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Tema: En defensa de los toros

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  1. #1
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: En defensa de los toros

    ALZA, TORO DE ESPAÑA: LEVÁNTATE



    El Toro de Osborne, uno de los iconos que mejor han concretado el símbolo de la autoctonía, la fuerza y la fecundidad del Toro Hispánico

    PADRE TORO, TÓTEM DE LA DEHESA.

    Para una apología de la Tauromaquia



    Manuel Fernández Espinosa

    Dedicado a mi amigo,
    el poeta y escritor Antonio Moreno Ruiz


    Contra el mundo taurino que hemos conocido pesa a día de hoy una cierta y siniestra amenaza. Grupos organizados (animalistas o antitaurinos) pugnan por erradicar la llamada "fiesta nacional" ante el escándalo de los aficionados y la perplejidad de todos aquellos cuantos, aunque no nos sentimos taurinos y mucho menos expertos en "toros", nos parece una actitud de imposición, rabiosa y no exenta de tintes totalitarios. En estas campañas anti-taurinas confluyen los enemigos declarados de España (nacionalistas independentistas catalanes, p. ej.) por entender que la tauromaquia es una señal de identidad española, así como unas difusas e inconsistentes "hipersensibilidades" postmodernas que conjugan el ultra-ecologismo con la dieta vegana, muy New Age.


    Pero es tal vez en este momento crítico cuando podamos encontrar, justamente en el Toro, un símbolo que recobrar, restaurándolo en sus connotaciones más identitarias. Todo patriotismo auténtico tiene unas raíces tan profundas que se pierden en la noche de los tiempos. No, no se trata de ese "nacionalismo español", invención de liberales constitucionalistas extranjerizantes del siglo XIX, tampoco del "patrioterismo" casposo y cutre del residual franquismo que, personalmente, me es tan repugnante como cualquier fenómeno moderno. El nacionalismo siempre ha sido cosa de sentimientos, de ahí su endeblez. La reciedumbre del patriotismo se halla en los cimientos firmes sobre los que se activa y, lejos de ser estático, tiene la posibilidad de cobrar un dinamismo difícil de paralizar una vez que se le arranca y pone en marcha. Cuando se activan símbolos poderosos para una comunidad, como es el caso del Toro para la nuestra, bullen en los fondos del alma miles de resonancias que no son ya de índole individual, sino colectiva. Así, hombres de tan distintas ideologías e incluso antagónicas ideologías, deponen los constructos intelectualoides a los que se entregaron en el momento histórico que les tocó vivir, para acceder y -si están dotados de genio y arte- hacernos acceder a los símbolos poderosos de la comunidad.


    Con el Toro lo hemos visto en España siempre. Hombres de izquierda, como Miguel Hernández, Picasso ó Rafael Alberti (pudiéramos citar a muchos más) sintieron por el Toro una fascinación difícil de emular. En el Toro encontraron el irreductible núcleo de su identidad hispánica. Hombres del frente contrario coincidirían en ello.


    Para adquirir una ligera idea de lo que el Toro representa para la comunidad hispánica podemos recurrir a un término propio de la historia de las religiones y la antropología: el Tótem. El Toro, se ha dicho muchas veces, es nuestro Tótem.


    Gerardo Diego, pisando la arena


    En un artículo publicado en "El Sol", allá en 1931, el periodista Víctor de la Serna (1896-1958), hijo de la novelista Concha Espina, escribía:


    "El español tiene diversos modos de rito para este dios cruento [el toro]. Come criadillas, usa vergajo, guarda el agua, ¡gran rito el del agua en España! en vasijas tauriformes, y lleva el tabaco negro y picante en petacas transparentes de piel de toro bravo. De tal toro bravo que mató diez caballos en una feria castellana".

    Sobre el toro y los ritos del agua a los que alude aquí Víctor de la Serna hizo un maravilloso estudio ("Ritos y Juegos del toro", 1962: revisado y ampliado posteriormente) uno de nuestros mejores historiadores de las religiones, Ángel Alvarez de Miranda (1915-1957).



    Gerardo Diego escribe un soneto cuyo título es elocuente: "Invocación al Toro".



    Padre toro, tótem de la dehesa,

    Zeus potente en bramas y en accesos

    -relámpago de furias-, y en procesos
    de largo, oscuro amor que oprime y pesa.


    Tu negro soplo huracanado expresa
    la tormenta que fraguas en tus sesos,
    torva nube que truena -azar de huesos-
    la amenaza del tronco hecho pavesa.


    Padre toro, desgarra en mil jirones
    las banderas del aire y borbotones,
    fulmina y tala, abrasa y carboniza,


    revuelve paraísos con avernos,
    y encuna este poema de ceniza
    y de gloria en la rima de tus cuernos.


    Otra invocación al tótem hispánico compone Miguel Hernández en su vibrante poema "Llamo al Toro de España" que adquiere resonancias de plegaria ibérica, conjurando la fuerza y la virilidad táurica contra el lobo y el águila. Es cierto que, circunstancialmente, el lobo y el águila que evoca Miguel Hernández pueden ser a buen seguro trasuntos zooicónicos de la Roma fascista (la Loba Capitolina) y la Alemania nazi (el águila del III Reich), pero como poesía genuina la cáscara del tiempo se resquebraja para dejarnos una estampa fulgurante de lo que Miguel Hernández entiende racialmente como España: el Toro.

    Miguel Hernández, declamando sus versos en la calle



    J. M. Blázquez ha estudiado el antiquísimo culto al Toro en la península ibérica en sus dos volúmenes de "Primitivas religiones ibéricas", acopiando monumentos arqueológicos y documentación escrita que se remonta a Diodoro Sículo, aunque podríamos ir más atrás todavía para hallar las más primitivas fuentes escritas que ya nos hablan de estos mitos y ritos alrededor del toro en el extremo occidental de Europa: el mismo Platón nos pinta los ritos que protagonizaban los príncipes de la Atlántida, teniendo al toro como centro. Aquí debiéramos pensar que, aunque religiones orientales trajeran cultos taurinos (el mitraísmo), en la península ibérica ya existían desde tiempo inmemorial, muy probablemente por influencia atlante, cultos taurinos que más tarde, en tiempos de la Hispania romana, pudieron converger con religiones mistéricas en las que el toro jugaba a su vez mucha importancia sagrada, como es el caso del mitraísmo.

    Según la tesis de Álvarez de Miranda, las corridas de toros actuales vendrían a ser la degradación de ritos religiosos que devienen a espectáculos y juegos públicos; lo que también ocurrió con la tragedia griega, las Olimpíadas o la lucha de gladiadores en el circo romano que tuvieron un origen sagrado y religioso y terminaron siendo un divertimento público. Aquí estamos ante lo que pudiéramos enunciar como un principio constatado en la historia de la religión que es decir la historia de la cultura: lo que es religioso en un principio va depauperándose hacia formas que pierden su contenido y sentido sagrado.

    No obstante, tengamos en cuenta también que, como Blázquez nos hace entender: "Uno de los rasgos característicos de la religiosidad ibérica es su carácter pragmático -entrar en contacto con la divinidad para obtener favores tangibles-. Este pragmatismo parece ser también una nota distintiva del culto a los bóvidos en Hispania. El toro fue considerado como una gran cantera de virtudes misteriosas. Su utilización se inscribe dentro de la magia". Y, en efecto, en todos los ritos taurinos -por fragmentada que nos haya llegado su antigua conmemoración o degradada que haya resultado en el curso del tiempo- lo que parece que en la mayor parte de leyendas medievales sobre el toro ocupa el interés capital son dos virtudes: la acometividad violenta y la fecundidad propias del toro.


    La leyenda de Ataúlfo (recogida en antiguas crónicas medievales como "Historia contemporánea" (siglo XII), en los "Cronicones" del obispo Pelayo (siglo XIII) o en la misma "Cronaca generale" de Alfonso X el Sabio) nos presenta a un obispo acusado de homosexualidad al que se le suelta un toro bravo; lo que no cabe interpretar -según Blázquez- como una simple ordalía, sino como un rito sanador. Teniendo en cuenta el relato del obispo Ataúlfo, tan conocido en la Edad Media, el mismo vendría a explicar que los clérigos de antaño, con mucha probabilidad para que nadie pensara mal de su virilidad, eran grandes aficionados a la lidia de toros. Las autoridades eclesiásticas, más ilustradas y lejos de la sensibilidad popular, condenaron reiterativamente estas costumbres rurales como lo ponen de manifiesto el estudio de los sínodos medievales; la cosa llega incluso al siglo XVI, así en el Sínodo de Guarda (Portugal) convocado por D. Pedro Vaz Gaviao, del 12 de mayo de 1500, se estipula que: "Achamos uma constituiçao de nossos predecesores em a qual defendem, por ser cousa assaz em abatimento e vilipendio do estado clerical, que nenhum clérigo constituído em ordens sacras ou beneficiado lutasse, bailasse, dançasse, publicamente, nem andasse con touros em curro, garrochando-os ou alanceando-os...".



    El testimonio de este sínodo lusitano condena la costumbre, a lo que se ve extendida y reincidente, que tenían los clérigos de lidiar, bailar y alancear toros, con lo que de paso se nos da idea de lo que se hacía en aquellos festejos. Pero, más que una afición taurina, lo que esos clérigos llamados al orden hacían era seguir unas tradiciones multiseculares que, en su concreto estado de célibes, demandaba el público: comprobar en su trato con el toro su masculinidad, para que ésta estuviera fuera de toda duda. Las autoridades eclesiásticas juzgaban desde un punto de vista semejante al de todos aquellos que establecen normas desde un despacho, sin apenas contacto con la realidad.

    Siempre han sido -se ve en el caso de la documentación sinodal- personajes pretendidamente "ilustrados" los que en España han atacado al mundo taurino, en aras de un presunto decoro, por supuesto amor a los animales o por pretendido progresismo. Lo que salta a la vista es que, en cualquiera de los casos, estamos hablando de gentes que han perdido, si es que alguna vez tuvieron, el sentido de pertenencia a la comunidad. Los que tenemos ese sentido identitario, ¿qué deberíamos hacer?

    En primer lugar, tengamos claro que los que se oponen -y hasta atentan- contra nuestra fiesta nacional lo hacen, pese a todo lo convencidos que estén de las "emociones" que esgriman, muy al unísono con los siniestros poderes económicos que quieren destruir nuestra identidad, desde sus remotos despachos con un auténtico desprecio por nuestras tradiciones y los derechos que nos asisten para mantenerlas y la obligación que tenemos de defenderlas. Esos nuevos "ilustrados" siguen -consciente o inconscientemente- las consignas que el mundialismo emite en orden a devastar nuestra identidad nacional, para que de esa forma nuestra servidumbre al capitalismo global sea un hecho consumado. Este asunto de los "toros", por lo tanto, forma parte de la misma conflagración invisible que se está dando en nuestro tiempo, es un episodio más. Y téngase en cuenta que en esta lucha nos jugamos nada más y nada menos que el ser y el estar como únicamente podemos ser y estar los seres humanos, esto es: ser de un pueblo y de un lugar, siendo españoles y estando españoles. No existe en ninguna parte ese abstracto convencionalismo que se llama "humanidad"; lo que existe -se pongan como se pongan- es la "humanidad" concretada en sus particulares identidades locales, regionales, nacionales. Si llegaran a destruir la fiesta nacional habrán destruido uno de los núcleos elementales de nuestra identidad hispánica.

    Teniendo en cuenta que, como más arriba decíamos, la tauromaquia devino a espectáculo lúdico, tras dejar de ser el rito sagrado que era en los tiempos de los orígenes, deberíamos aventurarnos a introducir de nuevo el sentido religioso de la fiesta taurina, reconvirtiéndolo en expresión -rito- de misterios relacionados con la vida, la fecundidad, la muerte y la resurrección.

    Yo me atrevo a barruntar que la salvación de España -en la que todavía creo y nunca dejaré de creer- vendrá bajo el signo del Toro.




    Botijo-Toro de Cuenca, vasija tauromorfa popular



    BIBLIOGRAFÍA:

    De la Serna, Víctor, "España, compañero".

    Álvarez de Mirando, Ángel, "Ritos y Juegos del toro".

    Diego, Gerardo, "La suerte o la muerte".

    Blázquez, J. M. "Primitivas religiones ibéricas".

    García y García, Antonio, "Synodicon Hispanum", (II Portugal).

    RAIGAMBRE
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  2. #2
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    Re: En defensa de los toros

    LA TAUROMAQUIA NO ES COSTUMBRE DE BÁRBAROS - La Abeja

    LA TAUROMAQUIA NO ES COSTUMBRE DE BÁRBAROS






    Escribe: Antonio Moreno Ruiz.-
    A todos aquellos estereotipadores endófobos que se avergüenzan de la España profunda y sus costumbres, y a todos aquellos que hacen lo mismo en la América Hispana, teniendo a la tauromaquia como marco predilecto de su odio: Lamento informarles de que la tauromaquia en modo alguno se corresponde con el estadio de la barbarie por más que ustedes lo pretendan con su demagogia ideológica.


    La cultura trascendental taurómaca coincide en varias orillas del Mediterráneo, desde Creta a Iberia. En la mitología griega el toro es todo un símbolo, plasmado en el Minotauro, entre otros. Platón ya hablaba de la figura del toro en la Atlántida, cuyos reyes realizaban un ritual con paño y hierro luego de una ceremonia (tal y como acostumbra a recordar el escritor español Fernando Sánchez Dragó); lo cual coincide con lo que los cronistas griegos nos dejaron sobre Tartessos, la mítica civilización del suroeste de la Península Ibérica. Asimismo, sabemos que Orissón, régulo oretano (territorio del centro al sureste de la Península Ibérica), enfrentó la invasión cartaginesa mediante toros con los cuernos encendidos a través de hachones, que despistaron y acobardaron al soberbio e incipiente imperio de aristocracia fenicia y mercenarios bereberes y celtas que arrancaba desde el norte de África. Entre los iberos, el toro era un animal totémico, al igual que el caballo y el león. No es casualidad que, siguiendo la relación helenoibérica, Hércules, uno de los héroes más conocidos de la mitología griega, tenga como décimo trabajo que luchar contra Gerión, gigante y señor de rebaños vacunos ubicado en la zona más meridional de la Península Ibérica (actual Cádiz). Asimismo, entre los iberos, la figura del toro se correspondía con rituales de iniciación. Si vemos los Sanfermines de Navarra, algo ha quedado de esa antropología.


    El mitraísmo, religión nacida en Persia y extendida por el imperio romano a través de los legionarios, también implementa esa cultura taurómaca ya presente en el Mediterráneo, puesto que el toro, amén de un símbolo, también es todo un ritual de iniciación y explicación metafórica entre la vida y la muerte. Todavía queda en Cabra (en la actual provincia de Córdoba, centro de Andalucía) la llamada villa de Mitra, tesoro arqueológico que nos atestigua el ritual con el toro a través del poder de la escultura.


    La cultura taurómaca está presente en la luz de nuestra civilización, que aun con muchas evoluciones por la fuerza de las circunstancias, se ha resistido a morir y a perder su esencia.


    Lo que sí es una real barbarie es la guerra que se le ha hecho al mundo rural a través de revoluciones industriales inmisericordes. Con todo, cuando he podido viajar por tierras huaracinas o huamanguinas, me he quedado impresionado al percibir que hasta en los pueblos más recónditos hay carteles taurinos. Las plazas rebosan de vitalidad. El pueblo andino lo disfruta con total naturalidad y mucho me temo que los dizque ecologistas urbanitas que han visto el campo cuando el colegio los llevó de excursión no serían bien recibidos por el Perú profundo. De ahí a su predilección contra la plaza de Acho. En España sin embargo, ya mucho daño se ha hecho al mundo rural, que está en peligro de extinción a fuerza de despoblamiento.


    Para barbarie, podemos decir que tan bárbaro como ajeno es ese complejo de inferioridad que, sin embargo, acoge con entusiasmo Halloween, que nada tiene que ver con la cultura celta y sí con fiestas modernas de disfraces malamente copiadas de series y películas estadounidenses. Y quien dice “Halloween” dice demás modas pedantes y grotescas que nada tienen que ver con nuestra idiosincrasia.


    En el mundo hispánico, los que de verdad conocen y aman su cultura no tienen complejos y no importan imposturas.

    Dicen que sobre gustos no hay nada escrito. Está bien. Pero que los de siempre se dejen de estereotipos facilones, porque salen perdiendo al carecer de la más mínima razón.


    VIVA LA TAUROMAQUIA.
    VIVA NUESTRA CIVILIZACIÓN.
    Hyeronimus, Mexispano, Leolfredo y 1 otros dieron el Víctor.

    Todo el mundo moderno se divide en progresistas y en conservadores. La labor de los progresistas es ir cometiendo errores. La labor de los conservadores es evitar que esos errores sean arreglados. (G.K.Cherleston)

  3. #3
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    Re: En defensa de los toros

    Entradas gratis a los niños a los toros.-

    Hola Sres. Coforistas. Una de cal y otra de arena. Acá tenemos la opinión de alguien que aparte de estar en contra de nuestra Fiesta Brava, desea que desaparezca totalmente a no recibir la herencia cultural sus naturales destinatarios: los niños.-

    Lamentable.-

    ¡¡¡ Viva España !!! - ¡¡¡ Viva la Tauromaquia !!!

    Cordiales saludos desde el otro lado de la Mar Océano, desde la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María delos Buenos Aires.-


    Entradas gratis a niños a los toros




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    Entradas gratis a niños a los toros

    Muchas familias han quedado sorprendidas en Roquetas de Mar (Almería) al ver que la lidia y muerte de becerros se ha considerado actividad escolar. Actualmente, muchos Ayuntamientos están en contra de la ilegalización de las corridas de toros que tras prohibirse en Cataluña (antes en Canarias) muchas son las personas que consideran "la fiesta nacional" un espectáculo cruel, primitivo y aberrante. Debido a esta tendencia, muchos ayuntamientos del PP luchan para declarar las corridas de toros "bien de interés cultural" y no se le ocurrió otra cosa al alcalde de Roquetas de Mar que regalar entradas a los niños de primaria.



    Muchos son los jóvenes que cada vez más se manifiestan en contra de estos festejos y pocos de ellos asisten a las plazas de toros, siendo estas frecuentadas por aficionados de cierta edad o personas del ambiente taurino, familiares de toreros, etc. En este caso, el Ayuntamiento de Roquetas de Mar ha ido demasiado lejos, los niños de 6 a 12 años de edad no deben asistir a espectáculos violentos. Según ha manifestado el portavoz de Izquierda Unida. "ver como se maltrata a un animal no es espectáculo y mucho menos para un niño. Los niños necesitan fomentar otros valores y no el mal trato a los animales".



    Por otra parte, el contrasentido existente ahora con el nuevo código penal es sorprendente. Se castiga con penas de cárcel el mal trato animal así como el abandono de los mismos, mientras tanto se realizan corridas de toros con la consiguiente tortura y muerte de los mismos. Algo sorprendente y que no se puede comprender una ley que se contradice a si misma.



    Hay aficionados que justifican las corridas de toros diciendo que también se matan pollos, vacas, corderos, etc, en los mataderos y nadie dice nada, pero...¿va gente para aplaudir esas muertes?. Los que quieren llevar a los niños a ver el sangriento espectáculo que es ver torturar y matar a los toros ensangrentados, que no se extrañen que esos niños mañana, maten a los gatos a pedradas.





    De nada vale que digan que los toros bravos son una raza especial hecha para el toreo y que esta raza desaparecería si no se hacen corridas de toros. Un toro de los llamados bravos, puede ser tan manso como un cordero si no se le hiere y maltrata. Como muestra es este vídeo de un toro de los que llaman bravo, como mascota cariñosa de un amante de los animales.


    Niños toreros - La Controversia.-

    www.youtube.com/watch?v=cDuYZWAB7rw




    COMENTARIOS:



    • Escrito por Impro
      2012-03-04 08:12:14
      España es así, Perfumada, cada ley tiene su contraley, todas tienen la versión contraria que acepta lo que otra penaliza. Y luego cada comunidad sus normas que excepcionan cada ley. España ya no es "olé" es "una mercado ambulante" donde cada uno va a su rollo.

    • Escrito por Perfumada
      2012-03-04 11:18:15
      Gracias Impro por comentar. La verdad es que es una vergüenza de país. Saludos.-


  4. #4
    Avatar de Carolus V
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    Re: En defensa de los toros

    Soy muy escéptico ante la limitada visión de la realidad que dan tanto periódicos como de estadísticas, pero creo que resulta interesante este artículo de el País, no estaría de más que diese más datos sobre la estadística, pero lo dejo caer de todas formas:

    Cultura: Los aficionados a los toros, los españoles con más inquietud cultural | Blog El toro, por los cuernos | EL PAÃS

    Los aficionados a los toros, los españoles con más inquietud cultural

    La asistencia a museos, bibliotecas, cine, teatro o conciertos es superior a la media del país

    Así se recoge en el Anuario de Estadísticas Culturales de 2015 del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que ha presentado recientemente los resultados de una encuesta realizada a 16.000 personas de 15 años en adelante.

    Los datos finales del estudio aseguran que casi la mitad de los espectadores taurinos -el 49,8 %- acudió a museos, exposiciones y galerías de arte, frente al 39,4 % de la población total.

    Más amplia es la brecha existente en el apartado de las artes escénicas (teatro, ópera, zarzuela, danza, ballet) y musicales (clásica o actual): el 57,7 % de los espectadores taurinos asistió a estas actividades frente al 43,5 del total nacional.

    La encuesta de Cultura confirma la estrecha relación de los toros con todas las expresiones artísticas.

    También van más taurinos al cine (el 58,7 % que la media española (el 54,0 %). Acuden más aficionados a las bibliotecas (30,4 frente al 25,6), y a los archivos (7,4 frente al 5,6). Y leen más libros (el 65,8 frente al 62,2 %) que la media de la población.

    En suma, este cuadro rompe uno de los estigmas sobre el aficionado taurino, considerado tradicionalmente como una persona de escasa formación y alejada de prácticas culturales.

    Asimismo, estos datos ponen de manifiesto el carácter cultural de la tauromaquia, ampliamente expresado por intelectuales de
    todas las épocas, y su estrecha relación con todas las expresiones artísticas.

    “El toreo es poesía en movimiento”, escribió Octavio Paz.

    “Lo que nos conmueve y embelesa en una buena corrida -subrayó Vargas Llosa- es, justamente, que la fascinante combinación de gracia, sabiduría, arrojo e inspiración de un torero, y la bravura, nobleza y elegancia de un toro bravo, consiguen, en una buena faena, en esa misteriosa complicidad que los encadena, eclipsar todo el dolor y el riesgo invertidos en ella, creando unas imágenes que participan al mismo tiempo de la intensidad de la música y el movimiento de la danza, la plasticidad pictórica del arte y la profundidad efímera de un espectáculo teatral, algo que tiene de rito e improvisación, y que se carga, en un momento dado, de religiosidad, de mito y de un simbolismo que representa la condición humana, ese misterio de que está hecha esa vida nuestra que existe sólo gracias a su contrapartida que es la muerte”.

    “El arte es un destello torero que queda en la retina para toda la vida, y lo hace un hombre delante de un toro, que si le echa mano lo desbarata, y ante mucha gente, en muy poco tiempo, despacio, con plasticidad, con el pecho fuera y el culito para dentro… Eso tiene una profundidad enorme y te provoca una sensación tal que te olvidas del instinto de conservación. ¿Es o no el toreo una de las bellas artes?”. Así reflexionaba Curro Romero con motivo de su nombramiento como miembro de la Real Academia Santa Isabel de Hungría de Sevilla.

    “Suntuoso y enigmático mundo de los toros”, definió la tauromaquia Caballero Bonald.

    “Un buen espectador taurino creo que se parece mucho a un buen lector”, sostiene el poeta Carlos Marzal.

    “En la plaza, los grandes acontecimientos son aquellos que dominan el alma, detienen la respiración, y trastornan, incluso, el organismo”, apuntó Manolo Vázquez.

    “Los toros tienen muchos paralelismos con la música, y una corrida con un concierto. El misterio del arte del toreo es que un lance se deshace al mismo tiempo que se hace, igual que ocurre con las notas de un pentagrama. Puedo decir, además, que empecé a comprender al gran filósofo Enmanuel Kant en una plaza de toros, cuando él definió el tiempo como una forma pura a priori de la sensibilidad interna”, confesaba Ramón María Serrera, catedrático de Historia de América de la Universidad de Sevilla, en el último pregón de la Feria de Abril.

    Basten estas breves pinceladas (sin necesidad de acudir a García Lorca y su conocidísima afirmación de que “la fiesta de los toros es la más culta que hay en el mundo”) para entender las conclusiones de la encuesta ministerial: la tauromaquia es un hecho eminentemente cultural y sus seguidores consumen otras parcelas artísticas como algo natural; y por esa misma razón acuden a una plaza: por una necesidad del espíritu y para encontrar la íntima sensación de felicidad que producen una buena faena o un concierto.

    Así lo confirman, también, tres relevantes, cultos y comprometidos aficionados: Javier López-Galiacho, profesor titular de Derecho Civil de la Universidad Rey Juan Carlos y autor del libro De frente, en corto y por derecho, José Morente, experto en historia taurina y autor del blog "La razón incorpórea", y Manuel Castillo, catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad de Sevilla y secretario de la Fundación de Estudios Taurinos.

    El primero asegura que “estamos ante una de las aficiones más cultas del país, y esto tiene su lógica: la tauromaquia necesita para su comprensión y asimilación necesita un elevado ejercicio de atención y de profundidad en su conocimiento, y a unos niveles que no alcanzan otras disciplinas artísticas. Quizá, solo el conocimiento del flamenco puede equipararse a este umbral de exigencia”.

    Coincide con el profesor Tierno Galván en que “los toros alcanzan, o por lo menos lo han hecho hasta hace poco, el calificativo de acontecimiento nacional, como lo pudo ser la ópera en Italia”.

    “En los toros hay tal proceso de absorción de plasticidad, -continúa-, que, siguiendo al que fue alcalde de Madrid, se convierten en el acontecimiento que más ha educado social, e incluso políticamente, al pueblo español, y, sin lugar a dudas, el de mayor contenido axiológico”.

    José Morente señala, por su parte, que “el interés por la cultura del espectador taurino se encuentra en la índole del propio espectáculo. El toreo no es solo una fiesta en el sentido de divertimento, sino también un rito trágico que atañe a la vida y a la muerte. Es una de las cosas más serias que existen en el mundo”.

    “El toreo invita a la reflexión continua, -prosigue-, e incita al pensamiento. Sentado en un tendido no es fácil descifrar lo que ocurre en la plaza. Comprender el comportamiento del toro y las claves profundas del toreo es muy complicado y complejo. El espectador de una corrida de toros está en permanente alerta intelectual. Hasta el espectador más ajeno al rito y más predispuesto al jolgorio, se ve obligado -quiera o no- a pensar y a reflexionar continuamente sobre todo aquello que acaece en el ruedo”.

    “Y es, precisamente, esa actitud reflexiva y pensante y, sobre todo, interrogante, la que creo que es también la base y la clave de toda la cultura y no sólo de la taurina: el interés por el conocimiento y por el saber. La obsesión por estar siempre aprendiendo”, concluye.

    Manuel Castillo se muestra gratamente sorprendido por los resultados de la encuesta “que rompen con la imagen tópica del aficionado de baja condición cultural, y demuestran que el espectador taurino tiene una sensibilidad especial para captar un arte irrepetible, improvisado e instantáneo”.

    Castillo conoce bien el hecho cultural de la tauromaquia pues, desde 1993, la Fundación de Estudios Taurinos publica una revista que recoge ensayos históricos, recensiones de libros, artículos y documentos relacionados con la fiesta de los toros.
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  5. #5
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    Re: En defensa de los toros

    Hasta los japoneses tienen eventos donde están presentes los toros.




    A Quick Japanese Bullfight

    Publicado el 20 oct. 2015

    Most bullfights aren't this quick, but it's amusing nonetheless.

    As you'll see, the bulls aren't harmed; the losing bull decides not to fight anymore and everyone goes home in one piece.





    https://www.youtube.com/watch?v=t10ttZHKRyE

  6. #6
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    Re: En defensa de los toros

    También los coreanos.



    Travel in South Korea: Traditional Bullfighting Festival

    Publicado el 4 oct. 2012

    A HD video of the bullfight festival in Korea from our around the world trip we visited Jinju a city with a history of traditional bullfighting - read more about this here





    https://www.youtube.com/watch?v=lxhPCDroTRw
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  7. #7
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    Re: En defensa de los toros

    Las peleas de toros eran tradicionales hasta no hace muchas décadas en Cantábrica y supongo que en otras zonas de España.

    Cita Iniciado por Mexispano Ver mensaje
    También los coreanos.



    Travel in South Korea: Traditional Bullfighting Festival

    Publicado el 4 oct. 2012

    A HD video of the bullfight festival in Korea from our around the world trip we visited Jinju a city with a history of traditional bullfighting - read more about this here





    https://www.youtube.com/watch?v=lxhPCDroTRw

  8. #8
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    Re: En defensa de los toros


  9. #9
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    Re: En defensa de los toros

    Dicen que sobre gustos no hay nada escrito y que para gustos, los colores. Por eso mismo no voy a censurar a nadie que no le guste la tauromaquia, ni voy a dar carnets de mayor o menor hispanidad por eso. Pero eso es una cosa y otra la pretenciosa sensiblería (que no sensibilidad) animalista a la que se acogen tirios y troyanos con una suerte de superioridad moral que no se creen ni ellos. Y "curiosamente", esa sensiblería jamás se dio en zonas rurales que están en pleno contacto con la naturaleza, sino en zonas urbanas y por gente burguesa o aburguesada que no conoce el mundo de la tauromaquia por dentro y no habla más que de superficialidades, pretendiendo que los que gustamos de la tauromaquia somos unos sádicos. "Es ver desangrarse un animal"... Coño, ya puestos, un pintor no vale nada porque es coger un lienzo y dar tres trazos; o un escultor lo que hace es poner piedras, y así todo.

    Por cierto que esa sensiblería no parece tal cuando se trata de comer hamburguesas y etcétera.

    Y si siguiéramos la lógica animalista, al final no podríamos ser ni veganos, con eso del sufrimiento.

    Que la carne del toro bravo se aprovecha para la gastronomía y la guarnicionería es algo obvio. Pero es que el tema no va por ahí. En la inmensa mayoría de los casos, el odio a la tauromaquia, aparte de ignorar lo que ese mundo hace al bien ecológico, es de una suerte de despotismo ilustrado del que se piensa superior sobre una masa bárbara. La misma actitud que muchos regeneracionistas y noventayochistas en su día, así como muchos pseudointelectuales de nuestro tiempo. Y no saben que siempre que se ha atacado a la tauromaquia desde arriba, lo único que han provocado es que haya más entusiasmo, como tímidamente están provocando ahora. En el fondo yo les estoy agradecido, pues sin ellos, jamás hubiera descubierto ese fascinante mundo artístico, natural y totémico, que para mí encarna a la perfección Morante de La Puebla, por ejemplo.

    En fin, que estoy muy escéptico a la vejez y no me creo las sensiblerías, y menos viniendo de quien viene. Aquí hay "algo más" y es fácilmente identificable. No sé qué futuro le augurará a la tauromaquia pero no soy nada optimista, y muchas veces, más pesimismo tengo con los taurinos (con lo mal que defienden y lo poco que se movilizan, salvo honrosas excepciones) que con los antitaurinos. Pero sin duda, me alegro de haberla conocido.


    __________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/permalink.p...13868212144988
    Hyeronimus, Leolfredo y Pious dieron el Víctor.

  10. #10
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    Re: En defensa de los toros

    Ni siquiera a aquellos ajenos al gusto de los toros hay algo de la tauromaquia que no le puede ser indiferente.

    A mí, en particular, hay un tipo que no deja de maravillarme y representa una personalidad muy positiva desde el punto de vista de la Hispanidad, lo haga consciente o inconscientemente.

    Me refiero al diestro José Tomás, un personaje que impresiona, alguien contemporáneo pero con un perfil que tiene mucho del hidalgo espannol de otros tiempos.

    Se da la circunstancia de ser un tipo apreciado en México al tiempo que él ha establecido un estrecho vínculo con aquella tierra, como otro tipo de espannoles de geni especial (me acuerdo ahora de gente del mundo de la canción que también han conectado con el alma mexicana, que también es alma hispánica).

    Pero lo del matador es algo que raya lo legendario.

    Qué os parece?

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    Dicen que sobre gustos no hay nada escrito y que para gustos, los colores. Por eso mismo no voy a censurar a nadie que no le guste la tauromaquia, ni voy a dar carnets de mayor o menor hispanidad por eso. Pero eso es una cosa y otra la pretenciosa sensiblería (que no sensibilidad) animalista a la que se acogen tirios y troyanos con una suerte de superioridad moral que no se creen ni ellos. Y "curiosamente", esa sensiblería jamás se dio en zonas rurales que están en pleno contacto con la naturaleza, sino en zonas urbanas y por gente burguesa o aburguesada que no conoce el mundo de la tauromaquia por dentro y no habla más que de superficialidades, pretendiendo que los que gustamos de la tauromaquia somos unos sádicos. "Es ver desangrarse un animal"... Coño, ya puestos, un pintor no vale nada porque es coger un lienzo y dar tres trazos; o un escultor lo que hace es poner piedras, y así todo.

    Por cierto que esa sensiblería no parece tal cuando se trata de comer hamburguesas y etcétera.

    Y si siguiéramos la lógica animalista, al final no podríamos ser ni veganos, con eso del sufrimiento.

    Que la carne del toro bravo se aprovecha para la gastronomía y la guarnicionería es algo obvio. Pero es que el tema no va por ahí. En la inmensa mayoría de los casos, el odio a la tauromaquia, aparte de ignorar lo que ese mundo hace al bien ecológico, es de una suerte de despotismo ilustrado del que se piensa superior sobre una masa bárbara. La misma actitud que muchos regeneracionistas y noventayochistas en su día, así como muchos pseudointelectuales de nuestro tiempo. Y no saben que siempre que se ha atacado a la tauromaquia desde arriba, lo único que han provocado es que haya más entusiasmo, como tímidamente están provocando ahora. En el fondo yo les estoy agradecido, pues sin ellos, jamás hubiera descubierto ese fascinante mundo artístico, natural y totémico, que para mí encarna a la perfección Morante de La Puebla, por ejemplo.

    En fin, que estoy muy escéptico a la vejez y no me creo las sensiblerías, y menos viniendo de quien viene. Aquí hay "algo más" y es fácilmente identificable. No sé qué futuro le augurará a la tauromaquia pero no soy nada optimista, y muchas veces, más pesimismo tengo con los taurinos (con lo mal que defienden y lo poco que se movilizan, salvo honrosas excepciones) que con los antitaurinos. Pero sin duda, me alegro de haberla conocido.


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