Conozco el libro gracias a la referencia que hizo el periódico digital de Madrid El Semanal Digital. Lo he hojeado en la Biblioteca Pública de Valencia (donde por cierto se encuentra pintarrajeado de inscripciones valencianistas) y me parece que aporta datos interesantísimos. Como libro de consulta y documentación es impresecindible, y entre otros datos he encontrado que Prat de la Riba habla de Cataluña solo refiriéndose al Principado, para nada incluye a los Reinos de Mallorca y Valencia. También el mismo Prat señala: En 1714, cuando "cae el baluarte de nuestras libertades políticas, ya la intelectualidad catalana había adoptado el castellano como lengua vulgar de la cultura". También reconoce Prat: "Nuestros clásicos son los clásicos castellanos, la lengua castellana es nuestra lengua, nuestra historia es la historia de España, los reyes castellanos son nuestros reyes. Covadonga el primer grito de nuestra reconquista y las grandes obras de la civilización castellana, nuestros grandes hombres y nuestras grandes obras". Pero no obstante, de la constatación de esa realidad hace una interpretación negativa diciendo:
"Admitíamos la monstruosa coexistencia de dos culturas". Esa realidad que Prat se vé forzado a reconocer supone una enorme riqueza cultural para Cataluña que el nacionalismo está intentando desterrar con una persecución infame del castellano (español por antonomasia, por ser lengua común e histórica de las grandes empresas de las Españas aúreas) debido a la ensoñación quimérica en la heterodoxa tesis de un "espíritu" espureo.
Volviendo al libro en cuestión su principal carencia es que no termina de desarrollar una tesis sobre la evolución posterior del catalanismo, degenerado en puro y simple nacionalismo. Esas razones parten de un desenfoque filosófico sobre el que ahora nos adentraremos.
En cualquier caso creo que el mejor estudio reciente publicado sobre la catalanidad y su tradición es el del profesor Canals: http://hispanismo.org/catalunya/3076...als-vidal.html
Entramos de lleno en los equívocos del romanticismo alemán. Recientemente se ha publicado, desde Cataluña, un analísis muy sugestivo de los frutos antitradicionales del romanticismo. A él vuelvo a remitirme: http://elmatinercarli.blogspot.com/2009/07/el-romanticismo-vehiculo-de-destruccion.html Los idiomas son vehículos comunicativos, y no por dominarlos se forma parte de un pueblo. No me atrevería a calificar de españoles a los jubilados europeos de nuestras costas, por muy bien que en ocasiones hablen la lengua castellana. Tampoco creo que un marroquí que viene a trapichear a Cataluña sea muy catalán por mucho que los nacionalistas lo hayan inmersionado. Por otra parte, partiendo del hecho de que muchos catalanes tienen como lengua de comunicación normal y de producción escrita el castellano (además de los muchos que tienen el catalán pero son castellanopensantes) tendriamos que concluir que en Cataluña hay no una, sino dos naciones culturales, o mejor tres si tenemos en cuenta el Valle de Arán. E históricamente, ¿no fue catalán Wifredo el Velloso, pese a que muriese dos siglos antes de las Homilías de Organyà? Y el patrimonio de Tarraco, ¿no forma parte de la catalanidad (término que prefiero al de "nación cultural", pues abarca todo este patrimonio y ejecutoría histórica)? Máxime cuando el catalán, como todas las lenguas romances, no es un producto tan espontáneo del "alma popular" sino al fin y al cabo una dialectización del latín, con aportes diversos que en un determinado momento se gramatiza. De ahí además la complejidad a la hora de discernir donde actualmente hay lenguas o dialectos, terreno más propio de la sociolingüística que de la gramática.
Y respecto a los recuerdos comunes ¿cuales son esos, más allá de la casa pairal o el barrio en que nacimos (que tampoco abarcaría toda Cataluña), sino los de toda la gloriosa historia común de España?
Estos autores lo que pretenden es imponer la nación constitucional nacida del pacto social de Rosseau frente a la nación histórica, asentada sobre una Tradición nacida de la fidelidad a un mismo Dios y a un mismo Rey que generó un proceso unitario en los más distintos ámbitos y unas misiones heróicas que determinaron la historia universal. Pues a ellos les digo como respondían los tradicionalistas contemporáneos de aquellos autores que "muera la nación [su nación] y viva la Religión". Pero es que incluso retorciendo sus argumentos también se podría crear una mitología nacional-cultural para España, pues las afinidades étnicas y culturales son más que evidentes. Cataluña no deja de tener una diversidad étnica y cultural en si misma no menos grande que la del común de España.
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