APÉNDICE 1
Fuente: Cómo se preparó el Alzamiento. El General Mola y los carlistas, Tomás Echeverría, 1985, páginas 92 – 93.
[CAPÍTULO] 25
Importante Circular de la Jefatura carlista en relación con el grave momento que se atravesaba
INSTRUCCIONES SOBRE LOS FINES DEL ALZAMIENTO, CON QUIÉNES DEBÍA PACTARSE Y CON QUIÉNES JAMÁS PODÍAN COLABORAR
La Comunión Tradicionalista continuaba preparándose intensa e incansablemente. Tenía sus propios proyectos, sus planes militares particulares. Pero convenía, incluso era necesario, que se pusiese de acuerdo con el Ejército. Y sinceramente deseaba hacerlo. Sin embargo, no lograban entenderse. El momento era muy grave, dramático.
La Jefatura Tradicionalista, para que no faltara la adecuada y obligada unidad de acción entre la familia carlista, para evitar confusiones, conductas equivocadas, interpretaciones erróneas, y sin renunciar, desde luego, a un entendimiento con el Ejército, decidió dirigir a finales de Junio las dos siguientes comunicaciones a destacadas personas de la Comunión:
«Mi querido amigo y correligionario:
Cumplo encargo de nuestro querido Jefe Delegado, anunciando a usted una Circular que usted recibirá en breve. Ausente aquél, más que en tiempos normales, de aquí, por las presentes circunstancias, a cambio de una aparente incomunicación con nuestros Jefes ha podido estar más cerca de nuestros Augustos Señores y S. A. R. el Príncipe, que se ocupa activa y acertadamente de nuestros asuntos, dedicándose de lleno a las organizaciones en que tanta esperanza tenemos puesta.
Suyo affmo.»
Y la Circular anunciada, conteniendo importantes y muy especiales instrucciones, decía así:
«Mi querido amigo y correligionario:
Tras la malhadada esperanza puesta por tantos en la eficacia de las tácticas legalistas, consecuencia del amargo desengaño y fruto de la natural ansiedad en que viven los españoles hoy, la mayor parte no tienen otra esperanza que el clásico golpe de Estado que derribe la actual situación, y mil fantasías entretienen la impaciencia y dan satisfacción a la curiosidad.
El clásico golpe de Estado, en su proceso y en su finalidad, participa de características de aquellas tácticas posibilistas; a cambio de sumar colaboraciones, sin tamizar cualidades morales, se transige sobre el futuro político hasta fórmulas inadmisibles, ya se las mire en el desastroso porvenir concebido, ya se les mire bajo el sentido moral, al que repugnan ciertas compañías.
La empresa es obra de abnegación y de pureza, y no cabe fraguarla ni es creíble su consigna; pero lo que sí es cierto [es] que nunca logrará salvar a España, mientras no se sustente sobre bases sólidas, que es seguro no se defienden, ni se implantan, sin el heroísmo que es patrimonio de los altos ideales.
Ardemos nosotros (en ese deseo nadie nos supera) en ansias de librar a la Patria de la esclavitud que padece, y, como siempre, desprendidos de todo interés personal o de partido, queremos colaborar con cuantos acometan obra de positiva salvación, y, como nos urgía la religión ultrajada, y la sociedad oprimida, y la familia en peligro, y la paz social perdida, y la vida ciudadana acortada, tenemos prisa por hacer, o por que otros hagan siempre que lleven en el corazón el amor a la Patria, aunque puedan estar intelectualmente desorientados o confundidos, no encontrará en nosotros un obstáculo, y si le cabe rectificar el error político en todo aquello que es sustancial, hallará en nosotros el más esforzado colaborador.
Pero lo que no podemos es dar un paso para consolidar instituciones, causa y raíz de todos los males en sus varios matices, y, en especial, del régimen político imperante…
Las mismas razones que nos vedaron, por honor de españoles, colaborar con los partidos republicanos, nos impiden ahora hacerlo con la acción que tienda a cambiar esto en lo secundario subsistiendo las causas permanentes.
Y como es fácil que el deseo excelentísimo de algunos, y su ignorancia en cosas políticas, les hace, a veces, declarar que lo que cada uno concibe o proyecta es una misma cosa y lo mismo que lo nuestro, porque ahora vamos a derribar esto y «después ya veremos», debo prevenirles que no se dejen sorprender y se abstengan de contraer cualquier compromiso sin expresas instrucciones de la Jefatura, seguros como pueden estar de que no autorizará aquélla nada que no asegure aquel mínimo de principios fundamentales que son la razón de nuestra existencia.
Y mientras llega nuestra hora, aseguremos nuestra fe más que nunca (más que nunca, repetimos) en que hay aquí los mejores elementos, los mayores medios y los más resueltos propósitos para, en breve tiempo, hacer realidad el ideal único.
Para conseguirlo, vigilen, trabajen, recluten, esperen confiados, y, sobre todo, procuren que se extienda por todas partes una cruzada que recabe asistencias sobrehumanas que hagan eficaces nuestros medios, nuestros trabajos y nuestros sacrificios».
Se trata de un documento muy importante y de especial interés, pues en el mismo se puntualizan y detallan claramente los fines del Alzamiento, lo que, previamente, con respecto al mismo, debía hacerse, y lo que no podía efectuarse; y se especificaba también quiénes eran los posibles aliados o asociados, y con quiénes, desde luego, jamás podían colaborar.
Lógicamente, en las conversaciones que se mantuvieron con el General Mola, que representaba al Ejército, se defendió e intentó poner en práctica al pie de la letra, con toda fidelidad, cuanto se recomendaba y señalaba en la Carta-Circular que acabamos de copiar.
Marcadores