Sinceramente pienso que estamos en un debate sobre si son galgos o podencos. Debo ser muy simple porque no entiendo donde está el problema. Las palabras “deudas” y “ofensas” en este contexto son sinónimas. Tanto la una como la otra no hacen sino confesar ante el Padre que somos pecadores y que solicitamos su perdón.

¿Es posible que Dios no entienda lo que le pedimos? Si así fuera deberíamos esforzarnos por aclarar la situación en la que nos encontramos, pero como no es pues a que dar más vueltas al asunto.

Parecemos políticos que mucho hablan y poco o nada dicen. Dejemos que la Iglesia nos marque el camino a seguir. Además sin en nuestra oración particular queremos emplear una u otra forma, pues hagámoslo. Pero es necesario que en las oraciones comunitarias vayamos todos al unísono, de lo contrario valiente lio sería.

No seamos como los parlamentarios, que hablan cinco o seis horas y no sacan nada en limpio.