Re: Más allá del humo de Rusia, nos intentan meter una "España Federal" sin soberanía

Iniciado por
Vainilla
El federalismo en el Carlismo habría que tratarlo con rigor y conocimiento. Me parece a mí, que la soberanía en el Carlismo comienza en Cristo y brota en la familia natural, que indiscutiblemente tratará esta de obedecerle y ganarse una parcela espiritual o como tenga que ser en la vida siguiente.
Es que ese es el fundamento. Los términos suelen tener connotaciones sobre todo los polisémicos, que para ello indican acepciones diversas. A secas el término federación, aplicado al Estado y la política si es desde fuera hacia dentro implica "unión", una unidad que se va construyendo, pero cuando la aplicación es la contraria puede suponer "disgregación" y eso asusta a los centralistas.
Sin embargo...
Y por lo tanto ese federalismo del que el Carlismo habla, que
a mí me gusta más cuando utiliza subsisariedad, regionalismo, fueros, foral.. Que me parece más españolazo, al fin y a la poste es lo mismo de siglos de peso histórico. Porque el Carlismo no solo es hermosisimo, sino que es la antítesis de globalismo, de todo invento moderno, y a la vez es lo único capaz de renovarlo todo, pues el haber sido el partido de Dios pesa más que mucho. Y nadie va a poder desviarle finalmente, jamás, por mucha discutidera política moderna que haya, pues sus raíces están amparadas por Nuestro Señor Jesucristo. Podrán revolverlo, infundir a sus miembros codos y cosas, etc, pero al final ese río es poderosos y volverá a su hermoso cauce.
Que hay que ir de vez en cuando aclarando cuando nos volvemos un poco paranoicos con todas estas locatieras,
¡Por Dios.
Ese federalismo carlista es la aplicación del Principio de Subsidiariedad como forma cristiana de convivencia. Y esto que en el Carlismo es ya antiguo, no ha sido comprendido y rechazado por muchos españoles creyendo que era eso, romper España y nada más falso. Peculiarmente, hoy en día es el principio en el que se fundamenta la U.E., lo que provoca no pocos rechazos en los nacionalismos populistas, verdaderos vertederos de odio y enfrentamiento.
http://www.europarl.europa.eu/ftu/pdf/es/FTU_1.2.2.pdf
Ahora bien, ¿va a ser mejor Europa por ello? no, porque el Principio de Subsidiariedad sin tener a Cristo por referente no cumple con su verdadera misión. Y eso es lo que hay que lograr, se llama Reinado Social de Cristo, pero esa gente es atea, o apóstata, o directamente pagana adorando a su respectivo Estado, por ejemplo el culto al líder en Hitler y el Estado nacionalsocialista, el "Reich de los 1.000 años". ¡Absurdo!
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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