En general concuerdo contigo, Valmadian, pero el término muerte en sí no tiene por qué ser negativo en sí. Si tenemos fe y tenemos las cosas claras, la muerte no hay que verla como algo malo. Ya dijo San Pablo aquello de "para mí el vivir es Cristo y el morir ganancia". No es necesario, como dices, desear que llegue la muerte pero sí estar preparados para ella. Y el legionario que canta todos los días "Soy el novio de la muerte" y emplea lemas como "Viva la muerte" ya está bastante mentalizado y preparado, y si además es creyente, mejor aún. No digo que tengamos que ponernos a cantar con frecuencia necesariamente el himno legionario, pero es bueno meditar con frecuencia en la muerte. Otra preciosa canción sobre esperar la muerte ilusionado es el corrido cristero mejicano "El martes me fusilan" (http://hispanismo.org/hispanoamerica/4562-la-cristiada-de-mexico.html; ver post nº3 de ese hilo <font color="#000000"> ). Todo un testimonio de fe y de esperanza, y además desde una perspectiva enteramente católica libre de ese gusto morboso y truculento por la muerte tan extendido en México.
Y no me resisto a incluir aquí el "que muero porque no muero".
La versión de Santa Teresa:
Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero,
Aquesta divina unión
del amor con que yo vivo,
hace a Dios ser mi cautivo
y libre mi corazón:
mas causa en mí tal pasión
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay! ¡Qué larga es esta vida,
qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros,
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
¡Ay! ¡Qué vida tan amarga
do no se goza al Señor!
Y si es dulce el amor,
no lo es la esperanza larga:
quíteme Dios esta carga,
más pesada que el acero,
que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
vivo de que he de morir;
porque muriendo, el vivir
me asegura mi esperanza:
muerte do el vivir se alcanza,
no te tardes, que te espero,
que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte:
vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta,
para ganarte, perderte;
venga ya la dulce muerte,
venga el morir muy ligero,
que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba
es la vida verdadera:
hasta que esta vida muera,
no se goza estando viva:
muerte, no seas esquiva;
vivo muriendo primero,
que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es perderte a ti,
por mejor a El gozarle?
Quiero, muriendo, alcanzarle,
pues a El solo es al que quiero,
que muero porque no muero.
Estando ausente de ti,
¿qué vida puedo tener,
si no muerte padecer,
la mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí,
por ser mi mal tan entero,
que muero porque no muero.
El pez que del agua sale
aun de alivio no carece;
a quien la muerte padece,
al fin la muerte le vale:
¿qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
que muero porque no muero?
Cuando me empiezo a aliviar
viéndote en el Sacramento,
me hace más sentimiento
el no poderte gozar:
todo es para más penar,
por no verte como quiero,
que muero porque no muero.
Cuando me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
viendo que puedo perderte
se me dobla mi dolor:
viviendo en tanto pavor,
y esperando como espero,
que muero porque no muero.
Sácame de aquesta muerte,
mi Dios, y dame la vida,
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte;
mira que muero por verte,
y vivir sin ti no puedo,
que muero porque no muero.
Lloraré mi muerte ya
y lamentaré mi vida,
en tanto que detenida
por mis pecados está.
¡Oh mi Dios, cuándo será
cuando yo diga de vero
que muero porque- no muero!
Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di,
puso en mí este letrero:
que muero porque no muero.
Acaba ya de dejarme,
vida: no me seas molesta;
porque muriendo ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que así te requiero,
que muero porque no muero.
Y la de San Juan de la Cruz:
Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero, porque no muero.
En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo,
pues sin él, y sin mí quedo,
¿este vivir qué será?
mil muertes se me hará,
pues mi misma vida espero,
muriendo, porque no muero.
Esta vida, que yo vivo
es privación de vivir,
y así es continuo morir,
hasta que viva contigo:
oye mi Dios, lo que digo,
que esta vida no la quiero,
que muero, porque no muero.
Estando ausente de ti,
¿qué vida puedo tener,
sino muerte padecer,
la mayor que nunca vi?
lástima tengo de mí,
pues de fuerte persevero,
que muero, porque no muero.
El pez que del agua sale,
Aún de alivio no carece,
que la muerte que padece,
al fin la muerte le vale;
¿qué muerte habrá que se iguale
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo, más muero?
Cuando me empiezo aliviar
de verte en el Sacramento,
háceme más sentimiento,
el no te poder gozar:
todo es para más penar,
y mi mal es tan entero,
que muero, porque no muero.
Y si me gozo, Señor,
con esperanza de verte,
en ver que puedo perderte,
se me dobla mi dolor,
viviendo en tanto pavor,
y esperando, como espero,
me muero, porque no muero.
Sácame de aquesta muerte,
mi Dios, y dame la vida,
no me tengas impedida
en este lazo tan fuerte,
mira que muero por verte,
y de tal manera espero,
que muero, porque no muero.
Lloraré mi muerte ya,
y lamentaré mi vida,
en tanto, que detenida
por mis pecados está:
¡oh mi Dios, cuándo será,
cuando yo diga de vero
vivo ya, porque no muero!
Marcadores