
Iniciado por
Donoso
Del Concilio a esta parte, la Iglesia ha tenido -–y sigue teniendo-- mucho siervo oficioso, similar al que abofeteó a Nuestro Señor y provocó la única respuesta casi airada de toda su humillante pasión. Mucho servidor que se ha complacido en endurecer la vida de los católicos tradicionales más allá de cualquier obligación. Durante más de cuarenta años, un número incontable de sacerdotes que, dentro y fuera de la Hermandad, querían celebrar el rito de San Pío V, ha sufrido toda clase de vejaciones. ¡Cuántos recuerdo que tuvieron que decir misa a escondidas hasta la muerte! ¡Cuántos fallecieron entristecidos y aherrojados, en el más completo abandono, por mantener las doctrinas llamadas preconciliares! Profesores prestigiosos apartados de la docencia, fieles a los que se negaron los sacramentos por simpatizar con la Hermandad, o la comunión por arrodillarse, intelectuales mencionados desde el púlpito, con nombres y apellidos, como pecadores públicos, sacerdotes privados de sus emolumentos. Hasta sé de alguno que ha tenido que recoger cartones por la noche para sobrevivir. Pero ¿qué le voy a contar a la dirección de Siempre p'alante sobre tales sufrimientos?
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