Aunque se trata de un mapa físico de España es interesante porque marca las cuencas hidrográficas de la Península; las barreras geográficas internas que hubieran dificultado, desde siglos, la unión de los españoles entre ellas (cada una orientada a un mar distinto) y a su vez, las tendencias a similitudes entre habitantes de esas mismas cuencas: la atlántica (castellano-portuguesa...), la mediterránea (aragonesa...) y la cantábrica (vasca- asturiana).
El sistema ibérico y la cordillera cantábrica forman las grandes divisorias, y el nacimiento del Ebro (cerquísima de la Castilla originaria), el punto de vertebración (...o de desvertebración) de los territorios.
La separación de Portugal del conjunto castellano leonés se revela así como algo de todo punto anti-geográfico y solo mantenido artificialmente por su indomable voluntad de independencia. Y de paso fastidiando al centro peninsular, privándole de su salida natural al Atlántico. Hubiera sido lógico y previsible, de no haber existido Portugal, que las regiones del centro peninsular se habrían ajustado más a las cuencas geográficas de los grandes ríos.
Habría quedado claro, que el centro geográfico peninsular (Castilla) es un territorio atlántico y que de no existir Portugal hubiera salido al mar y se hubiera conformado no solo de norte a sur (La Reconquista) sino también del este (alto y seco) al oeste (bajo y marítimo). El "centro" geográfico vertebrador del territorio se habría situado hacia la actual provincia de Cáceres (tierras hoy fronterizas, a desmano, e irrelevantes).
Ante una disyuntiva histórica como la que tuvieron algunos reyes castellanos, hubiera sido preferible volcarse a Portugal que a Aragón, para remediar dicho desaguisado geográfico.
Pero todo queda en historia-geografía-ficción. En resumidas cuentas, ese es el mapa peninsular que un observador imparcial de hace miles de años hubiera considerado como predecible mapa político.
Y las correspondientes subdivisiones:
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