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Tema: Escrito de la Comunión legitimista dirigido a Franco (24/05/1964)

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    Escrito de la Comunión legitimista dirigido a Franco (24/05/1964)

    Fuente: Archivo Familia Borbón Parma, Archivo Histórico Nacional




    A SU EXCELENCIA EL JEFE DEL ESTADO


    EXCELENCIA:

    Coincidiendo con el XXV Aniversario de la Paz en España, conmemorado hoy en Madrid por el Desfile de las Fuerzas Armadas, la Junta Nacional de la Comunión Tradicionalista se ha reunido, impulsada por el propio imperativo de su deber, para volver su vista hacia estos veinticinco años de paz, no con unas miras narcisistas, sino para sacar la conclusión de cuáles son las fuentes de esa Paz y las garantías de su continuidad.

    Cuando España estaba en una situación caótica, última conclusión de las premisas de más de un siglo de funesto liberalismo, de presión capitalista, de lucha de clases, de desorden social, de atraso de nuestra Patria con respecto a todas las Naciones europeas, de pérdida de Colonias, y, en definitiva, de suma debilidad en el pulso nacional, el Glorioso Ejército, columna vertebral de la Patria, consciente de su responsabilidad histórica, no dejándose influir por meros formalismos legales, sino viviendo la auténtica legitimidad de las esencias españolas, preparó el Alzamiento Nacional, arriesgándolo todo por salvar a la Patria.

    En aquellas circunstancias, ese propósito del Ejército coincidió con la grave preocupación de la Comunión Tradicionalista, motivada no sólo por la situación trágica de España, sino por la propia virtualidad de sus Principios y de su trayectoria histórica. Esto hizo que el Ejército y la Comunión Tradicionalista pudiesen establecer los necesarios contactos en orden a ponerse de acuerdo respecto a una empresa que les era común, fijándose por el Ejército y por la Comunión las grandes líneas que habían de servir de norma para devolver a la Patria su ser nacional.

    Todo esto no tiende a eliminar el magnífico esfuerzo de otra fuerza que aportó su colaboración al Movimiento, pero quiere decir que, en la preparación del mismo, los dos pilares fundamentales fueron el Ejército y la Comunión Tradicionalista, como Vuestra Excelencia lo expresó, concretamente, en la ocasión solemne de conceder la Gran Laureada de San Fernando a Navarra.

    Lograda la Victoria, el Carlismo ha seguido rindiendo servicios a España, superando circunstancias excepcionales en los años inmediatos de la post-guerra.

    En este tiempo, y desde la sociedad, siguió manteniendo la Comunión Tradicionalista los Principios de la España Tradicional, basados en el Derecho Público Cristiano, y en nuestra idiosincrasia. Así llegó el 17 de Mayo de 1958, en que Vuestra Excelencia promulgó una Ley de Principios Fundamentales, de trascendencia máxima para el presente y para el porvenir del Movimiento, y a la cual los Carlistas están sirviendo. En ese proceso abierto por Vuestra Excelencia, la Comunión se sintió llamada a participar activamente en la realización de la Monarquía Católica, Tradicional, Social y Representativa, con la autoridad y garantía moral con que siempre la había defendido contra la Revolución liberal, que le había cerrado las puertas del Poder, arrojando al exilio a sus Príncipes y persiguiendo el aniquilamiento de sus ideas, contra el sentimiento del pueblo español, ya que el advenimiento del liberalismo al Poder fue por un Golpe de Estado de una minoría que buscaba una Monarquía manejable.

    Dentro de esta participación activa, la Comunión Tradicionalista trabajó, y sigue trabajando, por crear en la opinión pública española el ambiente propicio que haga posible la instauración de esa Monarquía, divulgándola en todos sus Actos públicos, para garantizar la continuidad de los postulados básicos del 18 de Julio.

    Por eso fue la presentación al pueblo de la españolísima Casa de Borbón-Parma, mantenedores de la auténtica versión de una Monarquía Social, legítima en sus orígenes y legítima en los Principios, servidos con entereza, consciente de su responsabilidad histórica y de sus obligaciones, razones por las cuales participó activamente en la preparación y realización del Alzamiento Nacional, al que aportó los heroicos Tercios de Requetés. Esta actitud y el bien que produjo a España, es lo que le da, así como su estilo de vida, ese profundo carácter popular que tiene, y, al mismo tiempo, lo que le ha concitado la sospechosa animosidad de quienes saben que es una Monarquía con la cual no podrían jugar.

    En el momento actual, como ha proclamado reiteradas veces Vuestra Excelencia, se está en un periodo de institucionalización, procurando con tesón y trabajo enmendar las tristes páginas de la Historia contemporánea anteriores a la Cruzada. En este empeño está la tarea de elevación económica, social y cultural de los españoles, procurando un orden social cristiano. Lo que se ha hecho en este sentido, ha culminado en el Programa del Plan de Desarrollo Económico-Social, cuyas finalidades hemos de elogiar.

    Al mismo tiempo, hemos de poner de relieve que este Plan no podrá asegurar en el tiempo los éxitos que obtenga, si no se asienta en una estabilidad política, nacida de los Principios del 18 de Julio, debiendo estar vinculado al mismo en razón de efecto a causa, puesto que la Economía debe estar al servicio de la persona humana.

    Nos preocupa el porvenir político, porque vemos las maniobras de ciertos grupos de presión españoles, en connivencia con otros del Extranjero, que, aprovechándose de la apertura del Régimen, están poniendo en peligro el 18 de Julio, al minimizar deliberadamente el problema político de España, queriéndolo reducir, por vanidades palatinas y afán de mantenimiento de situaciones privilegiadas, a una mera restauración de personas que siguen la línea ideológica de una dinastía cuya actuación en España tantos males acarreó. Esta Monarquía sería un instrumento para quienes, solapadamente, sin dar la cara, pretenden neutralizar la Cruzada, empequeñeciéndola a la categoría de una guerra civil que reclama un Rey “pacificador”, que no se solidariza con el Régimen nacido de la Victoria, pero que pretende recibir el Trono de él, para, a renglón seguido, liquidar la herencia.

    En contraste con esta postura, el Abanderado de la Tradición y la Comunión Tradicionalista están con los dos pies en el 18 de Julio. Por eso nos lastima que tales intrigas sean amparadas por elementos de la Administración, aun en sus más altos y responsables estamentos, que, anteponiendo su fervor personal al bien común, y abusando de los factores de poder –como alguna vez la Comunión Tradicionalista se ha permitido denunciar a Vuestra Excelencia–, tratan de impedir, y, cuando no lo logran, de silenciar, las actuaciones públicas de una de las fuerzas del Alzamiento, como es el Carlismo, para que no trasciendan al pueblo, privándole de la información precisa sobre Personas y Causas, y, con ello, de un elemento de juicio fundamental en orden al futuro de España; información que escamotean en su designio de consumar hechos a espaldas de la opinión pública, lo que es incomprensible en una época de carácter social.

    Esta conjura tiene dos vertientes: una exterior, y otra interior. Las dos, que son una, han atacado, en esta última época, especialmente al Carlismo y a sus representantes de forma despiadada e injusta, en una campaña típica de la Anti-España.

    Una de las formas de ataque ha sido el silencio, que nos agravia por su injusticia y por sus propósitos.

    Se ha silenciado la boda de los Príncipes Don Carlos y Doña Irene, que, aparte de lo que representan, merecían, en una tierra de hidalgos apasionados por las causas nobles, la publicidad proporcionada a su profesión de fe católica, a su españolismo y a su entereza, que, en definitiva, han sido causa de las conspiraciones contra el matrimonio, cuando éstas, por el contrario, debieran haber sido la recomendación más eficaz para resaltar lo mucho que han sacrificado por España.

    Tampoco ha tenido el eco que merecía la Concentración de Montejurra, fiel expresión de un sentido monárquico popular, cuando lo que se debía de hacer es congratularse de que, espontáneamente, surjan estos Actos, en línea con la instauración que está prevista por Vuestra Excelencia. Y aún más, si cabe, teniendo en cuenta que en este año dicha Concentración tenía como motivo especial el del homenaje a las Fuerzas Armadas de la Nación en el XXV Aniversario de la Victoria, a las que no vimos, con dolorida contrariedad, representadas en el Acto.

    Tampoco es explicable el retraso, por no sabemos qué razones administrativas, del reconocimiento de la nacionalidad española, planteado en nombre de Don Javier de Borbón-Parma para sí y su Familia, que es una reivindicación jurídica e histórica que debe ser consecuencia del criterio político afirmado por Vuestra Excelencia al reconocer los Títulos Carlistas, los Veteranos y la historia carlista, y que, además, tiene precedentes.

    Mientras esto sucede con nosotros, el Príncipe Don Juan Carlos es paseado por España y recibido por las Autoridades oficiales, asiste a Actos públicos en lugar preferente y exclusivo, a Consejos puramente administrativos, presidiéndolos al lado de un Ministro de Vuestra Excelencia, teniendo todo esto amplia divulgación en Prensa, Radio y Televisión.

    Y en el día de hoy, con estupor y desconcierto, nos ha llegado la noticia, confirmada seguidamente por los medios oficiales de información, de que el Príncipe Don Juan Carlos, en la Conmemoración del XXV Aniversario de la Victoria, ha estado en la Tribuna Presidencial del Desfile de las Fuerzas Armadas, siendo así que la dinastía a la que representa estuvo al margen del Alzamiento Nacional.

    Confiamos en Vuestra Excelencia, y tenemos la seguridad de que ha de comprender, puesto que conoce los sentimientos del pueblo carlista, la amargura y el dolor que el hecho nos produce. Este dolor es lo que el otro día, en Montejurra, hizo exclamar a una madre navarra de tres Requetés muertos en la Cruzada: “¡Para qué murieron mis tres hijos!”.

    Excelencia: este escrito, salido de nuestro leal corazón de carlistas, esperamos que tenga eco en el corazón de Vuestra Excelencia, y sirva para poner remedio a una situación que es, para tantos españoles, incomprensiblemente injusta.


    Madrid, 24 de Mayo de 1964.



    Jefe Delegado de la Comunión Tradicionalista.

    Secretario General.

    Jefatura Regional de Cataluña.

    Jefatura Regional de León y Castilla.

    Jefatura Regional de Extremadura.

    Jefatura Regional de Asturias.

    Jefatura Regional de Álava.

    Jefatura Regional de Andalucía Occidental.

    Jefatura Regional de Valencia.

    Jefatura Regional de Castilla la Nueva.

    Jefatura Regional de Navarra.

    Jefatura Regional de Aragón.

    Jefatura Regional de Andalucía Oriental.

    Jefatura Regional de Guipúzcoa.

    Jefatura de Ex-Combatientes.

    Jefatura Nacional de las AA. EE. TT.

    Delegado Nacional de Requetés.


    .
    Última edición por Martin Ant; 05/06/2020 a las 10:44

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