La confitería ovetense famosa por sus bombones, en la que seguramente estás pensando, es Peñalba. Pero te aseguro, por afición propia y por juicio compartido con otros aficionados al chocolate de fuera de la región, que los bombones de Peñalba palidecen al lado de los de La Fe de la calle Asturias (hay otra del mismo nombre en la calle Periodista Adeflor) de Gijón. La misma confitería, por cierto, hace una tarta milhojas extraordinaria.
Gijón, tal vez por la vieja relación de su puerto con Ultramar, tenía también famosas fábricas de chocolate, que fueron cayendo ante el despiadado avance del capitalismo: La Primitiva Indiana, Chocolates Kike, La Herminia... De la industria asturiana del chocolate ya sólo queda, y con dificultades, Chocolates La Cibeles, en Oviedo.
Hombre, en San Sebastián hay sitios así, pero también algunos que son sólo despachos. Y lo que choca en una ciudad así, cuya gastronomía es casi tan buena como la asturiana, es el desprecio que en general les merece el postre dulce, del cual con frecuencia prescinden, y que no brilla en sus cartas. Igual que, en general, en casi toda España (en Asturias también) se ha ido olvidando que una comida como Dios manda, en día que no sea de ayuno, consta al menos de entrada, dos platos, queso, fruta y postre.
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