Carlos de Ibarra (Eibar 1587-Barcelona1639)
Siguiendo las singladuras de los “héroes del mar”, la figura de Carlos de Ibarra se une también a los efectos de la Guerra de los Treinta
Años. Nacido en Eibar, sus dotes marineras le dirigieron pronto hacia las rutas oceánicas, asumiendo el mando de varias flotas con destino a
América desde 1618. Los metales preciosos resultaban claves para mantener a la Corona en tan devastador conflicto. A raíz de ello, y como
las acciones bélicas no solo ocupaban Europa, sino que se extendían al Nuevo Continente, Ibarra forjó su leyenda como buen marino sorteando
tempestades y enfrentándose a holandeses, ingleses y franceses. Sin embargo, sería durante 1638 cuando llegó al cenit de su carrera. En aquel
año debía de conducir desde Cartagena de Indias hasta las costas hispanas más de veinte buques con cargamento de oro, plata y esmeraldas.
No obstante, parte de la Escuadra de Holanda sita en el Caribe tenía la orden de hacerse con tan preciado botín, que ascendía a casi 30 millones
de pesos. Carlos de Ibarra y sus galeones se enfrentaron hasta tres veces a dicha Escuadra a lo largo del Atlántico. La captura de una de las
urcas rivales y su llegada a Sanlúcar de Barrameda el 13 de noviembre del mismo año permitió saber que los holandeses perdieron las naves
insignia y capitana, así como otros cinco buques más. Las bajas holandesas llegaron a 450 hombres y, por supuesto, la Flota de Ibarra no había
sido apresada, arribando a su destino. No obstante, Ibarra pagó cara la victoria. Aparte de quedar inútiles varias naves y perder casi 200 hombres,
su salud se resintió de gravedad durante estas acciones en el Atlántico. Nunca se recuperaría del todo. Por su arrojo y buena mano marinera
le fueron concedidos los títulos de marqués de Caracena y vizconde de Centenera, dándosele además la autoridad de la Escuadra de Cataluña
en 1639, compuesta por 14 galeones. Sin embargo, a consecuencia de los conflictos allí desencadenados y las viejas secuelas oceánicas falleció
en Barcelona a los pocos meses de asumir su cargo. Paradójicamente, pocos guerreros subsisten en las aguas a su acción más decisiva.
http://www.foromaritimovasco.com/doc...E%20IBARRA.PDF
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