Algo que he observado y que parece que nadie se ha percatado de ello es que Joe Biden (errores, incongruencias y contradicciones aparte) es católico y será con probabilidad el segundo presidente católico de los Estados Unidos desde Kennedy. Y parece que nadie suele recordar la reacción de los republicanos y su base electoral (mayoritariamente protestante y por ende anticatólica) durante aquella administración (1960-1963). Si algo vamos a ver estos años con una administración de Biden (aparte de los crímenes y canalladas que harán, cosa inherente a todo presidente americano al parecer) es que la oposición y sus tentáculos propagandísticos montarán burdas teorías conspirativas e intentarán matar dos pájaros de un tiro (Biden y la Iglesia Católica), no faltarán los vídeos en YouTube (que llegarán a las comunidades hispanoamericanas y españolas de la red, como toda la porquería que llega de los Estados Unidos) en los que califiquen a Biden o a Bergoglio (o el Papa de turno) de Anticristo, dónde se tachará a Roma de un sinfín de insultos y viceversa.
Estén atentos: si algo estamos viendo en el siglo XXI es una nueva forma de guerra mediática y propagandística consistente en la desinformación, en los bulos organizados y todo con una agenda premeditada. Con esto no defiendo en absoluto a Biden, pero su condición de católico (sea de pose o sea contradictoria) significará que sus detractores utilizarán esta detalle para desprestigiar e insultar de paso a la Iglesia Católica (y con ello al legado histórico del Imperio Español en tierras americanas, por supuesto).
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