ESPAÑA SE MUERE… Y TÚ NO HACES NADA
Se nos bombardea desde la ONU insistentemente con el mito neomalthusiano de la superpoblación, mientras vemos como los españoles comienzan a ser minoría en sus tierras. En cualquiera de nuestros barrios era muy difícil hace diez años ver a extranjeros. Hoy día lo difícil es ver españoles, sobre todo niños. La Patria es la unión de las familias, unas mismas estirpes, unos mismos linajes arraigados en un territorio, en un hogar común y determinados por una historia y tradición concreta. Es un valor moral y metafísico, pero también telúrico, biológico y genético. Ambos aspectos se retroalimentan. Si no hay españoles no hay memoria, identidad ni pertenencia a una comunidad nacional. Sin conciencia de identidad no hay problema en renunciar a la procreación de nuestra estirpe o de unirnos a linajes ajenos.
Desaparecemos. Ésta y no otra debería ser la más absoluta prioridad. Nos vamos a extinguir por nuestra propia culpa. En cuarenta y cinco años los españoles seremos minoría en España. No es una conjetura, los datos cantan.
Datos del Instituto Nacional de Estadística: de 2,24 hijos por mujer, en 1970, hemos pasado a 1,25 en 1991, 1,16 en 1997 y 1,07 en 1999 ¡el índice más bajo del mundo! (Los demógrafos sitúan en 2,10 el número mínimo de hijos por mujer para que se produzca el relevo generacional: 2 para reemplazar en su día a los padres). El problema es tanto más grave cuanto que la sociedad española no parece haberse preocupado por él, ni tomado medidas para solucionarlo. Como si no estuviera en juego nuestra misma existencia como pueblo... Ya el mismo Gobierno socialista reconoció la gravedad de la situación en el Informe que elaboró en 1994 para la Conferencia Internacional sobre la Población y Desarrollo de El Cairo.
La evolución demográfica en España , decía ese Informe, ha supuesto una considerable reducción de la proporción de menores de 15 años en el conjunto de la población, de 28% a 19% entre 1970 y 1991. De persistir las actuales tendencias, el número de jóvenes continuará reduciéndose, hasta llegar en el año 2020 a la mitad de los actuales ocho millones. Correlativamente, la proporción de personas de más de 65 años ha aumentado en el mismo período del 10% al 14%. A comienzos del próximo siglo, es probable que esa proporción llegue a representar el 17% de la población, en el año 2020 más del 20% y en el 2030 una cuarta parte del total.
¿Efectos inmediatos de la extinción de los españoles?
Envejecimiento de la población. En diez años, de 1980 a 1990, el número de jóvenes menores de 15 años ha pasado en España de 10.300.000 a 8.300.000, ¡dos millones menos! Como, por otra parte, la población anciana aumenta ,en 1980 había 4.200.000 personas de 65 ó más años y el año 2000 somos ya dos millones más, los problemas se agravan. Menor peso de España en el concierto de las naciones. ¡Es tan distinto, a la hora de hacer valer nuestros derechos, que seamos un país de cuarenta o cincuenta millones de habitantes a que sólo tengamos treinta o quince!
Peligro de quiebra del sistema de Seguridad Social. Según el anterior ministro de Economía, para el 2015 o 2020 hay peligro de que la Seguridad Social no tenga dinero suficiente para pagar a los pensionistas. El señor Solbes no inventaba nada, se atenía a las estadísticas. En 1975, por cada pensionista había seis trabajadores que cotizaban; en 1996 sólo había dos; y para la segunda década del siglo que acaba de comenzar ya será mayor el número de pensionistas, a los que deberá atender la Seguridad Social, que trabajadores que cotizan.
La gran prioridad de un programa de reconstrucción nacional es promover la natalidad y prohibir el genocidio de niños llamado aborto. La mentalidad antinatalista actual es fruto de ignorancia y egoismo que nos gobierna. Tener hijos es un modo de perpetuarse en el tiempo y una responsabilidad nacional y patriótica.
Javier Arnedo
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