Re: La culpa del estado-nación

Iniciado por
raolbo
Entiendo entonces que el autor considera que EEUU y Reino Unido no tienen estados-nación porque son anteriores a la Revolución Francesa. Aunque, de todos modos, lo que me interesaría es discutir las implicaciones práticas que ello conlleva, porque en el fondo la filosofía política que inspira todos estos Regímenes es la misma (liberalismo e Ilustración, que nacen de la cosmovisión protestante). No digo que no tenga razón, sino, al contrario, que me interesaría mucho un desarrollo de este tema.
El primer problema a dilucidar es cuando nace el Estado. El segundo que la denominación estado-nacional es muy ambigua, porque nada se opone que a que se consideren como tales las monarquías nacionales que son anteriores a la Reforma y por supuesto a la Revolución. El sistema de Estados Unidos es una copia más moderna de dichas monarquías, sólo que adoptando la forma republicana. Por ejemplo, los términos municipales allí se llaman condados, el término conde independientemente de que forme parte de los títulos nobiliarios, viene de condestable y significa administrador. Del mismo modo, el término y función sheriff. Pero también hay otros órganos cuya base son las monarquías nacionales. Por ejemplo, en el Reino Unido los ministros se llaman así, y los hay de varios tipos, mientras que en EEUU se denominan secretarios de Estado, tal como era la denominación en la administración regia española
Un análisis en profundidad del tema lleva muy lejos, ya que no sólo requiere de una base teórica, sino de interpretación y de relación. En tal sentido, además de los títulos ya recomendados, puedo añadir por ejemplo este otro:
Ciencia de la Administración Pública, BAENA DEL ALCÁZAR, Mariano, Vol., 1 Edit. TECNOS
Donde se analiza con bastante profundidad toda la estructura del estado moderno ya a partir de dichas monarquías nacionales y, por supuesto, el caso del Estado Español.
Respecto al significado de "nación", yo creo que convendríamos que, a día de hoy, se usa la acepción moderna del término, que la vincula con "soberanía". Por eso me parece una aberración hablar de "naciones" dentro de España. Es un suicidio, ya que nadie va entender "nación" al modo tradicionalista. Cuando los politicastros hablan de "plurinacionalidad" saben muy bien lo que se hacen, y no están precisamente inspirados por el pensamiento tradicionalista español.
A día de hoy el lenguaje popular, ya sea periodístico, político o de la calle, es como dices. Pero a nivel de especialistas siguen usando muy diversas doctrinas y sin ponerse de acuerdo. El problema es que a algo hay que agarrarse para poder analizar y debatir. Al respecto hay muchos manuales, ensayos y teorías publicadas, pues para mayor dificultad, el tema exige de un análisis interdisciplinar, todo lo demás son reduccionismos que van a ser criticados y desmontados siempre.
Y, dejando de lado otras consideraciones, yo reitero que la única salida que veo a día de hoy para lograr un mejor orden político en España es el de un Estado fuerte e intervencionista. Creo que esto es así desde la Revolución Industrial, desde que el Gran Capital se hace fuerte y nacen las grandes corporaciones y las coaliciones de intereses entre la oligarquía. Y si esto era cierto entonces, hoy en la era de Internet y de los medios de comunicación de masas lo es aún más. Estoy convencido que de tener el poder, lo primero que habría que hacer es nacionalizar los medios de comunicación y censurar Internet. Lo primero, ya que todo esto está controlado por tres o cuatro capitalistas, y en una semana ya te han mandado a los ejércitos de la OTAN con el populacho aplaudiendo, como siempre.
Pues deberías replantearte ciertas cuestiones, porque acabas de definir el Estado liberal. Y limitándome a la cuestión de Estado intervencionista, ¿más, pero si ya lo es? Estamos viviendo el Estado totalitario por excelencia porque la gente es feliz con él y lo necesita para tener seguridad, se llama Estado del bienestar. Los límites de tal tipo de Estado es que no tiene límites.
Llega las noche, estás durmiendo, te levantas para ir al cuarto de baño a lo que sea, enciendes la luz de tu mesilla y la del cuarto de baño. Terminas lo que hagas y tiras del pulsador de la cisterna, te lavas las manos con el jabón de tu lavabo, y finalizas algo tan común y de vuelta a soñar con los angelitos. Bueno, pues has pagado impuestos incluidos diversos niveles de IVA al encender la luz, al tirar de la cisterna por el agua usada, por la parte de jabón con que te has lavado las manos y parte del uso que le das a la toalla que compraste hace tiempo, la cual lavas con detergente en una lavadora, a la que añades un suavizante para que huela bien y terminas por plancharla con un artefacto ardiente que vuelve a consumir electricidad.
¿Quieres más intervención que eso?
No veo otra manera de salir del NOM, sinceramente.
El NOM es la estructura internacional de todo el mundo, de todo el planeta en esta etapa histórica. Yo no veo más que dos alternativas, o te vas al espacio a buscar otro mundo, o te escondes en algún rincón perdido, tiras tu televisor, teléfono fijo y móvil, tu ordenador, te das de baja en todos los sistemas y te aislas del todo. La otra alternativa es esperar la Parusía, que a tenor de lo que nos anuncia El Evangelio, será cuando se acabe con el NOM. ¡Ah! y olvídate de revueltas y sublevaciones, no las va a haber, además ¿contra qué o quiénes? el NOM tiene una característica absolutamente siniestra, no parece tener una cabeza, o si la tiene es invisible e indetectable. En cualquier caso, piensa para qué existe y a quien ha de servir.
Y, por poner ejemplo, en el siglo XVII no había sanidad pública, cierto, pero tampoco existían operaciones quirúrgicas que arruinarían a cualquier trabajador para que las pudiera pagar. Pero muchos tradicionalistas rechazan la seguridad social por "invasiva" o "estatista" cuando en realidad soluciona problemas que no existían en épocas pasadas. A mí entender, una serie de avances técnicos hacen necesario que una serie de competencias que eran asumidas por asociaciones, generalmente de la Iglesia, sean sometidas a intervención estatal debido al incremento del costo al proporcionar una serie de prestaciones.
Hombre, tampoco las ciencias estaban muy desarrolladas que se diga. Pero la otra cuestión es que más que tradicionalistas rechazando tratamientos, a quienes yo veo es a testigos de Jehová y similares. Además, no es igual la intervención estatal, que la colaboración de entidades privadas con entidades públicas. Cada una en su ámbito tiene sus ventajas..., y sus inconvenientes.
Última edición por Valmadian; 11/09/2016 a las 23:09
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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