Bergoglio el Pluralista
Parece que el Papa Francisco no esperaba que hubiera resistencia católica en el Sínodo, o no esperaba que fuera tan dura. Había preparado, claro, algunas armas. Por ejemplo, ordenó que fuese un sínodo de puertas cerradas y que las únicas noticias que se tuvieran de él fueran las que emitía la Sala de Prensa una vez al día a través de un escueto boletín. De esa manera, se diluiría la opinión de la gran mayoría católica y se destacarían las progresistas.
Pero no fue suficiente. Ayer se conoció que los Padres Sinodales eligieron como miembros de la comisión redactora del documento final a un grupo de cardenal y obispos pertenecientes al ala católica, algo que cayó como un balde de agua fría en Santa Marta.
El primer elegido fue el cardenal Burke, adalid de la posición conservadora. Es notable esta elección porque constituye un claro desafío a Bergoglio. Luego, el cardenal Sarah, de Guinea Ecuatorial y miembro de la Curia Romana; el arzobispo Léonard, primado de Bélgica; el cardenal Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y a quien Bergoglio le nombró el secretario que le boicoteó el cargo, y el cardenal Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara. Todos ellos son conocidos por sus posiciones conservadoras y ratzingerianas, claramente opuestos a los disparates francinquistas.
Bergoglio no se quedó atrás. ¿Qué hizo? Lo mismo que hicieron los Kirchner cuando perdieron el control del Consejo de la Magistratura, órgano indispensable para nombrar jueces adictos: cambiar su composición. Ayer nos enteramos que el Papa Francisco nombró motu proprio como miembros de esa Comisión a personajes fuertemente progresistas: el cardenal Ravasi, el cardenal Wuerl, arzobispo de Washington, Mons. “Trucho” Fernández, Rector de la UCA, Mons. Carlos Aguiar, presidente del CELAM, Mons. Peter Kang u-il, arzobispo de Seul y al P. Adolfo Nicolás, superior general de la Compañía de Jesús.
¡Jorge Mario, no tenés vergüenza!
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