Revista FUERZA NUEVA, nº 536, 16-Abr-1977
Blas Piñar en Algeciras
LA ÚLTIMA RECONQUISTA
(Discurso pronunciado por Blas Piñar en el Edificio Nuevo de Algeciras (Cádiz), el 20 de marzo de 1977.)
Un acto en Algeciras es, para nosotros, agridulce.
De un lado, bien a la vista está esa vergüenza de que hablaba José Antonio, en el límite meridional de España: la vergüenza de Gibraltar.
De otro, en estas tierras del Sur comenzó la última reconquista, cabeza de puente para el Ejército de África, cuya presencia en la Península levanto tempestades de heroísmo en nuestra juventud.
¿Acaso no convendrá que repasemos en voz alta estas dos grandes lecciones?
I
España unida y en orden progresa, merece la admiración y el respeto de los extraños. Tal fue la España de los Reyes Católicos. Tal ha sido la España de Francisco Franco.
Pero España desunida y en desorden, perece, se destruye a sí misma y es campo propicio para la injerencia extraña y para la dominación extranjera. Durante la lucha civil que sucedió a la muerte del último de los Austrias, unos españoles peleamos contra otros al servicio de intereses ajenos. El encono llegó a enfrentar no sólo a los hombres de España, sino también a las tierras, hasta entonces vinculadas por un claro sentido de variedad en la unidad, distintas, gracias a Dios, para romper toda monotonía uniforme hacia dentro, pero agavilladas sobre la unidad del yugo, y en abrazo irrompible las cinco flechas de los cinco reinos.
¿Cuáles fueron las consecuencias de la España desunida o de la desunión de los españoles en aquella lucha por la sucesión del trono?
A) Dejó tal recuerdo en el alma, que, si os fijáis bien, cuando siglos más tarde estallaron las guerras carlistas, fueron en parte las regiones que lucharon por la dinastía austriaca las que se levantaron contra Isabel II y los liberales; y no tanto por razones dinásticas, pues en tales contiendas unos y otros eran Borbones, sino por la sencilla razón de que los carlistas, con su lema de Dios-Patria-Fueros-Rey, estaban en línea con el pensamiento tradicional de los Austrias, y no con el pensamiento centralista y afrancesado de los isabelinos.
B) La estructura política del país fue suprimida con los Decretos de Nueva Planta. El afrancesamiento -lo que hoy llamaríamos europeización- de la clase culta quiso desarraigar lo autóctono para implantar lo foráneo No es cierto que se pretendió castellanizar al resto de España, sino afrancesar a Castilla, y con Castilla al resto de las comarcas españolas.
Luego, la historia, como tantas veces, ha sido falsificada. El gesto del “conseller” Casanova, en la Ciudad Condal, o el levantamiento de “Els segadors”, con su himno, según el texto originario, no fueron contra España sino contra el afrancesamiento y el centralismo, absolutamente extraño a la nación e impuesto por la nueva dinastía.
C) Nuestra dependencia de París nos llevó incluso a utilizar como bandera de España la bandera de los Borbones. Si los requetés han reivindicado para España y han nacionalizado esa bandera -la bandera blanca con la cruz de San Andrés-, la verdad, que no precisa de vestiduras, es que sólo al confundirse, por el uso de una bandera común, los barcos de guerra de España de Francia, se restauraron los colores nacionales: el carmesí y el oro, del pendón de Castilla, y las barras amarillas y rojas de Aragón, creando, esperemos que para siempre, la bandera nacional de España; la que los soldados besan cuando la juran y la que cubre a los que mueren por la Patria cuando los entierran.
D) La pérdida de Gibraltar. Porque ése es el precio que se pagó por ciertas ayudas del exterior con propósito bastardo e innoble.
Los ingleses no vinieron entonces aquí a respaldar una pretensión justa, sino a aprovecharse de la desunión de los españoles para hacer su granjería, porque no en balde dice el refrán que “a río revuelto ganancia de pescadores”.
Los ingleses, al servicio del archiduque Carlos, no ocuparon el Peñón para Inglaterra, sino para un pretendiente a la corona española. Por eso mismo, al terminar la contienda, su obligación era devolverlo; y si lo mantenían, con el pretexto de reintegrarlo a la Patria cuando desaparecieran los borbones, debieron hacerlo: 1) en 1931, cuando se proclamó la República; 2) luego, para cumplir las promesas de Churchill, a cambio de la neutralidad española; 3) después, cuando Franco ganó la batalla jurídica en la ONU; 4) o ahora, cuando Franco ha muerto y no cabe retener la colonia so pretexto de que no puede entregarse a un “dictador”.
Pero tened por seguro que no lo harán; y menos cuando se inicia otra etapa de desunión en la que aparecen los Gibraltares económicos que nos ahogan y esclavizan; y se echa carnaza de libertades que nos enfrentan, a la vez que, agazapados en la sombra, nos arrancan la auténtica libertad: la de ser españoles dignos y la de tener una Patria grande y con honor.
***
¡Y Dios quiera que las medidas de aislamiento tomadas en torno al Peñón no se ablanden y aminoren (*)! Con nosotros está la letra y el espíritu del Tratado de Utrecht, en el que no hubo abandono de soberanía, y la famosa resolución del Comité de los 24 de la ONU, exigiendo la descolonización de Gibraltar.
Lo que ocurre es que todo eso de la democracia y del respeto a los intereses nacionales es un mito para engañar a incautos, y del que sólo son víctimas los incautos. Por eso, mientras España sumisa y obediente, ha perdido Ifni, Guinea y el Sahara con los bancos pesqueros, los superfosfatos y la plataforma continental que defiende Canarias, los ingleses -a pesar de todo- continúan en Gibraltar.
¿Cuándo aprenderemos la lección?
II
Porque la segunda lección que nos ofrece Algeciras, y con Algeciras, las tierras del Sur, es la que podría llamarse Nueva Reconquista.
Una vez, hace muchos, muchos años, cuando la invasión sarracena, los cristianos que no perecieron bajo el cuchillo musulmán, se dividieron en dos grupos, como suele ocurrir casi siempre en estos casos (y que conste que no trato de criticar a nadie, porque encuentro razones justificativas para las dos conductas):
• los colaboracionistas a desgana, es decir, los mozárabes; y
• los ultras, que se marcharon al Norte y llegaron no sólo a Covadonga, sino a los grandes refugios cristianos del Pirineo, que constituirían más tarde en Cataluña la famosa Marca Hispánica.
Lo cierto es que, si no hubiera sido por los ultras del Norte, España habría sido un país cristiano en parte, y en parte mahometano, como lo son hoy Turquía, Albania y Croacia. La Reconquista comenzó allá y terminó aquí. Cuando los Reyes Católicos ganaron Granada y cuando se produjo la expulsión de los moriscos, la antigua unidad española lograda por Recaredo se rehízo.
***
Muchos, muchos años después, la unidad española se había roto, la de los hombres, las tierras y las clases, como fruto de una crisis de identidad, de un despegue y alejamiento de España de sus fuentes vitales.
Fue el resultado del proceso total de la europeización: del absolutismo a ultranza, que iniciaron los borbones con Felipe V, y del liberalismo a ultranza que, con toda su buena voluntad, consumó Alfonso XII al decir que era católico como sus padres y liberal como su tiempo.
Monarquía absoluta y Monarquía liberal, que son las dos grandes desviaciones abusivas del principio monárquico y que, lógicamente, acaban con la Monarquía.
• En 1936, para la aventura épica –y parece que olvidada y vilipendiada ahora- el Sur quiso pagar su deuda con el Norte. Los ultras de 1936, los que se negaron a colaborar con la República sectaria y disolvente, arrancaron del Sur: de Ceuta y Melilla. A su cabeza, un general joven y africano, que venía de Canarias.
Y desde aquí, desde las tierras del Sur, bandera de reclutamiento y de enganche, desde el mismísimo Campo de Gibraltar, la juventud en armas se puso en pie para la Nueva Reconquista.
¿Y no será otra vez Andalucía occidental cuna de la campaña salvadora, llamada a la conciencia de la nación otra vez confundida?
La respuesta no puedo darla yo. Es a vosotros a los que os corresponde formularla, y después, con todos los sacrificios necesarios, cumplirla.
III
¿Y por qué nos vemos precisados a hablar de una campaña de rearme ideológico de los españoles? ¿Qué ha sucedido?
Que se trate de dilapidar en pocos meses la obra de restauración, de la que hemos sido testigos, actores y beneficiarios.
¿Que hubo defectos? Naturalmente. ¿O es que los ejecutores eran ángeles, espíritus puros? ¿Acaso no eran hombres imperfectos, limitados y además, capaces de caer en la tentación?
Pero el calificativo y el dictamen sobre una empresa no se producen en función de las operaciones frustradas, sino del resultado final conseguido; de igual modo que la buena marcha del servicio postal no se ha medido en España por las cartas, muy pocas, que se perdían, sino por la llegada a su destino de la casi totalidad de ellas, aun cuando en el sobre de dirección del destinatario no fuese ni clara ni completa.
Aquí pasa lo mismo que con la belleza femenina. Lo que importa no son los lunares, sino las facciones, la tersura de la piel y el brillo de los ojos, de tal forma que el lunar, que pudiera parecer un defecto, contribuye a animar al rostro y a darle gracia, alegría y salero.
Los fallos, los defectos que sin duda han existido en estos años de paz, os diría que han sido casi inevitables: como es casi inevitable el acné juvenil cuando se atraviesa la pubertad. Pero a nadie se le ocurre cortarse la cabeza porque el espejo acuse la granazón, que pasa, como a nadie se le ocurre tirar el edificio porque unas habitaciones se le quedaron estrechas.
Si un balance es serio, en tanto en cuanto nos ofrece con exactitud la situación de la empresa y hace lucir el saldo real, no hay nadie, por hostil y obcecado que sea, que niegue el éxito de la empresa política iniciada el 18 de Julio y el saldo absolutamente favorable.
Hacer estadísticas, poner ante vosotros cuadros comparativos, es inútil, porque no estudiáis el tema español desde un país lejano. Estáis aquí, en España; y desde la erradicación del analfabetismo hasta el aumento de la renta per cápita hay todo un índice de logros innegables.
En cuarenta años se ha hecho más por España que en ciento cincuenta de liberalismo. Con harta razón se ha dicho que Franco es un hombre irrepetible. Por eso mismo entiendo la razón por la cual se pretende destruir su obra.
Pero no desmayemos. Si Franco es irrepetible, la doctrina sobre la cual Franco construyó es la nuestra, y para continuar y perfeccionar su obra no hace falta más que conocerla a fondo -de dónde trae causa y origen- y seguir manteniéndola operativa y en ejercicio. Este ha sido. el trabajo de FUERZA NUEVA en estos diez años: con Franco y sin Franco.
Lo que ocurre es que muchos, ahora, se escandalizan de las consecuencias de una actitud diferente, y en ocasiones hostil, a la nuestra. Se trata de los colaboracionistas que acaban entregando la verdad y la justicia, y que hicieron suya la letra de aquel tango -no sé si tango o milonga- que se cantaba cuando yo era mozo:
“Al pie de un rosal florido, me hiciste tu juramento;
pero el rosal se secó, y el juramento perdido,
marchitado por el viento, el viento se lo llevó.”
¡Cuántos juramentos se llevaron la brisa y el vendaval de la ambición, del miedo, del engaño, de la ligereza y de la frivolidad!
***
Pero ahora estamos pagando las consecuencias, víctimas de una campaña de manipulación gigantesca, en la que se trata de lavársenos el cerebro, y además, lo que es mucho peor, la conciencia y la memoria.
Un poeta gaditano, Benito Cuesta, ha escrito un poema que él titula “histórico-crítico” y que bautiza con el nombre de “España”. Benito Cuesta, revuelto contra las sombras que nos invaden y que aspiran a confundirnos, grita, apasionado en dos de sus más bellas estrofas:
“Basta ya de mentiras y de hipócritas sombras;
basta ya de traiciones y de tanto engañar:
En el alma de España flotan negros crespones…
No se duerma con drogas a sus bravos leones;
no se cambien sus signos por estultas canciones;
¡no se baile flamenco en las mesas de altar!
¡Lo prohíbe la sangre de aquellos que murieron;
de aquellos que lucharon por un santo ideal;
los que nada dejaron porque todo lo dieron;
los que hoy sufren el fraude del amor que sintieron…,
los que solo tuvieron su fe y su lealtad!”
Nosotros, al menos, no estamos dormidos, ni cambiamos los himnos, ni olvidamos a los mártires; porque no hemos cambiado ni las banderas ni el ideario.
***
• Cara al porvenir, que empezó a la muerte de Franco.
• Cara al combate duro en el que estamos inmersos.
• Cara a los enemigos derrotados de ayer que se mofan de Franco y de quienes, con Franco, hicieron la Cruzada y la ganaron.
• Cara a todas las campañas de difamación que conocéis, y con las cuales se pretende aniquilar a FUERZA NUEVA.
• Cara al sol, en suma, con la camisa nueva y limpia que José Antonio nos dejara como prenda de honor y con la boina roja que nos legaron los requetés que defendieron a la España real, como dijo Franco, frente a todo intento de europeización laica.
• Cara a las elecciones, para luchar en ellas por la doctrina nacional, por el Estado del 18 de Julio, por el pensamiento y la obra de Francisco Franco, yo os invito a apoyarnos y a seguirnos.
¡Arriba España!
(El “Oriamendi” y el “Cara al Sol” cerraron el acto, que tuvo una extraordinaria emotividad a lo largo del mismo).
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