Fuente: El Pensamiento Navarro, 10 de Marzo de 1971, página 7.
A MI ABUELO LO ASESINARON POR CARLISTA
¿Qué podría decir un joven de veinticinco años, en este 10 de Marzo, festividad de los Mártires de la Tradición?
Dejadme recordar. Un paso atrás en esta mi corta vida.
Colegio de religiosos, Instituto, profesores, clases de Historia de España, textos “aprobados por el Ministerio de Educación Nacional”.
Universitario, Facultad… catedráticos. Diarios, revistas, televisión… películas… Perdonad, pero me parece que por aquí no va la cosa. Los Mártires de la Tradición no asoman por ninguna parte.
Un momento. Me parece que voy cogiendo el hilo de mi otra vida. Ahora sí podré deciros algo.
Tenía diez años. Mi abuela me enseñó un recordatorio, y dentro de él dos fotos. Una de un señor mayor, y la otra de un joven. Unas aspas rojas, y decía debajo: “fusilados por los comunistas el 23 de noviembre de 1936. Dios, Patria, Rey”. Mi abuela me dijo:
– Éste es tu abuelo, y éste es tu tío, y murieron al grito de “¡Viva Cristo Rey!”.
– ¿Por qué lo mataron?
– Por carlistas. Tu abuelo le compró a José María una pistola para defender las iglesias en tiempo de la República. Tu tío, cuando era del A.E.T…
Me entregó el recordatorio con toda solemnidad.
Ahora, al cabo de quince años, más consciente de la realidad política española, me doy perfecta cuenta que la propiedad recibida, SANGRE DE MÁRTIRES POR ESPAÑA, ha sufrido muchos intentos de expropiación forzosa. Aquí no valen recursos administrativos. Esta propiedad, cuya única depositaria es el CARLISMO, legitima toda legalidad, y, por la misma razón, será ilegítimo, por muy legal que sea, todo aquello que atente contra el ESPÍRITU DE LOS MÁRTIRES. Y que no me vengan ahora con sandeces y con intenciones engañosas; el “por qué” y el “por quién” lucharon y derramaron su sangre nuestros Mártires Carlistas, verdadera legitimidad, está lo suficientemente claro, a pesar de los “conscientemente olvidadizos”. Y, entiéndase bien, olvidar solamente lo puede hacer el que “vio” o “vivió” o “participó”; y la consciencia, se entiende política, no se puede pedir con igual exigencia a un campesino que a un “catedrático” (es un ejemplo).
Terminaré en seguida. Antes, voy a pedir una cosa: LIBERTAD.
Libertad para que mis futuros hijos “puedan” ser carlistas. Libertad para que ellos aprendan carlismo sin “coacciones educativas” escolares y universitarias. Libertad para los del “bando de los Mártires”. Con el cuento de los “dos bandos”, muchos carlistas lloran la comunistización de sus hijos, y yo no tengo ganas de llorar.
El título de carlista, y el título de ser descendiente directo de mártires, me parecen ser suficientes requisitos para pedir lo “poquito” que he pedido. ¿Les parece mucho pedir?
José M. Artola Gastaca
Marcadores