Re: Pruebas de que la Tierra es joven
El texto íntegro que viene a continuación no es aportación mía, se trata de una transcripción literal del capítulo VII de la obra de Víctor MARCOZZI cuyo título es: Los orígenes del Hombre. Según la Ciencia, la Filosofía y la Religión.
Acerca de la inerrancia del Texto Sagrado:
"El Texto Sagrado no contiene errores.
Ante todo, es cierto que el Texto Sagrado no enseñe errores. Fué inspirado por Dios, y no puede ser que Dios enseñe la falsedad. Por eso no podrá haber jamás contradicción entre el sentido cierto de la Sagrada Escritura y los resultados seguros de la ciencia, porque no es posible que Dios se contradiga a Sí mismo. Revelación y Naturaleza proceden igualmente de Dios."
(página 167)
"Finalidad de La Biblia.
Finalidad de la Biblia es enseñarnos lo que es útil para nuestra salvación; esto es, las verdades de orden religioso que tienen por objeto regular nuestras relaciones con Dios y enseñarnos nuestros deberes en este punto. Las ciencias profanas, y, en particular, las físicas y naturales no entran dentro del objeto primario del relato bíblico. El autor habla de ellas como de paso, valiéndose del conocimiento y lenguaje de su tiempo, sin intención alguna de darnos nuevos conocimientos científicos. Las palabras de León XIII son clarísimas a este respecto:
In consideratione sit primun scriptores sacros, seu verius Spiritum Dei, qui peripsos loquebatur, noluisse ista (videlicet intiman aspectabilium rerum constitutionem) docere homines, nulli saluti profutura.
(traducción: "Se ha de considerar, en primer lugar, que los escritores sagrados, o mejor, el Espíritu Santo, que hablaba por ellos, no quisieron enseñar a los hombres estas cosas (la íntima naturaleza o constitución de las cosas que se ven), puesto que en nada les habían de servir para su salvación."
El escritor sagrado habla de las cosas naturales, algunas veces en sentido figurado y otras de acuerdo con el lenguaje de su tiempo, que responde más a menudo a las apariencias sensibles que a la íntima naturaleza de las cosas.
Y la Comisión Bíblica, creada deliberadamente por León XIII, en octubre de 1902, para dirigir y promover los estudios de Sagrada Escritura, declara a propósito del Hexaemeron (los seis días de la creación) del Génesis lo que sigue:
"No habiendo sido la mente del autor sagrado, al escribir el primer capítulo del Génesis, enseñar de manera científica la íntima constitución de las cosas visibles y el orden completo de la creación, sino más bien proporcionar a su gente una noticia popular en el lenguaje común de aquéllos tiempos, acomodada a los sentimientos y capacidad de los hombres, no se ha de buscar en su interpretación escrupulosamente y siempre la propiedad del lenguaje científico."
(Respuesta de la Comisión Bíblica. Denzinger, n. 1217)
Sin embargo, por esto, no se deben considerar los tres primeros capítulos del Génesis como relatos de cosas que realmente no han sucedido, esto es, sin correspondencia objetiva con la realidad y la verdad histórica. La naturaleza histórica de los once primeros capítulos del Génesis remachada asimismo en una reciente carta de la Comisión Bíblica, la cual al mismo tiempo se cuida de determinar el sentido en que debe entenderse la "naturaleza histórica" de esos capítulos. No ya en el sentido clásico o moderno, como si el libro del Génesis se hubiese escrito según los criterios histórico-científicos de nuestros días o de los historiadores clásicos, que se preocupan de narrar los hechos puntualmente, disponiéndolos, lo mejor que se pueda, en el orden del espacio y tiempo de ellos, sino a la manera de los antiguos semitas, que recubrían muy a menudo con una vestidura literaria los hechos verdaderamente acaecidos, refiriéndolos en un estilo sencillo y figurado, adaptado a la inteligencia de una humanidad menos desarrollada.
De esto no se sigue que semejantes relatos no tengan un contenido verdaderamente histórico, sino sólo que, para separar ese contenido de los elementos nacidos del modo de exponerlo, empleado entre los antiguos, se necesita, no pocas veces, mucha paciencia y, sobre todo, un amplio y profundo conocimiento de la mentalidad de la lengua y de los conocimientos literarios y científicos de aquellos lejanos pueblos.
Algo semejante se debe decir del relato del Génesis. Trata éste de referir los hechos "históricos", es decir, verdaderamente acaecidos. Pero estos hechos verdaderamente acaecidos se presentan según la mentalidad e inteligencia de aquellos antiguos pueblos. Tarea de los exégetas es entresacar ese contenido histórico de la forma policroma y fascinadora que los cubre. Esta tarea para sabios de mentalidad y cultura tan diversas de las de los antiguos semitas no es fácil. "No ha de perderse el ánimo --advierte el Padre Santo (Acta Apostolicae Sedis vol. XL)--; no se olvide que ocurre en los estudios humanos como en las cosas naturales: que las obras crecen lentamente y no se consiguen frutos sino después de muchas fatigas."
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El texto no finaliza aquí, siguiendo su orden lógico se adentra en los diferentes aspectos del Génesis, incluido el tratamiento de "los seis días", pero eso lo dejo ya para la siguiente entrega.
Saludos en Xto.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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