algo.
    Espero un debate serio no un entrar en juzgar las formas o pequeños deslices que se puedan cometer
    siento califiques de patetica mi intervencion. Qué se le va hacer. Así nos ha lucido el pelo en españa. Los bizantinismos que no mueren.
    En el fondo estoy deseoso de comprobar si sige uniéndonos lo verdadero, lo profundo, lo que sirva para seguir haciendo patria.
    Mi dios es el dios hecho hombre que nos dio ejemplo y sentido a nuestra existencia terrenal. El dios que dio su vida para hacernos entender que debemos ganarnos un sitio junto a él. Mi patria es españa, caso único en la historia de la humanidad que se formó siguiendo la luz del evangelio gracias a la union de distintos reinos, reinos que conservaron instituciones y costumbres, leyes privadas (privi-legios) que no menoscababan la unidad de la patria grande; y mi rey, ¡ay! Mi rey (dios que gran vasallo si hubiera gran señor), espero todavía que surja de entre las nieblas de la historia y se le entronice unanimemente por todos los carlistas.
    Adios amigo como sigan así las cosas nos veremos pronto en las peñas de asturias comenzando de nuevo.
    Última edición por XIBINO; 30/01/2011 a las 11:01

  15. #155
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Hola:
    Parece mentira que que al pulsar la tecla "enter" las mayúsculas se conviertan en minúsculas. Le propongo que vea desde otro ordenador cómo quedan sus mensajes y se dará cuenta de la sensación que produce al lector un mensaje con tantas faltas de ortografía. Las disquisiciones bizantinas hacen referencia a la Teología, ha quedado como tópico, como bien sabe, el sexo de los ángeles. De las cuatro patas, usted se hará cargo, no es un modo elegante de referirse a las bases de lo que trata. Por otro lado, el Cid, desde luego, se merecía un Rey mejor.
    En fin, respetémonos y quedemos como buenos amigos.
    Nota: Le ruego que, si no no puede escribir combinando mayúsculas y minúsculas escriba en las primeras directamente. De ese modo no cabrán malas interpretaciones de sus mensajes. Lo consideraré una cortesía.
    Hasta pronto.
    Última edición por Triaca; 30/01/2011 a las 11:25
    "Solo Dios sabe hacer de los venenos remedio".
    Francisco de Quevedo

  16. #156
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Caramba. Gracias por su ayuda amigo. Efectivamente me estaba equivocando al escribir todas en mayusculas. En fin, reconozco ser un poco bruto con el ordenador.
    Es curioso que quien ha metido la puya el primero pretenda cerrar el asunto con una llamada al llevarse bien sin disculparse de antemano aunque sea levemente.
    Ya veo que no le gusta el lenguaje figurado, pues no le ha gustado mi alusión al "bizantinismo" como discusión baldía que no lleva a ningún lugar. Y como sigue enojándole lo de las "patas" y no quiero caer en lo que critico, no voy a perder el tiempo en disquisiones pueriles.
    Adios amigo, usted se lo pierde.

  17. #157
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    El Matiner


    Los Principios no negociables: Dios, Patria y Rey.


    Desde que algunos católicos han ido a engrosar las filas doctrinarias, parte por su culpa y parte por la guerra innoble y la lluvia de denuestros de los que estaban interesados en alejarlos del campo tradicionalista,...la gran fuerza social y política llamada comunión católico-monárquica se ve asediada por los tiros de estas banderías, que con sus continuas algaradas y escaramuzas distraen sus fuerzas para que no las emplee en luchar con la Revolución asoladora, que todo lo avasalla, sirviéndole así de avanzada a fin de que en la hora suprema quede para las huestes liberales el campo de batalla.

    Y aunque separados por el procedimiento, y haciéndose la guerra como errores opuestos que son, ponen término a sus querellas, y acallan sus odios cuando se trata del enemigo común, y, como si formasen un solo partido y profesasen una misma doctrina, gritan unánimes que ya es hora de acabar con las batallas chicas y de reñir los grandes combates, por lo cual es necesario prescindir de legitimidades y formas de gobierno, que son cosas accidentales y transitorias, y encerrarse en el terreno puramente religioso, teniendo en cuenta que primero se debe buscar el reino de Dios y su justicia, porque todo lo demás se nos dará por añadidura.

    Esta hipócrita celada en que han caído no pocos espíritus sencillos cegados por el misticismo y aparente generosidad en que va envuelta, redúcese, bien examinado el asunto, a despreciar, como enojosa impedimenta para el combate, el derecho y las tradiciones de los pueblos en que se pelea. Porque la legitimidad no es sólo el título de los poderes que se fundan en una ley histórica o en una costumbre, sino el sello augusto que les imprime la conformidad con la ley divina y el derecho nacional; y creer, por lo tanto, que la legitimidad es un mero litigio dinástico que únicamente se refiere al origen del mando o que es cosa tan baladí la rectitud de su ejercicio que acciones no intencionales bastan para borrarla, o que pueda ser retirada y concedida en nombre del criterio particular por conciliábulos de periodistas y aun por multitudes unánimes, es sencillamente relegar con jansenístico respeto la potestad de la Iglesia al lugar de las cosas inútiles, y sustituirla con la razón independiente de toda norma y autoridad que no se apoye en ella misma. En suma: que es profesar el principio racionalista, más la hipocresía, para mejor defender la verdad católica que condena ambas cosas.

    Añádese a esto que la forma de Gobierno, cuando es secular, como en España, y ha sido, juntamente con la Iglesia, causa de la unidad nacional, y a la vez elemento, y en parte presión del espíritu y voluntad unánime de la cadena de generaciones en que tomó cuerpo la nación, es principio esencial de la constitución interna y cosa inherente a la patria, de la cual es tradición política fundamental. Querer, pues, que se prescinda de ella para mejor defender a la Iglesia, es pedir en buenos términos que se reniegue de la patria y se rechace su constitución secular, y hasta se reniegue de la historia y de la nación, que sin la Monarquía ni se comprende ni se explica.

    Pero nótese que las tradiciones, como los derechos, están unidos por el vínculo común, y que, quien conculca o viola uno, indirectamente los hiere todos. Primero caería el Trono, después el Altar, y sólo quedaría en pie el orgullo racionalista convertido en ariete de la obra de los siglos.

    ¡El Derecho, la Monarquía y la Tradición nacional, cosas secundarias y accidentales! ¡Y que esto lo digan gentes que presumen de purísima fe religiosa! (...)

    A esta extraña aberración ha conducido en algunos el afán de sincerar su conducta desatentada con la única comunión social y política de España sometida incondicionalmente al servicio de la Iglesia. ¡Como si a la Revolución se la combatiese mejor cediéndole parte del campo y oponiendo a sus negaciones rotundas afirmaciones incompletas!

    Tal es, en suma, uno de los sofismas fundamentales con que las banderías separadas de la comunión tradicionalista fingen defender a la Iglesia haciendo guerra a aquellos de sus hijos que no creen que, para defender a sus madre, necesiten renunciar a los deberes que ella inculca y a las intituciones nacidas bajo su influencia y amamantadas en su seno (...)

    Juan Vázquez de Mella. La persecución religiosa y la Iglesia independiente del Estado Ateo. Obras completas, volumen quinto.

    Publicado por El Matiner en 06:31 0 comentarios

    Etiquetas: Juan Vázquez de Mella

  18. #158
    Avatar de Estirpe militar
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Gracias Ordóñez por trasladar al foro este magnífico artículo.
    Un sincero agradecimiento a todos aquellos anónimos tradicionalistas que siembran internet con sus blogs, aportando luz, con su gratuita labor, a las tinieblas de la ignorancia que cubren Las Españas.

  19. #159
    vimo está desconectado Miembro graduado
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Me gustaria hacer una pregunta.
    Es verdad que en la primera guerra carlista las tropas de Carlos Maria Isidro estan a punto de entrar en Madrid cuando no havia
    ninguna tropa isabelina porque Carlos Maria no quiere entrar? Si se hubiera hecho con Madrid seguramente habria ganado no?
    Me podeis recomendar algun libro sobre el Carlismo.
    Gracias

  20. #160
    Avatar de muñoz
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    Re: Carlismo: ¿qué me recomendáis?

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Me estoy leyendo La cuestión religiosa en la Segunda República española: Iglesia y carlismo de Antonio Manuel Moral Roncal. De momento, no me está gustando demasiado aunque si que es bastante completo.
    Última edición por muñoz; 16/06/2011 a las 16:34


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  1. 03/10/2011, 04:35

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