Este es un ejemplo de otro gran handicap siempre implícito pero nunca debatido que dificulta la Tradición.
Las amistades con el párroco de toda la vida, el que le casó a uno, el que nos dio la catequesis, el ambientillo y amistades de las actividades parroquiales, la propia familia de cada uno desinformada del tema. etc hacen que cada uno de nosotros seamos poco menos que tenidos por sectarios y o algo parecido, y que el paso social que habría que dar para romper con eso frene a muchísimos. No es que no conozcan la Tradición; es que no quieren entenderla ni les conviene.
¿Como reconocer uno que todo eso que ha amado ...está inficionado por el Anticristo o Lucifer, según esos lefebvristas?No... no puede ser...
Y se quedan donde están.
Tristemente el ambiente social en que se desenvuelve la Tradición semeja las sectas, con toda esa carga de desprestigio.
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