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Mexico no es bicentenario
México no es bicentenario
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No es lo mismo celebrar el bicentenario del nacimiento de México como Nación, que celebrar el bicentenario de la independencia de México de la corona española. No es igual.
El 16 de septiembre de 1810 es la fecha histórica que marca la soberanía de México, que ya desde once años antes del “Grito de Dolores” se veía venir, pues el entonces obispo de Valladolid, Manuel Abad y Queipo, le advertía al rey de España sobre la necesidad de expedir leyes benéficas para indios y mestizos. En su informe escrito a finales de 1799, sobre la situación económica y social que prevalecía en la Nueva España, le explicaba a Carlos IV que la población era de cuatro millones y medio de habitantes, pero que sólo el 10%, conformada por españoles, poseía riquezas, propiedades y beneficios, en tanto que el 90% restante, constituido por indios y mestizos, era víctima de miseria y degradación social.
En 1808 se vivía en España una situación de vacío de poder, pues Carlos IV había abdicado a favor de su hijo Fernando VII, quien a su vez abdicó en Napoleón, quien finalmente abdicó la corona española en su hermano José I Bonaparte, una patente inestabilidad política que había provocado el colapso de la hegemonía española.
Mientras la monarquía se desmoronaba en España, en la Nueva España surgía un movimiento desordenado y violento proveniente de criollos, entre ellos Miguel Hidalgo, que protestaba contra la imposición napoleónica y reclamaba la reinstalación del rey Fernando VII. José María Morelos y Pavón organizó y disciplinó el levantamiento, pero tras su muerte, en 1815, la lucha cayó en decadencia hasta que en 1819 los cambios reformistas ocurridos en España fueron determinantes para consumar la independencia en México, pues quienes inicialmente se habían opuesto al movimiento, funcionarios del virreinato y españoles puros nacidos en México y en España, luego se pasaron a las filas de la insurgencia, con el propósito de protegerse de las reformas liberales, de inspiración masónica, que ocurrían en España.
Fue hasta el 24 de febrero de 1821 cuando logró establecerse la absoluta independencia de la Nueva España con la promulgación del Plan de Iguala, y hasta el 24 de agosto cuando se consolidó mediante los Tratados de Córdoba firmados en Veracruz por Juan O’Donojú y Agustín de Iturbide.
Pero México ya existía desde siglos atrás. En efecto, entre la consolidación de la independencia en 1821, y la caída de la gran Tenochtitlán, en manos de Hernán Cortés, en 1521, habían transcurrido 300 años, tres siglos exactamente.
Luego del destronamiento de cuauhtemoc, el último emperador azteca, los nativos mexicanos se encontraron desnudados de todo, desposeídos, deshechos, sin patria ni identidad, sin tierra propia, sin suelo, sin nación. Pero diez años después, en 1531, la Virgen de Guadalupe se apareció seis veces durante el mes de diciembre y se presentó así al indio Juan Diego Cuautlatoatzin: “Ten la bondad de enterarte, por favor pon en tu corazón, hijito mío el más amado, que yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María, y tengo el privilegio de ser Madre del verdaderísimo Dios, de Ipalnemohuani, (Aquel por quien se vive), de Teyocoyani (el Creador de las personas), de Tloque Nahuaque (el Dueño del estar junto a todo y del abarcarlo todo), de Ilhuicahua Tlaltipaque (el Señor del Cielo y de la Tierra). Mucho quiero, ardo en deseos de que aquí tengan la bondad de construirme mi templecito, para allí mostrárselo a ustedes, engrandecerlo, entregárselo a Él, a Él que es todo mi amor, a Él que es mi mirada compasiva, a Él que es mi auxilio, a Él que es mi salvación”.
Luego anunció el nacimiento del nuevo Pueblo, de la nación mestiza que es México, cuando afirmó: “Yo me honro en ser madre compasiva de todos ustedes, tuya y de todas las gentes que aquí en esta tierra están en uno, y de los demás variados linajes de hombres, mis amadores”.
Miguel Hidalgo supo descifrar que la imagen de la Virgen de Guadalupe, plasmada en el ayate de Juan Diego, es el más vigoroso símbolo de la mexicanidad, y por eso enarboló esa misma imagen haciéndola ondear mientras con fuerte voz proclamó: “¡Viva México! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!”
A partir de la expresión “Todas las gentes que aquí en esta tierra están en uno”, considerada el primer anuncio del nacimiento de México, es que sabemos, y podemos afirmarlo con vehemencia, que los mexicanos somos un pueblo mestizo que nació hace 500 años, el 9 de diciembre de 1531, y que en esa misma fecha, pero de 2031, estaremos celebrando 500 años de ser una noble Nación.
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
El texto es de una incoherencia atroz. Ahora resulta que aquellos los salvajes que habitaban estas tierras antes de la llegada de la civilización tenían las nociones de Patria y Nación.
El fanatismo indigenista es tan aberrante como el nacionalista.
Chile, México, Argentina, Perú, etc. , etc. existen porque los fundó España y punto.
La aparición de Nuestra Señora es una gracia extraordinaria que no hizo sino confirmar y apoyar la Evangelización emprendidad por la noble España. Sin Conquista no hubiese existido una materia dispuesta a recibir la filiación divina.
EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM
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Re: Mexico no es bicentenario
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CRISTIÁN YÁÑEZ DURÁN
El texto es de una incoherencia atroz. Ahora resulta que aquellos los salvajes que habitaban estas tierras antes de la llegada de la civilización tenían las nociones de Patria y Nación.
El fanatismo indigenista es tan aberrante como el nacionalista.
Chile, México, Argentina, Perú, etc. , etc. existen porque los fundó España y punto.
La aparición de Nuestra Señora es una gracia extraordinaria que no hizo sino confirmar y apoyar la Evangelización emprendidad por la noble España. Sin Conquista no hubiese existido una materia dispuesta a recibir la filiación divina.
Te recomiendo que leas antes de escribir. Lo que escribes arriba nada tiene que ver con el escrito que abre este hilo, pues precisamente su postura es que Mexico fue fundado como nacion como resultado de la conquista y evangelizacion española. De indigenista ese escrito no tiene nada. Aparte, es ridiculo afirmar que los precolombinos no tenian civilizacion, o que no tenian conceptos de patria o nacion, que son conceptos arquetipales.
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Re: Mexico no es bicentenario
Estimado Joseán:
Por supuesto que leí el texto. Y precisamente el problema es que mezcla verdades con imprecisiones míticas: "Luego del destronamiento de cuauhtemoc, el último emperador azteca, los nativos mexicanos se encontraron desnudados de todo, desposeídos, deshechos, sin patria ni identidad, sin tierra propia, sin suelo, sin nación."
Que los conceptos de Patria y Nación se funden en la ley natural, no quiere decir que surjan espontáneamente, su aquilatación es un producto de la verdadera civilización.
El término cultura sólo cabe aplicarlo a la cultura greco-latina y, por la perfección que le imprimiera al Catolicismo, que hizo de las nociones de cultura y persona algo de su exclusiva autoría. Ninguna otra sociedad tuvo siquiera por asomo la noción decultura que los griegos y romanos. Que hayan existido sociedades precolombinas con ciudades y organización no las transforma en culturas, sino en el sentido laxo e impropio que hiciera del término Max Weber, pero que no da cuenta de lo que realmente importa la cultura, la formación que emprende una sociedad, conscientemente, del individuo para la propia perfección de él y de la sociedad misma. De hecho el término cultura no existe en otras sociedades y lo han debido adoptar de nuestra civilización, que en rigor es la única civilización que realmente lo ha sido, la Civilización Occidental. Y la civilización la trajo a estas tierras España, antes y después sólo barbarie.
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
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Re: Mexico no es bicentenario
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Josean Figueroa
Te recomiendo que leas antes de escribir. Lo que escribes arriba nada tiene que ver con el escrito que abre este hilo, pues precisamente su postura es que Mexico fue fundado como nacion como resultado de la conquista y evangelizacion española. De indigenista ese escrito no tiene nada. Aparte, es ridiculo afirmar que los precolombinos no tenian civilizacion, o que no tenian conceptos de patria o nacion, que son conceptos arquetipales.
muchas gracias don josean ha expresado mi postura insuperablemente.
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Re: Mexico no es bicentenario
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CRISTIÁN YÁÑEZ DURÁN
Estimado Joseán:
Por supuesto que leí el texto. Y precisamente el problema es que mezcla verdades con imprecisiones míticas: "Luego del destronamiento de cuauhtemoc, el último emperador azteca, los nativos mexicanos se encontraron desnudados de todo, desposeídos, deshechos, sin patria ni identidad, sin tierra propia, sin suelo, sin nación."
Que los conceptos de Patria y Nación se funden en la ley natural, no quiere decir que surjan espontáneamente, su aquilatación es un producto de la verdadera civilización.
El término cultura sólo cabe aplicarlo a la cultura greco-latina y, por la perfección que le imprimiera al Catolicismo, que hizo de las nociones de cultura y persona algo de su exclusiva autoría. Ninguna otra sociedad tuvo siquiera por asomo la noción decultura que los griegos y romanos. Que hayan existido sociedades precolombinas con ciudades y organización no las transforma en culturas, sino en el sentido laxo e impropio que hiciera del término Max Weber, pero que no da cuenta de lo que realmente importa la cultura, la formación que emprende una sociedad, conscientemente, del individuo para la propia perfección de él y de la sociedad misma. De hecho el término cultura no existe en otras sociedades y lo han debido adoptar de nuestra civilización, que en rigor es la única civilización que realmente lo ha sido, la Civilización Occidental. Y la civilización la trajo a estas tierras España, antes y después sólo barbarie.
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
usted se ha expresado de una manera arrogante es algo absurdo decir que no eran una civilizacion tenian todo lo de una civilizacion tanto los aztecas como los mayas o los teotihuacanos, el hecho de que el termino no estaba en esas civilizaciones no quiere decir que no eran civilizaciones, despues de españa barbarie? lo dudo mucho, españa nos dio una gran herencia, ¿pero despues de españa ha habido barbarie? bueno almenos en mexico no,quien sabe en su pais.
y le repito ya habia culturas en estas tierras.
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Re: Mexico no es bicentenario
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CRISTIÁN YÁÑEZ DURÁN
Estimado Joseán:
Por supuesto que leí el texto. Y precisamente el problema es que mezcla verdades con imprecisiones míticas: "Luego del destronamiento de cuauhtemoc, el último emperador azteca, los nativos mexicanos se encontraron desnudados de todo, desposeídos, deshechos, sin patria ni identidad, sin tierra propia, sin suelo, sin nación."
Que los conceptos de Patria y Nación se funden en la ley natural, no quiere decir que surjan espontáneamente, su aquilatación es un producto de la verdadera civilización.
El término cultura sólo cabe aplicarlo a la cultura greco-latina y, por la perfección que le imprimiera al Catolicismo, que hizo de las nociones de cultura y persona algo de su exclusiva autoría. Ninguna otra sociedad tuvo siquiera por asomo la noción decultura que los griegos y romanos. Que hayan existido sociedades precolombinas con ciudades y organización no las transforma en culturas, sino en el sentido laxo e impropio que hiciera del término Max Weber, pero que no da cuenta de lo que realmente importa la cultura, la formación que emprende una sociedad, conscientemente, del individuo para la propia perfección de él y de la sociedad misma. De hecho el término cultura no existe en otras sociedades y lo han debido adoptar de nuestra civilización, que en rigor es la única civilización que realmente lo ha sido, la Civilización Occidental. Y la civilización la trajo a estas tierras España, antes y después sólo barbarie.
Que absurdidez. Y noto que no te retractaste de las falsas acusaciones de indigenismo, ni reconociste que al igual que tu, el defiende la postural de que Mejico como nacion fue una fundacion española. Es decir, que no leiste nada, sino quizas las primeras lineas, y asumiste lo que no era, y despotricaste sin sentido.
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Re: Mexico no es bicentenario
27 DE SEPTIEMBRE DE 1821: FECHA DE LA VERDADERA INDEPENDENCIA MEXICANA
http://4.bp.blogspot.com/_e76jGPwGaE...+emperador.jpgEl 16 de septiembre, decía Sergio Sarmiento en su columna:
"El impoluto Miguel Hidalgo de nuestra mitología, por ejemplo, es distinto del que con "frenesí destructivo" permitió la salvaje matanza de la alhóndiga de Granaditas e hizo asesinar a cientos de españoles en Guadalajara y Valladolid. Muchas de las mujeres y niñas asesinadas por órdenes de Hidalgo fueron también violadas. Un amigo torero de Hidalgo, Joaquín Marroquín, toreaba a los prisioneros y los mataba con estoque. Cuando se le preguntó a Hidalgo en el juicio de la Inquisición por qué no había procesado a los españoles, él respondió que porque sabía que eran inocentes.
"No es malo que Hidalgo haya sido de carne y hueso. Sus debilidades dan realce a sus innegables virtudes. Pero los fabricantes de la "historia de bronce" se han negado a aceptar o divulgar cualquier falta del padre de la patria.
"Así como han creado héroes sin mancha, como Hidalgo, Morelos, Juárez o Madero, para el culto popular, han forjado también villanos a modo, como Iturbide, López de Santa Anna, Miramón o don Porfirio, para contrastarlos con los héroes. Esta visión maniquea de la historia nos impide ver los errores de los próceres o los actos positivos de los "villanos". Se le escatima a Agustín de Iturbide la consumación de la independencia y a Miguel de Miramón su papel como "niño héroe" en la defensa del castillo de Chapultepec en 1847".
En efecto una "historia" maniquea creada a gusto de la facción triunfadora ha deformado la verdadera historia y ha creado una ficción oficial donde se mezclan verdades y mentiras. El pueblo que poco lee e investiga compra todo lo que se le diga y se le enseñe en la escuela y a través de todos los medios informativos de control. Por ello, que algunos escritores empiecen a cuestionar los mitos históricos aunque no siempre atinen en todos sus juicios es promisorio, como es el caso del artículo de Sarmiento. En él reclama que se le escatime a don Agustín de Iturbide la realización -que no la consumación, como él la llama- de la Independencia. Y aunque yerre -como tantos- al suponer que la causa de la independencia la inció Hidalgo y la consumó Iturbide, es un enorme avance el que reclame que se escatimen -a éste último- los méritos correspondientes. Y, efectivamente, se yerra cuando se liga como inicio la guerra civil llevada a cabo por don Miguel Hidalgo y Costilla que con ríos de sangre terminó en un verdadero fracaso y no logró nada, con la realización de la Independencia alcanzada por don Agustín sin derramamiento de sangre.
Por ello también resulta gratificante que don Armando Fuentes Aguirre “Catón”, que en nada puede ser acusado de clerical o conservador, haya dicho:
“A mí me sorprende mucho que hasta los más fervientes admiradores de Iturbide lo llamen ‘el consumador de nuestra independencia’. Me asombra eso porque pasan inadvertido el hecho de que Iturbide no es el consumador de nuestra independencia, sino su hacedor, su único, verdadero autor. A Iturbide le debemos la independencia, la libertad, el nombre de nuestra patria, su bandera y los chiles en nogada”.
“Si tuviéramos todo lo que se necesita para echar por la borda los viejos clichés, estereotipos mentirosos; si de verdad nos apegáramos a la verdad, si hubiera una sola historia de México y no varias, opuestas y contradictorias, Iturbide, y no Hidalgo, sería llamado el Padre de la Independencia Mexicana”.
En este blog ya hemos hablado y demostrado que fue Iturbide y no Guerrero quien realizó la Independencia mexicana (ver: FUE ITURBIDE Y NO GUERRERO QUIEN CREÓ LA BANDERA, IDEÓ EL PLAN DE IGUALA Y REALIZÓ LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO ) como tampoco lo fue Hidalgo (ver: ¿QUÉ CELEBRAMOS HOY LOS MEXICANOS?); también hemos hecho notar las infundadas calumnia contra el libertador al acusarlo de ambicioso y de dizque proclamarse emperador (ver: A PROPÓSITO DEL BICENTENARIO: LA "AMBICIÓN" DE ITURBIDE ); asimismo hemos hablado de la mentira del bicentenario, pues éste se cumplirá hasta el año 2021 (ver: LA MENTIRA DEL BICENTENARIO); por último, también hemos evidenciado otros muchos errores y calumnias que se profieren contra el libertador (ver: LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO y 27 DE SEPTIEMBRE DE 1821: ITURBIDE REALIZA LA INDEPENDENCIA (BIOGRAFÍA E HIMNO ÍNTEGRO) )
Falta ahora puntualizar la dimensión moral del libertador. Lejos de querer incurrir en el forjamiento de seres fantasiosos de leyendas, deshumanizados, o de santos de mármol, aclaramos que Iturbide fue un héroe... no un santo en vías de canonización. En efecto, Iturbide fue un héroe de carne y hueso, con virtudes y defectos, como todo ser humano. Dejamos el mito y la forjación de seres perfectísimos para los inventores de la historia de bronce pagados por la nómina oficial. Pero sin negar la carga de virtudes y defectos innata a todo hombre, nadie puede honradamente negar el amor de Iturbide por su Patria y su alta calidad moral.
Esto se evidencia, de una manera particular cuando el libertador abdica como emperador para evitar más sangre a su Patria y, más tarde, cuando es apresado a su regreso a México desconociendo el infame decreto del Congreso que lo sentenciaba a muerte si ponía sus pies en suelo mexicano. Entonces, escribe una carta al Congreso en donde inquiere qué delito había cometido y enumerando todos y cada uno de los servicios que realizó a su Patria, preguntaba por cuál de ellos se le condenaba a muerte.
A Iturbide no se le concede su último deseo de asistir al santo sacrificio de la misa y es confesado sacramentalmente por el presidente del Congreso que había decretado el parricidio. Así, la ejecución se apresura pues sus enemigos le temen.
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.Dejemos que don Alejandro Rosas nos narre ese final:
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"A ver, muchachos… daré al mundo la última vista", dijo Iturbide minutos antes de las 6 de la tarde, cuando fue sacado de la prisión para ser llevado al lugar de la ejecución. Se veía sereno. No quiso que nadie le vendara los ojos; lo hizo él mismo con tal naturalidad que parecía haber pasado ya por el trance de la muerte. Se opuso a que le ataran las manos, pero ante la insistencia del oficial de que debía hacerlo no puso más reparos. Minutos antes le entregó al sacerdote una carta para su esposa, su reloj y el rosario que llevaba al cuello a fin de que lo remitiese a su hijo mayor que se había quedado en Londres.
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Parado ya en el lugar donde habría de morir expresó: “¡Mexicanos! En el acto mismo de mi muerte os recomiendo el amor a la patria y observancia de nuestra santa religión: ella es quien os ha de conducir a la gloria. Muero por haber venido a ayudaros; no quedará a mis hijos y su posteridad otra mancha: no soy traidor no. Guardad subordinación y prestad obediencia a vuestros jefes, que haciendo lo que ellos mandan, es cumplir con Dios. No digo esto lleno de vanidad porque estoy muy distante de tenerla”.
Rezó el credo por algunos minutos e hizo un acto de contrición; besó el crucifijo que le presentaron y de pronto se oyó la descarga que cegó su vida. Su cuerpo inerte fue recogido, varios vecinos lo reconocieron para beneficio de la autoridad y finalmente lo sepultaron en la iglesia del pueblo de Padilla. En 1838, Anastasio Bustamante trasladó sus restos al altar de San Felipe de Jesús, en la catedral de la ciudad de México, donde se encuentran actualmente. Lejos del reconocimiento nacional; lejos de ocupar un lugar entre los personajes fundadores de la nación mexicana.
Hasta aquí el relato histórico de don Alejandro Rosas.
Por su parte, liberales honrados (Sierra, Bocanegra, Arias, Zavala, Prieto, Toro, Bustamante, Bulnes, Riva Palacio, etc.) contrarios a la postura conservadora han reconocido la calidad moral y los méritos del libertador de México. Citaremos sólo a los dos últimos.
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A principios del siglo XX, el intelectual y político liberal Francisco Bulnes escribió:
"Espero que para el Centenario de 2110, dentro de doscientos años, se habrá reconocido que los tres héroes prominentes de nuestra independencia, fueron Hidalgo Morelos e Iturbide. Como los muertos no se cansan de reposar en sus tumbas, Iturbide bien puede esperar algunos cientos de años, a que el pueblo mexicano, en la plenitud de su cultura, le reconozca con moderados réditos lo que le debe. Mientras no se honre como debe ser a los verdaderos héroes de la independencia y se llegue hasta suprimir de los homenajes, la figura de uno o algunos de los más grandes, habrá derecho para decir que en las solemnes fiestas del centenario de la Independencia quedó vacío el lugar del primero de los personajes: la Justicia"...
"¿Cómo se explica el atentado contra la memoria de de Iturbide, denigrándolo y dirigiendo sobre ella la odiosidad del pueblo? La respuesta es tan bochornosa como fácil, dado el analfabetismo de nuestras masas y su organización tan científica para el servilismo demagógico. El jacobinismo dispone temporalmente de todos los lugares de la historia patria, sin que en frente puedan ponérsele los pocos escritores elevados que en México se ocupan de asuntos históricos. Entre nosotros, y desgraciadamente, la historia es una especie de club faccioso, en cuya tribuna dominan los que hacen de la literatura un puñal, de la verdad un delito, de la lógica una ofensa a la nación, y de la justicia un vaso de embriaguez, pérfida y degradante. Mientras que el pueblo mexicano, en sus masa sin instrucción y moral pública, tenga por la demagogia el culto que debía tener por la civilización, no conocerá como debe ser a sus grandes hombres, pues no son todos los que están, ni están todos los son". (Bulnes, Francisco, La Guerra de Independencia, Hidalgo-Iturbide, México, Editora Nacional, 1969. Pgs 417 y 425)
Finalizamos con los juicios de don Vicente Riva Palacio, prominente liberal y nieto de don Vicente Guerrero:
"Iturbide, libertador de México; Iturbide emperador; Iturbide, ídolo y adoración un día de los mexicanos, expiró en el patíbulo y en medio del más desconsolador abandono...yo no vacilaré en repetir que esa sangre derramada en Padilla ha sido y es quizá una de las manchas más vergonzosas de la historia de México.
"El pueblo que pone las manos sobre la cabeza de su libertador es tan culpable como el hijo que atenta sobre la vida de su padre. Hay sobre los intereses políticos de las naciones una virtud que es superior a todas las virtudes: la gratitud.
"El pueblo que es ingrato con sus grandes hombres se expone a no tener por servidores más que los que buscan en la política un camino para enriquecerse y sofocan todas las pasiones nobles y generosas.
"Dios permita que las generaciones venideras perdonen a nuestros antepasados la muerte de Iturbide, ya que la historia no puede borrar de sus fastos esta sangrienta y negra página". (Riva Palacio, Vicente. El Libro Rojo, México, Editorial Leyenda, S.A., 1946, pp 351-352).
Y sin embargo, Iturbide fue nuevamente excluido, ahora de la conmemoración del mal llamado bicentenario. Y existen pseudomexicanos que aún aplauden el parricidio de quien les dio Patria y libertad.
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Re: Mexico no es bicentenario
No es que el artículo sea una maravilla, pero al menos deja al impresantable Hidalgo en su lugar.
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Re: Mexico no es bicentenario
Claro que muchos mexicanos estamos inconformes e indignados de la exclusion de iturbide en los festejos del bicentenario, tan es asi que el 27 de septiembre el dia que entro triunfal a la ciudad de mexico al mando del ejercito trigarante y que marco la consumacion de la independecia paso como cualquier dia este 2010, asi como tambien el 12 de septiembre dia en que Santa Anna derroto a Barradas en el intento de la reconquista en tampico, pero almenos poco a poco se le van reconociendo sus grandes meritos al caudillo de iguala y al heroe del panuco, en cuanto al iniciador de la independencia Miguel Hidalgo tambien es otro gran heroe, la matanza de guanajuato que se la ha querido imputar no obedecio a sus defectos, esa matanza no fue ordenada por Hidalgo,las masas populares excitadas fueron las que cometieron esos terribles actos, ademas es cierto no hay heroes de bronce, pero hidalgo no es ningun impresentable de ninguna manera, el fue el que abolio la esclavitud en mexico, el que quito los tributos a los indigenas y a las castas, el fue el que encomendo al genio de Morelos extender la lucha por la soberania al sur, ¿acaso todo esto no es digno de mencionarse?No señores, Hidalgo con todo y sus defectos si es digno de mencionarse al igual que Iturbide,Santa Anna,Miramon,Mejia y Porfirio Diaz.
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Re: Mexico no es bicentenario
Curioso es que vd. disculpe todo al apóstata Hidalgo (Cuando él mismo se reconoce, él mismo) y luego vierta leyenda negra (no Historia) contra Hernán Cortés y los conquistadores en general. Curioso porque por ejemplo en Venezuela el separatismo empezó con un clasismo de tinte racista si se quiere al reclamarse como descendientes directos de los conquistadores frente a los "recién llegados", para que al cabo de dos siglos se dé la vuelta a la tortilla completamente con temazos como la discriminación de los criollos.
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Re: Mexico no es bicentenario
Lo curioso es que usted no leyo bien,yo no disculpe a hidalgo por sus errores dije que es digno de mencionarse por todo lo que hizo,era humano con todo y sus defectos pero el si es un heroe de mexico, de cortes solo he dicho la verdad y de ser necesario seguire diciendola.
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Re: Mexico no es bicentenario
Sí, un clásico ejemplo de mantanzas ejecutadas con precisión por masas excitadas no identificadas contra la gente que convenía eliminar. Eso para niños pequeños puede valer, pero aquí ya nos sale barba a todos, hombre.
Hidalgo fue una vergüenza en todos los sentidos, no sólo como traidor a la patria (cosa común a todos los independentistas) sino incluso como propio prócer demostró ser un tirano y un asesino sanguinario sin escrúpulos. En tu caso particular, tan crítico con Cortés, es bastante contradictorio tu comprensión hacia Hidalgo, que es mucho peor. No se sostiene.
Oye, las tildes son gratis, pon alguna de vez en cuando.
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Re: Mexico no es bicentenario
No uso las tildes por que simplemente no se me da la gana, lo de las matanzas es claro su uso en españoles recalcitrantes que a toda costa tratan de desvirtuar las cosas positivas y concentrarse en lo negativo, ahora usted sale con que hidalgo era el sanguinario, nada mas falta que diga que cortes era santiago apostol, en cuanto a lo de traidor no tiene sentido alguno, decir que que era cosa comun ser traidor en todos los independentistas eso es algo ofensivo a las actuales naciones de america, no hubo traicion a la patria en ningun sentido, o haga el favor de decir que "traiciones" considera usted que fueron pero porfavor no vaya usted a salir con la ridiculez de que porque traicionaron a españa o al rey.
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Re: Mexico no es bicentenario
El "lado oscuro" del cura Hidalgo, según el escritor Eugenio Aguirre - Bravo México - CNNMéxico.com
Lo relativo a las faltas de ortografía y de acentuación, sencillamente es porque no conoce las reglas gramaticales de uso.
Editado: te copio artículo en el mensaje, Valmadian.
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CIUDAD DE MÉXICO (CNNMéxico) — Muchos saben ya que Miguel Hidalgo no era un sacerdote ortodoxo, que tenía más de una amante y por lo menos cinco hijos, pero pocos saben que también permitió que se cometieran -y él mismo cometió- crímenes atroces; que disfrutaba matar con saña a sus enemigos; que se enemistó con sus aliados y que más de una vez olvidó que su causa era la Independencia de México.
Para reflejar su historia integral y el "lado oscuro” del más popular héroe de la Independencia, más conocido por el grito con el que llamó a la insurgencia el 15 de septiembre de 1810, Eugenio Aguirre dedicó años de investigación para realizar Hidalgo, una biografía novelada de este personaje.
En entrevista con CNNMéxico, Aguirre explicó que su obra no sólo busca hablar "de ese hombre del que cuentan los libros de historia, la historia oficial", sino también de "los desmanes que cometía Hidalgo, de su lado oscuro, de su permisividad para que los insurgentes cometieran saqueos y asesinatos de inocentes, sus titubeos en las batallas, su falta de pericia como estratega militar".
Mucho hay de historia, un poco de ficción y otro tanto del propio autor que, admite, comparte el "humor irónico y desfachatado" de quien es considerado El padre de la patria.
"Era un hombre de mucha luz, muy divertido, amante del teatro, culto, sensible a los problemas sociales, brillante, pero también un ser humano con conflictos, internos, depresiones y caídas", dice el autor, quien rechaza la imagen oficial del héroe "viejito y bonachón".
Lo cierto es que Hidalgo era un hombre acaudalado que, como muchos, se vio afectado por las ambiciones de la Corona española que, con "impuestos absurdos" los despojaba de sus riquezas.
Quizá -ni el autor puede precisarlo del todo- esta fue una de las principales razones por las que Miguel Hidalgo se unió a la causa insurgente, para emancipar a México de España.
"Hidalgo nunca buscó la conspiración, nunca buscó la lucha insurgente, sino que fue la conspiración quien lo buscó y fueron por él, porque era un personaje querido por todos los estratos sociales. Pensaron que podría traer a la causa a los hombres ricos, poderosos de la Nueva España que podían dar dinero y ejércitos que habían formado en sus haciendas", explica Aguirre.
Así, gracias a su carácter lúdico y extrovertido, Hidalgo encabezó la primera parte del movimiento independentista, y tras una serie de derrotas, fue capturado y fusilado en Chihuahua en 1811.
La obra que inspiró parte de la reciente película Hidalgo, la historia jamás contada, refleja el deterioro ideológico que fue sufriendo el líder a lo largo de la batalla. Saqueos, masacres, violaciones tumultuarias, torturas, todo fue permitido y auspiciado por el héroe.
"Estudió náhuatl para ir a las comunidades más lejanas a confesar a los indígenas (…) Abrió empresas de cerámica y otras artesanías para dar empleo en las poblaciones más pobres, pero al iniciar la batalla descubrió esa otra parte oscura y terrible de sí mismo", dice el autor de La cruz maya.
En opinión de Eugenio Aguirre, el título de Padre de la patria le corresponde a José María Morelos, otro sacerdote y aprendiz de Hidalgo que en el ámbito militar terminó superando al maestro.
"Morelos también tenía hijos y otros oscuros secretos, no era un hombre impoluto, pero era el máximo estratega del movimiento. A él le debemos la mayoría de las victorias de la época", agrega.
En su tiempo, Hidalgo luchó contra la esclavitud, contra las castas y extrema pobreza que aquejaba a la mayoría. El México de hoy es distinto, pero algunas carencias permanecen, según dice Aguirre.
"Quizás algo interesante es una falta de proyecto de nación que no se ve ni se manifiesta y hace mucho daño al país. Hay muchos titubeos, hoy como entonces, hay muchas actitudes entreguistas hoy como entonces".
Agrega que, al igual que la Corona, el gobierno mexicano no ha sabido controlar ni atender los movimientos sociales opositores, ni ha logrado mantener la armonía entre la sociedad, marcada por la desigualdad.
Sin embargo, Aguirre cree que aún tenemos mucho que festejar este 15 de septiembre, en el bicentenario del Grito de Dolores, que le dio la gloria a Hidalgo.
"Festejar los hechos medulares de la historia me parece pertinente y afortunado. Los pueblos que han sabido reconocer el mérito de su gente más valiosa son los pueblos que se han desarrollado con mayor atingencia".
El biógrafo sugiere no dejarse llevar "por las luces de colores y las costosísimas fiestas", sino admirar con inteligencia a los líderes, "no necesariamente héroes, que le abrieron paso a esta gran nación".
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Re: Mexico no es bicentenario
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Iniciado por
francisco rubio
No uso las tildes por que simplemente no se me da la gana,
Pues escribir correctamente es una de las normas que has aceptado al registrarte aquí, y el no hacerlo una falta de respeto al resto de foristas. Asi que ya "se te" puede dar la gana escribir como es debido.
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Re: Mexico no es bicentenario
Don donoso ¿y no es una falta de respeto llamar bestias, o salvajes a un pueblo,o incluso llamarme a mi pelmazo? ¿por que en esas faltas de respeto usted no dice nada?.
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Re: Mexico no es bicentenario
Francisco Rubio, actúa vd. como el típico demagogo. Entra como un elefante en una cacharrería vertiendo toda clase de insultos contra no ya la Historia de España, sino nuestra Historia común, para luego venir con victimismos baratos.
Aquí no se ha llamado bestias o salvajes al pueblo mexicano. Sí es verdad que muchos compañeros han exagerado a lo mejor sobre determinada cultura indígena, no obstante, no tanto como vd., que queriendo darle la vuelta a la tortilla, ha querido hacer una leyenda rosa, cuando distintos pueblos indígenas fueron los más obstinados en luchar contra ellos (Me refiero a los aztecas).
Por otra parte, no deja de ser curioso la quejadera oficialista sobre los impuestos de la Corona (Con buena medida de razón). Digo no deja de ser curioso porque después todos los gobiernos "independientes" dejaron a la Corona en pañales con impuestos mucho más -objetivamente-abusivos. En muchos casos, las independencias se parecen mucho a la rebelión de los encomenderos, tipo Gonzalo Pizarro o Martín Cortés. Claro que en verdad son conflictos mucho más poliédricos. Y repito: No estamos ante conflicto de invasores contra invadidos, ni tan siquiera de americanos contra peninsulares e isleños. Eso es lo que el oficialismo a entrambas orillas del Atlántico pretende, y es de una médula falsa. Estamos ante la ruptura de una comunidad política tradicional, iniciada desde la Corte. Quizá lo único bueno que tuvo el conde de Aranda fue el nuevo plan de gobierno para América, si se hubiera hecho caso, la historia hubiera sido muy otra, claro que esto ya es especular.
Cierto es que al menos en el caso mexicano, quizá gracias a Yturbide, no se fue tan rupturista, e incluso se introduce como premisa la amistad con la Madre Patria (Corríjame si me equivoco), algo que resaltaba Arturo Uslar Pietri en contraposición a lo acaecido en Venezuela.
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Re: Mexico no es bicentenario
Este texto es de 2010 pero aún tiene validez ya que se sigue repitiendo la falacia de que en 1810 inició la independencia y por lo tanto cumplimos 204 años de ser "libres".
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miércoles, 15 de septiembre de 2010
EL GRITO DE DOLORES
http://3.bp.blogspot.com/_e76jGPwGaE...ependencia.jpg
El pasado 12 de septiembre de 2010, Calderón (Paco, el caricaturista; no Felipe, el presidente) publicó uno de sus excelentes trabajos en REFORMA. Entre otros aspectos, enunciaba lo siguiente:
-"Hace 200 años no inició la Independencia. Inició una guerra civil que arruinó al país...y no consiguó la Independencia".
-"La arenga original de Dolores se desconoce. No fue ¡Viva México!".
-"No hubo tal abrazo de Acatempan".
-Vicente Guerrero no "consumó" la Independencia. Tampocó ganó la guerra".
-"Ambas cosas las ganaron los realistas" Con Iturbide como primer jefe y cabeza; y como ideólogo del Plan de Iguala y creador de la bandera mexicana, añadimos nosotros.
Así, en pocas palabras y con sus clásicas ilustraciones, Calderón destruía muchos mitos de la historia oficial.
Por su parte, en un escrito, Juan Pablo Reyes recuerda:
"El Plan de Iguala se conformó por 23 puntos y propuso, entre otras cosas, la absoluta independencia de México, la supremacía de la religión católica, el gobierno monárquico moderado, la igualdad de todos los habitantes y la consolidación de un “ejército protector” que sostendría al nuevo gobierno.
“Asombrad a las naciones de la culta Europa; vean que la América Septentrional se emancipó sin derramar una sola gota de sangre” decía la proclama.
Para el historiador Luis Reed Torres, autor del libro "Historias desconocidas de la historia mexicana" el también conocido como “Plan de las tres garantías” logró que en siete meses y de manera incruenta se consiguiera la independencia que no se había alcanzado en once años de guerra.
“No cabe duda que el Plan de Iguala es el más completo de los documentos que se dieron en su época, Iturbide logró una entusiasta adhesión de casi todo el territorio, fueron pocos los que se opusieron al plan. Tanto el Plan de Iguala como el lábaro patrio y la realización de la independencia se deben a Don Agustín de Iturbide” puntualizó el historiador.
El escritor liberal del siglo XIX Lorenzo de Zavala en su Ensayo histórico de las revoluciones de México afirmó: “Los que examinen el famoso plan llamado de Iguala, convendrán en que fue una obra maestra de política y de saber. Todos los mexicanos deseaban la independencia y esta era la primera base de este documento”.
La bandera nacional -añade Reyes- se derivó de las tres garantías proclamadas por Iturbide, el verde representa la independencia, el blanco la religión y el rojo la unión de todos los mexicanos".
Si la independencia fue realizada -que no consumada, pues el movimiento de don Agustín de Iturbide no era continuación del de los insurgentes, practicamente ya abatido- el 27 de septiembre de 1821, entonces su bicentenario deberá ser celebrado hasta dentro de once años y no ahora. ¿Qué celebramos, entonces, hoy los mexicanos? Haz click aquí para ver la respuesta
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Temas relacionados: LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO , ¿QUÉ CELEBRAMOS HOY LOS MEXICANOS? y FUE ITURBIDE Y NO GUERRERO QUIEN CREÓ LA BANDERA, IDEÓ EL PLAN DE IGUALA Y REALIZÓ LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO
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Fuente:
Catolicidad: EL GRITO DE DOLORES
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Re: Mexico no es bicentenario
Ahora que lo pienso bien, ocuparé el presente hilo para continuar posteando información referente al proceso de independencia en México y así complementar lo que ya he puesto en varias partes de este tema:
http://hispanismo.org/hispanoamerica...entenario.html
Me he dado cuenta que a diferencia de otras regiones del imperio, los hilos referentes a la guerra (civil) de emancipación en la antigua Nueva España no son muchos, ni contienen muchos datos.
Además de que no encuentro páginas sobre revisionismo histórico del estilo de CLAMOR o Coterraneus; algo parecido sería la web de Mitófago (aunque he de decir que no me gusta mucho) y la de Luis Ozden que sigue una línea semejante a la de las dos primeras que menciono (pero es una lástima que no sea actualizada tan seguido). Y no es que yo vaya a crear aquí un blog infalible sobre historia, ya que de entrada no soy historiador ni nada parecido, sin embargo cuando algo me apasiona (cosa que me sucede precisamente con este tema), trato de recabar tanta información como sea posible y por ello tengo varios textos hechos por, esos sí, investigadores que han ahondado en las múltiples aristas de un tema tan complejo (que gente ignorante o carente de escrúpulos reduce a una simplona lucha entre buenos vs malos o peor aún, mexicanos vs españoles) y que son harto interesantes e importantes para ayudarnos a comprender mejor lo ocurrido en aquella convulsa época.
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15 de septiembre de 2010
REFLEXIONES DEL BICENTENARIO
http://4.bp.blogspot.com/_QGgGINAfHU...rio_mexico.JPG
El día de hoy por la noche, iniciarán los festejos por el mal llamado "Bicentenario" de la Independencia; la verdadera fecha debería ser hasta el 27 de septiembre del año 2021, en que se conmemorarían 200 años de la entrada del Ejército Trigarante, comandado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero con el que se pusieron fin a 11 caóticos años de diversos movimientos que iniciaron con la rebelión del Padre Miguel Hidalgo, esa sí, el 16 de septiembre de 1810, rebelión que, como hemos dicho, no buscaba realmente la independencia, y que fue, más que nada, una catarsis del descontento, sobre todo sentido por los criollos en contra del cariz que el régimen español había tomado desde la entronización de los Borbón en Madrid y que amenazaba con ponerse peor para los privilegiados descendientes de conquistadores y primeros colonos con el ejercicio provisional del gobierno hispano en manos de juntas de liberales, muchos de ellos sospechosos de simpatizar con Francia, su Revolución y su ambicioso emperador Napoleón.
Sin siquiera saberlo la inmensa mayoría de los integrantes de la multitud que hoy por la noche estará presente en el "Zócalo" de la Ciudad de México y en las plazas de armas de las ciudades y pueblos en que la ceremonia de "el Grito" no habrá sido suspendida por la crisis de seguridad provocada por el Gobierno de Calderón y su temeraria y estúpidamente planeada "Guerra contra el Narcotráfico", se celebrará el 180 aniversario del natalicio del General Don Porfirio Díaz, quien instauró esta litúrgica ceremonia para conmemorar el inicio de la Independencia de México, tras haber establecido el canon de la Historia de México que hacía de Hidalgo un predecesor de los Liberales juaristas y le coronaba como "Padre de la Patria" (pese a su falta de planes, de rumbo y de objetivos, así como a pesar de sus crímenes que hoy en día serían juzgados severamente en una corte internacional), coincidiendo con el día de su cumpleaños, pues Don Porfirio nació un 15 de septiembre de 1830, basta con ver un calendario en el que aparezca marcado el santoral católico para darse cuenta que hoy es día de la fiesta de San Porfirio, cuyo nombre le fue impuesto en su bautizo a un niño mixteco nacido en Oaxaca que con el tiempo se transformaría en victorioso general y en Dictador de México.
Tampoco recordará la gente que el primer mandatario mexicano en celebrar el 15-16 de septiembre como aniversario de la Independencia con la visita a Dolores, Guanajuato y el recuerdo del Padre Hidalgo no fue ni Guadalupe Victoria, ni Santa Anna, ni Benito Juárez, sino Maximiliano de Habsburgo, que con eso mostraba la grandeza propia de los de su familia para asimilar la nacionalidad del lugar donde gobernaran, a diferencia de los mezquinos y veleidosos Borbón, según hemos dicho, Max se enamoró de México y se hizo uno de nosotros; a diferencia de su rival, el indígena zapoteca que renunció a sus raíces y soñó con convertir a México en un clon de su admirado EUA.
Estas son pequeñas muestras de la manipulación, del engaño en que se nos ha hecho vivir por 200 años, dos siglos que han sido marcados por la mediocridad, la corrupción y las traiciones; no ha habido absolutamente ningún gran logro en este tiempo que haga de México un punto central para la Civilización Occidental o para el mundo; como los Tracios, ese pueblo apenas conocido pese a sus muchas menciones en los mitos grecorromanos y en sus Historias, México ha sido condenado por sus gobernantes a ser un área periférica, un patio trasero de la potencia mundial, la cosecha ha sido magra para un país que en 1821 presentaba un potencial enorme, que en los 300 años anteriores había sido el motor mismo del Imperio Español, que con toda su potencia y magnificencia cultural se había extendido por todos los rincones del planeta, para un pueblo que es heredero de imperios, como ya lo he dicho antes, en nosotros los mexicanos reside la herencia de Grecia, de Roma, de Cartago, de los Mayas, de los Teotihuacanos, de los Aztecas, de los Toltecas, de los Olmecas, del Islam, de los Celtas, de los Iberos de Tartessos, del pueblo Judío y de los Germanos Visigodos, todos ellos nos dan forma, poseemos un tesoro que está encerrado en su baúl dentro de nosotros esperando a que lo descubramos y lo valoremos. Pero esto no será posible hasta que nos quitemos el estúpido trauma, sin razón, de ser los eternos vencidos y de repetirnos imbécilmente que "nos conquistaron los españoles" cuando nos originamos de ellos.
Desgraciadamente, hemos sido gobernados desde nuestra independencia por gente sin altura de miras ni principios, que han antepuesto sus propios intereses y beneficios por encima del país; al sueño de grandeza de Iturbide que nos llevó a extendernos desde Oregón hasta Costa Rica le siguió una república mediocre, con un Guadalupe Victoria cuyo mayor logro fue iniciar el endeudamiento exterior de México con unos créditos contratados en Londres, donde los antiguos oficiales de Morelos, como Nicolás Bravo, Vicente Guerrero y Juan Álvarez se pelearon entre sí por el poder y contra los antiguos partidarios de Iturbide como Santa Anna, Bustamante o Gómez Pedraza, la falta de proyectos con bandazos que iban del Centralismo al Federalismo y de la Monarquía a la República, con entreguistas como el propio Guerrero o Santa Anna y Gómez Farías que cedieron a los intereses norteamericanos representados por el intrigante de Joel R. Poinsett y decidieron inscribirse en un culto siniestro, secreto y malévolo como la Masonería a cambio de obtener el poder y la riqueza y le cedieron la mitad del territorio nacional a EUA que así pudo convertirse en potencia, mientras México se resignaba a convertirse en un país segundón y que disfrazaba su debilidad y la cobardía de sus dirigentes con la retórica de la "no intervención" y de la inexistente "amistad entre las naciones".
Se nos hace venerar al Licenciado Juárez cuando fue el máximo traidor, entregado totalmente a los intereses de Washington, y resulta irónico que se le muestre como el defensor de la Soberanía de México cuando fue el que más la hipotecó, que además sacó la dimensión espiritual y moral de la vida de los mexicanos con su antirreligionsidad, porque fue mucho más allá de buscar la separación Iglesia-Estado; lo hecho por Juárez nos condenó a la doble moral y a la simulación, a la incongruencia personal en lo privado y lo público, practicada ampliamente por él, que decía defender la legalidad mientras la vulneraba una y otra vez y solo la muerte lo alejó del poder, y junto con él toda una banda de políticos de brillante intelecto y uñas largas que se enriqueció desmedidamente con el saqueo y venta de propiedades de la Iglesia e indígenas, y la destrucción de una buena parte de nuestro patrimonio artístico e histórico, demolido o vendido al exterior, o quemado por sus hordas de mercenarios.
Y tenemos una Revolución que no sirvió para nada más que para atrasar al país, que mostró la incompetencia de nuestra clase política, pues como dijo Asimov: "La violencia es el último recurso del incompetente", con un estúpido como Madero que ambicionaba el poder, llamando a la Democracia electorera y que abrió la caja de Pandora, la era de los compadres traicioneros y asesinos: Zapata se rebeló contra Madero, Huerta traicionó y mató a Madero, Carranza ve su oportunidad y derrota a Huerta con el apoyo de Villa y de Zapata, luego Carranza los traiciona y persigue hasta asesinar a Zapata y derrotar a Villa, Carranza es traicionado y asesinado por Obregón, quien se deshace también del "Centauro del Norte", Obregón supuestamente es asesinado por un Cristero: José León Toral, pero en su cadáver se encuentran hasta 34 heridas de calibres diferentes, por lo que parece que más bien Calles lo eliminó para ser el Jefe Máximo de la Revolución que se institucionalizó en un régimen autoritario con elementos tomados del Comunismo y del Fascismo pero en versión "light": surge el PRI.
Y los que soñaron con grandeza para México, que desearon un país fuerte más allá de sus intereses personales, ¿qué ha sido de ellos? Iturbide es el traidor, usurpador, que merece el olvido, los Conservadores que defendieron la identidad mexicana y se opusieron a los intereses norteamericanos son los "reaccionarios", los traidores, los "mochos" y demás, Maximiliano, con quien renació el sueño de grandeza de Iturbide igualmente es el usurpador y el fruto de la intervención, Porfirio Díaz, a mi parecer el más grande dirigente que ha tenido México es el "tirano" el villano de la Historia, recientemente Salinas de Gortari, pese a sus muchos errores y las corruptelas de su régimen, fue quien abrió México al mundo, al comercio internacional y buscó, mediante el programa de "Solidaridad" que la propia sociedad participara en la solución de sus problemas y que naciera un espíritu emprendedor, rompiendo con el tradicional paternalismo gubernamental, sin embargo, es el enemigo, el "malo" de la película.
¿Y los "buenos" del filme que nos ofrecen? Una "democracia" que no consiste más que en una aristocracia cerrada de los partidos políticos que no son capaces de establecer un acuerdo para sacar adelante un proyecto nacional, por el contrario, cada uno ve por sus intereses y por mantener a nuestra sociedad dividida, enfrentada y corrompida para manipularla a su antojo, que no tienen respeto por su ideología, inexistente además, porque sólo les interesa el poder, y así, sin dignidad alguna, se insultan y se critican para luego aliarse en contra del otro partido en algo verdaderamente irracional.
La corrupción campea, la educación es un fracaso, regenteada por un todopoderoso sindicato y por los cacicazgos de las universidades públicas, formadoras de corruptos y de redes de influencias, la gente en la calle ha perdido toda noción moral de respeto, de cortesía, de modales, la violencia cunde por todos lados, no solamente la del crimen organizado, mismo que engrosa sus filas con los jóvenes que no tienen futuro ni posibilidad de desarrollo, de trabajo y de obtener honestamente un patrimonio, sino en el trato diario en la escuela, entre los vecinos, dentro de las familias y en el trabajo, las ciudades cada vez más sucias, el ambiente cada vez más deteriorado, la cultura cada vez más miserable, individualidades como la Directora de Orquesta De la Parra son desconocidas para la mayoría de la gente que prefiere a un desafinado como Valentín Elizalde (por fortuna ya muerto, perdonen la crueldad) porque carece de una formación cultural. Un cine que se centra en el sexo y en el morbo y ha dejado ya muy lejos el cine de oro de los 30`s a 60`s, una TV que sigue repitiendo el cuento de Cenicienta y que nos repite una y otra vez que ser rico es malo y que lo mejor es seguir siendo pobres pero honrados y revolcarnos en la miseria.
¿Hay algo qué celebrar? Yo, en lo personal, no celebraré a un viejo loco como Hidalgo, genocida y saqueador, celebraré a un Allende que fue la voz de la razón, no celebraré a mediocres y mezquinos como Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria o Juan Álvarez, sino a un Morelos que trató de heredar instituciones, no celebraré a un bandido iluso como Guerrero, sino a un Iturbide incomprendido y que buscó la grandeza de México, no celebraré a un traidor vendepatrias como Juárez, ni a corruptos como Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto, Ocampo , José María Iglesias o Lerdo de Tejada, celebraré a un valiente como Miramón, a un luchador social como Tomás Mejía y a un soñador como Maximiliano, no celebraré a un imbécil como Madero, a un asesino en busca de fama como Villa ni a la pandilla de gangsters que fueron Carranza, Obregón y Calles, celebraré a un Porfirio Díaz que buscó el orden, la paz social y la estabilidad para modernizar México, a un defensor del campesinado indígena del sur como Zapata, a un hombre de honor como Felipe Ángeles, y a José Vasconcelos que trató de sacar a México de las tinieblas de la ignorancia.
Celebraré a Octavio Paz, a Mario Molina, a Rodolfo Neri Vela, a Mariano Azuela, a Juan Rulfo, a Alfonso García Robles, a Clemente Orozco, a Rufino Tamayo, a Diego Rivera y a Frida Khalo, a Agustín Yáñez, y a todos los que han soñado con un México fuerte y libre, importante y con bienestar, aunque sean los derrotados, los olvidados, los incomprendidos, pues son ellos los que merecen la celebración, no los héroes de cartón que son los héroes de los políticos que siguen su ejemplo de traición, corrupción y mediocridad.
Y sobre todo, en este día, oraré porque mi país no muera, porque a veces parece que eso es lo que va a pasar, y porque algún día se descubra toda la verdad, se diga, se grite con valentía y la sociedad se arme de valor y sea dueña de su propio destino, deje de creerle a supuestos mesías y a los medios corporativos, porque desaparezcan los partidos y construyamos una sociedad y un país dueño de su propio destino y no propiedad de unos cuantos.
¡VIVA MEXICO!
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Fuente:
EL MUNDO SEGUN YORCH: REFLEXIONES DEL BICENTENARIO
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Re: Mexico no es bicentenario
Dos videos interesantes para reivindicar a la figura de Agustín de Iturbide, y que desmienten esa tarugada de que solo los “mochos” lo enaltecen. Las dos personas que tratan este tema, no profesan religión alguna y uno de ellos (Daniel Salinas Basave) se declara abiertamente ateo.
https://www.youtube.com/watch?v=f0j2d9Hx4JA
https://www.youtube.com/watch?v=EffM7DgbLS0
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Re: Mexico no es bicentenario
En el segundo video que coloqué arriba, me llamó la atención que el historiador Juan Miguel Zunzunegui haya hablado de una conspiración contra del gobierno de Iturbide por parte del venezolano Simón Bolívar, cuando en páginas de este hilo:
http://hispanismo.org/hispanoamerica...tenario-7.html
http://hispanismo.org/hispanoamerica...tenario-8.html
...he puesto datos que hacen entrever cierta camaradería entre ambos personajes (por lo menos en la correspondencia que intercambiaban), incluso el hijo mayor de don Agustín (del mismo nombre que su padre) estuvo en Colombia como ayudante de Bolívar y fue una de las personas que acompañó al caraqueño en los momentos finales de su vida.
A pesar de ello, buscando en la red encontré este artículo que muestra varios puntos oscuros entre las relaciones que habían entablado el Imperio Mexicano y Colombia y que demuestran una preocupación por parte del gobierno sudamericano respecto a los acontecimientos que se estaban dando en la antigua parte septentrional del Imperio español respecto al gobierno monárquico que éste había adoptado y que se notaron justamente en las intrigas del diplomático colombiano Miguel de Santamaría (de veracruzana cuna, por cierto).
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Inicio Revista No 38-
Iturbide y Bolívar: dos retratos diplomáticos acerca de la cuestión republicana (1822-1831)[*]
Daniel Gutiérrez Ardila[**]
Dossier
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RESUMEN
Según afirma Lamartine en la Historia de los Girondinos, la forma monárquica de gobierno, esencialmente prudente, sería la más indicada para los tiempos de reposo y para las épocas de conservación del orden. La forma republicana, entre tanto, constituiría el gobierno ideal para la gestión de las crisis, de las transformaciones orgánicas y de las revoluciones en curso. Siguiendo aquel sugerente comentario, cabe preguntarse si, a imagen de la Asamblea Constituyente francesa, que pretendió en vano conciliar ambos extremos confiando a un rey semidestronado el legado de la Revolución, los fundadores de las repúblicas hispanoamericanas no emplearon en el mismo sentido la figura de los Libertadores. Para resolver tal interrogante, el presente artículo explora los retratos que de Agustín de Iturbide y Simón Bolívar elaboraron los diplomáticos Miguel de Santamaría y José Anastasio Torrens en la segunda década del siglo XIX.
PALABRAS CLAVE
Agustín de Iturbide, Simón Bolívar, Historia diplomática, Revolución de Independencia.
Il faut cent ans à ce pays pour que la république n’y
soit pas une absurdité (Stendhal 1986, libro segundo,
cap. XXIII).
Pourquoi accuser l’humanité de pauvreté, au point de
la soupçonner incapable de produire deux Washington?
(Pradt 1825, 109).
¡Qué contraste ente el avariento pigmeo del Norte
y el generoso Atlas del Sur! (Rocafuerte 1822, 162).
[P]or haber querido establecer con la independencia las teorías liberales más exageradas, se ha dado lugar a todas las desgracias que han caído de golpe sobre los países hispanoamericanos,los cuales han frustrado las ventajas que la independencia debía haberles procurado, siendo muy de notar, que los dos hombres superiores que la América española ha producido en la serie de tantas revoluciones, Iturbide y Bolívar, hayan coincidido en la misma idea, levantando el primero en su plan de Iguala un trono en Méjico para la familia reinante en España, e intentando el segundo llamar a la de Orleans a ocupar el que quería erigir en Colombia (Alamán 1969, 82).
Los plenipotenciarios, enviados extraordinarios y agentes confidenciales de la República de Colombia (1819-1831) en Europa y América eran mucho más que los representantes de un Estado cerca de otros. Aquellos ministros encarnaban propiamente la revolución de la Tierra Firme en el extranjero, y, en tal medida, su presencia y sus gestiones no podían ser más que la polémica promoción de la causa independentista. El principal objetivo de esta diplomacia era, por supuesto, el reconocimiento pleno del nuevo Estado por parte de las potencias, el cual debía consagrar el ingreso del país a la comunidad de naciones. Como los años finales del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX habían ido tiempos de grandes transformaciones políticas, los apoderados del gobierno de Bogotá, gracias a su intermediación y a la alta dignidad de que estaban revestidos, hacían posible un inusitado diálogo, en virtud del cual un Estado en formación discurría con otros acerca de la evolución del género humano y de los sistemas de gobierno más convenientes para fincar el progreso y la felicidad de las naciones. Los buscadores del reconocimiento actuaban, pues, sin proponérselo como curiosos espejos en los que las mudanzas de la Tierra Firme y las instituciones creadas por “el partido de los Libertadores” se reflejaban en las demás revoluciones y regímenes europeos y americanos. En tales circunstancias, se entenderá por qué, en ocasiones, su presencia misma constituía una provocación. Tal vez, la ilustración más elocuente del aserto anterior lo constituye Miguel de Santamaría, quien residió en México en 1822 como representante de la República de Colombia, antes de ser expulsado por el Secretario del Interior y Relaciones Exteriores del emperador Iturbide.
Casualmente, por idénticas razones, el Ministro de los Estados Unidos Mexicanos cerca del gobierno de Colombia padeció al final de la década un desplante similar.Esta sorprendente simetría parece confirmar la validez de la tesis esbozada arriba acerca de la diplomacia del reconocimiento. De uno y otro incidente dan cuenta las páginas siguientes.[1]
El emperador Iturbide
Timothy E. Anna (1991) se refirió, en un libro publicado en lengua inglesa en 1990,[2] al desierto historio-gráfico que hasta entonces constituía el corto período del Imperio mexicano. La figura de Iturbide adolecía del mismo desprecio, de tal suerte que el historiador mencionado no vaciló en calificarlo como “la no-persona más importante de la historia mexicana”. Con sobrada razón, Anna llamó la atención acerca de la curiosa y persistente satanización de Iturbide, del desprecio e incomprensión con que se habían abordado los acontecimientos que protagonizó y de los prejuiciosos anacronismos que explican tan lamentable caricatura. En su libro pionero, Anna demostró que, a partir del momento en que deja de verse como inevitable la instauración de un república federal en la antigua Nueva España, la figura de Agustín de Iturbide escapa de los denuestos habituales, que lo han caracterizado como un mero usurpador o un traidor mediocre.
Para los fines de este artículo, no está de más reconstituir brevemente las circunstancias que llevaron al hijo de un inmigrante vasco de alguna prosapia y “mediano caudal” a convertirse en emperador de México. Nacido en la ciudad novohispana de Valladolid (hoy Morelia) en 1783, el joven Iturbide comenzó su carrera como oficial del Ejército real tras una educación defectuosa y poco sistemática. A los 22 años de edad contrajo matrimonio con Doña Ana María Huarte, perteneciente a una rica familia de su provincia natal. Dicha alianza le permitió adquirir en 1809 la hacienda de San José de Apeo, valorada en más de noventa mil pesos (Robertson 1952; Rocafuerte 1822).
Al estallar la rebelión del cura Miguel Hidalgo en 1810, Iturbide ocupaba graciosamente una plaza de teniente en el regimiento de su provincia natal. A pesar de las tentadoras ofertas que le hicieron los insurrectos, el joven militar se mantuvo del lado del rey, por considerar, según expresó más tarde en sus memorias, que los planes de Hidalgo “estaban mal concebidos” y no podían más que producir “desorden y sangre y destrucción” (Iturbide 2001 [1823]). Iturbide se distinguió desde entonces por su persecución a los líderes insurrectos (Alamán no vacila en tacharlo de cruel), de tal suerte que en 1813 fue condecorado con el grado de coronel y con el mando militar de la intendencia de Guanajuato.Dos años más tarde, Iturbide fue promovido a la dirección del ejército del norte, antes de caer en desgracia, acusado de corrupción. Si bien fue exonerado de los cargos en 1820, el hasta entonces coronel realista –sin duda resentido por lo sucedido– se volvió, aquel mismo año, contra el régimen español que había contribuido a sostener durante una década. El restablecimiento de la Constitución de Cádiz y las medidas anticlericales adoptadas por las Cortes habían azuzado las luchas entre facciones, por lo que se veían venir “mil revoluciones”. Con el fin de evitarlas, Iturbide concibió un proyecto que recibió rápidamente el apoyo de “sujetos de la más alta categoría”. Desde la comandancia del sur, que le fue confiada entonces por el Virrey, Iturbide consiguió imponer su plan (llamado de Iguala, por haber sido suscrito en aquella población el 24 de febrero de 1821) en unos cuantos meses, tanto a jefes rebeldes de la talla de Vicente Guerrero como a los realistas criollos y españoles (Alamán 1969; Anna 1991; Iturbide [1823] 2001; Robertson 1952; Rocafuerte 1822).
El fulgurante éxito de aquel proyecto de 23 artículos se explica, en buena medida, por el ingenioso consenso a que dio lugar, estructurado alrededor de “tres garantías” (religión, independencia y unión), que debían traducirse, en la práctica, en la finalización de la guerra civil y en la modificación del vínculo con España. Las promesas que contenía el Plan de Iguala de proteger las propiedades, respetar los fueros del clero y dejar en su lugar a todos los funcionarios del Gobierno, el Ejército y la Iglesia conquistaron la adhesión de la élite criolla y peninsular.Por su parte, los líderes rebeldes, que habían sido incapaces de obtener un triunfo por la vía de las armas, no podían más que suscribir los designios de Iturbide, por cuanto éstos significaban la anhelada ruptura del vínculo colonial. Con el fin de asegurar una transición apacible, el Plan de Iguala hacía un llamado a Fernando VII para que se trasladara a México y se convirtiera en Emperador, o para que designase con el mismo fin a alguno de los infantes de su casa. Como la negativa del soberano español era más que previsible, el Plan preveía, en tal caso, llamar a otra casa reinante a ocupar el trono del Anáhuac.Entre tanto, se constituiría una Soberana Junta Provisional Gubernativa, que daría paso a un Congreso constituyente y a una Regencia. El proyecto ideado por Iturbide estaba encaminado, pues, a preservar la Nueva España de los desórdenes experimentados en aquel momento por la América del Sur y por la mismísima metrópoli, donde liberales y absolutistas libraban una ardua lucha por el poder.La emancipación, combinada con un régimen monárquico temperado, aparecía, pues, en la mente de Iturbide, como una alternativa viable al sistema republicano y a la guerra de independencia (Alamán 1969; Anna 1991; Iturbide 2001 [1823]; Robertson 1952; Rocafuerte 1822).
La universal aceptación del Plan de Iguala permitió al Ejército Trigarante controlar rápidamente la mayor parte del territorio novohispano. Contribuyó a ello el nombramiento hecho por los liberales españoles de un nuevo Capitán General y jefe superior político de Nueva España. El empleo recayó en D. Juan de O’Donojú, figura principal de la masonería peninsular, quien había sido ministro doceañista de la guerra y se había visto complicado luego en una conspiración contra Fernando VII. A su llegada a Veracruz, O’Donojú (30 de julio de 1821) se encontró prácticamente con un hecho consumado y no tuvo más remedio que suscribir el 24 de agosto el Tratado de la villa de Córdoba.Éste retomaba, esencialmente, el hábil consenso concebido por Iturbide, reiterando el llamado al trono imperial a los Borbones españoles y manteniendo provisionalmente en vigor la Constitución de Cádiz. Satisfecho de haber logrado un acuerdo susceptible de preservar los lazos entre la Península y la Nueva España, O’Donojú instó gustoso a las tropas españolas a abandonar el país. Toda oposición a Iturbide se hizo a partir de entonces inviable y el coronel, revestido con el título de presidente de la regencia, pudo entrar triunfalmente en la ciudad de México el 27 de septiembre, donde instaló el mismo día la Junta Gubernativa. A partir de entonces, Iturbide (adornado luego con los títulos de almirante, generalísimo y alteza serenísima) gobernó efectivamente el país durante ocho meses, al cabo de los cuales fue coronado tumultuariamente emperador (Alamán 1969; Anna 1991; Iturbide [1823] 2001; Robertson 1952; Rocafuerte 1822). Precisamente, en vísperas de aquel momento decisivo, el ministro plenipotenciario de la República de Colombia, Miguel de Santamaría, arribó al puerto de Veracruz.
Coronación de Iturbide en la Catedral de la Ciudad de México. 1822. Imagen tomada de ARTstor Slide Gallery (Ver PDF, página 50)
El álgebra diplomática de las revoluciones
Como se ha dicho en un comienzo, la actividad de los diplomáticos de la República de Colombia consistió, en buena medida, en una tarea de contraste, mediante la cual la revolución de la Tierra Firme y sus resultados eran parangonados con otras mudanzas y regímenes políticos más o menos semejantes. De hecho, esta confrontación era un ejercicio necesario para vencer la resistencia de las potencias al reconocimiento del nuevo Estado: si la instauración de un gobierno independiente en Angostura o Bogotá no representaba ninguna amenaza para la estabilidad de la región o para los intereses europeos, ¿cómo negar la entrada de la República de Colombia a la comunidad de las naciones? Por ello, en sus gestiones en el extranjero, el gobierno de Bogotá sintió la necesidad de erradicar toda confusión susceptible de asimilar su nacimiento con los desórdenes provocados por el surgimiento de las repúblicas francesa y haitiana. De ahí los esfuerzos de los funcionarios colombianos por establecer más bien un parentesco espiritual entre la independencia de la Tierra Firme y la liberación de portugueses y holandeses: tal filiación cobraba sentido no sólo con respecto a una antigua metrópoli común, sino sobre todo en los fundamentos mismos de la insurgencia, que no había supuesto una ruptura generalizada con el pasado ni representaba un factor perturbador del orden mundial:
No pretenden las Américas meterse en el Gobierno de España ni guillotinar al Rey de los españoles; su pretensión es la misma que la de los Países Bajos y Portugal contra los tres Felipes de Castilla. La revolución e independencia de ambos fue auxiliada por el gobierno británico, aunque no eran de tanta importancia como la América del sur. De la Francia, de Holanda y de España, tuvieron todo género de protección los americanos del norte, insurrectos por su independencia y no para destronar a Jorge III ni alterar las instituciones inglesas. Adoptaron principios muy liberales, pero su tránsito del sistema anterior no fue como el de la República francesa, y por tanto el suceso fue muy diferente. Igual hubiera sido el de los franceses si hubieran imitado a los romanos en la expulsión de los Tarquinos y establecimiento de la República. [3]
Como se ve por esta cita, el gobierno revolucionario de la Tierra Firme promovía también en el extranjero un paralelo entre su nacimiento y el de Estados Unidos de América.Algo semejante puede decirse con respecto a Grecia, por razones evidentes: la empresa de liberación de dicho pueblo del yugo turco –que era coetánea a las guerra de independencia hispanoamericana– gozaba de gran popularidad en Europa y Norteamérica y se beneficiaba tanto de auxilios generosos y abundantes como de las gestiones diplomáticas de las potencias. La (discutible) caracterización de la causa de la Tierra Firme como una guerra de liberación “nacional” explica también los esfuerzos por identificarla con la reciente independencia de Noruega:
Todo el mundo se interesa en la emancipación de un pueblo dependiente porque es de interés común el que se aumente el número de las naciones hábiles para tratar y comerciar recíprocamente. De aquí es que casi no hay pueblo que haya carecido de protección cuando ha querido eficazmente emanciparse, ni opositor a la emancipación auxiliado en su empeño a impedirla. Quizá no podrá citarse otro ejemplar que el de la Noruega en 1815, si se exceptúan los que, como éste, tenían contra sí un tratado tan solemne como el de Viena. [4]
El archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Colombia enseña otros parangones un tanto menos predecibles que muestran hasta qué punto el ejercicio de comparar revoluciones constituía, en cierta forma, el meollo de la gestión diplomática del reconocimiento. Un buen ejemplo de ello es la conferencia sostenida por José Fernández Madrid en Londres en julio de 1828 con el Conde Bjornstjierna, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario del rey de Suecia. En medio de la reunión, éste sostuvo que Bernadotte “sentía muy particular estimación y admiración” por Bolívar, y hallaba “mucha analogía” entre sus propias acciones y las del Libertador: en efecto, “ambos debían su elevación a su espada y a sus servicios” y “ambos eran amados de los pueblos y fieles a la causa de la libertad, bien diferentes en esto de Napoleón”. [5] Como se ve, en una sola frase son contrastadas las mudanzas políticas de Francia, Suecia y Colombia, de suerte que la evolución del género humano y la ciencia del gobierno son analizadas en un interesante polinomio, compuesto de variables que representan países y revoluciones. El tras-fondo del ejercicio es, por supuesto, la negociación de un tratado de amistad y comercio, o sea, el reconocimiento de la República de Colombia.
Es en este panorama donde adquiere interés la misión diplomática de Miguel de Santamaría en México. En efecto, el representante del gobierno de Bogotá se convirtió, luego de la proclamación de Agustín I, en el símbolo mismo del republicanismo moderado y en la prueba viviente de que dicho régimen no era incompatible ni con las poblaciones hispanoamericanas ni con los países extensos.Dicha encarnación se volvió tan problemática que explica, más que las sospechas de participación en una conspiración contra el Emperador, la rápida expulsión del agente del territorio mexicano. La experiencia de Santamaría resulta además relevante por otra razón: al contrario de lo sucedido en Europa y Estados Unidos, donde los agentes de Colombia debían esforzarse por promover la revolución y las instituciones del Estado que representaban, en México la historia y las instituciones adoptadas por la Tierra Firme se convirtieron en un polémico ejemplo, habida cuenta del riesgo de emulación que entrañaban.
Miguel de Santamaría y el Imperio de Iturbide
Cuando ultimaba los preparativos de la expedición al sur, poco después de haber sido decretada la Constitución de la república y de conocerse en Bogotá la evacuación española de Cartagena de Indias, Simón Bolívar decidió enviar un plenipotenciario a México y otro a Perú, Chile y Buenos Aires. La primera misión fue confiada a Miguel de Santamaría y la segunda a Joaquín Mosquera y Arboleda. Según José Manuel Restrepo, el propósito principal de ambas embajadas era la creación de una liga ofensiva y defensiva que permitiera concluir rápidamente la guerra con España (Restrepo 1858). No obstante, las fuentes consultadas indican que se esperaba también de los enviados colombianos la promoción del sistema republicano, o lo que es lo mismo, la frustración de cualquier tentativa de crear cortes borbónicas en el continente.
A comienzos de enero de 1822 Miguel de Santamaría recibió los poderes y credenciales que lo acreditaban como ministro plenipotenciario de la República de Colombia cerca de la Regencia de México. [6] Tras un atento estudio de las instrucciones que le fueron confiadas, el agente comprendió que sus gestiones debían dirigirse –además del establecimiento de la mencionada liga ofensiva y defensiva– a que México adoptara políticas uniformes a las de Colombia con respecto a su antigua metrópoli y, en particular, a que se negase a sufragar cualquier indemnización que pudiera exigírsele a cambio del reconocimiento de la independencia. Además, el plenipotenciario estaba encargado de fijar límites (el reino de Guatemala formaba parte del Imperio), arreglar el comercio recíproco y promover la reunión de una asamblea general, compuesta de los plenipotenciarios de todos los Estados independientes de la América antes española. [7] Otros documentos señalan que las autoridades de Bogotá encomendaron también a su representante cerca de la Regencia del Imperio mexicano la negociación de un empréstito de tres millones de pesos. No obstante, al llegar a su destino, el diplomático comprendió que la ruina del país hacía ilusoria dicha pretensión. [8]
La misión de Santamaría en México tenía una importancia vital para el gobierno de Bogotá. En efecto, los tratados de la villa de Córdoba entrañaban una amenaza de grandes proporciones para la independencia de Colombia: una alianza entre el Imperio mexicano y el reino de España podía dar un vuelco desfavorable a la guerra y prolongarla por mucho tiempo.[9]En tales circunstancias, convenía que, con la mayor premura, un plenipotenciario colombiano procurase atraerse los favores de la Regencia, distanciándola, al mismo tiempo, de la Corte de Madrid. Como bien dice Lucas Alamán, de haberse hecho efectivo el llamamiento de las casas reinantes de Europa al trono de México, éste se hubiera convertido en “una potencia europea más bien que americana”, lo que, teniendo en cuenta las circunstancias, equivalía a entrar en la Santa Alianza (Alamán 1969). La República de Colombia debía desvanecer a toda costa semejante amenaza.
Miguel de Santamaría estaba adornado con cualidades que hacían de él un sujeto muy a propósito para llenar exitosamente la misión diplomática en México. En primer lugar, había nacido en Veracruz en 1789 y tenía un conocimiento profundo del país al que había sido destinado. En segunda instancia, era un hombre de mundo: tras comenzar sus estudios en el prestigioso Colegio San Juan Letrán en México, se había dirigido a Madrid en 1808 para concluir sus estudios y recibirse de abogado. En 1814, Santamaría había sido encarcelado por sus ideas, antes de refugiarse en Norteamérica, desde donde colaboró con el general Mina en la fallida expedición a las costas mexicanas. Ya en 1818 se unió a Simón Bolívar en Jamaica. [10] En tercer lugar, Santamaría contaba ya con alguna experiencia en lides de tipo diplomático, pues en 1819 había comprado fusiles en Haití para los revolucionarios de la Tierra Firme (Restrepo 1858). Por último, su compromiso con la República de Colombia era sincero y profundo: no en vano había sido diputado en la Convención de Cúcuta y secretario de dicha corporación. [11]
Tras recalar en Jamaica, Santamaría desembarcó en el puerto de Veracruz el 18 de marzo de 1822. De inmediato comenzaron a llamar la atención del enviado las particularidades de la revolución mexicana: a pesar de que el fuerte de San Juan de Ulúa seguía en posesión de los españoles, había muy buenas relaciones entre éstos –que parecían “avenirse con la independencia”– y la Regencia del Imperio mexicano. De hecho, se permitía el ingreso de buques peninsulares al puerto de Vera-cruz, y un número muy considerable de europeos estaba empleado en el nuevo gobierno en “puestos civiles y militares de superior graduación”. Por último, los militares españoles cumplían con lo pactado en Iguala y Córdoba, abandonando progresivamente el país, sirviendo a la Regencia o dedicándose a las faenas agrícolas. [12] Ante semejante panorama, podrá imaginarse el asombro de Santamaría. Como se ha visto, la República de Colombia había hecho en vano esfuerzos considerables para negociar con los liberales españoles. No obstante, tras la expulsión de la Península de José Rafael Revenga y Tiburcio Echavarría, a quienes se había confiado una misión diplomática cerca de la Corte de Madrid, el gobierno de Bogotá se vio obligado a consolidar su independencia por la vía militar. [13] Ante la imposibilidad de negociar su emancipación, la República de Colombia suspendió las relaciones comerciales con la antigua metrópoli y padeció los efectos económicos de la emigración de las familias peninsulares.
Si bien la instalación del Congreso Constituyente (24 de febrero de 1822) confirmaba la aplicación del Plan de Iguala y del Tratado de Córdoba, ya en su primera comunicación desde territorio mexicano Miguel de Santamaría advirtió al Ministro colombiano de Relaciones Exteriores la presencia soterrada de un partido republicano. [14] ¿Presagiaba acaso que la existencia de éste significaría en días no muy lejanos una fuente de inestabilidad y de discordia? ¿O es que acaso la dilatada guerra de independencia de la Tierra Firme inhabilitaba a Santamaría para comprender y otorgar confianza a la brillante política de Iturbide? ¿No podía concebir el agente del gobierno de Bogotá una liberación como la de México que se había transformado de “colonia en gran imperio”, “[s]in sangre, sin incendios, sin robos, ni depredaciones, sin desgracia y de una vez sin lloros y sin duelos?” (Iturbide 2001 [1823]).
Sea como fuere, el 23 de marzo de 1822, desde el puerto de Veracruz, el plenipotenciario de Colombia anunció al Ministro de Estado y Relaciones Exteriores de la Regencia del Imperio de México su llegada y el objeto de la misión que le había sido confiada. Según afirmó Santamaría en dicha ocasión, la incomunicación propia del orden colonial español debía ser reemplazada en lo sucesivo por un “nuevo orden de relaciones”, basado en “principios de honor, de rectitud y generosidad”. El sistema americano sería, pues, esencialmente diferente del europeo, que había consistido, en opinión del representante del gobierno de Bogotá, “en la ruina de unos imperios para el engrandecimiento de otros”. [15]
El representante de Colombia se puso muy pronto en camino hacia la capital del Imperio, de tal suerte que se hallaba ya en Puebla el 6 de abril de 1822. [16] Cuando diez días más tarde comunicó sus credenciales al Ministro mexicano de Estado y Relaciones Exteriores, Santamaría se había residenciado ya en la ciudad de México, más precisamente en el número 14 de la calle de Donceles. [17] Los buenos deseos del ministro colombiano, respecto al rápido establecimiento de relaciones binacionales, parecieron confirmados por la promulgación del decreto del Congreso Constituyente del 29 de abril de 1822, mediante el cual el Imperio de México reconoció solemnemente la independencia de Colombia. [18]
Los acontecimientos de los días siguientes apuntaron, igualmente, a la rápida consolidación de los lazos entre ambos Estados. En efecto, el 5 de mayo el plenipotenciario de Colombia fue presentado a Agustín de Iturbide, entonces presidente de la Regencia, a quien cumplimentó de parte de Simón Bolívar. Por aquellos días, Santamaría tuvo también varias entrevistas con el Ministro mexicano de Estado y Relaciones Exteriores. Por último, el 13 de dicho mes de mayo de 1822, Santamaría fue recibido por la Regencia en pleno y declaró solemnemente, conforme a las instrucciones que le habían sido conferidas, que su comitente reconocía “a la nación mexicana por Estado soberano e independiente” y que “cualesquiera fuesen las leyes constituyentes por las cuales la nación mexicana, en ejercicio de su soberanía, estimase conveniente asegurar sus libertades y tranquilidad interior, Colombia se haría una gloria y un deber de contribuir al sostenimiento de la independencia nacional”. [19]
No obstante esta declaración, el primer mes de residencia en la capital del Imperio mexicano había convencido a Santamaría de que la oposición constante entre los diputados del Congreso Constituyente y los miembros de la Regencia impedía el curso regular de los negocios y había de producir, en última instancia, el estallido de una guerra civil. La situación se complicaba aún más por la existencia de tres partidos: los republicanos, los cape-tos o borbonistas (que insistían en preservar el trono del Anáhuac para la dinastía de España) y los iturbidistas (que pretendían elevar el presidente de la Regencia a la dignidad imperial).En opinión de Santamaría, la persistencia del ideal monárquico se explicaba, antes que nada, por una incomprensión crasa del régimen republicano. En efecto, sólo concebían éste “en el sentido de la más extensa democracia”. [20]
En tal contexto, la representación de que estaba revestido Miguel de Santamaría se contagió de un aura polémica, que fue acentuada con el papel “pedagógico” que el diplomático tuvo a bien desempeñar. En efecto, en su primera comunicación desde el territorio del Imperio mexicano, Santamaría solicitó a Pedro Gual la remisión de impresos relativos a la República de Colombia, pues, según afirmó, ella era poco conocida y sólo se tenían acerca del país “noticias muy generales”. [21] En todo caso, el plenipotenciario ya traía algunas publicaciones consigo, puesto que el 29 de marzo el Ministro mexicano de Estado y Relaciones Exteriores le acusó recibo de una “colección de papeles colombianos”. [22] El 16 de abril Santamaría remitió al mismo funcionario la Ley Fundamental de la República, así como la Constitución de ella, rogándole que la comunicara a la Regencia. [23] Dos días más tarde José Manuel de Herrera indicó al representante del gobierno de Bogotá que los impresos habían sido comunicados por orden del gobierno al Congreso Constituyente, con lo que un grupo muy influyente de políticos mexicanos quedó al tanto de las particularidades de las instituciones colombianas . [24] El 14 de mayo Santamaría refirió al ministro Pedro Gual los “rápidos progresos” que hacían en México las ideas republicanas, particularmente en las provincias interiores. Según sospechaba, a ello contribuían de manera muy positiva las noticias que había propagado acerca del estado de la República de Colombia, “de cuya ilustración popular y ciencia de gobierno” se habían formado ideas muy ventajosas. Aparentemente, era muy corriente entonces que se elogiase a Bolívar,
[…] como el único héroe del continente americano y su conducta de desprendimiento es contrastada con la de este jefe [Iturbide] en todos respectos, pero especialmente en la ambición que se le supone a la Corona. Debo manifestar a usted que los partidos de oposición son los que han manifestado más entusiasmo y simpatía en el reconocimiento de nuestra independencia y deseado más sinceramente nuestra unión. [25]
La tarea propagandística del representante del gobierno de Bogotá prosiguió en las conversaciones diarias que éste mantenía con “multitud de personas respetables y diputados”, a los cuales transmitía, además, papeles públicos de Colombia y, particularmente, la Constitución. El éxito de la empresa fue tal, que en breve la carta de Cúcuta fue reimpresa en México. [26] La promoción del régimen republicano en el territorio del Imperio contó también con el concurso del guayaquileño Vicente Rocafuerte, quien a mediados de 1821 se dirigió a Estados Unidos comisionado por una sociedad secreta veracruzana, con el doble propósito de adquirir los barcos necesarios para evacuar a los soldados españoles y de escribir una obra para contrarrestar las ideas monárquicas. Finalmente, el libro vio la luz en Filadelfia en el transcurso del año, con el título Ideas necesarias a todo pueblo americano que quiere ser libre. Al concluir su misión, Rocafuerte regresó a México, donde se puso en contacto con Miguel de Santamaría, en cuya casa se reunían hombres de la talla de Carlos María de Bustamante, fray Servando Teresa de Mier y José María Fagoaga (Rodríguez 2007).
Así, pues, con bastante celeridad, la posibilidad de construir en la América septentrional una república, cuyo gobierno fuera a un tiempo “enérgico” y “liberal”, se consolidó en el momento mismo en que se discutía el nombramiento del emperador que había de ocupar el trono del Anáhuac, en concordancia con lo estipulado por el Plan de Iguala y el Tratado de Córdoba. Para ponderar hasta qué punto fue polémica la labor de Miguel de Santamaría, es menester recordar con Carlos María de Bustamante que en aquella época la palabra república era considerada “abominación y anatema” (Bustamante 1985 [1846]). Como se ha visto, en esta campaña de propaganda del ideal republicano, acometida por el enviado de Colombia, desempeñaba un papel central la figura de Simón Bolívar, un “libertador”, que a diferencia de Iturbide, se creía adornado con un desprendimiento admirable del poder. [27]
En vísperas de la designación de Iturbide como emperador, Santamaría percibía una gran incertidumbre en lo relativo a los destinos de México, y, en consecuencia, el 16 de mayo decidió abstenerse de “agitar el curso de las negociaciones” que se le habían confiado. [28] La decisión del Congreso Constituyente de entronizar a Iturbide, conocida tres días más tarde, rompió definitivamente la concordia existente entre las autoridades mexicanas y el plenipotenciario de Colombia.En efecto, los sucesos fueron juzgados severamente por Santamaría a causa de su carácter tumultuario: ¿cómo era posible que en el curso de una noche y medio día se decidiera la cuestión “que más inmediata y esencialmente” comprometía “la existencia política de un pueblo al tiempo de constituirse”? ¿Cómo soslayar el hecho de que se hubiese comenzado por la nominación del nuevo emperador y no, como debía ser, sancionando leyes que fijaran la extensión y límites de las atribuciones de éste? ¿Cómo no cuestionar la validez de una elección aprobada por tan sólo 67 diputados, cuando 15 más la habían rechazado y otros 72 se hallaban ausentes? [29]
Los acontecimientos del 18 y el 19 de mayo de 1822 convencieron al plenipotenciario de Colombia de la necesidad de abstenerse “enteramente de todo acto que directa o indirectamente manifestase aprobación o desaprobación de lo sucedido”, incluida, por supuesto, la negociación de cualquier tratado. Al informar al ministro Pedro Gual esta decisión, Santamaría arguyó en su favor el hecho de que las instrucciones para el lleno de su misión habían designado exclusivamente por parte contratante a la Regencia del Imperio mexicano. Además, como en su opinión el afianzamiento de Iturbide en el trono estaba en entredicho, la dignidad y reputación del gobierno de la República de Colombia se comprometerían fuertemente en caso de reconocer el nuevo régimen. Así mismo, los intereses del gobierno de Bogotá padecerían un grave desdoro en tal situación, puesto que el partido republicano de México se sentiría profundamente agraviado. [30] Santamaría se fijó, por lo tanto, una “conducta neutral”, que no podía serlo en virtud de los acontecimientos. En efecto, ¿cómo evitar que Iturbide y los miembros de su gabinete se sintiesen injuriados ante un desplante tan estruendoso como la inasistencia de Miguel de Santamaría a la ceremonia de coronación, a la que fue expresamente invitado? [31] El agravio resultaba aún mayor por cuanto se habían señalado al plenipotenciario de Colombia (único diplomático presente en la ciudad de México) un lugar distinguido y una escolta de honor (Alamán 1969). Este episodio demuestra que la pretendida imparcialidad del plenipotenciario de Colombia constituía, en realidad, una manifestación elocuente de condena al ascenso al trono de Agustín de Iturbide.
Tan graves consideraciones no escaparon al Ministro de Estado y Relaciones Exteriores del Imperio, quien a comienzos de agosto exhortó a Miguel de Santamaría a ratificar el reconocimiento que había ofrecido de la independencia de México, bajo el sistema que el país tuviera a bien adoptar. [32] Como respuesta a tan perentorio requerimiento, el plenipotenciario de Colombia se contentó con señalar que las instrucciones que había recibido al comienzo de su misión no lo facultaban para obrar en el particular, por lo que aguardaba órdenes precisas de su comitente. [33]
Las relaciones entre el agente de Colombia y las autoridades del Imperio mexicano terminaron de agriarse con el aprisionamiento de varios diputados que frecuentaban “la casa y mesa” de Santamaría, y que fue decretado el 26 de agosto con el fin de aplastar una conspiración republicana. [34] Santamaría calificó de escandalosos los arrestos y los comparó (siguiendo en ello a algunos diputados mexicanos) [35] con el atentado cometido por Fernando VII a su regreso al trono de España en 1814, cuando disolvió las Cortes y abolió la Constitución. En cuanto a la conspiración contra Iturbide, el plenipotenciario la atribuyó parcialmente al influjo de las instituciones colombianas. [36] Si ha de creerse la narración de Santamaría, aquella república se había convertido en uno de los más álgidos puntos de disputa entre iturbidistas y opositores al régimen. Aparentemente, aquéllos habían visto con desagrado las noticias de la liberación de Quito y la rendición de Puerto Cabello, al tiempo que los miembros del partido republicano las habían celebrado con regocijo,
[…] figurándose que libre en [sic] el territorio de Colombia el que ha sido su libertador pudiera serlo de México. A tal punto ha llegado la esperanza de suceso que se me culpa de indolencia y frío espectador de la desgracia del suelo en que nací por no anunciar al presidente de Colombia que su presencia, su virtud y victoria son necesarias para extender la felicidad de América hasta los términos del norte que poseía la antigua dominación española. [37]
La provincia de Yucatán ofrece un buen ejemplo de la utilización partidista de la imagen de Colombia. En efecto, allí se celebró con júbilo “extraordinario” el reconocimiento de la república, mientras que tres días antes la exaltación de Iturbide al trono transcurrió sin la menor ceremonia.[38]
La actividad propagandística desempeñada por Santamaría desde su llegada a Veracruz, su condena sin atenuantes del régimen de Iturbide, la injuria propinada a las autoridades del Imperio con la conducta de “neutralidad” que se fijó el plenipotenciario y las relaciones de amistad y cercanía que mantenía el enviado con eminentes miembros del partido republicano generaron sospechas más que fundadas acerca de su participación en la conspiración del mes de agosto (Alamán 1969). A comienzos del mes de octubre, Santamaría se convirtió además en el principal informante de Mr. Joel R. Poinsett, quien llegó a la ciudad de México comisionado por el gobierno norteamericano para “observar la situación política” del país. [39] Por este cúmulo de circunstancias, el representante colombiano fue intimado por el Ministro de Estado y Relaciones Exteriores a abandonar el territorio del Imperio, para lo cual se le remitió pasaporte el 18 de octubre de 1822. [40]
Según narra el historiador Alamán, desde Veracruz, hacia donde dirigió sus pasos, el plenipotenciario de Colombia promovió una insurrección contra el emperador, que a la postre fue encabezada por los generales Santa Anna y Victoria (Alamán 1969; Anna 1991; Bustamante 1985 [1846]; Iturbide 2001 [1823]). Pretextando falta de buque seguro, vientos contrarios a la navegación y quebrantos en su salud, Santamaría se encontraba aún en dicho puerto el 19 de marzo de 1823, cuando Iturbide renunció a la corona. [41] A instancias del Congreso mexicano, retomó entonces sus funciones diplomáticas en la capital del país, en cuyo ejercicio habría de permanecer hasta abril de 1828. [42] Entre tanto, publicó bajo el seudónimo del Capitán Chinchilla artículos en el periódico El Sol, en los que continuó atacando a Iturbide y promovió la adopción de una república central(Alamán 1969). No está de más indicar que sus intervenciones en la política interna mexicana llevaron a la Legislatura de Sonora y a El Correo de la Federación a solicitar a comienzos de 1828 a las autoridades de la Unión la expulsión de Santamaría (Roldán 1974).
Antes de concluir este apartado, conviene contrastar la primera experiencia de Miguel de Santamaría en México con la misión contemporánea de Joaquín de Mosquera en Lima. En efecto, a su paso por el Perú, el enviado de Colombia logró suscribir en muy pocos días un tratado de liga y confederación (6 de julio de 1822). La única dificultad que halló entonces Mosquera fue la tocante al establecimiento de límites, puesto que la provincia de Guayaquil, que en ese entonces se gobernaba de manera independiente, oscilaba entre incorporarse a Colombia o agregarse al Perú. [43]
Mosquera logró concluir, pues, con mucha mayor celeridad que Santamaría uno de los objetivos primordiales de la misión que Simón Bolívar había confiado a ambos. No obstante, esta desemejanza es menos importante que un resultado fundamental de las gestiones de uno y otro: así como Santamaría participó activamente en la caída de Iturbide, preconizando la adopción de un régimen republicano central, Joaquín de Mosquera no parece haber sido ajeno a la caída del ministro Bernardo Monteagudo. En efecto, queriendo frustrar los proyectos monárquicos que atribuía a San Martín, Mosquera se afanó desde su llegada a Lima por dar a conocer la república que representaba, así como “la justicia y magnanimidad de sus principios y moderación”. Esta labor parece haber sido de lo más fructífera, pues si, como pudo constatarlo, al principio nadie se atrevía a hablar de Colombia, pocos días después se vitoreaba el nombre de dicho país junto con el de su Libertador y se estampaba en las imprentas cuanto deseaba el plenipotenciario: la opinión favorable aumentaba “de un modo tan rápido” que los colombianos, a finales de mayo de 1822, estaban “de moda en Lima”. [44]
Justo antes de embarcarse con dirección a Valparaíso, Mosquera informó a Pedro Gual y a José Gabriel Pérez la deposición de Monteagudo, para expresar enseguida que tras dicho acontecimiento,
[…] se ha pronunciado la opinión pública tan general y enérgicamente contra la monarquía y a favor de la república que es ya imposible adopten otra forma de gobierno. Por la misma razón ha crecido infinitamente la opinión por Colombia y por su Libertador. Yo me he aprovechado de esta oportunidad y he obligado a un hijo de Lima a que haga reimprimir la constitución de Colombia que ya está en prensa. [45]
Así, pues, tanto en Lima como en México el sistema de gobierno adoptado por los diputados de la Tierra Firme en la convención de la villa del Rosario de Cúcuta tuvo mucho que ver con la frustración de los proyectos monárquicos.Como se ha visto, aquel ascendiente no puede entenderse sin la tarea propagandística de los plenipotenciarios de Colombia.
Los diplomáticos colombianos y la instauración de la república mexicana
Tras la caída de Iturbide, la influencia de Colombia y sus instituciones siguió siendo de la mayor actualidad, como lo demuestra la publicación en Nueva York de un libro de Vicente Rocafuerte en el cual, no está de más recordarlo, fue incluida la Constitución de Cúcuta. Considerando que era preciso dar dirección a la “chispa del patriotismo” para conservar los beneficios de la independencia en Perú, Chile y México, Rocafuerte se propuso demostrar con su obra que el sistema republicano era el único que convenía a la índole y al estado de civilización de los hispanoamericanos. En otras palabras, Rocafuerte se pronunció contra la doble amenaza representada por la tentación de establecer en el continente monarquías constitucionales o federaciones.Entre los argumentos empleados para defender estas tesis, hay uno particularmente interesante porque coincide con el espíritu de las misiones diplomáticas despachadas por Bolívar a México y a la América meridional. En efecto, según Rocafuerte, la uniformidad política del continente era absolutamente indispensable si quería establecerse en él una paz permanente (Rocafuerte 1823).
No obstante, con la disolución del Imperio de Iturbide, la imagen de Colombia dejó de suscitar entre los republicanos mexicanos el entusiasmo de un comienzo, sencillamente porque dejó de representar el género para convertirse en especie. Como lo demuestra un famoso discurso del padre fray Servando Teresa de Mier, en el marco de las discusiones sobre el sistema de gobierno más conveniente para México, la historia reciente de la Tierra Firme fue utilizada con un doble propósito: los acontecimientos del interregno fernandino, por una parte, fueron presentados de manera ejemplarizante para demostrar la inconveniencia de una federación entendida como “liga de potencias”. Por otra parte, los liberales mexicanos se distanciaron del modelo republicano de Colombia por considerar que presentaba una “concentración peligrosa” de la autoridad. [46]
Si bien hasta el final de su misión (12 de abril de 1828) [47] Miguel de Santamaría siguió promoviendo la imagen de Colombia, haciendo imprimir cuanto contribuyese a darle brillo, el triunfo de los federalistas mexicanos minó en buena medida el aura de prestigio de que había gozado la república. Además, la sublevación del general Páez, la promoción de la Constitución boliviana y los demás sucesos de 1826 afectaron irremediablemente la reputación del país. [48] A finales de dicho año, en una de sus comunicaciones con las autoridades bogotanas, Santamaría se refirió a aquel descrédito creciente:
Estaba en posesión Colombia de ser citada en México (como en todos los demás países) por modelo de estabilidad, orden y progreso de los nuevos Estados independientes de América. Nada más frecuente aquí que ponerla por tema y ejemplo de imitación. Los nombres del Libertador y del vicepresidente encargado del poder ejecutivo, han sido pronunciados siempre con la expresión del más alto respeto y simpatía, y el carácter del primer personaje ha sido reputado como esencialmente identificado con las glorias de su patria, sino generalmente con las de toda la América independiente. Es, pues, natural que las sensaciones que causen en contrario los temores de perder Colombia su Constitución, o de que ésta sufra una alteración sustancial antes del tiempo asignado por la misma, deban ser tanto más profundas, cuanto más íntimo ha sido hasta aquí el convencimiento de que la integridad del territorio de Colombia y sus adelantos a una sólida organización interior se habían fijado irrevocablemente. [49]
Para colmo, Santamaría había dejado para entonces de ser el único diplomático residente en México y su ascendiente había padecido una merma considerable en beneficio de los agentes de Inglaterra y Estados Unidos.El ministro de este último país contaba, en opinión del plenipotenciario colombiano, con una influencia notable, no sólo en virtud de ciertas logias masónicas yorkinas cercanas al gobierno, cuya fundación había promovido, sino también de los medios cuantiosos de que disponía y con los cuales ofrecía frecuentes convites, bailes y brillantes tertulias. Los amigos del plenipotenciario de Colombia, entre tanto, eran miembros del partido derrotado, estaban afiliados a las logias escocesas y eran tachados de borbonistas, aristócratas y monarquistas. [50] No obstante, hay evidencia de que las autoridades de Bogotá procuraron conservar hasta el final su influjo en la política interna de México. Una buena muestra de ello son las órdenes que José Rafael Revenga transmitió a comienzos de 1828 a Pedro Gual y Miguel de Santamaría, encargándoles que buscaran cuantos medios estuviesen a su alcance,
[…] a que el pueblo mexicano corrija sistemática y gradualmente los vicios que ya hubiere descubierto en su Constitución y a que para ello, eviten ustedes cuerda y oportunamente que ninguno se deslumbre con la prosperidad que hayan proporcionado a otros Estados sistemas de gobierno que requieren más luces o más virtudes que las que por desgracia tenemos nosotros, u otros menos calculados a los progresos del espíritu humano, o que inspiren menos confianza a los Estados vecinos. [51]
No está de más señalar que el intervencionismo colombiano de los años 20 del siglo XIX reposaba sobre la creencia de las autoridades de Bogotá de hallarse en un estadio político más avanzado que el resto de Hispanoamérica.La correspondencia de Pedro Gual desde la ciudad de México (1826-1829) lo demuestra abundantemente. En opinión de aquel hombre (que había diseñado ni más ni menos las relaciones exteriores de la República de Colombia), el federalismo en la América hispánica era un síntoma innegable de inmadurez política.Por lo tanto, neogranadinos y venezolanos, que pensaban haber superado aquella tara supuestamente congénita a la revolución, y comprendido que dicho sistema era inaplicable a las circunstancias propias de las antiguas posesiones castellanas de ultramar, podían permitirse adoptar un tono aleccionador de superioridad. [52]
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Re: Mexico no es bicentenario
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José Anastasio Torrens en Bogotá
Las circunstancias propias de la política interior mexicana durante los primeros años de vida independiente explican la tardanza con que aquel país despachó un representante cerca de la República de Colombia. En efecto, si bien ya en épocas de Iturbide se había decretado el despacho de una misión diplomática a Bogotá, [53] ésta tan sólo se concretó a finales de abril de 1825 con la llegada a dicha ciudad del coronel José Anastasio Torrens. [54] Natural de la villa de Huatusco, cerca del puerto de Veracruz, Torrens había estudiado en el seminario de Puebla, combatido en las tropas de Morelos (1812-1813), hecho las veces de agente de los revolucionarios en Estados Unidos (1815-1817) y tomado parte en la expedición del general Mina, en cuyo curso fue arrestado y conducido al presidio de Melilla. Tras ser liberado con la llegada de los liberales al poder, Torrens se dirigió a México. Una vez allí, fue nombrado secretario de legación en Estados Unidos de América por las autoridades del Imperio. Tras la caída de Iturbide, el gobierno republicano de México lo promovió al rango de encargado de negocios en Washington, primero, y a la legación en Bogotá, después (Roldán 1974).
La presencia de Torrens en Colombia obedecía principalmente al propósito de firmar convenios conducentes a la expulsión conjunta de los españoles del fuerte de San Juan de Ulúa y de las islas de Cuba y Puerto Rico. No obstante, este proyecto se vio frustrado por las guerras de Colombia en Perú, en un primer momento, y, posteriormente, por la decidida oposición británica, francesa y estadounidense a las hostilidades contra La Habana y San Juan.
Tras 15 días de residencia en Bogotá, Torrens advirtió a su gobierno acerca de la “increíble diferencia” que había en considerar a Colombia “desde afuera” y “ser espectador” de lo que pasaba “dentro”. En su opinión, los adelantos en las relaciones exteriores de la república permitían deslumbrar y esconder el desorden general de los ramos de la administración interior y el “despotismo militar más espantoso”. Torrens criticó además la asimilación malintencionada de las autoridades colombianas, que hacían de los partidarios del federalismo simples anarquistas. [55] Del mismo modo, pues, que Miguel de Santamaría en México se había convertido, en los tiempos del Imperio de Iturbide, en una prueba viviente de la posibilidad de establecer sistemas republicanos en la América antes española, Torrens, a su vez, encarnó en Colombia la viabilidad del federalismo en el continente, esto es, de su aplicación en países diferentes a Estados Unidos.
Simón Bolívar. 1825. Obra de Antonio Salas. (Ver PDF, página 59)
Las dificultades entre el coronel Torrens y las autoridades de Colombia comenzaron muy pronto, por cuestiones de protocolo y etiqueta. Ornán Roldán, quien estudió la correspondencia de Torrens con su comitente, ha demostrado que a partir de 1826 las aprensiones del plenipotenciario mexicano con respecto a Bolívar y el gobierno de Colombia en general se multiplicaron. Desde entonces, Torrens caracterizó al Libertador en sus comunicaciones como un mandatario ansioso de cortejar a los ingleses para consolidar “el poder militar”. Las convicciones políticas de Torrens explican la creciente simpatía del enviado con respecto a la figura del general Santander. Este sentimiento debía ser ostensible, puesto que en septiembre de 1827 el vicepresidente de Colombia se sintió autorizado a confiarle la salvaguardia de un paquete de documentos que debían ser publicados en caso de que acaeciese al remitente “una muerte violenta o una expatriación”. Ya en 1828, Torrens refirió sus sospechas de que Bolívar buscaba “un trastorno en México para probar que las instituciones republicanas no sólo no convienen a Colombia, sino a ningún Estado americano, a lo menos a los que pertenecieron a España”. [56]
No obstante, fue sólo en 1829, a raíz de la admisión del joven Agustín de Iturbide en el ejército de la república, cuando las relaciones se deterioraron de manera irreparable. Paradójicamente, correspondió a Miguel de Santamaría, quien tan activamente había participado en la caída del emperador mexicano, hacer embarcar al vás-tago de Iturbide en Nueva York con destino a Cartagena (Lomné 1829). Al conocer el reclutamiento, Torrens solicitó su suspensión por considerarlo hostil y contrario a los intereses de su país. Según explicó, quedando como quedaban aún en México restos del partido iturbidista, y no estando del todo consolidadas las instituciones republicanas, era peligroso proporcionarle al primogénito del emperador “una carrera que le diese nombre y partidarios” y lo incitase a reclamar algún día “derechos sobre el país”. [57] Tras consultar el asunto con Bolívar, el gobierno de Bogotá se negó a complacer a Torrens, recordándole que los Estados Unidos Mexicanos protegían a la familia de Iturbide, “manteniéndola a expensas de la nación”, y que ninguna ley impedía al joven “dedicarse a la carrera militar ni consagrar sus servicios a otra nación que vive en paz y en la mayor inteligencia con la suya”. [58]
Por lo dicho previamente acerca de las incidencias de la misión de Miguel de Santamaría en México, y particularmente a propósito de su oposición frontal al nombramiento de Iturbide como emperador, cabe decir que la incorporación de un vástago de éste en el Ejército colombiano entrañaba una contradicción manifiesta.¿Puede tenerse acaso como un indicio certero de la evolución de las concepciones políticas de Simón Bolívar y de sus más allegados colaboradores? ¿No constituía acaso la admisión del joven Agustín una prueba de que el Imperio mexicano no era ya percibido con la severidad de antaño? La promoción que entonces comenzaba a hacerse del establecimiento de una monarquía constitucional en Colombia confirma esta sospecha. Es por ello explicable que Torrens trajera a las mientes en sus comunicaciones al ministro Estanislao Vergara ciertos rumores publicados en el Evening Mail, según los cuales el Libertador pensaba erigir tronos o crear monarcas en la América antes española. Sea como fuere, la suposición fue juzgada ofensiva por las autoridades de Bogotá. [59]
La conducta de Torrens se hizo aún más chocante para el Gobierno colombiano por la cercanía que el diplomático estableció con el general Harrison, enviado extraordinario y ministro plenipotenciarios de Estados Unidos. Según el historiador Restrepo, ambos se mezclaron en los asuntos domésticos de la república, propugnando el establecimiento de un sistema federativo y esparciendo juicios desfavorables sobre Simón Bolívar (Restrepo 1858). [60] Al enterarse de los hechos, las autoridades de Colombia solicitaron al Ministro Mexicano de Relaciones Exteriores el relevo del diplomático, como una medida necesaria para conservar la buena armonía y las relaciones fraternales entre ambos países. [61] Como puede apreciarse, difícilmente podría establecerse una simetría tan perfecta como la existente entre las circunstancias que rodearon la misión de Miguel de Santamaría en México en 1822 y las que siete años más tarde enmarcaban los procedimientos de Anastasio Torrens en Bogotá. Así como aquel se había opuesto al Imperio de Iturbide, promoviendo el establecimiento de una república central, a imagen de la fundada en la Tierra Firme, Torrens conspiró contra el proyecto de establecer una monarquía constitucional en Colombia e impulsó la adopción en el país de un régimen federal. El desenlace de los conflictos generados por ambas conductas es también harto semejante. En efecto, así como Miguel de Santamaría fue expulsado de la ciudad de México por hallarse comprometido en una conspiración republicana, José Anastasio Torrens fue obligado a dejar la capital de Colombia a mediados del mes de octubre de 1829 por su complicidad en el levantamiento del general José María Córdoba en la provincia de Antioquia (Lomné 1829). Como este militar había cortejado a Fanny Henderson y esperaba casarse con ella (Posada 1914), [62] no le fue difícil ganarse la simpatía y el apoyo del padre de ésta, quien era entonces cónsul británico en Bogotá. Todo indica que fue Henderson quien sirvió de enlace entre el líder de la insurrección, el representante de México y el general Harrison, ex ministro plenipotenciario de Estados Unidos. [63]
Conclusiones
Según afirmó provocadoramente Gramsci, buena parte de la pretendida superhumanidad nietzscheana tiene como origen no tanto a Zaratustra como al Conde de Montecristo de Alejandro Dumas (Eco 1990). En ese sentido, cabe preguntarse si algún modelo heroico condicionó la trayectoria de los Libertadores hispanoamericanos. En sus Memorias de ultratumba, Chateaubriand trazó un interesante paralelo entre Washington y Bonaparte que viene como anillo al dedo para resolver este interrogante. Si bien el escritor bretón caracterizó a ambos héroes como “diputados de la Providencia”, cada uno simbolizaba, en su opinión, cosas por completo diferentes. Según Chateaubriand, a Washington correspondían una estatura humana y un accionar discreto y silencioso porque, más que su destino, encarnó el de Estados Unidos. Bonaparte, en cambio, combatió con estruendo y ansiedad porque sólo le interesaba su gloria y porque presentía que su misión sería corta “como una juventud fugitiva”: así, con “una mano depone a los reyes y con la otra abate al gigante revolucionario, pero al aplastar la anarquía ahoga la libertad y finalmente pierde la suya en el último campo de batalla”. Washington lleva una nación a la independencia, Bonaparte arrebata la suya a Francia; el uno termina sus días en un retiro honorable y doméstico, el otro muere en el exilio en los confines del mundo. La república de Washington subsiste, el imperio de Napoleón se extingue. Ambos héroes deben su destino a la libertad: el primero le fue fiel, el segundo traicionó su causa (Chateaubriand 1973).
El parangón establecido por Chateaubriand entre Washington y Bonaparte es pertinente porque los Libertadores hispanoamericanos oscilaron entre ambos polos para terminar siendo atraídos casi irreparablemente por el magnetismo preponderante del emperador corso. En el caso de Agustín de Iturbide, el paralelo con Bonaparte se imponía como una evidencia a sus mismos contemporáneos. El historiador Alamán refiere, por ejemplo, que para la ceremonia de coronación que se realizó en la ciudad de México “los trajes adecuados a la dignidad imperial se imitaron de las estampas que pudieron haberse de la coronación de Napoleón” (Alamán 1969, 396). Carlos María de Bustamante, entre tanto, afirma que Iturbide imitaba “en miniatura” al emperador de los franceses en las paradas militares, “cual pudiera hacer un cómico cuando hace el papel de un célebre personaje” (Bustamante 1985 [1846], 34). Y ¿qué decir de la Orden de Guadalupe, inspirada en la Legión de Honor? ¿Cómo no emparentar el fracasado regreso de Iturbide a México, tras un corto exilio en Italia, con el desembarco de Napoleón después de escapar de su reclusión en la isla de Elba?
En cuanto a Simón Bolívar, la propaganda revolucionaria lo muestra recurrentemente en un comienzo como un perfecto émulo de Washington. Tal es el caso, por ejemplo, de Vicente Rocafuerte, quien utiliza abundantemente la comparación en su Ensayo político y en su Bosquejo ligerísimo. No obstante, al concluir la campaña del Perú, la promoción de la Constitución boliviana, la instauración de la dictadura y el proyecto monárquico que impulsaron sus ministros empañaron la imagen republicana del Libertador de Colombia, haciéndolo ver cada vez más como un tirano ambicioso. En septiembre de 1828, el mismo Rocafuerte sospechaba que Bolívar se había “quitado la máscara del patriotismo”, que aspiraba a coronarse y que para lograrlo estaba dispuesto incluso a proporcionar a España la posesión de México.El émulo de Washington se había convertido en imitador de Bernadotte. [64]
Otro excelente ejemplo que muestra la degradación de Bolívar en un émulo censurable de Bonaparte (y Cromwell) es la polémica que sostuvieron a comienzos de 1829, en las columnas del Courrier Français, Benjamin Constant y el abate de Pradt acerca de la dictadura de Bolívar. [65] En efecto, la disputa demuestra la dificultad de conciliar el título de Libertador con el ejercicio de facultades omnímodas en que éste incurrió tras la disolución de la Convención de Ocaña. ¿Podía justificarse tal procedimiento arguyendo que la sociedad colombiana se hallaba en un estado informe y que era del todo incapaz de gozar de su libertad? En cuanto a Bolívar, ¿podía ser eximido del cargo de usurpador, en virtud de su pretendida moderación? Según Constant, todos los aspirantes a la tiranía deseaban siempre “ser obedecidos como amos y compadecidos como víctimas de su propia abnegación”, y el despotismo, más que en la manera de ejercer el poder absoluto, residía ante todo en el derecho que alguien concebía de atribuirse una autoridad omnímoda. En definitiva, un hombre, cualquiera que éste fuese, “carecía de facultades para salvar a un pueblo incapaz de salvarse a sí mismo”(Aguirre 1983, 336).
En buena medida, los desencantados retratos diplomáticos elaborados por Miguel de Santamaría en México y por Anastasio Torrens en Bogotá ilustran el arduo debatirse de los Libertadores entre la ley y el poder, entre la predestinación y la renuncia, entre la gloria y la ambición. Así mismo, son una clara denuncia de los efectos perversos generados por el procedimiento propagandístico de la heroización, que los independentistas usaron tan indiscriminadamente. En 1825 el abate de Pradt sugirió con agudeza en uno de sus libros que una revolución, al “personificarse” en nuevos Cromwell, corría el riesgo de ser fácilmente abordada, seducida y aplastada (Pradt 1825). En otros términos, los beneficios que la encarnación caudillista podía generar en cuanto a movilización y popularización de una causa terminaban pagándose muy caro, por la lamentable confusión establecida entre un ideario y un hombre asaltado permanentemente por tentaciones de todo género. Cuando Thomas Carlyle en 1840 describió la manera en que las Repúblicas colombianas hacían de cada reforma una revolución y llevaban a la horca a los antiguos ministros a cada cambio de gabinete (Carlyle 1902), ¿no estaba acaso poniendo de manifiesto, más allá de la caricatura, las derivas generadas por la exacerbación del culto a los grandes hombres?
REFERENCIAS
Archivo
1. Archivo General de la Nación (Bogotá), Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores, Delegaciones, Transferencia 2, t. 300, 307, 392-395, 399-401, 411; Transferencia 8, caja 633, carpeta 1.
Fuentes primarias
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Fuentes secundarias
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31. Zubieta, Pedro A. 1924. Apuntaciones sobre las primeras misiones diplomáticas de Colombia (primero y segundo períodos, 1809-1819-1830). Bogotá: Imprenta Nacional.
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[*] El artículo hace parte del libro que prepara el autor sobre la propaganda diplomática del reconocimiento de Colombia.«« Volver
[**] Doctor en Historia de la Universidad París 1 Panthéon-Sorbonne. Docente investigador del Centro de Estudios en Historia (CEHIS) de la Universidad Externado de Colombia, Bogotá. Autor del libro: Un Nuevo Reino. Geografía política, pactismo y diplomacia durante el interregno en Nueva Granada (1808-1816). Bogotá: Universidad Externado, 2010. Editor de las actas de los Colegios Electorales y Constituyentes de Cundinamarca y Antioquia, 1811-1812 (Universidad Externado, 2010). Correo electrónico: malvarrosa@live.fr.«« Volver
[1] Las misiones de D. Miguel de Santamaría y José Anastasio Torrens han sido estudiadas por Pedro A. Zubieta, (1924, 210-242) y Roldán (1974). Raimundo Rivas se refiere muy sucintamente al enviado de Colombia en México en su Historia diplomática de Colombia (1810-1934) (1961, 146-150). Rafael Heliodoro Valle ha publicado buena parte de la correspondencia de Torrens en su libro Bolívar en México (1993). Roberto Narváez ha estudiado los métodos criptográficos empleados por Torrens en al menos tres artículos: “Dos criptosistemas empleados por el coronel José A. Torrens en Colombia (1825-1826)” (2007-2008); “La criptografía diplomática mexicana en la primera mitad del siglo XIX. Tres ejemplos” (2008); “El ‘Diario No. 18’ (1829) de José Anastasio Torrens” (2009). Acerca de Torrens en Bogotá, ver también el artículo de Miguel Aguilera (1951) “Nuestros primeros percances diplomáticos”.«« Volver
[2] The Mexican Empire of Iturbide. Lincoln: University of Nebraska, 1990. Se utiliza aquí la traducción española de la obra El Imperio de Iturbide (1991).«« Volver
[3] Instrucciones otorgadas por Juan Germán Roscio a Fernando Peñalver y José María Vergara (Angostura, 7 de julio de 1819), agentes de Venezuela en la Corte de Londres, Archivo General de la Nación (AGN), Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE), Delegaciones, Transferencia 2 (DT2), t. 300, ff. 3-10.«« Volver
[4] Instrucciones otorgadas por Juan Germán Roscio a Fernando Peñalver y José María Vergara (Angostura, 7 de julio de 1819), agentes de Venezuela en la Corte de Londres, Archivo General de la Nación (AGN), Ministerio de Relaciones Exteriores (MRE), Delegaciones, Transferencia 2 (DT2), t. 300, ff. 3-10.«« Volver
[5] José Fernández Madrid al Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia (Londres, 16 de julio de 1828), AGN, MRE, DT2, t. 307, f. 137 v.«« Volver
[6] Miguel de Santamaría a Pedro Gual, ministro de Estado y Relaciones Exteriores (Cartagena, 19 de enero de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 4-5. Oficio de Simón Bolívar a Agustín de Iturbide (Villa del Rosario de Cúcuta, 10 de octubre de 1821). Gaceta de Colombia No. 77 (Bogotá, 6 de abril de 1823).«« Volver
[7] Santamaría a Gual (Kingston, 24 de febrero de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 7-13.«« Volver
[8] Ofcios de Santamaría a Pedro Gual y a Vicente Rocafuerte (México, 22 de julio y 5 de agosto de 1822), id., 103-106 y 90-91.«« Volver
[9] Al respecto, resulta del mayor interés la carta que Simón Bolívar dirigió al general José de San Martín desde Bogotá el 16 de noviembre de 1821: “si el gabinete español acepta el tratado hecho en México entre los generales Iturbide y O’Donojú, y se traslada allí Fernando VII u otro príncipe europeo, se tendrán iguales pretensiones sobre todos los demás gobiernos libres de América, deseando terminar sus diferencias con ellos, bajo los mismos principios que en México. Trasladados al Nuevo Mundo estos príncipes europeos, y sostenidos por los reyes del antiguo, podrán causar alteraciones muy sensibles en los intereses y en el sistema adoptado por los gobiernos de América”. Ver también la carta de Bolívar al general Carlos Soublette (Bogotá, 22 de noviembre de 1821). Bolívar (1979, 12-13 y 14-15).«« Volver
[10] Gustavo Otero Muñoz publicó un artículo sobre Miguel de Santamaría en dos revistas colombianas: “Don Miguel de Santamaría” (1930a y 1930b). Sin embargo, la mejor semblanza del diplomático es la de Ornán Roldán (1974).«« Volver
[11] Acta de instalación del Congreso General de Colombia (6 de mayo de 1821). Actas del Congreso de Cúcuta…, Bogotá, Presidencia de la República, 1990, t. 1, 1-4.«« Volver
[12] Santamaría a Pedro Gual (Veracruz, 27 de marzo de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 14-17.«« Volver
[13] Al respecto, resulta sumamente interesante el oficio que Miguel de Santamaría remitió el 23 de julio de 1823 a Lucas Alamán, secretario de Estado y de Relaciones Exteriores del gobierno de México. En la misiva, motivada por las negociaciones abiertas en la villa de Jalapa con los comisionados españoles Juan Ramón Osés y Santiago de Irisarri, el plenipotenciario colombiano recordó los esfuerzos siempre fallidos hechos por su gobierno para alcanzar la paz y exhortó a Alamán a mantener una “vigilante desconfianza”. Esta comunicación revela de manera elocuente que el móvil principal de la misión diplomática confiada a Santamaría era propiciar un rompimiento entre México y España, AGN, MRE, DT2, t. 393, ff. 44-47.«« Volver
[14] Oficio citado de Santamaría a Pedro Gual del 27 de marzo de 1822.«« Volver
[15] Oficio de Miguel de Santamaría al ministro de Estado y Relaciones Exteriores de la Regencia de México, José Manuel de Herrera (Veracruz, 23 de marzo de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 21-25. Este oficio ha sido publicado por Rafael Heliodoro Valle (1993).«« Volver
[16] El oficio de Santamaría a Agustín de Iturbide puede consultarse en AGN, MRE, DT2, t. 392, f. 34.«« Volver
[17] Santamaría a Herrera (México, 16 de abril de 1822), id., f. 43.«« Volver
[18] José Manuel de Herrera a Miguel de Santamaría (México, 3 de mayo de 1822), id., f. 42. Una copia impresa del decreto del Congreso Constituyente de México que reconoce a Colombia figura en id., f. 96. Tanto el oficio como el decreto fueron publicados en la Gaceta de Colombia No. 63 (Bogotá, 29 de diciembre de 1822).«« Volver
[19] Santamaría a Gual (México, 14 de mayo de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 393, ff. 26-28.«« Volver
[20] Santamaría a Gual (México, 16 de mayo de 1822), id., ff. 58-63.«« Volver
[21] Santamaría a Gual (Veracruz, 27 de marzo de 1822), id., ff. 14-17.«« Volver
[22] José Manuel de Herrera a Santamaría (México, 29 de marzo de 1822), id., f. 44.«« Volver
[23] Santamaría a Herrera (México, 16 de abril de 1822), id., f. 44.«« Volver
[24] Oficios de Herrera a Santamaría (México, 18 de abril de 1822), id., ff. 45 y 46.«« Volver
[25] Miguel de Santamaría a Pedro Gual (México, 14 de mayo de 1822), id., f. 75.«« Volver
[26] Miguel de Santamaría a Pedro Gual (México, 16 de mayo de 1822), id., ff. 58-63.«« Volver
[27] Oficio citado de Miguel de Santamaría a Pedro Gual del 16 de mayo de 1822.«« Volver
[28] Oficio citado de Miguel de Santamaría a Pedro Gual del 16 de mayo de 1822.«« Volver
[29] Santamaría a Gual (México, 24 de mayo de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 67-71.«« Volver
[30] Santamaría a Gual (México, 24 de mayo de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 67-71. A mediados de junio Santamaría insistió en la inconveniencia para Colombia de reconocer a Iturbide como emperador; ver su oficio a Pedro Gual, fechado en México el 16 de junio de 1822, id., ff. 29-30.«« Volver
[31] La invitación de José Manuel de Herrera a Miguel de Santamaría para asistir a la ceremonia de coronación fue fechada en México, el 20 de julio de 1822. El mismo día, el plenipotenciario de Colombia se excusó, pretextando problemas de salud, cf. id., ff. 84 y 85. Ver también, a ese respecto, el oficio de Santamaría a Gual del 31 de julio de 1822, id., 81-83 Santamaría a Gual.«« Volver
[32] José Manuel de Herrera a Santamaría (Tacubaya, 7 de agosto de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, f. 88.«« Volver
[33] Santamaría a Herrera (México, 9 de agosto de 1822), id., f. 89.«« Volver
[34] Santamaría a Gual (México, 15 de septiembre de 1822), id., f. 175. A propósito de los hechos del 26 de agosto de 1822, Bustamante ([1846] 1985), carta primera, y Robertson (1952).«« Volver
[35] Véase, por ejemplo, la representación redactada por Zabala y Fernández del 30 de agosto y la respuesta de Iturbide fechada el mismo día, que incluyó en su obra Carlos María de Bustamante ([1846] 1985).«« Volver
[36] Oficio descifrado de Santamaría a Gual (México, 18 de septiembre de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 181-182.«« Volver
[37] Oficio descifrado de Santamaría a Gual (México, 18 de septiembre de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 181-182.«« Volver
[38] Oficio descifrado de Santamaría a Pedro Gual (¿México?, 2 de agosto de 1822), id., ff. 252-253.«« Volver
[39] Oficio muy reservado de Miguel de Santamaría a su comitente (29 de marzo de 1826), AGN, MRE, DT2, t. 394, ff. 52-53.«« Volver
[40] José Manuel Herrera a Pedro Gual (México, 28 de septiembre de 1822), Miguel de Santamaría a Pedro Gual (Veracruz, 26 de noviembre de 1822), Pasaporte concedido por José Manuel de Herrera a Miguel de Santamaría para regresar a Colombia (México, 18 de octubre de 1822), AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 53-57, 192-194 y 263. Antes de su partida hacia Veracruz, el plenipotenciario de Colombia publicó un folleto vindicando su conducta, en el que ofreció una copia de los últimos oficios intercambiados con el Ministro de Estado y Relaciones Exteriores del Imperio acerca de su expulsión: Despedida del ministro plenipotenciario de la República de Colombia cerca del gobierno de México, México, Oficina de Don José Mariano Fernández de Lara, 1822, 9 p. Una copia de este folleto se encuentra en id., f. 262. Fue reproducido por la Gaceta de Colombia Nos. 79 y 84 (Bogotá, 20 de abril y 25 de mayo de 1823).«« Volver
[41] Santamaría a Pedro Gual (Veracruz, 12 de febrero, 19 de marzo y 16 de mayo de 1823), AGN, MRE, DT2, t. 393, ff. 32, 73, 74-75. A propósito del exilio de Iturbide, ver Robertson (1952).«« Volver
[42] Los diputados secretarios del Congreso mexicano al poder ejecutivo (2 de abril de 1823), AGN, MRE, DT2, t. 393, f. 76. “Méjico”, Gaceta de Colombia Nos. 96 y 102 (Bogotá, 17 de agosto y 28 de septiembre de 1823). La primera comunicación de Santamaría con el gobierno mexicano que sucedió a Iturbide está fechada en la capital del país el 23 de julio de 1823, AGN, MRE, DT2, t. 393, ff. 44-47.«« Volver
[43] Notas pasadas entre los plenipotenciarios de Colombia y Perú para la conclusión del tratado de liga y confederación y Tratado de liga y confederación, AGN, MRE, DT2, t. 411, ff. 76-81 y 104-106.«« Volver
[44] Mosquera a Sucre (Lima, 23 de mayo de 1822), id., f. 340.«« Volver
[45] Oficios de Joaquín de Mosquera a Pedro Gual y José Gabriel Pérez (Lima, 8 de agosto de 1822), id., ff. 96-99.«« Volver
[46] El discurso del padre Mier (11 de diciembre de 1823) fue incluido por Carlos María de Bustamante en su obra, Continuación del cuadro histórico…, pp. 200-213. Cabe indicar que, no obstante la adopción del sistema federal en México, según Santamaría, “una parte muy considerable de personas, cuyo juicio y conocimientos” eran “muy respetables”, insistían en que era preferible un gobierno republicano “pero más concentrado y unido”. Y que, como prueba de la validez de sus opiniones, traían a las mientes el ejemplo colombiano y sus resultados positivos; Santamaría a Gual (México, 25 de diciembre de 1824), AGN, MRE, T8, caja 633, carpeta 1, ff. 36-38.«« Volver
[47] Gual al Secretario de Relaciones Exteriores (Tacubaya, 18 de abril de 1828), AGN. MRE, DT2, t. 400, f. 49 v.«« Volver
[48] Santamaría al Secretario de Estado y Relaciones Exteriores de Colombia (México, 2 de mayo de 1827), AGN, MRE, DT2, t. 394, ff. 82-84.«« Volver
[49] Santamaría a Revenga (México, 25 de diciembre de 1826), id., ff. 115-117.«« Volver
[50] Oficio muy reservado de Miguel de Santamaría a su comitente (29 de marzo de 1826), AGN, MRE, DT2, t. 394, ff. 52-53; Santamaría a José Rafael Revenga (México, 12 de enero de 1827), id., ff. 199-211.«« Volver
[51] Revenga a Gual y Santamaría (Bogotá, 24 de febrero de 1828), AGN, MRE, DT2, t. 399, ff. 374-377.«« Volver
[52] Basten tres ejemplos: 1) el 25 de octubre de 1826, Pedro Gual refrió a José Rafael Revenga desde Acapulco que la situación de México era “muy semejante a la de Venezuela o Nueva Granada en sus primeros ensayos sobre el régimen federativo”, que “las mismas pasiones” agitaban los espíritus y que idénticas trabas embarazaban la administración de los negocios públicos en todos sus pasos. Por ello, pronosticó que el régimen sufriría variaciones sustanciales antes de constituirse de manera “firme y permanente”. 2) El 29 de enero de 1827 Gual volvió a afirmar que para comprender las circunstancias de México era preciso trasladarse a las primeras épocas de la revolución de la Tierra Firme, tiempos de descontento y exaltación, en que se cortejaba la soberanía popular de manera imprudente y pusilánime. 3) El 15 de noviembre de 1827, Gual predijo que la federación mexicana degeneraría en discordias políticas, pues era imposible “suponer el milagro de que unas provincias regidas poco ha por la recopilación de las leyes de Indias se convirtiesen repentinamente en los desiertos del Delaware con todos los puritanos independientes y republicanos del tiempo de Carlos II”. AGN, MRE, DT2, t. 400, ff. 17-18v, 20-22, 30v-32.«« Volver
[53] El 16 de mayo de 1822, Miguel de Santamaría anunció a sus comitentes que la regencia del Imperio había nombrado representantes en Colombia, Estados Unidos e Inglaterra. A postrero de julio del mismo año, Santamaría les indicó que la salida de los ministros se había frustrado por falta de dinero. Tres días más tarde, el plenipotenciario colombiano describió al enviado destinado a Bogotá (Manuel de la Peña y Peña) como “un joven oidor partidario que fue de los españoles, tímido y absolutamente ignorante de diplomacia” AGN, MRE, DT2, t. 392, ff. 58-63, 81-83 y 252-253. Sobre los nombramientos fallidos de ministros públicos de México en Colombia antes de 1825, cf. Roldán (1974).«« Volver
[54] Pedro Gual a Torrens (Bogotá, 23 de abril de 1825), AGN, MRE, DT2, t. 395, f. 2. Torrens fue presentado por el Secretario de Relaciones Exteriores al vicepresidente Santander el 28 de abril de 1825, “Relaciones Exteriores”, Gaceta de Colombia No. 186 (8 de mayo de 1825).«« Volver
[55] Torrens al Ministro de Estado y Relaciones Exteriores de México (Bogotá, 14 de mayo de 1825). Transcrito por Ornán Roldán (1974, 191-194).«« Volver
[56] Roldán (1974, 47-62). El ministro colombiano en la Asamblea de Tacuba-ya estaba al tanto de los “informes siniestros” de Torrens y sabía positivamente que en la Secretaría mexicana de Relaciones Exteriores existía un diario en el que aquel enviado se esforzaba en probar que el gobierno de Bogotá fomentaba la división en México “para hacerse partido e intervenir después en sus arreglos domésticos”, Gual a Michelena (Tacubaya, 10 de enero de 1829), AGN, MRE, DT2, t. 401, ff. 348-351.«« Volver
[57] Estanislao Vergara a T. P Moore (Bogotá, 17 de enero de 1830) y José Manuel Restrepo al Ministro de Relaciones Exteriores (Bogotá, 17 de octubre de 1829), AGN, MRE, DT8, caja 509, carpeta 17, ff. 113-115 y 123.«« Volver
[58] Estanislao Vergara al Ministro de Estado en el departamento de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos Mexicanos (14 de julio de 1829), AGN, MRE, DT2, t. 395, f. 23 v. Vergara al Secretario General del Libertador (Bogotá, 22 de julio de 1829), AGN, MRE, DT8, caja 731, carpeta 235, f. 22.«« Volver
[59] Estanislao Vergara a Torrens (Bogotá, 9 y 22 de abril de 1829), id., ff. 20 v. y 22. Véase también la carta que Torrens dirigió al Secretario de Relaciones Exteriores de México (Bogotá, 14 de abril de 1829) en Valle (1993, 123-124).«« Volver
[60] El pasaporte concedido a J. A Torrens para dejar el territorio de Colombia con su comitiva y sirvientes fue expedido por Estanislao Vergara el 17 de octubre de 1829 y remitido al diplomático una semana más tarde, con la siguiente nota: “Haciéndose cada vez más desagradable al gobierno la permanencia de usted en esta capital y teniendo informes muy detallados y auténticos de que ella es perjudicial a la tranquilidad pública, y siendo por otra parte probable que el retiro de usted se difiera algún tiempo, el gobierno, que debe conservar el orden en el país, ha creído conveniente usar del derecho que le asiste por la ley de las naciones con respecto a los ministros públicos y ha resuelto se extienda a usted el correspondiente pasaporte para que en el término de seis días, deje usted el territorio de esta república”, id., f. 25.«« Volver
[61] Véase el interesante “Diario reservado No. 18” de José Anastasio Torrens, transcrito por Roberto Narváez en su artículo del mismo nombre (en Restrepo 1858, 235-236).«« Volver
[62] Minuta de la conferencia tenida entre el señor coronel J. A Torrens y el honorable señor Estanislao Vergara, ministro secretario de Estado y Relaciones Exteriores el día 2 de enero de 1829, AGN, MRE, T8, caja 731, carpeta 234, f. 15.«« Volver
[63] José de Espinar al Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia (Cuartel General en La Plata, 17 de enero de 1827), id., f. 1; Estanislao Vergara a Torrens (Bogotá, 17 de marzo de 1829), AGN, MRE, DT2, t. 395, f. 19.«« Volver
[64] Rocafuerte al Secretario mexicano de Estado y Relaciones Exteriores (Londres, 18 de septiembre de 1828), Ramírez (1930, 240-242).«« Volver
[65] Fue reproducida en francés por Manuel Aguirre Elorriaga (1983, 336-355).«« Volver
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Fuente:
-Revista de Estudios Sociales-Revista No 38|Iturbide y Bolívar: dos retratos diplomáticos acerca de la cuestión republicana (1822-1831)[<a href="#*">*</a>]
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Re: Mexico no es bicentenario
Coincido con el retrato de la situación actual de nuestro país, pero me parece indispensable hacer las aclaraciones pertinentes en cuanto a ciertos personajes históricos que ud. retrata mal:
Hidalgo no fue genocida ni saqueador; las masacres y saqueos ocurridos fueron coyunturales, propios de cualquier levantamiento, darle toda la responsabilidad al cura Hidalgo es injusto además de no guardar proporción alguna los calificativos con los hechos.
Villa tampoco fue sólo un asesino en busca de fama, y como prueba el pequeño experimento social que hizo en su hacienda al final de sus días, no tenia ideas claras, es verdad, imposible que un adolescente fugado por enfrentarse al hijo de un hacendado tuviera acceso a la más mínima información de cualquier tipo, pero poseía una sensibilidad que lo animaba a mejorar la vida de las clases más humildes pese a sus grandes defectos que se vieron en no pocos actos de crueldad.
Santa Anna no fue un entreguista ante los EUA a diferencia de Gómez Farías o Melchor Ocampo, ¿Cómo serlo cuando él mismo dijo aquella frase napoleónica "La frontera entre Estados Unidos y México se fijara junto a la boca de mis cañones" o al haber enfrentado sin una pierna al ejercito más poderoso del hemisferio?
Comparto su animo de celebrar a los verdaderos patriotas, pero no veo cómo hacerlo con personajes de funesta memoria como los artistas Diego Rivera o su esposa Frida, personajes comunistas que no hubieran dudado en traicionar a México por sus filias tal y como lo hizo Juárez, sin mencionar que su fama ha sido obra de los guardianes de la cultura "correcta, librepensadora, progresista etc." más que por sus méritos artísticos, lo mismo con Agustín Yáñez.
Se debe celebrar tanto el inicio como la consumación de la lucha por la independencia.
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Re: Mexico no es bicentenario
Buen día. Soy mexicano, y ya que me presente, diré que en México se dice que España, esclavizo al todo el que no era españolito.
Que tontería, se dijo que en Nueva España el campesino de menor categoría era pobre si, pero libre. En cambio uno alemán estaba prácticamente en desventaja bajo la misma lupa.
No estoy de acuerdo con que los nativos eran unos salvajes sin noción de patria, imagino que aquel que lo dice ha vivido aqui al menos 10 años para andar a pie conociendo a la gente, y para notar la manifestación cultural que aquí floreció antes de la llegada hispana.
Seguramente son personas que nunca han visto el templo mayor en el D.F.
Tampoco han visto las hermosas pinturas murales de Cacaxtla, ni tampoco han escuchado las historias que inventaron para el entendimiento y aprendizaje.
Seguro nunca han visitado Xochimilco, ni han disfrutado de un buen octli(pulque) o un pavo en mole, no han notado que la virgen de Guadalupe es una manifestación diferente y mas nuestra, de la antigua deidad luna. No saben que la guerra florida, era posible porque existían diferentes naciones caracterizadas por etnia distinta.
Un ejemplo: ustedes aun, como muchos mexicanos, dicen azteca, en lugar mexica o meshica si quieren. Esto es erroneo pues azteca es el habitante de Aztlan, y meshica es habitante de Meshico-tenochtitlán. Ademas estaba la nación mazahua, la nación purempe, la nación totonaca, la nación huichol que aun existe como manifestación cultural, la nación zapoteca, llamada asi por la abundancia de zapote de la zona, la nación de cuautexcalan o tlaxcala como ahora se llama, la nación de cuaunahuac que es la actual cuernavaca bautizad por los españoles de la época, y podria seguir nombrando mas y mas....
En RESUMEN. un extranjero solo podrá hablar de un país ajeno durante su antigüedad, si le conoce personalmente, si no, solo dira su interpretacion de los hecho que seguramente tendra distorsión.
Los españoles no eran bárbaros estúpido que destruyeron el paraíso como unos indigenistas dicen, la conquista en primer momento no tuvo la grandeza que demandaba la empresa, pero si que la tuvo desde que comenzó a dar a todos los nativos por igual una cultura para todos, y el resultado somos nosotros, con la gallardía ibérica y ademas la fuerza brutal del americano.
Deberían leer:Los grandes problemas nacionales, de Andres Molina, tiene un apartado donde toca la antropología de los mexicanos, que seguramente les puede disipar dudas.
Hidalgo para mi junto al emperador Iturbide representaron el comienzo de la decadencia de occidente en las americas españolas. Aunque les respeto y al emperador le admiro, seamos sinceros, México sin España no existe, pues nos aportaron, sangre, religión, cultura milenaria, y lo mejor, nos hicieron parte de occidente y de Europa, eso ningún imperio lo intento, solamente Inglaterra:se dedico a saquear múltiples lugares sin aportar sangre ni mucho menos el toque anglo-escoces, España nos dio raza (la actual), se llevaron oro, ni como negarlo, en cambio nos dejaron el suyo.... uno que no se puede perder tan fácilmente, adivinen a que me refiero....
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Re: Mexico no es bicentenario
Cita:
Iniciado por
francisco rubio
Coincido con el retrato de la situación actual de nuestro país, pero me parece indispensable hacer las aclaraciones pertinentes en cuanto a ciertos personajes históricos que ud. retrata mal:
Al parecer no se dio cuenta que el texto no es de mi autoría, no obstante voy a contestar algunos de los planteamientos que hace. Quizás fue error mío no mencionar aquellos puntos en los que no estuve de acuerdo con quien lo escribió.
Cita:
Hidalgo no fue genocida ni saqueador; las masacres y saqueos ocurridos fueron coyunturales, propios de cualquier levantamiento, darle toda la responsabilidad al cura Hidalgo es injusto además de no guardar proporción alguna los calificativos con los hechos.
Tenga en cuenta que uno de los datos al que se le dio mucho énfasis con miras a exponer una visión más detallada sobre lo sucedido en ese periodo fue que el mismo Ignacio Allende quiso asesinar al cura envenenándolo; y justamente una de las razones que argumentaba el militar eran los excesos cometidos en contra de los peninsulares, que sabemos no fueron los únicos ultrajados, pero sí la gran mayoría; por poner un ejemplo, en la alhóndiga de Granaditas se habían guarnecido algunos criollos, mujeres indias y/o mestizas que fueron llevadas para preparar alimentos y hasta un italiano y su hijo.
En este video se trata el asunto.
http://www.youtube.com/watch?v=KSOVbKMqAxE
Acá un pequeño fragmento de un artículo hecho por la historiadora Guadalupe Jiménez Codinach sobre la película Morelos del año 2012 donde también se aborda esto.
Cita:
En la historia real, “Ciriaco del Llano y Agustín de Iturbide, con un reducido grupo de realistas, se internan entre las lomas de Santa María al oscurecer. Los insurgentes los atacan, los realistas se salen y regresan a Valladolid y las fuerzas insurgentes se disparan durante la noche y se destrozan entre sí”. Pero Iturbide dista de ser el ser cruel, represor y torturador como muestra el largometraje, de hecho Hidalgo ejecutó a más inocentes que él en Valladolid y Guadalajara, precisa.
A decir de la investigadora, la película es maniquea, “de buenos y malos. Son malos los realistas, los jefes de las tropas del rey son crueles, sanguinarios y cobardes en general, y no fue así.Por ejemplo, el realista Pedro Antonio Vélez, defensor del Fuerte de San Diego, cumplió con su deber con entereza ‘digna de encomio’, según el biógrafo de Morelos, el historiador Ernesto Lemoine”.
Nota original:
La película “Morelos”, otra pifia del sexenio
Por si eso fuera poco, cito las palabras del insurgente Mariano Jiménez, tomadas de las declaraciones hechas en Chihuahua, luego de ser aprehendido junto con los otros rebeldes al dirigirse a EUA a solicitar ayuda, que a su vez están extraídas de la página 24 este documento:
http://www.fifomi.gob.mx/web/images/...cia/impazy.pdf
Cita:
26ª. Preguntado: Si sabe o tiene noticias de los asesinatos que son notorios de Guanajuato, Guadalajara, Valladolid, Charcas, Real de Catorce, Matehuala y otros pueblos, cometidos en las personas de varios europeos y criollos, sin forma alguna de proceso mi aun concederle el último consuelo de confesarse si el mismo o sus secuaces de orden suya verbal o por escrito con su consentimiento y con…… los han ejecutado y quién a quiénes fueron los ejecutores de estos horrorosos crímenes.
Dixo: Que efectivamente tiene noticias de los asesinatos que contiene la pregunta y que ha oído decir que fueron los ejecutores de los de Guanajuato la misma plebe después de retirados los insurgentes y con ellos el que declara, que sería a las cuatro de la tarde del día veinte y cuatro de noviembre próximo pasado, y que un anglo-americano cuyo nombre no tiene presente fue el motor de ellos. (3) que los de Guadalajara y Valladolid fueron mandados por Hidalgo y ejecutados por un Loya y Agustín Marroquíny que los ejecutados por el Real de Catorce, Matehuala y Charcas los fueron por el mismo Loya y otros soldados del Ejército de Iriarte que el que declara ni ninguno de los que ha servido a sus órdenes han cometido crímenes de esta naturaleza y responde.
Como habrá notado, ninguno culpa a Hidalgo por TODOS los crímenes, sin embargo sí lo hacen responsable de haber incitado a cometer varios.
Cita:
Villa tampoco fue sólo un asesino en busca de fama, y como prueba el pequeño experimento social que hizo en su hacienda al final de sus días, no tenia ideas claras, es verdad, imposible que un adolescente fugado por enfrentarse al hijo de un hacendado tuviera acceso a la más mínima información de cualquier tipo, pero poseía una sensibilidad que lo animaba a mejorar la vida de las clases más humildes pese a sus grandes defectos que se vieron en no pocos actos de crueldad.
De él no opino porque no poseo datos suficientes y sólo conozco la versión oficial de su historia y unos cuantos detalles más.
Cita:
Santa Anna no fue un entreguista ante los EUA a diferencia de Gómez Farías o Melchor Ocampo, ¿Cómo serlo cuando él mismo dijo aquella frase napoleónica "La frontera entre Estados Unidos y México se fijara junto a la boca de mis cañones" o al haber enfrentado sin una pierna al ejército más poderoso del hemisferio?
La figura de Santa Anna sigue causando debates, yo por mi parte no tengo la típica visión de él como el villano favorito de la historia nacional. Sin embargo hay que recordar que fue uno de los implicados en la caída de Iturbide con el llamado Plan de Casa Mata.
No fue el único culpable de la desastrosa campaña de Texas, aunque resulta sospechoso el famoso descanso en el que echó a las tropas en San Jacinto y la posterior derrota a manos de Houston. Posteriormente, una vez que ya había caído prisionero de los gringos, fueron más responsables sus subalternos al haber acatado las órdenes de éste de retirar a las tropas de las zonas ocupadas, cuando sólo habían perdido un combate y habían batido muchas veces a los rebeldes texanos.
Respecto a la guerra de 1847, sólo puedo decir que más que la culpa del individuo, los destinos del país se vieron supeditados a la lucha de facciones y a la poca cohesión que había entre la población (y con mayor notoriedad en las altas jerarquías) del recién independizado país.
Cita:
Comparto su ánimo de celebrar a los verdaderos patriotas, pero no veo cómo hacerlo con personajes de funesta memoria como los artistas Diego Rivera o su esposa Frida, personajes comunistas que no hubieran dudado en traicionar a México por sus filias tal y como lo hizo Juárez, sin mencionar que su fama ha sido obra de los guardianes de la cultura "correcta, librepensadora, progresista etc." más que por sus méritos artísticos, lo mismo con Agustín Yáñez.
Aquí sí estoy totalmente de acuerdo con usted. Aunque en el caso de Rivera he de decir que varias obras de él son de mi agrado. Sobre Kahlo, tiene cuadros interesantes pero me parece bastante sobrevalorada.
Como ligera acotación, el comunismo militante de ambos (y de otros personajillos de esos) pudiera deberse a cierta característica que tenían en común muchos rojos y que va muy acorde con lo tratado en este tópico que encontré, abierto años atrás en Hispanismo:
Las ¿extrañas? coincidencias: marxistas y...
Pondré algo sobre ello ya que dispongo de información. Sirve que vamos engrosando la lista que aparece ahí.
Saludos
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
UN “MATADOR” INDEPENDENTISTA: AGUSTÍN MARROQUÍN…
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Y es que literalmente lo fue, un auténtico “matador”.
La fiesta brava no es ajena a los tiempos de la Independencia. Igual que en la Conquista o en la Colonia, tal o cual batalla ganada se suele celebrar con festejos taurinos. Se sabe que Miguel Hidalgo llega a vender toros de lidia y hasta en una ocasión es visto en la plaza de San Luis Potosí. Se cuenta que Ignacio Allende, tres días antes de que se diera el grito de Dolores, torea y lucha cuerpo a cuerpo con un burel en el palenque de gallos de dicha cuna. José María Morelos, por su parte, en su infancia tiene una estrecha relación con este tipo de ganado. Así, entre los llamados Padres de la Patria hay colaboradores, otrora toreadores profesionales, tal como es el caso de Agustín Marroquín, famoso no por sus hazañas en el ruedo —de las cuales no se conserva noticia alguna—, sino por unirse a las huestes independentistas.
La historia de Agustín Marroquín, conocido durante la independencia como el Torero Marroquín, es más bien oscura: no tanto por la falta de datos en torno a su persona —ausencia, sin embargo, notable a la hora de escribir su biografía[1]—, sino por su sanguinaria leyenda de matador, y no exactamente de toros.
Varios autores coinciden en afirmar que llega a la Nueva España en 1803 para servir de criado al virrey José de Iturrigaray y Aróstegui para, después de caer de su gracia, convertirse en torero, tahúr, ladrón, presidiario y, por último, brazo ejecutor del cura Hidalgo[2], quien al entrar a Jalisco lo libera de la cárcel, lo vuelve su mozo de estribo, coronel y verdugo de los enemigos de la Independencia hasta que, el 10 de Mayo de 1811, en Chihuahua, Marroquín es fusilado por la espalda.
Las pocas referencias en torno de este popular torero, más de nombre que de hazañas taurinas, se dan en su relación enfermiza con la muerte. Y el ejemplo más claro lo proporciona uno de los personajes de la novela de G. F. Ferry que, en torno al matador, señala:
…con una mano sostenía una antorcha, y con la otra blandía una de esas largas espadas de dos filos, que se emplean en las corridas de toros (…) Cubría su rostro una espesa barba, y su camisa, húmeda y ensangrentada, marcaba sus robustas espaldas. Sus ojos brillantes y la feroz expresión de su fisonomía, me hacían creer en una aparición diabólica[3].
Más adelante, Ferry pone el siguiente comentario en boca del torero:
Escucha, amigo. Has de saber que no he degollado esta noche (…) Esos doscientos españoles decían, como tú, que eran amigos del general, lo cual no ha impedido que… ¿creerás que aún tengo sed? El aguardiente puro no embriaga tanto como la sangre.[4]
Y el otro personaje describe:
El robusto torero, a quien había visto paralizar con mano poderosa los esfuerzos de los toros en las plazas, me venció de nuevo cuando un caballero[5]…
Valgan, pues, tales párrafos, propios más de la ficción que de la realidad, para lograr un perfil de un toreador que, pese a sus inconfesables vicios, representa una parte confusa de la historia no sólo Patria, sino tauromáquica, época en donde nada es lo que parece y en la que cualquier bandolero o no, con el arrojo y la fuerza corporal necesaria para enfrentar a un toro o asesinar a un hombre, puede participar en lo público o en lo privado en el espectáculo y evolución de la fiesta brava.
Algunos datos más acerca de su vida, los encontramos en la tesis de licenciatura en Historia que Benjamín Flores Hernández presentó en 1976, quien apunta:
De origen español,[6] quizás ya en su patria había ejercido la profesión de torero. En 1803 pasó a México, adonde vino acompañando a don José de Iturrigaray, en calidad de su criado. Aquí se encargaba de llevar a pasear a los hijos del virrey. Más adelante se hizo tahúr y luego lidiador profesional. No he encontrado noticias sobre las ocasiones en que entrara a bregar con toros en las plazas: sin embargo, parece que llegó a gozar de cierta fama. Tiempo después se convirtió en bandolero. Por un robo que hizo en México debió salir huyendo de la capital, logrando mantenerse oculto por un tiempo gracias a la ayuda que le prestó su antiguo amigo Antonio San Román –tío abuelo del sacerdote historiador Agustín Rivera-, quien lo escondió en Guadalajara. Aprehendido por fin en dicha ciudad, permaneció preso por espacio de algunos años hasta que lo libertó el cabecilla insurgente José Antonio Torres. Tal vez Miguel Hidalgo y Costilla lo conocía ya desde antes; el caso es que al entrar a la capital tapatía en noviembre de 1810 lo declaró públicamente libre de toda culpa y le encargó organizar la matanza de españoles en la propia Guadalajara. En las que él llamaba pomposamente sus “operaciones” llegó a privar de la vida a más de 700 peninsulares. Alcanzó grado de coronel. Siguió con la comitiva de Hidalgo hasta que todos los que iban en ella fueron aprehendidos en Acatita de Baján. Tras ser juzgado, fue fusilado en Chihuahua, al lado del mariscal Ignacio Camargo, el 10 de mayo de 1811[7].
[1] José de J. Núñez y Domínguez en su Historia y tauromaquia mexicanas, págs. 74 y 78, refiere dos novelas, que logran un acercamiento al personaje en cuestión: Sacerdote y caudillo, de Juan A. Mateos, México, Ed. Porrúa (“sepan cuantos…”, 514), y Escenas de la vida militar en México, del francés G. F. Ferry. FERRY, Gabriel (Seud. Luis de Bellamare): La vida civil en México por (…). Presentación de Germán List Arzubide. México, Talleres Gráficos de la Nación, 1974. 111 pp. (Colección popular CIUDAD DE MÉXICO, 23).
[2] Se desconoce cuándo, cómo y por qué Hidalgo se interesa por Agustín Marroquín, pero parece que su existe una relación entre ambos nacida antes de la misma conspiración de la Independencia.
[3] Núñez y Domínguez, op. cit., p. 79.
[4] Ibidem.
[5] Ibid.
[6] Aunque existen claras evidencias de que nació en el estado de Veracruz.
[7] Benjamín Flores Hernández: “Con la fiesta nacional. Por el siglo de las luces. Un acercamiento a lo que fueron y significaron las corridas de toros en la Nueva España del siglo XVIII”, México, 1976 (tesis de licenciatura, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México). 339 p., p. 311.
Fuente:
https://ahtm.wordpress.com/2011/06/1...quin%E2%80%A6/
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Re: Mexico no es bicentenario
martes, 22 de enero de 2013
SOBRE "HÉROES" Y TUMBAS:
Por Enrique Sada Sandoval.
Archivo adjunto 7588
Salió expuesto en casi todos los diarios de circulación nacional. La noticia para muchos, algunos ya lo sabíamos o acaso otros lo sospechaban de antemano, de que la gran colección de osamentas que reposan oficialmente bajo la Columna de la Victoria alada (los ángeles carecen de sexo, razón por la que no se trata de ningún “ángel de la Independencia” la estatua que corona el monumento central del Paseo de la Reforma), resultó ser un fraude. Sin duda una más entre las muchas sorpresas y comicidad que aún nos depara la Historia Oficial. Todos recordamos la solemnidad y el derroche con que el Gobierno Federal llegó a pavonearse en esa mezcla de ignorancia, soberbia y de mal gusto en donde expusieron al público los supuestos huesos “de los héroes que nos dieron patria”.
Así lo aseguraba Felipe Calderón y el ex director del INHERM José Manuel Villalpando quienes pese a cuestionamientos por parte de prensa y académicos, (sobre el supuesto “heroísmo” de los celebrados y la autenticidad de sus osamentas) con tal despotismo y teatralidad que nos recordó a Luís Echeverría y Ernesto Lemoine (vetando a periodistas) cuando las celebraciones del 150 aniversario de la Independencia en 1971, lo repitieron como dogma junto con el difunto Alfonso Lujambio: “No hay duda, se trata de los restos de Juan Aldama, Ignacio Allende, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Miguel Hidalgo, Mariano Jiménez, Mariano Matamoros, Francisco Javier Mina, José María Morelos, Andrés Quintana Roo, Leona Vicario, Guadalupe Victoria, Pedro Moreno y Víctor Rosales”. Sin embargo, para vergüenza de los mismos, hoy sale a la luz pública gracias a solicitud del IFAI ante el INAH que tanto Calderón como sus colaboradores estaban al tanto que los huesos eran un montaje urdido con osamentas de hombres, mujeres, niños y hasta venados. Cuando Ernesto Sábato publicó Sobre héroes y tumbas en 1961 introdujo la ceguera como elemento metafórico literario; sin embargo, en nuestro país pereciera que la invidencia suele ser lo mismo impuesta desde la infancia que autoimpuesta a la edad adulta como en el caso de ciertos académicos y políticos inescrupulosos a la hora de agitar el sahumerio de la Mentira Histórica para seguir cobrando sus quincenas.
Pero no todo está perdido si sabemos mirar la debacle de mitos y de huesos como el fin de una larga noche o la posibilidad de volver a empezar. Sin duda alguna la oportunidad se abre para que la clase política mexicana y los historiadores al servicio del Estado puedan redescubrir lo mejor de nuestro pasado, ilustrar a la población con auténticos prohombres y también, por que no decirlo, atreverse quizá a aprender algo nuevo.
Fuente:
Cuaderno de bitácora: SOBRE "HÉROES" Y TUMBAS: Por Enrique Sada Sandoval.
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Re: Mexico no es bicentenario
Seguimos con José Vasconcelos y la independencia, si bien el texto que voy a colocar a continuación deja ver ese discurso vasconcelista donde a la cuestión biológica de la raza le otorga gran importancia (no por nada el hombre era simpatizante de los nazis) y teniendo en cuenta que el sitio de donde saqué esta transcripción es de esa misma tendencia, opté por ponerlo ya que hay algunos puntos que son interesantes. Aunque de entrada, la visión de una guerra de castas, como parece dar a entender, me parece simplista tanto como el discurso de buenos vs malos; es necesario reiterar que fue una guerra civil donde hubo gente de todos los estratos sociales y todas las castas tanto en el bando realista como en el insurgente. Por eso las consecuencias de la fratricida conflagración fueron devastadoras (social, económica, demográfica y espiritualmente) para México y para el resto de los nacientes países hispanoamericanos.
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Méjico con “j”
Si a partir de esta entrada inicial no escribiré la palabra “México” con x sino con j es porque me rebelo frente a la concepción histórica que, desde niño, me inculcaron en la escuela en la Ciudad Méjico, donde nací.
El año pasado los nacionalistas mejicanos, incluso los más “güeros” (véase por ejemplo esta fotografía), celebraron el aniversario 200 de la independencia de Méjico. Gracias a Vasconcelos, creo que la forma en que se llevó a cabo la independencia representó un error no sólo para la historia de este país, sino para las otras colonias de habla hispana y portuguesa.
En esta entrada inaugural básteme citar un pasaje del capítulo “La Independencia” de Breve historia de México (México, D.F., Ediciones Botas 1944, págs. 255-260). El ilustre mejicano escribió:
La independencia de los pueblos americanos es el resultado de la desintegración del imperio español. Ninguna de las naciones de América había llegado a las condiciones de madurez que determinan la emancipación como proceso de crecimiento natural… Los hombres de más clara visión de la Colonia y los más patriotas, como por ejemplo, el Obispo Abad y Queipo, dieron a México por perdido y con razón, desde que se vio que era inevitable su independencia…
Desde el principio, la guerra se propuso destruir a los españoles que representaban la fuerza y la cultura del país. De igual modo que más tarde se desarrolló la lucha contra el criollo y hoy se libra contra el mestizo, todo a pretexto de libertar al indio; en realidad, para desenraizar la cultura española y reemplazarla con la nórdica [Vasconcelos se refiere oblicuamente a la cultura norteamericana].
Los dos pueblos más penetrados de la influencia española, México y el Perú, se resistieron a la independencia y la debieron a esfuerzos del exterior. Al Perú lo libertaron colombianos y argentinos…
En los Estados Unidos nunca se dio al movimiento independiente el sentido de una guerra de castas. Para que Morelos, por ejemplo, fuese comparable a Washington, habría que suponer que Washington se hubiese puesto a reclutar negros y mulatos para matar ingleses. Al contrario, Washington se desentendió de negros y mulatos y reclutó ingleses de América, norteamericanos que no cometieron la locura de ponerse a matar a sus propios hermanos, tíos y parientes, sólo porque habían nacido en Inglaterra.Todo lo contrario, cada personaje de la revolución norteamericana tenía a orgullo su ascendencia inglesa y buscaba un mejoramiento, un perfeccionamiento de lo inglés. Tal debió ser el sentido de nuestra propia emancipación, convertir a la Nueva España en una España mejor que la de la península, pero con su sangre, con nuestra sangre. Todo el desastre mexicano posterior se explica por la ciega, la criminal decisión que surge del seno de las chusmas de Hidalgo y se expresa en el grito suicida: “¡Mueran los gachupines!” [caló mejicano por españoles].
Ni a Washington, ni a Hamilton, ni a Jefferson, a ninguno de los Padres de la Independencia yankee les pasó por la cabeza la idea absurda de que un piel roja debía ser el Presidente o de que los negros debían ocupar los puestos desempeñados por los ingleses. Lo que nosotros debimos hacer es declarar que todos los españoles residentes en México debían ser tratados como mexicanos.
La idea de que la independencia tendiera a restablecer los poderes del indígena, no fue idea de indígenas. La emancipación, ya se ha dicho hasta el cansancio, no la idearon ni la consumaron los indios.La idea de soliviantar a los indios aparece en los caudillos de la emancipación que no encontrando ambiente para sus planes entre las clases cultas, recurrieron al arbitrio peligroso de iniciar una guerra de castas, ya que no les era posible llevar adelante una guerra de emancipación. Y a este cargo no escapa ni Bolívar, que en Colombia lanzó a los negros contra los blancos a fin de reclutar ejércitos. A los del Norte, semejantes procedimientos les hubieran parecido desquiciadores y lo son.
Fue, pues, un crimen, el hecho de lanzar a los de abajo contra los de arriba, sin plan alguno de mejoramiento social, y tan solo para tener soldados. En realidad, la idea de poner al indio al frente del movimiento insurreccional fue una idea inglesa. Uno de los que primeros hablaron de confederar al continente hispánico bajo el cetro de un descendiente de los Incas, fue Miranda. Las ideas se las dieron a Miranda ya hechas sus amigos, los dos mayores enemigos de la obra española en América, o sea los franceses y los ingleses.
Si durante la guerra de Independencia de los Estados Unidos algún agitador hubiese hablado de que el país nuevo debía ser gobernado por los pieles rojas, seguramente lo fusilan los patriotas como traidor. Entre nosotros todavía halla sonrisas quien habla de devolver el país a los indios. La propaganda inglesa bien sabía que los indios ni siquiera se darían por enterados; pero contaba con la ligereza, la vanidad, la estulticia de los criollos y los mestizos. Y aprovechaba ambos contra el español, porque destruido el español, estos países quedarían sin soporte étnico y divididos, por lo mismo, a merced de una nueva dominación.
Sin duda que un México gobernado por indios, convertido otra vez en azteca, se haría presa tan fácil como lo fue para Cortés. Aun suponiendo que lo indígena mereciera la restauración, lo que es absurdo imaginar, es obvio que los pueblos no retroceden trescientos años. Mucho menos en el caso de México en que ya la raza misma, aparte de las costumbres y las ideas, se había transformado.
El desprecio de la propia casta es el peor de los vicios del carácter.
Published in:
on mayo 24, 2011 at 11:19 pm Comments (1)
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Fuente:
http://nacionalismocriollo.wordpress...lismo-criollo/
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Re: Mexico no es bicentenario
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Eterno Retorno
Sunday, October 18, 2009
Publicada en El Informador # 3
La Conquista la hicieron los indígenas; la Independencia los españoles
Por Daniel Salinas Basave
Archivo adjunto 7618
El más rimbombante nacionalismo nos ha impuesto una versión ridículamente poética de la historia. Bajo esta visión oficialista, una nación llamada Anáhuac, poblada por sabias culturas de astrónomos, arquitectos y artesanos, es conquistada y esclavizada por el Imperio Españolgracias a la superioridad técnica y militar de su ejército. Después de tres siglos de esclavitud y tiranía, esta nación logra liberarse del yugo español gracias a un heroico movimiento insurgente que acaba con el tirano. Muy bonita historia la oficial, como para envolverse en la bandera y derramar patrióticas lágrimas. Lástima que sea una historia falsa.
La realidad es que al llegar los españoles a costas mexicanas en 1517, no existía en este territorio algo parecido a una nación. Existían muchos pueblos que hablaban lenguas distintas, la mayoría sometidos al dominio del pueblo mexica. Por simple lógica matemática, una expedición de menos de 500 españoles con apenas 16 caballos no hubiera derrotado jamás a un imperio de decenas de miles de bravos guerreros. Con todo y los arcabuces, tan complicados de disparar, las pesadas armaduras y los caballos (que como hemos podido ver no eran tantos) la expedición de Hernán Cortés jamás hubiera tomado la Gran Tenochtitlán. ¿Cómo lo logró entonces? La culpa de todo la tienen los tlaxcaltecas, diría Elena Garro. Hernán Cortés supo aprovechar a su favor los pavores supersticiosos de Moctezuma y sacar partido del odio que a los mexicas profesaban sus pueblos sometidos. Por cada soldado español, hubo diez tlaxcaltecas en la caída de Tenochtitlán en 1521. ¿La conquista la hicieron los indígenas? En cierta forma. Sin tlaxcaltecas, Cortés y los suyos jamás habrían vencido a Cuauhtémoc.
Ahora bien ¿la Independencia la hicieron los españoles? Ciertamente no la hicieron los indígenas.Es verdad que hubo rebeliones étnicas durante el virreinato, siendo la del maya Jacinto Canek en Yucatán la más sonada, aunque ninguna pudo triunfar y ni siquiera hacer tambalear el gobierno peninsular. También es verdad que en sus inicios, la insurgencia tuvo carácter de revuelta popular y el “ejército” de Hidalgo estuvo compuesto por el escalafón más bajo de la pirámide social. Sin embargo, la realidad es que la Independencia de México fue en esencia un movimiento criollo. Imposible concebir las independencias latinoamericanas sin el factor de la invasión napoleónica a España y la decadencia borbona. Los factores geopolíticos de la península fueron la clave del movimiento en América.
Cuando se habla de una guerra de once años, como fue la Independencia de México, lo coherente es creer que los avances y los triunfos del bando ganador fueron graduales y progresivos. Si la Independencia se consumó en 1821, sería muy lógico pensar que para 1820 el bando insurgente tenía dominado casi todo el país y que los realistas estaban a punto de rendirse. Pero el nuestro fue un movimiento independentista sui generis y atípico. La realidad es que para 1820, el movimiento insurgente estaba casi totalmente sofocado y en el Virreinato de la Nueva España se vivían tiempos de paz. De aquellos grandes ejércitos de Morelos y Galeana que fueron capaces de poner en jaque al virrey, tan sólo sobrevivía una reducida guerrilla comandada por Vicente Guerrero aislada en las montañas del Sur, que no representaba peligro alguno para la estabilidad del virreinato, mientras que el futuro primer presidente del país, Guadalupe Victoria, yacía oculto en las profundidades de una cueva en Veracruz donde sobrevivió casi un lustro como un ermitaño. Si nos atenemos al aspecto puramente militar, debemos concluir que cuando la insurgencia fue más fuerte y tuvo reales posibilidades de derrocar al gobierno peninsular, fue en 1812 y 1813, cuando los ejércitos de José María Morelos, Hermenegildo Galeana y Mariano Matamoros, lograron controlar casi todo el Suroeste del país. Cuando Morelos es aprehendido y fusilado en 1815, el ejército virreinal había asestado una herida mortal a la insurgencia. El virrey Félix María Calleja del Rey había pacificado por completo al país. Salvo por esa fugaz y relampagueante expedición encabezada por el navarro Francisco Javier Mina en 1817, lo cierto es que de 1815 a 1820 los realistas no tuvieron mayores dolores de cabeza con los insurgentes, reducidos a aisladas guerras de guerrillas
Con un virreinato casi limpio de focos de insurgencia ¿Cómo fue posible que en menos de diez meses se consumara la caída del gobierno español? Por la simple y sencilla razón de que al ambicioso y visionario jefe del Ejército Realista, Agustín de Iturbide, “se le ocurrió” proclamar la independencia mediante el Plan de Iguala. Los jefes realistas que habían combatido a sangre y fuego a los insurgentes, de pronto se dieron cuenta que para sus intereses, era mejor cortar de una vez por todas la cadena umbilical que los unía a la España del déspota Fernando VII, que había desconocido la Constitución de Cádiz. Iturbide, que había combatido con lujo de crueldad a las tropas de Morelos, de pronto se convertía en el defensor de la Independencia. Bustamante, Santa Anna, Filisola y otros jefes realistas se adherían al Plan de Iguala. Más como un símbolo de legitimidad que como estrategia militar, Iturbide pacta con Vicente Guerrero, jefe del último reducto insurgente original. Aunque no hubo abrazo ni fue en Acatempan, la unión de Iturbide con Guerrero legitimó al Ejército Trigarante, compuesto en su mayoría por soldados realistas. La Independencia la consumaron los que originalmente la habían combatido. Guste o no a la historia oficial, Iturbide, el sanguinario cazador de insurgentes, es en los hechos el único libertador de México.Haciendo un poco de historia comparada, vale la pena señalar que Simón Bolívar, José de San Martín, Artigas, O´Higgins y los principales libertadores de América, también fueron burgueses nacidos en la aristocracia criolla y formados en el ejército español como defensores del Rey. Salvo el caso de Haití, donde una rebelión de esclavos rompió las cadenas francesas, la liberación de América fue concretada por la alta burguesía criolla y en la mayoría de los casos, los indígenas continuaron en las naciones independientes reducidos a las mismas condiciones de miseria y esclavitud disfrazada que padecían en la colonia.
¿Hubiera podido Vicente Guerrero consumar la independencia? ¿Se habría roto tan fácilmente el vínculo con España de no haber cambiado de bando Iturbide? ¿Un Fernando VII más tolerante, liberal y reformista habría podido conservar sus colonias otorgándoles mayor autonomía? La historia de lo que pudo haber sido y lo que estuvo a punto de ser, yace escrita en la imaginación.
posted by Daniel at 2:42 PM
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Fuente:
Eterno Retorno
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Re: Mexico no es bicentenario
Cita:
los indígenas continuaron en las naciones independientes reducidos a las mismas condiciones de miseria y esclavitud disfrazada que padecían en la colonia.
En este caso, no pocos estudiosos han dicho que las circunstancias de estas comunidades empeoraron con la independencia, tal y como lo dice este altamente recomendable artículo:
Independencia, Reforma y Revolución ¿y los indios qué? Dos siglos de injusticia
Donde la frase más lapidaria del texto proviene del ya fallecido Carlos Montemayor cuando dice que:
“El liberalismo mexicano destruyó más comunidades en un siglo de las que la Colonia destruyó a lo largo de trescientos años”.
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Re: Mexico no es bicentenario
Y de paso uno se encuentra en los periódicos notas como éstas.
(Tomado del diario predilecto de los progres a los que tanto les gusta rebuznar contra España)
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San Luis y NL han ganado extensión a costa de la etnia
Luchan los nahola contra el despojo de sus tierras
Viven sin servicios y marginados de programas sociales
MARTIN SANCHEZ TREVIÑO CORRESPONSAL
Integrantes de la última comunidad indígena en Tamauilipas, los nahola, quienes reclaman terrenos ubicados entre San Luis Potosí y Nuevo León
Archivo adjunto 7621
Foto: Martìn Sánchez Treviño
Santa Ana de Nahola, Tamps., 7 de enero. Los nahola, la última comunidad indígena en Tamaulipas, reclaman desde principios del siglo pasado un predio que la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA) utilizó para crear al menos 11 ejidos en el municipio de Tula, en los límites de la entidad con San Luis Potosí y Nuevo León.
La comunidad nahola, de aproximadamente 3 mil habitantes, se ubica a 200 kilómetros de Ciudad Victoria, la capital de Tamaulipas. No se beneficia de programas oficiales del gobierno federal, por lo cual su actividad agrícola y ganadera es precaria. El abasto de agua es a cuentagotas: un camión cisterna sólo entrega cuatro garrafas por familia cada tres días.
La mayoría de los pobladores son ancianos, pues hombres y mujeres, apenas concluyen la secundaria, emigran indocumentados a Estados Unidos.
Hace siete años un grupo de mujeres naholas se organizó y elabora en forma artesanal champús de sábila, amole de lechuguilla, nopal, palma, manzanilla y dragú. Los gobiernos estatal y municipal, priístas, se niegan a financiarles proyectos productivos, lo que las mujeres atribuyen a que en la elección de 2004 apoyaron a otros partidos políticos.
Un antiguo litigio agrario
El representante de la comunidad nahola, Aniceto Gaytán García, promovió la demanda 507/2005 ante el Tribunal Unitario Agrario (TUA) para el distrito 30, con sede en Ciudad Victoria, por el cual reclamó 6 mil 748 hectáreas que ocupan dos ejidos creados por el Programa de Certificación de Derechos Ejidales (Procede). Además, el ex alcalde priísta de Tula, Magdaleno Barrón Mata, invade parte de esa superficie.
El reclamo de los indígenas va más allá. De acuerdo con un título de propiedad emitido en 1714 por el virrey de la Nueva España Fernando de Alencastre Naroya y Silva, la superficie nahola comprende 242 mil hectáreas, que incluirían parte de lo que hoy son tres municipios de Nuevo León, tres de San Luis Potosí y 17 de Tamaulipas.
La comunidad indígena está integrada por 103 ancianos, que, basados en el título virreinal y en un plano paleográfico del siglo XVI, promovieron una demanda para recuperar las tierras de sus ancestros y ser reconocidos como comunidad indígena.
Según la demanda, la propiedad de los nahola tenía como mojoneras naturales el lugar donde está actualmente la presa Guadalupe, en San Luis Potosí; el cerro de El Pilón, en Nuevo León, y el cerro de El Bernal, en el municipio de González, Tamaulipas, cerca del puerto de Altamira.
Los actuales municipios tamaulipecos que afectaron la propiedad indígena son Victoria, Güémez, Padilla, Jaumave, Bustamante, Miquihuana, Palmillas, Tula, Ocampo, Mante, Gómez Farías, Llera, Xicoténcatl, Antiguo y Nuevo Morelos, así como González.
En San Luis Potosí les quitaron territorio los municipios de Matehuala, Guadalcázar y Ciudad del Maíz, así como Mier y Noriega, Doctor Arroyo y Aramberri, en Nuevo León.
Varias resoluciones presidenciales emitidas entre 1920 y 1942 les reconocieron sólo 24 mil 39 hectáreas.
Como el gobierno federal pretendía continuar con el despojo de tierras para crear más ejidos, los nahola gestionaron en 1994 que se les declarara ejido con 24 mil 39 hectáreas, pero la Federación respondió que no podían serlo por su título de comunidad indígena.
En 1942 se les negó otra reconversión de 22 mil hectáreas, con el argumento de que la comunidad indígena estaba constituida por 295 nativos, y ''no existen necesidades agrarias en nahola''.
Los ancianos aseguran que, según sus ancestros, la mayor parte de la propiedad y el mismo título de comunidad indígena fue afectado antes y durante la Revolución, al constituirse haciendas.
Los vicios de la SRA y del Procede
En su primera promoción ante el TUA, los demandantes reclamaron las tierras que la SRA dio a los ejidos San Pablo, Terrones Benítez, 20 de Noviembre, Tanque Blanco, Lázaro Cárdenas, San Juan, Celso Huerta, La Tapona, Nicolás Medrano, Gasmones y Gavial.
El asesor jurídico de los indígenas, Juventino López Ruiz, recordó que varios gobiernos federales entregaron 24 mil 39 hectáreas de los nahola a ejidos y pequeños propietarios desde 1938. Entre los despojos destacan el ejido José María Morelos, de reciente creación, y el perpetrado por el ex edil Magdaleno Barrón Mata.
Acotó que durante las últimas dos décadas, el Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares (Procede) ha manipulado los documentos sobre las posesiones de los nahola para reconocer nuevas adjudicaciones.
Añadió que no se ha cumplido el artículo 262 del Acuerdo Nacional para el Campo, que ordena a resolver problemas añejos de la tenencia de la tierra.
Los demandantes esperan la resolución de la promoción 507/2005 para reclamar 218 mil 961 hectáreas, donde están asentados 17 municipios tamaulipecos, tres de Nuevo León y otros tantos de San Luis Potosí.
Piden la reconversión en bienes comunales
El patriarcado de la comunidad, en voz de Aniceto Gaytán García, dijo estar consciente de que si no existe voluntad del gobierno para devolver a los nahola 6 mil 748 hectáreas, mucho menos les restituirán 218 mil 961.
Por ello, la meta de los comuneros es exigir en litigios posteriores una indemnización por la superficie, basada en el Acuerdo Nacional para el Campo, o reconvertirla en bienes comunales propiedad de Santa Ana de Nahola.
Gaytán García expuso: ''Los bienes comunales son inafectables, aun con la reforma al artículo 27 constitucional, que también otorga protección a comunidades indígenas. Pero a los gobiernos se les hace más fácil afectar comunidades indígenas que latifundios de particulares''.
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Fuente:
Luchan los nahola contra el despojo de sus tierras - La Jornada
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Re: Mexico no es bicentenario
El caso de los nahola no ha sido el único al que se han tenido que enfrentar los gobiernos del México independiente. Podríamos decir que casi desde su inicio como nueva nación, empezaron los inconvenientes con los indígenas, así como lo dice este texto.
Voy a ser sincero, no transcribí todo lo que decía el capítulo de donde saqué esto, ya que muchas veces cae en la misma visión demagógica de siempre, donde habla de los “300 años de afrentas” reflejados en el salvajismo con el que fueron asesinados muchos peninsulares (que no fueron los únicos afectados, como se ha dicho) a manos de los indios durante la guerra, eso sí, obviando a aquellos que se mantuvieron del lado de los realistas.
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… Un liberalismo tímido y romántico proclamó los derechos del hombre: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Se abolió la esclavitud y el sistema de castas. Desde entonces todos los habitantes de la antigua Nueva España – criollos, mestizos, mulatos, indios y negros – se llamaron ciudadanos. Todos los ciudadanos eran iguales y no podía haber un sector de la población con leyes privativas: las Leyes de Indias fueron condenadas.
La posición de los creadores del México Independiente teóricamente era justa; había que destruir todo signo de vasallaje y en esta categoría se encontraban las Repúblicas de indios, engendro exclusivo –se pensó- de la dominación española.El Honorable Congreso de Veracruz tomó la iniciativa a este respecto y decretó la desaparición del gobierno discriminatorio y con él la existencia de tierras y fondos de comunidad, incompatibles con una estricta filosofía liberal. Pronto el Congreso Nacional siguió los pasos de los legisladores jarochos y dispuso la desaparición del indio; de una simple plumada asentó la convicción liberal de que en México sólo había ya ciudadanos libres iguales y fraternos.
El romanticismo y la demagogia liberal, racionalizando en esta forma, sumieron a los indígenas en la miseria más absoluta.
[…]
¿Cuál fue la respuesta de los indios? ¿Cuál la de los directamente afectados?
Su reacción primera fue de protesta: exigieron de sus libertadores el reconocimiento del derecho a gobernarse por sí mismos de acuerdo con sus patrones tradicionales.Una República de indios, la de Tlacotalpan de la provincia de Veracruz rechazó la igualdad que tan a su desagrado se le concedía y solicitó de la Honorable Diputación se le reintegrara su antigua forma de gobierno.
Para ella fue la siguiente contestación que en orden del 21 de agosto de 1824 se le envió por conducto del Gobernador de la Provincia:
Excmo. Señor: Conformándose este honorable Congreso con el dictamen de su Comisión de Peticiones en que hace el ciudadano Juan del Sacramento a nombre de las parcialidades de Tlacotalpan, en número de cuatrocientos individuos,sobre que se les permita la creación de su Cabildo y demás costumbres que tenían bajo el Gobierno Español, ha tenido a bien disponer: Que se devuelva por conducto de V. E. esta solicitud de los naturales de Tlacotalpan, para que se encargue de manifestarles del modo más conveniente lo ilegal e injusto de su petición.
El caso de Tlacotalpan es ejemplar. En este pueblo como en tantos otros de México coexistían dos grupos de población separados por la Legislación de Indias, a saber: los de razón y los naturales. Al decretarse la desaparición de las Repúblicas de indios, privativa de los naturales, se creó un Ilustre Ayuntamiento, cuerpo que naturalmente cayó en manos de los criollos, mestizos y mulatos ilustres, quedando sin voz ni representación los rústicos y miserables indios que, iguales, más sin amparo ni defensa, sucumbieron durante el periodo independiente como no habían sucumbido durante la dominación extranjera.
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Fuente:
Aguirre Beltrán Gonzalo, Formas de Gobierno Indígena, Instituto Nacional Indigenista, México, 1981, pp. 58 – 60
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Re: Mexico no es bicentenario
Otro texto más que interesante y aunque no estoy de acuerdo en algunos en puntos, como que el 16 de septiembre “inició la independencia”; trata cosas interesantes como el caso de los yaquis de Sonora, a quienes los flamantes gobiernos liberales (los buenos del cuento según la historia oficial) les hicieron una guerra durísima.
La información está tomada de otra fuente favorita de todos aquellos que dicen estar siempre del lado de la verdad.
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A pesar de todo, la mayoría siente orgullo por su mexicanidad: Lorenzo Meyer
Hay que celebrar el 16 de septiembre, pero también hay que tener en cuenta el enorme precio que se ha pagado por la construcción de la nación mexicana, sostiene el historiador.
http://hispanismo.org/attachment.php...tid=7639&stc=1
(Foto: Cuartoscuro)
Redacción AN
Septiembre 15, 2014 6:45 pm
A pesar de todos nuestros problemas, hay en México un deseo mayoritario de seguir adelante como comunidad, de continuar unidos como organización social, comentó el historiador Lorenzo Meyer en la primera emisión de Noticias MVS.
De acuerdo con una de las recientes encuestas de opinión, cuando se pregunta a los encuestados si se sienten bien siendo mexicanos, la enorme mayoría dice que sí, prevalece el orgullo de ser mexicano y ésa “es una oportunidad para construir algo”, dijo.
“Les preguntan que, si tuviera la oportunidad de irse a otro lado (supongo Estados Unidos), alrededor de un tercio dijo sí, y de ese tercio solamente la mitad, dijo que lo haría sólo si tuviera los documentos. Es una pequeñísima parte, menos del 5%, que está descontenta de ser mexicana, explicó.
El académico de El Colegio de México explicó que hay que celebrar el 16 de septiembre, pero también hay que tener en cuenta el enorme precio que se ha pagado por la construcción de la nación mexicana y lo mucho que está por construirse. “Ha sido muy defectuosa, una nación llena de ilegalidades, injusticia y cuentas pendientes”.
En este momento, hay una buena cantidad de cosas de las que yo como mexicano no estoy nada orgulloso, señaló. “Hay cosas de cambiar que todos los días se escucha una lista de problemas larguísima, como el caso de los yaquis, una pequeña piedra en el zapato del gobierno de Sonora y del gobierno federal”.
Otras nacionalidades
El analista añadió que México debe ser generoso con las otras nacionalidades que todavía quedan, como la tribu yaqui, cuyo dirigente fue detenido la semana pasada.
“Debemos sentir (su detención) como propio su agravio y no serles indiferentes”, dijo en referencia a Mario Luna, secretario y vocero de la tribu yaqui, detenido el pasado jueves 11 de septiembre.
Luna ha luchado en contra de la construcción del Acueducto Independencia y fue aprehendido en Sonora por ser presuntamente responsable de los delitos de privación ilegal de la libertad y robo.
Meyer hace referencia al lo que dijo el historiador Adolfo Gilly, que se comete una más de las injusticias contra los yaquis a los que se les ha tratado “de una manera horrorosa por los gobiernos nacionales: deportados de sonora, bombardeados por los propios ejércitos revolucionarios una vez que les ayudaron, y han sido traicionados. Sólo el general (Lázaro) Cárdenas se mostró ante los yaquis con la suficiente humildad y calidad de gobernante para reparar un poco el daño que les habían hecho”, afirmó.
Al crearse la nación mexicana se aplastaron otras naciones, por ejemplo los yaquis, son una nación, lengua, religión, organización social y tenían hasta ejército.“La nación mexicana vía el Ejército Mexicano la aplastó”, dijo.
Hizo referencia a los países de Europa donde están a punto de decidir su independencia, por ejemplo Escocia, ahí no hay guerra civil, “es una votación y el proceso sería de lo más civilizado y pacífico, tomando en cuenta que los escoceses anteriores, no pudieron ser dominados ni por los romanos. No van a tener que pagar el altísimo costo que pagó México”.
Independencia del rey
Explicó que la independencia de México empezó realmente sin que la sociedad mexicana estuviera preparada para tal evento. “Sí había habido protestas por la expulsión de los jesuitas o por una política fiscal de la corona y había inconformidad de las clases altas y medias pero no la idea de una nación. México era un reino de la Nueva España y la idea de una nación realmente se formó hasta la revolución mexicana”.
“(La Independencia) Fue un desastre, una guerra civil durísima, una guerra sin cuartel, una masacre que no le pide nada a masacres de todo el mundo”, dijo.
La independencia mexicana se inicia como resultado no pensado y no planeado, del esfuerzo español de liberarse de los franceses. El inicio de la independencia es el 16 de septiembre y en febrero de 1821 cuando se llega a la conclusión del proceso, afirmó.
Temas relacionados:
Fiestas patrias
Opinión
Poderes
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Fuente:
A pesar de todo, la mayoría siente orgullo por su mexicanidad: Lorenzo Meyer - Aristegui Noticias
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Re: Mexico no es bicentenario
Artículo para entender cuál es el origen del culto a los insurgentes como héroes de la patria; si es cierto que Iturbide se pasó del lado de los rebeldes como algunas versiones dicen; por qué se ha demeritado el nombre del caudillo de Iguala borrándolo hasta del famoso “grito de Dolores”.
Lo que queda claro es que nuestros “Honorables” Congresos se han dedicado desde tiempos remotos a debatir cosas baladíes en vez de enfocarse en aquellos temas de importancia vital, cosa que hasta el día de hoy padecemos.
:rolleyes:
Imperdibles lo que dice en la reflexión final, ayudará a despejar muchas dudas.
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CADA QUIEN SUS HÉROES [ 1 ]
María José Garrido Asperó
Introducción
La unión de los insurgentes con los antiguos realistas y la rendición de la autoridad virreinal dieron a todos la impresión de que después de once años de guerra la revolución había terminado.La confianza en la paz y en el futuro promisorio de la nación era el sentimiento común que embargaba a todos. La ciudad de México, sede de los poderes del Imperio Mexicano y residencia de los jefes militares que proclamando el Plan de Iguala consumaron la independencia, con sobrados motivos se desbordó en festejos.
El 27 de septiembre de 1821 la ciudad recibió a los dieciséis mil hombres del Ejército Trigarante; el 28 y 29 celebró la instalación de los poderes legislativo y ejecutivo interinos: la Suprema Junta Provisional Gubernativa y la Regencia; el 27 de octubre, por disposición de la Junta, juró y proclamó públicamente la soberanía del Imperio; honró en varias ocasiones al primer jefe Agustín de Iturbide, a quien sus más acérrimos y antiguos enemigos reconocían entonces como el héroe de Iguala; hizo infinidad de misas, paseos y procesiones agradeciendo a la Providencia la independencia que ahora festejaba.
Tan continuas festividades, observó Juan de Dios Arias, no impidieron que el disgusto y el espíritu de oposición se presentaran.[ 2 ] Efectivamente, pasado el entusiasmo septembrino, cuando la independencia así conquistada intentó hacerse gobierno, entre fiesta y fiesta, brotaron las debilidades y contradicciones del pacto político-militar de Iguala. El debate sobre la mejor manera de organizar a la nación y la exclusión de los insurgentes y de la insurgencia en el proyecto nacional de Agustín de Iturbide, sumados al desaire de Fernando VII a la corona del Imperio Mexicano y al desconocimiento de su independencia, condujeron a la reanudación de las hostilidades.
El problema inicial, el que fracturó al Imperio, no fue, sin embargo, el enfrentamiento abierto entre dos proyectos distintos de nación: la monarquía liberal, aun con Iturbide como emperador, o la república, que a decir del mismo Agustín de Iturbide eran los sistemas políticos que más comentaban los habitantes de la Nueva España en los días previos a que él proclamara el Plan de Iguala. La fragilidad del Imperio tuvo su origen en las difíciles y poco claras relaciones que prevalecieron entre los poderes ejecutivo y legislativo y, en consecuencia, en la distinta interpretación de la fuente de la que emanaba la autoridad soberana.
En un tono similar al de las Cortes Generales y Extraordinarias de Cádiz y al Congreso de Chilpancingo, a la Constitución Política de la Monarquía Española y al Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, el poder legislativo del Imperio Mexicano -la Suprema Junta primero y después el Congreso Constituyente- se asumió como el poder preponderante en el proceso político al que debían quedar subordinados el judicial y el ejecutivo, independientemente de que el titular de este último se llamara Fernando VII o Agustín I.
Agustín de Iturbide, como el héroe de Iguala, como el presidente de la Regencia y principalmente como el emperador, consideró que el legislativo limitaba las facultades y poderes que por naturaleza le pertenecían. Como propone Timothy Eagan Anna, Iturbide no estaba dispuesto a someter sus decisiones a las opiniones de una Junta, y luego a las de un Congreso, que a su juicio eran su creación.[ 3 ] Para el Generalísimo-Almirante el poder legislativo debía su existencia a la labor que él exitosamente emprendió en la Nueva España. Además, la Junta y el Congreso le habían manifestado hostilidad y, por si fuera poco, eran del todo ineficientes. La Junta porque no tuvo la capacidad de convocar inmediatamente a un Congreso y éste porque no pudo redactar la Constitución del Imperio.[ 4 ]
Agustín de Iturbide estaba convencido de que su poder era legítimo porque gracias al Plan de Iguala que, afirmó era de su autoría, la Nueva España después de once largos y destructivos años de guerra consiguió independizarse; porque él, a nombre de la nación, firmó los Tratados de Córdoba; porque él había sido reconocido por los diversos sectores del Imperio como el jefe militar y como el héroe de Iguala y, finalmente, porque él había sido proclamado por el consenso popular y el Congreso como el emperador; porque ambos documentos, el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, aceptados por todos los sectores político-militares, eran las bases del Imperio Mexicano hasta que el Congreso redactara la Constitución. Agustín de Iturbide simplemente consideraba que en él "estaba depositada la voluntad de los mexicanos".[ 5 ]
Así, como señala Luis Villoro, el Imperio Mexicano nació padeciendo una dualidad de soberanías.[ 6 ] Las diferencias entre las atribuciones y límites de los poderes se manifestaron desde que la Suprema Junta, habiéndose autonombrado soberana, se opuso a que Iturbide reuniera en su persona la jefatura de las fuerzas armadas, la presidencia de la Regencia y de la Junta. Se complicaron cuando se estableció el Congreso Constituyente y se fracturó la aparente unidad de los ejércitos y de los líderes que proclamando el plan de Iguala habían consumado la independencia.
Los desacuerdos entre los poderes ejecutivo y legislativo del Imperio se hicieron irreconciliables cuando la facción republicana en el Congreso se fortaleció con la presencia de los diputados más adictos a aquel sistema de gobierno y por la alianza que éstos hicieron con los borbonistas después de que España desconociera los Tratados de Córdoba, cuando existían claramente dos propuestas distintas de nación: la monarquía constitucional con Iturbide como emperador o la república.Cuando los diputados republicanos o simplemente los desafectos a Iturbide interpretaron, con sobrada razón, las acciones del emperador como un exceso de las facultades del ejecutivo que vulneraban la división de poderes y advirtieron la amenaza de una monarquía absoluta. Así, como proponen Luis Villoro y Timothy Eagan Anna, en el centro de todas las diferencias políticas del Imperio Mexicano se encontraba el desacuerdo entre Iturbide y el Congreso sobre sus respectivos poderes.
En este contexto, la selección de los héroes de la independencia, facultad que era competencia del legislativo, se convirtió en un importante tema en disputa.Cada grupo propuso la celebración de los acontecimientos y el reconocimiento de los personajes que no sólo eran la explicación del pasado, el presente y el futuro que proponía cada facción, sino que además podían contribuir a legitimar y perpetuar el sistema político que cada grupo deseaba establecer.
La valoración del pasado reciente y de los individuos que se distinguieron en él por sus hazañas militares y/o por la propuesta de nación que en su momento abanderaron, fueron los criterios de autoridad para validar los proyectos políticos y mostrar los progresos que cada grupo representaba, por ello la selección de los héroes de la independencia expresó la disputa entre los poderes ejecutivo y legislativo del Imperio Mexicano y se convirtió en bandera de distintos proyectos de nación: la monarquía liberal o la república.[ 7 ]
Los diputados desafectos a Agustín de Iturbide, los que habían participado en la insurgencia y los partidarios de la república intentaron premiar el mérito de los insurgentes y decretar días de festividad nacional las fechas que recordaban a la insurgencia, reconociendo así que el origen y el futuro del nuevo Estado independiente tenía sus antecedentes en 1810 y no, como Iturbide pretendía, en 1821; es decir, en el grito de Dolores y no en el Plan de Iguala. Introducían además en la discusión política la opción de la república como forma de gobierno, sistema relacionado con aquellos caudillos, particularmente con José María Morelos.
Agustín de Iturbide, por su parte, no estaba dispuesto a conceder que el nuevo Estado tuviera como referencia constante y argumento histórico fundador la destrucción, el desorden y el odio que a su juicio caracterizaron a aquella revolución. Ésta no podía ser la base sobre la que se construyeran los cimientos y el futuro de la nación; era la contradicción de la garantía de la unión, base del proyecto iturbidista.Tampoco deseaba que se facilitara la discusión sobre otro sistema de gobierno que no fuera la monarquía constitucional.
Así, las diferencias de opinión que se presentaron en el Congreso y entre éste y Agustín de Iturbide sobre los personajes que debían ser reconocidos como héroes de la independencia se apoyaban, por un lado, en las distintas concepciones del orden político y relación de poderes en que debía sustentarse el Imperio Mexicano y, por otro, estrechamente relacionado con aquél, en las también distintas interpretaciones que de la revolución de independencia, de los personajes y acontecimientos fundadores del nuevo Estado hicieron las facciones en pugna por el poder.
Fiestas y héroes: bandera de dos proyectos de nación
En la sesión del 28 de febrero de 1822 los diputados del Congreso Constituyente discutieron la propuesta que a nombre de la Suprema Junta Provisional Gubernativa hizo el señor José María Fagoaga el día de la apertura del legislativo. El diputado por la provincia de México propuso declarar días de fiesta nacional el de la proclamación del Plan de Iguala e instalación del Congreso, el día en que el Ejército Trigarante juró aquel plan y el de la consumación de la independencia.
Aunque las actas no registran los nombres de todos los diputados que participaron en esta discusión y desarrollo de la misma, anotaron que después de varias observaciones hechas por algunos señores el Congreso acordó que las fiestas nacionales no entorpecían el curso del comercio, la agricultura y la industria, que no había, por lo tanto, inconvenientes para que el Imperio destinara algunos días al regocijo nacional.
Hubo ese día voces que propusieron que se incluyera en el calendario festivo del Imperio el día en que se firmaron los Tratados de Córdoba y el día en que se dio el "primer" grito de libertad en Dolores. Algunos, no se dice quiénes, hicieron "importantes y tiernas memorias" de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo y Mariano Jiménez. Esto dio oportunidad para que los partidarios de aquellos caudillos intentaran conciliar la insurgencia con el Imperio y a que los afectos a Iturbide realzaran la posición de éste.
El diputado de Valladolid, Francisco Argandar, uno de los firmantes de la Constitución de Apatzingán, afirmó, por ejemplo, que el primer grito de la libertad giró, como el Plan de Iguala, sobre los principios de religión, independencia y unión; el señor José María Portugal, diputado por Guadalajara, solicitó que el 13 de junio, aniversario de la proclamación de independencia en aquel lugar, fuera declarado día de fiesta para esa provincia y que el 28 de agosto, santo de Iturbide, "día de nuestro heroico libertador", fuera declarado fiesta en todo el Imperio; el señor Francisco Ortega, diputado por México, pidió que se incluyeran entre los héroes a Javier Mina y a Juan de O'Donojú. El señor Manuel Argüelles, diputado por Veracruz, más político y conciliador, propuso que se nombrara una comisión que dictaminara "el modo de honrar la memoria de los primeros defensores de la patria, y la de los jefes principales, que proclamando el plan de Iguala consumaron sus glorias".[ 8 ]
Esta petición fue aprobada y quedó la comisión integrada por los señores José Antonio Andrade, José Joaquín de Herrera, Francisco Argandar, José Agustín Paz y José Vicente Robles, diputados por Guadalajara, Veracruz, Valladolid, México y Puebla, respectivamente. Esta comisión debía estudiar y proyectar "lo que juzgara oportuno para recordar los días memorables, el mérito y su grado de quienes hayan sido héroes de la patria".[ 9 ]
A partir de esa sesión la selección de los días de festividad nacional quedó ligada a la elección de los que debían ser declarados y honrados como héroes de la patria. Las fiestas y los héroes comenzaron a ser motivo de diferencias en el Congreso y entre éste y Agustín de Iturbide.
Las discusiones sobre el que debía ser el calendario festivo del Imperio Mexicano coincidieron con las del reglamento de premios militares elaborado Agustín de Iturbide. Este reglamento reconocía los méritos de todos los que se habían sumado al Plan de Iguala y desconocía no sólo los méritos de los insurgentes, vivos y muertos, sino a aquella revolución. Esa situación complicó más el debate relativo a las fiestas y a los héroes.
Mientras los de la comisión de fiestas hacían su trabajo, el 1 de marzo de 1822, el ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, el señor Manuel de Herrera, preguntó al Congreso si el día siguiente había sido ya decretado de fiesta nacional por ser el primer aniversario del día en que el Ejército Trigarante juró el Plan de Iguala.[ 10 ] Esta duda motivó que los trabajos de la comisión festiva se apresuraran.
Al parecer, por lo apuntado en la sesión del Congreso y por lo señalado por Lucas Alamán, el dictamen de la comisión encargada de proponer las festividades nacionales y la forma de honrar la memoria de los héroes introdujo elementos perturbadores para algunos diputados.Las actas del Congreso solamente señalan que el dictamen contenía "muchos y graves puntos", que siendo "urgentísimo" señalar los días de festividad nacional se ocuparían inmediatamente de ellos y dejarían para otra ocasión la discusión del resto del proyecto de la comisión.[ 11 ]
Es muy probable que los otros puntos se refirieran a sumar a los días de festividad nacional el aniversario del grito de Dolores y a reconocer como héroes a los caudillos insurgentes que murieron antes de que Iturbide proclamara el Plan de Iguala, haciendo en su honor una ceremonia especial.
Afirmo lo anterior no sólo porque ese mismo día, 1 de marzo de 1822, fueron desechadas las propuestas de los señores diputados por México José Mariano Aranda y José Agustín Paz, miembros de la comisión, que proponían colocar en la sala de sesiones del Congreso los nombres de los insurgentes con inscripciones de oro y los bustos de "los inmortales Hidalgo, Allende, Morelos y Matamoros, [...] en el centro el del caudillo del Ejército Trigarante, como consumador de tan grande obra".[ 12 ]Principalmente lo sostengo porque existe el dictamen de otra comisión, la de premios, que, contraviniendo los deseos de Agustín de Iturbide, proponía el reconocimiento de los caudillos insurgentes y de la primera revolución.De hecho, es posible que éste fuera el dictamen que menciona Lucas Alamán.
Aunque desconozco la fecha en que se discutió este dictamen, impreso el 7 de junio de 1822, supongo que expresa el mismo sentimiento de los diputados de la Comisión de Fiestas y de los otros señores que en varias sesiones del legislativo solicitaron el reconocimiento de los caudillos de la primera época de la independencia.
La comisión de premios estaba integrada por los diputados por México Melchor Múzquiz, Juan de la Serna y Echarte y Vicente Carvajal; por Oaxaca, Juan Manuel Sánchez del Villar, y por Manuel Espinosa de los Monteros que al parecer era diputado por Sonora. Estos señores expusieron claramente en el dictamen que la diversidad de opiniones en el Congreso sobre el asunto del reconocimiento de los héroes radicaba en la distinta interpretación que unos y otros hacían sobre la guerra de independencia, habiendo quienes:
mirando la primera insurrección como distinta de la segunda en sus objetos y motivos, desconocen el influjo que tuvo en los rápidos progresos y éxito glorioso de ésta, a cuyos autores atribuyen exclusivamente todo el mérito de haber hecho la libertad. [...] ya por la oportunidad del tiempo en que lo emprendieron, ya por la más feliz elección de los medios que emplearon para conseguirlo.[ 13 ]
Según los que opinaban de esta manera, decía el dictamen, los primeros caudillos, si no eran considerados sólo como perturbadores del orden público, por lo menos eran sin duda poco dignos del reconocimiento nacional, del premio que la patria debía dar a los ciudadanos que se consagraron a su defensa. Desde ahí sería un grave error estimular la repetición del crimen premiando a quienes se condujeron durante la primera guerra sólo por ambiciones personales y con métodos despreciables.[ 14 ]
Por lo tanto y por la gravedad del asunto, los miembros de la comisión de premios opinaban que era necesario evaluar imparcialmente los méritos de los primeros caudillos. Para ello proponían que se tuvieran como criterios generales el análisis de: 1) los motivos "razonables" que tuvieron los primeros caudillos para levantarse en armas; 2) si esta guerra era el único medio que tenían para conseguir las mejoras que la situación de la "Patria" exigía; 3) si esa primera guerra aportó algún beneficio "efectivo" para la consumación de la independencia, y 4) si los medios de los caudillos eran los más conducentes al fin, o resultado de motivaciones personales para satisfacer "pasiones criminales".[ 15 ]
A todos estos puntos dieron los diputados de la comisión una opinión favorable a los primeros caudillos. Argumentaron, por ejemplo, que la guerra de independencia peninsular, "tumultuaria y desordenada" como la que acaudillaron Hidalgo y Morelos, era considerada como un modelo de heroísmo y afirmaron que los líderes insurgentes iniciaron la guerra porque era el único medio de procurar a la patria las ventajas a que aspiraba. Es decir, la guerra iniciada en 1810 por Hidalgo y continuada por Morelos, Mina, Guerrero y otros debía ser, a juicio de estos señores, reconocida por los mexicanos no sólo por los motivos razonables que guiaron a estos caudillos, también porque ése había sido el último recurso que quedaba a los entonces novohispanos para liberar a la nación.[ 16 ]
Las respuestas a las otras dos preguntas eran más contundentes y debieron ser menos agradables a Agustín de Iturbide. Los diputados de esta comisión aseguraron que las calamidades y desastres producidos durante la primera guerra no habían sido tan graves como algunos habían afirmado y magnificado con el deseo de subestimar los beneficios aportados por los casi once años de guerra anteriores a la proclamación del Plan de Iguala.
Esa etapa de la revolución era interpretada por los individuos de la comisión como antecedente indispensable para la consumación de la independencia. Otorgándole unidad histórica a los once años de guerra, como observó Edmundo O'Gorman, afirmaban que sin la experiencia política y militar generadas del grito de Dolores a la proclamación del Plan de Iguala, habría sido imposible en 1821 la reunión de las voluntades a un mismo fin y la rendición de las autoridades españolas.[ 17 ]Militarmente, porque fue en los campos de batalla donde España midió el "secreto de su impotencia". Los miembros de la comisión estaban convencidos de que los combates ganados por los insurgentes prepararon la victoria final. Políticamente, porque esa guerra despertó los espíritus de los mexicanos, obligándolos a pensar sobre:
la mejor organización del Estado; la ciencia del gobierno, antes desconocida y extraña entre nosotros, empezó a cultivarse con el interés que inspiraban las circunstancias de la Patria. Todas las nociones sociales, todos los sentimientos generosos que después se han desarrollado tan portentosamente, deben su origen a aquel primer impulso que recibió la nación en el estado de su mayor inercia.[ 18 ]
Los miembros de esta comisión sostenían en su dictamen que la independencia no se consumó tan sólo por las virtudes de un "plan magnífico" sino por la combinación de ese plan y la experiencia y disposición que la nación tenía después de años de guerra. ¿Y quién será capaz, preguntaban, de atribuir este suceso más bien al plan que al tiempo en que se ejecutó? ¿Y este tiempo no llegó sazonado por los esfuerzos hechos en once años?[ 19 ] Sin la combinación de estos dos elementos, la experiencia anterior y el acierto de Iturbide, nada se habría conseguido. Simplemente decían que si los primeros caudillos: "no vieron sazonado el costoso fruto de sus afanes, lo dejaron preparado a sus dignos sucesores, y como muchas veces se ha dicho con verdad y con justicia, sin un MORELOS jamás hubiéramos tenido un ITURBIDE ".[ 20 ]
La comisión en consecuencia de todo lo expuesto propuso al Congreso: 1) que se declararan buenos y meritorios los servicios que se presentaron en los once primeros años de insurrección por hombres o mujeres; 2) que se reconocieran por héroes de la patria a Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Mariano Jiménez, Mariano Abasolo, Juan Aldama, José María Morelos, Mariano Matamoros, Leonardo y Miguel Bravo y a Javier Mina; 3) que se dieran a sus viudas, hijos y deudos las pensiones, empleos y honores que el gobierno había concedido a los deudos de los militares trigarantes; 4) que se decretaran honores fúnebres a la memoria de los caudillos, se exhumaran sus cenizas y se depositaran en catedral el próximo 17 de septiembre con toda la publicidad y pompa dignas de un acto tan solemne. A esta ceremonia debían asistir la Diputación Provincial de México, el Ayuntamiento de la ciudad de México, el Estado Mayor y todas las autoridades eclesiásticas, militares y políticas residentes en la capital del Imperio, incluyendo obviamente a Agustín de Iturbide; 5) que se levantaran, en el sitio donde fueron sacrificados, monumentos en su honor, y 6) que se escribieran sus nombres con letras de oro en el salón de sesiones del Congreso.[ 21 ]
La discusión sobre los héroes de la patria no se limitaba a las sesiones del legislativo. Se ocupaban de ella, desde que la independencia se consumó, la prensa y los particulares. Unas veces a favor de lo hecho por Iturbide y otras abogando por los insurgentes.
En 1821, cuando la ciudad entera se preparaba para recibir al Ejército Trigarante, un tal Francisco Granados elaboró un proyecto para honrar la memoria de los primeros héroes de la libertad. Este señor quería levantar un retablo en el templo de Nuestra Señora de Guadalupe, símbolo insurgente, que representara, de tamaño natural, las figuras de los primeros héroes y de Agustín de Iturbide. Este monumento serviría de gratitud y emulación patriótica. Granados propuso al Ayuntamiento de la ciudad de México la creación de una suscripción patriótica para que con esos recursos se construyera el monumento que sugería. Aunque el gobierno de la ciudad aceptó colaborar en el proyecto, éste no prosperó.[ 22 ]
Carlos María de Bustamante publicaba en la capital del Imperio el semanario La Abispa de Chilpancingo. Estaba dedicado a José María Morelos y cada número a uno de los jefes insurgentes. Esto bastaba, como observó Alamán, para atraerse la enemistad de Iturbide, aunque el número dos estuviera dedicado a él.[ 23 ] El licenciado Bustamante también propuso que las cuatro fuentes de la Plaza de Armas fueran sustituidas por igual número de columnas consagradas a Hidalgo, Allende, Morelos y Mina. Cada una de estas columnas debía estar truncada, señalando con ello que estos héroes comenzaron la guerra de independencia sin concluirla. A Iturbide debía dedicársele una inscripción en el pedestal de la Columna de la Independencia que se levantaría en la Plaza de Santo Domingo con el siguiente texto: "Al ciudadano Agustín de Iturbide y Aramburu, porque en el espacio de siete meses concluyó con medidas prudentes más bien que con armas, la obra de la libertad e independencia mexicana, comenzada desgraciadamente once años antes".[ 24 ]
Rafael Dávila publicó en 1821 un folleto en el que, haciendo una serie de preguntas al público promovía el reconocimiento de los héroes de la primera época de la independencia en el mismo sentido y con argumentos muy parecidos a los expuestos por la Comisión de Premios Militares.Dávila preguntaba:
¿Quién merece más gloria, el que cava la tierra y echa los cimientos de un grandioso edificio, o el que lo sigue y finaliza?; ¿el que inventa una cosa o el que la perfecciona?; ¿el que abre el camino o el que lo transita?; ¿el que recuerda lo olvidado, o el que primero lo enseñó?; ¿el que con cenizas y rescoldo enciende un nuevo fuego o el que sin estos recursos lo encendió primero? ¿Si no hubiera habido Hidalgos y Allendes que principiaran la revolución pasada qué lugar ocuparían nuestros dignos actuales jefes?[ 25 ]
El coronel Joaquín Parres respondió a todas estas preguntas defendiendo la postura que atribuía a Agustín de Iturbide la obra de la independencia. Expuso que la libertad de la nación debía poco a los insurgentes, quienes causando graves males a la patria sólo contribuyeron (poca cosa) a formar la opinión favorable a la independencia. Preguntaba: "¿Es lo mismo [...] mueran los gachupines, que unión?, ¿saquear, que conservar y defender las propiedades? Establecer un gobierno liberal y economizar la sangre. [...] ¿es [lo mismo] recordar una práctica de desolación y rivalidad?"[ 26 ]
El Congreso Constituyente dispuso, en su sesión del 1 de marzo de 1822, que sólo se ocuparía en ese momento de decretar los días de festividad nacional posponiendo para mejor ocasión la discusión del resto del dictamen presentado por la Comisión de Fiestas.
Decretó que serían días de fiesta nacional los propuestos por José María Fagoaga, es decir, el aniversario de la instalación del Congreso Nacional y de la proclamación del Plan de Iguala, 24 de febrero; el día en que juró el Ejército Trigarante el plan, 2 de marzo, y el de la consumación de la independencia con la entrada triunfal del ejército a la ciudad de México, 27 de septiembre. A esta fiesta se le dio entonces el significado, como lo había propuesto el señor Argüelles, de "honrar la memoria de los primeros defensores de la patria, y de los primeros jefes que proclamando el Plan de Iguala consumaron sus glorias". A estos días se añadieron el 16 y 17 de septiembre, en recuerdo del primer grito de la libertad dado en el pueblo de Dolores.
Esas fechas debían celebrarse en todo el Imperio Mexicano con salvas de artillería y misa de gracias. En la ciudad de México debían asistir la Regencia con las demás autoridades, vistiéndose la corte de gala.[ 27 ] Aunque fueron incluidos los días 16 y 17 de septiembre como ceremonias de honras fúnebres a los caídos en la guerra, la discusión de los héroes quedó pendiente.
Pasada la coronación, las fiestas volvieron a ser tema de debate en las sesiones del Congreso. La situación era bastante diferente. No sólo porque entonces discutirían el calendario festivo del Imperio de Agustín I, que incluía el tema de los héroes, sino porque lo harían en la época en que las relaciones entre el emperador y el Congreso se fracturaron por completo, cuando la corona de Iturbide se tambaleaba y el clima de conspiración recorría el territorio.
Entre julio y octubre de 1822 los poderes ejecutivo y legislativo se enfrascaron en tres problemas que han sido señalados por Timothy Eagan Anna: 1) el Congreso negó el poder de veto sobre las leyes constitucionales y los impuestos al emperador, 2) ambos poderes se decían facultados para organizar y nombrar al poder judicial y 3) la necesidad o no de establecer en la ciudad de México y en todas las capitales de provincia tribunales militares especiales.[ 28 ] La discusión en el Congreso sobre este último asunto dada el 12 de agosto, uno de los días en que legislaron las fiestas, dio resultados contrarios, como en los otros dos casos, a los deseos de Iturbide. Lucas Alamán observó que "Tal propuesta, [la del tribunal especial], fue resueltamente desechada por el Congreso, en el que por el contrario se presentó un proyecto de ley para honrar la memoria de los promovedores de la revolución de 1810, que desagradaba altamente a Iturbide".[ 29 ]
Finalmente, el Congreso ratificó en esa misma sesión que las fiestas cívicas del Imperio serían las antes aprobadas: los días 24 de febrero; 2 de marzo; así como 16, 17 y 27 de septiembre. A estas fechas se añadieron el 19 de mayo, en recuerdo de la designación del emperador; el 26 de julio, día de la emperatriz, y el 28 de agosto, santo del emperador y del príncipe imperial.[ 30 ] Así, los diputados que habían militado bajo la bandera insurgente o simpatizado con esa causa y sus caudillos y los desafectos a Agustín I lograron, una vez más, incluir algunas fechas que recordarían a la insurgencia.
A los pocos días se desató la gran confrontación entre Iturbide y el Congreso. El gobierno descubrió una conspiración republicana dirigida por algunos diputados. Como señala Timothy Anna, independientemente de sus posibilidades de éxito y de lo amenazante que hubiera sido para el emperador, esta conspiración aceleró la disolución del poder legislativo.[ 31 ]
El plan era promover una revuelta en la ciudad de México, argumentando que el Congreso no había tenido libertad en la elección del emperador. Los conspiradores declararían nula su coronación, apresarían a Agustín de Iturbide y trasladarían el Congreso a Texcoco para que sesionara con entera libertad. Los conjurados suponían que ahí el poder legislativo se pronunciaría por el establecimiento de la república.
Entre los principales conspiradores dentro del Congreso se encontraban Servando Teresa de Mier y Juan Pablo Anaya. El 26 de agosto de 1822 fueron aprehendidas sesenta y seis personas, cincuenta de ellas eran diputados.Algunos de los diputados detenidos que habían participado en las discusiones relativas a las fiestas y los héroes del Imperio fueron: José María Fagoaga, Carlos María de Bustamante, Servando Teresa de Mier, Rafael Leandro Echenique, Joaquín Obregón, Francisco Sánchez de Tagle, José Joaquín de Herrera y Juan de la Serna y Echarte.[ 32 ] Este último había sido miembro de la comisión de premios que, como observamos ya, se pronunció por el reconocimiento de los caudillos insurgentes.
El 31 de octubre, como se sabe, Iturbide ordenó la disolución del poder legislativo. En su lugar nombró a la Junta Nacional Instituyente que prestó juramento el día 2 de noviembre, "circunstancia de triste presagio, por ser el día en que la Iglesia celebra con lúgubre aparato, la conmemoración de los fieles difuntos".[ 33 ]
Las sesiones ocupadas por el Congreso en la discusión de los días que debían ser festividades nacionales y sobre los individuos que debían ser reconocidos como héroes de la patria cuando todavía había efectivos españoles en el territorio, España había desconocido los Tratados de Córdoba y existía una amenaza de reconquista; cuando había desorden en la economía, los caminos estaban cerrados y el comercio y la minería paralizados, fueron motivo para que más que un observador las denunciara como muestra de la incapacidad de los legisladores de este Congreso.Para Juan de Dios Arias por ejemplo:
En el desorden consiguiente a la falta de un sistema parlamentario forzoso más que nunca, porque eran los momentos de comenzar sin obstáculo a organizar y a constituir, se escogían al azar o según el interés o capricho de cada diputado los asuntos que debían tratarse, posponiendo los más urgentes y de positiva necesidad a otros muy triviales o que nada significaban para el bien público. Uno de estos asuntos fue el relativo a los días que deberían señalarse de fiesta nacional.[ 34 ]
Para el diputado José María Bocanegra, el Congreso debió haberse ocupado de temas de más urgente necesidad, redactar las leyes necesarias al Imperio y no perder el tiempo con "las que decretaban fiestas nacionales".[ 35 ]
Para otros, como Lucas Alamán, siempre el más observador, esas discusiones fueron expresión de la formación de los grupos políticos. Alamán opinaba sobre este asunto que:
A los diputados que habían pertenecido a los insurgentes teniendo parte en su gobierno y Congreso o militado bajo sus banderas, se unieron los que habían sido parciales, aunque ocultos, de aquella revolución, y los que por poca inclinación a la persona de Iturbide o por oposición a sus ideas, intentaban desde entonces oscurecer su gloria, haciendo resaltar la de los promovedores de la revolución de 1810, a quienes se empezó a distinguir con el nombre de antiguos patriotas. Esto hizo que empezase a adquirir influencia aquel partido, como se manifestó con motivo de las festividades.[ 36 ]
Sobre este asunto afirmaría Edmundo O'Gorman:
Al desprevenido que lea las actas de los largos debates suscitados con esos motivos podrá parecerle frívolo el gasto de tiempo en asunto a primera vista tan trivial y pensará que habría sido mejor empleado en ventilar la gran cuestión para la cual fue convocado el Congreso. Pero la verdad es que, bien visto, no otra cosa se discutía, porque un voto en favor de la memoria de Hidalgo había adquirido el sentido de un voto republicano.[ 37 ]
Si bien los diputados que habían participado o simpatizado con la insurgencia y los que se identificaban como republicanos no lograron que se aprobara el decreto que haría héroes nacionales a los insurgentes, por lo menos consiguieron incluirlos en los días de festividad nacional en la misma línea que la de los jefes de Iguala, con no poco disgusto de Iturbide y de sus seguidores que monopolizaban esa distinción para el héroe de Iguala.
Reflexión final
La oposición de Iturbide a que los caudillos de la primera época de la Independencia fueran declarados héroes nacionales se explica por la interpretación negativa que él y muchos contemporáneos hicieron de aquella revolución y no sólo por supuestas ambiciones desmedidas de crédito, reconocimiento y veneración del fallido emperador. Además reconocer los méritos de los insurgentes abonaba el terreno hacia la república.
Para Iturbide, como apuntamos ya, la destrucción y el odio desatados por Hidalgo y continuados por los caudillos que le siguieron no podían ser la causa inmediata de la independencia y menos el argumento histórico legitimador del imperio mexicano, la base sobre la que se construyeran los cimientos y el futuro de la nación.
Para Iturbide, la revolución iniciada en 1810 había sido solamente, como lo expresa en el mismo Plan de Iguala y en otros documentos, "el origen del desorden, el abandono y otra multitud de vicios".[ 38 ] En la carta que escribió a Juan Ruiz de Apodaca, informándole del Plan de Iguala, mucho tiempo antes de sus desacuerdos con el Congreso, afirmó:
La noche del 15 al 16 de septiembre de 1810 se dio el grito de independencia entre las sombras del horror con un sistema (si así puede llamarse) cruel, bárbaro, sanguinario, grosero e injusto por consecuencia [...]. Nada ha estado más en el orden natural, que el que los europeos desconfíen de los americanos; porque éstos, o por lo menos, algunos, tomando el nombre general, sin razón, sin justicia, bárbaramente en todos sentidos, atentaron contra sus vidas, contra sus fortunas, envolviendo ¡qué horror! a sus mujeres e hijos en tal ruina.[ 39 ]
Los reputados héroes por el Congreso eran para Agustín de Iturbide, independientemente de sus fáciles juicios sobre la insurgencia, más vulgares malhechores que fantasmas a quienes debía disputar el poder y la gloria.
En sus memorias escribió:
El Congreso de México trató de erigir estatuas a los jefes de la insurrección y hacer honores fúnebres a sus cenizas. A estos mismos jefes había yo perseguido, y volvería a perseguir [...]. Es necesario no olvidar que la voz de insurrección no significa independencia, libertad justa, ni era objeto reclamar los derechos de la nación sino exterminar todo europeo, destruir las posesiones, prostituirse, despreciar las leyes de la guerra, las de la humanidad, y hasta las de la religión. [...] los americanos [...] fueron culpables no sólo por los males que causaron, sino porque dieron margen a los [europeos] para que practicaran las mismas atrocidades que veían en sus enemigos. Si tales hombres merecen estatuas ¿qué se reserva para los que no se separaron de la senda de la virtud?[ 40 ]
Derrocado el efímero imperio de Agustín I, predominando en el Congreso restituido en 1823 la opción de la república federal como forma de gobierno y con la opinión favorable de las provincias a ese sistema, triunfó la interpretación histórica de la guerra de Independencia que reconoció en los insurgentes y sus proyectos políticos el antecedente histórico fundador y legitimador de la república. Fue entonces cuando se celebró la ceremonia de traslación y entierro de los héroes de la patria.
Nació así el culto a los héroes nacionales en estrecha relación con la ideología del grupo político que triunfó en 1823, con su proyecto de nación y con la interpretación histórica que hizo de la revolución de independencia y del Imperio Mexicano.[ 41 ]
[ 1 ] Este artículo se desprende de la tesis de maestría que realicé como becaria del Instituto de Investigaciones Históricas. Sirva esta ocasión para refrendar mi agradecimiento a la Universidad Nacional Autónoma de México, a la doctora Virginia Guedea y a los becarios del Instituto de Investigaciones Históricas. María José Garrido Asperó, Las fiestas cívicas celebradas en la ciudad de México: de las ceremonias del Estado absoluto a la conmemoración del Estado liberal, 1765-1823, tesis de maestría, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2000.
[ 2 ] Juan de Dios Arias, México independiente, en México a través de los siglos, 5 v., México, Cumbre, 1962, v. IV, p. 27.
[ 3 ] Timothy Eagan Anna, El imperio de Iturbide, México, Alianza-Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1991, p. 17.
[ 4 ] Sobre las características de la convocatoria y elección de diputados al Primer Congreso Constituyente Mexicano, véase Alfredo Ávila Rueda, Representación y realidad. Transformación y vicios en la cultura política mexicana en los comienzos del sistema representativo, tesis de maestría, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, 1998, y "Las primeras elecciones del México independiente", Política y Cultura, México, Universidad Autónoma Metropolitana, n. 11, 1999, p. 36-48.
[ 5 ]"Memorias que escribió en Liorna D. Agustín de Iturbide", en Mariano Cuevas, El Libertador. Documentos selectos de D. Agustín de Iturbide, México, Patria, 1947, p. 399-400.
[ 6 ] Luis Villoro, El proceso ideológico de la revolución de independencia, 2a. ed., México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1999, p. 203.
[ 7 ] En esta ocasión analizo el problema de la selección de los héroes de la independencia durante el primer Imperio Mexicano a partir de los debates en las sesiones del Primer Congreso Constituyente Mexicano. Sobre la conmemoración de la consumación de la independencia en 1821 y sus aniversarios posteriores pueden consultarse, entre otros Javier Ocampo, Las ideas de un día. El pueblo mexicano ante la consumación de la independencia, México, El Colegio de México, 1969, 376 p. (Nueva Serie, 6); Fernando Serrano Migallón, El grito de independencia. Historia de una pasión nacional, México, Porrúa, 1981, 236 p., y Enrique Plasencia de la Parra, Independencia y nacionalismo a la luz del discurso conmemorativo (1825-1867), México, Consejo Nacional para la cultura y las Artes, 1991, 172 p. Asimismo sugerimos el libro que sobre las fiestas en general celebradas en la ciudad de México durante el siglo XIX prepara Verónica Zárate Toscano.
[ 8 ] Actas del Congreso Constituyente Mexicano, en Actas Constitucionales Mexicanas, 7 v., México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1980, v. II, sesión del 28 de febrero de 1822.
[ 9 ]Ibidem, v. II, sesión del 28 de febrero de 1822.
[ 10 ] Ibidem, v. II, sesión del 1 de marzo de 1822, p. 25.
[ 11 ] Ibidem, v. II, sesión del 1 de marzo de 1822, p. 25, p. 26; Lucas Alamán, Historia de México. Desde los primeros movimientos que prepararon su independencia en el año de 1808 hasta la época presente, 5 v., México, Jus, 1990, v. V, p. 484.
[ 12 ] Actas del Congreso Constituyente Mexicano, op. cit., v. II, sesión del 1 de marzo de 1822, p. 33.
[ 13 ]Dictamen presentado al Soberano Congreso Constituyente Mexicano por su Comisión de Premios, sobre los que corresponden a los primeros caudillos de la libertad de este imperio, y a cuantos hicieron verdaderos servicios en favor de ella desde su proclamación en el pueblo de Dolores, México, Oficina de don José María Ramos Palomera, 1822, p. 3.
[ 14 ] Ibidem, p. 4.
[ 15 ] Ibidem, p. 5.
[ 16 ]Ibidem, p. 6.
[ 17 ] Edmundo O'Gorman, "Hidalgo en la historia", Secuencia, México, Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, septiembre-diciembre, n. 6, 1986, p. 171-185, p. 174.
[ 18 ] Dictamen presentado al Soberano Congreso Constituyente Mexicano por su comisión de premios, sobre los que corresponden a los primeros caudillos de la libertad de este imperio, y a cuantos hicieron verdaderos servicios en favor de ella desde su proclamación en el pueblo de Dolores, México, Oficina de don José María Ramos Palomera, 1822, p. 8.
[ 19 ] Ibidem, p. 9.
[ 20 ] Ibidem, p. 9.
[ 21 ] Ibidem, p. 10-12.
[ 22 ] El documento de Francisco Granados fue discutido en las sesiones de Cabildo de los días 6, 29 y 30 de octubre de 1821. Archivo Histórico del Distrito Federal, Historia en General, inv. 2255, año 1821, exp. 90, f. 1 a 6.
[ 23 ] Lucas Alamán, op. cit., v. V, p. 265.
[ 24 ] Edmundo O'Gorman, "Hidalgo en la historia", op. cit., p. 175.
[ 25 ] Rafael Dávila, Varias preguntas importantes sobre las cosas del día, México, Imprenta Americana de don José María Betancourt, 1821.
[ 26 ] Joaquín Parres, "Contestación a las preguntas de Rafael Dávila", en Lucas Alamán, op. cit., v. V, p. 325.
[ 27 ] Actas del Congreso Constituyente Mexicano, op. cit., v. II, sesión del 1 de marzo de 1822, p. 26.
[ 28 ] Timothy Eagan Anna, op. cit., p. 107-109.
[ 29 ] Lucas Alamán, op. cit., v. V, p. 407.
[ 30 ] Las fiestas religiosas obligatorias dispuestas en el decreto fueron los días de San Hipólito, Purificación de Nuestra Señora, Domingo de Ramos, jueves y viernes santos, San Pedro y San Pablo, Corpus Christi y su octava, Asunción de Nuestra Señora, Santa Rosa de Lima, virgen de los Remedios y virgen de Guadalupe. Decreto del soberano Congreso sobre los días que deben celebrarse las festividades, 29 de agosto de 1822, en Archivo Histórico del Distrito Federal, Festividades. Diversas, exp. 2, y Actas del Congreso Constituyente Mexicano, op. cit., v. III, sesión del 12 de agosto de 1822.
[ 31 ] Timothy Eagan Anna, op. cit., p. 113.
[ 32 ] Ibidem, p. 115; Lucas Alamán, op. cit., v. V, p. 411-412; Manuel Lorenzo Justiniano de Zavala y Sáenz, Ensayo histórico de las revoluciones de México desde 1808 hasta 1830, 2 v., México, Secretaría de la Reforma Agraria, Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México, 1981, v. I, p. 128.
[ 33 ] Lucas Alamán, op. cit., v. V, p. 422.
[ 34 ] Juan de Dios Arias, op. cit., v. IV, p. 66.
[ 35 ] José María Bocanegra, Memorias para la historia del México independiente, 2 v., México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1985, v. I, p. 38.
[ 36 ] Lucas Alamán, op. cit., v. V, p. 324.
[ 37 ] Edmundo O'Gorman, "Hidalgo en la historia", op. cit., p. 175.
[ 38 ] Agustín de Iturbide, "Plan de Iguala", en Lucas Alamán, op. cit., v. V, p. 606.
[ 39 ]"Carta de Agustín de Iturbide a Juan Ruiz de Apodaca, Iguala, 24 de febrero de 1821", en Mariano Cuevas, op. cit., p. 188-189.
[ 40 ] "Memorias que escribió en Liorna D. Agustín de Iturbide", en Mariano Cuevas, op. cit., p. 400. Las cursivas son mías.
[ 41 ] El 19 de julio de 1823 el Congreso restituido emitió el decreto que declaró héroes de la patria a los insurgentes. Este documento está basado en el dictamen de la Comisión de Premios discutido por los legisladores en 1822. El 17 de septiembre de ese año los restos de los caudillos insurgentes fueron conducidos a la catedral de la ciudad de México en una ceremonia festiva y luctuosa. Decreto del Congreso declarando a los héroes de la patria,19 de julio de 1823, en Archivo Histórico del Distrito Federal, Historia en General, inv. 2255, año 1823, exp. 137, y María José Garrido Asperó, op. cit., p. 255-259. Las cursivas son mías.
Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Martha Beatriz Loyo (editora), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 22, 2001, p. 5-22.
DR © 2006. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas
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Fuente:
Garrido Aspero, Maria Jose - Cada quien sus heroes [articulo]
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Re: Mexico no es bicentenario
Dejo unas láminas (o memes, que creo es la palabra correcta) con algunos textos sacados de los documentos que he colocando en este hilo. Siempre es bueno tener algún soporte gráfico para ayudar a la comprensión.
Por si quieren ponerlas en sus redes sociales, ya que como he dicho, por ahora no tengo feisbuk.
;)
Saludos
http://i87.photobucket.com/albums/k1...ps7wfb86ti.jpg
http://i87.photobucket.com/albums/k1...pst8ch8nea.jpg
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
BICENTENARIO KITSCH
Por Avelina Lésper
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EKO, Suave Patria, mixografía.
El nacionalismo es el reino de lo kitsch. Ahí florecen, sin ningún límite ni pudor, el despilfarro, el mal gusto, la evasión y el oportunismo. Después de la tradición histórica de burlarse de las fiestas de 15 años como el pináculo de la ridiculez, llegan estas fiestas patrias del Bicentenario para ocupar su lugar con su despropósito y dilapidación. Y al margen del uso político que están dando a este circo, de la manipulación de la historia y de la histérica rapiña con la que escritores e intelectuales han sacado tajada de estas celebraciones escribiendo libros de ficción o revisionistas sobre ellas, al margen de todo esto, es increíble que la fiesta aún no comienza y no deja de anunciarse su fracaso.
Y es que no es para menos.
Para empezar, el monumento conmemorativo es un arco que no es un arco, y para justificar que los organizadores del certamen desconocen la diferencia entre una línea recta y una curva, le cambian el nombre. Sin respeto por el equilibrio de peso y espacio, está ubicado en un sitio saturado visualmente y carece de aportaciones estéticas originales. El primer error fue dárselo a un bufete de arquitectos y no a un escultor. Pero como los artistas apadrinados por este sexenio creen que la escultura es una pila de basura y habrían colocado una torre de baños portátiles como monumento, es evidente que los organizadores no podían echar mano de los “talentos” consentidos de Conaculta. Los diseñadores de esta doble pared, en un acto de banal arribismo, lo planearon para ser construido con materiales importados: acero de Finlandia, cuarzo de Brasil que se lamina en Italia, etcétera, incrementado los costos. A esto se suma que, a última hora, los constructores triplicaron el presupuesto para además no tener el monumento listo a tiempo, dejando sin sentido su objetivo conmemorativo.
En lo que era Palacio Nacional, hoy convertido en galería, organizan una exposición de antigüedades de dudosa originalidad compradas en la Zona Rosa, que tampoco va a estar lista para los festejos, con un gasto de 140 millones de pesos. Esta mega colección de memorabilia, tiene como único fin ser el marco de la supersticiosa ceremonia de exhibir los restos de los héroes que se encontraban en la Columna de la Independencia. El ritual de atraerse el poder de los muertos sacando sus huesos de la tumba, sigue la moda impuesta en América Latina por Hugo Chávez, quien exhumó los restos de Simón Bolívar, y que siguen los santeros venezolanos que violan tumbas de personas relevantes o talentosas para hacer amuletos que cuidan a delincuentes y narcotraficantes.
El asunto es que el nacionalismo y el fascismo no guardan distancia estética. Para la propaganda nada es demasiado porque se desarrolla en la inmediatez, busca un impacto momentáneo y se desenvuelve en la visceralidad de las emociones. Es por eso que los despojos que están dejando estas celebraciones son vergonzosos.
Encargan el desfile y los festejos a empresas de eventos que hacen lanzamientos de coches y de productos de limpieza, el resultado: paseo de carros alegóricos con extras disfrazados de nopales que recitan Suave Patria, coreografías aéreas que no es más que rappel sobre un muro en donde el tema es la “unidad de los mexicanos” y otras intenciones de marketing que hacen abstracción del motivo que se celebra.
Pareciera que la propaganda política que nos impusieron con el futbol no fue suficiente y, con voluntario ánimo depredador, se suman a título personal películas con escenografía de pueblito vaquero, obras de teatro con crinolinas anacrónicas, pelucas y bigotes postizos, estopines, rifles de plástico. ¿Qué va a quedar de estas celebraciones que podamos conservar? Nada. Miles de comerciales de televisión, series históricas, programas de sillón y gente discutiendo un pasado que se diluye ante un presente fracasado. Estas celebraciones, además de su monumental mal gusto, son la demostración de que sus organizadores no fueron capaces ni de hacer una fiesta, y lo más grave, que sin conocer el lenguaje real de la propaganda no pueden comunicar, emocionar ni involucrar a la población. Su única ventaja es que las próximas serán en 100 años, y tal vez sobre las cenizas de este país.
Publicado en Laberinto de Milenio Diario, el sábado 11 de septiembre.
Fuente:
Avelina Lésper: BICENTENARIO KITSCH
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
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Elementos No. 62, Vol. 13, Abril - Junio, 2006, Página 59
El México descalzo de Romana Falcón
Anamaría Ashwell
http://www.elementos.buap.mx/num62/i...descalzo2b.jpg
MÉXICO DESCALZO. ESTRATEGIAS DE SOBREVIVENCIA FRENTE A LA MODERNIDAD LIBERAL
ROMANA FALCÓN,
PLAZA JANÉS, MÉXICO, 2002
Los antropólogos de mi generación –formados en el campo– sabemos que para referirnos a los actuales pueblos indígenas de México debemos partir de una realidad insoslayable: éstos se caracterizan por una enorme diversidad cultural. Esa pluralidad lingüística y cultural es producto de un tiempo milenario; se deriva también de específicas experiencias de los diversos pueblos indígenas en los tres siglos de cristianización y colonización; y es resultado de las particulares experiencias económicas y sociales que definieron y orientaron sus identidades colectivas así como sus agravios y reclamos sociales durante dos siglos de República independiente.
Los pueblos indígenas de México, además, nunca fueron estáticos en el periodo prehispánico y no llegaron al presente inmutables desde tiempos mesoamericanos: las unidades político territoriales del antiguo altepetl prehispánico se redujeron drásticamente durante el periodo colonial y sobrevivieron profundas y desiguales relaciones con sus tierras ancestrales; los pueblos mesoamericanos se recompusieron internamente en el periodo colonial sobre nuevos estamentos sociales y, en muchos casos, como sujetos de los nuevos cabildos indígenas; también el descenso en términos absolutos y dramáticos de la población mesoamericana después de la conquista destinó al mestizaje lo que hoy se conoce como “indígena”; la organización política-administrativa en la colonia, el apartado legal y tutelado de derechos corporativos que les fueron asignados a los “indios” para las postrimerías del periodo colonial reorientaron sus identidades colectivas alrededor de los bienes y derechos comunales otorgados por los colonizadores –tierras y aguas– que se convirtieron en los ejes de su nueva identidad “indígena”; la congregación y la reducción de los antiguos pobladores mesoamericanos a partir de 1550 en pueblos con una traza reticular y un ordenamiento urbano occidental concentraron a su vez a la dispersa y mermada población indígena –sin distinción de estamentos y pertenencia étnica mesoamericana y sólo diferenciándolos entre pillis (nobles) y macehuales (gente del pueblo)– homogenizándolos a todos como “indios” y en “pueblos indígenas” y asignándoles el último lugar en la escala social; el acelerado colapso poblacional y la extrema diversidad lingüística que encontraron los colonizadores –militares y eclesiásticos– propiciaron a su vez una amalgama lingüística que castellanizó las lenguas indígenas y priorizó, como lingua franca, idiomas como el náhuatl, que se extendió y oficializó en el siglo XVI incluso entre regiones y pueblos que habían resistido el dominio cultural y político de sus parlantes en tiempos mesoamericanos. Los conceptos de “indio” y de “pueblos indígenas”, como lo señaló Guillermo Bonfil, no tienen un origen “inmemorial” ni “estático” sino que se originan en ese cataclismo inimaginable que fue para Mesoamérica la conquista y la colonización en el siglo XVI (“El concepto de indio en América. Una categoría de la situación colonial”; Anales de antropología VII. UNAM: 1972). Arturo Warman ha tenido razón en decir que hoy el terreno de la identidad indígena es muy resbaloso (Los indios mexicanos en el umbral del milenio; FCE: 2003) y no sólo porque no admite generalizaciones ante la diversidad cultural que los caracteriza a lo largo y ancho del territorio nacional, sino porque desde la Independencia las diferencias de clase, ingresos, educación –y otros– marcan el tejido interno de sus comunidades.
Paradójicamente, sin embargo, cuando se hace referencia generalizada a los pueblos indígenas actuales éste término como categoría “supraétnica” sí admite un vínculo incluyente y perverso que tiene raíces centenarias: la iniquidad, la segregación, la discriminación racista y la injusticia que caracterizan sus relaciones con el resto de la sociedad mexicana.
Los orígenes de esta condición desigual y subordinada de los pueblos indígenas actuales tienen diversas fuentes –la segregación racial, que fue el principio fundador y rector de la sociedad colonial y sustento del sistema tributario, fue determinante–, pero otras se originan en la historia de la República independiente y, en particular, en las decisiones impuestas desde el poder en el siglo XIX durante la llamada República restaurada. No deja de ser irónico, como dirían Arturo Warman y Luis González y González (El indio en la era liberal; El Colegio Nacional: 1996), que fueron precisamente los gobernantes indígenas, Benito Juárez y Porfirio Díaz, los más empeñados en llevar a México hacia una modernidad que canceló a los “indios” su estatuto legal *como sujetos colectivos de la nación. El Estado liberal, de hecho, borró al “indio”de la estructura administrativa* *y legal del Estado, liberando sus recursos y territorios al naciente mercado capitalista nacional en el siglo XIX. En el periodo que va desde la Independencia a la revolución agrarista de 1910, los pueblos indígenas –en un censo de 1900– representaban ya menos del 15% de la población total y en condiciones sociales dramáticas de marginación y pobreza: el Estado había adoptado entonces un modelo de nación occidental y moderna que simplemente no tuvo cabida para la diversidad cultural y procedió a la “des-indianización” del país creando las condiciones para que los pueblos indios fueran despojados de sus tierras, bosques y aguas. Con ideales de “progreso” y “modernidad” como metas, las leyes fueron el instrumento privilegiado del Estado juarista y liberal para impulsar un México “sin indios”: la Constitución de 1857 otorgó a los indios un estatuto de ciudadanos en un marco legal que reconocía sólo derechos individuales clausurando así todos los recursos legales para retener bienes y tierras comunales, elementos centrales de su identidad común. No se puede desestimar, por ejemplo, el impacto negativo que tuvo la Ley Lerdo de 1856 para los pueblos indígenas porque fragmentó y transfirió a propiedad privada sus tierras comunales, dejando a la mayoría de los indios sin posibilidades reales para volverse propietarios de sus tierras de labranza. La ley Lerdo no pretendió privarlos de éstas sino destruir la forma corporativa de la propiedad y el usufructo, es decir, el estamento colonial que había privilegiado sobre todo a la Iglesia y a unos pocos acaudalados que habían acaparado y vuelto improductivas la mayoría de las tierras de labranza en el territorio nacional, pero propició al mismo tiempo el despojo de las tierras colectivas de labranza y sustento de los pueblos indígenas. El Estado liberal, con algunos de sus ideólogos racialmente prejuiciados (hay notables excep*ciones como las de Ignacio Ramírez El Nigromante, Andrés Molina Enríquez y Castillo Velasco, entre otros) no contrarrestó los costos sociales y económicos que se infligieron a los indios y a sus pueblos por este proceso de desamortización de bienes corporativos.
La historiadora Romana Falcón (México descalzo: estrategias de sobrevivencia frente a la modernidad liberal; Plaza y Janés: 2004) documentó las interpelaciones de parte de los pueblos indígenas que resistieron el despojo y el empobrecimiento creciente –resistencias diversas que fueron desde insurrecciones armadas hasta acomodos y negociaciones con los poderes regionales y el Estado– a lo largo y ancho del territorio nacional durante el periodo de la llamada República restaurada bajo las administraciones de Benito Juárez (1867-1872) y Lerdo de Tejada (1872-1876). “Por el camino más expedito posible”, como lo explicó ella, los liberales decidieron que los indios representaban el atraso de la nación y que era una condición indispensable sacrificarlos, “civilizarlos” fue también un concepto recurrido, para reducir la distancia que separaba a México de los países desarrollados. Se esgrimieron razones –que ella puntualiza con diversos actos de gobiernos– de “desarrollo” y “progreso” que en aras de forjar una “verdadera nación” mexicana primero borró –dice ella “casi mágicamente”– la realidad registrada en archivos, leyes, decretos y pronunciamientos que distinguían cuantitativa como cualitativamente a los pueblos indígenas hasta que se procedió después con acciones represivas, al sometimiento –en algunos casos, incluso a la aniquilación física como sucedió en la frontera norte– de los pueblos que se resistieron. El libro de Falcón documenta un trágico periodo histórico de los pueblos indios así como la combatividad, resistencia y acomodos que éstos fraguaron en una lucha que fue en extremo desigual y difícil y que no admite, como ella misma lo puntualiza, “una visión exagerada (ni) romántica de sus capacidades contestatarias”: durante el liberalismo triunfante los pueblos indígenas que se rebelaron fueron duramente golpeados.
Una “redefinición de identidades culturales” en las comunidades indígenas, como lo llamó Arturo Warman, también surgió en ese periodo y con el libro de Falcón conocemos nuevos y diversos elementos de esa recomposición: por ejemplo, la expulsión de sus tierras* *de labranza convirtió a muchos indios, a pueblos enteros, en peones asalariados y acasillados de haciendas, cercenando vínculos de identidad colectiva anteriores cuyos ejes eran las tierras y bienes comunales; ocurrieron migraciones en busca de salarios y consecuentes mezclas étnicas de pueblos que se reconstituyeron en zonas geográficas alejadas; se aceleró el proceso de aculturación y mestizaje y los indígenas, desarraigados, abandonaron u ocultaron su lengua, cultura e identidad; la leva produjo desorden y movilizaciones con aun mayor desarraigo; con el pretexto de combatir la formación de gavillas de bandoleros se intervinieron y dispersaron a indios de sus pueblos nativos; así, en medio de desprendimientos, colonizaciones y migraciones internas –por ofertas económicas en otras regiones, aunado a una discriminación y racismo creciente, con los estragos provocados por una educación castellanizada sobre sus lenguas y costumbres– fue casi un milagro que los pueblos indígenas si bien mermados y reducidos lograran sobrevivir al siglo liberal y reconstruyeran nuevas formas de su identidad étnica y colectiva.
Las aportaciones de las investigaciones de Falcón durante el siglo xix son múltiples y descubren muchas nuevas vertientes anteriormente desconocidas o no documentadas sobre la resistencia de los pueblos ante la “modernidad” instaurada por los liberales en el siglo XIX: por ejemplo, descubre cómo el elemento “étnico” se transformó en algo así como un concepto “matriz”, un recurso y estrategia de lucha también entre pueblos campesinos en luchas agrarias que no tenían un componente ni una reivindicación étnica específica; y la manera cómo la categoría de pueblos indígenas definió de hecho a la mayoría de los sectores marginados, humildes y subordinados que interpelaron al Estado liberal. Esa interpelación, según su documentación, tomó muchas formas: algunas fueron violentas luchas por la tierra, los bosques o el agua y otras se lanzaron en defensa de la religión católica; otros se rebelaron siguiendo propuestas mesiánicas, mientras algunos pueblos se aislaron en geografías hostiles y buscaron resistir así.
Ante las medidas legales que individualizaron los derechos legales y desmantelaron los derechos corporativos en el siglo XIX, los pueblos indígenas no reclamaron la restauración de los estatutos coloniales ni un retorno al pasado sino que se ingeniaron también para defender sus pueblos y culturas, incluso acogiéndose a la titulación individual de sus tierras. Hubo ejemplos de pueblos que transformaron en copropiedades privadas sus tierras comunales para mantener los derechos colectivos sobre sus bienes (Victoria Chenaut; Aquéllos que vuelan: Los totonacos en el siglo XIX; Ciesas: 1995) y otros que fraccionaron en propiedades privadas los predios aunque continuaron bajo usufructo comunal.
No obstante, fueron aquellos pueblos que habitaban geografías aisladas los que mejor lograron mantener su propiedad comunal y una organización política y cultural independiente. La políticas del Estado liberal tendientes a privatizar las tierras y aguas de los pueblos indígenas, a someter los usos y costumbres de la organización política de los pueblos indígenas al marco legal constitucional, a volverlos tributarios evitando se esquivara el pago individual de impuestos, a debilitar costumbres tuteladas por religiosos, no lograron, sin embargo, someter la realidad cultural plural de los pueblos indígenas de México: un censo oficial registró que permanecían, por ejemplo, 150,000 comuneros, cifra casi similar a los 166,000 propietarios privados de la tierra, en 1905. Las leyes que les negaban el derecho a los indios a asociarse como tales y a poseer comunalmente tierras y bienes se enfrentó de hecho a una terca y arraigada relación de los pueblos con sus tierras y a culturas que resistieron y rebasaron la capacidad del Estado liberal para someterlos a una sola idea de ciudadano y nación.
El complejo vínculo histórico entre indios y tierras comunales que la concentración en manos de la Iglesia primero y el despojo agrario en el siglo XIX puso en peligro, tuvo y tiene una historia que sobrevivió al siglo liberal: su segundo momento de fortalecimiento y recomposición –y que redefinió a su vez los ejes de la identidad indígena– sobrevino ya entrado el siglo XX cuando a consecuencia de la revolución agraria se otorgó personalidad jurídica como ejido, con derecho al reparto agrario, a las comunidades indígenas. Ese momento histórico de recomposición de los pueblos indígenas concluyó a su vez en 1992 cuando se reformó el artículo 27 que regulaba la tenencia de la tierra y se eliminó el reparto de tierras que desde 1917 estaba consagrado en la Constitución. La decisión o más bien la implementación del nuevo estatuto legal que modificó por segunda vez en este siglo la situación y relación de los pueblos indígenas con la tierra y con los ejes de su identidad, la tomó, otra ironía “juarista”, un antropólogo, quizás el mayor conocedor, admirador y defensor de los pueblos indígenas de México –y que he citado extensamente en esta reseña– Arturo Warman. Los pueblos indios se volvieron a recomponer desde entonces, como históricamente había sucedido, y persisten con sus diferencias y desacuerdos en un proyecto de nación que tiende a excluirlos: las enmiendas constitucionales de 1992 y 2002 recogen y consagran las tercas interpelaciones –así sean insuficientes para algunos– de los pueblos indígenas actuales.
Los indios mexicanos y sus comunidades hoy no rebasan, quizás, los once millones de habitantes en una nación cuya población total excede los 110 millones. Según datos del INI, los indios constituyen la mayoría sólo en 550 municipios de los cuales 450 se concentran en el estado de Oaxaca; y ocupan principalmente, tal como antaño, las geografías del sur y sureste del territorio nacional en comunidades dedicadas a la agricultura. El país ha dejado, mientras tanto, al sector agropecuario atrás y hoy menos de una cuarta parte de la fuerza laboral del país se ocupa en el campo. Y el campo produce ahora menos del 10% del PIB. Intolerancia, racismo, corrupción, cacicazgos y rezago social intolerables siguen siendo la realidad en los pueblos indígenas en sus relaciones con el resto de México; así como una creciente polarización social y económica interna, pérdida de legitimidad de las autoridades religiosas y políticas tradicionales, emigración a la ciudad y al “norte”, intolerancia y otros factores que tensionan su tejido interior: después de tres siglos de colonia y dos de República independiente, los pueblos indígenas todavía construyen y reclaman un futuro dentro de la nación mexicana.
El México descalzo de hoy ya no es, ciertamente, mayormente indígena (como a comienzos del siglo XIX) e incluye a una enorme y creciente masa social marginada del bienestar y el desarrollo social. Sin embargo, los pueblos indígenas y su terca insistencia de vivir ligados a la tierra y en un marco cultural distinto, corroen la conciencia, la mala conciencia, de una nación que tiene con ellos una deuda histórica insoslayable. Libros como el de Romana Falcón contribuyen a precisar las causas y las explicaciones necesarias para remontar la discriminación que todavía reina libre en las ideas y acciones modernizadoras del Estado hacia los actuales pueblos indios. Si habremos de alcanzar la democracia con justicia social en México, como indica la autora, tendrá que ser con respeto pleno a la diversidad cultural de los pueblos indios.
aashwell@gmail.com
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Fuente:
Revista Elementos, Ciencia y Cultura - El Mexico descalzo de Romana Falcon
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
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miércoles, 1 de abril de 2009
LUIS GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ: NACIDOS PARA TRIUNFAR
Por José Joaquín Blanco
Parecen referirse a nuestros días algunas de las observaciones que Luis González hace del México de finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX: "A periodos de fe en las riquezas efectivas y potenciales del país, en la aptitud física o intelectual de sus hombres y en su ejército, suceden etapas de melancolía, de una profunda sensación de inferioridad étnica y geográfica, sentir contra el que se reacciona enseguida para caer otra vez en actitudes de engreimiento y sobrestimación... Las etapas de nacionalismo ufano suelen darse en épocas de bonanza económica, innovaciones culturales y concordia social, y generalmente concluyen en sacudimientos contra cualquier dependencia, en luchas emancipadoras. Las etapas de depresión nacen en horas de crisis, esterilidad y desasosiego y pueden concluir en peligrosos entreguismos."
Recopilado, como otros ensayos dispersos, en el volumen Todo es historia (Cal y Arena), "El optimismo inspirador de la independencia" estudia un factor siempre pasado por alto en las investigaciones históricas, sobre todo en las dadas a la superstición cientificista: lo que se da en llamar factores difusos o subterráneos, "el espíritu del tiempo", la psicología de la historia, que en muchos casos resulta no sólo pertinente sino aun indispensable. Es necesario aceptar a veces que grandes o importantes hechos surgieron sin la finalidad que ulteriormente les han asignado las generaciones posteriores, y con otro tipo de matices y características.
La arrogancia criolla: he ahí, en gran medida, el origen de nuestra nacionalidad y de varios desastres, del 16 de septiembre y de la derrota ante los Estados Unidos, de muchas constituciones y de todavía más abundantes golpes de estado, hasta que vino la generación de la Reforma a desplazar a los criollos como Casta Elegida.
Aunque la arrogancia criolla se remonta al siglo XVI (las pretensiones franciscanas de lograr en las Indias una iglesia mejor que la europea, la infatuación criolla de la riqueza y de la fertilidad americanas) y produce en el siglo XVII, como lo documenta Francisco de la Maza en El guadalupanismo mexicano, algunos de los títulos más fanfarrones concebibles, entre los profetas criollos que ya ven a su patria desplazando a Roma y a Jerusalén como capital religiosa del mundo, y a España y demás países europeos como potencia imperial, es en el XVIII cuando expresa su energía más convencida y espontánea.
A esta sobrestimación nacionalista se deben, en parte, defensas encendidas admirables como la de Clavijero, o las bibliográficas de Eguiara y Eguren y Beristáin y Souza, pero también supersticiones como la de que México era un cuerno inagotable de abundancia --quizás complementarias del auge minero borbónico, pero no del panorama general del país-- que probablemente los vanagloriosos novohispanos contagiaron a Humboldt, y no al revés, como se había venido diciendo.
González nos documenta que nunca, como a fines del siglo XVIII, en vísperas de la independencia, se gritó más sonoramente el desplante de "¡Como México no hay dos!", y con resultados más catastróficos: los arrogantes criollos sacaron al país a la moderna palestra mundial, creyendo que todo sería un desfile y que ningún carro alegórico recibiría más vítores que el suyo, y lo hicieron enfrentarse a guerras internacionales, al comercio y a la tecnología adversos del capitalismo vigoroso, y a sus propios intereses y disensiones internas, que lo desgarraron con no menor violencia que las adversidades extranjeras.
Terrible consejera es la arrogancia, tanto la de la infatuación del dinero y del poder (hace apenas diez años, estábamos "administrando la abundancia" petrolera del San Jacinto lopezportillista), como la otra, no menor, de la ideología, el berrinche y la mística: el voluntarismo político que, cegado frente a la realidad, erigido en vanidoso mesías de tambores fanáticos, termina por funcionar como inmejorable aliado de sus propios enemigos.
Los padres de la independencia soñaban sueños de oro: "Sin embargo, no se quiere demostrar que el engreimiento haya sido el factor determinante de las guerras de independencia. La lectura de muchas páginas conduce simplemente a creer que la élite de la sociedad novohispana dieciochesca, sin su fe, caliente e ilusa, en las riquezas del subsuelo patrio, en la inteligencia y buena disposición de sus compatriotas, en las costumbres de su pueblo, en el vigor del brazo militar y en el auxilio manifiesto de la providencia divina, factores todos que aseguraban una próspera vida independiente..., la separación de España no habría sucedido ni del modo ni en el tiempo de todos conocidos".
Los ilustrados mexicanos consideraban a su patria:
"Admiración del universo",
"Primera potencia del mundo",
"El mejor país de todos cuantos circunda el sol",
"El más dilatado y fecundo de todos los países del globo",
"Perla de la corona española",
"Niña bonita de España",
"Blanco a quien dirigen sus tiros las naciones extranjeras",
"México, a sus frutos propios como la grana y la vainilla, reúne las producciones de todo el mundo, hasta el té, idéntico al de China" (Fray Servando).
"Opulento reino, rico país",
"Ricos, dilatados y fértiles dominios",
"El país más opulento del mundo"
Podrían añadirse ejemplos de sor Juana ("Pues yo, señora, nací/ en la América abundante,/ compatriota del oro,/ paisana de los metales;/ adonde el común sustento/ se da casi tan de balde,/ que en ninguna parte más/ se ostenta la tierra madre"), de Sigüenza y de docenas de poetas novohispanos, resumidos todos en las tres más optimistas, compendiosas y emblemáticas líneas patrióticas --heráldica triunfal-- de nuestra literatura. Así resume México Bernardo de Balbuena:
Es todo un feliz parto de fortuna
y sus armas un águila engrifada
sobre las anchas hojas de una tuna.
En otro ensayo de Todo es historia, Luis González parece sugerir que un gran pecado de la historiografía mexicana ha sido el desdén de la dimensión de la pobreza mexicana, que es desde luego asunto de desigualdad e injusticia, pero también de pobreza real, de pobreza a secas. (En su opinión, Cosío Villegas fue el primero en demostrar en que el territorio no era, para nada, ningún cuerno de la abundancia.)
Y en efecto, buena parte de nuestros más emprendedores cálculos políticos, desde los ilustrados independentistas, cuentan en su contra el defecto común de haber supuesto que disponían de un capital material, humano y espiritual (religioso o ideológico) infinitamente superior al real, y con esos cálculos exorbitantes desde luego que no hay modo de evitar ninguna catástrofe.
Debe recordarse que a principios de la guerra con los Estados Unidos abundaban los criollos ilustrados y poderosos que festinaban la victoria mexicana como algo inmediato y facilísimo; así López Portillo iba a vencer a las usurarias finanzas internacionales: en un dos por tres.
La superstición mexicana en las riquezas totales (la plata, el petróleo), y en esas otras riquezas no menos volátiles e impresionantes: el apoyo total y personal de entidades celestiales (la Virgen de Guadalupe), del genio de los caudillos (sobre todo si son presidentes) o de la irrupción liberadora de las masas (de Monte de las Cruces a la manifestación de hoy), no son fibras menores en el tejido nervioso de nuestra historia.
Y estas arrogancias van unidas, desde luego, como Quetzalcóatl a Tezcatlipoca --y que diga Moctezuma cuál fue más funesto--, como Cosme a Damián --y hay que preguntarle lo mismo a Abad y Queipo--, a la furia autodenigratoria: al "Como México no hay dos... afortunadamente; nada tiene remedio; ¡qué país! ¡mexicano tenía que ser!; No somos nada; Pura mugre y corrupción; ¡Maximiliano, sálvanos! U.S. Army...; Pobre México: tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos; El lado erróneo de la frontera; Lo mejor de México es Veracruz, porque por ahí se sale" (atribuido nada menos que a Ignacio Ramírez).
Porque México conoce también los abismos vertiginosos del desprecio y del odio de sí mismo.
Nuestra tensión trágica: el tironeo neurótico de posturas tan extremadas.
Recordemos ahora las cuentas felices de los mexicanos antiguos, los criollos que se creían los reyes de todo el mundo: dice González: "Según la intelectualidad novohispana, México, 'la bolsa donde la Providencia derramó a manos llenas el oro, la plata, los ingenios, la fidelidad y la religión' ofrecía indicios de ser ahora la nación escogida (sobre todas las del mundo, para mandarlas y dirigirlas). Se veía claramente el favor de Dios en la imagen guadalupana, aparecida mediante milagro. En la Virgen de Guadalupe vio el criollo de la última centuria colonial la particular preferencia divina por México, el único país a donde se envió de embajadora a la madre de Jesucristo, el Dios-hombre".
La Virgen de Guadalupe compartió --comparte-- esta dualidad funesta, al cabo la guerrera Inmaculada del Apocalipsis: es la madre de quienes nada tienen y también de quienes tienen demasiado, o pretenden tenerlo.
Dijo el Cura Hidalgo: "Realizada la independencia, se desterrará la pobreza, se embarazará la extracción de dinero, se fomentarán las artes y la industria. Haremos uso libre de las riquísimas producciones de nuestro país, y a la vuelta de pocos años disfrutarán sus habitantes de todas las delicias de este vasto continente".
Cuando la euforia petrolera, Henry Kissinger exclamó: "Mexico is condemned to success!".
También estaba condenado al éxito, gracias a la Virgen, durante la independencia, según profecía de Morelos: México "espera, más que en sus propias fuerzas, en el poder de Dios e intercesión de su santísima madre, que en su prodigiosa imagen de Guadalupe, aparecida en las montañas del Tepeyac para nuestro consuelo y defensa, visiblemente nos protege".
También condenaron al éxito a nuestro país el progreso liberal, el libre mercado, el espíritu moderno laico, el orden republicano, el capitalismo de Estado, el Estado benefactor, el corporativismo postrevolucionario, el Tercer Mundo, el petróleo, la plata, el henequén, el turismo, la restauración capitalista mundial de los años ochenta... (1989).
Publicado por José Joaquín Blanco en 15:18
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Fuente:
LA IGUANA DEL OJETE: LUIS GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ: NACIDOS PARA TRIUNFAR
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
La fracasada independencia de México
Este video ya había sido expuesto en otro apartado, donde algunos foristas proporcionan datos interesantes:
http://hispanismo.org/hispanoamerica...dor-video.html
Voy a ponerlo de nuevo porque el original ha sido eliminado. Contradiciendo esa visión distorsionada de la historia virreinal y la visión idílica del México ”independiente”, genero no pocos comentarios agresivos en contra de su autor, aunque hubo unos a los cuales hizo reflexionar y otros que de plano le dieron la razón.
https://www.youtube.com/watch?v=FFofaisaCHs
Pongo el enlace al canal de su creador, donde hay más videos de interés, varios de los cuales ya se han mostrado en el foro:
Canal de Enrykkke
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Re: Mexico no es bicentenario
Ya había mencionado algo sobre este episodio desconocido de las tropas sudamericanas que desembarcaron en Baja California. Aquí hay otro artículo que profundiza en el tema y aporta datos nuevos muy esclarecedores.
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Independencia / Cuando Chile ayudó a México
por José Manuel Villalpando
Los actos efectivos de ayuda entre Chile y México se iniciaron hace mucho tiempo, cuando ambas naciones luchaban en contra de la dominación española, y fueron los chilenos los primeros en actuar en auxilio de los mexicanos. En efecto, pocos saben que a principios de 1822 una escuadra naval chilena arribó a costas mexicanas con la misión de colaborar con nuestra independencia.
La escuadra chilena estaba formada por seis navíos: las fragatas O’Higgins, Independencia y Valdivia, la corbeta Araucano y las goletas Mercedes y Aranzazú, todas bajo el mando del aventurero y marino inglés Lord Cochrane, que estaba al servicio del gobierno chileno, contratado personalmente por el libertador de esa nación, Bernardo O’Higgins, quien concedía gran importancia estratégica a su incipiente flota de combate.
Con ella, O’Higgins pudo auxiliar de manera muy eficiente a la independencia del Perú. Sus naves de guerra transportaron al ejército que, al mando del otro gran libertador sudamericano, José de San Martín, desembarcaron cerca de Lima y consolidaron la independencia peruana en 1821. Y fue precisamente después de este episodio cuando Lord Cochrane zarpó del puerto peruano de El Callao y puso proa hacia el norte, hacia México, en cumplimiento de las órdenes que el propio O’Higgins le había dado: auxiliar a la independencia mexicana.
Sin embargo, las noticias en aquellos tiempos corrían de manera muy lenta y la escuadra chilena desconocía que el 27 de septiembre de ese mismo año se había consumado la independencia de México, por lo cual, cuando los barcos llegaron al puerto de Acapulco, se encontraron con la novedad de que ya no eran necesarios sus servicios. Esto no fue obstáculo para que el presidente de la regencia del Imperio Mexicano, Agustín de Iturbide, expresara su agradecimiento a Cochrane y le pidiera lo trasmitiera a O’Higgins. Iturbide aprovechó para algo más: le pidió al almirante chileno que llevase la noticia de la consumación de la independencia a la Baja California, donde aún no se habían enterado del suceso. Cochrane aceptó y ordenó que dos de sus barcos, el Independencia y el Araucano, viajaran a Los Cabos, Todos Santos y La Paz, donde su presencia contribuyó a que los bajacalifornianos manifestaran su adhesión al naciente Imperio Mexicano.
De este episodio histórico, quizá lo más interesante son las motivaciones y causas que le dieron origen, todavía más desconocidas que la presencia de los barcos chilenos en Acapulco. Curiosamente, los especialistas de ambos países sólo conocen una parte de la historia, una versión incompleta. En México se habla de un par de enviados al servicio de la causa insurgente, que fueron a Sudamérica a pedir auxilio, pero sin referir sus nombres ni tampoco los resultados de su gestión, que lo fue el envío de los barcos a costas mexicanas. En Chile sólo se habla de las órdenes de O’Higgins, de la travesía de Cochrane, y de que sus naves de guerra llegaron hasta la Baja California, sin saber qué persona pidió el auxilio ni a nombre de quién.
Uniendo las dos versiones del mismo suceso, e investigando en fuentes mexicanas y chilenas, me fue posible en estos días descubrir la parte que faltaba para tener el escenario completo del suceso. Su origen es sencillo: alguien, un insurgente mexicano, se entrevistó con Bernardo O’Higgins para pedir la ayuda de Chile en la guerra de independencia mexicana. Esto lo sabemos por una carta, sin fecha, que el libertador chileno escribió y que es posible datar —mediante la lógica histórica— en algún momento del año de 1820. En ese documento, trascendental para la historia de las relaciones entre México y Chile, O’Higgins dijo lo siguiente:
Acaba de llegar un brigadier enviado por el gobierno patrio de Méjico solicitando auxilio de armas y tropas, y asegurando que toda la costa, desde las inmediaciones de California a Acapulco, está en revolución. Las nuevas del orden que reina en Chile, los progresos de sus armas, sus victorias marítimas, todo los ha convencido que este pueblo es el único que está en condiciones de conseguir su libertad. En efecto, después de que haya zarpado de Valparaíso la expedición sobre Chiloé —una isla chilena en la que resistían los realistas—, que he comenzado a preparar con el mayor sigilo, pienso auxiliar la costa de Méjico con armas, oficiales y un par de buques de guerra.
O’Higgins cumplió su palabra y, después de contribuir a la independencia del Perú, envió sus barcos a México. Pero queda la pregunta: ¿Quién fue el brigadier enviado por México?, ¿qué gobierno “patrio” mexicano lo envió?
Después de repasar en mi memoria los intentos insurgentes por mandar representantes al extranjero durante la guerra de independencia, recordé el nombre de Simón Tadeo Ortiz de Ayala, un partidario de la independencia nacido en Guadalajara que sirvió en la comisión que Hidalgo envió a los Estados Unidos y que luego, viviendo en Nueva Orleáns, fue comisionado por José María Morelos para viajar a Sudamérica y establecer relaciones de amistad con las naciones que se estaban independizando de España, y, de ser posible, obtener de ellas ayuda militar. Tadeo Ortiz viajó así por Colombia y luego por Argentina, desde cuya capital, Buenos Aires, escribió en el año de 1819 al Director Supremo de Chile, que lo era Bernardo O’Higgins, para pedirle su apoyo a la causa de México.
Pero Tadeo Ortiz no viajó a Santiago ni tocó territorio chileno, por lo que no pudo entrevistarse personalmente con O’Higgins, y la carta de éste da a entender que la petición mexicana fue trasmitida por alguien con quien conversó en persona. Otro dato más me hizo dudar de que fuera Ortiz el misterioso personaje buscado: no era militar, por lo que no podía ostentarse como brigadier. La propia carta de O’Higgins me reveló otro derrotero a seguir: el libertador habla de un brigadier enviado por el gobierno de México, pero no dice que el sujeto en cuestión fuese mexicano.
Evoqué entonces la presencia de extranjeros que pelearon por nosotros en nuestra guerra de independencia, específicamente los que vinieron en la expedición de Xavier Mina en 1817. Pude recordar que uno de ellos, inglés de nacimiento, que había escapado con vida de la última batalla de Mina y que se libró de ser capturado y fusilado como su jefe, se había puesto a las órdenes de la Junta de la Jaujilla, que ostentaba el mando supremo de la independencia y que con instrucciones muy precisas se le había comisionado para unirse a las tropas de Vicente Guerrero.
Su nombre era Daniel Stuart, y el “gobierno mexicano”, es decir, la Junta de la Jaujilla, heredera del Congreso de Anáhuac, le confirió el grado de mariscal de campo. Una vez que llegó a los cuarteles, al mando de Vicente Guerrero, esperó pacientemente la llegada a Acapulco de algún barco que se dirigiera a América del Sur. Cuando esto sucedió, lo abordó y se trasladó hasta Valparaíso. Allí pudo entrevistarse con O’Higgins y con José de San Martín, quienes preparaban en ese momento la liberación del Perú. Efectivamente, era un militar insurgente enviado por el gobierno mexicano y, aunque no era brigadier como supuso O’Higgins, sí tenía un grado superior, pues era mariscal.
A Stuart lo impresionó San Martín más que O’Higgins, quizá por el hecho de que el chileno había cedido el mando superior al argentino. Por ello, en su informe al gobierno mexicano, Stuart afirmó haber “concertado con el general San Martín una expedición a favor del imperio”, del mexicano, por supuesto. Quien tomó en serio la promesa fue O’Higgins, quien mandó sus barcos de guerra a Acapulco, iniciando con ello, con su buena voluntad, la historia de las excelentes relaciones entre México y Chile.
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Fuente:
http://www.bicentenario.gob.mx/acces...anos&Itemid=12
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Re: Mexico no es bicentenario
Ingleses, cuando no. :rolleyes:
Para conocer algo más sobre Thomas Cochrane, un escrito hecho por la página amiga argentina CLAMOR.
http://hispanismo.org/hispanoamerica...britanica.html
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
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1829 Proclama del General Barradas
http://www.memoriapoliticademexico.o...desembarco.jpg
Después de ocho años de ausencia, volvéis por fin a ver a vuestros compañeros, a cuyo lado peleásteis con tanto valor para sostener los legítimos derechos de vuestro augusto y antiguo soberano el Sr. D. Fernando VII. S. M. Sabe que vosotros no teneis la culpa de cuanto ha pasado en ese reino, y se acuerda que le fuisteis fieles y constantes. La traición os vendió a vosotros y a vuestros compañeros.
El rey nuestro señor manda que se olvide todo cuanto ha pasado, y que no se persiga a nadie. Vuestros compañeros de armas vienen animados de tan nobles deseos y resueltos a no disparar un tiro siempre que no les obligue la necesidad.
Cuando servíais al rey nuestro señor, estábais bien uniformados, bien pagados y mejor alimentados; ese que llaman vuestro gobierno os tiene desnudo, sin rancho ni paga. Antes servíais bajo el imperio del orden para sostener vuestros hogares, la tranquilidad y la religión; ahora sois el juguete de unos cuantos jefes de partido, que mueven las pasiones y amotinan a los pueblos para ensalzar a un general, derribar un presidente y sostener los asquerosos templos de los fracmasones yorkinos y escoceses.
Las cajas de vuestro llamado gobierno están vacías y saqueadas por cuatro ambiciosos, enriquecidos con los empréstitos que han hecho con los extranjeros, para comprar buques podridos y otros efectos inútiles. Servir bajo el imperio de esa anarquía, es servir contra vuestro país y contra la religión santa de Jesucristo. Estais sosteniendo, sin saberlo, las herejías y la impiedad, para derribar poco a poco la religión católica.
Oficiales, sargentos, cabos y soldados mexicanos: abandonad el bando de la usurpación: venid a las filas y a las banderas del ejército real, al lado de vuestros antiguos compañeros de armas, que desean como buenos compañeros daros un abrazo. Sereis bien recibidos, admitidos en las filas: a los oficiales, sargentos y cabos se les conservarán los empleos que actualmente tengan, y a los soldados se les abonará todo el tiempo que tengan de servicio, y además se le gratificará con media onza de oro al que se presente con su fusil.
Cuartel general de.... 1829
—El comandante general de la división de vanguardia—
Isidro Barradas.
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Fuente:
Memoria Política de México
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Re: Mexico no es bicentenario
1827 - El padre Joaquín Arenas invita al general Ignacio Mora a encabezar una rebelión para variar la forma del gobierno mexicano.
http://www.memoriapoliticademexico.o...8011827-JA.JPG
Enero 18 de 1827
El fraile dieguino le presenta un plan que propone la reincorporación de México a la Corona Española al grito de ¡viva España, viva la religión de Jesucristo!, el reconocimiento del Papa y la concesión del Patronato, pues tal es el deseo de la gente devota.
Se trata de arrestar al general Vicente Guerrero y al presidente Guadalupe Victoria, si no se adhiere a dicho plan y de reponer en sus destinos a los europeos. Señala que se cuenta con los cabildos eclesiásticos de México y con el comandante general de Puebla José María Calderón, y de su obispo, así como elementos del ejército. Además, afirma que ya hay un comisionado regio implicado en la conjura, que será el encargado de conceder amnistías facultado por el Rey de España. La revuelta estallará el 20 de enero siguiente.
El general Ignacio Mora informará de inmediato al presidente Victoria y éste le instruirá de que cite al padre y le haga repetir su plan, en tanto es escuchado sin que se dé cuenta por el diputado José María Tornel, el senador Francisco Molinos del Campo y el teniente coronel Ignacio de la Garza Falcón, acompañado de sus ayudantes. Arenas expondrá nuevamente su plan y lo sostendrá cuando los personajes ocultos entren a la sala en que se encuentra. Al verse aprehendido, gritará que no le importa ir al cadalso por la ley de Jesucristo.
Arenas ratificará que cree que el gobierno más análogo a lo bueno es el de Fernando VII, que la religión de España es la más pura y sin mezcla de secta alguna, y que él es el autor del plan cuyo escrito ya quemó, pero negará que hay más implicados en el intento de revuelta.
Al otro día, será cateado el Convento de San Diego y en la celda del padre Arenas se encontrarán dos pistolas y algunos documentos en los que se menciona al dominico Francisco Martínez, religioso español.
Será sujeto a proceso y condenado como traidor por unanimidad de votos de un consejo de guerra militar a la pena de muerte, con un letrero en el pecho que diga: “
Por traidor a la Nación.
"Pague este desgraciado e imprudente religioso con su vida el delito que cometió, para que a él le sirva de castigo y a los demás de escarmiento: lo exije así la salud pública, a fin de que los enemigos interiores y ocultos de la Patria conozcan, que así como aprecia y venera respetuosamente a los sacerdotes que llenan sus deberes, castiga enérgicamente, aunque con el mayor sentimiento, a los que olvidados de sus delicadas y santas obligaciones de ministro de paz, se convierten en sus enemigos.”
El clero impugnará la sentencia por no haberse cumplido el requisito de desafuero y degradación previa por parte de la Iglesia. El fiscal alegará que el propio delito cometido privaba a Arenas de su fuero. No obstante, el cabildo eclesiástico de la ciudad de México, en ausencia de obispo, aprobará la consignación y entrega de Arenas a la jurisdicción militar.
El día fijado para su ejecución y con el fin de lograr su indulto, Arenas declarará que el autor del plan es el padre Martínez y que la conjura se había iniciado en Oaxaca. Que había visitado al general Gregorio Arana, de quien sospechaba estaba en la conjura y quien le había pedido el plan; pero al enterarse de que Arana era masón, se separó de los conspiradores y formuló el plan que le presentó al general Mora. Ya enterado de la negativa del indulto, Arenas se retractará de esta declaración.
Será fusilado por la espalda el próximo día 2 de junio, sin hábito, vestido de civil con un traje negro y con botas.
Arenas nació en España y perteneció a la orden de los dieguinos, rama de los franciscanos descalzos. En México, además de sus actividades religiosas, fue monedero falso, que escondía tras una fábrica de jabón.
El padre Martínez y el general Arana, también implicados en la conspiración, serán juzgados y fusilados. Los generales Negrete y Echávarri, mencionados por Arana, serán expulsados del país.
Doralicia Carmona. MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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Fuente:
Memoria Politica de Mexico
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
Una Independencia sin sangre
Por Daniel Salinas Basave
http://2.bp.blogspot.com/_8xJA2m-O1e...0/la+feria.JPG
¿Pudo haber habido Independencia sin sangre en México? La historiografía jamás estudia el “hubiera”, pero la realidad es que el proceso de rompimiento de la Nueva España con la corona peninsular pudo ser menos traumático y costar menos vidas humanas. Tal vez sea crudo decirlo, pero las decenas de miles de vidas que se perdieron en las campañas de Hidalgo y Morelos pudieron haberse ahorrado, pues con o sin esos martirios, la Independencia de cualquier forma se habría consumado. Exaltada por el poético nacionalismo de asamblea, la Independencia es vista ante todo como una gesta guerrera, una epopeya donde la libertad debió ser pagada con sangre. El pueblo mexicano, nos dicen los poetas del patrioterismo, tuvo que sacrificar demasiados cuerpos en el altar de sus anhelos libertarios para poder romper sus cadenas. Bajo el punto de vista oficialista, todas estas muertes fueron imprescindibles para conseguir ese objetivo común de libertad y de no haberse derramado esa sangre mártir, nuestra nación seguiría condenada a la esclavitud. Sí, a los amantes del bronce y las letras de oro la sangre les parece el non plus ultra de lo poético. El precio pagado por ser independientes fueron las cabezas cercenadas de Hidalgo, Allende y Jiménez, las paredes de la Alhóndiga de Granaditas pintadas de rojo y un carro de artillería estallando en Puente de Calderón. Amantes de lo litúrgico, hemos escrito nuestro patriótico evangelio con la sangre y el sudor de nuestros mártires. Sin martirio no hay altares con flores, ni laureles de victoria, ni sepulcros para ellos de honor. El sonoro rugir del cañón es la música de nuestra Historia, la canción que cantamos a “mássiosare”, ese ni tan extraño enemigo tan aferrado a profanar con sus sucias plantas nuestro suelo. Pero la realidad es que un cuerpo destazado a sablazos y una cabeza humana dentro de una jaula no son asuntos muy poéticos que digamos y lo cierto es que si algo le sobró a nuestra Independencia fueron crueldades, mismas que pudieron evitarse si se hubiera optado por una transición pacífica que tantos y tantos criollos e incluso españoles peninsulares deseaban. La muestra de que sí fue posible optar por un proceso de liberación pacífico la puso Brasil, la gigantesca colonia portuguesa en Sudamérica, cuya Independencia no costó una sola vida humana. Cuando el príncipe regente portugués Pedro pronunció la palabra “permanezco” y decidió mantenerse en Brasil, la enorme colonia lusitana se transformó en un imperio independiente, gobernado por el hijo del Rey de Portugal, país que al igual que España había sido invadido por Napoleón en 1808, con la diferencia de que la familia real, en lugar de caer presa de los franceses, se exilió a su colonia sudamericana. Cierto, en Brasil la esclavitud sobrevivió todavía muchos años después de la proclamación de su Independencia, pero su liberación no costó miles de muertes como en el resto de los países americanos. Algo similar pudo haber ocurrido en México en 1808, cuando la noticia de la invasión napoleónica a España acababa de llegar al país y algunos altos jerarcas del Ayuntamiento de la Ciudad de México, entre los que destacaban Francisco Primo de Verdad y Fray Melchor de Talamantes, se pronunciaron por la formación de un gobierno autónomo provisional. La idea era la proclamación de una junta gubernamental con capacidad de autodeterminación que gobernara la Nueva España al menos de manera provisional en lo que se definía la suerte del Rey Fernando VII, preso de Napoleón. Entre los partidarios de esta provisional autonomía estaba el mismísimo virrey José de Iturrigaray, a quien no le molestaba la idea de encabezar ese gobierno autónomo. ¿Quería Iturrigaray transformarse en el emperador de una nación autónoma? La verdad fue que no hubo tiempo para suposiciones, pues un grupo de ricos peninsulares temerosos de sus propósitos independentistas, aprehendieron a Iturrigaray la noche del 15 de septiembre de 1808, exactamente dos años antes de que Miguel Hidalgo diera su grito en Dolores. Primo de Verdad y Talamantes también fueron cargados de cadenas y ambos murieron en prisión en circunstancias muy extrañas. Sin embargo, ya en ese momento había germinado entre la alta aristocracia criolla la idea de una autonomía, al menos parcial, que sin duda pudo haber sido un primer paso para lograr una Independencia total. Tal vez entre los criollos no había muchos independentistas, pero sí muchos autonomistas y dicha autonomía sin duda hubiera sido el primer escalón. La idea original del movimiento, era el de un golpe de estado en el centro mismo del poder, un golpe encabezado por militares criollos que derramara la menor cantidad de sangre posible y pudiera colocar en el poder a una junta de gobierno autónoma. Lo que jamás estuvo planeado, fue lo que al final ocurrió: una revuelta popular sangrienta surgida al vapor y encabezada por un cura de pueblo que no pudo domar la fiera desencadenada por él mismo. Duele decirlo, pero la revuelta popular de Hidalgo, lejos de acelerar, retrasó el proceso de Independencia que pudo conseguirse de manera gradual y más civilizada. De hecho, la consumación de la Independencia en 1821 no fue un acto que se diera como resultado o consecuencia directa de los movimientos de Hidalgo y Morelos. A partir del momento en que Iturbide proclamó el Plan de Iguala, no hubo ya en el país más sacrificios humanos y la separación de la corona se logró de la misma forma que se pudo haber concretado trece años antes, en 1808, anteponiendo las ideas a los cañones.
posted by Daniel at 5:25 PM
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Fuente:
Eterno Retorno
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Re: Mexico no es bicentenario
El puerto de Veracruz fue la última ciudad en disputa entre realistas e independentistas. El 26 de octubre de 1821 José Dávila, gobernador de Veracruz, ordena la resistencia tras las murallas de la fortaleza de San Juan de Ulúa que dominan el puerto. En diciembre de 1821 embarcan los últimos expedicionarios europeos que abandonan México rumbo a Cuba para su repatriación.
Sin embargo un millar de soldados españoles permanecieron en Nueva España, de ellos la mitad quedaron al mando de José Dávila formando los batallones Infante Don Carlos y Barcelona, y se unieron al batallón Cataluña en la defensa de la plaza de San Juan de Ulúa.
El gobierno español en sustitución del fallecido O'Donoju nombra a Francisco Lemaur con como jefe político superior de Nueva España el 10 de mayo de 1822, cargo que aceptó el 27 de julio. Francisco Lemaur toma el mando de la dotación de San Juan de Ulúa el 24 de octubre de 1822, sustituyendo a José Dávila. En noviembre de 1825 motivado por la enfermedad de Lemaur, toma su relevo del mando don José Coppinger, último gobernador de la Florida española, que con el extravío del relevo por mar, que coincide con una epidemia de escorbuto en la guarnición que la inutiliza, se ve obligado en 1825 a la capitulación de la fortaleza.
http://i87.photobucket.com/albums/k1...psnpb5gmpk.jpg
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Fuente:
https://www.facebook.com/15143301054...type=1&theater
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Re: Mexico no es bicentenario
Un pensamiento de Don Lucas Alamán; historiador, intelectual contrarrevolucionario y miembro fundador del Partido Conservador Mexicano:
"En la época en que nos hallamos (1852),... todas las esperanzas de un porvenir mejor, se han desvanecido;... tantas revoluciones sin fruto han apagado no sólo el espíritu de patriotismo, sino aun el de la facción y partido,... no queda en la nación ambición alguna de gloria, ni en los particulares otra que la de hacer dinero."
http://i87.photobucket.com/albums/k1...psontndooq.jpg
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Fuente:
https://www.facebook.com/asociacionp...type=1&theater
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Re: Mexico no es bicentenario
La poco conocida guerra por la Texas novohispana.
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Bernardo Gutiérrez de Lara declara la independencia de Texas
6 de abril de 1813
http://www.memoriapoliticademexico.o...3-lara-itx.jpg
Percibe el interés de los Estados Unidos de anexarse este territorio y se declara independiente de España y de cualquier otra potencia. Gutiérrez de Lara fue nombrado coronel por Ignacio Allende con instrucciones de levantar la insurrección en Coahuila y Texas. El nuevo coronel viajó a Washington y en agosto de 1812, derrotó a Simón de Herrera, gobernador de Provincias Internas; ocupó Nacogdoches y la bahía del Espíritu Santo y pactó la rendición de Herrera que se había refugiado en San Antonio de Béjar. A pesar de la promesa de respetar las vidas de los vencidos, la turba enfurecida contra los realistas degolló a Herrera, a su hermano y a Manuel Salcedo, entre los principales jefes militares.
Poco después, José Álvarez de Toledo, jefe de mercenarios arrebatará el mando a Gutiérrez de Lara y los levantados serán vencido por las tropas realistas encabezadas por Joaquín Arredondo.
Al triunfo de la independencia, en 1822, Gutiérrez de Lara representará al Nuevo Santander y pugnará porque las leyes de colonización de lo que han sido las Provincias Internas establezcan que los inmigrantes extranjeros para ser admitidos y dotados de tierras cambien de idioma si no hablan español y que si tienen esclavos los conviertan en sirvientes libres.
Doralicia Carmona. MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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Fuente:
Memoria Politica de Mexico
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Re: Mexico no es bicentenario
Sunday 16 de September de 2012
Noticias de las Provincias de Sonora y Sinaloa en 1805
(Los prolegómenos de la Independencia en el Noroeste)
Por Gilberto J. López Alanís*
http://www.lavozdelnorte.com.mx/sema...ovincias01.jpg
Detalle del mapa de Rigobert Bonne a principios del siglo XVIII (León Portilla,1989)
Los impulsores de las reformas borbónicas buscaron hacer más eficiente la labor administrativa de la Corona en el siglo XVIII; urgieron a través de sus funcionarios, un diagnóstico certero de las posibilidades de explotación de los recursos naturales de la Nueva España. Para lograrlo se requirió mediante cuestionario, a los subdelegados y comandantes de las diversas provincias por el Consulado de Veracruz, los informes respectivos; el de las Provincias de Sonora y Sinaloa fue presentado por el Gobernador Intendente de Sonora Alejo García Conde, en 1805.
En el informe del ceuteño García Conde, no todo quedó implícito y explícito, sin embargo lo anotado sirve para enmarcar algo de la vida social de tales provincias que se extendían en treinta mil novecientos sesenta y una leguas cuadradas, con 123, 854 almas; cuatro por cada legua cuadrada.
Con un conjunto de pueblos de casta india, así lo anotó el Gobernador Intendente, entre los que se encontraban la casta también llamada mexicana; fuertes, mayos, yaquis, pimas altos y bajos, audeves, tovas, seris, ópatas, pápagos, cocomaricopas y apaches de paz, grupos que manifestaban su presencia en este espacio norteño, con 186 pueblos; una serie de ríos entre los que se destaca algunos de Sinaloa. Se incluyó la división política de Partidos.
El Gobernador Intendente, Alejo Pedro María de los Ángeles García y Conde que frisaba los 54 años, tuvo sus propuestas que hoy llamaríamos emprendedoras, en la siembra de la grana silvestre y su posible exportación por vía marítima. Lo mismo hizo con el Copal Chil, al que equiparó con la quina peruana, también abogó por la siembra de la caña de azúcar y la jojova, sin faltar las maderas exquisitas (finas), los cueros de res, harinas de Sonora. Hizo además una enumeración de posibles puertos para la actividad comercial.
http://www.lavozdelnorte.com.mx/sema...ovincias02.jpg
Partida de nacimiento de Alejo García Conde (Juan Gutiérrez Álvarez, 2003)
El ex tutor de armas de Antonio y Javier hermanos del Rey Carlos IV, anotó que existieron 84 minas de plata, de las cuales no dio más información por ser de exclusivo uso de las diputaciones de este ramo; con 6 minas de oro puro; cuatro placeres, uno de ellos en bonanza, sin minas de azogue, algunas con mármol sin explotación; 4 minas de yeso; salinas en varias localidades con buena producción y comercio.
Viudo en 1795 de su prima hermana Tomasa de Sastre y Conde de 22 años, hija del Teniente Coronel Mateo Sastre que había sido Gobernador de Sonora y Sinaloa. Volvió a casarse con Maria Teresa Vidal de Lorca y Pinzón de 19 años, hija del Coronel Melchor Vidal de Lorca que había sido Gobernador de las Provincias de Nicaragua, especificó en su informe que no había caminos formalmente construidos, sólo los que se hacían al transitar los carruajes; sin puentes, posadas, ni obra pública más que una real cárcel en Arizpe; un presidio en Pitic, nula presencia militar en la villa de San Miguel de Culiacán, por estar toda la fuerza ocupada en la contención fronteriza, con 22 compañías que incluyeron 1,030 plazas, la más cerca de Culiacán, la de los mulatos libres de Mazatlán para casos de emergencia.
Establecido en la villa de Arizpe, a la cual hizo capital administrativa de Sonora y Sinaloa. Mejoró los equipos de defensa fronteriza, y limitó las libertades de los naturales, hizo constantes llamados para que se le dotara de infantería española para una mejor defensa ante las continuas hostilidades de los naturales. Ante la indiferencia de la Corona a sus peticiones asumió con sus propios recursos y los derivados de su actividad de control económico y político, el mantenimiento del orden colonial en su demarcación, llegando a establecer un pacto con los ópatas, logrando incorporarlos a su ejército como tropas regulares ante cierto descontento de la burocracia militar.
http://www.lavozdelnorte.com.mx/sema...ovincias03.jpg
La batalla de Trafalgar en 1805
Informó que el comercio de efectos de Castilla se realizaba con la centralidad del virreinato y los de procedencia asiática como contrabando, por algunos puertos del Pacífico, aparte de productos ingleses y angloamericanos.
Para 1805, cuando Inglaterra derrota a España en la famosa batalla de Trafalgar, se producía maíz, trigo, cebada, legumbres, algodón, azúcar, tabaco, palo de tinte, añil, resinas, maderas finas; ganado vacuno, lanar, cabrío, de cerda, caballar, mular, asnal. Una relativa e importante curtiduría, jabón, cebo, ollas a mano manufacturadas por mujeres, lana y frazadas en 20 telares; con 41,161 hombres en actividades productivas.
Se puede afirmar que las provincias de Sonora y Sinaloa eran un mundo aparte en la vida virreinal de la ciudad de México, y cuando en 1808, se produce la invasión de Napoleón Bonaparte en España, abdicando los borbónes en beneficio del emperador francés, el sacudimiento fue tremendo, en todo el reino se sintió un estado de expectación y alarma.
*Director del Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa
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Fuente:
Noticias de las Provincias de Sonora y Sinaloa en 1805 | La Voz del Norte
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Re: Mexico no es bicentenario
Wednesday, May 19, 2010
LOS MITOS DEL BICENTENARIO
La peor pesadilla de los insurgentes
Por Daniel Salinas Basave
Muchos años después, en la calle Berggasse número 19 en Viena, Austria, Sigmund Freud sorprendería al mundo occidental con su teoría de la interpretación de los sueños. Cierto, en los tiempos en que estalló la Guerra de Independencia aún faltaba casi un siglo para que se hablara de teoría del subconsciente, sin embargo, no es muy difícil tratar de adivinar e interpretar quién era el monstruo de las pesadillas de Miguel Hidalgo y José María Morelos en sus agitadas noches de catre o petate en aquellos campamentos de campaña. El “coco” que les produjo noches de insomnio a los próceres insurgentes tiene nombre y se llama Félix María Calleja del Rey. El Conde de Calderón fue el gran villano de la historia, el perfecto malo de la película. Nadie hizo tanto daño a las filas de los insurgentes como él. Calleja fue quien hizo pedazos al movimiento de Hidalgo y el artífice de la caída de los primeros insurgentes.
Pero ¿Quién era el hombre que habitó atrás de este monstruo? ¿Es posible redimir al gran malvado de la Independencia? Félix María Calleja del Rey nació en Medina del Campo, Valladolid, en 1753, en el mismo año en que nació su acérrimo enemigo, Miguel Hidalgo en Pénjamo, Guanajuato. Hay quienes descubren su vocación por un accidente o se ven arrastrados por la vorágine de la historia. No fue el caso de Calleja que desde muy jovencito tuvo muy claro el camino que había de seguir en la vida: el de las armas. Desde su adolescencia se alistó en las fuerzas armadas en donde hizo su especialidad en cartografía militar. Con menos de 22 años de edad, participó en la fracasada expedición contra Argel. Con menos de 30 fue nombrado director del Colegio Militar del Puerto de Santa María, hasta que en 1789 emprendió el viaje que definió su vida y se fue a la Nueva España siguiendo al Conde de Revillagigedo, quien iba con el nombramiento de virrey. Calleja fue comisionado como comandante del ejército realista en San Luis Potosí. Paradojas del destino: Ignacio Allende, el futuro jefe militar de los insurgentes, fue subordinado de Calleja cuando era un joven oficial. Se habla de cierta corrida de toros en 1800 donde habrían coincidido en la tribuna Calleja, Allende e Hidalgo que en aquellos tiempos de paz convivieron como grandes amigos, sin intuir que una década después se desearían la muerte. En 1807 Calleja ganó una de sus principales batallas al conquistar el corazón de Francisca de Gándara y llevarla al altar. La vida sonreía al militar realista.
En septiembre de 1810 llegaron noticias hasta tierras potosinas: una turba enloquecida de desarrapados comandados por un cura de pueblo estaba sembrando el terror en el Bajío. Calleja de inmediato se puso al frente de las tropas realistas, pero en aquel entonces no bastaban un par de horas para llegar de San Luis a Guanajuato y a la distancia Calleja se enteró del saqueo y la masacre de españoles en la Alhóndiga de Granaditas. El 30 de octubre de 1810, las fuerzas de Hidalgo tuvieron a la Ciudad de México a tiro de piedra luego de vencer a Torcuato Trujillo en el Monte de las Cruces. ¿Por qué Hidalgo no quiso atacar la desprotegida e indefensa capital del virreinato? Incomprensibles misterios tiene la Historia. Lo cierto es que el Cura de Dolores decidió marcharse a Querétaro en donde siete días después se topó por primera vez cara a cara con su “demonio”. Calleja lo sorprendió en Aculco, donde hizo pedazos a las tropas insurgentes. Fue la primera gran derrota de Hidalgo, que a partir de entonces no volvería a conocer el triunfo. Semanas más tarde Calleja tomó Guanajuato y e hizo méritos para igualar la saña y la crueldad mostrada por los insurgentes y cubrió de sangre los románticos callejones de la ciudad minera. Pero el punto culminante de la carrera militar de Calleja llegaría el 17 de enero de 1811, afuera de Guadalajara, en Puente Calderón, donde enfrentó a las fuerzas de Hidalgo, superiores en número. La balanza se inclinaba a favor de los insurgentes cuando una genialidad de la artillería realista cambió el rumbo de la batalla y de la Guerra de Independencia. Los realistas lograron disparar sobre un carro insurgente de municiones que estalló provocando horror y desbandada en las huestes hidalguistas. Era el final. Tocaba el turno de Morelos, un hueso mucho más duro de roer para Calleja, sin duda el gran rival de su vida. Contra el Cura de Carácuaro, Calleja conoció derrotas y victorias. Su gran humillación fue haberlo dejado ir vivo de Cuautla, luego de tres meses de sitio en 1812. Sus éxitos en el campo de batalla, le valieron el reconocimiento de la Corona Española, que lo coronó con el nombramiento de Virrey de la Nueva España el 4 de marzo de 1813. Como Virrey, Calleja mandó a la muerte a Morelos de la misma forma que había acabado con sus lugartenientes Matamoros y Galeana. Su crueldad se volvió leyenda. Cuando el país parecía casi pacificado, la Corona optó por una política de indulto y nombró en lugar de Calleja, al más bonachón Juan Ruiz de Apodaca. Calleja retornó a España con todos los honores, donde fue nombrado capitán general de Andalucía y Gobernador de Cádiz.
La leyenda también rodea la vida de Calleja. Hay muchas versiones que coinciden en el secuestro de su esposa Francisca Gándara a manos de los insurgentes y su intercambio por la mujer de un caudillo, Rafael Iriarte. Se habla también de una admiración de doña Francisca por Morelos, admiración que se confundía con el enamoramiento. En su obra “Mi gobierno será detestado”, José Manuel Villalpando construye una teoría aún más inverosímil. Dice que Calleja en el fondo de su alma, deseaba la independencia. También se dice que planeó la reconquista de México, pero la muerte lo sorprendió en 1828.
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Fuente:
Eterno Retorno
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Re: Mexico no es bicentenario
Breve biografía de un destacado rebelde en la guerra de independencia de Texas, que al igual que casi todos los insurgentes, fue derrotado y ejecutado.
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Juan Bautista de las Casas
Militar y caudillo insurgente. Nació en Croix, hoy Villa de Casas, población donde desempeño el cargo de Capitán y Justicia Mayor. Encabezó la conspiración independentista contra el Gobernador de Texas, Manuel María de Salcedo. En la madrugada del 22 de enero de 1811, apoyado por cuatro sargentos y gente del Cuartel de la Villita, dirigió un asalto a la Casa de Gobierno de Béxar aprehendiendo al citado gobernador y a sus cercanos colaboradores, entre ellos Simón de Herrera, comandante de milicias y fuerzas auxiliares; los insurrectos en este primer brote insurgente en Texas, proclamaron a De las Casas como Jefe del Gobierno Provisional, ordenando la confiscación de los bienes de los residentes españoles y enviando agentes a Nacogdoches, La Bahía y otros lugares para fomentar la revolución, a la vez que se informó del éxito obtenido a los insurgentes de Coahuila.
Ordenó que Salcedo y Herrera fueran encadenados y humillados en presencia de la tropa, remitiéndolos resguardados a Monclova donde fueron confinados y enviados a la hacienda de Valle de Santa Rosa, de donde después escaparon y se reincorporaron a las fuerzas realistas de Ignacio Elizondo, que capturaron a los caudillos de la insurgencia en las Norias de Baján.
La insurrección de Juan Bautista de las Casas se extendió por la provincia de Texas, pero una contrarrevolución dirigida por el Subdiácono de la Iglesia de San Fernando, Juan Manuel Zambrano, obligó a De las Casas a rendirse sin resistir, el dos de marzo del mismo año, estableciéndose nuevamente el dominio realista en Texas. El capitán de Croix fue enviado a Monclova donde se le fusiló, siendo llevado su cabeza a Béxar para exponerle en la plaza pública al ludibrio popular.
En el estado de Tamaulipas, el gobernador Lucas Fernández promulgó el 31 de octubre de 1827 un decreto del congreso estatal que honró a De las Casas imponiendo a Villa de Croix el nombre de Villa de Casas.
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Fuente:
BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA Y CENTENARIO DE LA REVOLUCION EN TAMAULIPAS
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Re: Mexico no es bicentenario
Verdad Amarga
Morelos al vapor
Enrique Sada Sandoval
30/07/13 4:14 AM
Con más pena que gloria, un nuevo intento de adaptación histórica se exhibe en las cinesalas y queda claro por qué el público mexicano se ha acostumbrado a una sola cosa, a la hora que se le presentan películas de este calibre: al bostezo.
De los mismos responsables del filme llamado Hidalgo, devino un nuevo bodrio que pretende proyectar “la historia no contada” sobre José María Morelos y Pavón, malogrado cabecilla insurgente entre 1812 y 1814. Hecha al vapor y haciendo gala de ignorancia, la producción llevada a cabo con fondos públicos—así es, con nuestros impuestos—prometía mostrar a un Morelos “revelador” reparando en las banalidades propias de dicho cura de pueblo tales como su deshonra a los votos de castidad, su unión con varias mujeres(enfatizando a una en lo particular), el fruto de esas relaciones ilícitas y su azarosa vida en relación con sus subalternos a la par de la rivalidad que sostuvo siempre con el legítimo sucesor de la primer insurgencia fallida que fue Ignacio López Rayón.
Por principio poco o nada había que esperar de un proyecto iniciado, desde el año pasado, para halagar a Felipe Calderón como paisano y fan de tan polémica figura histórica. Lo imperdonable aquí es la oportunidad perdida, por falta de voluntad, pues si el proyecto se encaminaba a lucrar con el lado oscuro del personaje, pudo haberse hecho sin reincidir en lo trillado y explotando una veta sumamente controversial, taquillera y a la mano de quien que quisiera verla: desde el robo que hizo Morelos a las Bases Constitucionales de Rayón para rebautizarlas bajo el nombre de Sentimientos de la Nación, hasta la crueldad que disfrutaba y permitía a sus subalternos contra víctimas y prisioneros—narradas por Carlos María de Bustamante en su Cuadro Histórico y en el Resumen de la Revolución de los Estados Unidos Mejicanos—o incluso el autonombrarse “siervo de la nación”, hecho que sus aduladores desde la nómina han pretendido vender como una muestra de humildad y que resulta todo lo contrario en tanto el caudillo al parecer se equiparaba nada menos que con el Papa, pero en terreno político-militar (Siervo de los siervos de Dios es uno de los títulos que ostentan históricamente quienes ejercen el pontificado). El antecedente a esta actitud puede rastrearse si se toma en cuenta como el cura de Dolores, de quien se pretendía sucesor, llegó al extremo de proclamarse “alteza serenísima” en el cenit de su despotismo.
En fin, mucha tela que cortar sobre un personaje de quien aún no se ha dicho todo—independientemente de lo que sobre él se nos sigue ocultando—y que habría significado un esfuerzo meritorio, en vez de una ocasión desaprovechada.
enrique.sada@hotmail.com
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Fuente:
Morelos al vapor - Grupo Milenio
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Re: Mexico no es bicentenario
Sada Sandoval no es muy querido por varios historiadores, pero no es el único que muestra esa visión del cura de Michoacano, léase también:
La película “Morelos”, otra pifia del sexenio
EL CURA JOSÉ MARÍA MORELOS Y PAVÓN
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Re: Mexico no es bicentenario
Más sobre la situación que se vivía en la península de Baja California al estallar el conflicto armado, que como ya se ha visto, tampoco fue tan pacífica.
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Sábado, 22 de septiembre de 2007
La independencia en la Baja California
Por Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar
La conmemoración anual del 16 de septiembre trae a la memoria las luchas realizadas por los insurgentes en el centro del país, pretendiendo independizarse de la corona española. Familiares resultan los nombres de Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, doña Josefa, principalmente.
¿Pero en tanto qué ocurría en la Baja California, en la segunda década del siglo pasado? ¿Quiénes fueron los caudillos insurgentes de la península? ¿0 hubo o no tales caudillos en estas tierras?
Armando Trasviña Taylor, en su obra Territorio de Baja California (1973), contesta las preguntas anteriores de esta manera: “Ningún levantamiento popular en favor de este movimiento emancipador, nacido en Dolores el 16 de Septiembre (sic) de 1810, hubo en Baja California. Los misioneros se oponían terminantemente a la separación del gobierno de España, por lo que su influencia fue decisiva sobre la tropa y la escasa población en la península”.
En los inicios de la lucha, los pobladores de la Baja California vivían una situación molesta, debida a las múltiples irregularidades cometidas por el gobernador Felipe de Goycoechea y el presidente de las misiones, fray Ramón López. En una carta fechada el 30 de mayo de 1810, el padre fray Antonio Sánchez, de la misión de La Purísima, se quejaba de la actuación de ambos personajes y los acusaba de haberse "unido para sus varios contrabandos y otras iniquidades que están cometiendo".
En junio del año siguiente, religiosos dominicos y misioneros denunciaron que "los referidos (Goycoechea y López) hacen público alarde de sus excesos, atropellando las leyes más sagradas y en particular la última voluntad racional intimada por las cortes generales".
Con tales problemas, pues, ¿para qué querían los bajacalifornianos complicarse más la existencia, organizándose para apoyar la guerra que se libraba en el centro del país?
Por otra parte, los peninsulares sufrían también las consecuencias del conflicto armado. Puede leerse en la obra mencionada de Trasviña Taylor:
Al principio del movimiento independiente iniciado por don Miguel Hidalgo y Costilla, la repercusión que sobre la Baja California tuvo la gesta insurgente, fue únicamente la falta de pago de los sueldos de la tropa que permanecía acuartelada en la península; esto produjo miseria y escasez en todos los pueblos, ya que en aquel entonces no había suficiente agricultura, comercio, ni industria.
Otro problema de características relativamente graves era la falta de comunicaciones, cortadas por los revolucionarios del interior del país, impidiendo que las remesas de mercancías que se hacían desde Guadalajara y México para las misiones, llegaran.
La situación se volvió dramática. Incluso las mismas tropas carecían de lo más elemental: el armamento, que no lo había en cantidad suficiente, lo cual tenía a la región a merced de cualquier ataque extranjero. Vaya: cuando se hicieron los honores fúnebres al gobernador Goycoechea, en septiembre de 1814, se tuvo que pedir a los particulares armas y pólvora en calidad de préstamo, y con mucha dificultad se pudo hacer la descarga por los trece hombres asignados.
El comandante interino del presidio de Loreto, Fernando de la Toba, expuso así lo que pasaba, en un informe enviado a la capital del virreinato:
El almacén de este Presidio está sin géneros con que cubrir la desnudez de la tropa y marina: se carece de bastimento para poder obligar a unos y a otros al desempeño de sus peculiares obligaciones y en una palabra hay una total carencia de todo aquello que es necesario para arregla (sic) el mejor servicio de la nación. Si hay escasez de municiones de guerra, no hay menos de boca [...].
En la Frontera –el actual estado de Baja California– las condiciones eran igualmente penosas. El licenciado Manuel Clemente Rojo, en sus Apuntes históricos de la Baja California (1879), escribió que la suspensión de los pagos a los soldados provocó tal escasez que los habitantes del norte de la península no podían cubrir sus más urgentes necesidades.
Se llegó al extremo, según Rojo, de que los habitantes de San Vicente –la población más importante de la Frontera en la época– no tenían con que vestirse, por lo que tuvieron que cubrir sus cuerpos con pieles de venado curtidas (los hombres) y jergas de las lonas tejidas en la misión (las mujeres).
El licenciado (peruano de nacimiento) anotó, en su obra mencionada, que la población no perdía, a pesar de todo, su sentido del humor y ellos mismos “se burlaban de sus miserias y desnudez y se reían de sus esposas e hijas en sus cantinelas como lo acredita el verso siguiente:
“El cerro de San Vicente
Está que cae de risa
De ver a las vicenteñas
En túnica y sin camisa”.
Por fin, la independencia se juramentó en la Baja California en seis ocasiones, la última de las cuales ocurrió el 7 de julio de 1822 en Loreto. La península conquistaba así el estatus independiente de la corona, sin que en su territorio se hubiera dado violencia alguna ni se hubiera derramado ni una gota de sangre por su causa. Poco a poco las condiciones de vida fueron mejorando.
Bibliografía:
Mathes, Miguel (comp.). Baja California. Textos de su historia. México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora-SEP-PCF-Gobierno del Estado de Baja California, 1988, tomo I, pp. 39 54.
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Fuente:
El Algodón Salino: La independencia en la Baja California
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
El artículo de donde sale esta frase ya se había tratado en el foro, se puede leer aquí:
Heredia y México (VIII parte)
http://i87.photobucket.com/albums/k1...psf1mqacgt.jpg
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
Hoy que habrá fiesta en todos los rincones del país e incluso más allá de nuestras fronteras, hay que recordar que la mítica arenga de Miguel Hidalgo a la gente que se reunió la mañana del 16 de septiembre de 1810 fue algo muy distinto de lo que siempre nos contaron…
https://www.youtube.com/watch?v=ysMSO0zsNyI
https://www.youtube.com/watch?v=ysMSO0zsNyI
Una nota del periódico El Universal que aborda el mismo tema y expone más versiones de la célebre proclama.
Así fue el “Grito” original
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Re: Mexico no es bicentenario
Y como ya lo dije en otra ocasión, si analizamos esto, notaremos que el único personaje presente en todas estas versiones del “Grito” es el monarca capturado por las tropas Napoleónicas, privilegio que ni la Madre de Dios (en su advocación de Guadalupe) tuvo.
http://i87.photobucket.com/albums/k1...&1442345310085
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Re: Mexico no es bicentenario
26 de septiembre de 2015
SOBRE LA INDEPENDENCIA
http://2.bp.blogspot.com/-CpDJwRl41g...eptiembre.jpeg
Primero que nada, y ante los comentarios que llegaron preguntando el porqué no había publicado nada en este blog, les debo una disculpa por no haberlo hecho en estos días, he andado muy ocupado dado unas cuestiones laborales, pero ya estamos de vuelta y aquí estamos con un tema que se suponía iba a salir la semana pasada, pero no pude concluir.
En las últimas semanas de agosto, circuló en las redes sociales el llamado a no celebrar la noche del 15 de septiembre la ceremonia de El Grito, acto casi litúrgico con el que se celebra la Independencia de México y mismo que sorprende a los extranjeros por su esencia totalmente ritual; mientras que en EUA o en cualquier otro país en el que se celebra el día nacional, el Jefe de Estado se limita a dar un mensaje televisado a todo el país, es un día feriado y se da por la noche la detonación de fuegos artificiales, con ocasionales desfiles, sean militares o alegóricos, en México, los festejos engloban dos días: el 15 y el 16 de septiembre: por la noche del 15 se sigue un estricto ritual fijado por la costumbre o la tradición, en que el Jefe de Estado, o los gobernadores estatales y los alcaldes de ciudades y pueblos aparece en la sede del gobierno, esto es el Palacio Nacional en el caso del Presidente, recibe la bandera de una escolta de alguna de las principales academias militares, sale al balcón, hace sonar la campana del reloj del palacio, que en el caso se trata de una de las que figuraba en una de las torres de la iglesia parroquial del mencionado pueblo del Bajío guanajuatense en el ya lejano 1810, y lanza una arenga que consiste en gritar vivas a los nombres de los "héroes" de la Guerra de Independencia a medida que son recitados por el mandatario, y terminar con un sonoro "¡Viva México!", después, se canta el himno nacional, el Presidente devuelve la enseña nacional a la escolta y sigue el espectáculo de pirotecnia; horas previas, se dio la presencia de cantantes de mariachi y la degustación, en la plaza pública, de platos típicos.
Al día siguiente, el 16 de septiembre, por la mañana, se celebra el desfile militar, en el que se ha podido constatar en los últimos años, las indudables mejoras y mayor poderío que han ido adquiriendo nuestras fuerzas armadas, en particular el Ejército de tierra y la Marina, aunque nuestra Fuerza Aérea sigue siendo anacrónica y débil.
La razón de todos estos ritos es artificial y obedece a razones políticas del pasado. Originalmente, tras la Independencia, se solemnizaba el 27 de septiembre, fecha en que entró el Ejército Trigarante, conformado por las Fuerzas Realistas y Rebeldes que se unieron bajo el mando de Agustín de Iturbide para proclamar la independencia respecto de España, realizándose un desfile militar que rememoraba el efectuado por las tropas de aquel caudillo en 1821; sin embargo, el triunfo de los Liberales llevó al traslado de la fecha al 16 de septiembre, para recordar la arenga y el alzamiento del Cura de Dolores: Don Miguel Hidalgo y Costilla, aunque éste no proclamase realmente la independencia y más bien lanzara un movimiento en contra, precisamente, de los Liberales Españoles que habían conformado juntas de gobierno no reconocidas como legítimas en América, ante la prisión del Rey Fernando VII por Napoleón, y la convocatoria a las Cortes constituyentes en Cádiz. Aún así, la figura de un sacerdote rebelde, al que luego pintaron con los colores más heréticos y libertinos, les resultaba más atractiva a los masones encandilados por la Ilustración Francesa y la constitución de EUA que un militar monárquico al que ellos derrocaron azuzados por Washington, pese a que el clérigo guanajuatense estaba más inspirado por Santo Tomás de Aquino, Vitoria o Suárez que por Rousseau y Montesquieu.
Por otro lado, el primero en reproducir la arenga del sacerdote a su feligresía la mañana del 16 de septiembre de 1810 no fue otro que el emperador Maximiliano de Habsburgo en su visita al pueblo de Dolores el día 16 de septiembre de 1865, pues antes ningún Presidente lo había hecho, como esta acción de Maximiliano durante su corto reinado cobró popularidad, Juárez y sus sucesores continuaron haciéndolo, hasta que el General Don Porfirio Díaz cambió la realización de la ceremonia no al amanecer del día 16, sino a la noche del 15 de septiembre por un motivo muy importante: era el día de su cumpleaños y santo; así, el Dictador, concebido como un verdadero padre de la patria, festejaba su onomástico ligado al de la Nación.
La tradición así, ha llegado hasta nuestros días, y ahora, ante el descontento social, muy real, existente contra el Gobierno de Peña Nieto, es que ha surgido el llamamiento a boicotear los festejos, pues dicen que "no hay nada que celebrar"... La verdad, a mi me parece que los festejos de la Independencia, si bien giran en torno a la figura del Jefe del Estado, entendido éste como representante del Estado Mexicano, no son para festejar a tal o cual presidente, --salvo, claro está, el caso de Díaz-- sino se festeja un hecho histórico, aunque de manera errónea, que es el surgimiento de México como Estado-Nación.
Yo nunca he sido en exceso patriota: me parece que caer en el chauvinismo o patrioterismo es algo hipócrita y un sin sentido en el actual mundo globalizado; bien se dice que el nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando, y que el nacionalismo, sobre todo desde que empezó a definirse allá por el siglo XV, pero que llegó a su culmen en el siglo XIX y en la primera mitad del XX provocó terribles baños de sangre y odios aberrantes entre seres humanos que tenían más en común entre sí que diferencias. También creo que "México", al igual que todas nuestras naciones americanas desde Canadá a Argentina respondemos más a constructos artificiales hechos a toda prisa, que a realidades culturales e históricas como las naciones europeas, hoy decrépitas y amenazadas por el Islam, así la tragedia de EUA es que llegó a ostentar la hegemonía mundial cuando es todavía un edificio a medio terminar en el que no ha surgido ni una identidad ni una cultura propia y definida.
En el caso de México, se nos dio una imagen y una música típicas de la mano del cine y de la radio, el régimen del PRI, en sus primeras décadas fue quien se abocó a la tarea de definir un nacionalismo mexicano de la mano de cineastas, actores, músicos, cantantes, pintores y escritores, el indigenismo, la novela costumbrista, todo ello, colaboró para crear una idea de México y de lo que es ser mexicano; lo mismo la Historia Oficial contada en plan marxista de lucha de clases y maniqueísmo de lucha del bien contra el mal y la pésima idea de basar la identidad en los indígenas neolíticos y conquistados.
Poco a poco, sin embargo, y gracias al enorme acceso a la información con el que se cuenta ahora desde la aparición hace 20 años del Internet, crece la reflexión de la gente no solo acerca del presente, sino del pasado: cada vez son más aquellos que se cuestionan los supuestos hechos heroicos de Benito Juárez al quedar patentes y exhibidos los actos de subordinación del abogado zapoteca a los intereses de EUA, el presente de crisis económicas y corrupción deja por tierra al mito de los logros de la Revolución de 1910, y la gente comprueba que aquellos caudillos que se veneran como héroes en realidad se asesinaron los unos a los otros en una feroz lucha por el poder que nada tuvo que envidiar a las purgas estalinistas. Poco a poco crece el número de personas que encuentra sin sentido en honrar a un cura que fue apresado y ejecutado por las autoridades virreinales a los pocos meses sin tener nunca claros los objetivos de su lucha, pero dejando tras de sí una estela de muerte y destrucción estériles. Por supuesto, la "Historia Oficial" se defiende y aparecen dizque historiadores, dizque críticos como Francisco Martín Moreno, que en realidad buscan reforzar los mitos oficiales: "el malvado eterno es el clero", a base de chismes, tergiversaciones e invenciones de hechos y circunstancias sin sustento, gozando de popularidad y procurando evitar que la gente abra los ojos.
A nivel incluso de Hispanoamérica está creciendo cada vez más todo un movimiento de revisión histórica, que claro, encuentra resistencias en la Izquierda y el indigenismo victimista. Sobre todo revalorando lo que fue el Imperio Español, aunque también incurre en lo contrario a veces, que es imaginar una "leyenda dorada" y caer en excesos de misticismo y considerar que su único papel fue la evangelización o caer en chauvinismos y odios, como el señalar con dedo flamígero el papel nocivo de Inglaterra a través de la piratería, la creación y difusión de la "leyenda negra" o el apoyo a la independencia de los virreinatos americanos; bueno, que no se olvide que España, torpemente, apoyó antes la independencia de EUA, Londres, evidentemente no se quedó con los brazos cruzados y por supuesto que apoyó las independencias hispanoamericanas, además de que así evitó que las riquezas de las provincias de ultramar españolas contribuyesen a sustentar las aventuras de Bonaparte. Finalmente, Inglaterra por aquel tiempo pudo resistir la pérdida de Virginia, las Carolinas y demás, pues por aquel entonces consolidó su control sobre la mucho más rica India; España, cuyo ímpetu conquistador se había frenado y destrozada por la invasión francesa, no encontró nuevas posesiones con las qué subsanar la pérdida de América.
Pero más allá de esto, es claro que si Fernando VII --quien no era ningún idiota, sino que se obcecó en defender un absolutismo centralizador y burocrático a la francesa, como buen Borbón, desoyendo los consejos de la camarilla de los Persas, quienes le aconsejaban recuperar las figuras del Derecho Castellano que los Austrias habían respetado para ejercer un poder real fuerte pero en un marco jurídico y político con representación del pueblo, descentralización y límites definidos, lo que hubiese sido una alternativa exitosa al constitucionalismo también de origen galo-- hubiese sido menos miope y le hubiera llevado a constituir algo similar a la Commonwhealth británica con sus antiguas posesiones ultramarinas, aceptando la corona de éstas convertidas en reinos independientes, se hubiera creado un futuro portentoso para España y para los países hispanoamericanos como grandes potencias.
Incluso, en una Cuba donde ante el restablecimiento de relaciones con EUA y el más que probable levantamiento de sanciones parece augurar el fin del régimen comunista de los Castro --en mi opinión, sin embargo, creo que el régimen goza de cabal salud y se reconvertirá en un sistema parecido al chino, con el beneplácito de Washington y el Vaticano-- y en Puerto Rico, donde la catástrofe del endeudamiento público del gobierno local sin ayuda del Gobierno Federal norteamericano, hace dudar a los boricuas de sus lealtades, está llevando a plantear en algunos círculos la reincorporación, como comunidades autónomas en el esquema de la Constitución de 1978, de ambas islas a España.
Este renacimiento del hispanismo no quiere decir que la independencia haya sido un error, en primer lugar, es un hecho consumado, en segundo, era algo que iba a darse, tarde o temprano, quizá lo ocurrido después, en que las élites criollo-mestizas que han ejercido el poder en nuestra Hispanoamérica se comportaron como dueños de sus países y se mantuvieron en la cúspide a base de corrupción y abusos y destrucción, ahora sí de los indígenas en sus libertades, derechos y dignidad que fuera respetada y defendida por el Estado Español a través de la labor evangelizadora de la Iglesia y de las Leyes de Indias, fue lo que nos precipitó al subdesarrollo, quiere decir que reconozcamos nuestra herencia y nos concibamos como parte importante de la Civilización Occidental, superando el indebido "trauma de la conquista" que llevamos arrastrando como un lastre psicológico.
Claro, como en todo hay quienes exageran y caen en extremismos, en generar una Leyenda Dorada que nos describe al Virreinato como un edén, que tampoco lo fue, o al Imperio Español abocado únicamente a una misión religiosa, que tampoco fue lo único, sino que España, como potencia mundial, operó en geopolítica, con intereses económicos y alto grado de pragmatismo como sus rivales Inglaterra y Francia. Carlos V, Felipe II, Felipe IV (a menudo minusvalorado) o el Conde-Duque de Olivares fueron grandes geopolíticos, por ejemplo. Y también caen en la conspiranóia o en la denostación racista incluso, de aquellos rivales, principalmente los británicos, incluso hoy, a siglos de los agravios cometidos en la lucha por el poder mundial entre ambas potencias.
Es curioso, pero ahora, este 27 de septiembre, verdadero día de nuestra independencia, deberíamos dedicarnos más a reflexionar acerca de nuestra hispanidad, y enorgullecernos de ella, es nuestra herencia principal y debe ser la base para fincarnos un futuro; puede que la herencia de Cervantes, de Cortés y de Pizarro, sea en los próximos años, fuente de fuerza y unión en el ominoso panorama que se pinta para el mundo.
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Fuente:
http://elmundosegunyorch.blogspot.mx...pendencia.HTML
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Re: Mexico no es bicentenario
¡Cultívate!: La Independencia
El movimiento de Independencia en México fue una guerra civil que enfrentó a dos bandos: insurgentes y realistas.
https://www.youtube.com/watch?v=tAyxbSMA6Mw
https://www.youtube.com/watch?v=tAyxbSMA6Mw
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
Biografía de uno de los personajes más siniestros de la historia de México.
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Poinsett Joel Roberts
1779-1851
http://memoriapoliticademexico.org/B...ias/PJR79a.jpg
Descendiente de los calvinistas Pierre Poinsett y Sara Fouchereau, llegados a las colonias inglesas de América en 1685, Joel Roberts Poinsett nació en Charleston, Carolina del Sur, Estados Unidos, el 2 de marzo de 1779. Fue educado por su padre, médico, y por el reverendo J.H. Thompson. En 1794 ingresó a la academia de Timothy Dwigth en Greenfiel Hill, Connecticut. Después viajó a Inglaterra, en donde realizó estudios de química, farmacia, anatomía y cirugía en la Facultad de Edimburgo para ser médico como su progenitor. Por razones de salud fue a Lisboa, y de Oporto volvió a Inglaterra. No fue admitido en la Academia Militar de Woolwich por su mala salud, pero pagó a un maestro para que le enseñara las disciplinas militares.
A su regreso a Charleston estudió derecho con H. W. Saussure por consejo paterno, pese a que deseaba seguir la carrera de las armas. Muerto su padre en 1803, recibió una jugosa herencia que le permitió vivir cómodamente. Fue a Italia y Suiza, y en este último país llegó a luchar por la independencia de los cantones suizos. Viajero incansable, regresó a su país, para después recorrer durante varios años otros países más, entre ellos Canadá, otros de Europa y Rusia, donde incluso fue invitado a las recepciones de la Corte del zar Alejandro I y casi logró su sueño de ser militar. Tras otras largas travesías, pasó por Prusia y Francia antes de regresar a su tierra natal en 1809.
Para 1810 era “el americano mejor informado de política europea”, al tanto de las ambiciones británicas y francesas sobre las posesiones americanas de una España decadente. En esa misma carrera por los despojos de un imperio en desintegración, se encontraban los Estados Unidos, cuya inminente guerra con Inglaterra y su creciente expansionismo, requerían de información estratégica de las colonias españolas y en su momento, hacerlas firmar a su favor tratados de comercio con aquellas que se independizaran. Nadie mejor para desempeñar esta misión que Poinsett.
Fue entonces cuando comenzó su carrera diplomática, al ser designado por el presidente norteamericano James Madison agente especial (secreto) en la América del Sur. Sus instrucciones fueron exponer a los insurgentes latinoamericanos las ventajas de comerciar con los Estados Unidos, independientemente de la forma de gobierno que adoptaran y de sus relaciones con Europa. Así viajó a Brasil, en donde el ministro americano lo recomendó a la Junta de Buenos Aires, disfrazado de súbdito británico; pero los ingleses lo descubrieron: “Está en América Latina el personaje más sospechoso de Norteamérica”. Como Argentina era pro británica, Poinsett sólo logró la rebaja de algunos impuestos aduanales y que el comercio norteamericano se equiparara al inglés.
Sin embargo, obtuvo ya un nombramiento oficial de cónsul y viajó a Chile en diciembre de 1811, en donde logró una amistad estrecha con José Miguel Carrera, presidente de la Junta de Gobierno y pudo hacer que los chilenos proclamaran su independencia el 4 de julio siguiente, para hacerla coincidir con la norteamericana. Ahí aprendió a hablar el español y ganó influencia entre los grupos independentistas, pese a la pretendida neutralidad de los Estados Unidos en los conflictos de España con sus colonias. Al lado de José Miguel intervino en todos los asuntos chilenos: en la guerra, en los cultivos, en la fundación de un banco; inclusive en su residencia se redactó un proyecto de constitución en octubre de 1812. Pero ante el arribo de los realistas peruanos y el confinamiento de José Miguel, salió huyendo de Santiago a Buenos Aires en abril de 1814, cargando el rechazo de los opositores a José Miguel y descreditado por los ingleses. Por ello, derrotado, tuvo que regresar a Charleston en mayo de 1815; el presidente Monroe le agradeció sus servicios.
Entonces continuó viajando por los Estados Unidos y dada la experiencia adquirida en Latinoamérica, el gobierno norteamericano empezó a pedirle consejo acerca de la situación de los países en los que había fungido como agente o cónsul.
En 1820, como diputado en el Congreso federal, apoyó el mensaje del presidente James Monroe por el que reconocía la independencia de las nuevas repúblicas americanas, rechazaba el establecimiento de monarquías europeas y establecía el principio de “América para los americanos”.
En septiembre de 1822 viajó a México en misión secreta para conocer a fondo la situación política del país bajo el imperio de Agustín de Iturbide, quien le había negado la entrada al país porque creía que la intensión de Poinsett era el establecimiento de un gobierno republicano en México. Sin embargo, Antonio López de Santa Anna, le permitió ingresar por Veracruz y le proporcionó una escolta para trasladarse a la capital. Sólo traía un documento escrito: una “inocente” carta de alabanzas suscrita por Henry Clay para Iturbide; sus instrucciones no escritas eran ensanchar por cualquier medio que encontrara el territorio norteamericano a costa del mexicano.
Así comenzó a informar minuciosamente a Washington sobre la situación reinante en el Imperio y del potencial de la nueva nación para convertirse en potencia rival o enemiga.
Poinsett se mezcló con gente de diversa condición económica y social; estudio cómo funcionaban las nacientes instituciones y la situación económica y hacendaria del nuevo gobierno. Como agente confidencial se entrevistó con el secretario de Relaciones Exteriores José Manuel de Herrera, y con el ministro de Colombia, Miguel Santa María, recientemente expulsado de su país.
También conversó con el propio emperador Iturbide. Escribió en sus Notas: “Hoy en la mañana fui presentado a Su Majestad. […] El Emperador estaba en su gabinete y nos acogió con suma cortesía. Con él estaban dos de sus favoritos. Nos sentamos todos y conversó con nosotros durante media hora, de modo llano y condescendiente, aprovechando la ocasión para elogiar a los Estados Unidos, así como a nuestras instituciones, y para deplorar que no fueran idóneas para las circunstancias de su país. Modestamente insinuó que había cedido, contra su voluntad, a los deseos de su pueblo y que se había visto obligado a permitir que colocara la corona sobre sus sienes para impedir el desgobierno y la anarquía. […] Su estatura es de unos cinco pies y diez u once pulgadas, es de complexión robusta y bien proporcionado; su cara es ovalada y sus facciones son muy buenas, excepto los ojos que siempre miran hacia abajo o para otro lado. Su pelo es castaño, con patillas rojizas, y su tez es rubicunda, más de alemán que de español. […] No pienso repetir las versiones que oigo a diario acerca del carácter y de la conducta de este hombre [...] Antes de la ultima revolución, en la que triunfó, tuvo el mando de una pequeña fuerza al servicio de los realistas y se le acusa de haber sido el más cruel y sanguinario perseguidor de los patriotas y de no haber perdonado nunca a un solo prisionero. Sus cartas oficiales al virrey comprueban este hecho. […]..en una sociedad que no se distingue por su estricta moral, él se destacó por su inmoralidad. Su usurpación de la autoridad principal fue de lo más notorio e injustificado y su ejercicio del poder ha sido arbitrario y tiránico. De trato agradable y simpático, y gracias a una prodigalidad desmedida, ha atraído a los jefes, oficiales y soldados a su persona, y mientras disponga de los medios de pagarles y recompensarles, se sostendrá en el trono. Cuando le falten tales medios, lo arrojarán de él. Es máxima de la historia que probablemente se ilustre una vez más con este ejemplo, que un gobierno que no está fundado en la opinión pública, sino establecido y sostenido por la corrupción y la violencia, no puede existir sin amplios recursos para pagar a la soldadesca y para mantener a sus pensionados y partidarios. Sabedor del estado de sus finanzas y de las consecuencias probables para él de la falta de fondos, está desplegando grandes esfuerzos para negociar empréstitos en Inglaterra, y tal es la ceguera de los hombres adinerados de ese país, que es posible que logre su objeto. […] Entre todos los gobiernos de la América española existe un deseo muy fuerte de conciliar a la Gran Bretaña y aunque el pueblo mismo en todas partes siente mayores simpatías por nosotros, los gobiernos intentan uniforme y ansiosamente instituir relaciones diplomáticas (con los ingleses)…
El 31 de octubre siguiente, cuando Iturbide disolvió el Congreso, Poinsett visitó a los diputados presos en Santo Domingo, entre ellos Fagoaga, Herrera y Tagle. Y dos días más tarde estuvo presente en la instalación de la nueva Junta instituyente y de viva voz de Iturbide, se enteró de que México estaba en quiebra. Era la oportunidad que buscaba y al día siguiente consiguió hablar con Iturbide en compañía del Sr. Taylor, cónsul de su país, y dos marinos de la corbeta John Adams. Sin más testigos planteó el asunto de los límites territoriales, pero Iturbide lo remitió con el ministro de Hacienda Juan Francisco Azcárate y Lezama, quien declaró años después que a instancias de Iturbide, había conversado largamente con Poinsett, quien le descubrió el proyecto que tenían los Estados Unidos de comprar Texas, tal como se había hecho con la Luisiana y las Floridas. Para continuar las pláticas, Azcárate solicitó a Poinsett se acreditara, a lo que éste contestó: “No vengo con carácter oficial. Soy un viajero que manifiesta francamente sus opiniones”.
La oferta estaba planteada y Poinsett se dedicó a estudiar la historia de México, a observar sus contradicciones políticas, a recorrer calles y monumentos, a participar en la vida de la ciudad, aprovechando su dominio del español. Respecto a los mexicanos, Poinsett concluyó que "es necesario tomar medias para educarlos y distribuir tierras entre ellos, antes de que se puedan considerar como parte de un pueblo que vive bajo un régimen de libertad". Además, logró la devolución de capitales norteamericanos tomados por Iturbide y la liberación de sus connacionales filibusteros seguidores de James Long, mercenario al servicio de la corona española que trató de tomar Texas. A continuación partió a Guanajuato y a Tampico.
Al enterarse de la rebelión republicana de Santa Anna, informó a Washington: “Iturbide no podrá sostenerse muchos meses más en el trono… reconocer al Emperador en las circunstancias actuales, sería darle ventaja sobre el partido republicano… lo que equivaldría a ir contra los sentimientos de las mayorías de la nación..” Cumplida la misión encubierta que le encomendaron, salió a La Habana rumbo a su país.
Debido a su conocimiento del país, el 1º de junio de 1825 Poinsett fue designado por el presidente John Quincy Adams enviado plenipotenciario en México, con facultades amplias para negociar tratados de límites y de comercio. El 25 de julio siguiente presentó sus credenciales al presidente Guadalupe Victoria. Para entonces, ya se le habían adelantado sus competidores: el plenipotenciario inglés Sir Henry George Ward y el embajador francés Mourier. Además, sabía que el presidente Victoria era proclive a los ingleses y no tenía mucha simpatía por los norteamericanos.
Al momento que Poinsett regresó como embajador en México, los Estados Unidos habían iniciado ya su expansionismo a costa de sus vecinos: compraron la Luisiana a los franceses y a los españoles las Floridas, disputaron con los británicos de Canadá, avanzaron al sur sobre el territorio indio y al surgir México a la vida independiente, ambicionaron sus vasto territorio para llegar al Océano Pacífico. Creían en su “destino manifiesto”, un derecho concedido por Dios a los norteamericanos blancos de habla inglesa para ocupar y “civilizar” con su democracia y sus altos ideales protestantes a los territorios deshabitados o poblados por nativos, o mestizos y españoles católicos.
Para Gastón García Cantú (Las invasiones norteamericanas en México) al hacerse de la Luisiana, “ya habían aplicado los Estados Unidos una política fielmente seguida a través de los años de la expansión territorial: primero, la colonización, el desbordamiento de las familias; después, las gestiones diplomáticas, arguyendo derechos imaginarios; más tarde, fomentando la sublevación de los residentes o proponiendo la compra del país; a veces, empleando todos esos medios para agrandar su nación… La diplomacia norteamericana -negociaciones y amedrentamientos, amenazas y despojos a los países más débiles- habría de ejercerse en México a través de Joel R. Poinsett”.
La presencia de Poinsett en México, así como la del inglés Ward representaba la avanzada del imperialismo de Estados Unidos e Inglaterra, y ambos compitieron por ganar la mayor ventaja para sus países sobre el naciente Estado Mexicano, llegar a ser “la nación más favorecida”. Así, desde su llegada a México, Poinsett intentó contrarrestar la intervención inglesa en la política mexicana, por lo que denunció la influencia del ministro de la Gran Bretaña Ward en los asuntos internos del país y defendió la doctrina Monroe de “América para los americanos”. Además, diez días después de su llegada, se opuso al tratado de comercio que por conducto de Ward ofreció Inglaterra a México, y a cambio intentó concertar un tratado de amistad y de comercio (para aislar a los países hispanoamericanos entre sí) y otro de límites entre México y Estados Unidos (para asegurar la expansión territorial de Norteamérica al sur). Asimismo, debía parar las intenciones de México de liberar a Cuba, también objeto de la ambición norteamericana.
Traía instrucciones de Martin Van Burén, secretario de Estado del presidente Jackson de comprar Texas por la cantidad de cuatro millones de dólares y si lo consideraba indispensable, de subir la oferta hasta cinco millones. "El valor comparativamente pequeño para México, del territorio en cuestión; su remota y desconectada situación; la desarreglada condición de sus negocios; el reprimido y languidecerte estado de sus finanzas; y la todavía y en estos momentos, particularmente, amenazante actitud de España, todo se conjunta para señalar y recomendar a México el que se desprenda de una porción de su territorio que le es de muy limitado y problemático beneficio, a fin de proveerse de los medios necesarios para defender el resto con las mayores probabilidades de buen éxito y con las menores cargas onerosas para sus ciudadanos. Al gobierno federal de México, en el caso de adoptar esta política, es al que corresponde juzgar si está dentro de sus atribuciones constitucionales el hacer la cesión. Es de creerse que ninguna duda puede surgir al respecto, si se logra obtener el consentimiento del estado de Coahuila; y si las consideraciones que nosotros nos hacemos sobre los verdaderos intereses de la República Mexicana no están fundadas en un error, es de suponerse que tal consentimiento no será negado”.
Sin embargo, Lucas Alamán, secretario de Relaciones Exteriores, rechazó lo anterior, por lo que continuaron los límites según el tratado Adams-Onís firmado por Estados Unidos y España en 1819.
Escribe sobre estos hechos William Jay (Revista de las causas y consecuencias de la guerra mexicana): "El Presidente Jackson se sometió completamente a los designios de los esclavistas, y el 25 de agosto de 1829, Mr. Poinsett, Ministro de los Estados Unidos en México, recibió instrucciones de ofrecer cinco millones de dólares por el Estado de Texas. Aunque esta postura excedía en mucho a la anterior, fue rechazada al momento. El ofrecimiento fue, según cierto periódico mexicano, repetido poco después: Cuando Poinsett se enteró de que su oferta suscitaba serias objeciones, todavía se atrevió a insultar a la nación proponiéndole un préstamo de diez millones, como lo haría cualquier usurero, en hipoteca sobre Texas, proposición insidiosa cuyo propósito verdadero era llenar el territorio de Texas con angloamericanos y con esclavos, para quedarse con él después a toda costa”.
El fracaso de Mr. Poinsett en su empeño por obtener de México el compromiso de entregar a los esclavos que se fugaran de sus amos, dio nuevo impulso a los esfuerzos de los esclavistas para apoderarse de Texas".
Sus competidores ingleses y franceses aprovecharon estas ofertas para exhibir la ambición territorial de los Estados Unidos en contra de México.
Entonces Poinsett cabildeó a través de Lorenzo de Zavala en la Comisión de Colonización del Congreso mexicano para que se aprobara que los estados de la Federación pudieran otorgar concesiones de tierras, dándose por ello posibilidad para que el estado de Coahuila y Texas autorizara las solicitudes de los nuevos colonos sin la vigilancia política del gobierno nacional. Así logró que se relajaran aun más los requisitos de colonización, con lo cual, la entrada a Texas de inmigrantes norteamericanos, con sus esclavos negros, se desbordó, junto con la especulación y el traspaso ilegal de tierras.
Así apoyó Poinsett la colonización de Texas por norteamericanos e insistió, en varias ocasiones, en la compra de Texas a cambio de cinco millones de dólares. Pero el gobierno mexicano siempre rechazó la oferta. Años después, en 1848, en sus observaciones a los Tratados de Guadalupe-Hidalgo, por los que México perdió más de la mitad de su territorio, Manuel Crescencio Rejón recordará: "hace veinticuatro años que el gobierno de los Estados Unidos empezó a hacer diligencias porque le vendiéramos nuestra vasta provincia de Tejas; y cuando hasta ahora... le hemos visto proclamarse dueño de ella a la faz del mundo, extender sus límites alzándose con otra porción considerable de nuestros terrenos, declarar a la república la guerra... perdimos al fin la mitad de nuestro territorio... Rechazadas sus propuestas de compra que hizo en los años de 1825 y 1827... acudió a otro medio para hacerse de la referida provincia...".
Otra línea de acción política de Poinsett fue formar banderías y ponerlas a pelear para sacar provecho del río revuelto. Así emprendió la vigorización de las logias masónicas yorquinas para oponerlas a la logia escocesa, fundada por Manuel Codorniú, médico de O'Donojú, y apoyada por Ward, que era moderada, ni anticlerical ni antiespañola; mientras los yorkinos tendían hacia el liberalismo radical, proponían combatir el fanatismo (anticatolicismo), y rechazaban lo español
http://memoriapoliticademexico.org/T...ateos_1884.jpg
Poinsett fue uno de los principales promotores de la formación y legalización de las logias masónicas del rito de York, dependiente de la "Gran Logia de Filadelfia". El 14 de octubre de 1825 en un comunicado Poinsett señaló "...con el propósito de contrarrestar el partido fanático en esta ciudad, y, si posible fuera, difundir los principios liberales entre quienes tienen que gobernar al país, ayudé y animé a cierto número de personas respetables, hombres de alto rango y consideración, a formar una Gran Logia de Antiguos Masones Yorkinos...". Vicente Guerrero, Miguel Ramos Arizpe y Lorenzo de Zavala, quien editó en 1828 el "Manifiesto de los principios políticos del Excmo. Sr. D. J. R. Poinsett", estuvieron entre los “hombres de alto rango” que pertenecieron a esa logia.
Asimismo, cabildeó exitosamente con el mismo presidente Victoria, para que desechara todo intento de marchar desde Yucatán o Veracruz para invadir a Cuba.
Pero los masones escoceses comenzaron a crearle un ambiente muy adverso: lo acusaron de participar en el complot del Padre Arenas y supieron desatar la antipatía popular sobre Poinsett, al grado de que la consigna ¡Afuera Poinsett! pasaba de boca en boca por todos lados, hasta que dos legislaturas pidieron su expulsión al presidente Victoria. Entonces Poinsett publicó en su defensa un panfleto titulado “Exposición de la conducta política de los Estados Unidos para con las nuevas repúblicas de América”. No bastó porque se dio un motín y fue apedreada su casa. Poinsett desplegó su enseña patria diciendo: “esta es la bandera de la nación a cuyo ejemplo debe México su libertad”; enseguida la multitud fue dispersada por un piquete de caballería.
En abierta intromisión en los asuntos del país, Poinsett participó en el motín de la Acordada del 30 de noviembre de 1828, encabezado por Vicente Guerrero y Lorenzo de Zavala para impedir que Gómez Pedraza asumiera la presidencia de la República. En la refriega, el mercado del Parián, cuyos comerciantes eran españoles en su gran mayoría, fue saqueado por gente del pueblo azuzada por antiespañolistas. Guerrero ganó y asumió la presidencia, pero a pesar de su probada honradez, gran popularidad y del apoyo de Poinsett, no pudo formar un gobierno estable y el 16 de diciembre de 1829 fue declarado por el Congreso incapacitado para gobernar.
La opinión pública volvió a clamar por la expulsión de Poinsett y por la destitución de Zavala por la influencia que habían ejercido sobre Guerrero, por lo que la legislatura nacional acordó el retiro del primero, pero fue hasta julio de 1829 cuando el secretario de Relaciones, José María Bocanegra, oficialmente lo solicitó al gobierno estadounidense, quien lo concedió. Poinsett salió del país hasta el 3 de enero de 1830. Entonces escribió al presidente Jackson estas proféticas palabras: “aunque no existe la más remota posibilidad de obtener Texas mediante compra, se están fraguando las causas que la llevarán a formar parte de la Unión Americana”.
Poinsett, después de entregar sus observaciones y estudios al Departamento de Estado en Washington, hizo imprimir lo que no tenía carácter de confidencial y reservado en su famoso libro Notes on México, en el que salvo la referencia a Iturbide y una breve historia de México que incluye, sólo toca de lado la política, y se dedica a la geografía, monumentos, estadísticas, costumbres y anécdotas de viaje, que recabó y vivió en México. Más importante es que se le atribuya haber proporcionado a Prescott el material para que escribiera su obra “La conquista de México”, que sirvió de inspiración a la estrategia de la invasión norteamericana que culminó con el mayor despojo territorial que país alguno haya sufrido.
Tras regresar a su país, introdujo allá el cultivo de la flor mexicana de la Nochebuena, a la que nombró “poinsetia”. Casó con Mary Izard Pringle en 1833, y el 5 de marzo de 1837 fue nombrado secretario de Guerra del gobierno de Martin Van Buren, cargo en el que se ocupó del desalojo de los indios más allá del Mississippi y de la guerra contra los indios Seminolas; asimismo, redujo la fragmentación del ejército mediante su concentración en determinadas localidades y equipó a los regimientos de artillería con cañones ligeros. En 1841 se retiró a su plantación de Georgetown, Carolina del Sur.
En 1842 fue un entusiasta promotor de la anexión de Texas a los Estados Unidos.
Fue fundador del National Institute for the Promotion of Science and the Useful Arts, hoy Smithsonian Institution.
Murió cerca de Statesburg, Carolina del Sur, el 12 de diciembre de 1851.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
Efeméride Nacimiento 2 de marzo de 1779. Muerte 12 de diciembre de 1851.
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Fuente:
Memoria Politica de Mexico
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Re: Mexico no es bicentenario
Otra caricatura más del políticamente incorrecto Paco Calderón que salió con motivo del “bicentenario” de nuestra “independencia”.
http://i87.photobucket.com/albums/k1...&1445023346891
https://lacrox.files.wordpress.com/2010/09/2730.jpg
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Re: Mexico no es bicentenario
domingo, 27 de septiembre de 2015
LA VERDAD HISTÓRICA: 194 AÑOS DE SER INDEPENDIENTES, DESDE EL 27 DE SEPTIEMBRE DE 1821
- EL ACTA DE INDEPENDENCIA SE FIRMÓ UN DÍA DESPUÉS: EL 28 DE SEPTIEMBRE
- EN 2010 FALSAMENTE SE CELEBRÓ EL DIZQUE BICENTENARIO
http://3.bp.blogspot.com/-pkAP_w2fYY...septiembre.png
El año 1810 marca el inicio de una mortífera guerra iniciada por don Miguel Hidalgo y continuada por José María Morelos. Se calcula que en ella murieron entre 250,000 y 500,000 de personas, de una población de 6 millones de habitantes. Esta guerra que no logró la independencia, terminó en derrota y en la ejecución de ambos. Fue don Agustín de Iturbide quien sin derramamiento de sangre y con base en negociaciones y pactos -incluso con el reducto insurgente que acaudillaba Vicente Guerrero- logró encabezar eficazmente un movimiento que dio origen al México independiente.
Creador también del Plan de Iguala y de nuestra bandera nacional, estableció en aquél: “Se formará, un ejército protector que se denominará de las Tres Garantías, porque bajo su protección toma, lo primero, la conservación de la religión católica, apostólica, romana, cooperando por todos los medios que estén a su alcance, para que no haya mezcla alguna de otra secta y se ataquen oportunamente los enemigos que puedan dañarla; lo segundo, la independencia bajo el sistema manifestado; lo tercero, la unión, íntima de americanos y europeos” (Artículo 16, del Plan de Iguala).
A estas Tres Garantías les dio un color específico en nuestro lábaro patrio: En primer lugar aparecía el blanco que simbolizaba la pureza de la religión católica; al centro, se encontraba el verde que representaba la independencia, y al final el rojo, símbolo de unión entre criollos, españoles, indios, africanos, mulatos, asiáticos y todo tipo de castas surgidas de la mezcla racial que se dio en los tres siglos de dominación española. Tiempo después cambiaría el orden de los colores de nuestra bandera pero conservando su significación que los gobiernos liberales y jacobinos han desconocido, de la misma forma que por su odio sectario han falsificado la Historia oficial para denigrar y no reconocer a nuestro libertador. Pero como bien dijo Amado Nervo: ¿Quién borrará tu nombre de la Historia sin borrar de tu enseña los colores?
http://2.bp.blogspot.com/-Q1NMtrFBBa...trigarante.jpg
VER TAMBIÉN (HAZ CLIC): FUE ITURBIDE Y NO GUERRERO QUIEN CREÓ LA BANDERA, IDEÓ EL PLAN DE IGUALA Y REALIZÓ LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO
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Fuente:
Catolicidad: LA VERDAD HISTÓRICA: 194 AÑOS DE SER INDEPENDIENTES, DESDE EL 27 DE SEPTIEMBRE DE 1821
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Re: Mexico no es bicentenario
Eterno Retorno
Wednesday, September 08, 2010
Los errantes fantasmas de Padilla
Por Daniel Salinas Basave
http://1.bp.blogspot.com/_8xJA2m-O1e...A+ITURBIDE.JPG
Hay pueblos gobernados por sus fantasmas. Sus muertos no los dejan vivir en paz. Dos siglos y millones de litros de agua no parecen ser suficientes para borrar la sombra de sus espectros. Padilla, poblado del centro de Tamaulipas, carga a cuestas los fantasmas de un mártir y un suicida. Un hombre fue injustamente fusilado en ese pueblo. Ocho años después, otro hombre decidió quitarse la vida frente a la tumba del mártir. El lugar donde la sangre se derramó es un misterio inundado. El viejo Padilla yace desde hace cuatro décadas bajo las aguas de una presa. Las sucesivas inundaciones fueron acabando con el pueblo. Hoy existe el nuevo Padilla y la Villa Náutica de la Presa Vicente Guerrero, paraíso de la pesca deportiva y las carreras de lanchas, pero hasta la nueva versión del poblado parece contagiada por los espíritus inquietos de sus muertos. Hay quien dice que cuando Agustín de Iturbide fue fusilado, Padilla murió con él. Esa ejecución, consumada el 19 de julio de 1824, fue un tatuaje en la historia del pueblo que ni las inundaciones ni la presa pudieron borrar. La mayor paradoja, o acaso debamos llamarlo escupitajo del destino, es que la presa bajo cuyas aguas yace el sitio donde cayó muerto Iturbide, se llame Vicente Guerrero, su contraparte insurgente en el inexistente abrazo de Acatempan, simbólico segundo de a bordo en el Ejército Trigarante que consumó la Independencia y verdugo de su Imperio. Los amos de la historia oficial determinaron que en ese abrazo había un héroe y un villano. El héroe es Guerrero, cuyo nombre se inmortalizó en una entidad federativa, varias decenas de municipios y miles de calles y escuelas. De pilón, tiene una presa en Tamaulipas bajo cuyas aguas yace la tumba ignota del malogrado emperador que no tuvo derecho ni a una placa conmemorativa que diera un norte sobre la ubicación del lugar exacto donde cayó su cadáver. La de Iturbide fue una corona fúnebre desde el momento en que fue ceñida. Menos de diez meses duró su triste imperio, el que abarcó mayor territorio y fue a la vez el más efímero en toda la historia de América. Exiliado en 1823, Iturbide se marcha con su familia a Italia y a Inglaterra en donde recibe entusiastas cartas de sus partidarios que le instan a retornar asegurándole que al desembarcar habrá miles de mexicanos aclamándolo. Egocéntrico y vanidoso al fin, Iturbide se cree las versiones de sus allegados y decide tomar el barco de regreso a México. Lo que ignora es que en su ausencia el Congreso lo ha declarado traidor a la Patria y ha firmado su sentencia de muerte. Al llegar a costas tamaulipecas no lo aguardan los miles de entusiastas seguidores prometidos en las cartas, sino el militar republicano Felipe de la Garza que lo aprehende apenas pisa tierra mexicana. La leyenda cuenta que De la Garza lo reconoce por su forma de galopar en la playa. Se forma un consejo de guerra “exprés” y la sentencia de muerte es ejecutada. El libertador de México cae abatido por las balas republicanas en el paredón de Padilla. El pueblo tiene su primer fantasma, el mártir, pero hemos dicho que aquí hay también un suicida, cuya historia es de una fatalidad propia de tragedia griega. En el momento en que la sentencia de muerte de Iturbide se ejecuta, el Ministro de Guerra y Marina de la naciente República es Manuel Mier y Terán, el mismo que agradece oficialmente a De la Garza por la captura y ejecución de Iturbide. Manuel Mier y Terán es la esencia de la historia de lo que pudo haber sido, un hombre brillante con un destino trágico. Fue lugarteniente de José María Morelos Morelos y a la muerte del Siervo de la Nación, todo indicaba que sería su sucesor en el mando del Ejército Insurgente, pero Mier y Terán no logra aglutinar bajo su mando a los otros dos combatientes que sobrevivían, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero, los futuros presidentes de México. Mier y Terán acaba acogiéndose al indulto del Virrey Juan Ruiz de Apodaca y se rinde. Su prestigio como militar, sin embargo, es intachable, lo cual le vale ser nombrado el primer ministro de Guerra en la historia de la República una vez consumada la Independencia, cargo bajo el cual firma la sentencia de muerte de Agustín de Iturbide. La historiografía seria jamás hablará de espíritus y fantasmas, pero parece ser que el espectro del emperador poseyó a Mier y Terán y selló su cruel destino. Aunque en el campo de batalla sigue obteniendo triunfos, destacando su triunfo en la batalla de Tampico donde derrota a la expedición de reconquista española encabezada por Isidro Barradas (cuya medalla se cuelga Santa Anna y cuyo principal aliado es la fiebre amarilla que contagió a los gachupines) Mier y Terán no encuentra la paz. En 1832 Manuel Mier y Terán era el máximo presidenciable del país, el favorito para suceder a Anastasio Bustamante y hacer sombra a la creciente figura de Santa Anna, sin embargo, un fantasma lúgubre posee el alma del militar. Justo cuando estaba a punto de lanzar su candidatura presidencial, Mier y Terán decide visitar la tumba de Iturbide en el poblado de Padilla, a donde llega el 2 de julio de 1832. El militar llora frente al sepulcro del emperador y pide perdón, pero no encuentra consuelo. Mier dirige desgarradoras palabras al difunto: “Perdona a los que te ofendieron y ruega a Dios por el bien de la Patria”. Al amanecer del 3 de julio de 1832, Manuel Mier y Terán se asea, se viste con su uniforme de gala y vuelve a dirigirse solitario rumbo a la tumba de Iturbide. Sus hombres lo miran a una prudente distancia. Pronuncia unas palabras inaudibles. Después saca su espada, se la coloca sobre el corazón y la encaja con todas sus fuerzas. El cuerpo del suicida cae sobre el sepulcro del emperador. Su última voluntad es ser enterrado a lado de Iturbide. Hoy, los dos espectros, el suicida y el mártir, moran en las aguas que inundaron el viejo villorrio tamaulipeco donde hasta la moderna Villa Náutica ha empezado a quedarse sola carcomida por el abandono y el narco-terror que azota al Noreste de la República. La historia nacional es rica en muertos sin descanso.
posted by Daniel at 8:30 PM
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Fuente:
Eterno Retorno
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
El jefe realista Félix María Calleja toma Guanajuato y manda tocar a degüello
25 de Noviembre de 1810
http://www.memoriapoliticademexico.o...1/25111810.jpg
El día anterior los insurgentes, conducidos por Allende, habían salido de dicha ciudad. Calleja se entera de la muerte de varios españoles provocadas por el negro Lino que había levantado a la chusma y que era conocido como el tigre carnicero, por lo que manda tocar a degüello. Después de varias muertes, refrena esta medida alegando sentimientos de humanidad.
Sin embargo, publica un bando en el que pide que bajo pena de muerte, sean entregadas armas y municiones, sean delatados los que hubiesen favorecido o fomentado la revolución; señala que cualquier reunión de más de tres personas será dispersada a balazos y que aquel que saliera de noche sin permiso de la autoridad, recibirá fuerte multa o doscientos azotes.
Los aprehendidos, sospechosos de la matanza, sin alguna formalidad, serán fusilados, bajo la vigilancia de Flon, Conde de la Cadena, “anciano de aspecto sórdido, de torva y recelosa mirada y de boca contraída por la ira y la venganza”. También será instalada una horca. Los muertos sumarán más de doscientos.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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Fuente:
Memoria Politica de Mexico
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Re: Mexico no es bicentenario
Máscara de Fernando VII: Nueva España
“El nombre del Rey... en los rebeldes... [es]... un arbitrio capcioso… para engañar mejor a los pueblos”.
- Fermín de Reygadas, “Discurso contra el fanatismo y la impostura de los rebeldes de Nueva España”, El Aristarco (Ciudad de México, 14 de junio de 1811).
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Fuente:
http://bicentenariodistinto.blogspot...va-espana.html
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Re: Mexico no es bicentenario
Cita:
Iniciado por
Mexispano
Máscara de Fernando VII: Nueva España
“El nombre del Rey... en los rebeldes... [es]... un arbitrio capcioso… para engañar mejor a los pueblos”.
- Fermín de Reygadas, “
Discurso contra el fanatismo y la impostura de los rebeldes de Nueva España”, El Aristarco (Ciudad de México, 14 de junio de 1811).
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Fuente:
C. L. A. M. O. R.: Máscara de Fernando VII: Nueva España
Todo lo contrario, el comenzar la rebelión de 1810 aclamando al Rey fue completamente natural dentro de la tradición foral que se transmitió de España a México. Hidalgo se oponía, como la mayoría del pueblo llano y del clero bajo, a las reformas de los Borbónicas y con mayor fuerza al gobierno liberal de Cádiz o al afrancesado de Madrid.
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
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Re: Mexico no es bicentenario
El texto ya tiene sus años, pero no ha perdido su vigencia.
15 de septiembre de 2011
201 AÑOS DE INDEPENDENCIA, UNAS REFLEXIONES
http://3.bp.blogspot.com/-zyDgyVSBZ7...ra-287x188.jpg
Hace 1 año, al festejarse los 200 años del inicio de las Guerras de Independencia, particularmente con la rebelión del Padre Don Miguel Hidalgo y Costilla, escribí en estas líneas que tras dos siglos de Historia, este país se encontraba viviendo unas horas muy negras, quizá no son las más oscuras: la invasión norteamericana sobre la que hablé en el post anterior o las inmensas masacres de la llamada "Revolución" hace 100 años fueron mucho peores; pero definitivamente, estamos viviendo malos tiempos: la violencia cunde por doquier, las bandas criminales actúan con impunidad y la llamada "estrategia" del Gobierno sólo ha demostrado servir para alentar más a la delincuencia organizada: matanzas, tráfico de drogas, prostitución, tráfico de armas y personas... la corrupción y la destrucción del Estado de Derecho son palpables, nuestra clase política, indiferente a todo esto, se encuentra empeñada, como siempre, en los eternos conflictos electorales y el reparto del erario, visto como un botín; aunado a ello, es evidente que la sociedad mexicana vive una igualmente profunda crisis moral en la que la violencia se ha vuelto cotidiana, el materialismo lo inunda todo, las familias se desintegran y los vicios, la incultura y la vulgaridad campean a sus anchas, además de todo lo anterior, estamos inmersos en la espantosa situación económica que vive el mundo, y que está afectando con más dureza al hemisferio occidental.
Todo esto contribuye a que el mexicano, si ya de por sí se le ha adoctrinado siempre a que es el eterno conquistado, el vencido, el que es menos que los demás, que lo correcto es mantenerse humillado y pobre, se sienta efectivamente que es peor que los otros, que jamás podremos ser como nuestros vecinos del norte o los europeos o los chinos, que no podemos romper con nuestro círculo de pobreza y mediocridad, con nuestra corrupción a la que consideramos ya como algo normal y propio de nuestra idiosincrasia o forma de ser, que ya somos flojos y que solamente somos buenos para la fiesta, las borracheras y el desmadre y que no la hacemos ni para el fútbol. Pero no es así, no somos ni peores ni mejores que otros. Y ahora lo voy a explicar.
Esta crisis económica mundial y la coyuntura de acontecimientos internacionales ha servido para que caigan las máscaras, hoy vemos que Europa se tambalea ante severos problemas y revelaciones que nos demuestran que ni los españoles, ni los franceses ni los ingleses son semidioses superiores a nosotros; sus circunstancias son diferentes, pero los vicios son los mismos, y en algunos casos, han llegado a extremos mayores que nosotros y es que ni existe el "buen salvaje" rousseauniano, ni tampoco existe el "súperhombre" de Nietzche, la naturaleza humana es la misma, lo mismo en una aldea del Congo o en un monasterio tibetano que en Nueva York y Ciudad Neza. Es cierto, sin embargo, que debido a diversas circunstancias los países europeos y algunos asiáticos y EUA y Canadá han alcanzado un alto nivel de desarrollo económico y de bienestar para sus habitantes, ya sea porque durante su colonización, en el caso de los Norteamericanos, no hubo que integrar a la población indígena porque fue pequeña o incluso exterminada; porque el desinterés de Inglaterra en ellos les permitió contar con mayor autonomía y gestionar su propio desarrollo, o porque para evitarse una sangrienta rebelión la Metrópoli decidió fomentar en ellas el autogobierno y la participación activa de las personas, como en Australia o Nueva Zelanda, también, como dice el biólogo Jared Diamond, porque contaron con los recursos naturales suficientes para fomentar un alto avance tecnológico y hay que reconocerlo: porque esto les dio las herramientas para la conquista efectiva de otros lugares: es de ingenuos no pensar que mucha de la riqueza de las potencias europeas vino del saqueo y explotación de Africa, Asia y América desde el siglo XVI al XIX.
Por otro lado, se trata de pueblos más viejos, que iniciaron su desarrollo a partir del siglo V d.C. con la caída de Roma y la llegada de los pueblos germánicos, nosotros a penas llevamos 500 años de proceso formativo de nuestras naciones e identidad, nos falta mucho para llegar a la madurez que algunos pueblos, como España o Inglaterra alcanzaron ya en el siglo XVI. Incluso, muchos de los pueblos desarrollados de Europa están hoy, en franca decadencia, en plena vejez.
Pero veamos, ¿Son en realidad más honestos los franceses que nosotros? Tal parece que la corrupción de sus autoridades es tan grave como aquí, o quizá peor porque se venden a intereses extranjeros: se está revelando que ha sido una práctica sistemática de la Administración Sarkozy, y antes que él de Chirac, de Giscard d'Estaigne y quién sabe si de De Gaulle, bajo cuyo mandato se dio la descolonización, recibir dádivas de los dictadores en turno de las excolonias francesas en África a cambio de apoyo en los foros internacionales para evitar las sanciones por violaciones de los derechos humanos y obtener rápido reconocimiento tras cada golpe de Estado y recibir ayuda financiera a su vez. ¿Son mejores los políticos japoneses que los mexicanos? ¡Para nada! Llevan 6 primeros ministros en 5 años, hace unos días renunció Naoto Kan, tras haber estado difiriendo su salida por la crisis provocada por el Tsunami y los daños a la central nuclear de Fukushima, los escándalos de corrupción, nepotismo, compadrazgos y demás son tan comunes como aquí, igual que la impunidad para los ex-funcionarios; incluso es de recordar cómo Japón protegió por años a Alberto Fujimori, ahora encarcelado con privilegios en Perú. ¿Son las policías mexicanas las peores del mundo? Veamos a Noruega: si fue posible la masacre de Oslo hace unos meses se debió a la pésima preparación, organización y exceso de confianza de sus policías y agencias de seguridad que sorprendieron al mundo por su ineptitud extraordinaria, y el asesinato del Primer Ministro sueco Olof Palme, ocurrido en 1986 sigue sin resolverse, igual que el de Colosio o el Cardenal Posadas.
¿Sólo en México existe la demagogia? ¿Y qué es Obama sino un demagogo consumado que ganó la presidencia de EUA por decirle a todo mundo lo que quería oír, y que ahora ha demostrado no saber gobernar? El sindicalismo mexicano es criminal y un lastre, lo mismo que el español que exige subvenciones al gobierno chantajeándolo igualito que el SME, o ¿qué tal el griego, muy responsable de la destrucción de la economía de la Hélade? Y en EUA, Jimmy Hoffa le podía haber dado clases de doctorado en corrupción, prácticas mafiosas y amenazas a Elba Esther Gordillo, Fidel Velázquez o a Esparza, líder de los electricistas.
Como consuelo, debemos agradecer que hasta ahora, México no ha producido un político o un líder como Silvio Berlusconi que abiertamente lava dinero para la mafia, ha convertido al Gobierno italiano en un prostíbulo y con todo el cinismo del mundo se ríe de tribunales y ciudadanos, presumiendo de su impunidad y sus extravagancias a costillas del erario, y si nos quejamos de los monopolios en nuestro país, pues veamos que "Il Cavaliere" mantiene su impunidad gracias a que es dueño de las disqueras, televisoras, radiodifusoras e inmobiliarias más importantes del país, de equipos de fútbol y tiene acciones de empresas automovilística, sin él, se cae el país de la bota.
Nuestros medios de comunicación apestan, ¿y qué ocurre en Inglaterra? Diarios como "The Sun" son tan malos como "TV Notas", llenos de chismes y difamaciones, y recientemente tenemos el escándalo de Rupert Murdoch y las escuchas telefónicas y espionaje informático para conseguir noticias, mientras que los saqueos sucedidos en Londres nos muestran la grave crisis social y de valores morales de su sociedad, así como de acatamiento del orden jurídico.
Sin embargo, y pese a todo esto, no quiero que se me interprete con "mal de muchos, consuelo de tontos", eso sería lo más estúpido y estimularía el conformismo, lo que quiero decir es que no somos ni peores ni menos que en otros lados y en muchos países tienen o han tenido los mismos problemas que nosotros; y por supuesto, nos hace falta trabajar en muchos aspectos para lidiar con esos problemas, lo principal sería, por un lado, poner fin a la impunidad: Colombia e Italia hace no mucho vivían una situación similar a la de México; si es cierto que en el país italiano actualmente gobierna alguien presuntamente vinculado con intereses oscuros como es Don Silvio, pero fue gracias a hombres valientes como los Jueces Falcone y Borsellino que en los años 80 se lanzaron a acabar con la influencia y el poder del crimen organizado que lograron reducir su presencia, aunque la vida se les fue en ello, pero primero que nada, buscaron limpiar las instituciones de corrupción y hacerlas más eficientes, como paso previo a lanzarse a la lucha contra la delincuencia, lo mismo ocurrió en Colombia, donde si bien el crimen y la violencia continúan no son lo que fue bajo el dominio de Pablo Escobar a fines de esa misma década. De que se puede superar esta situación, se puede, pero hay que encontrar el modo.
Quizá se necesita un completo cambio del sistema político, la Democracia Representativa no sólo está fallando en México y ha servido para el encumbramiento de una cleptocracia donde gobiernan verdaderos bandidos, tal y como lo he narrado aquí, es un fenómeno que se ha extendido por todo Occidente, y donde no llegan al poder las personas más capaces para ostentar el mando. Se necesita también que haya reales consecuencias y sanciones para aquellos funcionarios que usan sus puestos para sus fines personales, y algo fundamental, que es el segundo aspecto es la educación.
La educación que no sólo se centre en los aspectos técnicos y materiales, muy necesarios sin duda para producir profesionistas capaces, inventores, ideólogos, artistas o técnicos, necesitamos una educación integral que forme personas en sus aspectos morales, sociales y también espirituales, de lo contrario, seguiremos con gente que coloca como primer objeto de su vida el enriquecimiento, el coche de lujo, el ascenso laboral, tener "viejas" como coloquialmente se dice y que hace tan susceptible a los jóvenes de caer en el crimen en la búsqueda de dinero fácil y de placeres rápidos.
Debemos quitarnos de complejos; no somos menos que los demás pueblos, ni tenemos nada que envidiarles, pero sí podemos dar ejemplo, porque los mexicanos tenemos muchas cosas positivas, es sólo de que nos decidamos a cambiar empezando por nosotros mismos, así que seamos más optimistas, ¡¡VIVA MEXICO!!! y ¡¡Felices fiestas patrias!!
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Fuente:
EL MUNDO SEGUN YORCH: 201 AÑOS DE INDEPENDENCIA, UNAS REFLEXIONES
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Re: Mexico no es bicentenario
¿Por qué perdimos?
4 respuestas
“México fue la primera nación del Nuevo Mundo durante todo el siglo XVIII; en la misma época en que los Estados Unidos eran un modesto grupo de colonias sin importancia (…) nuestro territorio llegaba por el Norte hasta Alaska y por el Sur hasta Honduras. Nuestro país era centro comercial del mundo (…) había más bibliotecas, más universidades, más imprentas, que en las trece colonias británicas de la orilla del Atlántico (…) Pronto los ingleses, después de fomentar nuestra guerra de Independencia, se apoderaron de la dirección de todos los negocios de los pueblos hispanoamericanos (…) las naciones americanas, surgidas antes de tiempo, fatalmente cayeron en la dispersión. Y peor aún: se dejaron dominar por la propaganda, que las llevaba a renegar de su antigua Metrópoli para aceptar sumisas la penetración anglosajona en lo económico y también en lo espiritual” (José Vasconcelos)
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Mapa de México (Nueva España) en 1794, que se exhibe en el Salón Principal de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Con la incorporación de Luisiana (1764-1803) llegó a alcanzar los 7 millones de Km2, el más extenso territorio del continente, pero la fragmentación de Hispanoamérica tras la independencia provocó la pérdida de la mayor parte del territorio mexicano ante el empuje arrollador de Estados Unidos.
Artículo del jesuita español Baltasar Pérez Argos originalmente titulado “Un luminoso ejemplo de filosofía de la historia aplicado a Hispanoamérica. José Vasconcelos: ¿Por qué perdimos?”, publicado en el sitio web Fundación Speiro.
(NOTA: Hispanoamérica Unida no es un sitio web confesional y no se identifica necesariamente con la postura ideológica o religiosa del autor de este artículo. El objetivo que guía la publicación de diversos materiales en nuestra web es poner de manifiesto y reivindicar la unidad de nuestra América de habla española)
El gran pensador mexicano José Vasconcelos, una de las más altas y señeras figuras de la filosofía hispanoamericana de nuestro tiempo, en un artículo, que bien puede considerarse su testamento espiritual –fue lo último que escribió y publicó- nos dejó un luminoso ejemplo de filosofía de la historia, aplicado a Hispanoamérica. Se pregunta ya desde el título, ¿Por qué perdimos?, y concreta el problema de la siguiente manera:
“¿Cuáles son las causas de que, a principios del siglo XIX, todavía México haya sido el primer país de Hispanoamérica y actualmente los Estados Unidos lo tienen aventajado en forma tan gigantesca?”.
Pregunta las causas, quiere hacer filosofía, filosofía de la historia, de una historia, que hoy precisamente, al conmemorarse el V centenario del descubrimiento y evangelización de América, se ha hecho actualidad. El problema de un modo o de otro se ha planteado, y se le han dado soluciones, soluciones muy peregrinas. Escuchemos la que, con su capacidad y reconocida competencia, nos ofrece el ilustre mexicano José Vasconcelos en este artículo memorable.
Empieza el gran pensador dando por asentado el hecho de que España, en el momento de la independencia, deja a México situado tanto en lo cultural como en lo económico, a una altura inconmensurable con respecto a sus vecinos del Norte, los Estados Unidos, apenas unos ranchos dispersos por el gran continente. Así se expresa Vasconcelos:
“En primer lugar hace falta convencer a los no letrados de que, en efecto, México fue la primera nación del Nuevo Mundo durante todo el siglo XVIII; en la misma época en que los Estados Unidos eran un modesto grupo de colonias sin importancia, ya no digo cultural, ni siquiera comercial”.
Afirmación clara y contundente “para convencer a los no letrados” y a otros “ignorantes” de la historia: “México fue la primera nación del Nuevo Mundo durante todo el siglo XVIII”. La primera nación: ¿En qué consistió su primacía? Nos lo va a comprobar con un testimonio, no precisamente de un español –no sería ni hábil ni eficaz- sino de una personalidad neutral, alemán por más señas, de la categoría científica de un Alejandro Humboldt. Humboldt, en efecto, como todos sabemos, fue por decirlo así el primer periodista científico. Recorre detenidamente todo el continente americano, desde las tierras del norte hasta el Virreinato del Perú, y recoge en más de 30 volúmenes sus experiencias, lo que vio, lo que vivió y observó en tan largo recorrido. De un mérito extraordinario, nosotros, los españoles de hoy, deberíamos conocer mejor lo que escribió para la Historia, aquel periodista. Oigamos a Vasconcelos lo que nos resume en brevísima pincelada:
“Para darse cuenta de lo que México era, basta con recordar el libro de Humboldt, El Ensayo Político sobre la Nueva España. Teníamos entonces mejores carreteras que las norteamericanas; nuestro territorio llegaba por el Norte hasta Alaska y por el Sur hasta Honduras. Nuestro país era centro comercial del mundo. Nuestra marina, aun la construida en astilleros mexicanos, imponía respeto a la americana y estuvo ayudando a contener los asaltos de los bucaneros, que pretendían apoderarse por la fuerza de nuestros puestos. Constituimos en aquel tiempo una de las rutas comerciales más frecuentadas del mundo, por virtud del tráfico de los galeotes de Manila, que estuvieron comunicando el Asia con Europa, durante más de dos siglos. El último viaje de esta empresa de navegación coincidió con la ocupación de Acapulco por los insurgentes de Morelos.
“Desde el punto de vista financiero fue aquella una época en que nuestra moneda era patrón mundial. El valor de la moneda, al fin y al cabo, lo determina el valor del metal que la respalda, ya sea plata u oro. Pero a la vez, para garantizar la posesión de la plata y el oro, hacen falta las escuadras y los ejércitos. Por eso es que la moneda sigue al Imperio. En nuestros buenos tiempos la garantía metálica de nuestra moneda –única sólida- estaba en las Casas de Moneda, que abundaban por el país y todas se hallaban protegidas por el Ejército Colonial y por la Marina española. Actualmente tenemos que garantizar nuestro peso con divisas extranjeras, que son un giro contra depósitos metálicos, que se encuentran en los Estados Unidos, custodiados por el Ejército norteamericano”.
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Dibujo de la Ciudad de Veracruz y San Juan de Ulúa en 1615 (autor desconocido). Se le llamaba Ciudad de Tablas debido a que las casas eran de madera con techos de palma.
La descripción de la riqueza material, en que vive México, hecha por Alejandro Humboldt y resumida brevísimamente por Vasconcelos, no puede ser más elocuente. En el libro de Humboldt además se encuentran datos sorprendentes de alto nivel cultural y científico de toda la América española. Recordemos este gran elogio: “Ninguna ciudad del Nuevo Continente, sin exceptuar las de los Estados Unidos del norte, presentan establecimientos científicos tan grandiosos y sólidos como la capital de México. Me bastaría citar la Escuela de Minas, dirigida por el sabio Elhuyar, el Jardín Botánico y la Academia de Nobles Artes, fundada por personas particulares con la protección del ministro Gálvez. El Rey dotó a esta última de una espaciosa casa y de una colección de modelos de yeso, de obras maestras de la antigüedad clásica, como el Apolo de Belvedere o el grupo de Lacoonte, valuada en cerca de 800.000 reales” (Nueva España, I, 112; II, 46). De su estancia en Venezuela –para no quedarnos sólo en México- nos refiere la sorpresa que le causó encontrar en la población del interior, Calabozo, una máquina eléctrica de grandes discos, electróforos, electrómetros, baterías, un material casi tan completo como el que poseen nuestros físicos en Europa, construidos por el señor Carlos del Pozo. Y en Lima, a una distancia inmensa de Europa, le mostraron las últimas novedades en química, en matemáticas y en fisiología” (Nueva España, I, 290).
Vasconcelos también hace referencia en su artículo al nivel cultural y científico, que alcanzó México bajo la dominación española, y que se consolidó al llegar a su independencia. Su afirmación concisa es muy de notar, más en este tiempo, en que sólo mirar al África descolonizada produce escalofríos. La afirmación es breve, pero sorprendente:
“Culturalmente también es de sobra conocido que en nuestro país había más bibliotecas, más universidades, más imprentas, que en las trece colonias británicas de la orilla del Atlántico”.
Más bibliotecas, más universidades e imprentas que en las trece colonias británicas de la orilla del Atlántico. Con la famosa Universidad de San Marcos de Lima, nada menos que 19 ciudades de Hispanoamérica gozaron de otras tantas o más universidades repartidas por aquellos vastos territorios de México y de Perú. ¿Cuántas universidades se han levantado después con más medios y más facilidades sin duda en África y en Asia por otros pueblos colonizadores? No se puede negar sólo con este dato, que la obra cultural de España en América, aun prescindiendo de su aspecto evangelizador, fue enorme. Con razón León XIII, al celebrarse el IV Centenario del descubrimiento, escribió: “La obra de España en América fue el hecho, de por sí, más grande y maravilloso entre los hechos humanos”. “Entre los hechos humanos” porque en cuanto a la evangelización, no hay ni que hablar. La evangelización esto sí que fue maravilloso. Un verdadero milagro de la divina Providencia. No hay más que ver que ahora con tanta “teología de la liberación”, con tanta “inculturación”, no saben qué hacer para seguir los pasos de aquellos evangelizadores y al menos contener la descristianización creciente de aquel inmenso continente católico. El Obispo de Cuernavaca, el famoso Méndez Arceo, me decía en su Palacio episcopal, sede que fue de Hernán Cortés: “Mire, padre, la fe que España nos dejó en México; a pesar de siglo y medio de persecución sistemática contra la Iglesia católica. Mire la fe tan arraigada que tiene este pueblo”. Textual.
Pues bien, ante este panorama de extraordinaria prosperidad se pregunta Vasconcelos y con toda razón: ¿Por qué perdimos? ¿Por qué nos encontramos ahora, siglo y medio después de nuestra independencia, en esta situación, tan contraria de la que partimos? Ellos, los americanos del norte, entonces un “modesto grupo de colonias”; y nosotros, los mexicanos, financiera y culturalmente muy por encima de ellos. México “la primera nación del nuevo mundo durante todo el siglo XVIII”. ¿Y ahora? ¿Qué ha ocurrido? La pregunta se impone y no puede ser más interesante, desde el punto de vista de la filosofía de la historia. Hoy, con ocasión del V Centenario se ha suscitado de nuevo el problema y con más virulencia que nunca por una poderosa razón: por la situación de injusticia social y de miseria, que vive hoy Hispanoamérica, tan floreciente entonces y tan domeñada hoy por el vecino del norte. ¿Dónde está la causa o las causas de esta pérdida? He aquí lo que plantea y a lo que noblemente quiere responder Vasconcelos en este artículo, que desgraciadamente dejó sin concluir. Lo que dice no tiene desperdicio. Veámoslo.
***
El artículo de Vasconcelos, cuyas partes principales transcribimos, apareció en la revista Latinoamérica, en su número 116, de septiembre de 1958. Sólo se publicó la primera parte, no la segunda que prometía ser la más interesante. ¿Por qué sólo la primera parte? La revista se editaba en México D.F. desde su fundación. Pero a fines de 1958 se trasladó a La Habana, con la esperanza de que en la Cuba de Fidel Castro mejoraría su situación económica y tendría mayor tirada que en México, donde por la falta de libertad de imprenta a las que estaban sometidas las editoriales católicas al tener el gobierno mexicano en su mano el monopolio y el control del papel, la revista llevaba una vida lánguida. Urgía salir de Caribdis, pro se encontraron con Escila. Efectivamente, se empezó a publicar en la Habana, pero pronto se frustraron las esperanzas. La revista dejó de salir y el artículo de Vasconcelos quedó truncado a la mitad. Además el gran pensador mexicano moría poco después en México D.F. su querida patria en abril de 1959. Tuve el honor y la satisfacción de asistir a su sepelio y contemplar la alta estima que hacía de él el pueblo mexicano con marcado carácter católico y patriótico.
A la pregunta, que encabeza su artículo, ¿Por qué perdimos? responde Vasconcelos, indagando sus causas, causas de orden político, de orden geográfico, de orden social y religioso, que evidentemente pudieron influir e influyeron en esa pérdida.
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Real Casa de la Moneda de México, obra del arquitecto Juan Peinado, construida en el siglo XVIII. Hoy es el Museo Nacional de las Culturas.
Causas políticas
Vasconcelos fundamenta su análisis político en esta tesis: la guerra de la independencia fue para los Estados Unidos la razón y el comienzo de la unión de las colonias y la participación de las mismas en el proceso ascendente de la Madre Patria, Inglaterra, y su influjo en el mundo; mientras que para nosotros, los hispanos, la guerra de la independencia fue causa de la disgregación nacional y de la participación de nuestros pueblos en la derrota y declive del imperio español. Oigamos a Vasconcelos:
“Para analizar las causas de orden político habría que trasladarse a la guerra de la independencia, que fue para los Estados Unidos comienzo de unión de las colonias y participación de ellas en el ascenso que tuvo en el mundo la Madre Patria, Inglaterra.
Para nosotros la independencia fue disgregación nacional y participación en la derrota de España; cuyo imperio, al perder la Marina, se quedó sin medios de protegernos de la codicia extranjera; nos dejó entregados a nuestros propios recursos y obligados a transar con el enemigo exterior, que era Inglaterra”.
Sobre el principio de que la guerra de la independencia fue causa de la disgregación nacional, Vasconcelos apunta a una razón más profunda que lo explica, “la codicia extranjera”; codicia extranjera que tiene un origen y una cabeza, que con habilidad va a dirigir toda la trama, Inglaterra. No duda en calificar a este conjunto de “el enemigo exterior”.
La afirmación que nos va a hacer ahora Vasconcelos es para tomar muy buena nota de ella, tanto los hispanos de aquí, como los hispanos de allí:
“Pronto los ingleses, después de fomentar nuestra guerra de Independencia, se apoderaron de la dirección de todos los negocios de los pueblos hispanoamericanos, a través de la Banca Internacional y de la Marina Comercial inglesas”.
He aquí el virus, el virus que explica los síntomas de la continua convulsión social que padecen los pueblos hispanoamericanos desde su independencia, a saber el virus del capitalismo liberal manchesteriano. La dirección de los negocios, la Banca Internacional, la Marina Comercial inglesa en manos de los ingleses, no de los nativos. Qué clarividencia la de Vasconcelos. Le resulta este análisis tan evidente, que más adelante insiste sobre lo mismo en un párrafo genial, que hay que leer con todo cuidado. Dice así:
“Por entonces las naciones americanas, surgidas antes de tiempo, fatalmente cayeron en la dispersión. Y peor aún: se dejaron dominar por la propaganda, que las llevaba a renegar de su antigua Metrópoli para aceptar sumisas la penetración anglosajona en lo económico y también en lo espiritual, mediante un liberalismo, que nos distraía con la lucha religiosa, mientras acaparaba la dirección y el usufructo de los recursos nacionales”.
¿Lo peor? Lo peor según Vasconcelos, haberse “dejado dominar las naciones de Hispanoamérica por la propaganda, que las llevaba a renegar de su antigua Metrópoli para aceptar sumisas la penetración anglosajona en lo económico y también en lo espiritual”. Esto es hacer filosofía de la historia, aplicada al caso concreto de Hispanoamérica. El origen del mal aquí está, se les ha querido arrancar de sus raíces, materiales y espirituales.
En el arte de “la propaganda” y en particular de la “leyenda negra” no cabe duda de que “el enemigo, ese enemigo extranjero” ha sido y sigue siendo maestro. Se ha podido comprobar ahora en tantos escritos, reuniones y conferencias que han tenido lugar con ocasión del V Centenario, tanto es así que, intuyéndolo desde su alta jerarquía de Vicario de Cristo, el mismo Sumo Pontífice Juan Pablo II quiso adelantarse y empeñó su altísima autoridad espiritual en deshacer esa propaganda y esa leyenda negra agradeciendo a España públicamente ante todos los obispos y todos los pueblos del continente americano, su ingente obra de evangelización y de cultura en Hispanoamérica,
Era acertada la estrategia. Renegando de la Madre Patria, la antigua Metrópoli, y aceptando sumisas la penetración anglosajona, se dejaba “abierto el camino –nos dice Vasconcelos- a una fácil y profunda penetración del enemigo exterior” en las naciones americanas, surgidas antes de tiempo. De esto se libró el Brasil: de “esto”, que Vasconcelos califica con palabra fuerte “premarxismo del odio interno”. Muy fuerte y expresiva palabra. Dice así:
“Tan sólo Brasil logró escapar a este premarxismo del odio interno y en vez de pelear con su Metrópoli a la hora de la angustia común, al contrario, le abrió sus puertas y aplazó su independencia hasta poder realizarla por medio de Tratados y Convenciones favorables al interés común… Pero entre nosotros, la penetración extraña había sido profunda, como no tardó en demostrarlo el éxito que obtuvo Poinsett atrayendo hacia sí y a su programa imperialista, toda una generación de gente capaz, que insensiblemente fue derivando hacia la cooperación con los planes anglosajones de destruir todo lo hispánico en beneficio de la nueva situación, que prometía crear hombres libres y acabó convirtiéndonos en factorías, ya que ni siquiera como antes, en las colonias”.
http://hispanoamericaunida.files.wor...an-carlos.jpeg
Patio principal de la Academia de San Carlos, fundada en 1781. Fue la primera escuela de arte en América y desde su creación ha sido el centro medular de la creación artística en el continente, particularmente durante los siglos XVIII y XIX, al constituirse como el semillero de grandes talentos en el mundo del arte.
Penetración extraña y profunda, la penetración anglosajona; que se concreta en el “éxito que obtiene el Programa Imperialista de Poinsett”. Programa que propone nada menos que “la cooperación con los planes anglosajones de destruir todo lo hispánico en beneficio de la nueva situación”. ¿Cuál es esa nueva situación? No se expresa pero claramente se deduce: el imperialismo anglosajón, que de una manera o de otra, aún perdura. Todo esto, aliñado con la añagaza de siempre, la promesa de libertad, de “crear hombres libres”. Como si la libertad fundamental no fuera un “don preciosísimo, innato al hombre”; que recibimos de Dios; que no hay que crear, sino potenciar regulándolo y sometiéndolo a la ley natural, como tan profundamente nos explica León XIII en su enclítica Libertas.
Vasconcelos resume y concluye así el análisis de las causas políticas, que han influido tan decididamente en la pérdida del alto nivel cultural y material que poseía México en el momento de su independencia, y en el “desfase histórico”, que ahora vive con relación al gran vecino del Norte. Dice así Vasconcelos, con una agudeza que sorprende por su acierto:
“Inglaterra se apoderó de nuestro comercio de nuestra minería; y todas las pequeñas naciones sueltas se dejaron llevar a la patriotería, que engendra el culto del Caudillaje. Aquello tenía que conducir al fracaso. Una a una, nuestras naciones fueron cayendo en la sumisión; que primero se impuso con rudeza y ahora se ejercita dentro de las formas de la más exquisita cortesía, en la Panamericana de Washington”.
Por último se consuela Vasconcelos al ver que su análisis de las causas políticas, por las que los pueblos hispanoamericanos “perdieron” su grandeza, lo intuyó también Bolívar, “aquel genio”; lo que constituye un germen de esperanza, o como él dice con más exactitud, “las bases para que alguna vez conquistemos de verdad la autonomía”. Hispanoamérica no tiene otro camino para la recuperación de su identidad. Oigamos una vez más a Vasconcelos:
“Bolívar, que era un verdadero genio, se dio cuenta de todo esto. Por eso murió decepcionado, pero reconociendo lo inevitable y aconsejando que se pusieran las bases para que alguna vez conquistásemos de verdad la autonomía”.
Causas orográficas
Poco espacio le queda en su artículo para el análisis de las causas orográficas, como él las llama. Sin embargo, en tan poco espacio es mucho lo que dice. Empieza por asentar el valor de lo que con orgullo denomina “nuestra raza mestiza”, no es otra que la que allí sembró España, llevada de su instinto cristiano y evangelizador; instinto nada racista. Un auténtico cristiano no puede serlo. Esto supuesto, es evidente, dice Vasconcelos que “entre lo que fuimos y lo que somos hay un abismo”; no ya entre lo que tuvimos y lo que tenemos. El problema que analizamos es más hondo, toca al ser, no sólo al tener. Pues bien, presentado así el problema, se le han buscado también soluciones. Nos dice Vasconcelos:
“Se ha adoptado la explicación más fácil, porque es la de la prueba más difícil. Se ha atribuido a nuestra raza mestiza el origen del fracaso. Por eso en los países del norte se evitó el mestizaje”.
Nada de eso, responde Vasconcelos. Ni el mestizaje se evitó en los países del Norte por esa razón de evitar el fracaso sino por razones de tipo racista; ni el mestizaje fue origen del fracaso, ni mucho menos. El mestizaje, en efecto, ha sido siempre fecundo en la historia, como es fácil comprobar:
“Los pensadores de hoy que han logrado investigar a fondo el problema racial, se inclinan más bien a hacerlo a un lado, puesto que el mestizaje ha sido fecundo en la historia. Grecia es el primer caso de mezcla de sangres nórdicas con razas orientales y España misma, la de la Reconquista, era una mezcla fecunda de las mejores razas europeas con semitas y africanos”.
No, “nuestra raza mestiza”. Todo lo contrario. Hay otras causas: “El panorama moderno de la sociología nos revela causas más profundas que las étnicas”. Entre esas causas, la orografía: “Serranías y montañas nunca han sido morada ni base de un pueblo importante, mucho menos de un Imperio. La montaña es enemiga del hombre”. Así nos lo explica Vasconcelos:
“Quien quiera que contemple el Mapa Mundi habrá de darse cuenta de que aquellas regiones manchadas de oscuro, que representan serranías y montañas, nunca han sido morada ni base de un pueblo importante, mucho menos de un Imperio. La montaña es enemiga del hombre. La civilización se desarrolla en las llanuras, a orillas de los ríos y sobre los puertos de mar. Atenas tenía cerca el Epiro, Roma estaba próxima al mar y lo mismo puede decirse de Londres y de París, de Nueva York y Buenos Aires. Egipto no se desarrolla sino hasta que se acerca a la delta del Nilo para ver que lo superan los fenicios, que se atrevieron a lanzar flotas al mar”.
Pues bien, hemos de reconocer que “a nosotros nos faltó –prosigue Vasconcelos- un gran centro marítimo; nuestras provincias, repartidas en nudos montañosos, se mantuvieron alejadas del mundo por el desierto y la lejanía, influyendo aún en nuestro temperamento, que se ha vuelto reservado y particularista”. Hay que reconocer esta realidad. Pero, ¿esta realidad, esta cause orográfica, la montaña enemiga del hombre influyó en nuestra decadencia? Nos sorprende Vasconcelos con su respuesta, con lo que deja la puerta abierta, por contraste, a una reflexión más profunda. En efecto, ante la premisa que ha planteado, sorprende la conclusión que saca. Dice así:
“Sin embargo las montañas no nos impidieron ser nación mundial, cuando formábamos parte del poderío de España. Ahora nuestro futuro depende de que llegue a bombearse hacia el altiplano el agua del mar, previamente purificada para usos agrícolas”.
Extraña conclusión, repito. Si la montaña es enemiga del hombre, si la civilización de desarrolla en la llanuras, ¿por qué con España no? ¿Por qué “las montañas no nos impidieron ser nación mundial, cuando formábamos parte del poderío de España”? ¿Estará la explicación en una reflexión más profunda, que se esconde en las últimas palabras, que a continuación escribe Vasconcelos y con las que pone punto final a su artículo? Dicen así:
“Pero esto no modifica la defensa que hace de nuestra raza, en alguna ocasión memorable para mí”
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Retrato de Carlos Sigüenza y Góngora (1689), por autor desconocido (Biblioteca Nacional de Madrid). Nacido en Ciudad de México en 1645, este científico, historiador y literato fue contemporáneo de Newton y Leibniz e introdujo el método experimental en Nueva España.
“Nuestra raza mestiza”. Aquí está en definitiva la explicación, en “nuestra raza”, la “raza mestiza” que en ocasión para él memorable defendió. Esa “nuestra raza” la lleva en el corazón y en ella encuentra el secreto de la grandeza de su patria.
La raza mestiza, la raza que allí sembró España. Esa raza mestiza –nótese bien- estaba impregnada de catolicismo, en un grado verdaderamente admirable y hoy hasta incomprensible. El mestizaje fue exactamente lo contrario del racismo; tiene su origen y su explicación en la visión católica del hombre. Aquí está –nos dice Vasconcelos- la raíz profunda de donde brotó la grandeza de los pueblos de Hispanoamérica: “nuestra raza”. Quitada, arrancada esta raíz, lo más contrario al racismo, es lógico, es obligado, que el árbol, por frondoso que sea, se seque.
Detengámonos aquí. Desde esta óptica, sólo desde esta óptica se puede valorarlo que suponía para Vasconcelos el hecho de que los pueblos hispanoamericanos se dejaron dominar por una propaganda que les llevaba a renegar de su antigua Metrópoli para aceptar sumisos la penetración anglosajona en lo económico y en lo espiritual; y “cooperar con los planes anglosajones de destrucción de todo lo hispánico en beneficio de la nueva situación”. Era arrancar la raíz misma que dio origen a “nuestra raza”, cuya defensa hizo, en ocasión memorable para él, y seguía haciéndola.
Causas sociales y religiosas
Lástima que se interrumpiera aquí definitivamente la publicación del artículo y nos privara de sus reflexiones sobre las causas sociales y religiosas, sin duda las más interesantes y decisivas.
Decía Donoso que detrás o en el fondo de todo acontecimiento político hay un acontecimiento religioso y desde luego social. Esto nos da esperanza, , porque de lo que nos acaba de decir Vasconcelos sobre las causas políticas que más han influido en la decadencia y desfase histórico de Hispanoamérica, podemos con fundamento deducir algo de lo que nos hubiera dicho sobre las causas sociales y religiosas de esa decadencia. Las causas políticas derivan y se apoyan en las causas sociales y religiosas.
Cuando Vasconcelos nos dice que la causa política más decisiva fue “la penetración anglosajona en lo económico y en lo espiritual, mediante un liberalismo que, por un lado, nos distraía con la lucha religiosa, mientras, por otro, acaparaba la dirección y el usufructo de los recursos nacionales”; clarísimamente nos está diciendo que la causa social y religiosa, no podía ser otra que el capitalismo en lo social y el liberalismo en lo religioso.
Más adelante insiste en señalar como causa política de esa pérdida, la aceptación del “Programa Imperialista que empujó al pueblo hacia la cooperación con los planes anglosajones y la destrucción de todo lo hispano en beneficio de la nueva situación” con la promesa de “crear hombres libres”; con lo que nos está señalando también clarísimamente cuáles son las causas sociales y religiosas, el capitalismo –fomentado y dirigido desde el vecino del Norte- y el liberalismo, concentrado en una persecución religiosa larvada y camuflada, bajo la etiqueta de “destruir todo lo hispánico en beneficio de la nueva situación” y “renegar de la antigua Metrópoli”.
“Destruir todo lo hispánico”, ¿qué puede significar esto? Si por algo se caracteriza “lo hispánico”, a fuer de católico, es precisamente por esto, por ser todo lo contrario del capitalismo (en el sentido peyorativo de la palabra) y del liberalismo. Y la razón es clara. El liberalismo tiene su origen en J.J. Rousseau; y desde luego Rousseau es su modelo más conocido e influyente. Y el capitalismo moderno tiene su origen en la concepción calvinista de la salvación. Nada más lejos, ambas cosas, de la concepción católica de la economía y de la política y, por consiguiente, de lo “hispánico”. Destruir lo hispánico a beneficio de la nueva situación es simplemente destruir lo católico. Ahora se comprende el profundo significado social y religioso de esa frase incorporada al programa imperialista de Poinsett.
Liberalismo y capitalismo moderno o capitalismo liberal: he aquí las causas, he aquí el enemigo. No busquemos más. Agradezcamos al gran pensador mexicano su gallardía y sinceridad al enfrentarse tan abiertamente al problema y llamar a cada cosa por su nombre. ¿Le haremos caso? ¿Le harán caso los pueblos hispanos? Una garantía valiosísima de acierto en este análisis de Vasconcelos es su coincidencia total, verdaderamente notable, por caminos “a posteriori”, con la doctrina social y política de la Iglesia; la que los Sumos Pontífices no dejan de enseñarnos por caminos “a priori” una y otra vez y el Vaticano II recoge en la Constitución Gauduim et spes sobre la Iglesia en el mundo de hoy.
Terminemos con la palabra esperanzada de Vasconcelos, al mismo tiempo consigna y canto a lo que debió ser y no fue la independencia de Hispanoamérica:
“Bolívar, que era un verdadero genio, se dio cuenta de todo esto; por eso murió decepcionado, pero reconociendo lo inevitable y aconsejando que se pusieran las bases para que alguna vez conquistásemos de verdad la autonomía”.
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Fuente:
¿Por qué perdimos? | Hispanoamérica Unida
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Re: Mexico no es bicentenario
Una nota que apareció con motivo de la Cumbre Iberoamericana,celebrada en 2014 y con Felipe VI ya como Rey de España.
Mucho de lo que se expone en este artículo hará enojar a más de uno.
:barretina:
Felipe VI en la fortaleza de San Juan de Ulúa o 300 años esperando a un rey
9 dic 2014
El Rey Felipe VI no quiso marcharse de Veracruz, donde hoy concluyó la XXIV Cumbre Iberoamericana, sin conocer la fortaleza de San Juan de Ulúa, que Felipe II mandó construir en el siglo XVI y a la que el actual monarca español se desplazó tras la clausura del encuentro.
"Son 300 años esperando a un rey, aquí siempre nos mandaban virreyes", le comentó muy expresivamente la directora del Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH), María Teresa Franco, al trasladarle la alegría que suponía para los veracruzanos que el jefe del Estado español hubiera decidido conocer el enclave.
La directora del ahora Museo Fuerte San Juan de Ulúa, Sara Sanz Molina, nieta de un republicano español exiliado a México en 1939, recordaba que el padre del monarca, Juan Carlos I, ya estuvo en Veracruz, pero no tuvo oportunidad de acercarse hasta la fortaleza.
Por esta razón, explicó visiblemente emocionada, para los veracruzanos "es un honor que pueda visitar este monumento histórico tan importante del patrimonio que nosotros heredamos de la colonia española cuando éramos virreinato de Nueva España".
La intensa lluvia que cayó durante toda la mañana sobre la ciudad costera sede de la cumbre hizo pensar hasta el último momento que la visita del Rey, no anunciada oficialmente, iba a suspenderse, pero finalmente el aguacero cesó y pudo pasear por los muros y patios encharcados del recinto amurallado, bajo un brillante cielo gris.
Felipe VI no se quitó la guayabera que ha lucido en las dos jornadas de la cumbre iberoamericana, la misma prenda que vestía la mayoría de sus acompañantes, un nutrido grupo encabezado por el ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo.
La comitiva de guayaberas blancas contrastaba con el color rojo de la chaqueta de la directora del INAH y también con el silencio que reinaba en el fuerte antes de la llegada de los españoles, a esa hora casi vacío de turistas pese a que se trata del museo más visitado de Veracruz, con 240.000 personas al año.
Su construcción, en piedra de coral, comenzó en 1535, sobre una isla cuyas características permitían fondear a las embarcaciones que llegaban desde España o partían hacia Europa y protegerlas de los ataques piratas dentro del sistema defensivo de murallas y baluartes del Virreinato de Nueva España.
La fortaleza comenzó a erigirse como muralla costera defensiva y experimentó ampliaciones que no concluyeron hasta tres siglos más tarde, con una guarnición que llegó a albergar un millar de soldados.
Hoy día se pueden apreciar sus distintos espacios, el llamado "muro de las argollas", donde se amarraban los galeones, la Plaza de Armas y la cárcel, ya que como muchas otras fortalezas americanas fue utilizada como prisión, especialmente temida por los opositores durante la dictadura de Porfirio Díaz.
El Rey cruzó los distintos puentes bajo los que pasan las aguas del puerto de Veracruz y que dan acceso a la fortaleza mientras recibía explicaciones sobre su historia, cargada de significado, y alguno de los pocos turistas del lugar se llevaba la sorpresa de encontrarse con un verdadero Rey de España en un fuerte español.
Porque San Juan de Ulúa, erigida en el siglo XVI para proteger Veracruz también pasó a la historia porque el 23 de noviembre de 1825 fue la última guarnición española en capitular, en la consumación de la independencia de México.
De allí salieron las últimas tropas españolas expulsadas por los mexicanos y de allí partió hoy Felipe VI rumbo al aeropuerto para regresar a Madrid, tras recibir el agradecimiento de los mexicanos contemporáneos, en un todoterreno blanco con la bandera de España.
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Fuente:
Felipe VI en la fortaleza de San Juan de Ulúa o 300 años esperando a un rey
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Re: Mexico no es bicentenario
Isidro Barradas:
[Entrevista a J.R. de Gordejuela]
¿Quién fue Isidro Barradas?
Barradas es un hombre que en 1802, y tras dedicarse al comercio del cacao en América, se alista como soldado distinguido, un cuerpo similar al ejército y en el que se enrolaba gente con cierto poder económico aunque la tropa tuviera un régimen distinto al tradicional. Ese mismo año consigue rechazar el ataque de una fragata inglesa mientras continúa en las milicias provinciales, la misma en la que estuvo Simón Bolívar o el padre de Miranda. En 1810, al estallar la guerra, Barradas como la mayoría de los canarios se pone al lado del Rey y asciende por méritos propios. Incluso se le propone para la Laureada. Tras este proceso, y con la capitulación de Maracaibo en 1823, resulta herido de gravedad y es trasladado a Cuba donde en vez de reincorporarse al ejército de Venezuela se le envía a la península para recibir un encargo importantísimo: ser mensajero del final del Trienio Liberal y de la nueva del absolutismo de Fernando VII a las autoridades cubanas. Cuenta para esta tarea con el apoyo de Monteverde y Morales, y se traslada a La Habana para informar a las autoridades de la instauración del régimen absolutista. Barradas hace ocho viajes de ida y vuelta a la península, en los que se le ocurre la idea de ofrecer a Fernando VII un regimiento formado por canarios para enviar a Cuba al sospechar que las isla está en peligro porque opera en su interior una quinta columna liberal que podría poner en riesgo la estabilidad de la colonia.
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¿Cómo resulta este reclutamiento de canarios?
La leva que organiza no alcanza los mínimos exigibles para mandar jóvenes a Cuba, lo que le obliga a reclutar vagos y maleantes pero tampoco es suficiente, por lo que se establece una leva obligatoria entre las milicias cívicas tinerfeñas que genera un enorme malestar en la población por su brutalidad. Una vez conseguidos los hombres, estos son enviados a Cuba donde el capitán general decide disolverla e incorporar esa tropa en distintas unidades. El sueño de Barradas se desvanece, aunque se le nombra gobernador de Santiago de Cuba, plaza en la que tiene un conflicto con los comerciantes porque tiene una visión de hacer política que choca con las élites militares y comerciales santiagueras. Eso obliga a su sustitución y que regrese a la península donde es ascendido a coronel y se le da un regimiento que, en teoría, será base de la expedición de reconquistar México. Es en estos años cuando se le encarga la enorme misión de reconquistar ese país, el más grande de toda la América hispana, ya que incluía California, Ohio, Texas y Guatemala, y contaba con la población de seis millones de habitantes reconocidos.
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¿Surgen problemas en la expedición?
A la hora de organizarla en Cuba se encuentra con infinidad de problemas aunque en cuarenta días consigue sacar adelante la expedición al reunir a unos 3.600 hombres que parten de La Habana y desembarcan en Tampico, en el actual estado de Tamaulipas. La expedición está dirigida desde el punto de vista marítimo por Angel Laborde y toma tierra en julio en un lugar inhóspito que los obliga a caminar por arenas sueltas y bajo un sol de justicia. Si a esto sumamos que Barradas, que desconfía de la marina, no deja un depósito de comestibles ni armas en los barcos, imagínese a una tropa extremadamente cargada. Sin embargo, logra tomar Tampico, así como son un éxito todas las acciones bélicas que libra, aunque su expedición contó con un enemigo imprevisto: la fiebre amarilla que acaba con la mayoría de sus hombres. Además, y en contra de lo que pensaba, apenas recibe el respaldo de la población civil mexicana.
¿Cuánto dura la campaña?
La campaña dura tres meses. Y a pesar de su brevedad es de una gran trascendencia sobre todo para México porque es la confirmación de su independencia. Hay que tener en cuenta que México se emancipa de España de manera pacífica y la invasión de la expedición de Barradas es la prueba de fuego para los mexicanos de si quieren o no ser independientes de España. México sí quiere ser independiente y se bate con arrojo. Al mando de las tropas mexicanas se encuentra el general Antonio López de Santa Anna, quien años más tarde se haría famoso al comandar a las tropas mexicanas en la toma de El Alamo, Texas, y que se convertirá en el caudillo mexicano del segundo cuarto del siglo XIX. El 9 de septiembre, las tropas mexicanas logran recuparar parte de Tampico y alcanzan un acuerdo con el cuerpo expedicionario español para que se retiren. El 16 del mismo mes tiene lugar la mayor de las batallas en la entrada del puerto de la ciudad. En una sola noche, los mexicanos envían once asaltos a bayoneta calada que son rechazados por los españoles pero al final Barradas cede ante Santa Anna, quien le ofrece unas condiciones de capitulación inaceptables. No obstante, Barradas las acata porque entiende que no recibirá refuerzos de España pero consigue que no se le retiren los sables a los oficiales aunque las tropas mexicanas sí que se harán con las banderas que portaba su expedición.
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La expedición es un fracaso ¿por qué Barradas cae en desgracia en España?
El problema es que al capitular y comunicar a La Habana que sus hombres están cayendo como moscas, decide fletar varios barcos para recoger a lo que queda de su tropa y proporcionarles alimentos y medicinas. El caso es que lo acusan de alta traición cuando realiza esta operación pero en Nueva Orleans, así como que capitulara la plaza de Tampico. Barradas se entera además de que en Cuba se le espera para someterlo a un juicio sumarísimo en el que podría resultar condenado a muerte, y se refugia en Francia con la idea de pasar la frontera y explicarle personalmente a Fernando VII las razones de su fracaso mexicano. Sin embargo, no se le permite entrar en España y esta situación se prolonga hasta 1834, año en el que fallece. Su etapa en Francia es muy penosa porque se le niega su condición de general y debe subsistir rozando la miseria. Cuando en 1833 se inicia la Guerra Carlista, el pretendiente al trono Carlos Isidro de Borbón, le ofrece a Barradas el cargo de general de sus ejércitos pero éste lo rechaza porque ha jurado fidelidad a la niña Isabel, lo que significa que a pesar de todos los desprecios que padeció, continuó siendo fiel a Fernando VII y cuando falleció a su heredera.
¿Cómo definiría a Barradas?
Es un personaje que encaja perfectamente con la sensibilidad romántica de la época. No sólo por su carácter sino también por su devenir histórico. Barradas es un hombre de una lealtad inquebrantable.
Es una figura muy desconocida en España, ¿por qué?
Porque sufrió el peor castigo: la difamación. Los mexicanos consideran la campaña de Tampico un éxito militar porque el gran ejército español es derrotado mientras que en España, que consideraba al ejército mexicano una panda de desarrapados, es una vergüenza. Al final, Barradas es un personaje incómodo porque si declara cuáles han sido las razones de su fracaso mexicano habrían quedado en muy mala posición las autoridades cubana y de la metrópolis.
¿Pero no se percató que esta expedición era una locura, que su resultado final sería un desastre?
Se presta a ello por una cuestión de fidelidad absoluta. El problema es que se cuestiona su capacidad militar, y si bien no fue un gran estratega, casi todas las fuentes coinciden en que sí hubiera sido un buen segundo jefe.
¿En su trabajo pretende recuperar su figura?
La idea era esa, recuperar a un personaje de gran calado porque en México la batalla de Tampico es un hecho histório importantísimo. Es fiesta en todo el estado de Tamaulipas y en su tiempo incluso fiesta en toda la República. El senado de Tamaulipas pretende ahora que vuelva a declararse como fiesta nacional.
¿En España no se conoce apenas a Barradas?
En México sí que se le conoce. Cabe destacar, además que un personaje de la expedición, y que actuó como comisario político, fue Eugenio de Aviraneta -antepasado del escritor vasco Pío Baroja, a quien inspiró sus Memorias de un hombre de acción- no deja en buen lugar a Barradas. En sus escritos, Aviraneta lo acusa de cobarde, de alguien que lloraba por los rincones; de persona poco hábil y de escaso conocimiento, así como de carácter arrogante y violento. Pero hay que tener en cuenta que si bien Aviraneta es muy exacto en la descripción de los acontecimientos e incluso de algunas nimiedades, en sus informes sólo vuelca sus virtudes. Tuve la suerte de descubrir documentos inéditos sobre el caso, como el juicio sumarísimo que se le hizo en Cuba a Barradas y en el que declararon todos los oficiales que estuvieron en la campaña. Y cada uno cuenta su visión de aquellos hechos.
Gracias a sus conocimientos en este y otros temas mexicanos ha logrado que España recupere las banderas que perdieron en Tampico
Al celebrarse este año el bicentenario de independencia de México, ya que en América se considera el 16 de septiembre de 1810 el inicio de la independencia con el grito de Dolores del cura Hidalgo, el Museo del Ejército disponía en sus vitrinas de las dos primeras banderas del ejército insurgente que fueron capturadas por España. México reclamaba esas banderas y surgió el debate de si España debía de devolverlas. Y si las devolvía que fuera a cambio de algo. Tuve entonces la oportunidad de hablar con el agregado cultural de la Embabajada de México en España y sugerirle que ellos entregaran las últimas banderas españolas que ondearon en tierras americanas, que fueron las de Barradas. Y en la primavera de este año [2010], en Santillana del Mar, el presidente Calderón y Zapatero en un acto muy colorista hicieron el intercambio de banderas en el que el Gobierno español donó una de las insignias insurgentes y el mexicano las dos de Barradas, que se expondrán en el Museo del Ejército, instalado hoy en el antiguo Alcázar de Toledo.
Es inevitable que le plantee esta pregunta al ser usted vasco ¿Bolívar era realmente descendiente de vascos?
Es una pregunta que me cuesta responder porque Bolívar tuvo muchos antepasados, entre ellos canarios. Un historiador venezolano ha encontrado que desde 1814 se menciona a Bolívar como descendiente de origen vasco pero lo que sí tenemos claro hoy día es que pertenecía a una familia mantuana.
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Siempre me he preguntado por qué un personaje como Francisco de Miranda no ha trascendido con igual fuerza que Bolívar.
El origen de Miranda no es mantuano, es hijo de un canario que se ve humillado y vejado por la oligarquía mantuana. A pesar de su formación académica no pertenecía a este grupo y sus ideas resultaban demasiado radicales para el gusto de esa oligarquía muy instruida pero de lectura, la verdad, adaptada a su realidad: todos los ciudadanos son iguales sempre y cuando sean varones y con ingresos. En el momento que Miranda pone en solfa esa idea y considera a los pardos igual que a los blancos mantuanos brota la polémica. Se acusa a Bolívar de permitir que Miranda fuera encarcelado y enviado a España.
Como historiador, ¿es realmente tan importante la presencia canaria y vasca en la independencia de las colonias americanas?
La presencia canaria en Venezuela es importantísima numéricamente pero escasa en protagonismo de las élites. El canario va a ser maltratado en la capitanía general de Venezuela en comparación a los vascos. La mayor parte de los vascos tienen algo de formación -saben leer, escribir y las cuatro cuentas- resultado de una política municipal de fundación de escuelas para la formación de sus estudiantes con el objetivo de enviarlos a la Corte o a América. Hay que tener en cuenta que la primera fundación de educación privada con capital indiano en el País Vasco data del siglo XVI mientras que en Canarias no sa hace lo mismo hasta el siglo XX. En el País Vasco hay una política de estrategias de colocación. De todas formas, vascos y canarios combatieron en un lado y en el otro durante las guerras de independencia aunque la mayor parte de los canarios y vascos estuvieron del lado realista.
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¿Entiende estas guerras de emancipación como una guerra civil?
En el caso de Venezuela sí pero en el mexicano no porque es el único país que consigue la independencia sin guerra al sofocarse prácticamente los focos de rebelión. Se trata de una asonada más que rebelión porque en 1811 los independentistas son derrotados aunque queda Morelos y en 1821 sólo un foco con Guerrero. México llega a la independencia porque las élites, de pensamiento ultracatólico, observan con recelo la llegada del Trienio Liberal a España y deciden independizarse ante el miedo de que este cambio político también se imponga en México. Desde ese momento, México va a vender cara su independencia. La oligarquía mexicana además, salvaguarda este territorio con "las tres garantías: unión, patria y religión".En Venezuela, por el contrario, la independencia llega después de una cruenta guerra civil. El grado de violencia que se produce en Venezuela no tiene comparación con la que se produce en otros de los actuales países de la América hispana. Es la tristemente famosa proclamación de la guerra a muerte.
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Diario de Avisos 20/11/2010
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Fuente:
Isidro Barradas
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Re: Mexico no es bicentenario
Cita:
Gracias a sus conocimientos en este y otros temas mexicanos ha logrado que España recupere las banderas que perdieron en Tampico
Al celebrarse este año el bicentenario de independencia de México, ya que en América se considera el 16 de septiembre de 1810 el inicio de la independencia con el grito de Dolores del cura Hidalgo, el Museo del Ejército disponía en sus vitrinas de las dos primeras banderas del ejército insurgente que fueron capturadas por España. México reclamaba esas banderas y surgió el debate de si España debía de devolverlas. Y si las devolvía que fuera a cambio de algo. Tuve entonces la oportunidad de hablar con el agregado cultural de la Embabajada de México en España y sugerirle que ellos entregaran las últimas banderas españolas que ondearon en tierras americanas, que fueron las de Barradas. Y en la primavera de este año [2010], en Santillana del Mar, el presidente Calderón y Zapatero en un acto muy colorista hicieron el intercambio de banderas en el que el Gobierno español donó una de las insignias insurgentes y el mexicano las dos de Barradas, que se expondrán en el Museo del Ejército, instalado hoy en el antiguo Alcázar de Toledo.
Ceremonia de Permuta de Banderas Históricas de México y España
Subido el 16 may. 2010
Domingo 16 de Mayo de 2010, Santillana del Mar, España.- Palabras del Presidente Felipe Calderón Hinojosa, durante la Ceremonia de Permuta de Banderas Históricas de México y España, evento que se llevó a cabo en el marco de la Visita de Trabajo a España, Cumbre México - Unión Europea.
https://www.youtube.com/watch?v=xN5sKHW3ouA
https://www.youtube.com/watch?v=xN5sKHW3ouA
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Re: Mexico no es bicentenario
Video proyectado durante la Ceremonia de Recepción de Banderas
Subido el 21 jun. 2010
Lunes 21 de Junio de 2010, Ciudad de México.- Video proyectado durante la Ceremonia de Recepción de Banderas Históricas, encabezado por el Presidente Felipe Calderón donde aseguró que "defenderemos la libertad ante quienes pretenden apoderarse del país", que tuvo lugar en el Campo Militar Marte.
https://www.youtube.com/watch?v=yoWVwON2zyE
https://www.youtube.com/watch?v=yoWVwON2zyE
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Re: Mexico no es bicentenario
La Argentina tampoco es bicentenaria. Adjunto un interesante (Al final el link a la fuente) trabajo realizado por Andrea Greco: "
¿Qué hay detrás del antihispanismo americano?
Hace unos días en el artículo “El dogma de Mayo: derribando el mito de la independencia americana” el P. Javier Olivera Ravasi procuraba, una vez más, separar el trigo de la cizaña, la verdad de la falacia, en relación con el pasado histórico. Allí, se enumeraba una serie de falsas causas de la revolución americana, en orden al esclarecimiento de las verdaderas.
La reescritura del proceso de la autonomía americana tiene representantes claros en la historiografía liberal tal como se señalaba en el artículo, sin embargo la reescritura empezó mucho antes, empezó juntamente con la usurpación liberal de nuestra historia.
Botones de muestra
El 1 de junio de 1820 se realizó en Buenos Aires una exhibición de fantasmagoría. El historiador Vicente Sierra escribe que estos hechos ponen de relieve “la pazguatería aldeana con que la clase dirigente porteña se sintió iluminada por Europa, y que, desde el punto de vista cultural, su ilustración no pasó de manifestaciones propias de una auténtica pedantería iluminista”[1]. Así lo descubre la Gazeta de Buenos Aires del 2 de junio de 1820 al hacer crónica de los actos con que se celebró un nuevo aniversario de la Revolución de mayo.
Para adorno de la plaza se dispuso una serie de representaciones, sobre las que el cronista dice:
En los espectáculos es donde el pueblo hace conocer sus grados de ilustración. Entre todos los cuadros que se exhibieron sólo obtuvieron aplausos generales los de la América – Washington – VOLTAIRE – Bolívar, Viva Buenos Aires y Napoleón aquellos por ser símbolos de la libertad y el último por haber sido la causa ocasional de la nuestra. Desde que eran anunciados por el epígrafe y antes de verse, ya resonaban los aplausos, de modo que cuando aparecían ya estaban coronados por el voto público. […] Esta elección es un documento de la generalización de las luces entre nosotros y del odio que tenemos a la tiranía[2].
El espectáculo del pueblo aplaudiendo la representación de Voltaire, adulador de monarcas absolutistas, de Washington y su revolución norteamericana, de Napoleón y su imperialismo europeo –comenta Vicente Sierra:
nos dicen hasta qué punto el ideologismo de los primeros liberales argentinos careció de toda base doctrinaria, de todo conocimiento histórico, de toda capacidad de comprensión; porque no fue sino resultado de un fenómeno simiesco de imitación, afán de estar a la moda, o sea expresión de superficial exterioridad y angustiosa consecuencia de un deleznable sentimiento contra lo pretérito, que no se apoyaba en ningún razonamiento, sino en repetir las consignas de un iluminismo trasnochado. Aldeanismo y no cultura; plagio y no ilustración[3].
En ocasión del aniversario del Veinticinco de mayo, en el periódico El Eco de los Andes (Mendoza, Argentina), se califica a los españoles como feroces, desenfrenados, brutales “degüellan sin piedad a los inocentes poseedores de la tierra descubierta, asesinan a sus reyes y sobre un montón de cadáveres y de ruinas establecen un despotismo absoluto”[4]. Llamativo es que en la misma ocasión se realizó un baile en un patio adornado con las banderas de las Provincias Unidas, de los países de América, Estados Unidos y Gran Bretaña (¡!). En la reseña de la celebración del 25 de mayo de 1825 el periódico se refiere al discurso del Dr. Güiraldes en “que hizo mención de las efímeras razones en que los Reyes Católicos apoyaban su horrible usurpación. La cesión del Papa; la propagación del Evangelio, y todos esos pretextos frívolos con que se quería autorizar el crimen y la perfidia, desaparecieron como el humo a la voz del elocuente orador”[5].
Así también el periódico El Solitario (San Juan, Argentina) al hablar de la Instrucción Pública comenta “que tuvimos la desgracia de ser colonos del Gobierno español” y el sistema colonial que tuvo como “base esencial para conservar su dominación a poca costa, el mantener a los pueblos en la ignorancia”[6].
El Constitucional, otro periódico sanjuanino expone: “Que un gran pueblo, largo tiempo sometido al dominio de un déspota o de una nación extranjera […] procure despedazar las cadenas con que se lo tiene aherrojado, y proclamar su independencia, nada más natural, nada más justo y laudable”[7]. Unos números más adelante señala que “entre las preocupaciones que nos dejaron los Españoles, no ha sido la menos funesta la de despreciar las artes mecánicas, y a los individuos que las practicaban, de donde proviene la escasez de artesanos de la provincia”[8].
En el aniversario del 25 de mayo de 1846 El Honor Cuyano (San Juan) publica un extenso artículo acerca de ese “Día memorable, en que nuestros genios eminentes iluminados por aquel astro cívico decidieron romper las cadenas con que el despotismo de los reyes de España tenía aprisionado al pensamiento y a la libertad del Nuevo Mundo”[9].
El problema de la filiación ideológica
Esto nos trae de lleno al problema de la filiación ideológica de estas posturas. En distintos lugares vemos expresiones similares, palabras que se repiten: despotismo, tiranía, romper las cadenas. François-Xavier Guerra ha rastreado el origen de tales expresiones. Y concluye que “el tema de los tres siglos de despotismo y de servidumbre, tan utilizado por los insurgentes americanos aplicándolo a la época colonial, aparece en los documentos oficiales del supremo Gobierno de la Monarquía como una ruptura explícita con las leyes y el régimen político de los tres últimos siglos”[10].
Documentos tales como los escritos del cortesano, poeta-funcionario liberal de la Monarquía Manuel José Quintana[11], el decreto de la Junta Central de Sevilla (28 de octubre 1809), el Manifiesto del Consejo de Regencia (febrero 1810), las Cortes de Cádiz (1812) son los primeros en hablar de los tres siglos de despotismo. Como dice el autor chileno, Julio Alemparte, tales discursos muestran la costumbre “españolísima” de hablar mal de su país: “españolísima, no sólo por lo apasionada y por otros motivos psicológicos, sino porque la fuente del descrédito de España hay que buscarla en la propia Península”[12]. Claro que, como ha observado también Guerra, estas resoluciones fueron un ardid para destruir las originarias libertades indianas en una tendencia unitaria de dependencia peninsular. Resultando así estos nuevos gobernantes metropolitanos: igualitaristas teóricos y antiamericanos prácticos, según la fórmula de síntesis de Díaz Araujo.
Las similitudes textuales se observan también en otros periódicos, así pues expresiones semejantes emplean Juan Pablo Viscardo y Guzmán, Mariano Moreno, el diario londinense Star, o el Southern Star, y el origen de todas ellas puede encontrarse en el Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau[13]. Lo que da cuenta de que así como en otros sitios del mundo, el tema del despotismo trisecular “se difundió bastante en los restringidos círculos liberales americanos”[14].
¿Una monolítica interpretación del pasado?
Nos preguntamos si esta fue la única visión de esa época acerca del pasado hispánico. Evidentemente no fue así. Tal el caso, por ejemplo, del testimonio de Tomás de Anchorena en carta a Juan Manuel de Rosas del 28 de mayo de 1846, para pedirle que no permita la impresión del sermón dado en el Te Deum del 25 de mayo por considerar que:
no es más que un amontonamiento de mentiras y barbaridades contra el Gobierno español y los soberanos de España a quienes protestamos solemnemente obediencia y sumisión con la más firme lealtad en mayo del año diez, clasificando a la España de madre patria y ofreciendo auxiliarla en su defensa con nada blandas esperanzas y sacrificios […] el único modo de hablar con dignidad, decencia y honor del 25 de mayo de 1810, es hablar como habló Ud. en su última arenga que me parece que fue el 25 de mayo de 1836 y no fingir ni suponer crueldades, despotismo y arbitrariedades que no hemos experimentado[15].
O el testimonio del representante de la Francia revolucionaria en España, Despons cuando escribe: “Obsérvase en las leyes que forman el código de las posesiones españolas una gran previsión, una profunda sabiduría […] La Europa no ofrece otro ejemplo de un tribunal cuyas decisiones hayan sido, durante trescientos años, tan luminosas, tan sabias, como lo fueron y lo son aún las del Consejo de Indias”[16].
Otro ejemplo en esta línea de pensamiento es la carta del director Supremo Juan Martín de Pueyrredón del 4 de abril de 1818 al ministro francés Armando Manuel Du Plessis, cuando expresa:
Antes de restituido el Sr. Don Fernando VII al Trono no hicimos otra cosa, que substraernos a las autoridades tumultuarias de la Península que usurparon su nombre y representación […] posteriormente este acto de suma lealtad ha sido considerado como un crimen, y no nos ha quedado otro refugio para escapar de una injusta venganza que el de no ponernos en las manos de los que han jurado nuestro exterminio[17].
También existen ejemplos de esta visión del pasado en la escritura periodística y son de sumo interés para desentrañar la filiación ideológica de ambas posturas.
Un caso tenemos en el periódico la Ilustración Argentina (Mendoza, Argentina), cuando en uno de los artículos contra Sarmiento expone: “¿Qué causa ha adoptado Sarmiento? ¿Qué intereses ha defendido? Las conveniencias europeas mal entendidas, traicionando los intereses americanos, porque son estos en su concepto despreciables, porque la América es bárbara como heredera de la España, de la bárbara España, según el juicio del redactor de La Crónica [periódico de Chile]”[18]. Es interesante esta vinculación de la idea de considerar a España como sinónimo de barbarie con las “conveniencias europeas” y la traición de “los intereses americanos”. Por contraposición, nos permite inferir que la postura de los autores al valorar el pasado hispánico es la de hacer frente a las conveniencias europeas y sostener los intereses americanos.
Entonces, uno se explica aquello de El Eco de los Andes de que en los festejos de 1825 del 25 de mayo, se organizara un baile en un patio adornado con las banderas de las Provincias Unidas, de los países de América, Estados Unidos y Gran Bretaña[19].
En otro número, la Ilustración Argentina publica un artículo que empieza así: “El descubrimiento de este gran continente, colocado como una barrera entre la Europa y el Asia, es el acontecimiento más importante del siglo XV°”[20].
En este mismo sentido, veinte años antes, o sea no habiendo concluido aún la guerra de la independencia, Fray Francisco Antonio de Paula Castañeda escribe:
nos hemos ido ale*jando de la verdadera virtud castellana que era nuestra virtud nacional, y formaba nuestro verdadero, apreciable y celebrado carácter: nuestra revolución fue sin duda la más sensata la más honrada, la más noble, de cuantas revoluciones ha habido en este mundo, pues no se redujo más que a reformar nuestra administración corrompidísima, y a gobernarnos por nosotros mismos en el caso que o Fernando volviese al trono, o no qui*siese acceder a nuestras justas reclamaciones.
La revolución así concebida no contenía en sus elemen*tos el menor odio contra los españoles, ni la menor adversión contra sus costumbres, que eran las nuestras, ni contra su li*teratura que era la nuestra ni contra sus virtudes que eran las nuestras, ni mucho menos contra su religión que era la nuestra.
Pero los demagogos, los aventureros, los psicofantas, los tinterillos, los Zoilos indecentes impregnándose en las máxi*mas revolucionarias de tantos libros jacobinos, cuantos abortó en el pasado y presente siglo la falsa filosofía, empezaron a revestir un carácter absolutamente antiespañol; ya vistiéndose de indios para no ser ni indios, ni españoles: ya aprehendien*do el francés para ser parisienses de la noche a la mañana; o el inglés para ser místeres recién desembarcaditos de Plimouth.
Estos despreciables entes avanzaban al teatro para des*de las tablas propinar al pueblo, ya el espíritu británico, ya el espíritu gálico, ya el espíritu britano-gálico, pero lo que resultó fue lo que no podía menos de resultar, esto es una tercera entidad, o el espíritu triple gaucho-britano-gálico; pero nunca el espíritu castellano, o el hispanoamericano, e iberocolombiano, que es todo nuestro honor, y forma nuestro carácter; pues por Castilla somos gentes, y Castilla ha sido nuestra gentilia domes[21].
Es muy interesante el artículo por dos motivos: por un lado, porque resalta la unidad cultural de América con España basada en la identidad de costumbres, literatura, virtudes y sobre todo de religión. Por otro lado, porque expresa que son las ideas revolucionarias y jacobinas las que han dado “un carácter absolutamente antiespañol” a nuestra revolución. Y en este espíritu antiespañol, señala la farsa indigenista, pro-gálica o pro-británica que es la que lleva a nuestros pueblos a alejarse “de la verdadera virtud castellana que era nuestra virtud nacional”.
[1] Sierra, Vicente, Historia de la Argentina, Buenos Aires, Ed. Científica Argentina, 1978, t. VII, p. 350.
[2] Gazeta Extraordinaria de Buenos Aires, Biblioteca Nacional de la Argentina, Buenos Aires, 2 de junio 1820, p. 3, col. 2.
[3] Sierra, Vicente. Historia de la Argentina, Op. cit., t. VII, p. 350.
[4] El Eco de los Andes, Mendoza, n. 32, 22 de mayo 1825, p. 1, col. 1. El Eco de los Andes, Mendoza, 27 de febrero 1825, p. 4, col. 1-2.
[5] El Eco de los Andes, Mendoza, 5 de junio 1825, n. 34, p. 1, col. 1. El Dr. Güiraldes era sacerdote católico.
[6] El Solitario, San Juan, 24 de marzo1829, n. 6, p. 4, col. 1.
[7] El Constitucional, San Juan, 1 de agosto1835, n. 3, p. 4, col. 1-2.
[8] El Constitucional, San Juan, 23 de setiembre 1835, n. 11, p. 4, col. 1.
[9] El Honor Cuyano, San Juan, 20 de mayo1846, n. 9, p. 6, col 1.
[10] Guerra, François-Xavier, Modernidad e Independencias. Ensayo sobre las revoluciones hispánicas, México D.F., MAPFRE – Fondo de Cultura Económica, 1993, p.142-143.
[11] Tutor de la familia real, y ocupó cargos de Director de la Instrucción Pública y Senador.
[12] Díaz Araujo, Enrique, Mayo revisado, Buenos Aires, Santiago Apóstol, 2005, p. 174,175. cfr. Suárez, José Leon. Carácter de la Revolución Americana. Un punto de vista más verdadero y justo sobre la independencia hispano-americana. 3ª. ed., Buenos Aires, La Facultad, 1917, p. 42-42; Guerra, François-Xavier, op. cit. p. 142, 146, 147; Alemparte, Julio, “Causas y caracteres generales de la independencia hispanoamericana”, en: Boletín de la Academia Chilena de la Historia. Santiago de Chile, año XVII, segundo semestre 1950, n. 43, p. 27.
[13] Viscardo y Guzmán “Carta dirigida a los españoles americanos”; Mariano Moreno en la Gazeta de Buenos Aires; Prólogo de Mariano Moreno a la reimpresión en castellano del Contrato Social; Star de Londres 1 de julio 1810; Southern Star de Montevideo 23 de mayo 1807; Juan Jacobo Rousseau, Contrato Social, Libro I Capítulo II.
[14] Díaz Araujo, E., Mayo revisado, Op. cit., p. 178.
[15] Irazusta, julio. Tomás de M. de Anchorena o la emancipación americana a la luz de la circunstancia histórica, 1949, en: De la epopeya emancipadora a la pequeña Argentina. Buenos Aires, Dictio, 1979, p. 226.
[16] Ibidem, p. 248. En este mismo sentido, la proclama del Plan de Iguala por Don Agustín de Iturbide en México el 24 de febrero de 1821 dice: “Trescientos años hace que la América Septentrional está bajo la tutela de la nación más católica y piadosa, heroica y magnánima. La España la educó y engrandeció, formando esas ciudades opulentas, esos pueblos hermosos, esas provincias y reino dilatados, que en la historia del universo van á ocupar lugar muy distinguido […] ¡Españoles europeos, vuestra patria es la América, porque en ella vivís; en ella tenéis á vuestras amadas mujeres, á vuestros tiernos hijos, vuestras haciendas, comercio y bienes! ¿Americanos quién de vosotros puede decir que no desciende de español? Ved la cadena dulcísima que nos une: añadid los otros lazos de la amistad, de la dependencia de intereses, la educación é idioma, y la conformación de sentimientos, y veréis son tan estrechos y tan poderosos, que la felicidad común del Reino es necesario la hagan entre todos reunidos, en una sola opinión y en una sola voz. Es llegado el momento en que manifestéis la conformidad de sentimientos, y que nuestra unión sea la mano poderosa que emancipe á la América sin necesidad de auxilios extraños”. De la Torre Villar, Ernesto y otros. Historia documental de México. UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas. Tomo II. Cit. En: http://educacion.jalisco.gob.mx/dependen/Cedetec/
Softwareeduc/sfthistoria/apendice/iguala.html
[17] Díaz Araujo, E., Mayo revisado, Buenos Aires, Santiago Apóstol, 2005, p. 187-188.
[18] Ilustración Argentina, Mendoza, 1 de agosto 1849, n. 3, p. [11] 91, col. 1.
[19] El Eco de los Andes, Mendoza, 22 de mayo 1825, n. 32, p. 1, col. 1.
[20] La Ilustración Argentina, Mendoza, 1 de setiembre 1849, n. 4, p. [13] 133, col. 2.
[21] “El Teatro de Buenos Aires”, en: El Desengañador gauchi-político, federi-montonero, chacuaco-oriental, choti-protector, puti-republicador de todos los hombres de bien que viven y mueren descuidados en el siglo diez y nueve n. 2, Buenos Aires, [s/f, 1821], p. 27-28.
¿Qué hay detrás del antihispanismo americano? (1-2) | Que no te la cuenten
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Re: Mexico no es bicentenario
CRÓNICA DE UN MEXICANO.
Es cierto que aquí en la Nueva España, México, hemos sido educados desde la más tierna edad para detestar a nuestros ancestros y hermanos españoles. Una de las más típicas mentiras que me dijeron de niño fue que nuestros antepasados quienes vinieron al nuevo mundo eran "lo peorcito de España". Estas aseveraciones típicamente siempre son sin fundamento de ningún tipo, son sólo parte de una historia que los masones nos han metido a base de golpes. Pero v...erdaderos intelectuales mexicanos siempre han sabido la verdad, como José Vasconcelos:
"Conviene insistir en la calidad superior de la mayor parte de esta gente española que vino al Nuevo Mundo, porque más tarde, en la época de la decadencia, ha sido costumbre calumniar a estos célebres antepasados nuestros, suponiéndolos torpes, ignorantes y codiciosos, cuando fueron al contrario, aristocracia entre las primeras de Europa, hijosdalgo pobres en su mayoría, pero hombres ilustres y bien enterados de su historia, su religión y, en muchos casos, también de la mejor ciencia de su época. Son ellos, en rigor, los antecesores aún de nuestros indios y negros, puesto que de ellos deriva la cultura de tipo latino a que pertenecemos los de Hispanoamérica." - José Vasconcelos,
Breve Historia de México.
http://loslegitimosdegibraltar.blogspot.com.es/
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Re: Mexico no es bicentenario
Guadalupe Victoria decreta la expulsión del país de todos los españoles residentes
20 de Diciembre de 1827
http://www.memoriapoliticademexico.o...2/20121827.jpg
De acuerdo con este decreto (Ver Documento), deben salir del territorio nacional en un lapso no mayor de seis meses y quedan exceptuados los casados con mexicanas, que hagan vida marital; los que tienen hijos no españoles; los mayores de sesenta años; los impedidos físicamente; los que hubieren prestado servicios a la causa de la independencia; y los profesores de alguna ciencia, arte o industria. Queda establecido que esta ley se hará efectiva en tanto el gobierno español no reconozca la Independencia de México.
La conspiración para la reconquista española de México del monje dieguino español Joaquín Arenas, de sirvió de pretexto para expulsiones de españoles y venganzas contra los partidarios de Iturbide.
El hecho ocurre en medio de las turbulencias originadas por los conflictos entre “yorkinos” y “escoceses”; pero, en el fondo, la medida es contra comerciantes, eclesiásticos y militares para impedir la consolidación de una oligarquía económica, política y hasta racial. H. D. Sims (Descolonización en México), refiere que “el movimiento expulsionista de 1827-1828, fracasó tanto en alcanzar su designio de arrojar de México a todos los españoles como en su carácter de medida para proteger la independencia de México. En realidad, puso en grave peligro la independencia nacional al proporcionar tanto oficiales como soldados para las fuerzas españolas que participaron en la invasión emprendida desde La Habana a mediados de 1829. Tampoco logró fortalecer la economía de la nación, lo cual había sido una de las ilusiones de los primeros proponentes de la expulsión, sino que al contrario, México quedó muy gravemente debilitado tanto físicamente como en su comercio exterior. Además de los cambios económicos, la “gente decente” vio con profundo temor la destrucción de las garantías sociales. El clero que se quedó en el país, se encontró con que la iglesia ya no podía desempeñar su papel tradicional de guardiana de las garantías sociales, porque los nativistas, en realidad, habían declarado la guerra a la elite social tradicional, y los que quedaban. Los que en el decenio de 1830-40 surgieron como defensores de los fueros tradicionales y de las propiedades de la iglesia, eran gente decidida a impedir en el futuro cualquier ataque sobre los derechos y privilegios heredados de la tradición. A pesar de todo, la cuestión de los españoles seguiría viva hasta que, por fin España otorgó a México el reconocimiento de su independencia en 1836 [...].”
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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Fuente:
Memoria Política de México
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Re: Mexico no es bicentenario
La Guerra de Independencia en el noreste de la Nueva España y el comandante Joaquín de Arredondo - I
Luis Jáuregui
La Guerra de Independencia en el noreste
Arredondo construyó un mandato unificado en la región, con sede en la ciudad de Monterrey.
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Arredondo construyó un mandato unificado en la región, con sede en la ciudad de Monterrey.
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Luis Jáuregui
El presente texto tiene como propósito narrar las acciones de Joaquín de Arredondo y Mioño en el noreste novohispano, conocido en la época como 'Provincias Internas de Oriente'. En las siguientes líneas se relata cómo Arredondo, con mano dura y en ocasiones desobedeciendo las instrucciones virreinales, construyó un mandato unificado en la región, con sede en la ciudad de Monterrey. Para el catalán Joaquín de Arredondo, jefe militar realista entre 1811 y 1821, la tarea fue combatir y evitar la insurgencia. En el camino descuidó las invasiones indígenas y la creciente presencia norteamericana en la región norestense del virreinato.
En septiembre de 1816, el general Félix María Calleja zarpó desde Veracruz hacia la Península Ibérica. Dejaba Nueva España después de más de 20 años de residencia, periodo en el que durante el último trienio se había desempeñado como virrey (1813-1816). Al frente del llamado reino de Nueva España, Calleja debió combatir y prácticamente derrotar a la insurgencia iniciada a inicios del otoño de 1810. Sin embargo, para realizar esta tarea Calleja debió 'apoyarse' en una serie de comandantes regionales que a la vez que contribuyeron a la pacificación del reino, generaron un fuerte poder —formal, con nombramiento de parte de la autoridad, o informal, por la vía de acciones militares— en los territorios bajo su mando. Fue esta 'hegemonía' regional de algunos comandantes lo que llevó a Calleja a señalar, cuando abordaba su barco hacia la Madre Patria, que dejaba tres virreyes: Apodaca en Nueva España, Cruz en Nueva Galicia y Arredondo en las Provincias Internas de Oriente (Coahuila, Texas, Nuevo Reino de León y Nuevo Santander).
Cierto es que hubo otros comandantes con fuerte poder regional, pero fueron Cruz y Arredondo los que destacaron por la ferocidad con la que combatieron a los rebeldes. Frente a esta situación y una serie de actos de gobierno emprendidos por estos jefes al margen de las órdenes virreinales, tanto Venegas como Calleja y después Apodaca se vieron obligados a 'tolerar' el comportamiento excesivamente autónomo de ambos jefes militares.
Son múltiples las menciones que se hacen de Arredondo en prácticamente todas las historias escritas sobre la Guerra de Independencia en el siglo antepasado. 1 Igualmente, los historiadores actuales, sobre todo los neoleoneses y texanos, echan mano de los archivos e historiografía para, en un relato sobre alguna u otra historia, mencionar de paso el trabajo de Arredondo. Por lo tanto, a pesar de que se percibe como un personaje bastante interesante y relevante para la historia de México (por ejemplo, fue Arredondo quien dio a Santa Anna su primera oportunidad de brillo militar; fue también Arredondo quien dio primer permiso a Moisés Austin para que se asentara con 300 familias en Texas 2) no se cuenta con un estudio completo sobre él, aunque es pertinente hacer mención de una vieja tesis, leída en 1933 en la Universidad de Michigan, que utiliza transcripciones de otra persona de documentos del Archivo General de la Nación. 3 Por otro lado, hace varias décadas historiadores del noreste de nuestro país como Cossío, Alessio Robles y Vizcaya Canales nos legaron en sus relatos más generales no pocas impresiones del personaje. 4 Los historiadores texanos también han abordado el tema de Arredondo en sus múltiples historias de aquel estado, particularmente en lo que se refiere al papel del comandante en la Batalla del Río Medina y su participación en el ingreso de las 300 familias angloamericanas a aquel territorio.
Es pertinente destacar que hace más de diez años Octavio Herrera publicó un breve pero sustantivo trabajo sobre la actuación de Arredondo en las provincias que comprendían Tamaulipas, Nuevo Reino de León y Coahuila/Texas. Aunque las siguientes líneas repetirán algunos de los descubrimientos de Herrera, este estudio se centra en el trabajo de Joaquín de Arredondo y su relación con las autoridades de la ciudad en donde él decidió la capital de las Provincias Orientales: Monterrey. Se destacan también los trabajos militares del comandante suscitados por las continuas agresiones de los angloamericanos sobre la porción septentrional de las provincias nororientales. Se intentará, por último, hacer una caracterización del personaje en su relación con las últimas autoridades virreinales. Las propuestas que se hacen en este capítulo son el origen de una amplia investigación en fuentes de archivo, tanto en Monterrey como en la ciudad de México, investigación que, en el futuro, deberá responder a las preguntas que suscite esta primera aproximación.
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Fuente:
http://www.terra.com.mx/memoria2010/...htm&paginaid=1
La Guerra de Independencia en el noreste de la Nueva España y el comandante Joaquín de Arredondo - II
Luis Jáuregui
La insurgencia en las Provincias...
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Arredondo construyó un mandato unificado en la región, con sede en la ciudad de Monterrey.
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Luis Jáuregui
El noreste novohispano se unió con inusitada rapidez al movimiento insurgente. No puede decirse, empero, que la adhesión fuera masiva. Según Vizcaya Canales, ésta vino principalmente de las tropas que debieron reunirse para marchar hacia el sur, específicamente a San Luis Potosí, para apoyar a la décima brigada realista al mando de Calleja. El resto de los habitantes del noreste tenía relativamente pocos agravios en contra del gobierno virreinal, toda vez que se hallaba muy lejos de la ciudad de México, contaba con una sociedad fundamentalmente criolla y no era muy apegada a las cuestiones religiosas.
Aun así, en los meses que van de septiembre a diciembre de 1810 se dio una oleada de adhesiones de gente del noreste al movimiento insurgente. Frente a esta realidad, cada uno de los mandatarios de las tres Provincias Internas de Oriente sufrió en poco tiempo las consecuencias del movimiento rebelde. Antonio Cordero, gobernador de Coahuila, fue apresado en Saltillo por las huestes de Mariano Jiménez, encargado por Allende de insurreccionar aquella región; Manuel de Iturbe e Iraeta, gobernador de Nuevo Santander, se desplazó al puerto de Altamira, probablemente con ganas de huir, mientras que el gobernador del Nuevo Reino de León, Manuel de Santa María, se unió al bando insurgente, más como reconocimiento de su incapacidad de hacerle frente a la situación que por convencimiento propio.
Por su parte, en noviembre de 1810 y de forma simultánea a la caída de San Luis Potosí, en el centro virreinal se recibieron informes de que Baton Rouge se había insurreccionado y proclamado su independencia. La situación era bastante grave pues desde 1803 el noreste novohispano se había convertido en una zona geográficamente muy vulnerable por la adquisición de Estados Unidos del territorio de Luisiana. Al respecto, Virginia Guedea señala que con este acontecimiento, 'la provincia de Texas no sólo recuperó su status de frontera sino que quedó frente a frente con los expansionistas angloamericanos. , pueblo y gobierno de Estados Unidos manifestaron entonces con claridad sus pretensiones sobre el territorio texano, al que muchos consideran, de buena o mala fe, parte de una Luisiana cuyos límites no habían estado nunca del todo definidos'. Por otro lado, en enero de 1811 se dio un brote insurgente en la villa de Béjar liderado por un contrabandista que contaba con el apoyo y presencia de Ignacio Aldama y el padre Salazar, enviados de Hidalgo para negociar apoyo de Estados Unidos de Norteamérica.
En tales condiciones, parece que el gobierno virreinal preparó una estrategia general para apagar en su totalidad el movimiento insurgente. A juzgar por los movimientos militares realizados, Calleja y Cruz se pondrían de acuerdo para atacar Guadalajara, hecho que sucedió a mediados de enero de 1811, mientras se enviaba a Arredondo a las provincias nororientales, que de cualquier forma estaban militarmente muy débiles, para detener la avanzada de los insurgentes hacia el norte. 7 Si bien no tuvo nada que ver con la captura de los cabecillas insurgentes en Acatita de Baján, la llegada de Arredondo en marzo de 1811, apenas unas cuantas semanas después de la derrota de puente de Calderón, marcó el inicio de una fuerte campaña orientada a borrar todo vestigio insurgente de las provincias internas.
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Fuente:
http://www.terra.com.mx/memoria2010/...htm&paginaid=2
La Guerra de Independencia en el noreste de la Nueva España y el comandante Joaquín de Arredondo - III
Luis Jáuregui
Las primeras campañas
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Arredondo construyó un mandato unificado en la región, con sede en la ciudad de Monterrey.
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Luis Jáuregui
Arredondo nació en Barcelona en 1768. Fue hijo de Nicolás de Arredondo y Pelegrí y Josefa Roso de Mioño. Su padre fue gobernador de Cuba y virrey de Buenos Aires. En 1787 se incorporó al ejército y hacia finales del siglo XVIII fue comisionado a la Nueva España. En 1810 recibió el grado de coronel con mando en el Batallón Fijo de Veracruz.
A Joaquín de Arredondo 9 se le conoce como un hombre 'singularmente dominante <…> arbitrario y cruel'. En este aspecto, la historiografía texana es particularmente severa en sus juicios sobre su actuación, en específico respecto a la Batalla de Medina. Una búsqueda de su nombre en la red lleva a afirmaciones tales como 'sanguinariamente vengativo',10 'ejecutor de trescientos invasores y rebeldes', 11 'comandante implacable con registro de victorias aplastantes y despiadadas' 12 y 'brutal con los derrotados'. 13 Del lado mexicano, Lucas Alamán relata cómo desde su desembarco se dio a la tarea de terminar con la insurrección; la cual en muchas situaciones fue emprendida por el entonces coronel por la vía del ajusticiamiento de múltiples cabecillas insurrectos. 14 Por otro lado, los historiadores texanos también destacan sus habilidades militares; por ejemplo, Fehrenbach lo califica como 'un comandante experimentado e inteligente'. 15 También lo señalan como repetidamente desobediente de las órdenes de los virreyes, ya que solamente atendía al comando del rey.
Según muestran las fuentes, la fama de Arredondo recuperada por la historiografía es verídica, aunque es justo señalar que no fue el único militar realista que aplicó ejemplares castigos de guerra. Es muy probable que, poco después de su desembarco en Altamira a finales de marzo de 1811, el coronel se enterara de la carnicería que por esos días los insurgentes hicieran con las tropas de García Conde en Valle del Maíz; insurgentes que, al mando del lego Herrera, marcharon a la villa de Aguayo a donde, ante el terror que provocó la llegada de Arredondo, que luego se convirtió en posibilidad de indulto, marcó el fin de la marcha de aquellos insurgentes. Con ellos, Arredondo fue implacable; hizo fusilamientos y a otros prisioneros los envío a Veracruz. En mayo de 1811 persiguió a las tropas del lego Villerías hasta la villa de Tula en donde también, después de su triunfo, realizó ahorcamientos en lugares públicos.
Lucas Alamán apunta que para mayo de 1811 las provincias internas de oriente se hallaban prácticamente en paz. Por esta razón, Arredondo se trasladó de la villa de Tula, en donde en realidad sólo permaneció unas semanas y estableció su cuartel general en Aguayo, villa de la provincia de la cual era gobernador y comandante en jefe. Según su yerno de algunos años, José Eleuterio González, en aquella localidad, hoy conocida como Ciudad Victoria, el coronel se dedicó a realizar todo tipo de torpezas: bailes, chismes, búsqueda de adulación y abusos de autoridad.
Es probable que la afirmación del doctor Gonzalitos fuera cierta. No obstante que se trataba de un militar de carrera de 43 años, hijo de virrey y sin duda educado en las más prestigiadas academias militares de España, es muy seguro que buscara compensar las penalidades del campo de batalla proporcionándose una vida de sultán, más aún considerando que, a su primera llegada a la villa de Aguayo, los neosantanderinos lo habían tratado con desprecio, y sobre todo, subestimado su poderío.
Con todo y sus excesos, el trabajo de Arredondo en Aguayo fue el que tenía encomendado: restablecer el orden y la institucionalidad de aquella región. En bando de junio de 1811, el catalán adoptó medidas verdaderamente draconianas para evitar el resurgimiento de la rebelión: se exigió pasaporte; se prohibieron todo tipo de armas y la venta de bebidas proscritas; los bailes requerían permiso y se prohibía terminantemente hablar 'con libertad' de la insurrección. Las penas por la infracción de estas disposiciones iban desde los azotes y el destierro hasta la muerte. Para la sanción de estas actividades, procedió al establecimiento de jueces. Según el propio Arredondo, dicha acción respondía a que los anteriores jueces eran capitanes de la localidad que, eternizados en sus puestos, actuaban caprichosamente y con ignorancia, provocando la emigración de los vecinos y el abandono de las tierras. Por tal motivo, solicitaba al virrey el establecimiento de jueces electos anualmente por la población local, aprobados por la autoridad. En un ámbito más general, durante su estancia en la provincia de Nuevo Santander actuó como un verdadero gobernador pues restableció el gobierno político a la forma como estaba antes de la rebelión. No descuidó la cuestión militar y apostó vigilancia en los caminos provenientes de Río Verde, Valle del Maíz y San Luis Potosí, las tres entradas sureñas a la provincia.
A finales de 1811 la colonia de Nuevo Santander estaba en paz y con la institucionalidad restablecida. Sin embargo, la Huasteca se hallaba en insurrección, en parte por la atención que debió poner el comandante Calleja a la zona del Bajío. En vista de que el territorio de la Huasteca era difícil y el clima húmedo y caliente, lo que dificultaba enormemente su control, el gobierno virreinal, reconociendo las capacidades militares de Arredondo, sin duda amplió su poderío hacia la Huasteca y hasta la Sierra Gorda.
Fue precisamente en esos meses de mediados a finales de 1811 que Alamán refiere la 'desobediencia' de Arredondo a las órdenes provenientes del comandante general Calleja:
la angustia en que se hallaba la capital misma, en cuyas inmediaciones atacaban los insurgentes <…> había hecho que el virrey repitiese las órdenes más estrechas a Calleja, para que se pusiese en marcha. Antes de verificarlo, tomó éste las medidas más adecuadas que las circunstancias le permitieron a fin de evitar que las provincias que sus tropas iban a abandonar sufriesen los trastornos que temía, y se perdiese en su ausencia todo lo que había adelantado en un año de extraordinarios esfuerzos. Para resguardo de San Luis Potosí, previno a Arredondo que situase en aquella ciudad parte de la fuerza de que podía disponer, y que no era tan necesaria en el territorio de su mando, en el que no le quedaban enemigos que perseguir sino en la Huasteca; pero Arredondo, poco inclinado a hacer otra cosa que lo que él mismo disponía, no cumplió con estas prevenciones.
Efectivamente, Arredondo no envió tropas a San Luis, aunque él mismo comunicó al virrey que sí había dado auxilios a esta capital, lo cual parece ser cierto toda vez que llegó a luchar tan cerca de la capital intendencial como Guadalcázar. 27 Cierto o falso, el caso es que marchó con sus tropas sobre la parte norte de la Huasteca y estableció, durante todo 1812, su cuartel en Valle de Maíz. Aunque adujo enfermedad, la preferencia por radicar en esta villa fue también un acto de desobediencia pues, a decir de Alamán, el virrey había ordenado a Arredondo se situara en Huauchinango; más al sur, de manera que tuviera un mayor control sobre la Huasteca y la Sierra Gorda. 28 En cualquier caso, las tropas del coronel mostraban una sorprendente movilidad, en septiembre de ese año Cayetano Quintero, capitán de caballería provincial, comunicaba a Arredondo sobre la acción en contra de cabecillas insurgentes en la zona de Tolimán en la Sierra Gorda.
Como bien señala Antonio Escobar, el movimiento insurgente se organizó principalmente al sur de la Huasteca potosina; esta situación se explica por la presencia de Arredondo en la zona norteña de esta región. Aun así, para aquellas fechas de 1811 y 1812, don Joaquín continuaba con el mando político y militar de la colonia de Nuevo Santander, lo que lo obligaba a hacerse cargo de su administración. Por tal motivo, en noviembre de 1811 nombró como gobernador sustituto a Ramón Díaz Bustamante, capitán de compañía volante quien meses antes, desde su puesto en la villa de Laredo, convenció a Ignacio Elizondo para que se adhiriera al bando realista. 32 Adicionalmente, no obstante la petición de Calleja de que el propio Arredondo se hiciera cargo también del gobierno del Nuevo Reino de León —en esos momentos gobernado por una junta gubernativa— el virrey Venegas ordenó que Díaz de Bustamante se hiciera cargo de las dos provincias, un aspecto que muestra bien la importancia que para el mandatario representaba el trabajo que Arredondo realizaba en la Huasteca.
A pesar de que Arredondo sugirió para Nuevo Santander a Díaz Bustamante, en los primeros días de 1812 consideró que este personaje sería más útil apoyando al gobernador de Texas. Así, apenas unos días después de la orden del virrey, el coronel catalán la desobedecía y colocaba en la provincia neosantanderina a un Juan Fermín de Juanicotena; justo es señalar, empero, que el cargo de gobernador interino correspondió a Díaz de Bustamante. Éste se ocupó de sus labores militares en Texas hasta que en marzo de 1813 pasó al gobierno de Nuevo León, para morir unas semanas después, cuando se le confirió a Juanicotena la titularidad del gobierno neosantanderino, condicionada a la aprobación superior.
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Fuente:
http://www.terra.com.mx/memoria2010/...htm&paginaid=3
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Re: Mexico no es bicentenario
La Guerra de Independencia en el noreste de la Nueva España y el comandante Joaquín de Arredondo - IV
Luis Jáuregui
La junta gubernativa de Monterrey
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Arredondo construyó un mandato unificado en la región, con sede en la ciudad de Monterrey.
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Luis Jáuregui
A inicios de la segunda década del siglo XIX, Monterrey era una ciudad que apenas había logrado una posición preponderante en la región. Si bien contaba con la sede diocesana, de la cual se había 'apropiado' desde finales del siglo anterior,36 así como con un seminario franciscano, la villa de Saltillo, con la cual rivalizaba, era la sede de la tesorería real y celebraba en septiembre su feria comercial anual; resaltaba por su clima más templado y se hallaba más cerca de zonas de producción agrícola y ganadera. Si se piensa en términos geográficos, Saltillo se hallaba en la ruta hacia el norte: rumbo a la salida del virreinato por la frontera con Luisiana. Monterrey, por su parte, no llevaba a ningún lado pues no estaba en ruta hacia puerto alguno.
La ruta hacia el norte fue tomada por los insurgentes después de la derrota de Puente de Calderón en enero de 1811. En cuanto Saltillo cayó en manos rebeldes, la gente de Mariano Jiménez procedió a ocupar Monterrey, en donde fue bien recibida por las autoridades eclesiásticas y civiles. A la captura de los jefes insurgentes en Baján, las oligarquías regiomontanas, como sucedió con el resto de las provincias internas, regresaron a ser leales a las autoridades establecidas. Fue en este momento que, ante la carencia de un gobernador, pues éste se había unido a la insurgencia, que en Monterrey se estableció una junta gobernadora.
El plan para la formación de una junta se presentó a finales de marzo de 1811. El proyecto sirvió, por otro lado, para dar explicaciones sobre cómo las autoridades regiomontanas fueron obligadas a unirse a la insurgencia. En vista de la deserción del gobernador Santa María, el plan proponía la formación de un cuerpo que se encargaría de recoger las armas, de vigilar la tranquilidad de la provincia y de determinar quién era leal y quién desleal a las autoridades establecidas.
Poco más de dos meses y medio después de la invasión de Monterrey por tropas insurgentes, la junta provincial de gobierno quedó establecida 'de urgente necesidad' el 1 de abril de 1811. En ese momento, su preocupación se concentraba en las tropas rebeldes apostadas en el sur (Real de Borbón), el poniente (Saltillo) y en la propia ciudad de Monterrey. De forma expresa, la junta se establecía en vista del vacío de poder que significaba la adhesión de Manuel Santa María a la insurgencia, a quien daban por muerto, y a la dimisión del gobernador rebelde Santiago Villarreal. Aunque es necesario señalar que no todos los miembros, sobre todo los eclesiásticos, estuvieron de acuerdo con su formación, el establecimiento del nuevo cuerpo respondía también a la necesidad de resolver la desorganización de los asuntos de gobierno y atender las necesidades políticas y militares de la provincia.
La junta patriótica gobernadora se reunió durante varios meses en consorcio con el ayuntamiento de Monterrey. Fue la junta regiomontana la que se hizo cargo del juramento, reconocimiento y obediencia a las Cortes Generales y Extraordinarias. 40 Igualmente, atendió los asuntos cotidianos de toda la provincia, como elecciones anuales del ayuntamiento, atención a pleitos sobre arrendamiento de aguas, correspondencia, en materia de hacienda y justicia, con la intendencia de San Luis Potosí, etc. La junta patriótica dejó de funcionar en marzo de 1813. 43 Al terminar sus sesiones, la junta gobernadora entregó el mando de la provincia a Ramón Díaz de Bustamante, quien murió poco tiempo después.
En realidad se cuenta con muy poca información sobre los trabajos de la junta regiomontana, aunque en realidad se trata de una medida desesperada por parte de las autoridades de la provincia ante el hecho de que 'las riendas en el gobierno abandonad por el que lo obtenía en propiedad'. Es una respuesta que, a decir del ayuntamiento de Monterrey unos meses después, había sido aprobada tanto por Venegas como por Calleja; de hecho, no había sido la única junta 'realista' que se formó en la región, toda vez que hay testimonio de que en Saltillo y Monclova se formaron cuerpos similares; Virginia Guedea por su parte ha dado cuenta de la junta texana en Béjar que se formó por esos días y con intenciones muy similares a las de sus contrapartes más sureñas.
A juzgar por los acontecimientos posteriores ocurridos en Texas, Joaquín Arredondo sospechaba mucho de esas juntas, sobre todo después de que en agosto de 1811 se estableciera en Zitácuaro la Primera Junta Nacional. En el caso de la junta texana, a finales de 1811 se supo, seguramente por vía de los espías del coronel catalán, que un teniente Cayetano Cantú y el sargento Francisco Ignacio Escamilla, habían tenido conversaciones sediciosas, mismas que los hizo acreedores al destierro. 47 Por su parte, a inicios de 1812, un Isidoro de Aristizábal, espía de Arredondo en Monterrey, le comunicaba una serie de 'procederes de los individuos de la Junta de la Ciudad de Monterrey'. Aristizábal había logrado colocarse entre los más importantes personajes de la ciudad y comunicaba a Arredondo algunas opiniones que había escuchado. 48 Por una parte, la de José Vivero a favor de que los castigos a los insurgentes fueran lo más benigno posible. El doctor Lobo había mostrado extrañeza ante la derrota insurgente de Zitácuaro a manos de Calleja, toda vez que, implicaba, las tropas insurgentes eran militarmente superiores. Julián de Arrese llegó incluso a mencionar que José Vivero había conocido de la toma de San Luis en el momento mismo en que ocurría, lo que era signo inequívoco de su relación con los altos mandos rebeldes. El espía de Arredondo destacaba incluso una afirmación del presidente de la junta del Saltillo: 'zafando al Presidente Dn. Blas Gómez, todos eran unos insurgentes, <…> y que la del Saltillo no quería otra más que <…> derramar su sangre , en defensa de los derechos del Rey y de la Patria'.
Es probable que el informe del espía de Arredondo en Monterrey viniera a confirmar muchas de sus sospechas, las que se vieron abonadas por el conocimiento común sobre la preferencia que un año antes mostraran las autoridades civiles y eclesiásticas regiomontanas a favor de la insurgencia, así como del dinero que le habían escatimado a Santa María y que habían otorgado de manera espléndida a Jiménez. En carta al virrey de enero de 1812 Arredondo le dice que suspenderá toda marcha fuera de la Huasteca y 'mira Monterrey' hasta no conocer el resultado de la campaña de Calleja sobre Zitácuaro. Esto sugiere que aparte del odio que tenía al movimiento insurgente, Arredondo tenía inquina especial en contra de las juntas como la de aquella villa. Como resultado de ello, procedió a buscar información más fehaciente para emprenderla en contra de la junta regiomontana. De ahí que solicitara, de manera expresa, testimonios a un mercader viandante de nombre Pedro Ignacio de Apategui (o Apalátegui), en particular sobre José María de Mendívil, secretario del obispo Marín de Porras, prelado que por la inestabilidad en esos meses se hallaba fuera de su diócesis.
Apalátegui comunicaba al coronel que en Monterrey, el pueblo común tenía desconfianza y temor, toda vez que 'con la capa del indulto' muchos que habían sido insurgentes se conducían con satisfacción y sin temor de la justicia, lo que lleva al mercader a calificar a la junta gobernadora como demasiado indulgente. También le sugiere a Arredondo que sólo sus batallones podrían presentar oposición a un resurgimiento de la rebelión en la provincia y áreas circunvecinas.
Los acontecimientos ocurridos desde el otoño de 1810, la situación que en el momento vivía el virreinato y la información que recibió, llevaron a Arredondo a señalar ante testigos que para la Provincia del Nuevo Reino de León 'pólvora y metralla tenía', que a fuerza impondría obediencia al monarca, que la invadiría con mil o dos hombres, y que llegaría con la horca por delante. 53 Tales afirmaciones llevaron a la junta gobernadora a enviar una carta al coronel Arredondo en donde defendían la autoridad de la misma 'legítimamente cimentada en la aprobación superior' y en donde señalaba que el trato a los indultados surgía precisamente de la naturaleza del indulto. Con habilidad, Arredondo respondió que los informes que había recibido no se referían a las operaciones y disposiciones de la Junta sino en contra de 'varios sujetos principales de ese comercio'; en cuanto al asunto de los indultados, se limitó a señalar que respetaba su condición pero que nunca los colocaría en una posición militar superior.
A quienquiera que fueran dirigidas, las afirmaciones de Arredondo en contra de los regiomontanos fueron la ocasión para que la junta extendiera una queja por este comportamiento ante el virrey Venegas. El asunto se resolvió cuando el comandante nominal de las provincias internas, Félix María Calleja, avaló a la junta regiomontana y Arredondo la debió exonerar de los cargos. En todo caso, las urgencias de la frontera tejana obligaron a al coronel a hacer de lado las dificultades con Nuevo León.
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http://www.terra.com.mx/memoria2010/...htm&paginaid=4
La Guerra de Independencia en el noreste de la Nueva España y el comandante Joaquín de Arredondo - V
Luis Jáuregui
Complicaciones de la campaña de Texas
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Arredondo construyó un mandato unificado en la región, con sede en la ciudad de Monterrey.
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Luis Jáuregui
Es probable que las acciones del coronel Arredondo en Texas sean los aspectos más estudiados de su carrera en las Provincias Internas de Oriente. Y es que como resultado de la segunda insurgencia tejana en 1813, Joaquín Arredondo extendió su poder a lo largo de todas las Provincias Internas de Oriente, un poder que continuaría, con el propio Arredondo y posteriormente otros en el periodo independiente, durante buena parte del siglo XIX.
En los primeros años del siglo XIX, Estados Unidos compró a Francia el territorio conocido como Louisiana, con lo que la porción nororiental de las Provincias Internas de Oriente se convirtió en un quebradero de cabeza en la geopolítica del imperio español. La razón de esto último tiene que ver con el hecho de que para Francia nunca había quedado bien definido lo que era 'la Louisiana' por lo que consideraba su territorio hasta el Río Bravo. Por lo tanto, cuando Estados Unidos hizo la compra en 1803, se sintió con derechos sobre la porción de Texas. Pocos años después, el asunto quedó resuelto por la vía de un acuerdo local entre un comandante español y un militar norteamericano que tenía miras de enriquecimiento personal más que lograr la expansión de su país. Este acuerdo creó una zona neutral entre el Río Sabina y el Arroyo Hondo (pequeño tributario del Río Rojo) que atrajo a una multitud de aventureros, algunos con mejores intenciones que otros. Todos veían un territorio sin vigilancia con posibilidades de ocupación y eventualmente de convertirse en una república. El gobierno de Estados Unidos mostraba, en el mejor de los casos, una actitud sumamente ambigua sobre estas cuestiones.
En 1812, Bernardo Gutiérrez de Lara, herrero y talabartero originario de Revilla, se situó en la referida zona neutral. 58 Ahí fraguó con un grupo de angloamericanos una invasión sobre territorio texano, la cual se dio en agosto de ese año. Los llamados 'filibusteros' marcharon hacia el sur y ocuparon la Bahía del Espíritu Santo. Esto provocó la reacción de las autoridades españolas en Texas, al mando del gobernador Manuel Salcedo, que sitiaron la bahía durante cuatro meses (aproximadamente de noviembre de 1812 a marzo de 1813). Salcedo contaba con 1,500 tropas que al parecer no eran suficientes ante el contingente de anglos bien pagados y con miras a reclamar tierras para Estados Unidos y para sí mismos, así como un grupo de locales que aspiraban la autonomía pero no la independencia. Fue por esto que el gobernador texano solicitó apoyo al gobernador interino de Nuevo Santander y titular del Nuevo Reino de León, Ramón Díaz de Bustamante. El capitán no pudo enviar apoyo porque no lo tenía debido a que varias tropas habían sido desplazadas a Texas desde hacía varios años y porque, decía, Arredondo había extraído aún más hombres de la provincia para llevárselos a la Huasteca. La acusación de Díaz de Bustamante provocó la ira de Arredondo quien lo acusó de dejarse llevar por un personaje bastante odiado por el militar catalán: Joaquín Vidal de Lorca. En todo caso, la falta de respuesta oportuna por parte de Díaz de Bustamante al gobernador de Texas provocó que en marzo de 1813 Arredondo emprendiera la marcha desde su cuartel general en Valle del Maíz sobre las tierras tejanas.
Las contestaciones ante el virrey entre Arredondo y Díaz de Bustamante muestran que la desobediencia del catalán a la instrucción de desplazarse hacia el sur generaba un conflicto de autoridad con Bustamante en momentos decisivos. Sin embargo, a mediados de marzo de 1813 Arredondo recibiría una comunicación del intendente Acevedo de San Luis Potosí en donde le apuntaba el peligro de que esta ciudad fuera atacada por los insurgentes. La situación era peligrosa pues, frente a la situación tejana, si San Luis caía en manos rebeldes todas las Provincias Internas de Oriente estarían rodeadas de insurgentes. Esto lo sabía Díaz de Bustamante, por lo que le comunicó al catalán que no descuidara el asunto, toda vez que si se dirigía hacia el norte, los insurgentes sabrían que buena parte de la tropa se hallaba en Texas y verían la oportunidad de ocupar las provincias nororientales. Fue así que Arredondo planeó su marcha hacia el sur; según sus propias palabras 'teniendo dispuesto <…> atacar a los infames cabecillas Cos, Liceaga y Rayón, que amenazaban la Ciudad de San Luis Potosí <…> y al inicuo Villagrán, situado hace tiempo en Zimapán'.
Por alguna razón desconocida, fue falsa la información de Manuel de Acevedo sobre la amenaza insurgente a San Luis. Según Alamán, en marzo-abril de 1813 Ignacio Rayón se hallaba en Tlalpujahua e incluso más al sur hasta llegar, en el verano de ese año, a la zona caliente de Michoacán. Quizá porque la información no fue verídica, a finales de marzo de 1813, Arredondo comunicaba a Calleja su decisión de marchar hacia el norte. Las razones que dio para este movimiento fueron las inquietudes del propio Díaz de Bustamante, de Juanicotena 'y los particulares, buenos patriotas, honrados y principales vecinos de esta vecindad me dirigieron, por las que me hacen ver el estado de las provincias dichas, el riesgo que corrían sus vecinos, el mal ánimo en que se hallaban las Villas del Norte <…> y en fin, otras consideraciones favorables a mejor servicio del Rey y bien de la Patria'. Las referidas 'otras consideraciones' no fueron expresadas por Arredondo 'por no perturbar la atención de Vuestra Excelencia, tan ocupada en las actuales circunstancias'. En otras palabras, el coronel decidió desobedecer, aplicando su propio criterio; sin duda percibía que su gloria estaría en la lucha contra la insurgencia norteña y no en la del centro novohispano en donde, fuera del coto de poder insurgente establecido por Osorno en el llamado Departamento del Norte, la rebelión se había trasladado al sur de la intendencia de México, Valladolid y Oaxaca. En cierto sentido, por otro lado, la preocupación de Arredondo tenía justificación; sabía de la ventaja que tenía Gutiérrez de Lara sobre las tropas realistas en Texas y el impacto que sobre el comercio de Veracruz implicaba la ocupación del puerto de la Bahía del Espíritu Santo.
A pesar de que Díaz de Bustamante era una experimentado militar de presidio, representaba un obstáculo importante a las ambiciones del coronel catalán. Sin recato alguno, el también llamado 'Capitán Colorado' le comunicaba al coronel Arredondo que él no tenía órdenes que lo sujetaran a su mando, y le decía directamente: 'jamás me dará ningún cuidado la responsabilidad de que VS me amenace ante la superioridad'. También lo acusaba de que su incursión en nuevo Santander no respondía a su deseo de ayudar al rey, sino su deseo de venganza que se originaba de 'perniciosos chismes'. Con todo y esta enemistad, a Arredondo lo apoyaban fuerzas superiores a las que ostentaba Díaz de Bustamante. Además, como militar de línea que era, Arredondo contaba con una comunicación más directa con la autoridad virreinal; desde Aguayo, en carta de 19 de abril de 1813, Arredondo le comunicaba a Calleja las razones que lo llevaron a marchar al norte; agrega unos cuantos comentarios en contra de Díaz de Bustamante que sin duda fueron devastadores en la imagen de Calleja sobre aquel militar.
Entretanto, después de fracasado el sitio de Bahía del Espíritu Santo, las tropas realistas capitularon en abril de 1813 en el paraje de El Rosillo, cercano a Béjar. Los hombres al mando de Gutiérrez de Lara pasaron así a ocupar San Antonio en donde establecieron una junta gubernativa identificada con la causa insurgente. Gutiérrez de Lara contaba con el apoyo de la mayoría texana e indígena, de manera que los angloamericanos se vieron en desventaja al momento de establecer la junta de gobierno; este hecho provocó que algunos se retiraran a su país. Resulta interesante la declaración de independencia promulgada en abril de 1813 por la junta de gobierno de Béjar, así como la constitución de pocos días después que declaraba a Texas 'estado de la República Mexicana'. Tal postura, tan 'radical' para los tiempos que vivía la Nueva España, hubieran sido motivo suficiente para que Arredondo marchara sobre Texas; en realidad lo que lo llevó a apresurar su marcha fue el asesinato el 3 de abril del gobernador a mano de unos facinerosos que pensaron que el acto sería benéfico a la causa. Víctima del tal crimen fue también el comandante militar de Texas, Simón de Herrera, amigo personal del virrey Calleja y en esos días nombrado por éste Comandante General de las Provincias Internas de Oriente, cargo vacante que había sido desempeñado a regañadientes por el propio don Félix cuando era comandante general del virreinato.
Tal parece que, con la muerte de Herrera la providencia marcaba a Arredondo para comandar aquella vasta zona; el único obstáculo que quedaba para tal ascenso era, como se ha señalado, el experimentado teniente coronel presidial José Ramón Díaz de Bustamante. De nueva cuenta, la providencia estuvo de lado del coronel catalán pues hacia finales de abril de 1813 el prestigiado 'Capitán Colorado' fallecía, al parecer de causas naturales, en la ciudad de Monterrey.
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http://www.terra.com.mx/memoria2010/...htm&paginaid=5
La Guerra de Independencia en el noreste de la Nueva España y el comandante Joaquín de Arredondo - VI
Luis Jáuregui
La comandancia general de las Provincias
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Arredondo construyó un mandato unificado en la región, con sede en la ciudad de Monterrey.
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Luis Jáuregui
Después de depender totalmente del virreinato, en 1776, con el nombramiento de Teodoro de Croix como gobernador y comandante, las provincias internas adquirieron una situación casi independiente respecto a la ciudad de México. Sin embargo, en sus instrucciones a Jacobo de Ugarte y Loyola, el virrey Bernardo de Gálvez (1785-1786) especifica que el comandante general quedaba sujeto al virrey en cuestiones de justicia, hacienda y patronato, pero actuaba con autoridad propia en asuntos militares. La instrucción también consideraba la enormidad del territorio, por lo que se crearon tres jurisdicciones: a la de Coahuila y Texas se agregaba el Nuevo Reino de León, la colonia de Nuevo Santander y los territorios de Parras y Saltillo; María del Carmen Velásquez apunta que 'por este medio trataba de acercar la tierra de guerra viva a las poblaciones de más antigua explotación y unir aquéllas de ambas márgenes del río Bravo'. En 1787 la comandancia se mantuvo unida, pero se crearon dos comandantes subalternos. Las provincias orientales quedaron en manos de Juan de Ugalde: Coahuila/Texas y las jurisdicciones de Saltillo y Parras. Es importante señalar que, excepto en el caso de tropas, todos los asuntos de Nuevo León y Nuevo Santander dependían del virreinato. A la muerte de Bernardo de Gálvez, el virrey Manuel Antonio Flórez dividió en dos la comandancia general. Al mando militar de Ugalde quedaron las provincias orientales. Los asuntos políticos, económicos de justicia, real hacienda y patronatos estarían a cargo del sistema intendencial, implementado un año antes.
Durante el gobierno del segundo virrey Revillagigedo las provincias internas volvieron a unirse, estableciendo su asiento de gobierno en Chihuahua. El mando de esta nueva comandancia era puramente militar y comprendía Sonora, Nueva Vizcaya, Nuevo México, Texas y Coahuila. Las porciones de Nuevo Reino de León y Nuevo Santander quedaban unidas al virreinato; 74 su gobierno político estaba en manos de un gobernador que dependía de la intendencia de San Luis Potosí. En ocasiones el mando militar de estas dos provincias estaba reunido en la misma persona; en otras, era desempeñada por un jefe. Tal fue el caso de Nuevo León que contaba con militar de un rango más o menos elevado en Punta de Lampazos.
Para las autoridades virreinales, la porción occidental de las provincias internas fue por un tiempo la más importante ya que era la que generaba más riqueza. Sin embargo, la compra de Luisiana por parte de Estados Unidos fue el motivo por el que las provincias de oriente pasaran al primer plano de atención de la corona. 75 Esta fue la razón por la que en 1804 se volvió a dividir la comandancia general en dos: Comandancia General de Provincias Internas de Occidente y Comandancia General de Provincias Internas de Oriente. Como el peligro de invasión era considerable, la división no se hizo efectiva.
Cuando Calleja ascendió al cargo virreinal, uno de sus primeros actos fue nombrar comandante general de las provincias nororientales a su amigo personal Simón de Herrera; para ello se 'creó' la circunscripción geográfica denominada 'Provincias Internas de Oriente'; esto es, Nuevo León y Nuevo Santander dejaron de estar bajo las órdenes del virrey y pasaron a estar subordinadas al comandante de provincias internas orientales. 76 En vista de su muerte, a finales de abril de 1813, Joaquín de Arredondo fue nombrado Comandante General de las Provincias Internas del Oriente y General en Jefe del Ejército de Operación. Cuando le fue comunicado el nombramiento, al tiempo que se enviaron las comunicaciones correspondientes a intendentes, comandante de provincias internas de occidente, obispo y ayuntamiento de Monterrey, ciudades y villas de la región, el ahora general se hallaba en la villa de Agualeguas con rumbo a Texas para detener la rebelión de Gutiérrez de Lara. Ya desde esos días quedaba claro cuál sería su estrategia, guiada por su opinión hacia los insurgentes:
los perseguir<é> hasta lograr la total ruina y destrucción de semejantes traidores, no dignos de consideración, la existencia de nuestro amado monarca, el Sr. Dn. Fernando Séptimo, rompiendo el velo que aún tenían hipócritamente los <…> cabecillas, tratando ya de una total independencia, exhibiéndose republicanos, con el nombre fantástico de República Mexicana, expidiendo más proclamas seductoras, y cartas inicuas, por las que algunos vecinos de estas Villas del Norte, de mal corazón, trataban de seguir sus malos ejemplos y partido, como lo han hecho algunos de quien he mandado perseguir para su justo castigo, estando en la firme inteligencia de que si no se hubiese efectuado mi aproximación por estos puntos, hubieran sido perdidos y en consiguiente hubieran causádose funestas consecuencias.
La decisión de designar a Arredondo surgió ante la inesperada muerte de Herrera, pero también de la urgente necesidad que había de defender la frontera novohispana de Texas, toda vez que para el verano de 1813 las tropas insurgentes habían llegado a las villas cercanas al Río Bravo e incluso hasta Monterrey. Fue por eso que uno de los batallones provenientes de España para franquear el camino entre Veracruz y México fue regresado al puerto para embarcarlo con rumbo al norte. 78 Sustituyendo a los jefes militares anteriores, Arredondo echó mano del grupo de comandantes encargados de combatir la rebelión; en el caso de Monterrey, el comandante José María de Sada fue removido de su cargo, sustituyéndolo el capitán Ramón Perea.
La historiografía no señala si Arredondo logró prestigio virreinal con motivo del triunfo de la Batalla de Medina (agosto de 1813). De hecho, durante la mitad del año siguiente se dio a la tarea de pacificar la región, hasta que en julio se dirigió a Monterrey en donde estableció su cuartel general. Lucas Alamán señala que a partir de entonces 'la revolución quedó terminada en las provincias de su mando'.
Ningún historiador de la época trató bien a Joaquín de Arredondo. Carlos María de Bustamante lo describiría como 'de los oficiales más pícaros e inmorales' y 'de la familia de Satanás', 'el azote de aquellos pueblos', 'peste desoladora' y 'el verbigracia de los jefes más malditos que oprimieron la llamada Nueva España'. 79 Lucas Alamán fue un poco más benévolo con el catalán, pues señalaba que ejercía autoridad absoluta y que había hecho de las Provincias Internas de Oriente un territorio casi independiente del virrey. 80 El más severo en sus juicios, quizá porque daría más testimonio, fue el doctor Mora, que afirmaba: 'concluidas las operaciones militares se dedicó a perseguir civil y criminalmente a los que en la provincia eran o él suponía afectos a la insurrección. Los vecinos más notables de aquellos pueblos tuvieron que sufrir mil vejaciones en sus personas, bienes y familias, sin excluir de este número algunos decididamente declarados por la causa española'.
Sin pretender rescatar la figura del brigadier catalán, justo es señalar que, aparte de la pacificación de las provincias nororientales, una vez que fue designado comandante general y que se asentó en Monterrey se dio al 'arreglo de los papeles y giro de muchos negocios que estaban pendientes'. Y es que al momento que recibió la comandancia, Arredondo se debió encargar del archivo, que llegó de Chihuahua, y de determinar los empleados que apoyarían su gestión. Aquí es importante señalar que la designación de 1813 que se hizo del comandante de provincias orientales fue la primera verdadera división que se hizo de la comandancia general, toda vez que la que se hiciera a finales del siglo XVIII no contó con el nombramiento de un aparato burocrático encargado de los negocios de gobierno.
A Arredondo no se le permitió homologar los sueldos de sus empleados a los correspondientes de las provincias occidentales; frente a una economía nororiental que, según sus propias palabras, enfrentaba una 'extraordinaria carestía de víveres y efectos', casi no tuvo a su disposición quién quisiera trabajar para él en el mando de la comandancia. De esta forma, Arredondo debió hacer uso del cuerpo militar que se hallaba a su disposición, con el cual intentó emprender una serie de proyectos destinados a la apertura de puertos, fundación de nuevas villas y aceptación de inmigrantes de otras partes de España y América española.
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Re: Mexico no es bicentenario
La Guerra de Independencia en el noreste de la Nueva España y el comandante Joaquín de Arredondo - VII
Luis Jáuregui
Arredondo en Monterrey
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Arredondo construyó un mandato unificado en la región, con sede en la ciudad de Monterrey.
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Desde antes de que llegara a Monterrey en julio de 1814, Arredondo ya había tenido problemas con las oligarquías del lugar representadas en el ayuntamiento. Desde un año antes, ordenó al nuevo comandante de armas de la ciudad, Ramón Perea, formar la compañía de patriotas y que específicamente una parte de la misma estuviera compuesta de vecinos pudientes. El ayuntamiento se opuso pues, argumentaba, muchos brazos productivos se verían distraídos de su actividad económica que se hallaba en fatales condiciones. Días antes, Monterrey se había visto invadida por las tropas de un tal Herrera, de ahí que la formación de una compañía de patriotas podía dejar desguarnecida la ciudad, que así como estaba contaba con un buen resguardo.
La segunda dificultad que se suscitó antes de que llegara Arredondo a Monterrey tuvo que ver con el poder del ayuntamiento y el establecimiento de la diputación provincial. Aquí es pertinente señalar varias fechas. Con gran fasto, a finales de junio de 1811, el cabildo civil, la junta de gobierno, el cabildo eclesiástico, entre otros, juraron obediencia a las cortes de Cádiz. En algún momento de 1812 se debió realizar el juramento, también con gran boato, lo que culminó en la colocación de un monumento —una pirámide— con la diosa Minerva encima sosteniendo un libro que al parecer era la constitución. Este monumento se colocó en la plaza mayor justo enfrente de la catedral. 85 La lápida conmemorativa que al parecer tenía la pirámide en alguno de sus lados, hacía referencia a que, gracias al artículo 325 de la Constitución de Cádiz (aquel que señala que en cada provincia habría una diputación provincial presidida por el jefe político), Monterrey había sido designada como asiento de la diputación provincial, así como al parecer también de la comandancia general de las Provincias Internas de Oriente. El asunto, que convertía en plaza de la constitución a la vieja plaza de armas regiomontana, era ciertamente motivo de júbilo. Sin embargo, y a pesar de que el ayuntamiento refería a uno de los decretos del 23 de mayo de 1813 (aquél en donde se mencionaban cuáles serían las capitales de las diputaciones provinciales), en ningún lado se ve que la capital de las Provincias Internas de Oriente estuviera situada en Monterrey. Los historiadores locales señalan con razón que el motivo por el cual la capital de la diputación se estableció en Monterrey respondió a que ahí se había fundado la Junta Gubernativa Política. Como habíamos visto, no fue el único caso; sin embargo, los hechos muestran que dicha junta tuvo mayor peso específico en la región que las de Saltillo o Monclova.
Conforme a las nuevas disposiciones venidas de España, el ayuntamiento regiomontano dejaba muy en claro que era la única autoridad constitucional encargada de echar a andar los preceptos del nuevo estatuto de la monarquía. Fue así que entre septiembre de 1813 y febrero de 1814 se realizaron las elecciones para la diputación de las Provincias Internas de Oriente. Se convocó a la formación de padrones, que no se realizó y se celebraron las elecciones fuera de tiempo. Con todo y los contratiempos, la diputación provincial quedó instalada en mayo de 1814 con dos representantes por Coahuila; dos por Nuevo Santander y tres por Nuevo León (uno en calidad de representante por Texas). Los asuntos que antes despachaba el ayuntamiento de Monterrey, en concreto el asunto de la formación de la compañía de patriotas, fueron trasladados a la diputación provincial.
De acuerdo con la ley, el jefe político era el comandante general. En el verano de 1814 Arredondo aún se hallaba en Texas combatiendo a los insurgentes de Gutiérrez de Lara y nunca asistió a las sesiones del nuevo cuerpo administrativo. En agosto de ese año, el general ordenó que se disolviera la diputación, con el pretexto de que era un cuerpo ilegítimo que interfería con la autoridad y dignidad del jefe político. La abrogación de la constitución en el mes de mayo anterior, dio pie para que la disolución de la Diputación Provincial de las Provincias Internas fuera definitiva.
El asunto señalado por Arredondo como excusa para disolver el cuerpo provincial demuestra una tendencia muy marcada en el catalán después de su llegada a Monterrey. En los meses posteriores a la disolución, se dio una rebelión de militares, seguramente instigados por el propio Arredondo, para que en la noche se lanzaran en contra del monumento construido en honor de la constitución dando voces de 'muera la puñetera constitución'. En los últimos meses de 1814 y durante 1815, el comandante se enfrascó con el ayuntamiento y el cabildo eclesiástico en una larga disputa por una cuestión conocida en la época como el 'besamanos del día del Rey Nuestro Señor'. Resulta que el ayuntamiento se presentó en casa del comandante, representante del rey, a dicho besamanos dos horas antes de la que había marcado Arredondo. Esto suscitó una discusión que llegó hasta la ciudad de México e incluso a la corte en España. La resolución fue que ambos cabildos debían ajustarse a las disposiciones del comandante. Por esos meses también, y con el pretexto de la leva dispuesta por el comandante general, el Batallón Fijo de Veracruz emprendió una jornada de arbitrariedades contra vagos y gente decente de la ciudad de Monterrey; este incidente, que sólo mereció una ligera reprimenda a Arredondo, 97 fue causa de mucho descontento e incluso es mencionado en sus escritos por Carlos María de Bustamante. Tiempo después tuvo dificultades con el cabildo vacante de la catedral por la administración del hospital de pobres; el argumento del catalán era que, como las Provincias Internas de Oriente no dependían del virrey, él se convertía automáticamente en vicepatrono de la iglesia. El resultado fue que no era tal el caso, aunque se le dio la administración del nosocomio.
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Fuente:
http://www.terra.com.mx/memoria2010/...htm&paginaid=7
La Guerra de Independencia en el noreste de la Nueva España y el comandante Joaquín de Arredondo - VIII
Luis Jáuregui
Los últimos años de la guerra
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Arredondo construyó un mandato unificado en la región, con sede en la ciudad de Monterrey.
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Luis Jáuregui
Las autoridades virreinales se percataban de la arbitrariedad con la que actuaba Arredondo. El virrey Apodaca, recién llegado al reino en el otoño de 1816, y sin duda respondiendo a los informes que le dejara Calleja, ordenó a Diego García Conde, quien acababa de dejar la comandancia militar de Zacatecas, investigar la situación de descontento norestense en contra del comandante general. Esta comisión se le confería al ex comandante por la cercana amistad que tenía con el catalán. Para mantener la dignidad de este último, la visita se disfrazó de una revista al regimiento expedicionario de Extremadura, aunque en realidad tenía por objeto 'redu a principios más convenientes de obediencia y subordinación hacia el virrey'. Al parecer, el resultado de la presencia de García Conde fue un fracaso, toda vez que el general Arredondo 'persistió en que como comandante general de aquellas provincias no debía tener respecto al virreinato las obediencias que se le exigían'.
El resultado de esta indagación de mediados de 1816 sin duda provocó la ira de Apodaca. Más aún cuando por esos días el virrey se enteraba que, después de las incursiones iniciales de sus hombres sobre las costas del golfo, el traidor Mina había llegado a la Isla de Culebra, cerca de la bahía de Matagorda, con objeto de hacer acopio de tropas, piratas principalmente, y dirigirse al centro del reino. El disgusto del mandatario era todavía mayor, toda vez que estaba convencido de que la pacificación total de todo el reino novohispano se hallaba próxima. Así, para evitar contratiempos, Apodaca ordenó a Arredondo marchara hacia la Isla Culebra y destruyera a los enemigos del régimen. El comandante respondió que no podía cumplir la orden pues afirmaba, y con razón, que sus tropas se hallaban en la más absoluta pobreza; tenían más de cuatro años sufriendo privaciones, la economía de la región se hallaba peor que nunca y los alimentos escaseaban de manera general. Otro de los argumentos del general catalán era que, como las tropas de Mina se hallaban en una isla, lo más aconsejable era que el ataque fuera tanto por tierra como por mar.
A pesar de la aparente desobediencia de Arredondo a las órdenes del virrey Apodaca, en realidad el comandante hacía su trabajo; es decir, se preocupaba también por la potencialmente explosiva situación que pudiera suscitarse en un eventual desembarco de las tropas de Mina. Como el ataque a la Isla Culebra requería de más de 300 mil pesos, el comandante organizó en Monterrey una junta a la que convocó a los gobernadores de Coahuila, Nuevo Santander y Nuevo León, así como a varios militares y eclesiásticos distinguidos. En esta reunión el comandante expuso los problemas militares y económicos que enfrentaba ante la posible invasión. La junta, probablemente con conocimiento, decidió que la reunión de insurgentes en Texas en realidad era una más de las amenazas piratas que daban poco de qué preocuparse y que, en vista de los triunfos realistas en el resto de virreinato, la situación no pasaría a mayores. De lo que sí se ocuparon los miembros de la junta fue de proponerle al comandante formas de obtener recursos: préstamos, cobro de impuestos atrasados, confiscar todo el tabaco de las tiendas para venderlo en beneficio del gobierno y solicitar un préstamo a la iglesia.
A finales de abril de 1817, Arredondo se enteró del desembarco de las tropas de Mina en Soto la Marina. La posibilidad de hacerle frente a la invasión se debió tanto al apoyo de la junta regiomontana, como a las tropas que lo apoyaron y que provenían de la Huasteca por órdenes del virrey. La toma del fuerte de Soto la Marina es un ejemplo muy claro de las capacidades militares de Arredondo, el perdón que ofreció a la vida de los prisioneros, entre los cuales se hallaba el padre Mier, muestra su pragmatismo a la hora de la negociación. Al parecer, este 'perdón' otorgado por el comandante fue motivo de un fuerte disgusto de Apodaca, quien deseaba se ejecutara a los prisioneros por traidores, invasores y quebrantadores de la paz. A tal grado llegó el enojo del virrey, acrecentado por la actitud autoelogiosa y victimada del comandante, que consideró remover del cargo a Arredondo, colocando en su lugar al brigadier Gallangos, comandante de Zacatecas. El virrey pronto cambió de opinión, probablemente porque con la derrota de Mina en el rancho de El Venadito, el problema se había solucionado, pero generó una respuesta lastimera y autocompasiva por parte de Arredondo, quien señalaba que su honor se había visto mancillado y que, ante tal situación, ya no tenía interés de vivir.
La invasión de Mina fue una advertencia muy clara para las autoridades virreinales; era necesario detener en el origen a los invasores provenientes del norte; es decir, en la frontera texana. La urgencia se presentó en 1819 cuando Apodaca recibió un informe de Felipe Fatio, cónsul de España en Nueva Orleáns, sobre la organización de una expedición anglomericana hacia Texas al mando de un James Long. Fue así que el virrey ordenó a Arredondo y a Antonio Martínez, gobernador de aquella provincia, iniciaran una investigación sobre la frontera de Nacogdoches. El asunto al parecer era de importancia pues la campaña, realizada por un teniente coronel Ignacio Pérez, fue apoyada financieramente mediante el envío de recursos a la tesorería de Saltillo; igualmente, el comandante general recibió 300 caballos para tal expedición.
El resultado de la campaña del teniente Pérez no fue el esperado, ya que todo había sido vocinglería pues al llegar al lugar, el militar no halló invasor alguno. De hecho, el virrey comunicaba en su informe al Ministerio de Guerra de finales de enero de 1820, que 'no queda ningún enemigo que pueda dar cuidado'. Señalaría que la excepción a esto era el pirata Lafitte en la Bahía de Galveston; para su combate, el virrey daba la misma excusa que en su momento diera Arredondo: se requería de un ataque combinado por tierra y por mar.
Al parecer, los recursos que se habían previsto para la campaña del teniente coronel Ignacio Pérez fueron destinados para otra causa: el combate a los indios bárbaros, que desde años atrás mantenían una guerra abierta con las autoridades virreinales. Y es que, tan buen militar como era Arredondo, nunca se ocupó de este problema. Aun así, las gestiones del gobernador de Texas lograron un acuerdo de paz en abril de 1821.
Como reiteradamente reportó el virrey a las autoridades peninsulares, la provincia estuvo tranquila en 1819 y 1820. Entretanto, Arredondo se ocupaba de los asuntos cotidianos de su encargo: tropas, cuestiones judiciales, aspectos fiscales y la comunicación de diversas noticias en otras posesiones de la monarquía. A mediados de agosto de 1820, el ayuntamiento de Monterrey celebró la jura de la constitución de la monarquía; el general Arredondo presidió el evento y se unió al regocijo general. Pocas semanas después, a instancias de Arredondo, el ayuntamiento convocó a elecciones de miembros de la Diputación de las Provincias Internas de Oriente que quedó instalada en noviembre de ese año.
Todo parecía marchar bien, toda vez que no quedaba vestigio alguno de conflicto en la región, cuando en marzo de 1821 se supo en Monterrey 'que había tomado incremento el partido de Iturbide'. El asunto era grave, señalaba Arredondo al gobernador de Nuevo Santander, porque los caminos estaban interceptados y no llegaba ninguna noticia a la región. Por otro lado, el reavivamiento del movimiento independentista era un asunto que no podía tolerar el general Arredondo que por esos días cumplía diez años de lucha por mantener la fidelidad de aquellas provincias a la monarquía española. Sin dar más detalles, el doctor Gonzalitos relata que la reacción del comandante fue la de aterrorizar a la población. 110 En realidad, Arredondo ordenó que se reforzara la tropa en el 'ingreso' a la región desde San Luis Potosí, que era por la Huasteca, específicamente la villa de Tula. 111 Al mismo tiempo, envió una carta al virrey Apodaca en donde expresaba su consternación por la ausencia de noticias oficiales respecto a la situación e informaba sobre la total falta de recursos de la región, carencia que impactaba directamente en la tropa lo que en resumida cuenta no era sino tentar a su fidelidad.
Y así fue. En el mismo mes de abril de 1821, y en respuesta a la promulgación del Plan de Iguala, comenzaron las deserciones del Batallón Fijo de Veracruz, el más fiel grupo de control del comandante. En la villa de Aguayo se estableció una junta, muy similar a las que habían aparecido en 1811. Es muy probable que gracias a su don de mando y disciplina, Arredondo lograra con muy poco mantener el control hasta junio de ese año. Tomó la decisión de trasladar la tesorería de Saltillo a la capital neoleonesa, un aspecto que al parecer generó descontento entre los saltillenses. 113 Para contener esta protesta, envió al Batallón Fijo que a medio camino desertó a favor de la lucha independentista.
Arredondo era un hombre pragmático. Sabía que los tiempos y las preferencias políticas habían cambiado. Tal y como había respondido frente al cambio político en España; él tenía que adaptarse para seguir manteniendo el mando. Así, a inicios de julio de 1821 juntó a las fuerzas vivas de Monterrey y juró la independencia. De inmediato comunicó este acto a las tropas que habían desertado. El mando de éstas se resistió y, después de 'algunas contestaciones desagradables <…> Arredondo, ya desairado y aburrido <…> entregó el mando de las provincias al primero que halló y lo fue el teniente coronel entonces don Gaspar López, que con una división del ejército trigarante acababa de llegar de tierra afuera'.
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Fuente:
http://www.terra.com.mx/memoria2010/...htm&paginaid=8
La Guerra de Independencia en el noreste de la Nueva España y el comandante Joaquín de Arredondo - IX
Luis Jáuregui
Consideraciones finales
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Arredondo construyó un mandato unificado en la región, con sede en la ciudad de Monterrey.
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Luis Jáuregui
La lucha emprendida por Joaquín de Arredondo para salvaguardar las Provincias Internas de Oriente demuestra que este militar catalán fue uno de los combatientes más exitosos de la Nueva España durante la guerra de Independencia. Gracias a su preparación, auspiciada por una familia con recursos y relaciones poderosas, Arredondo logró contener la rebelión insurgente en aquella región —y aun más, considerando la Huasteca— a pesar de contar únicamente con el Batallón Fijo de Veracruz, fortalecido después con el regimiento de Extremadura. Justo es apuntar que otro de sus 'éxitos' fue informar sobre la realidad de la nueva frontera entre Estados Unidos y la Nueva España, y detener, casi desde sus inicios, posibles focos de insurrección como el de Bernardo Gutiérrez de Lara o Francisco Xavier Mina.
Arredondo fue un hombre muy criticado por los historiadores del siglo XIX; Mora, Bustamante, Alamán y Eleuterio González destacaron su particular crueldad en el trato con los prisioneros enemigos, así como su desobediencia a las órdenes de los virreyes y su trato despótico y autoritario con los mandos de las provincias nororientales. La historiografía del siglo XX, sobre todo la texana, recoge estas apreciaciones sin considerar diversos aspectos que, sin pretender rescatar su figura, generan una visión un tanto distinta.
Por una parte, don Joaquín fue enviado al norte de la Nueva España porque en Veracruz había mostrado las mejores características de un militar: obediencia, disciplina y solución de problemas. Cuando llegó a las provincias internas, emprendió la tarea a la que había sido asignado: el combate a la insurgencia. ¿Que se comportó como un sultán? De igual manera que Calleja cuando era comandante general. ¿Que actuó con crueldad? Lo mismo se puede decir de todos los que lucharon en esa época, realistas e insurgentes. ¿Qué desobedeció las órdenes del virrey? Lo mismo hizo Calleja cuando 'esperó' el ataque a Zitácuaro a inicios de 1813, una espera que, a decir de Lucas Alamán, le trajo a don Félix María muchos disgustos con el virrey Venegas.
Cierto es, por otro lado, que Arredondo fue un personaje muy desconfiado, sobre todo con los militares 'locales', como muestran sus relaciones con Díaz Bustamante y Elizondo, lo que sin duda generó mucha animadversión de parte de las élites nororientales. Es este al parecer el aspecto más destacado del comportamiento de Arredondo; el enfrentamiento con la oligarquía regiomontana. Desde un inicio les tuvo recelo, probablemente por el apoyo que este grupo dio al insurgente Jiménez en los primeros meses de 1811. Luego debió enfrentar el problema de la formación de la compañía de patriotas, grupo que sí pudo conformare en Tula pero que en Monterrey le dio mucho trabajo. Por cierto, aquí se puede agregar que fue muy probablemente esta la razón por la cual, en las primeras décadas del periodo nacional, las milicias del estado de Nuevo León no fueron de origen regiomontano sino de la villa de Pilón (Montemorelos).
La formación de la compañía de patriotas fue un problema que en un inicio se dio entre el comandante y el ayuntamiento de Monterrey; una vez que quedó instalada la diputación provincial, el cabildo civil le endosó el problema a la nueva corporación. Esta tomó decisiones sobre la milicia y otros aspectos sin consultarlas con el comandante, que por ley era jefe político. Arredondo se molestó, no obstante que se hallaba en campaña, y disolvió el cuerpo provincial. De nuevo se debe reconocer que la creación de las diputaciones provinciales tuvo como propósito primordial proporcionar apoyo a los jefes militares para que formaran este tipo de defensas, de manera que la supuesta 'desobediencia' del nuevo cuerpo era asunto bastante grave. En todo caso, por esos mismos días del verano de 1814, en las provincias internas se supo que Fernando VII había regresado al trono de España y había derogado las disposiciones de las cortes. La disolución de la diputación provincial de 1814 no fue sino una anécdota del paso de Arredondo por aquella región.
El asunto de la representación del rey parece haber sido una preocupación considerable en la mente del general catalán. Así lo muestran sus relaciones con la diputación; después con el escándalo del 'besamanos', y luego una vez más en el asunto relacionado con el hospital de pobres. Fue tal su preocupación por el asunto de su representatividad real que llegó a desobedecer al virrey, algo que seguramente sucedió también con José de la Cruz en Nueva Galicia. Aquí es pertinente señalar que Arredondo desobedeció más a Venegas y Apodaca que a Calleja. Según los testimonios con que se cuenta, la desobediencia a Venegas se dio hacia el final de su gestión virreinal, entre finales de 1812 e inicios de 1813, poco antes del brote insurgente de Gutiérrez de Lara en Béjar, incluso es probable que la desobediencia se diera desde que Arredondo se enterara que el insurgente había ingresado a Texas y se había establecido en Bahía del Espíritu Santo. Con Calleja debió enfrentar los escándalos con los dos cabildos regiomontanos, el civil y el eclesiástico. El virrey se asesoró para dar una resolución justa por la vía del fiscal de lo civil, algo que a Arredondo le vino bien pues él no contaba con tal consulta. La resolución no le fue, por cierto, siempre favorable. En este sentido, la postura de Calleja, y no dudo que de Apodaca también (aunque no se cuenta con testimonios al respecto) fue que el virreinato no perdiera autoridad alguna entre tanto militar que se hallaba diseminado en lo que después sería México. El caso de Joaquín de Arredondo era particularmente difícil para los últimos dos virreyes pues no era el tipo de militar que en la época criticara José de la Cruz y que refiere Christon Archer en un trabajo reciente; esto es, no era de los militares más preocupados en cuidar su prestigio que de resolver el problema en turno. En sentido literal, Arredondo era 'de armas tomar'; emprendía batalla en donde la hubiera; obtenía resultados para el monarca y de paso ascendió de coronel a general de brigada a comandante general a jefe político. Este último cargo, si bien duró muy poco, lo colocó prácticamente en el nivel de un virrey, o al menos ese era el espíritu de la jefatura política de las diputaciones.
Igual que su contraparte en el oeste, las Provincias Internas de Oriente vivieron desde sus orígenes en una indefinición respecto a la obediencia que debían a la autoridad virreinal. La situación se acentuó durante la etapa liberal que vivió la monarquía española, toda vez que las cortes no consideraban a la figura del virrey como una que fuera consistente con un gobierno liberal. Es probable que Arredondo se enterara de toda esta última confusión en momentos en que ya no tenía sentido. La desobediencia de Arredondo, y lo que lo hizo merecer el mote de 'virrey' en voz de Calleja, según Lucas Alamán, responde a su convencimiento de que, en lo militar, él era quien mejor conocía la situación del noreste de la Nueva España, conocimiento que compartía con Calleja y que resulta en que no lo desobedeciera tanto como a los otros dos mandatarios del periodo.En muchos sentidos, y siguiendo el argumento de Benson, el comportamiento de Arredondo se asemeja al de los virreyes novohispanos respecto a las autoridades peninsulares en los tres siglos de dominación española. ¿Que se pretendía 'lograr' una zona independiente en el noreste novohispano? De hecho se dio: en algún momento Texas se declaró república y Arredondo actuó con decisión propia, aunque siempre con cautela. El asunto de la relativa o absoluta independencia de aquella región vendría a resolverse en las siguientes dos décadas.
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Fuente:
http://www.terra.com.mx/memoria2010/...htm&paginaid=9
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Re: Mexico no es bicentenario
Un documento que indigestará a muchos y que seguramente hará que los más zoquetes digan que los tlaxcaltecas "nos volvieron a traicionar".
De una vez adelanto que ellos no fueron los únicos nativos que mostraron su adhesión al bando realista, pero todos esos datos los iremos colocando posteriormente. :)
http://i87.photobucket.com/albums/k1...&1456620887915
Documento original (posteado en Hispanismo):
Proclama
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Re: Mexico no es bicentenario
La Batalla del río Medina: una victoria española olvidada
Una Victoria Española olvidada
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La batalla del Río Medina, batalla del Encinal de Medina o simplemente batalla de Medina ha sido el mayor enfrentamiento bélico habido nunca en el territorio del actual Estado norteamericano de Tejas, en el que las tropas españolas derrotaron a un ejército rebelde formado por mejicanos, tejanos y angloamericanos1 y pusieron fin a lo que en la historiografía estadounidense se conoce como la Primera República Independiente de Texas.
El 7 de agosto de 1812, la vanguardia del que iba a ser el ejército de la naciente república cruzaba la frontera norte y entraba en territorio español. Bajo una bandera completamente verde y dirigido por Augustus Magee, el ejército insurrecto no encontró prácticamente oposición en las pequeñas guarniciones españolas que preferían retirarse sin hacerles frente.
Las cifras del número de componentes del ejército son muy dispares: según las diversas fuentes varían entre los 1.200 y los 3.000 rebeldes y mercenarios. Incluso antiguos miembros de la expedición que años después escribieron sobre lo sucedido, discrepan en la cantidad de soldados reclutados. Lo más probable es que tras sumárseles unos 200 indios, el número de los republicanos se acercara a los 2.000.
Magee era un ex teniente de artillería graduado en West Point que, viendo frustradas sus aspiraciones de ascenso a capitán al ser adelantado por otros compañeros de promoción más modernos, abandonó el ejército, abrazó la causa republicana en Texas, y fue nombrado coronel por la Junta Revolucionaria. Al ser Magee de origen irlandés, casi todos los historiadores coinciden en que fue él quien diseñó la bandera verde y el máximo responsable de la buena instrucción militar del incipiente ejército tejano.
Dos días más tarde, el 9 de agosto, se unió a los revolucionarios el principal cabecilla de la rebelión, José Bernardo Gutiérrez de Lara, un terrateniente de Nuevo Santander imbuido de las ideas de la Revolución Francesa. Gutiérrez había sido recibido en Washington por el Gobierno de los Estados Unidos que apoyaba su causa con la pretensión de anexionarse los territorios españoles de Norteamérica.
Solo las ciudades de San Antonio de Béjar y La Bahía no habían sido ocupadas por los republicanos. El gobernador español de Texas, Manuel María Salcedo, decidió abandonar Béjar y agrupar sus escasas tropas para hacer frente a los invasores en mejores condiciones. Salcedo contaba con pocos hombres disponibles, los soldados que tenían que haber llegado de España para ayudarle a proteger la frontera se habían quedado en la Península para luchar contra la invasión napoleónica.
Sin embargo, Gutiérrez y Magee decidieron dirigirse a La Bahía. La fortaleza existente en la ciudad era defendida por una guarnición de 200 hombres que pertenecían a la milicia. Ante la abrumadora mayoría republicana prefirieron rendirse y muchos se pasaron a los insurrectos.
Salcedo junto al gobernador de Nuevo León, Simón Herrera, y las tropas españolas que habían logrado reunir, pusieron posteriormente sitio a la fortaleza. Al principio parecía que el final de los republicanos estaba cerca, incluso Magee se planteó negociar la rendición con los españoles, pero sus oficiales se opusieron. El sitio se fue alargando y la llegada del duro invierno tejano hizo mella entre los sitiadores. Escasos de suministros y no vestidos apropiadamente para los rigores del frío, tuvieron que abandonar la plaza a principios de febrero de 1813.
Hostigados por la caballería tejana mandada por Menchaca, los realistas consiguieron llegar a Béjar que había sido saqueada por los indios. «El 8 de febrero Magee murió aparentemente de tisis. Gutiérrez iba a decir en 1815, que tomó veneno para evitar ser fusilado por intentar venderle a los realistas»2.También corrió el rumor de que había sido asesinado. La verdadera causa de la muerte nunca ha podido ser demostrada. A Magee le sustituyó Samuel Kemper como jefe de los angloamericanos. El 29 de marzo, Salcedo y Herrera se enfrentaron nuevamente a los rebeldes en Rosillo, cerca del Arroyo Salado, a unos 25 kilómetros de Béjar. Los reclutas realistas no pudieron resistir el empuje de los republicanos y fueron derrotados. Cerca de 300 bajas entre muertos y heridos sufrieron los españoles. Salcedo negoció la rendición con los tejanos quienes le prometieron que ni él, ni sus oficiales, ni ninguno de sus hombres, serían maltratados. El gobernador español entregó su espada a Kemper, quien le dijo que se la diera a Gutiérrez. Salcedo no podía aceptar aquella humillación ante quien consideraba un traidor y tiró su espada al suelo a los pies de Gutiérrez. Los independentistas entraron en Béjar sin oposición e izaron la bandera verde por la que habían luchado.Días más tarde, Salcedo, Herrera y doce oficiales españoles fueron sacados de la ciudad con la excusa de que iban a ser llevados a Estados Unidos para regresar a España. Escoltados por sesenta jinetes a las órdenes de un tal capitán Antonio Delgado, abandonaron confiados la ciudad, pero a unos 10 kilómetros de Béjar el grupo se detuvo, desnudaron a los oficiales españoles, les robaron sus pertenencias y los mataron a sablazos. A continuación decapitaron los cadáveres y sus cabezas fueron llevadas de regreso a Béjar como un trofeo de guerra cualquiera. Ni siquiera se les permitió recibir los últimos sacramentos.
Aquella atrocidad enfadó a algunos oficiales norteamericanos, entre ellos al propio Kemper, quienes se habían unido a la empresa de la independencia de Texas movidos por «nobles ideales». Kemper y esos oficiales molestos por la masacre abandonaron la expedición y regresaron a los Estados Unidos a pesar de que Gutiérrez empeñó su palabra de que no tenía nada que ver con los asesinatos. Muchos años más tarde, algunos testigos declararon que el mismo Gutiérrez había dado la orden. La marcha de Kemper hizo recaer el mando de los norteamericanos en Henry Perry.
«El 6 de abril de 1813, en una breve ceremonia celebrada en San Antonio de Béjar, un líder visionario que se autodenominaba el Ilustre Libertador, llamado Bernardo Antonio Gutiérrez de Lara, se nombró a sí mismo “Presidente Protector del Gobierno Provisional del Estado de Texas”, al que declaró territorio independiente de la Corona española»3. La nueva Constitución en su artículo primero proclamaba que el nuevo Estado era «una parte de la República Mejicana a la cual está inviolablemente unida»4. Aquello no gustó al gobierno estadounidense cuya pretensión era unir Texas al territorio de Luisiana. Retiraron su respaldo a Gutiérrez y apoyaron como líder de la revolución al aventurero cubano José Álvarez de Toledo que había sido oficial de la Armada española y que había representado en las Cortes de Cádiz a Puerto Rico y Santo Domingo. Las presiones sobre la Junta Revolucionaria, una campaña de desprestigio en la prensa contra Gutiérrez, al que se acusó de apropiación de fondos enviados para la causa, junto al rumor que corrió entre los soldados mejicanos y tejanos de que Toledo llegaría con dinero para pagar los atrasos dinerarios que se les adeudaban, llevó a la Junta a destituir a Gutiérrez y nombrar como jefe supremo del Ejército a Álvarez de Toledo, decisión que no gustó a Menchaca y a otros oficiales amigos de Gutiérrez.
El virrey de Nueva España, Félix María Calleja, preocupado por el cariz que estaban tomando los acontecimientos en Texas, ordenó al recientemente nombrado comandante general de las Provincias Internas de Oriente, don Joaquín Arredondo, terminar con la revolución. Arredondo era un militar de carrera, un catalán de Barcelona que había llegado a América a servir a su patria y al rey.
Arredondo se puso en marcha con algo menos de 2.000 soldados entre caballería e infantería y once cañones para terminar con todo atisbo de rebelión. Ordenó al teniente coronel Elizondo (comandante del presidio de Río Grande) que se reuniera con él en Río Frío pero este desobedeció a orden y el 29 de junio se enfrentó con sus escasas fuerzas a los republicanos en Alazán donde dejó en el campo de batalla cerca de 400 muertos y decenas de prisioneros. Parecía que la República de Texas había alcanzado su plena independencia.
Elizondo y los que habían sobrevivido a la derrota en Alazán, consiguieron reunirse con Arredondo quien reprendió severamente al díscolo teniente coronel y se encaminaron hacia Béjar al encuentro de los republicanos. Les acompañaba también el teniente coronel Zambrano como oficial a cargo de la caballería realista. Las tropas españolas llegaron a las proximidades del arroyo Galván el 17 de agosto. Los republicanos pasaron la noche de ese mismo día en las cercanías del arroyo Gallinas. Habían salido de Béjar dos días antes despedidos con música y los vítores de sus partidarios. Aún se discute por qué los tejanos abandonaron la ciudad y salieron al encuentro de los españoles.
Toledo y los angloamericanos preferían defender Béjar, la opción más acertada, que enfrentarse en campo abierto a los realistas. Además, los españoles, tras varios días de marcha estarían agotados mientras que los insurrectos descansados tendrían agua y comida para resistir. Lo más seguro es que se dejaran convencer por mejicanos y tejanos que temían por sus hogares y familias que vivían en la ciudad. Toledo cometió el error de formar sus compañías y escuadrones por nacionalidades sin tener en cuenta las rivalidades y diferente formación militar que había entre ellas. Su plan consistía en esperar a los españoles en el Arroyo Gallinas para tenderles una emboscada y aniquilar el ejército de Arredondo. Situó una avanzadilla delante del grueso de su despliegue para dar la voz de alarma cuando aparecieran los realistas, pero sin delatar la emboscada que tenía preparada.
La mañana del 18 de agosto de 1813, Arredondo levantó su campamento y con toda la columna se dirigió hacia el arroyo Galván para cruzarlo. A la cinco de la madrugada partió por delante en misión de exploración el teniente coronel Elizondo con 180 jinetes, pues el general desconocía la posición exacta del enemigo al que sus informes situaban en Béjar. Elizondo se movió posiblemente entre el arroyo Galván y el arroyo Gallinas. Destacó delante de su fuerza en solitario al alférez Francisco López que, confiado, cabalgaba por el terreno arenoso que había entre los dos arroyos. Cuando la avanzadilla de los republicanos vio al alférez, abrió fuego sobre él que, de milagro pudo escapar ileso. Los disparos alertaron a Toledo cuya caballería, creyendo que se aproximaban los españoles, cargó sin esperar la orden de su jefe. Toledo, sin saber lo que ocurría, tuvo que ordenar avanzar a su infantería topándose todos con los 180 hombres de Elizondo (Imagen 1). Este envió un mensajero a Arredondo para prevenirle. El teniente coronel realista estuvo a punto de ser cercado. Tras intercambiar disparos con la caballería tejana de Menchaca que hirieron a dos soldados españoles, uno de ellos gravemente, Elizondo consiguió escapar de la difícil situación en la que se había visto envuelto.
Toledo, cuyo plan había sido descubierto, mandó regresar a sus hombres a la posición inicial, pero Menchaca y Perry, cuya relación con Toledo nunca había sido buena sobre todo la del primero, se negaron a obedecer alegando que habían venido para combatir y que no estaban dispuestos a dejar escapar a nuestras tropas. El cabecilla rebelde tuvo que ceder y todo el ejército republicano salió en persecución de Elizondo y sus hombres a través del bancal de arena que hacía muy difícil la marcha, especialmente para la infantería y los artilleros cuyos cañones quedaban hundidos en el terreno. Mientras tanto, el mensajero enviado por el teniente coronel español para alertar a Arredondo comunicó al general lo ocurrido y el jefe español despachó al teniente coronel Zambrano con 150 jinetes y dos cañones de pequeño calibre para ayudar a Elizondo con la orden de evitar un enfrentamiento a gran escala y atraer a los rebeldes a la trampa que les iba a preparar tras cruzar el arroyo Galván.
Zambrano en su camino contactó con Elizondo quien escapaba del acoso de los republicanos (Imagen 2).
Estos, al reconocer nuevas tropas, creyeron que era el grueso del Ejército español el que tenían delante y continuaron su acometida. Siguiendo el plan de Arredondo, los jefes españoles escaparon aun teniendo que abandonar los dos pequeños cañones que fueron tomados por el enemigo. La marcha por el terreno arenoso se hizo demoledora para la infantería tejana y para los artilleros que tuvieron que desechar los cañones más pesados atascados en la arena. La sed y el cansancio hacían mella en las fuerzas rebeldes. De pronto, en medio del encinal cercano al arroyo Galván, se toparon con la infantería española formada en línea y presta para disparar (Imagen 3).
Arredondo había colocado la infantería en el centro, la mayoría del Regimiento de Infantería de Vera Cruz, los cañones en los flancos (siete en total, ya que de los once con que contaba inicialmente, dos estaban desmontados y otros dos, los de pequeño calibre, los había perdido Zambrano) y la caballería cerrando los extremos cuando arribaron perseguidos por el enemigo. Antes de que Toledo pudiera reorganizar sus fatigadas tropas los cañones españoles comenzaron a disparar. Cerca de 950 proyectiles según el informe de Arredondo. Toledo situó sus tropas en línea, alternando una compañía de tejanos o mejicanos con una compañía de angloamericanos. Esta decisión sería fatal para sus propósitos ya que los mejicanos serían los primeros en retroceder. Si hubiera mezclado en sus compañías todas las nacionalidades, la enconada resistencia de los angloamericanos habría animado a los mejicanos a resistir. Aun así, como señala Arredondo en su informe sobre la batalla dirigido al virrey: «Ellos avanzaron sobre mi ejército con gran valor hasta que estuvieron al alcance del tiro de pistola». Durante más de dos horas el intercambio de disparos fue continuo. Toledo intentó con su caballería desbordar a los españoles pero los jinetes realistas les hicieron desistir (Imagen 4).
La caballería tejana de Menchaca combatió con gran bizarría hasta que un trozo de metralla alcanzó mortalmente el cuello del jefe rebelde y lo derribó del caballo. Su muerte desconcertó a sus hombres que comenzaron a retroceder; al mismo tiempo lo hicieron las compañías mejicanas, y a continuación toda la línea enemiga se deshizo. Arredondo mandó a la caballería en persecución de los que escapaban (Imagen 5). Los sables españoles causaron estragos entre los que huían. La huida se convirtió en desbandada.
En ese momento Arredondo ordenó a la banda de música que empezara a tocar y al redoble de los tambores la infantería española avanzó con las bayonetas caladas. Los pocos que aún resistieron fueron atravesados por el frío acero español.
Después de más de cuatro horas de duros combates, la derrota enemiga era total. La Primera República Independiente de Texas había dejado de existir. El comportamiento de las tropas españolas lo define el propio Arredondo: «No encuentro palabras para explicar a su excelencia el valor, la intrepidez, determinación, entusiasmo, patriotismo, y buen orden de los oficiales y soldados que he tenido el gran honor de mandar […] Algunos de ellos, incluso aun estando heridos, no quisieron abandonar la formación; y, de hecho, no lo hicieron, hasta que desfallecieron débiles por la sangre que habían perdido». Cerca de 1.000 muertos dejaron los republicanos en el campo de batalla. Los 100 enemigos apresados fueron fusilados inmediatamente. El recuerdo de Salcedo, Herrera y el resto de sus oficiales pesaba demasiado en el ánimo de los españoles.
Los rebeldes que consiguieron llegar a Béjar recogieron a sus familias y unas pocas pertenencias y huyeron a Estados Unidos. Los que se escondieron en casa de sus familiares, cuando llegaron los realistas, fueron detenidos y también fusilados. A algunos se les perdonó la vida. En su mayoría angloamericanos. Tejanos y mejicanos eran considerados traidores y no recibieron el perdón. Los que les habían ayudado a esconderse fueron llevados a prisión.
Toledo y Perry lograron alcanzar la frontera con Estados Unidos y ponerse a salvo. Quizás al observador actual el fusilamiento de prisioneros le parezca una crueldad desmedida pero a principios del siglo XIX, en cualquier país del mundo, si alguien se levantaba en armas contra su gobierno sabía que si fracasaba solo le cabía esperar el pelotón de ejecución.Durante muchos años se había creído que la batalla tuvo lugar en los alrededores del río Medina donde abundaban las encinas. De ahí los diferentes nombres de la batalla.
Estudios recientes, tras analizar en profundidad los diferentes informes, documentos y memorias escritos por antiguos combatientes muchos años después de la batalla, muestran contradicciones en cuanto a vados de ríos y arroyos cruzados, distancias entre lugares, etc. que permiten concluir que la batalla aconteció en las inmediaciones del arroyo Galván como aquí se ha expuesto. No obstante, todavía no se han encontrado evidencias arqueológicas que lo corroboren. Las bajas españolas fueron 55 muertos, 178 heridos y dos desparecidos. Se les enterró con honores en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen en cuya cripta en la actualidad existen huesos que pudieran pertenecer a nuestros soldados. Los cuerpos de los republicanos fueron dejados al sol sin sepultura.
Tras la independencia de Méjico en 1821, Texas formó parte del nuevo estado mejicano. En 1822, Trespalacios el gobernador mejicano de la región acompañado por algunos veteranos de la batalla se encaminó al lugar del enfrentamiento para recoger los huesos blanquecinos por el sol de los combatientes tejanos y enterrarlos con honores militares en una fosa preparada junto a una gruesa encina. El lugar nunca ha sido encontrado.
Entre los españoles figuraba un joven teniente realista de nombre Antonio López de Santa Ana que abrazó años más tarde la causa independentista y llegó a convertirse en 1833 en presidente-dictador de la República de Méjico. Su derrota ante los tejanos en la batalla de San Jacinto en 1836 supuso el nacimiento de la República de Texas que en 1845 se incorporó a los Estados Unidos de América. El 18 de agosto de 2013 se cumple el bicentenario de la batalla. En Béjar se preparan diversos seminarios, conferencias, exposiciones, en recuerdo de lo sucedido y para homenajear a los soldados de ambos bandos caídos en los combates.
Lamentablemente en España casi nadie recuerda a los que dieron su vida defendiendo lo que un día fue el gran imperio español. A ellos y a su memoria va dedicado este artículo.
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES
− Arredondo, Joaquín. Report of the Battle of Medina, August 18, 1813. The Quarterly of the Texas State Historical Association. EEUU, 1908. Vol 11, Nº 3. Para la redacción del presente artículo se ha trabajo con la traducción inglesa del informe de Arredondo. No se ha encontrado el original en español.
− Martínez Láinez, Fernando y Canales Torres. Carlos. Banderas Lejanas. Editorial EDAF. 2009.
− Schwarz, Ted. Forgotten Battlefield of the First Texas Revolution. Published by Eakin Press. EEUU, 1985.
− Weber, David J. La Frontera Española en América del Norte. Editorial Fondo de Cultura Económica. México, 1992.
NOTAS
1 Tejanos y mejicanos eran españoles que habían abrazado la causa independentista. No obstante, mantendremos esta denominación para distinguirlos de los españoles leales a la corona. Angloamericanos eran ciudadanos procedentes de los Estados Unidos que luchaban por la República Independiente de Texas. En su mayoría mercenarios, aventureros y unos pocos románticos idealistas.
2 Schwarz, Ted. Op. Cit. Pág 28.3 Martínez Láinez, Fernando y Canales Torres, Carlos. Op. Cit. Pág. 390.
4 Schwarz, Ted. Op. Cit. Pág. 41.
Fuente: Revista Ejercito nº 868
julio/agosto 2013
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Fuente:
La Batalla del río Medina: una victoria española olvidada
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Re: Mexico no es bicentenario
LOS MITOS DEL BICENTENARIO
Cuando Baja California se enteró de la Independencia
Por Daniel Salinas Basave
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Nadie pone en duda que Miguel Hidalgo gritó muy fuerte la mañana del 16 de septiembre de 1810. Tan contundente fue su mítico y tergiversado grito, que 199 años después sigue haciendo eco en todas las plazas públicas de México en medio de un ambiente de fiesta y jolgorio popular. Sin embargo, las cuerdas vocales del cura Hidalgo no resultaron ser tan potentes como para hacerse escuchar en los confines del Virreinato de la Nueva España, acá en las lejanísimas Californias, donde al menos durante 1810, ni siquiera se enteraron de la existencia de un movimiento libertador. Mientras los “joséalfredianos” caminos de Guanajuato se teñían de sangre y “el Pípila” prendía fuego a la puerta de la Alhóndiga de Granaditas , en este lejanísimo y despoblado rincón del reino vivíamos en calma chicha, ajenos al fervor libertario y al terror realista que infestaba los pueblos del Bajío. Aunque jurisdiccionalmente esta región también formaba parte de la Nueva España, el movimiento de Hidalgo y Allende fue tan lejano y ajeno como hoy podría ser la guerra civil en República Democrática del Congo. Cuestión de imaginar las telecomunicaciones de la época y lo abismales e infranqueables que resultaban esos 3 mil kilómetros que nos separan de la capital. Si por una suerte de jugarreta humorística del eterno retorno a un cura visionario se le ocurre sublevarse contra el gobierno en 2010, sin duda tendremos cobertura en vivo y enlaces permanentes por internet. Vaya, en 2010 la Alhóndiga de Granaditas se hubiera convertido en un “reallity show”, un circo mediático interactivo como fue la Guerra de Irak. Pero hace dos siglos, los habitantes de las Californias aún gozaban de la calma para sentarse a contemplar bellos atardeceres en el Pacífico sin enterarse si a alguien se le había ocurrido proclamar la independencia de este virreinato. La historia oficial de libro de texto ignora olímpicamente las repercusiones de la Independencia en los confines del virreinato. Sin novedad en el frente, diría el parte de guerra, simplemente un aburrido “nada”, como anotó Luis XVI en su diario íntimo el 14 de julio de 1789. Cierto, los insurgentes tuvieron plena conciencia de la importancia de la difusión mediática de su movimiento y por ello fundaron el primer periódico libertario, “El Despertador Americano”, nacido en Guadalajara en 1810. El problema es que al parecer su departamento de circulación tuvo algunos problemas para poder colocar ejemplares en la Baja California. Por fortuna, hay historiadores que se han dado a la labor de investigar de qué manera repercutió el movimiento en las Californias y agradezco muchísimo que mi buen amigo Patricio Bayardo Gómez me haya hecho llegar dos valiosos textos:” El movimiento de Independencia en la lejana Baja California” de David Piñera Ramírez y “Repercusiones de la Guerra de Independencia en Baja California”, de Jorge Martínez Zepeda, editados ambos por el Instituto de Cultura de Baja California. Obras oportunísimas y esclarecedoras que inscriben a la región dentro de la geopolítica insurgente. Si bien la ruta de la Independencia estuvo lejos de pasar por Baja California, es mentira que no haya habido eco alguno por estos rumbos. Hubo sí, una historia de lo que pudo haber sido. Nos narra Piñera que estando en Guadalajara en diciembre de 1810, Hidalgo otorgó José María González Hermosillo la ardua y nada envidiable encomienda de extender la rebelión en el vasto noroeste del país. Obediente soldado, González Hermosillo fue reclutando gente en Tepic y Magdalena, hasta que en Rosario, Sinaloa le salieron al paso las fuerzas virreinales a quienes presentó batalla y derrotó. La fortuna lo abandonó en Santiago Piaxtla, cerca de Mazatlán, donde fue derrotado por el intendente Alejo García Conde, quien lo obligó a retroceder. ¿Habría cambiado la historia local de haber seguido su ruta González Hermosillo? Lo cierto es que de acuerdo a Piñera, no todo fue calma e indiferencia en Baja California, pues cuando los misioneros de la región por fin se enteraron del movimiento insurgente, no faltó quien ofreciera lanzas a las autoridades “para defensa de la religión y la patria”. Interesantísima me parece la investigación de Piñera en torno a los piratas insurgentes, bergantines de corsarios ingleses y franceses que sembraron el terror en las costas del Pacífico. En el pasado número del Informador, hablábamos en este espacio de la influencia de escoceses y yorkinos en el recién nacido México, pero omitimos referirnos a las auténticas “logias flotantes”, de las que habla Piñera, corsarios masones encabezados por el inglés Peter Corney y el francés Hipólito Bouchard, que en nombre de la independencia llegaron a la Alta California en 1818 donde cometieron saqueos. Vaya, hasta el mítico Lord Cochrane, singular prócer de la independencia chilena, envío hasta costas bajacalifornianas la fragatas Independencia y el bergantín Araucano, tripulados por chilenos y británicos que sembraron el terror en San José del Cabo y Todos los Santos en 1822, todo porque supuestamente, Baja California se negaba a jurar la Independencia, lo que finalmente ocurrió, por cierto bajo presión. Jorge Martínez Zepeda se da a la tarea de bucear en archivos documentales para reflejar la forma en que las noticias de la insurgencia repercutieron en la vida californiana. Entre otros interesantes hallazgos, Martínez Zepeda da con un parte de Francisco María de Ruiz, comandante del presidio de San Diego, quien daba noticia sobre la presencia de un extraño buque detrás de las Islas Coronado. Martínez Zepeda contradice las versiones en torno al retraso con que las noticias del centro llegaban a Baja California, pues descubrió en la correspondencia del gobernador de la Baja California José Argüello, que el 20 de noviembre de 1821 ya tenía noticia de las juras de Independencia y habla de la inicial oposición de los misioneros a jurar la separación de España. La comandancia de la Frontera de Baja California, ubicada en la misión de San Vicente del Ferrer, fue el escenario en el que el jefe militar José Manuel Ruíz encabezó el acto oficial de jura de Independencia el 16 de mayo de 1822, un día para la historia en la región. El espacio se acaba y hay tanto por narrar, que lo único que esta columna puede hacer es recomendar la lectura de las investigaciones de David Piñera Ramírez y Jorge Martínez Zepeda, pues al leerlos queda claro que en cuestión de insurgencia, hubo mucho más que un “sin novedad en el frente” en Baja California.
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Fuente:
Eterno Retorno
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Re: Mexico no es bicentenario
Apodaca o las ventajas del indulto
Bertha Hernández | Nacional | Fecha: 2010-08-29 | Hora de creación: 09:32:48 | Ultima modificación: 12:38:12
Juan Ruiz de Apodaca gobernó a la Nueva España entre septiembre de 1816 y julio de 1821, y significó un gran contraste con la política dura que habían ejercido Venegas y Calleja. Apodaca era marino, y había prestado importantes servicios a la corona española como diplomático.
Cuando llegó a la Nueva España, venía de ser gobernador de La Habana y capitán general de la isla de Cuba. Decidió enfrentar a la insurgencia con el indulto como estrategia principal. Muchos rebeldes, tras la muerte de Morelos, siguieron el camino de ese perdón forzado, que podría significar el exilio, pero que al menos garantizaba seguir con vida.
De esa manera, Apodaca comenzó a pacificar el país, mientras la rebelión se dispersaba. La campaña de Xavier Mina, que duró apenas seis meses de 1817, fue desbaratada por el enviado de Apodaca, Pascual Liñán. El triunfo le valió al virrey un título nobiliario: Conde del Venadito, porque la derrota de Mina y Pedro Moreno ocurrió en el Rancho del Venadito. La distinción le acarreó abundantes burlas a Apodaca, e incluso su mujer hubo de resignarse a un apodo: La Venadita.
Aparentemente, Apodaca estuvo al tanto de la conspiración de la Profesa y la participación de Agustín de Iturbide en ella. No obstante, nombró al militar comandante de las tropas que deberían combatir a Vicente Guerrero. Iturbide se apartó de sus instrucciones y promovió el Plan de Iguala y las Tres Garantías. Apodaca reaccionó con debilidad, pues solamente declaró a Iturbide fuera de la ley y no combatió a los trigarantes. Así, desató la ira de las tropas españolas, que aún guarnecían la capital y por ello fue derrocado.
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Fuente:
La Cronica de Hoy | Apodaca o las ventajas del indulto
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Re: Mexico no es bicentenario
Eludiendo la ley: la expulsión de los españoles en 1829
María Graciela León Matamoros
La expulsión de los españoles en 1829
Una fuente de preocupaciones para quienes pugnaban por la construcción del México independiente fue la permanencia de los españoles en el país
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Solicitud de exclusión por impedimentos físicos de la aplicación de la Ley de Expulsión de Españoles de 1829
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Una fuente de preocupaciones para quienes pugnaban por la construcción del México independiente fue la permanencia de los españoles en el país, pues ésta solía ligarse a los temores que derivaban de la amenaza latente de una reconquista por parte de España. La intención de minar la influencia de la poderosa comunidad española condujo a promulgar leyes radicales tendientes a expulsar a los peninsulares que habían permanecido en México después de la emancipación.
Se trataba de un periodo álgido y controvertido en que la independencia de México aún no había sido reconocida por España, factor no poco importante que en cierta forma contribuyó a promulgar algunas leyes en contra de los ciudadanos españoles. Fueron tres los decretos en perjuicio de los peninsulares avecindados en el país: una ley de empleos (1827) cuyo propósito era separarlos de los puestos burocráticos que desempeñaran, y dos leyes de expulsión (1827 y 1829), la primera de las cuales pretendía echarlos a todos de aquí; sin embargo una serie de excepciones evitaba la salida inminente de muchos de ellos, pues la reglamentación establecía que podían permanecer en el país si estaban casados con una mujer mexicana, si tenían hijos, si demostraban por medio de testigos que gozaban de buena conducta, y finalmente, si juraban la independencia. Este último proceso se llevaba a cabo en las Casas Constitucionales, donde debían firmar un documento que confirmaba su adhesión al sistema y a la soberanía del pueblo mexicano, y donde, después de jurar ante un juez y un sacerdote, en algunos casos el español salía a dar un paseo público por varias calles para hacer también su juramento delante del pueblo. De tal forma que era relativamente sencillo quedar exento de la diáspora, y muchos de los peninsulares aprovecharon tal situación.
El hecho de que la cantidad de expulsados por la ley de 1827 resultara tan exigua y de que la amenaza de un ataque de reconquista por España procedente de La Habana en 1828 provocara la protesta de varios sectores de la sociedad en contra del moderado decreto, dio lugar a que se exigiera una legislación mucho rigurosa y efectiva; ésta vio la luz en 1829. Eliminó la mayoría de las causas de excepción de su predecesora y redujo las concesiones a una causa principal: “impedimento físico perpetuo”. Para determinar qué españoles formaban parte del grupo que estaba incapacitado para salir del país, los gobiernos de los estados establecieron una Junta de Médicos Facultativos encargada de reconocer a los peninsulares y determinar si su estado de salud permitía o no expulsarlos.
En apariencia este decreto echaría por tierra los salvoconductos que habían utilizado los peninsulares para evadir su éxodo conforme a la ley de 1827, pero el resultado distó mucho de lograrlo. De los datos consignados en los documentos de la época se puede inferir que los españoles que contaban con recursos económicos suficientes aprovecharon esta circunstancia para que los médicos les extendieran un certificado que los avalara como impedidos físicamente. Esto se hace patente al observar cuáles eran las enfermedades que refería la Junta para considerarlos incapacitados a perpetuidad. Así, son motivo de incapacidad permanente ciertos padecimientos como un brazo fracturado, dolores intensos de espalda, diarrea (infecciones estomacales) e incluso hipocondría, pese a que dichos males no debieron haber sido causa de excepción en la ley de expulsión de 1829.
Sin embargo, el papel de la Junta de Médicos Facultativos cobró tal relevancia que los certificados que expedía eran el principal argumento para eludir las disposiciones gubernamentales en torno a los hispanos. En ese sentido los médicos vinieron a ocupar el lugar que dos años antes había correspondido a los legisladores y políticos, de manera que bastaba la firma de la Junta para que contra toda lógica se declararan perpetuos ciertos impedimentos que en cualquier otra circunstancia habrían distado mucho de serlo. Si bien es cierto que la última palabra al respecto la decían los gobernantes, el aval de los facultativos resultaba determinante. No se conoce ningún caso en que se contraviniera el dictamen emitido por alguna Junta. Si una solicitud despertaba suspicacia entre las autoridades, éstas recomendaban un reconocimiento exhaustivo, y así se reunía un número mayor de médicos que solía avalar la opinión original.
Generalmente el procedimiento que seguían los afectados por la ley consistía en enviar una solicitud secretario del Despacho de Relaciones, donde explicaban en forma extensa –y la mayoría de las veces lisonjera– los males que los aquejaban, lo cual por consiguiente los volvía candidatos a ser exceptuados de la disposición. Para demostrarlo adjuntaban tres certificados concedidos por la junta médica donde ésta especificaba en qué consistían tales padecimientos y avalaba con las firmas respectivas que dicho mal los imposibilitaba para abandonar el país. De esa manera los facultativos médicos decidían quiénes quedaban eximidos, lo que daba al traste con la intención de hacer más rigurosas las medidas adoptadas en la ley del 27 y reducir el número de exceptuados.
Así, además de las dificultades inherentes al proceso mismo de expulsión, la aplicación de la ley estuvo plagada de irregularidades. Gran parte de los candidatos a salir del país estaban bien relacionados, y los que no lo estaban solían recurrir a la presión social con el argumento de que sus esposas e hijos quedarían en la orfandad. En esta empresa contaron con el apoyo de muchos legisladores y de una parte del clero, ya que éste no era susceptible de que se le aplicara la ley. No obstante, el fracaso de las leyes no expresa necesariamente una falta de voluntad para aplicarlas con rigor; ésa sería una versión limitada y cómoda que no revelaría la álgida realidad política prevaleciente en los primeros años del México independiente. Las diversas legislaciones que intentaron reducir la influencia española en el país son un termómetro fiel de los temores o afinidades de la sociedad respecto a ese tema. Las medidas restrictivas que caracterizaron a todas esas leyes muestran de alguna manera la incertidumbre en torno al futuro inmediato de una nación en construcción y su relación con España y con la todavía poderosa comunidad española residente en el país, una relación conflictiva que pervivió durante el resto del siglo XIX.
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Fuente:
Terra - Eludiendo la ley: la expulsión de los españoles en 1829 - Volumen 3 - Memoria2010