Señores, es una verdadera pena que la instrucción clásica (más que todo la latina, pero el griego también sirve) haya sido echada del salón de clases. Me parece que serviría, cuando menos, para instruirnos en los fundamentos de nuestra ​lengua, pues los métodos que se utilizan para el aprendizaje de lenguas modernas se centran en la «inmersión», no el en estudio pormenorizado de la gramática. El latín, debido a sus casos, requiere este estudio, el análisis martirizador de las tablas de casos. Ahora bien, yo no he venido como emisario del Vaticano, y me es necesario listar unos cuantos errores.

  • ‹z› por ‹s› y ‹c› por ‹s: Hispanoamérica (y algunas regiones sureñas de la Península, y Canarias), ¿por qué me causas estos disgustos? ¿Es tan difícil escribir produzco, no produsco? ¿Cómo puede resultar tan compleja escribir haciendo, no hasiendo. Cosas de seseo, me temo decir.
  • ‹v› por ‹b›: España también va incluida en este caso. Labar por lavar, confusión entre tubo y tubo, etcétera.
  • haiga por haya: no digo nada.
  • pérdida de la diéresis: no sé si por germanofilia (o quizá por catalanofilia), pero siempre me gustó. Se habla mucho de los acentos ortográficos; de la diéresis, sin embargo, nada. ¡Viva la lingüística y el estudio de la Antigüedad!
  • x› feminista: esto es un fenómeno de retrasados. ¡No puede ser otra cosa! Ya llevaba meses tolerando espanol@s, aunque me parecía horroroso, pero esto es un desmán. Ahí no terminan las cosas; la degeneración —efectivamente, la insolencia e idolatría de la «corrección política»— no cede.

Solicito que se me corrija cualquier error. No quiero pontificar y terminar en lo mismo.

Gracias y saludos.