El momento de la muerte no duele, como no duele el sueño, y es parte de la vida. Lo horroroso es pensar en ella sin creer en Dios, sin tener la fe en su Mensaje de amor infinito hacia sus criaturas a través de Cristo y la esperanza de su promesa a través de la Palabra. Suscribo una a una las palabras de Hyeronimus, pero quiero añadir algo más. Cambiemos el término "muerte", que es bastante feo y siniestro, por la expresión "Paso a la otra vida" y ya nos suena mucho más dulce. Ahora, hagamos un ejercicio de reflexión: ¿a qué tememos realmente? En mi opinión a la ignorancia sobre lo que nos vamos a encontrar y, particularmente, al egoísmo de dejar este mundo. Preferimos el dolor, la miseria, los problemas por muy graves que puedan ser, que la esperanza de una vida infinita de beatitud en la contemplación de Dios. Claro que, tampoco es preciso estar deseando que llegue el momento más importante de nuestros días, pero sí estar preparados para ello.


Un abrazo a todos en Cristo Rey.