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Tema: En defensa de los toros

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Hyeronimus En defensa de los toros 23/11/2009, 21:45
mazadelizana Respuesta: En defensa de los... 24/11/2009, 03:35
Antonio Hernández Pé Respuesta: En defensa de los... 24/11/2009, 18:13
mazadelizana Respuesta: En defensa de los... 24/11/2009, 22:03
Antonio Hernández Pé Respuesta: En defensa de los... 25/11/2009, 00:48
Antonio Hernández Pé Respuesta: En defensa de los... 25/11/2009, 22:00
Hyeronimus Respuesta: En defensa de los... 25/11/2009, 23:20
Irmão de Cá Respuesta: En defensa de los... 26/11/2009, 00:03
Hyeronimus Respuesta: En defensa de los... 26/11/2009, 00:32
VicentiuS Respuesta: En defensa de los... 14/02/2010, 14:39
Josean Figueroa Respuesta: En defensa de los... 14/02/2010, 15:13
Antonio Hernández Pé Respuesta: En defensa de los... 17/02/2010, 21:56
mazadelizana Respuesta: En defensa de los... 26/11/2009, 00:57
Gothico Respuesta: En defensa de los... 27/11/2009, 11:41
Anorgi Respuesta: En defensa de los... 15/02/2010, 01:54
VicentiuS Respuesta: En defensa de los... 17/02/2010, 12:10
Liga Santa En defensa de los toros 17/02/2010, 20:00
Valmadian Respuesta: En defensa de los... 17/02/2010, 20:22
Liga Santa Respuesta: En defensa de los... 17/02/2010, 20:40
Valmadian Respuesta: En defensa de los... 17/02/2010, 21:05
Ordóñez Respuesta: En defensa de los... 20/02/2010, 13:04
Ordóñez Respuesta: En defensa de los... 23/02/2010, 09:36
Hyeronimus Respuesta: En defensa de los... 28/02/2010, 13:49
Hyeronimus Respuesta: En defensa de los... 10/04/2010, 10:32
juan vergara Respuesta: En defensa de los... 11/04/2010, 01:30
Ordóñez Respuesta: En defensa de los... 03/05/2010, 20:34
Paco Respuesta: En defensa de los... 13/05/2010, 15:50
Ordóñez Respuesta: En defensa de los... 21/05/2010, 11:31
Mefistofeles Respuesta: En defensa de los... 21/05/2010, 11:37
Ordóñez Respuesta: En defensa de los... 21/05/2010, 12:08
Hyeronimus Respuesta: En defensa de los... 26/05/2010, 10:53
Antonio Hernández Pé Respuesta: En defensa de los... 17/02/2010, 21:53
Asunhattan Re: En defensa de los toros 09/10/2011, 21:41
Valmadian Re: En defensa de los toros 09/10/2011, 23:16
Lo ferrer Re: En defensa de los toros 10/10/2011, 02:14
Eunice Re: En defensa de los toros 06/04/2012, 21:49
Rodrigo Re: En defensa de los toros 07/04/2012, 14:22
El_Pascual Re: En defensa de los toros 08/04/2012, 05:18
Eunice Re: En defensa de los toros 08/04/2012, 16:53
Alejandro Farnesio Re: En defensa de los toros 08/04/2012, 19:08
Irmão de Cá Re: En defensa de los toros 10/10/2011, 13:16
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 30/03/2012, 13:05
El Tercio de Lima Re: En defensa de los toros 08/04/2012, 21:41
Rodrigo Re: En defensa de los toros 08/04/2012, 23:15
Mexicano Re: Respuesta: En defensa de... 16/04/2012, 05:47
juan vergara Re: Respuesta: En defensa de... 16/04/2012, 06:20
Hyeronimus Re: Respuesta: En defensa de... 16/04/2012, 12:02
zorro_rommel Re: Respuesta: En defensa de... 18/04/2012, 20:33
Hyeronimus Re: Respuesta: En defensa de... 19/04/2012, 19:18
juan vergara Re: Respuesta: En defensa de... 20/04/2012, 08:24
Alejandro Farnesio Re: En defensa de los toros 07/06/2012, 12:23
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 24/09/2012, 12:36
jfmarme Re: En defensa de los toros 08/11/2012, 19:14
Paco Re: En defensa de los toros 23/09/2013, 15:55
Montealegre Re: En defensa de los toros 24/09/2013, 05:51
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 24/09/2013, 12:47
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 24/09/2013, 19:51
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 24/09/2013, 19:52
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 24/09/2013, 19:52
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 24/09/2013, 19:57
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 24/09/2013, 20:02
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 24/09/2013, 20:04
ReynoDeGranada Re: En defensa de los toros 13/02/2017, 15:35
ReynoDeGranada Re: En defensa de los toros 14/11/2019, 12:43
Montealegre Re: En defensa de los toros 02/04/2014, 20:21
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 04/04/2014, 13:18
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 04/04/2014, 13:20
jasarhez Re: En defensa de los toros 04/04/2014, 15:03
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 04/04/2014, 17:44
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 17/05/2015, 17:41
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 01/07/2015, 18:52
Guerreiro Galaico Re: En defensa de los toros 11/07/2015, 21:36
Mexispano Re: En defensa de los toros 21/07/2015, 21:12
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 05/09/2015, 15:02
juan vergara Re: En defensa de los toros 05/09/2015, 18:53
Mexispano Re: En defensa de los toros 10/02/2016, 00:48
Mexispano Re: En defensa de los toros 23/04/2016, 04:11
Hyeronimus Re: En defensa de los toros 02/05/2016, 00:29
SignaSuperVestes Re: Respuesta: En defensa de... 04/01/2017, 18:10
Hyeronimus Re: Respuesta: En defensa de... 20/01/2017, 20:04
Mexispano Re: Respuesta: En defensa de... 22/01/2017, 05:15
Guerreiro Galaico Re: Respuesta: En defensa de... 05/02/2017, 22:50
Guerreiro Galaico Re: Respuesta: En defensa de... 09/02/2017, 02:05
Mexispano Re: Respuesta: En defensa de... 02/09/2017, 04:03
ReynoDeGranada Re: Respuesta: En defensa de... 28/03/2018, 13:10
Rodrigo Re: Respuesta: En defensa de... 02/04/2018, 13:50
Cónio Re: Respuesta: En defensa de... 13/05/2018, 16:24
Erasmus Respuesta: En defensa de los... 18/02/2010, 04:03
Erasmus Respuesta: En defensa de los... 18/02/2010, 04:08
  1. #1
    Avatar de Alejandro Farnesio
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    Re: En defensa de los toros

    A raíz de lo que habéis comentado de las bulas papales, he encontrado esto sobre la Bula de Pío V:

    Pío V Promulgó la bula "De Salute gregis Dominici" (1.er de noviembre de 1567), por medio de la cual prohibió los juegos taurinos, "estos sangrientos y vergonzosos espectáculos dignos de los demonios y no de los hombres", así como cualquier participación activa o pasiva en ellos.

    Esto de Tomás de Villanueva que, creo, ya puse aquí.

    Santo Tomás de Villanueva fue de los mayores fustigadores de la fiesta de los toros. El arzobispo de Valencia llegó a preguntarse: "¿Hay brutalidad mayor que provocar a una fiera para que despedace al hombre?" Y, tras calificar este espectáculo de "duro y cruelísimo" denunciaba "en nombre de Jesucristo, a todos cuantos obráis y consentís o no prohibís las corridas" y a todos ellos les conminaba de esta manera: "No sólo pecáis mortalmente, sino que sois homicidas y deudores delante de Dios". El día que Villanueva fue canonizado, tal evento se celebró en Valencia, Zaragoza y otras ciudades… ¡con una corrida de toros!
    Personalmente, el tema de los toros no me gusta. Pero no tiene nada que ver con que maten al animal, simplemente no me gusta. Entiendo que es algo muy arraigado a nuestras tradiciones y no pretendo que las prohíban ni nada, simplemente no tengo afición por ello.

    ¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA LA HISPANIDAD!
    ¡VIVA ESPAÑA! ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA LA HISPANIDAD!

    "Dulce et decorum est pro patria mori" (Horacio).

    "Al rey, la hacienda y la vida se ha de dar, pero el Honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios" (Calderón de la Barca).

  2. #2
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: En defensa de los toros

    El Constitucional francés avala la legalidad de las corridas de toros

    El Consejo se pronunció tras la demanda presentada por dos asociaciones de defensa de los animales

    Juan Pedro Quiñonero / PARÍS






    afp


    José Tomás abandona a hombros las Arenas de Nimes









    El Tribunal Constitucional francés ha dicho «sí» a las corridas de toros, rechazando por completo las demandas de varias organizaciones anti taurinas que habían pedido su prohibición por razones constitucionales. Los anti taurinos pedían la prohibición alegando “el tratamiento cruel que se les da a los animales”.
    Las asociaciones Droits des animaux (DDA) y el Comité radicalment anti corrida (Crac) también habían pedido que la corrida dejase de ser un patrimonio inmaterial de Francia.
    La sentencia del Constitucional confirma el doble «sí» francés a las corridas de toros: patrimonio nacional y libertad de celebración de corridas, allí donde sea tradición y se desee, como ocurre en el sur y el sur oeste de Francia.
    Los anti taurinos amenazan con prolongar indefinidamente su combate. Y se proponen plantear el caso ante las instituciones jurídicas europeas.
    Los denunciantes consideraban inconstitucional que una práctica, como el maltrato animal, penada con hasta dos años de cárcel y 30.000 euros de multa en la mayor parte del territorio francés, no puede ser legal en una zona concreta.
    Pero el Constitucional considera que esa excepción es conforme a la ley. "La diferencia de trato instaurada por el legislador entre actos de la misma naturaleza llevados a cabo en zonas geográficas diferentes está en relación directa con el objeto de la ley que lo establece", indica la sentencia.
    En términos sociológicos, el 48 % de los franceses son partidarios de las corridas de toros, mientras que un 42 % son hostiles. Viejas glorias del cine francés, como Brigitte Bardot, Jean-Paul Belmondo o Alain Delon han prestado su apoyo moral a los anti taurinos. Personalidades políticas de primer orden, como el ex presidente Nicolas Sarkozy o Manuel Valls, ministro del Interior, llevan años defendiendo y apoyando la libre celebración de corridas de toros en Francia.

    El Constitucional francs avala la legalidad de las corridas de toros - abcdesevilla.es

  3. #3
    Avatar de jfmarme
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    Re: En defensa de los toros

    Hace un tiempo un amigo me facilitó un folleto con 50 razones para defender las corridas de toros, escritas por un filósofo francés. Si interesa puedo ver de transcribirlas aqui en este foro, si es que no hay problemas de derechos u otros. La tesis del filósofo es que los antitaurinos no esgrimen argumentos, pero sí sentimentalismos a ese respecto. Es muy interesante.

  4. #4
    Avatar de Paco
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    Re: En defensa de los toros

    El Gobierno catalán obliga a cerrar la Ganadería Mur

    mundotoros.com

    "Carta del Ganadero"

    Apreciados amigos y aficionados, tengo que deciros que hemos tenido que cerrar puertas, y dejar que campe el ganado a sus anchas, en eso tiene que ver esos amantes de los animales que tanto los defienden y tanto los quieren y que van a provocar que más de doscientas cabezas de ganado de lidia quede a merced de la más pura ruina mortal, por falta de poder hacer frente a la manutencion de estos.
    Gracias a los animalistas influyentes que pasan por encima de informes técnicos y certificaciones de actividad hechas por profesionales oficiales y avalada por casi 100 años de practica ganadera y de la cual estas personas ni han visto ni tienen la más remota idea de la actividad real y del día a dia de lo que son las explotaciones extensivas de vida en les Terres del Ebre.
    Por eso estan tan contentos con las decisiones que nos han obligado a tomar, CESE INMEDIATO DE TODA ACTIVIDAD CON EL GANADO.
    Eso que ellos llaman corridas de toros para turistas, que no son más que las tientas que todos conoceis , las capeas y esas fiestas camperas que ellos consideran una perversión, maltrato y sadismo para los animales. Eso se permiten alzar la voz y no han pisado nunca ninguna de las dos explotaciones. Y lo mejor del caso que esto a surgido por abrir las puertas a la curiosidad de la prensa el año pasado y como no tenemos nada ni que callar, ni que esconder se recibio a todos los que quisieron venir a ver , preguntar, filmar e informar. ¿Pero señores, que informaron? - pura basura manipulada. Ni verdad, ni realidad.
    Todos estos años que los rusos no se habían decantado por estas visitas, no es que no se hicieran, se hacían igual pero con gente del territorio, ahora que la gente está en muchos casos en situacion critica a culpa de esa crisis que nos han creado, pues podemos dar gracias a esas visitas a la explotación, con la capea que nos sirve para la selección de ganado y la comida de un menú degustación de productos de la tierra, por el cual se cobra siete euros podemos subsistir hasta final de mes para pagar las facturas, que al final es para lo que trabajamos para pagar.
    Y para que quede claro a esa gente que nos acusa de lucrarnos a costa del sufrimiento animal que sepan que no se cobra ni paga a nadie de los que alli vienen. El único beneficio que sacamos producto del trabajo y servicio que ofrecemos en el restaurante campero, el cual tiene la actividad vinculada a la explotación ganadera.
    Pues bien al final todos al paro y el ganado al garete por decirlo suave y educadamente. Se podrian decir muchas verdades vividas, como la verdad ofende y la libertad es una quimera, el que quiera saber puede preguntar en privado.
    Gracias por tener la paciencia de leer, esta pequeña explicación que es nada al lado de la indignación que produce el golpe a la produccion de puestos de trabajo, actividad economica, honradez , legalidad laboral y el mantenimiento de un ganado con un calidad de vida inmejorable.
    Como testimonio quedan todos los que nos conocen personalmente. Gracias nuevamente y de momento aún estamos vivos.
    Hyeronimus dio el Víctor.

  5. #5
    Avatar de Montealegre
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    Re: En defensa de los toros

    Cita Iniciado por jfmarme Ver mensaje
    Hace un tiempo un amigo me facilitó un folleto con 50 razones para defender las corridas de toros, escritas por un filósofo francés. Si interesa puedo ver de transcribirlas aqui en este foro, si es que no hay problemas de derechos u otros. La tesis del filósofo es que los antitaurinos no esgrimen argumentos, pero sí sentimentalismos a ese respecto. Es muy interesante.
    Ese folleto puede ser consultado aquí: 50+Razones+Para+Defender+Los+Toros (1)

  6. #6
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: En defensa de los toros

    Aquí en España se vende en las librerías. Es un librito (técnicamente, un folleto) con excelentes argumentos presentados desde diversos aspectos. Parece mentira que haya tenido que ser un francés el que venga a defender los toros.

    francis-wolff-expone-razones-defender-corrida-toros-incide-valor-fiesta-politizada_1_671363.jpg
    Última edición por Hyeronimus; 24/09/2013 a las 19:47
    Pious dio el Víctor.

  7. #7
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: En defensa de los toros

    Cincuenta razones para defender
    la corrida de toros
    Traducido del francés por Luis Corrales y Juan Carlos Gil

    ¿Le gustan las corridas de toros?¡Sepa defenderlas!¿No le gustan las corridas de toros?¡Sepa comprenderlas!


    Prefacio

    Desde hace algunos años ha comenzado una nueva batalla contra la fiesta de los toros. Diversos tipos de prohibiciones han sido propuestos; han intentando por un lado restringir el acceso de los menores, como en Francia o en el País Vasco, y por otro prohibir directamente las corridas de toros, como en Cataluña. La restricción, por el momento, ha perdido, la prohibición podría ganar un día de éstos. Esta brusca movilización antitaurina ha tenido como consecuencia, en Francia, la creación de una organización que aglutina a todas las asociaciones (de aficionados, de profesionales y también de políticos) implicadas en la defensa de las corridas de toros, denominada el “Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas”, cuya misión es la vigilancia permanente sobre las iniciativas antitaurinas: se ha convertido en el único interlocutor legítimo ante los poderes públicos para tratar de estas cuestiones. En Cataluña existe la Plataforma para la Promoción y Difusión de la Fiesta, que desarrolla un trabajo análogo pero en situación de urgencia, dadas las amenazas

    inmediatas que se ciernen sobre las corridas de toros en esa comunidad. Y la Mesa del Toro, formada inicialmente sobre todo por profesionales, es la que toma iniciativas similares en todo el estado español, e incluso en la Comunidad Europea.


    Esta pequeña obra, que no tiene ningún afán comercial ni literario, nace con el propósito de contribuir al esfuerzo explicativo en defensa de las corridas de toros, que las mencionadas organizaciones llevan a cabo. El único objetivo es ofrecer un resumen de los principales argumentos a favor del
    mantenimiento de las corridas de toros en las zonas donde están tradicionalmente implantadas. Muchos de los argumentos figuraban ya, de una u otra forma, en mi Filosofía de las corridas de toros, Bellaterra, 2008, donde proponía desvelar el sentido y los valores éticos y estéticos de la tauromaquia.
    Este libro fue escrito en un época en la que las campañas abolicionistas no habían comenzado abiertamente y, por tanto, no tenía el objetivo apologético que algunos le han querido ver. Los argumentos para “defender” las corridas de
    toros se encontraban pues dispersos entre propuestas más fundamentales. En el transcurso de las numerosas discusiones trabadas tras la aparición del libro, quedó clara la necesidad de que esos argumentos fueran recogidos y sistematizados en una pequeña obra sintética y accesible. Y es justamente lo que hemos hecho: rescatarlos y completarlos con aportaciones surgidas del desarrollo de esas discusiones. Ésta es la única pretensión de este texto: un arma para una batalla que creemos justa. Las corridas de toros no son sólo un magnífico espectáculo. No son sólo disculpables sino que además son
    defendibles porque son moralmente buenas.

    En las siguientes páginas, no hay ninguna explicación sobre la historia de la fiesta, el desarrollo de las corridas, la técnica y la estrategia de la lidia, las características de las diferentes ganaderías de toros, ni de las diferencias entre las escuelas taurinas y los estilos de los toreros. Todo eso se encuentra
    fácilmente en excelentes obras. Tampoco se encontrará aquí uno de los más potentes argumentos a favor del mantenimiento de la fiesta de los toros en los países taurinos: las razones económicas. Aunque es cierto que, en España, en el sur de Francia y en América Latina, la fiesta taurina mantiene decenas de miles de empleos directos e indirectos y constituye una importante fuente de ingresos para las administraciones estatales, regionales y locales, este argumento no vale nada si las corridas de toros fueran inmorales como, por ejemplo, lo son el tráfico de drogas o el de animales de especies protegidas.
    Nos situamos en el exclusivo plano de los valores. Porque pensamos que si las corridas de toros desapareciesen de las regiones del mundo donde hoy son lícitas, sería una gran pérdida tanto para la humanidad como para la animalidad.

    Introducción

    Sensibilidades

    Sólo hay un argumento contra las corridas de toros y no es verdaderamente un argumento. Se llama sensibilidad. Algunos pueden no soportar ver (o incluso imaginar) a un animal herido o muriendo. Este sentimiento es perfectamente
    respetable. Y no cabe duda de que la mayor parte de los que se oponen a las corridas de toros son seres sensibles que sufren verdaderamente cuando imaginan al toro sufriendo. El aficionado tiene que admitirlo: mucha gente se conmueve, e incluso algunos se indignan con la idea de las corridas de toros.

    El sentimiento de compasión es una de las características de la humanidad y una de las fuentes de la moralidad. Pero los adversarios de las corridas de toros tienen que saber que los aficionados compartimos ese sentimiento. Sin duda, esto es algo difícil de creer por todos aquéllos que piensan sinceramente que asistir a la muerte pública de un animal (lo que es un aspecto esencial de las corridas de toros) sólo lo pueden hacer gentes crueles, sin piedad, sin corazón. Ahí radica su irritación, su arrebato, su animadversión a las corridas de toros. Es difícil de creer y sin embargo es absolutamente cierto:

    el aficionado no experimenta ningún placer con el sufrimiento de los animales.
    Ninguno soportaría hacer sufrir, o incluso ver hacer sufrir, a un gato, a un perro, a un caballo o a cualquier otra bestia. El aficionado tiene que respetar la sensibilidad de todos y no imponer sus gustos ni su propia sensibilidad. Pero el antitaurino debe admitir también, a cambio, la sinceridad del aficionado, tan humano, tan poco cruel, tan capaz de sentir piedad como él mismo. Es difícil comprender la postura del otro pero hay que reconocer que, en cierto sentido, el aficionado tiene las apariencias en contra. Por eso su posición necesita una explicación.

    La sensibilidad no es un argumento y sin embargo es la razón más fuerte que se puede oponer contra las corridas de toros. El problema consiste en saber si es suficiente: ¿la sensibilidad de unos puede bastar para condenar la sensibilidad de otros? ¿Permite explicar el sentido de las corridas de toros y la razón por la que son una fuente esencial de valores humanos? ¿Puede bastar para exigir su prohibición?

    El autor de estas líneas garantiza que nunca ha podido soportar el espectáculo del pez atrapado en el anzuelo del pescador de caña – lo que efectivamente es una cuestión de sensibilidad. Pero nunca se le ha pasado por la cabeza condenar la pesca con caña ni tampoco tratar al pobre pescador de “sádico” y aún menos exigir a las autoridades públicas la prohibición de su inocente ocio, que ofrece probablemente grandes placeres a los amantes de esa actividad.
    (Sin embargo, se “sabe” perfectamente que los peces heridos “sufren” agonizando lentamente en el cubo, e indudablemente más que el toro que pelea. Pues bien… La fiesta de los de toros suscita en los detractores más motivos de indignación y, sobre todo muchos más fantasmas insoportables, que el eventual sufrimiento objetivo del animal). Tenemos también algunas
    razones para pensar que la pesca deportiva con caña ni tiene el mismo arraigo antropológico ni es portadora de valores éticos y estéticos tan universales como la fiesta taurina.

    Una cosa es extraer las consecuencias personales de la propia sensibilidad (por eso, yo no voy de pesca) y otra muy distinta es hacer de dicha sensibilidad un estándar absoluto y considerar sus propias convicciones como el criterio de verdad. Ésa es la definición de la intolerancia. Cada cual es libre de convertirse al vegetarianismo, o incluso a la vida “vegana”: nadie prohíbe a nadie abrazar ese modo de vida y las creencias que lo acompañan. Pero otra cosa es querer prohibir el consumo de carne y de pescado, incluso de leche, de lana, de cuero, de miel y de “todo lo que proviene de la explotación de los animales”. De igual manera una cosa es prohibirse a sí mismo ir a las plazas de toros y otra muy distinta es ¡querer prohibir el acceso a los demás!

    De igual manera que el aficionado no debería hacer proselitismo o intentar exportar la fiesta de los toros fuera de sus zonas tradicionales, el antitaurino no debería hacer demostración de intolerancia intentando prohibir las corridas de toros allá donde están vivas. Por lo que en estas páginas sólo pediremos al lector, sea el que sea, dos cosas: escuchar las sensibilidades y respetar los argumentos.

    Es evidente que la mayoría de la población de los países o regiones concernidas (España, Francia, Portugal y América latina) no es ni aficionada ni antitaurina. Es globalmente indiferente y estima que hay otras causas que defender antes que la de la fiesta taurina (la gente tiene generalmente otras
    pasiones) o la del bienestar de los toros de lidia (ya hay bastantes desgracias en la tierra). En ese sentido, los toros ocupan uno de los últimos lugares en la lista de las preocupaciones de los militantes serios de la causa animal cuando los comparan con la ganadería industrial, el tráfico internacional de animales, ciertas condiciones de transporte y de experimentación animal… Entre los pocos que conocen la fiesta, aunque sea superficialmente, muchos de ellos estiman que los (supuestos) maltratos achacables a las corridas no tienen parangón con las verdaderas urgencias y los verdaderos escándalos de la causa animal. Este no es el lugar donde establecer la lista. Incluso algunos teóricos serios de esta causa confiesan, eso sí con la boca pequeña, que las corridas de toros no son más “perjudiciales” para los toros que lo serían las
    carreras hípicas para los caballos. (Por los mismos motivos, ¿se prohibirían las carreras de caballos? ¿Qué quedaría entonces del último vínculo entre el hombre y el caballo?)


    La desgracia es que en la actualidad prolifera una cierta moda oportunista, vagamente naturalista, vagamente compasiva, vagamente “verde”, vagamente “victimista” y sobre todo completamente ignorante tanto de la naturaleza animal como de la realidad de las corridas de toros. Esta coyuntura suscita simpatía con cualquier causa animal de manera tan espontánea como irreflexiva y por tanto despierta la antipatía inmediata contra la fiesta de los toros. Así, para un gran número de personas, ¿no es cierto que las corridas de toros son ese
    espectáculo bárbaro donde se matan en público pobres animalitos? Entonces, para garantizar el éxito de las campañas antitaurinas, basta con que unos cuantos militantes exaltados recurran a algunas imágenes impactantes de la televisión, a algún eslogan (“¡tortura!”) y a alguna injuria (“¡sádicos!”) simplistas.En el fondo, lo más sorprendente es la pasión absolutamente desenfrenada que suscitan las corridas de toros y que está en total desproporción con lo que suponen. Incluso aceptando las acusaciones más graves y más falsas de sus detractores (justamente lo que intentaremos refutar en las páginas siguientes) se debería imparcialmente convenir que el pretendido mal causado a los animales (durante unos pocos minutos a unas pocas bestias que han vivido previamente de manera tranquila y libre durante cuatro años) es incomparable con las condiciones de “vida” (si es que podemos llamar a eso vida) de la mayoría de animales que se crían para el consumo humano, y que apenas suscitan alguna puntual reprobación y nunca potentes movimientos de indignación o de rechazo. (Y no hablaremos de todos los sufrimientos, aflicciones, penas, frustraciones, calamidades, carencias, privaciones, miserias, desgracias de todo género que afectan a los hombres del mundo que son moralmente de un peso infinitamente superior al del malestar animal y que provocan impotentes protestas rápidamente olvidadas). En Francia, los periodistas radiofónicos confiesan que hay dos temas de los que no se pueden ocupar, a pesar de todas las precauciones tomadas, sin recibir miles de cartas de protesta trufadas de injurias y terribles acusaciones de “haberse vendido al lobby” adverso. Estos asuntos son las corridas de toros y el conflicto palestino-israelí…

    Da vergüenza este paralelismo, ¡pero las pasiones humanas son así!
    Muchas razones pueden explicar que los toros provoquen pasiones incontestablemente desproporcionadas en relación a la “causa animal” y sobre todo en relación a las desgracias del mundo. A continuación intentaremos detallar algunas. El objeto de las más fuertes emociones colectivas es siempre
    irracional. Estas emociones entroncan antes con los males espectaculares y quiméricos, siempre que impresionen la imaginación, que con las grandes desgracias reales. Esto es así tanto en la causa animal como en la causa, mucho más trascendente, de la humanidad.


    Un militante honesto de la causa animal, discípulo del filósofo utilitarista Peter Singer, autor del best-seller Liberación animal, me dijo un día: “el criterio esencial del bienestar animal, el único por el que deberíamos luchar, reside en las condiciones de vida”. Y habrá que convenir que, desde este punto de vista, las corridas de toros podrían recibir una certificación de buena conducta de las asociaciones más exigentes de defensa de los animales.


    Se encontrarán en las páginas siguientes tres tipos de argumentos. Primero los que responden a las acusaciones más graves que se formulan contra la fiesta de los toros (argumentos [1] a [18]). Sin embargo, aunque las corridas de toros no fueran esa práctica abominable que sus detractores imaginan o quieren hacer creer, eso no bastaría para hacer de ellas algo bueno, bello o incluso interesante. Hay que poner en evidencia sus valores (argumentos [19] a [43]).

    Finalmente, conviene preguntarse: las campañas animalistas contra la fiesta taurina ¿no son potencialmente peligrosas tanto para nuestro concepto de humanidad como para nuestro concepto de animalidad (argumentos [44] a [50])?

    ¿Son tortura las corridas de toros?



    Calificar las corridas de toros como “tortura” se ha convertido en un eslogan corriente para los militantes de la causa antitaurina. Todo detractor serio de la fiesta de los toros tendría que avergonzarse de semejante ofensa. Salvo que se
    acepte traicionar el significado de las palabras. ¿Qué es torturar? Es hacer sufrir voluntariamente a un ser humano indefenso, ya sea por puro placer (cruel o sádico), ya sea para obtener algún beneficio como contraprestación de ese
    sufrimiento (una confesión, una información, etc.). Por estas cinco razones, las corridas de toros se oponen radicalmente a la tortura

    Conclusión:
    ¿Quiénes son los bárbaros?



    Supongamos que de un plumazo se suprime la fiesta de los toros. No hablaremos de los efectos económicos y sociales inmediatos. Quedémonos con el menoscabo moral. ¿Qué perdemos? En primer lugar una relación con la animalidad. ¿Qué imagen del animal quedará, para alimentar el imaginario del hombre y la realidad de sus relaciones con su Otro que es el animal, fuera de los caniches enanos del salón? Todas las bestias de labor han sido progresivamente reemplazadas por artilugios, y todas las bestias productoras de carne son progresivamente reemplazadas por “máquinas de fabricar carne” que no nos atrevemos a llamar animales. ¿Es esto la naturaleza? ¿Qué rito pagano vamos a conservar en una sociedad que abandona progresivamente todas sus ceremonias? ¿Queremos realmente no tener más elección que el utilitarismo o el fanatismo religioso? ¿Qué unión de artes populares y artes
    cultas vamos a conservar, cuando — progresivamente — éstas hayan deshecho todos los lazos con aquéllas? ¿Dónde podremos mirar la muerte de frente, transformada por nuestras actuales sociedades en una vergüenza?

    Para los que la aman y la comprenden, la fiesta de los toros es una forma de resistencia a todo lo que nuestra pos-modernidad nos hace perder cada día más .



    Sin embargo, hay que admitir que, para muchos, sólo es barbarie. A lo que sería fácil de responder con el siguiente paralelismo.
    En Occidente, nos escandalizamos cuando los talibanes destruyeron las famosas estatuas gigantes de Buda, esculpidas en acantilados en el centro de Afganistán y datadas entre el siglo IV y VI de nuestra era. A fin de cuentas, a sus ojos no destruían “obras de arte”, solamente ídolos de piedra; y lo hacían por respeto hacia su Dios, el “Único verdadero” que ellos consideraban superior a los seres humanos. Esto no disculpa ese bárbaro acto, por supuesto. ¿Pero, qué es lo que hay que pensar de esos antitaurinos que, en nombre del
    (supuesto) bienestar de los animales, a los que no consideran superiores a los seres humanos, pretenden dar muerte a una forma de arte y creación arraigada en la historia e inserta en nuestra modernidad, pero en la que ellos sólo ven arcaicas creencias y ritos? Entonces ¿quiénes son los bárbaros? ¿Los que quieren perpetuar este arte o los que pretenden prohibirlo?



    El argumento es fácil y, sin duda, no es equitativo – sin embargo no más que el que reduce la fiesta de los toros a barbarie. Sólo podemos sacar una lección:

    siempre seremos bárbaros respecto de alguien.

    Por eso más vale quedarse con:


    tolerancia hacia las opiniones, respeto a las sensibilidades y libertad para hacer todo lo que no atente contra la dignidad de las personas.

    50 RAZONES PARA DEFENDER LA CORRIDA DE TOROS
    1] Las corridas de toros no tienen como objetivo hacer sufrir a un animal. La tortura tiene como objetivo hacer sufrir. Que las corridas de toros impliquen la muerte del toro y consecuentemente sus heridas forma parte innegablemente de su definición. Pero eso no significa que el sufrimiento del toro sea el objetivo – de hecho no más que la pesca con caña, la caza deportiva, el consumo de langosta, el sacrificio del cordero en la fiesta grande musulmana o en cualquier otro rito religioso.
    Estas prácticas no tienen como objetivo hacer sufrir a un animal, aunque puedan tener ese efecto. Si se prohibieran todas las actividades humanas que pudieran tener como efecto el sufrimiento de un animal, habría que prohibir un importante número de ritos religiosos, de actividades de ocio, y hasta de prácticas gastronómicas, incluyendo el consumo normal de pescado y carne, que implica generalmente estrés, dolor e incomodidad para las especies afectadas. Las corridas de toros no son más tortura que la pesca con caña. Se pescan los peces por desafío, diversión, pasión y para comérselos. Se torean los toros por desafío, diversión, pasión y para comérselos.

    Cincuenta razones para defender la corrida de toros (1) - 50 razones - Cultorízate - cultoro.com
    Última edición por Hyeronimus; 24/09/2013 a las 20:33
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    Re: En defensa de los toros

    [2] Las corridas no tendrían ningún sentido sin la pelea del toro Torturar a un hombre, e incluso a un animal, es hacerlo sobre un ser con las manos y los pies atados, y, en cualquier caso, privado de la posibilidad de defenderse. Y eso, no solo no sucede en la lidia sino que además sería contrario a su sentido, su esencia y sus valores. La palabra corrida procede de correr: es el toro el que debe correr, atacar y por tanto pelear. Lo que interesa a los aficionados es, primero, y para muchos sobre todo, la pelea del toro. Lo que da sentido a la lidia es la acometividad del animal, su peculiar manera de embestir, de atacar o defenderse, es decir su personalidad combativa. Sin la lucha del toro, su muerte y las diferentes suertes del toreo carecerían de valor. Si el toro fuera pasivo o estuviera desarmado, la lidia no tendría ningún sentido. De hecho, no sería una corrida sino una vulgar carnicería (y por tanto no habría razón alguna para hacer de ella un "espectáculo"). Por ejemplo, las reglas de la ejecución de la suerte de varas tienen como principio director que el toro acometa al picador y vuelva a hacerlo, motu proprio. Debe embestir una y otra vez sobre su adversario alejándose de su propio "terreno" natural, que es el lugar donde se siente más seguro porque nada le amenaza. Durante toda la suerte debe tener la posibilidad de "escoger" entre la huída o la pelea. Por decirlo de manera más directa, la ejecución de la suerte de varas tiene como principio que la herida del animal sea el efecto de su instinto combativo y la consecuencia de su propia pelea. ¡Esto es justamente lo contrario de la tortura!

    [3] Las corridas de toros no tendrían ningún sentido sin el riesgo de la muerte del torero Torturar a un hombre, e incluso a un animal, no es únicamente hacerlo sobre un ser sin posibilidad de defenderse, es hacerlo con total tranquilidad y sin asumir el más mínimo riesgo. ¿Somos capaces de imaginar un torturador herido o matado por su torturado? Evidentemente, no. Entonces el sentido, la esencia y el valor de la corrida descansan sobre dos pilares: el primero es la lucha del toro que no debe morir sin haber podido expresar, de la mejor manera, sus facultades ofensivas o defensivas (argumento[2]); el segundo pilar, simétrico del primero, es el compromiso del torero, el cual no puede afrontar a su adversario sin jugarse la vida. Ninguna corrida tendría interés sin ese permanente riesgo de muerte del torero. ¡De nuevo, esto es justamente lo contrario de la tortura!

    [4] ¡Si un toro fuera torturado huiría! La lidia no pretende torturar a un animal indefenso, sino más bien al contrario consiste en hacer pelear a un animal naturalmente predispuesto para la lucha (de ahí el nombre de toro de lidia, ver argumento[7]). Tenemos dos comprobaciones empíricas evidentes: si se le hiciera la prueba del puyazo a cualquier otro animal (un buey o un lobo), huiría inmediatamente, puesto que la fuga es la reacción inmediata de cualquier mamífero ante una agresión. Sin embargo, el toro de lidia, lejos de huir, redobla sus acometidas. Segunda comprobación: cuando se le hace sufrir a un toro de lidia una verdadera "tortura" (por ejemplo, una descarga eléctrica como es el caso de algunas vallas electrificadas), se escapa y huye. Este comportamiento es justamente el contrario al de su reacción normal durante la pelea en el ruedo.

    [5] Hablar de tortura ¿no es confundir al hombre con el animal? La tortura es una de las más abominables prácticas del mundo. Sea cual sea su finalidad, no puede ser nunca justificada. Llamar a cualquier cosa tortura, y especialmente hacerlo con las corridas de toros, ¿no es más bien banalizar el uso de la palabra y así atenuar la condena sin remisión de esta innoble práctica? (Y eso por no referirnos a todos aquellos que se rebajan a aludir al nazismo,... ¿no estaríamos cerca de una forma de negacionismo?). Queriendo agravar el supuesto maltrato del toro que pelea, recurriendo a una palabra destinada a impactar en la imaginación ¿no están corriendo el riesgo de hacer más benigna la verdadera tortura? Sería tanto como decir que la insoportable e interminable tortura del impotente prisionero político que se halla en el fondo de una celda, es lo mismo que la pelea de un animal bravo en el ruedo. ¿No constituye esto un auténtico insulto a todos los torturados del mundo?

    http://ultoro.com/cultorizate/50_raz...-razones-toros
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    Re: En defensa de los toros

    6] El estrés del toro Para un hombre del siglo XXI, el dolor es el peor de todos los males pues le deja completamente impotente. Para ciertos animales, algunos males son peores que el dolor, por ejemplo, el estrés que experimentan cuando se encuentran en una situación insoportable o un entorno inadaptado a su organismo. Los estudios experimentales del profesor Illera del Portal, Director del Departamento de Fisiología Animal de la facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, han demostrado (a través de la medida de la cantidad de cortisol producida por el organismo) que el toro de lidia sufre más estrés durante su transporte o en el momento de salir al ruedo que en el transcurso de la lidia; y que incluso el estrés disminuye en el curso de la pelea. Es lo que ya sabían — a su manera — los ganaderos y lo que confirma el simple sentido común. Para un animal como el toro de lidia, habituado a vivir en libertad en grandes espacios y responder a las amenazas de su territorio con el ataque sistemático, la contención es mucho más difícil de soportar que la lucha. En el ruedo, el toro reencuentra su familiar propensión a la defensa del territorio en contra del intruso.

    [7] La adaptación fisiológica del toro a la lidia El toro de lidia (Bos taurus ibericus) no es para nada un apacible rumiante. Es una muy especial variedad de bovino, lejano descendiente del uro, que vivió más o menos en estado salvaje hasta el siglo XVIII y que estaba dotado de un instinto de defensa de su territorio muy desarrollado, una forma de "fiereza". El auge de las corridas de toros permitió la creación de grandes ganaderías en las que los toros eran y son criados en condiciones de libertad para preservar esa acometividad natural, a la cual se le añadió un proceso selectivo en función de la aptitud de cada ejemplar para la lidia. Estas dos condiciones, la natural y la humana, crearon un animal original, una especie de atleta del ruedo, dotado de bravura, es decir, de una capacidad ofensiva para el ataque sistemático contra todo lo que pueda presentarse como una amenaza, y muy especialmente la intromisión en su territorio. Esta agresividad se observa desde el nacimiento: basta con ver un becerro recién nacido dando cornadas (imaginarias, claro) al hombre que se le acerca. Se manifiesta también entre los propios toros (las peleas por la jerarquía son frecuentes) e innegablemente contra el hombre, que no debe normalmente acercarse a ellos, sobre todo si están solos o aislados. Por eso no sorprende que los estudios de laboratorio del ya citado Juan Carlos Illera del Portal hayan demostrado que este animal, particularmente adaptado para la lidia, tenga reacciones hormonales únicas en el mundo animal ante el "dolor" (que le permiten anestesiarlo casi en el mismo momento en que se produce), especialmente debido a la segregación de una gran cantidad de beta-endorfinas (opiáceo endógeno que es la hormona encargada de bloquear los receptores del dolor), sobre todo, cuando se produce en el transcurso de la lidia. Otro descubrimiento que demuestra la singularidad del toro de lidia en relación a las demás "razas" de bovinos es la talla del hipotálamo (parte del cerebro que sintetiza las neurohormonas que se encargan especialmente de la regulación de las funciones de estrés y de defensa) que es un 20% mayor que el de los demás bovinos – dato que es considerable. Todo esto no hace sino explicar las causas fisiológicas de un comportamiento que cualquier ganadero de toros de lidia o cualquier aficionado conoce (pero que ignoran todos los profanos) y que hace posible la lidia: el toro bravo, en lugar de sentir el "dolor" como un sufrimiento, lo siente como un estimulante para la lucha. Se transforma inmediatamente en una excitación agresiva.

    [8] Dolor y lidia Ya hemos dicho (ver argumento [4]) que, al contrario de los demás animales, el toro de lidia no reacciona a las heridas huyendo sino atacando. Es el único animal que, herido por los puyazos, vuelve a la carga para atacar al picador en lugar de huir de él (siendo la fuga la respuesta normal, naturalmente adaptada, al dolor). Sin embargo, esta reacción es perfectamente natural en un animal genéticamente predispuesto para el combate. Sabemos que en el ser humano sucede algo parecido. Miles de testimonios de soldados heridos lo confirman. Ellos explican no haber notado nada, o casi nada, de las graves heridas recibidas a causa del fragor del combate. Esto mismo les ocurre a algunos toreros cuando reciben una cornada, que comienzan a sufrir después de acabada la lidia. ¡Cuánto más verdad es en el caso de un animal fisiológicamente dotado y genéticamente seleccionado para la lidia, y que no deja de combatir, mientras le reste un hilo de vida!

    [9] "¡Pero el toro no quiere luchar!" A veces se contesta a los argumentos precedentes con tal sentencia: "el hombre (el torero) lucha si quiere, elige arriesgar su vida; el animal, por el contrario, no elige el combate sino que está condenado a la lucha y a la muerte". Respondo: es cierto. ¡Pero es que los animales en general no "eligen" conscientemente una u otra conducta! Es decir, no se marcan un objetivo en su mente al que intentarían llegar por tal o cual medio requerido. Muy al contrario, actúan de manera conforme a su naturaleza individual o a la de su especie. De esta forma, un toro que acomete, que ve en cualquier intruso un adversario que debe expulsar y que ataca a un hombre "que no le ha hecho nada malo", no actúa por "elección" o por "voluntad" consciente y clara, sino que su comportamiento obedece a su naturaleza, a su carácter, a la "bravura" que está en él. ¡Sin lugar a dudas, el toro no quiere luchar, pero no es porque sea contrario a su naturaleza el luchar (¡bien al contrario!) sino porque lo que es contrario a su naturaleza es el querer!

    [10] "Pero la lucha es desigual: el toro siempre muere" Ante esta aseveración, respondo: la lidia es una lucha con armas iguales, la astucia contra la fuerza, como David contra Goliat. Es también una lucha con suertes desiguales puesto que ilustra la superioridad de la inteligencia humana sobre la fuerza bruta del toro. Pero, entonces, ¿qué pretenden? ¿Que las posibilidades del hombre y del animal fuesen iguales, como en los juegos del circo? Pero, si muriera unas veces uno y otras veces otro ¿sería más justa la lidia? ¡En absoluto! Sería, en todo caso, más bárbara. La corrida de toros no es una competición deportiva en la que el resultado habría de quedar imprevisible. Es una ceremonia en la que el final se conoce de antemano: el animal debe morir, el hombre no debe morir (aunque puede suceder, que un torero muera de manera accidental, y que un toro, de manera excepcional sea indultado por su bravura). Esta es la moral de la lidia. Pero que sea desigual no significa que sea desleal. Justamente, la demostración de la superioridad de las armas del hombre sobre las del animal sólo tiene sentido si dichas armas (el trapío, los pitones, la fuerza) son potentes y no han sido mermadas artificialmente. Esta es la ética taurómaca: una lucha desigual pero leal.


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  10. #10
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    Re: En defensa de los toros

    11] ¿Tenemos derecho a matar animales?
    El respeto absoluto de la vida humana es uno de los fundamentos de la civilización. No sucede lo mismo con la idea de respeto absoluto hacia la vida en general. De hecho sería contradictorio con la idea misma de vida: la vida se alimenta sin cesar de la vida. Un animal es un ser que se alimenta de sustancias vivas, sean vegetales o animales. Proclamar por tanto que todos los seres vivos tienen derecho a la vida es un absurdo ya que, por definición, un animal sólo puede vivir en detrimento de lo viviente. Los animales se matan entre ellos para cubrir sus necesidades, y no exclusivamente nutritivas (contrariamente a lo que comúnmente se cree), a veces lo hacen por agresividad, por juego, o por instinto de caza (como en los casos del gato, del zorro, o de la orca)... De la misma forma, los hombres siempre han matado animales: bien, porque tenían la necesidad de hacerlo para deshacerse de bestias dañinas (portadoras de enfermedades o causantes de plagas), bien, para satisfacer sus necesidades, nutritivas o de cualquier otro tipo: cuero, lana, etc.; bien, por razones culturales o simbólicas (sacrificios religiosos, demostraciones cinegéticas, juegos agonísticos). Pero lo propio del hombre, que le diferencia de "los demás animales", es lo siguiente: cuando mata un animal respetado (y no una bestia dañina de la que tiene la obligación de deshacerse), el acto de darle muerte va generalmente acompañado (en las sociedades tradicionales o rurales) de un ritual festivo o de una ceremonia expiatoria. Hay una excepción a esta regla: la muerte mecanizada, estandarizada e industrializada de los mataderos. Ésta es fría, silenciosa, ocultada y — por decirlo de alguna forma — vergonzosa, que es lo que caracteriza a nuestras sociedades urbanas. La corrida de toros satisface al mismo tiempo las necesidades físicas (el toro es comestible) y simbólicas (las corridas de toros son un combate estilizado y una ceremonia sacrificial). Y, al contrario del matadero industrial, siempre van acompañadas de todas las marcas de respeto tradicional hacia el animal: ritual regulado precediendo al acto y recogido silencio en el momento de la muerte. La pregunta del "derecho a matar" animales se plantea por tanto mucho más en el caso del matadero industrial que en el de la muerte del toro en el ruedo.

    [12] ¿Por qué matar a los toros?

    La muerte del toro es el fin necesario de la corrida. Podríamos enumerar razones utilitaristas. El toro está destinado al consumo humano y en ningún caso puede volver a servir para otra corrida, porque en el transcurso de la lidia ha aprendido demasiado, se ha convertido en "intoreable". Pero esto no es lo esencial. Las verdaderas razones son simbólicas, éticas y estéticas.
    Simbólicamente, una corrida es el relato de la lucha heroica y de la derrota trágica del animal: ha vivido, ha luchado, y tiene que morir.

    Éticamente, el momento de la muerte es el "instante de la verdad", el acto más arriesgado para el hombre, en el que se tira entre los cuernos intentando esquivar la cornada gracias al dominio técnico que ha adquirido sobre su adversario en el desarrollo de la lidia. Estéticamente, la estocada es el gesto que finaliza el acto y hace nacer la obra; la estocada bien ejecutada, en todo lo alto y de efecto inmediato confiere a la faena la unidad, la totalidad y la perfección de una obra.

    Estas tres razones son las que dan sentido a las corridas de toros.

    [13] Pero al menos ¿se podría no matar al toro en público, tal como prescribe la ley portuguesa?

    Hemos recordado más arriba las razones esenciales (simbólicas, estéticas y éticas) de la muerte pública, fin necesario de la ceremonia sacrificial. Por otra parte es un error creer que una muerte "ocultada" sería "menos cruel" para el animal. Es más bien lo contrario. Un toro que sale vivo del ruedo tendrá que esperar largas horas antes de ser llevado al matadero donde será abatido por el carnicero. Dejar al animal malherido y confinado en un espacio reducido sin opción a la lucha, sí que sería un auténtico calvario para él (ver argumento [8]). La única beneficiada de esta solución sería la hipocresía: lo que no se ve no existe. ("¡Tapemos la sangre y la muerte, lo esencial es que no se vean!")

    [14] Todas las tauromaquias implican el respeto al toro

    La corrida de toros es una de las formas de tauromaquia. Existen cientos, de las que perviven unas cuantas decenas. En todas las sociedades donde han vivido toros bravos ha existido alguna forma de tauromaquia, ora deporte, ora rito (en ocasiones ambos a la vez), ora caza solitaria, ora espectáculo de una lucha, ora gratuito desafío del hombre al animal, ora sacrificio ofrecido por los hombres a los dioses. El punto común de todas las tauromaquias es que ellas denotan la fascinación y la admiración que ejercen, en todo tipo de culturas, el toro y su poder, sea real o simbólico. El toro se transforma en el único adversario que el hombre encuentra digno de él. Es el animal con el que se puede medir con orgullo y que por consiguiente lo afronta con la lealtad que se debe a un adversario a su medida. ¿Podríamos demostrar nuestro propio poder ante un adversario al que despreciásemos y maltratásemos? En todas las tauromaquias, al animal se le combate con respeto y no se le abate como a un bicho dañino, ni se le mata de cualquier manera como a una simple máquina de producción cárnica.

    [15] La norma taurómaca consiste en afirmar que no se puede matar al animal sin arriesgar la propia vida

    Prueba fehaciente del respeto hacia el toro es que en la corrida sólo se puede dar muerte al toro poniendo el torero en peligro su propia vida. El deber de arriesgar la propia vida es el precio que uno tiene que pagar para tener el derecho de matar al animal. Lo que hace posible la necesidad de la muerte del toro (ver argumento [10]) es la posibilidad siempre necesaria de la muerte del torero. La mayoría de normas que ilustran la ética taurómaca se inspiran en esta norma esencial: engañar al toro para no resultar cogido pero exponiendo siempre el cuerpo al riesgo de la cornada.

    A la inversa, si se vence sin peligro se triunfa sin gloria.

    [16] El toro no es abatido, tal como lo atestigua el ritual taurómaco.

    La corrida de toros no sería nada sin su ritual. Desde el paseíllo inicial hasta las mulillas que arrastran el cadáver del toro, todos los actos, todos los gestos, todas las actitudes de los actores intervinientes están ritualizados y tienen su sentido. El ritual porta dos finalidades. Proteger simbólicamente los actos de un hombre que arriesga su vida de cualquier accidente imprevisible, al rodearlos de una tranquilizadora barrera repetitiva. Envolver con un ritual festivo y trágico a la vez los momentos en los que se juega la vida de un animal respetado (ver argumento [11]) y por lo tanto singularizado. Al toro se le distingue como un ser vivo individualizado, que cuenta con un nombre propio conocido por todos y con una procedencia genealógica sabida por los aficionados, y al que muchas veces se le aplaude por su belleza, se le ovaciona por su combatividad, e incluso se le aclama como a un héroe.

    ¿Alguien hablaba de desprecio o de crueldad? Habría que hablar de admiración (ver argumento [26])

    [17] El toro no es abatido, se le respeta en su propia naturaleza
    El toro de lidia es un animal bravo, lo que significa que es por naturaleza desconfiado, taciturno y agresivo. Esta natural combatividad no tiene nada que ver con la del depredador azuzado por el hambre, puesto que el toro es un herbívoro, ni tampoco está vinculada con un instinto sexual, pues se manifiesta también ante individuos de otras especies. Para un animal como éste, una vida conforme a su naturaleza "salvaje", rebelde, indómita, indócil, insumisa, tiene que ser una vida libre – por tanto la mejor posible. Y así, una muerte conforme a su naturaleza de animal bravo tiene que ser una muerte en lucha contra aquél que cuestiona su propia libertad, es decir, contra aquel ser vivo que le disputa en su terreno su supremacía. Éste es el drama que se muestra en el redondel: el toro libra su último combate para defender su libertad. ¿Sería más conforme a su bravura y a la propia naturaleza del toro vivir esclavizado por el hombre y morir en el matadero como un buey de carne?

    [18] ¿La mejor de las suertes?
    Es debido a un proceso de identificación por lo que el animalista sólo es capaz de imaginar al toro como chivo expiatorio del hombre. También dicho proceso hace que algunos lo vean como víctima y no como combatiente. Así, puestos a identificarse con el toro propongamos a esos animalistas que se identifiquen con otras especies bovinas y pidámosles que elijan cuál es la mejor de las suertes: la del buey de tiro, la del ternero de carne (criado normalmente "en batería" y muerto a corta edad) o la del toro de lidia: cuatro años de vida libre a cambio de quince minutos de muerte luchando. Entonces la pregunta sería:

    "¿con quién quiere usted identificarse?"

    Cincuenta razones para defender la corrida de toros (11 a 18) - 50 razones - Cultorízate - cultoro.com
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  11. #11
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    Re: En defensa de los toros

    [19] Una de las últimas formas de ganadería extensiva en Europa


    Defender la fiesta de los toros es apostar por una de las últimas formas de ganadería extensiva que existen en Europa, en la que cada animal dispone de una extensión de 1 a 3 hectáreas de terreno. ¿Puede alguien mejorar esa realidad tratándose de animales domésticos? Si se suprimen las corridas de toros muchas de esas tierras hoy destinadas al toro de lidia se entregarían al uso de la agricultura intensiva o industrial. No deja de ser curiosa la inversión de valores: en la época de la mercantilización de lo viviente, de la cría de bovinos en auténticas fábricas de filetes, de la producción en cadena de pescados estandarizados, algunos se indignan por las condiciones de vida y de muerte de los toros de lidia.


    [20] Un ecosistema único

    Esta ganadería extensiva, preservada de la mecanización indiscriminada gracias al amor por el toro y a la abnegación personal de algunos ganaderos (que a buen seguro tendrían mucho más interés -económico- en "fabricar carne" en ganadería intensiva) sólo se puede hacer en unos espacios y unos pastos únicos: la dehesa en España (de Salamanca a Andalucía), en Portugal (en el Ribatejo), y en Francia (en la Camarga). Gracias a la presencia del toro de lidia, estos espacios son auténticas reservas ecológicas de incomparable riqueza de flora y de fauna (jabalí, lince, buitre, cigüena, etc.) similar a la de los grandes parques naturales protegidos. (En el caso de La Camarga nos podemos referir, por ejemplo, a los trabajos del equipo de Bernard Picon y en especial a su libro "El espacio y el tiempo en La Camarga"). Esto lo saben bien los ecólogos, que no deben ser confundidos con algunos teóricos de la "ecología política".

    21] Defensa de la biodiversidad


    Un verdadero ecologista defiende la biodiversidad y lucha contra la desaparición de las especies. Los animalistas que hoy batallan por la prohibición de la fiesta de los toros luchan, muchas veces sin ser conscientes de ello, por la desaparición de los toros de lidia (Bos taurus ibericus). Esta variedad única de toro salvaje preservada en Europa desde el siglo XVIII gracias a las grandes ganaderías estaría condenada al matadero si se suprimieran las corridas de toros. Con lo cual, para salvar la especie (o la variedad) es necesario "sacrificar" algunos toros en el ruedo. El animalista querría "salvar" a esos ejemplares del destino que les espera. Pero ¿cómo sería eso posible sin condenarlos, a ellos y a todos los demás, al matadero?


    ¿Qué haríamos con todas esas vacas, erales, becerros, que hoy viven exclusivamente para posibilitar que unos cuantos toros adultos sean lidiados en el ruedo? En efecto, es necesario contar con una ganadería de unas trescientas cabezas de ganado para "producir" anualmente tres corridas de seis toros adultos, (cuatro años). (A esto, el antitaurino generalmente contesta que no siendo el toro de lidia, en la estricta acepción biológica del término, una especie sino solo una "variedad" su patrimonio genético no tendría que ser protegido: pero ¿podríamos deshacernos de los perros con el pretexto de que tenemos lobos, o viceversa?)


    Supongamos que, aguijoneado por estos argumentos, el animalista insista en su empeño de pretenderse "ecologista" y vuelva a las consideraciones morales sobre la necesidad de reducir el "sufrimiento" animal. Preguntémosle entonces:


    ¿disminuiría verdaderamente el sufrimiento animal si se suprimiesen las corridas de toros? (Claro, si suprimimos todos los individuos de una determinada población, de un plumazo suprimiremos sus "sufrimientos". Pero a nadie se le escapa que esto es un sofisma). Pero, sigamos con ese razonamiento "utilitarista": ¿qué pasaría con todas esas vidas libres (y por tanto "mejores" que las de la mayor parte del resto de animales que viven bajo la dominación del hombre) de esos centenares de miles de bestias (sementales, vacas, utreros, añojos, becerros) que disfrutan actualmente de una vida conforme a su naturaleza y que no mueren en el ruedo? (De unos 200.000 animales que viven actualmente en las ganaderías destinadas a la lidia, sólo el 6% muere en el ruedo). ¿Cómo contabilizar la pérdida de su existencia y de calidad de vida si se suprimieran las corridas de toros? Vayamos más lejos y volvamos a los doce mil toros que mueren cada año en los ruedos: ¿estamos seguros de que disminuiríamos sus sufrimientos privándoles de una buena vida si se suprimieran las corridas de toros? Y finalmente ¿estamos seguros de que disminuiríamos los sufrimientos de los toros destinados a la corrida si se les privase de la corrida? (ver argumento [18])

    22] Respeto de la naturaleza del animal

    Una última consideración ecologista: el toro de lidia es el único animal criado por el hombre que vive y muere conforme a su naturaleza (ver argumento [17]).


    Esto no es fruto del azar, sino la consecuencia misma del sentido de la corrida ya que ésta exige la bravura del toro. Es un caso único de ganadería que debe respetar necesariamente las exigencias de la vida salvaje del animal (territorio, alimentación, coexistencia de las crías con sus progenitores, etc.) precisamente porque hay que preservar lo más intacto posible el instinto natural de agresividad, defensa del territorio y desconfianza ante cualquier intruso, especialmente ante el hombre. El toro de lidia es el único animal doméstico que sólo puede servir a los fines humanos para los que ha sido criado a condición de no ser domesticado. De ahí que deba ser criado de la manera más "natural" posible; en caso contrario, su lidia sería imposible y la corrida de toros perdería todo su sentido.


    Por definición la corrida de toros es la práctica humana que debe respetar más y mejor las condiciones naturales de la vida de los animales que viven bajo la dominación humana.


    [23] Humanidad y animalidad

    Los animalistas defienden que como "todos somos animales", deberíamos dispensar el mismo trato a los animales que a los hombres. Se equivocan. Es justamente porque el hombre no es un animal como los demás por lo que tiene deberes hacia ellos y no al contrario. Estos deberes no pueden, en ningún caso, confundirse con los deberes universales de asistencia, reciprocidad y justicia que tenemos para con los otros hombres en tanto que personas. Sin embargo, está claro que tenemos deberes hacia algunos animales. A priori hay tres formas de relacionarse con los animales. A los animales de compañía, les damos afecto a cambio del que ellos nos ofrecen: por eso, es inmoral traicionar esa relación, por ejemplo abandonando a un perro en el área de servicio de una autopista. A los animales domésticos, les proporcionamos ciertas condiciones de vida, a cambio de su carne, leche o cuero...; por eso, es inmoral considerarlos como meros objetos de producción sin vida, como sucede en las formas más mecanizadas de la ganadería industrial; pero no es inmoral matarlos, puesto que con esa finalidad han sido criados (argumento [22]). Y, respecto de los animales salvajes, con los que no nos liga ninguna relación individualizada, ni afectiva ni vital, sino solamente una vinculación con la especie, es moral, respetando los ecosistemas y eventualmente la biodiversidad, luchar contra las especies perjudiciales o proteger ciertas especies amenazadas.


    Ahora bien, ¿qué ocurre con los toros bravos – que no son animales propiamente domésticos ni verdaderamente salvajes? ¿Qué deberes tenemos para con ellos? Yo respondo: preservar su naturaleza brava, criarlos respetando esa naturaleza, y matarlos (puesto que solo viven para eso) conforme a su fiereza natural (ver argumentos [14] a [16]).

    Cincuenta razones para defender la corrida de toros (19 a 23) - cultoro.com

  12. #12
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    Re: En defensa de los toros

    [24] "¿No es un espectáculo cruel y bárbaro?"
    Entre las representaciones que se hacen los adversarios de la fiesta de los toros, una de las más comunes consiste en considerarla como un espectáculo cruel y bárbaro. No niego que es un espectáculo singular y violento, aunque esta violencia está sublimada y ritualizada, como en otras formas artísticas.

    Pero no admito que sea un espectáculo bárbaro: nació en el siglo de las Luces como una ilustración del poder del hombre y de la civilización sobre la naturaleza bruta (ver argumento [29]). La verdadera barbarie, ¿no consistiría en poner en el mismo plano la vida del hombre y la vida del animal, "considerando por tanto al hombre como una bestia"? Tampoco admito que sea un espectáculo cruel, puesto que la crueldad supone el placer que se obtiene con el sufrimiento de una víctima (ver argumento [1]). Por supuesto, el aficionado también es sensible al drama del toro (el antitaurino no tiene el monopolio de la sensibilidad y de los buenos sentimientos) pero no ve en él una víctima de malos tratos sino un peligroso combatiente, muchas veces heroico, por más que resulte casi siempre vencido. La auténtica crueldad, ¿no es la de aquellos antitaurinos que afirman desear la cornada y la muerte del torero? Esto supone, una vez más, colocar al hombre y al animal en el mismo plano.

    [25] "¿No son perversos los placeres de los espectadores?"
    Una de más habituales e injustas de las injurias que los antitaurinos regalan a los aficionados, consiste en tratarlos como "perversos", "sádicos", etc. Es absurdo. Nadie conoce a ningún aficionado que disfrute con el sufrimiento del toro. De hecho es difícil encontrar alguno que sea capaz de pegar a su perro, e incluso de hacer daño de manera voluntaria a un gato o a un conejo. Y para todos aquéllos que imaginan a los aficionados como una casta particular de humanos sin corazón ni humanidad, sólo me permito recordarles el nombre de todos los artistas, poetas, pintores, que, con independencia de su procedencia y de sus convicciones, son al menos tan sensibles a la vida y al sufrimiento como todos los demás hombres, y en modo alguno carecen de moralidad o humanidad. ¿Cabría pensar que Mérimée, Lorca, Bergamín, Picasso, etc. (ver argumento [30]) han sido psicópatas y perversos sedientos de sangre? ¿Se podría pensar que hayan mentido hasta ese punto sobre lo que veían?

    ¿Habrían sido capaces de traicionar hasta ese punto lo que experimentaban en el fondo de su sensibilidad y expresaban con su arte? ¿Sería posible que un profano, que jamás ha visto una corrida de toros, sepa más que ellos sobre lo que realmente es? Y sobre todo, ¿cómo puede saber lo que esos mismos artistas han sentido al verlas?

    [26] La mayor emoción en la plaza: la admiración
    ¿Cuál es la principal y más grande emoción que un aficionado siente, como otros muchos espectadores ocasionales, en una plaza de toros? No es un gozo perverso o maligno, sino una emoción inmediata, tan carnal como intelectual, que se llama admiración. Admiración antes que nada hacia la bravura del toro: por su poder, por su incesante combatividad, a pesar de las heridas y por sus repetidas acometidas, a pesar de sus fracasos. Y admiración también hacia el valor del hombre, por su audacia, su coraje, su sangre fría, su calma, y su inteligencia en relación con el adversario. ¡Sí! Vamos a la plaza, por encima de todo, a admirar. Es el más sano y más delicioso de los placeres.

    27] "La corrida de toros genera violencia"
    Es una idea simplista. Bajo el pretexto de la existencia de violencia en la lidia, se generaría violencia automáticamente. Insisto: se trata de una violencia estilizada y ritualizada, es decir, sublimada y canalizada y por tanto no de una violencia caótica, absurda, desenfrenada, sin fe ni ley..., con la que a veces la realidad (o su representación) nos confronta. Por eso no se ha visto nunca a ningún espectador que se haya vuelto violento o agresivo hacia los hombres o los animales después de haber visto una (o cien) corrida(s). Rara vez se han registrado actos de violencia cometidos por los espectadores durante o después de una corrida. El fútbol es seguramente un deporte menos violento que el rugby, pero todo el mundo sabe que la violencia en los estadios de fútbol es mucho más habitual y desenfrenada que la que se produce en los estadios de rugby –y por supuesto superior a la de las plazas de toros. El público que asiste a una corrida es a menudo gente cultivada y educada, que manifiesta de manera muy pacífica sus emociones, e incluso las más fuertes e indignadas, cuando el espectáculo no corresponde a sus expectativas.

    En realidad, si hubiera que considerar la fiesta de los toros como una "escuela" de algo, ésta sería la del respeto: por el rito y su sentido; por la animalidad y la manera como se expresa; y por la humanidad que triunfa y la manera como lo consigue.

    [28] "¿Son las corridas de toros un espectáculo traumatizante para los niños?"
    Cualquier cosa puede traumatizar a un niño. Especialmente la violencia muda, ciega y absurda, a la que no se le puede dar ningún sentido ni razón. Lo que puede contribuir al trauma es el silencio. Un niño puede soportar o no el espectáculo de la corrida de toros ni más ni menos que un adulto. El niño puede aprender y comprender, igual que lo puede hacer un adulto. Puede rápidamente percibir la diferencia entre el hombre y el animal, y sobre todo, entre el animal admirado y temido como el toro, y el animal afectuoso y querido como su perro o su gato. Y la corrida de toros puede ser la ocasión para que los padres den explicaciones sobre los signos del ritual (hecho al que los niños son especialmente sensibles), dialoguen con ellos sobre la vida y la muerte, y también ofrezcan las explicaciones pertinentes sobre el comportamiento animal y el arte humano. La corrida de toros, por sí misma, no es ni "traumatizante" ni "educativa". Lo que puede contribuir a traumatizar a los niños es el miedo de los padres a traumatizarlos. Al contrario, es el deseo de los padres de compartir sus alegrías y hacer comprender a los niños un espectáculo tan singular, lo que puede resultar educativo.

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  13. #13
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    Re: En defensa de los toros

    La fiesta de los toros en la cultura y en la historia

    Hasta el momento nos hemos situado en territorio adverso. Hemos respondido a los ataques de los que afirman que no les gusta la fiesta de los toros – que están en su derecho — y de los que, a veces sin saber nada del asunto, pretenden prohibirla o limitar el acceso a los demás –ya no están en su derecho. Hemos dicho, por tanto, todo lo que la fiesta de los toros no es. Aún no hemos empezado a decir lo que es. No se trata de un fenómeno sin raíces históricas y geográficas. Está integrada en una cultura, lo que no quiere decir que se reduzca a ella. Es creadora de una diversidad de culturas particulares, lo que no significa que no sea en todos los casos portadora de los mismos valores. Es también inspiradora de "alta cultura", lo que no significa que esté desconectada de la cultura popular.

    [29] "¿Es arcaica la fiesta de los toros?"

    A este respecto, los prejuicios abundan a uno y a otro lado de la barrera que separa a los aficionados de los antitaurinos. Para éstos, la fiesta de los toros es arcaica, remontándose a una especie de edad bárbara de la humanidad. Para aquellos, la fiesta de los toros es arcaica, encontrando su legitimidad en las más antiguas y respetables fuentes. Estas dos utilizaciones de la antigüedad
    son igualmente ideológicas. En realidad la corrida es una invención moderna.

    El toreo a pie no va más allá del siglo XVIII; se codifica progresivamente a principios del siglo XIX y, tal cual lo conocemos hoy, no tiene más de un siglo y medio de existencia. Es más o menos la época en la que llega a las regiones francesas de Aquitania, Camarga y Provenza, que conocían los juegos taurinos desde hacía mucho tiempo. La historia se opone al prejuicio. Se cree que la
    muerte pública del toro es lo que es arcaico y que el aspecto lúdico de las tauromaquias populares es reciente (conforme al actual prejuicio según el cual el proceso de "civilización" supone la progresiva depuración de la muerte). Sin embargo, lo cierto es justamente lo contrario: en toda la cuenca mediterránea siempre hubo diversos juegos populares con el toro. La codificación de la
    popular corrida de toros con muerte pública es reciente – como puede comprobarse con un argumento económico: criar toros "salvajes", que sólo pueden ser empleados una vez, presupone un elevado grado de desarrollo económico.

    En compensación, lo que está demostrado son los tres hechos siguientes.

    La corrida de toros no ha dejado de desarrollarse en España a lo largo de todo el siglo XX y está más viva que nunca. Como nos recuerda Pedro Córdoba en su excelente libro La corrida (Colección "Idée reçues", editorial "Le cavalier bleu", Paris, 2009), en 2008 se celebraron en España aproximadamente novecientas corridas de toros formales; cuatro veces más que un siglo antes; y también (contrariamente a un prejuicio con mucha aceptación) cuatro veces más que en 1950.

    En Francia, la "corrida" no ha dejado de desarrollarse desde su introducción (hacia la mitad del siglo XIX), y ha conocido un auténtico boom especialmente en estos últimos veinticinco años. A modo de ejemplo, en el último cuarto de siglo, la asistencia a la plaza de Nîmes se ha duplicado prácticamente, pasando de unos 70.000 espectadores por año a comienzos de los ochenta a
    unos 133.000 en el 2007. Lo mismo ha ocurrido en el mundo ganadero: la primera ganadería se fundó en 1859 (H. Yonnet) y durante mucho tiempo fue la única; en la actualidad, Francia cuenta con 42 ganaderías, distribuidas por el sureste del país (especialmente en La Camarga) y algunas en el suroeste. La gran mayoría fue fundada a partir de 1980.

    Lo que por otro lado nutre la idea de arcaísmo es el hecho de que la corrida de toros se ha convertido en uno de los pocos acontecimientos en el que se perpetúan actos que, hace poco, eran habituales y formaban parte de la vida
    cotidiana. Cualquier forma de ritualización ha desaparecido prácticamente de nuestras vidas en los últimos treinta años, sobre todo las que están ligadas a la muerte: no hay cortejos fúnebres en las ciudades, no se colocan marcas de duelo en las casas, y las personas tampoco llevan ya signos visibles de luto. La muerte de los animales se ha refugiado en el glacial silencio de mataderos
    industriales; de igual manera, la de los hombres ha emigrado hacia clínicas hiper-especializadas y asépticas o hacia las antecámaras de la muerte, anónimas y disimuladas, de las residencias geriátricas. Por otro lado, en una sociedad que hasta hace poco tiempo tenía raíces y sensibilidades rurales, la muerte regulada y festiva de un animal doméstico (la del gallo o la del cerdo)
    era un acto familiar que daba ritmo a la vida ordinaria mediante la excepcionalidad de los solemnes actos de comunión colectiva. Todo eso ha desaparecido de manera brusca.

    Por tanto, la perspectiva animalista contemporánea que considera estos fenómenos como arcaicos no se equivoca del todo. Pero con una matización: lo que desde esa sensibilidad se considera arcaico no se remonta de ninguna manera a la noche de los tiempos sino, como mucho, a una o dos generaciones. Lo que ignora esa sensibilidad es que ella misma es el fruto muy reciente e hiper-moderno de una pérdida de contacto con los animales y con la naturaleza reales. Los animales que imagina son todos buenos como los animales de apartamento, o todos víctimas, como los cerdos criados en baterías que a veces vemos por la televisión: ambos tipos de animales son el resultado de una ideología urbana reciente.

    Hay un nexo de unión evidente entre estos tres hechos. Justamente porque nuestra época ha perdido poco a poco el sentido de los ritos, de la muerte, de la naturaleza, de la animalidad, es por lo que necesita volver a encontrar al mismo tiempo la realidad, la imagen y el símbolo en la corrida. ¡De ahí su modernidad!

    [30] La fiesta de los toros no está ligada al franquismo.

    Como toda gran creación cultural es políticamente neutra Hay un hondo prejuicio, puramente español, que identifica las corridas de toros con el franquismo. Esta consideración no resiste ni el análisis ni el peso de los hechos. ¿Los hechos? Por supuesto, las corridas de toros existían con anterioridad al franquismo y se han desarrollado perfectamente después. Cosa distinta es que el régimen haya sabido utilizar y manejar en beneficio propio los fenómenos más espectaculares de la pasión taurina – lo trágico de Manolete y lo desenfadado de El Cordobés, las dos caras de la popular fiesta de los toros.

    Esto es sin duda lo que hacen todas las dictaduras. Así, Salazar se esforzó en recuperar el fado portugués y atraer hacia sí el icono popular que fue la genial Amalia Rodrigues. Por eso el fado conservó durante algún tiempo después de la "revolución de los claveles" cierta imagen fascista cuando sin embargo nunca dejó de ser la expresión más profunda del alma popular lisboeta. También el régimen militar brasileño intentó recuperar para su favor la pasión futbolística del pueblo brasileño y la victoria de la Seleçäo en 1970. Todo esto nada tiene que ver con el fútbol, la música o los toros. Recordemos, porque la gente olvida, que hubo aficionados tanto en el bando antifranquista (pensemos en Lorca, Bergamín o Picasso) como en el bando franquista. En Francia, la fiesta desata pasiones entre personas de izquierdas (por ejemplo, los escritores Georges Bataille o Michel Leiris) como de derechas (por ejemplo, Henry de Montherland o Jean Cau); y al contrario de lo que ocurre en España, los medios de comunicación meridionales apoyan la tauromaquia independientemente de cualquier consideración ideológica.

    En la España actual, el hecho de que los partidos de derechas favorecen con más facilidad la fiesta de los toros que los de izquierdas, tiene que ver con los enfrentamientos entre posturas nacionalistas y planteamiento centralista.

    [31] La fiesta de los toros transmite valores universales, no los de la España negra

    Para algunos espíritus más cultivados que los anteriores, la fiesta de los toros no está asociada al franquismo sino, más generalmente, a la "leyenda negra de España", en la que se encuentra – totum revolutum — la expulsión de los judíos, la Inquisición, la exterminación de los indios americanos, el oscurantismo, etc. Algunos hispanistas han mostrado cómo esa leyenda, montada pieza a pieza, ha podido contribuir a una cierta "culpabilización" de las élites españolas. Ésta es una de las fuentes del sentimiento antitaurino de algunos intelectuales contemporáneos, que asocian las corridas de toros con la representación que tienen de la imagen que los extranjeros se hacen de su país y de su cultura. Por eso quieren romper con esa representación que estiman trasnochada, folclórica y sobre todo nefasta.

    De otro lado, la fiesta de los toros no puede ser separada de su marco histórico y geográfico. Marco que es al mismo tiempo más estrecho (ya hemos escrito que está ligada a la modernidad, argumento [29]) y más ancho que la supuesta "España negra". Su raíz es fundamentalmente la de las culturas mediterráneas.

    Entre los orígenes lejanos de la tauromaquia moderna, se citan los grandes mitos de la antigüedad (la leyenda de Hércules o el mítico triunfo de Teseo) y la religión romana del dios taurino Mitra. Como todas las grandes creaciones culturales donde se mezclan elementos populares y cultos, el arte taurino está al mismo tiempo ligado a una civilización particular y expresa valores universales: la fiesta, el juego, el valor, el sacrificio, la belleza, la grandeza...

    De esta manera la tragedia griega depende de su lugar de nacimiento, la Atenas clásica, y al mismo tiempo vehicula emociones y pensamientos en los que todos los seres humanos pueden reconocerse, independientemente de la época: la fatalidad, la pasión que corroe, las coincidencias funestas, los conflictos del deseo y de la sociedad... Sería tan absurdo reducir la fiesta de los toros a la "España (llamada) negra" como reducir la tragedia griega al antiguo esclavismo. La moderna corrida de toros ha conquistado el mundo a pesar de haber nacido en algunas regiones de España (Andalucía, Castilla o Navarra). Y todas las poblaciones que adoptaron este ritual y sus valores los integraron en sus culturas y sus tradiciones particulares porque reconocieron en ellos una parte de su propia humanidad. Así ha pasado con el pueblo vasco, catalán, valenciano, extremeño, gallego, portugués, y con los de la Provence, del Languedoc, de la Aquitaine, y por supuesto las poblaciones mexicanas, colombianas, ecuatorianas, venezolanas, peruanas, que mantienen viva la fiesta, incluso cuando algunos quieran renegar de esta parte de ellos mismos
    por razones políticas. ¿Alguien hablaba de "España Negra"?

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  14. #14
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    Re: En defensa de los toros

    Una defensa de España
    Origen europeo, liberal y antiespañol de las corridas de toros

    A la memoria de Fernando Villalón
    I
    Nuevos Sansones entre filisteos
    los viejos toros de la Iberia vieja
    en los nuevos torneos
    su antiguo Dios sin compasión los deja.
    F.V.
    En todo el mundo –y aun dentro de la misma España– hay ideas muy confusas sobre las corridas de toros.
    Suele afirmarse que las corridas de toros son una fiesta bárbara, cruel, digna de los árabes e indigna de los buenos europeos. Una fiesta sólo posible en un pueblo como el español. Sanguinario en la conquista de América e inquisitorial con sus herejes y librepensadores.
    El divino toro ibérico
    Fiesta en la que se asesina impunemente a pobres caballos indefensos. En que se martiriza al toro. En que se expone gravemente la vida de algunos hombres. En que el pueblo espectador se enardece y grita como embriagado.
    Quien más censuras y reproches han hecho a la fiesta de la corrida de toros fué –naturalmente– esa Europa moderna, nórdica y anglosajona, que envía sus turistas, todas las primaveras –turistas que se desmayan–, a nuestras plazas españolas de toros.
    Hora es ya de poner punto, en su punto, a esos turistas, a sus desmayos y a sus imprecaciones, poniendo ante todo en el suyo –al histórico, el exacto– a las propias corridas de toros.
    II
    ¡Oh, padre Gerión! De la grandeza
    último resto y muestra valerosa
    de Tartessos los toros son ardiente;
    y cabe la corriente
    del viejo Betis su real nobleza
    guardada fué entre paños recamados
    en oro de los siglos y cuidados
    F.V.
    Hasta hace pocos años, yo había ido consiguiendo refrenar –al llegar la primavera española– una voluptuosidad obsesionante que me ascendía por las entrañas con más apetito que un apetito sexual.
    La creía esa voluptuosidad una de infancia, retardada en mi ser, como un poso instintivo al que todas mis presiones intelectuales posteriores habían inútilmente intentado purgar.
    Me aparecía inexorablemente tal líbido, se hacía esta confluencia estacional del año español en que ahora estamos: cuando la Semana Santa, el primer sol fuerte y las primeras corridas de toros llenan el aire nuestro de un temblor como trágico.
    A fuerza de rechazar ese ansia vaga –pero bárbara y hermosa– a las alcantarillas de mi ser, obtuve lo que se obtiene de todo frenazo: un desviamiento, una perversión. O –hablando idealmente– una pedantería.
    Me refiero con estas elipses a la querencia primaveral «de ir a los toros», de ir de «sangre y fiesta», que omniprimaveralmente me sacude los nervios sin apenas poder remediarlo. Y que yo juzgaba –hasta hace poco– como un residuo infantil y primitivo de mi vida; como una sobrevivencia pueril, obscura y remota, que debía dominar. Una neurosis que debía curarme.
    Para curarme esta neurosis acudí a todas las violencias mentales y pedagógicas que prescribían los más famosos europeizantes de España, los mejores anglosajonistas de nuestra vida. Esto es: a considerarme bárbaro, incivil, cruel, atrasado, moro, y tal.
    Pero ya digo: lo único que conseguí fué tal crisis aguda de pedantería, que me tuvo al borde mismo de la sandez; en peligro inminente de desmedularme y de descastarme para siempre.
    Afortunadamente, una inmersión de aquel instinto mío en una coyuntura ocasional de toros, me sanó de repente y me devolvió la salud. Haciéndome ver claro que lo que yo intentaba era estrangular un signo prócer de mi casta: la afición táurica. Y que aquello que yo estimaba como líbido infantil y pecaminosa era nada menos que un egregio cordón umbilical tendido entre mi alma y las almas antiguas y aristocráticas del mundo (pongamos la de Teseo, por ejemplo, el matador de Maratón). Lazo umbilical que una tradición piadosa y espléndida me había conservado selectamente, para mi casta, diferenciándola así de otras castas auténticamente bárbaras, modernas, humanitaristas y pedantes.
    III
    ¡Oh, padre Gerión, que no vasallos
    seamos de los hombres, y caballos!
    F.V.
    Esta liberación mía de la neurosis taurina es una liberación que corresponde, en rigor, a los mejores espíritus de mi generación española, a esta de la postguerra, que, al interesarse decidida, poética y afirmativamente por los toros, superó el «europeísmo» de generaciones anteriores, aisladas de presiones neurósicas, frenadas por la pedantería de otras culturas, y que consideraban, por lo menos, como una indecencia la lidia de toros bravos en los redondeles de España y de Hispanoamérica.
    (De la generación del 98 –taurófoba– no quedaron más que dos signos disparatados: Zuluaga y Eugenio Noel.)
    El siglo XIX y los toros:
    bestias, plebe, sangre
    La generación de 1915 logró una concesión: la de Ramón Pérez de Ayala. Y una sedicente simpatía de José Ortega y Gasset.
    Pero hay que llegar al Torero Caracho de Ramón Gómez de la Serna para encontrar el camino franco y poético a la poesía y la franqueza que habría de hacer esa magnífica cuadrilla lírica de un Alberti, un Lorca, un Gerardo Diego, un Pepe Bergamín, un Fernando Villalón, un Pedro Salinas, un Dámaso Alonso...
    Estos poetas jóvenes, que oyeron una misa por el alma de Goya, cierto día escandaloso, nutrieron compañías y amistades toreras –con toda sencillez y distinción–, haciendo lanzarse a la literatura, como espontáneo al ruedo, a todo un matador como Sánchez Mejías. (Faena que ya la generación anterior inició tímidamente con Juan Belmonte, sin conseguir de él más que una viva afición por la lectura.)
    Tras una racha de generaciones intelectuales antitaurinas, nos encontramos de pronto –en España– una agrupación de liberados de esa neurosis, que se daba a la afición y al goce y al festival del toro con toda la plenitud e inteligencia del que recobra un equilibrio divino: el de su casta histórica.
    Pertinente yo a este grupo nuevo, habiendo ya consagrado en un libro mi esfuerzo y comentario, quiero hoy insistir –aún– para aclarar en estos días de primavera y de turistas (de extranjeros en España), lo que significan –exactamente– las corridas de toros.
    IV
    ¡Toros de Atlante
    a los oficios viles
    los siempre gladiadores, condenados,
    y a morir entre tropas y atabales,
    ante los desgastados
    pueblos agonizantes y brutales!
    F.V.
    ¡No esperes, bárbaro turista, que te desmayes en nuestras corridas de toros, que toda mi anterior prefación haya sido un preludio para exaltar ahora con cierta impunidad retórica la corrida de toros,como fiesta digna, patriótica y auténtica de España!
    ¡Todo lo contrario, todo lo contrario!
    Bárbaro turista, escucha bien (te llamo bárbaro porque todo turismo es barbarie), escucha bien:
    Yo acepto que las corridas de toros tienen una modalidad brutal, repugnante, plebeya, soez, intolerable.
    Yo protesto con más energía que tú, con más coraje que tú, bárbaro turista, contra el sacrificio triste y ridículo de caballos famélicos e inservibles.
    Yo me indigno, con indignación pura, testicular, superior a la tuya, lacrimosa de bárbaro sentimental, contra el mucho martirio innecesario que se hace al nobilísimo toro en las corridas.
    Ahora bien: Si yo acepto el plebeyismo, la crueldad, la estupidez y la vileza en las corridas de toros, es con una condición imprescindible: la de que tú me reconozcas y aceptes, bárbaro turista, de que esa parte vulgar y soez de las corridas de toros no es española. Sino europea. Archieuropea. Tuya.
    Escucha bien:
    Las corridas de toros deben su aplebeyamiento actual a la Europa moderna, a esa de la Reforma, a la de los Derechos del Hombre, a la Revolución francesa, a la burguesía liberal del siglo XIX; es decir, a ti, bárbaro turista.
    La suerte –suerte bellaca y vil– del picador, del «nuevo caballero»
    Las corridas de toros no eran en España una fiesta «nacional y romántica» hasta el siglo XIX. Hasta que la nobleza caballeresca fué desposeída por la burguesía, gracias al movimiento de la Francia napoleónica y de la Inglaterra liberal. Hasta esa época, la fiesta de toros constituyó en España un deporte noble, de caballeros, ligado a un culto popular y milenario, casi divino, por el toro: animal sagrado en la mitología ibérica, mediterránea, antigua.
    El caballero toreaba a caballo, ayudado por criados y servidores, ante damas ilustres, ante los monarcas. La fiesta de lancear toros era en la España heroica del seiscientos un sucedáneo viril de la guerra. (Ya lo vió Goya. ¡Goya, vértice de España, entre dos mundos, el noble y el liberal!) Ahora bien: la Revolución francesa derrocó al caballero y lo bajó del caballo, poniendo en su lugar al criado, a la chusma plebeya, cruel, que antes permanecía disciplinada en segundo término. Ese fué el origen histórico del repugnante «picador». El cual, en su odio al caballo como animal aristocrático, no vaciló en entregarle indefenso a las astas del toro.
    Del mismo modo se origina el «torero» profesional, especie hispánica que no existió hasta la España moderna. Este «torero» no pudo evitar la parte vil y brutal que le daba la clase social ineducada, violenta, antiintelectual.
    Las corridas de toros cristalizan en España como espectáculo nacional al mismo compás que el sistema parlamentario. (Raro era el diputado que no llegaba tarde al Parlamento en día de toros por asistir a la corrida.)
    No es, pues, a la España genuina, jerárquica, humana y heroica del seiscientos a la que hay que culpar de la barbarie de las corridas, sino a la España europeizante, burguesa y mixtificada del siglo XIX. No a la cruel España, sino a la Europa humanitaria. A Francia, a los anglosajones: esa Europa que nos envilece y luego nos insulta, a los españoles.
    V
    No a hombres viles, sí a dioses inmortales
    nuestra vida en las aras herácreas
    fueron, por nuestros males,
    ofrendas hirvientes, rojas teas,
    sino al rey Gerión, de Heracles fuerte,
    cautivos entregamos nuestra suerte.
    F.V.
    Si las corridas de toros, a pesar de esa mancha soez y burguesa, antiespañola, se han salvado y se salvarán, es porque en la fiesta continúan jugando factores poéticos y míticos de una España eterna: la España que ve en el toro una divinidad, como la vió Grecia, Roma, el Mediterráneo.
    Quiero repetir un elogio mío –ya hecho– del divino toro. «Vinculado a nosotros el toro, desde siempre, sacudidor egregio de los nervios ibéricos eternos, ¿podría sucumbir tan divino bruto? El toro, en el cielo antiguo, fue el dios más supremo, el dios fecundador por excelencia. No podía España –la España creadora del mito profundo de Don Juan–, renunciar a esa deidad genesíaca, a ese viejo símbolo indoeuropeo de la fuerza erótica, al ilustre animal mediterráneo, adorado por tanta raza morena.»
    Creador el toro de nuestra fiesta más potente y fuerte –la más potente y fuerte del mundo actual–, hecha con sangre, muerte y sol, al gran estilo antiguo. Esa fiesta que «es un baño de juventud, de la más joven juventud vecina todavía de la animalidad» –como dijo Mauricio Barrès–. Si se salvan y se salvarán las fiestas de toros en España, es porque, en el fondo, constituyen todavía nuestro más alto mito, nuestro sacrificio religioso más profundo. El sacrificio del dios por mano de un sacerdote: el torero ante una concurrencia estremecida de fieles palpitantes. El toro es el mito trágico de España –como diría Nietzche–. Por eso ha llegado a sublimar hasta el cruel y vulgar de su fiesta. Por eso el torero adquiere a veces calidades heroicas, de alta estirpe humana –en su lucha con el toro.
    * * *
    Los toros son el último refugio que resta a la España heroica, audaz, pagana y viril, ya a punto de ser asfixiada por una España humanitarista, socializante, semieuropea, híbrida, burguesa, pacifista y pedagógica. Los toros son el último reflejo del español que se jugó la vida en aventuras, que conquistó América, que invadió dominador la Europa del Renacimiento.
    Ennoblecer de nuevo esta fiesta, extraer su esencia mítica, es la labor de los nuevos españoles, consuentes de un pasado y de un porvenir: orgullosos y leales de una gran tierra milenaria, como España.
    Por eso avanzo yo hoy mi voz ante ti –bárbaro turista–, y te pido respeto, enérgicamente, para el culto de mi patria hacia el toro; animal divino, y, como divino, bravamente sacrificado.
    E. Giménez Caballero


    Ernesto Giménez Caballero / Origen europeo, liberal y antiespañol de las corridas de toros / 28 marzo 1931
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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  15. #15
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    Re: En defensa de los toros

    La Patria no es la fiesta bárbara de los toros

    «Los taurinos identifican la nación española con la fiesta bárbara de los toros porque son patriotas de charanga y pandereta. No identifican la nación española con Cisneros, con Ortega, con Cervantes, con Lope, con Quevedo, con Cortés, con Pizarro, con Gonzalo de Berceo… No, la patria es esa fiesta bárbara y si te metes con esa fiesta bárbara e ironizas sobre esa chorrada de vivir el toreo, eres un mal español. Pues yo soy un mal español».

    Eduardo García Serrano

    https://youtu.be/ZAQqiBCvvNk

    Saludos en Xto.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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  16. #16
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    Re: En defensa de los toros

    A tourada e a caça avaliada pelos Papas, Prelados e a Lei Natural





    Do livro "O Príncipe dos Cruzados" (volume 2).

    Antes de mostrarmos a opinião da Igreja Católica nestas questões, faremos um breve raciocínio para refutar objeções.

    Na Doutrina Católica é permitido matar animais, no entanto não por sadismo na morte ou sofrimento do animal, mas por uma razão justa. No caso dos animais que às vezes são mortos até brutalmente para melhorar a sua carne a razão é óbvia: o alimento.

    No caso da caça e da tourada o motivo para matar os animais é: o divertimento ou eutrapelia advinda da participação humana nestas atividades (e não de um sadismo gozador do sofrimento do animal), as quais promovem a contemplação do belo, e subsistem em uma cosmo-visão cristã.

    Objeção 1: Se é possível matar animais pelo divertimento que uma atividade lúdica proporciona, poderíamos matar nosso cachorro ou um animal qualquer sem dono, por exemplo, como uma espécie de caça.

    Só será possível dentro do contexto. O animal tem como finalidade servir ao homem, mas serve ao homem de diversas maneiras. O cavalo, por exemplo, serve como animal de carga.

    Outros exemplos podem ser dados: os cachorros e gatos servem para companhia e guarda da casa, portanto não podem ser mortos por divertimento em um jogo qualquer, mesmo se ainda não foram adotados. Outros animais em geral servem para alegrar o ambiente, como certas aves e certos primatas, que alegram por elementos como beleza e canto. Matá-los, mesmo no caso de invasão e furto de comida por parte de primatas, coisa que ocorre em locais próximos de floresta, é injusto. Só o seria se estes primatas ou outros animais em outra situação fossem perigosos na sua invasão para os homens, crianças e animais domésticos (que poderiam travar uma briga ocasionando a morte de um deles).

    As caças e os touros de tourada servem exatamente para a finalidade de proporcionar a caça e a tourada para o homem.

    Alguns ainda alegam que matar animais dentro de uma atividade lúdica é pecado intrinsecamente mas apoiam a caça, mas se a alegação fosse verídica, eles deveriam condenar a caça, porque algumas são liberadas mesmo não fazendo a diferença se ninguém fosse caçar, isto é, não são legalizadas por causa de uma necessidade de controle da reprodução daquele animal, embora alguma hora, se ninguém for caçar, talvez isto torne-se necessário.

    Objeção 2: O touro e a caça existem unicamente para o alimento ou para auxiliar na reprodução dos animas que servem de alimento, ou seja, não devem passar por sofrimentos desnecessários para a obtenção daquela carne na sua melhor qualidade.

    Na verdade, alguns touros e caças existem e são criados e protegidos exatamente para a finalidade das touradas e caças. De outro modo nem existiriam, ou seriam mortos por armadilha ou execução sem capacidade de luta, sem poder colocar seu instinto animal em cena, ou seja, sem poder alcançarem de modo mais pleno aquilo para que nasceram: lutar e servir ao homem. De certo modo estas práticas poderiam até promover uma seleção natural, se se separarem os touros mais valentes e caças mais ágeis para se reproduzirem. O que favorece o homem também.

    Muitas vezes a carne do touro e da caça servem de alimento, além de caça e tourada. Então estes animais passam a ter dupla finalidade.


    Objeção 3: A tourada e a caça não são divertimentos genuínos nem subsistem em uma cosmo-visão cristã porque não se deve divertir-se, como católico, com os sofrimentos do animal, nem contemplar a arte quando ela passa um conceito moralmente reprovável.

    Ninguém se diverte com os sofrimentos do animal. Isso seria sadismo, e sim ilícito. Se fosse verdade, a tourada seria um touro amarrado sofrendo choques, pancadas e as torturas mais horríveis de frente ao público e o mesmo seria com a caça.

    No caso da obtenção de comida, ninguém acusa os açougueiros e empresas de carne de se divertirem com o sofrimento dos animais que por vezes é necessário para melhor obtenção da carne. Isto porque ali é evidente que nenhum deles procura aquilo, mas sim a carne. Do mesmo modo na tourada e na caça se procura as finalidades da atividade lúdica: a distensão, a habilidade, a contemplação, a vitória.

    Ambas as atividades estão inseridas no contexto de um jogo, e em um jogo existe vencedor e vencido. A diversão vem de ver vencido a caça e o touro (querer o oposto é pecado, é desejar a morte de um homem contrariando o mandamento de Deus).

    O manejo das armas, a capacidade de cálculo, a agilidade, são características comuns de ambas as atividades que desenvolvem a habilidade, o raciocínio e a percepção, apesar dos meios serem diferentes. Isto, alinhado ao jogo, faz deles um tipo de divertimento.

    A cosmo-visão cristã está inserida nas seguintes características (de modo análogo pode ser dito da caçada):

    Anti-Materialista: Na vitória do espírito sobre a matéria, como um alpinista que vence uma montanha, é o toureiro que derrota o touro, representante da matéria.

    Anti-igualitária: Coloca o touro em lugar de servidão e abaixo do homem, mostrando a hierarquia do universo, que é católica e monárquica.

    Anti-desarmamentista: Na caçada se louva a cultura das armas e na tourada o armamentismo é implícito no espírito dela.

    Valores de alma: heroísmo, valentia, inteligência.

    Também a cosmo-visão está inserida na contemplação do belo que se dá nas atividades: O toureiro possui roupas esteticamentes admiráveis, com armas bonitas, sem contar a beleza do animal, o vigor dele e dos cavalos. No caso da caça a beleza vem do animal abatido, junto com contato com a natureza travado pelo caçador.

    Em suma, a tourada e a caça refutam uma visão de mundo materialista, igualitária, vegana, individualista (anti-heróica), desarmamentista e vitimista.

    -Os Papas da Santa Igreja e teólogos sobre a tourada

    Foi proibida no começo, mas liberada depois para o Reino das Espanhas. O que mostra que não é intrinsecamente má ou contra a Doutrina Católica como alegam os repudiadores de tal atividade lúdica. A razão pela qual foi proibida era o perigo para os homens, como fica evidente nos textos abaixo.

    O Reino das Espanhas incluía Portugal e colônias, onde hoje ainda se vê touradas, embora os países tenham se tornado independentes. É importante notar que a legalização se aplicava para aqueles locais, indiferente da organização governamental de lá, as quais só foram citadas porque eram assim conhecidas na época.

    São Pio V (1566-1572) proibiu as touradas

    "proibimos terminantemente por esta nossa Constituição, que estará vigente perpetuamente, de baixo de pena de excomunhão e de anátema em que se incorrerá pelo feito mesmo (ipso facto), que todos e cada um dos príncipes cristãos, qualquer que seja a dignidade de que estejam revestidos, seja eclesiástica ou civil, incluso imperial ou real ou de qualquer outra classe, qualquer que seja o nome com o qual os designe ou qualquer que seja sua comunidade ou estado, permitam a celebração destes espetáculos em que se correm touros e outras feras em suas províncias, cidades, territórios, praças fortes, e lugares onde se leve isto a cabo.

    Proibimos, assim mesmo, que os soldados e quaisquer outras pessoas ousem enfrentar-se com touros ou outras feras nos citados espetáculos, seja a pé ou a cavalo.

    E se algum deles morrer ali, que não lhe seja dado sepultura eclesiástica" [1].

    Gregorio XIII (1572-1585) levantou esta proibição para os leigos

    "§.2. Nós, aceitando as súplicas do Rei Felipe, humildemente apresentadas, por nossa autoridade Apostólica, e sobre a base desta, suprimimos e deixamos sem efeito as penas de excomunhão, anátema e interdito, assim como outras condenações e censuras contidas na Constituição de nosso predecessor Pio, nos citados Reinos das Espanhas, mas somente em relação ao leigos e aos irmãos militares, de qualquer Ordem militar, incluso aos que obtem encomendas e benefícios dessas Ordens militares temporalmente; Contanto que os mencionados irmãos militares não tenham recebido alguma das Sagradas Ordens e que não se celebrem as touradas em dias de festas” [2].

    Sixto V (1585-1590) reafirmou a autoridade da Bula de S.Pio V e sua revogação em parte por Gregório XIII em uma carta para um bispo

    "O Papa Pío V mediante sua Constitução válida perpetuamente, proibiu os espetáculos taurinos e proibiu, também, tanto os leigos como os clérigos seculares e regulares de qualquer Ordem, que tomassem parte nos ditos espetáculos e jogos públicos, baixo de determinadas penas contidas na mencionada Constitução. Mais tarde, o Papa Gregório XIII de piedosa memória, assim mesmo predecessor nosso, declarou, por meio de Letras Apostólicas redatadas por ele, que a citada Constituição e as penas contidas nela eram aplicáveis aos clérigos tanto seculares como regulares, mas não aos leigos e aos militares, qualquer que fosse a Ordem militar a que pertencessem, sempre que não houvessem recebido alguma das Sagradas Ordens, tal como se estabelece (...)

    Concedemos a vossa Fraternidade em qualidade de Delegado nosso e da Sede Apostólica, livre facultade e autoridade para, em virtude da autoridade Apostólica, advertir, ordenar e mandar tanto aos citados preceptores que não ensinem ou afirmem nada em contra da Constituição e Letras citadas, como a todos os clérigos compreendidos nas Letras de nosso predecessor Gregório, que não ousem nem se atrevam a tomar parte, de qualquer modo que seja, nas corridas e espetáculos mencionados" [3]

    Clemente VIII (1592-1605) fez o mesmo

    "Havendo chegado a conhecimento de nosso predecessor Pío V, de feliz memória, que destes combates e espetáculos surgiam frequentemente perigos não só para o corpo, senão também para a alma, preocupado com a saúde da grei do Senhor, para fazer frente a estes perigos na medida de saus possibilidades con a ajuda de Deus, havia proibido mediante sua Constituição perpétua, a todos e cada um dos Príncipes Cristãos e a outras pessoas mencionadas na dita Constituição, de baixo de pena de excomunhão e anátema nas que se incorria ipso facto os que permitiam a celebração desta classe de espetáculos nos quais se correm touros e outras feras (...).

    Mais tarde, nosso predecessor Gregório XIII, de piedosa memória, aceitando aos rogos de nosso filho muito amado em Cristo, Felipe, Rei Católico das Espanhas, o qual havia elevado súplicas movido pelo proveito que reportavam a seus Reinos as touradas, derrogou (o Papa Gregório) e deixou sem efeito as penas de excomunhão, anátema e outras condenações e censuras contidas na Constituição de nosso predecessor Pio, e os reinos das espanhas, mas em relação aos leigos e aos irmãos militares de qualquer Ordem militar, e aos que haviam obtido temporalmente encomendas e benefícios das mesmas Ordens militares, com o que os mencionados irmãos militares não tivessem recebido alguma das Sagradas Ordens nem se celebrassem as touradas em dias de festa e de que aqueles a quem deveria, tomassem medidas para evitar, no possível, que se seguisse do espetáculo a morte de alguma pessoa" [4].

    Unanimidade dos teólogos diz que a tourada não é contra a lei natural

    Segundo a Catholic Encyclopedia: "Moralistas como uma regra são da opinião que a tourada como praticada na Espanha não é proibida pela lei natural, visto que a habilidade e destreza dos atletas impede o perigo imediato de morte ou de lesão grave" (cf. P.V, Casus conscientiae, Vromant, Brussels, 1895, 3d ed., I, 353, 354; Gury-Ferreres, Comp. Th. mor., Barcelona, 1906, I, n. 45) [5]

    -Os Papas da Santa Igreja sobre a caça

    IV Concílio de Latrão (1215)

    "Nós interditamos a caça e falcoaria para todos os clérigos" (Can. xv). Ou seja, não foi proibida para todos, mas só para os clérigos.

    Concílio de Trento

    "Que os clérigos se abstenham de caça ilícita e falcoaria" (Sess. XXIV, De reform., c. xii). Ou seja, há uma caça lícita.
    Pio XII (1939-1958) louva o Conselho Internacional de Caça

    "Vous préservez en réalité de précieux éléments du patrimoine de l'humanité (vós preservastes em realidade preciosos elementos do patrimônio da humanidade)" [6].

    Bento XIV (1740-1758)

    Segundo a Catholic Encyclopedia, "é certo que um Bispo pode proibir absolutamente toda a caça aos clérigos de sua diocese. Isto foi feito por sínodos em Milão, Avignon, Liège, Colônia, e outros lugares. Bento XIV (De synodo diœces., l. II, c. x) declara que tais decretos sinoidas não são muito severos, sendo uma absoluta proibição da caça mais própria para a lei eclesiástica. Na prática, portanto, o status sinoidal das várias localidades precisa ser consultada para descobrir se é permitido caça silenciosa ou se toda caça é proibida" [7]

    -Aos clérigos é permitido participar em touradas ou na caça?

    Pelos textos acima mostramos como não lhes é permitido assistir ou tomar parte em touradas.

    Abaixo vemos como para eles não é permitido igualmente caçar ou impunhar qualquer arma exceto em caso de temor. Também não é permitido assistir nestas atividades, visto que não se coadunam com o estado do clérigo.

    IV Concílio de Latrão (1215), Const.16

    "Os clérigos não podem exercer cargos seculares nem administrar assuntos temporais, sobretudo se são desonestos; não devem assistir a sessões de pantomimas, trovadores ou atores; que se abstenham de visitar tabernas e hotelarias salvo necessidade em caso de viagens; que não joguem dados ou jogos de azar, e que não sejam tampouco espectadores destes jogos" [8]

    Código de Direito de Canônico de 1917 diz que os padres só podem levar armas em caso de temor

    "Evitem os clérigos tudo quanto não convenha à dignidade do seu estado de vida: não exerçam artes indecorosas, nem se entreguem a jogos de azar envolvendo dinheiro; não levem consigo armas, a não ser que haja uma justa causa de temor; não se devotem à caça, no caso das barulhentas; não entrem em tabernas ou lugares semelhantes sem necessidade ou justa causa, segundo o parecer do Ordinário do local" (Codex Iuris Canonici 1917. Can. 138)

    S.Tomás de Aquino ensina que aos clérigos não é lícito matar

    "Aos clérigos não é lícito matar, por dupla razão. Primeiro, porque são escolhidos para o serviço do altar, no qual se representa a paixão de Cristo imolado, 'que ao ser espancado, não espancava' (1 Pd 2, 23). Portanto, não compete aos clérigos espancar e matar. Pois os servos hão de imitar o seu senhor, como se diz em Eclo 10, 2: 'Qual é o juiz do povo, tais serão os seus ministros'.

    A outra razão é que aos clérigos se confia o ministério da Nova Lei, que não comporta pena de morte ou mutilação corporal. Assim, para serem 'ministros autênticos da Nova Aliança', devem abster-se de tais práticas" [9].



    ----------------------------
    [1] "De Salutis Gregis Dominici", 1 de Novembro de 1567, Bullarum Diplomatum et Privilegiorum Sanctorum Romanorum Pontificum Taurinensis editio», tomo VII, Augustae Taurinorum 1862, páginas 630-631
    [2] 25 de agosto de 1575, Encíclica “Exponi nobis”
    [3] Papa Sixto V: Breve “Nuper Siquidem”(1586). Traduzida do texto latino: Ioannis Marianae e Societate Iesu. Tractatus VII. Pp. 182 - 183.
    [4] Bula “Suscepti Muneris”, 1596
    [5] Amadó, R.R. (1908). The Spanish Bull-Fight. In The Catholic Encyclopedia. New York: Robert Appleton Company. Retrieved June 4, 2015 from New Advent: http://www.newadvent.org/cathen/03051a.htm
    [6] Papa Pio XII, Discurso aos participantes do Conselho Internacional de Caça, 12 de dezembro de 1957. Disponível em: Aux participants au Conseil international de la chasse (12 décembre 1957) | PIE XII
    [7] Fanning, W. (1910). Canons on Hunting. The Catholic Encyclopedia. New York: Robert Appleton Company.http://www.newadvent.org/cathen/07563c.htm
    [8] Beatriz BADORREY MARTÍN, “Los sínodos diocesanos medievales y las fiestas de toros”, em IV Jornadas de Historia na Abadía de Alcalá la Real, págs. 15-42, Jaén, 2003; ref. nas págs. 20-22
    [9] Suma Teológica, II-II, q. 64, a. 4




    O Príncipe dos Cruzados: A tourada e a caça avaliada pelos Papas, Prelados e a Lei Natural



  17. #17
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    Re: En defensa de los toros

    Cita Iniciado por Alejandro Farnesio Ver mensaje
    A raíz de lo que habéis comentado de las bulas papales, he encontrado esto sobre la Bula de Pío V:
    Según tengo entendido, la razón subyacente en la Bula de Pío V para prohibir las corridas era que se trataban de espectáculos que ponían en riesgo la vida y la integridad física de las personas que participaban en ellas (a semejanza de los duelos, de ahí que se cite la prohibición de estos al inicio de la Bula como algo positivo); es decir, el motivo era proteger la vida y la salud de los seres humanos, y no un interés por la vida o bienestar del toro. Si estoy en lo correcto, creo que sería importante aclarar este punto, porque muchas veces he escuchado a los antitaurinos mencionar esta Bula, pero presentándola como un supuesto argumento contra la "crueldad de las corridas" pero con relación a los toros, como si lo que se condenase fuera la muerte (y "tortura", según ellos) del animal, y después salen con la macana de que "ya ves, hasta la Iglesia católica reconoce que las corridas son formas de crueldad contra los animales y por eso las prohíbe".

  18. #18
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: En defensa de los toros

    Yo creo que va por ahí la cosa, dado que las corridas en aquellos tiempos eran mucho más arriesgadas, y desde luego en el siglo XVI no existía ni de lejos la mentalidad ecologista animalista de hoy en día.

  19. #19
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    Re: En defensa de los toros

    Lord Garel-Jones: España tiene que dejar de pedir perdón por los Toros

    Madrid, 3 abr (EFE).- España "tiene" que hacer dos cosas: dejar de pedir perdón por la fiesta de los toros y mandar a Eurovisión a un cantaor que deje pasmado al mundo. Lo dice el flamante premio de la Fundación Banco Santander a las Relaciones Hispano-Británicas, el exministro y crítico taurino galés lord Tristán Garel-Jones.
    De lo más "halagado" por el galardón, dado a conocer hoy, el político, ensayista y crítico (1941) ha asegurado a Efe que la contraparte, es decir el Reino Unido, tiene también "deberes", fundamentalmente, "dejar de creerse el centro del universo" y desplazar hacia el hombre su "gran interés" por los animales.
    El Reino Unido ha llevado su antropomorfismo "hasta tal punto" que hay mas de 3.000 entidades benéficas "ocupándose de los animalitos y no deben ser tantas las que se ocupan de los hombres", ha ironizado el premiado, que vivió en Madrid desde los 7 hasta los 30 años y es aficionado a los toros desde que vio, con 9, su primera corrida.
    "España tiene que dejar de pedir disculpas por la fiesta y proclamarlo con orgullo, cosa que el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, está tratando de hacer", según el galardonado.
    Si él fuera ministro de Cultura español, propondría, además, que el año que viene fuera al festival de Eurovisión "lo único que puede plantarle cara a lo americano rockanrolero", es decir, "un cantaor mirando p'alante y cantando un tiento, eso de 'que tenga rejas de bronce'. Un choque de cultura total", se ríe.
    Cuando está en España echa de menos "la puntualidad, la formalidad, las normas que hay, casi para todo," en su país y cuando está allí que no exista ya "un solo pueblo con sentido campero. Todos están llenos de agentes de Bolsa", lamenta.
    Por eso, dice, le gusta tanto la localidad abulense de Candeleda, a la que acude muy a menudo con su esposa, Catalina Garrigues.
    El político inglés, que fue Deputy Chief Whip (jefe del grupo parlamentario conservador) durante el gobierno de Margaret Thatcher, ministro de Asuntos Europeos y Latinoamérica con John Major y presidente de la Fundación EuroAmérica, está persuadido de que una característica común entre los dos países: "todo lo que es defectuoso en el Reino Unido es bueno en España y viceversa", dice.
    "Uno de los defectos que compartimos es la autopercepción equivocada: es decir, que en el Reino Unido 'saben' a ciencia cierta que son el centro del mundo y tienen una seguridad en sí mismos apabullante, y en España echan pestes del país en cuanto hablas cinco minutos con alguien. Ni Inglaterra es el centro del universo, ni España es tan mala como dicen", afirma.
    Le preocupa que en su país se mire con "tanto recelo" al Mercado Común y de que tenga "un eco preocupante en la sociedad británica" la "falsa idea" de "los extremistas patrioteros" de que no se necesita a la Unión Europea.
    "Todos los países se necesitan hoy en día y el desafío es ir 'juntando meriendas' para avanzar mejor sin perder esa parte positiva del sentido de pertenencia y cohesión social que da la nación. En cambio en España, lo que es también un error, la pertenencia a la UE se toma casi como un dogma religioso", subraya.
    También es crítico con la manera en la que Bruselas ha conseguido neutralizar el concepto de "subsidariedad" que contempla el Tratado de la UE, es decir, que en los últimos diez o quince años casi ha desaparecido la idea de que "todo lo que se pudiera hacer mejor a nivel nacional no lo debía hacer Bruselas".
    España, ha recordado, se incorporó como socio pleno a la comunidad internacional y "nadie hubiera podido imaginar" los éxitos que ha tenido partiendo casi de cero, entre ellos, ha citado, que el Banco Santander fuera el primer banco de Europa o que Zara sea el número uno del mundo "en fashion".
    Garel-Jones recibirá su premio, dotado con 10.000 euros y una escultura de Cristina Iglesias, el día 10 de junio en la Embajada de España en Londres.EFE

    Lord Garel-Jones: España tiene que dejar de pedir perdón por los Toros - Jueves, 03 Abril 2014 (13:55)

  20. #20
    jasarhez está desconectado Proscrito
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    Re: En defensa de los toros

    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    Lord Garel-Jones: "...España se incorporó como socio pleno a la comunidad internacional y "nadie hubiera podido imaginar" los éxitos que ha tenido partiendo casi de cero"...
    Muy bueno el artículo, y muy de agradecer su defensa de España y de nuestra fiesta nacional. A la par que muy interesante tamibién su afición por la localidad castellana de Candeleda (ubicada en plena sierra de Gredos). Cosas todas que comparto.

    Ahora bien, lo que no comparto es eso que dice de que España, cuando se incorporó a la UE partía de cero. España, antes de entrar en la CEE era la décima potencia industrial del planeta, y fué precisamente la entrada en ese organismo europeo lo que nos llevó a esa posición que el nombra (cero) en la que ahora estamos. Me parece injusto con la historia decir que España partía de cero. Este tipo es un cachondo...


    Un saludo


    _______________
    P.D.: Ahora bien, nada que objetarle en cuanto a su afición por Candeleda... En realidad, todo el Valle del Tietar y Sierra de Gredos es magnífico. Nosotros vamos casi todos los fines de semana a diversos pueblos de esa zona, porque los tenemos todos muy cerca (más o menos, a una hora en coche saliendo desde Madrid):



    Última edición por jasarhez; 04/04/2014 a las 16:39

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