Capítulo V

Vaticano II. Cuarta Sesión

Décima intervención 9 de septiembre de 1965.

Sobre el Esquema XIII: ‘La Constitución de la Iglesia en el mundo moderno’

“En la cuarta sesión, un estudio más profundo del esquema sobre ‘La Iglesia en el mundo moderno’ me hizo descubrir que quienes lo habían elaborado carecían del espíritu de la fe católica. Todas las teorías del liberalismo y modernismo, por lo menos implícitamente, se encontraban en él.

Indudablemente, hubo mucha oposición al texto original. Sin embargo, el solo hecho de haya sido posible presentar, sin vergüenza, tal esquema a los Padres, demuestra claramente los progresos realizados por las falsas ideas en los círculos eclesiásticos.”


Texto de la intervención:

Venerables Padres:

Como varios Padres han declarado, se puede afirmar sobre esta Constitución pastoral que la doctrina pastoral presentada en esta constitución no concuerda con la doctrina de teología pastoral enseñada por la Iglesia hasta el presente.

Y es verdad: ya sea sobre el tema del hombre y su condición, o sobre el tema del mundo y las sociedades familiar y civil, o sobre el tema de la Iglesia, la doctrina de esta constitución es nueva en la Iglesia, aunque sea ya vieja para muchos no católicos o católicos liberales.


Una nueva doctrina:

1. En diversos lugares de ella se afirman ciertos principios que contradicen flagrantemente la doctrina tradicional de la Iglesia.

2. En otros lugares se afirman propuestas ambiguas y altamente peligrosas.

3. En puntos esenciales de la materia, numerosas omisiones impiden las verdaderas respuestas a estas cuestiones.


1. En diversos lugares, se afirman principios que contradicen flagrantemente la doctrina tradicional de la Iglesia.

Por ejemplo: la Iglesia siempre ha enseñado y enseña la obligación para todos los hombres de obedecer a Dios y a las autoridades establecidas por Dios, para que retornen al orden fundamental de su vocación y así recuperar su dignidad.

Pero el esquema, por el contrario, dice: “La dignidad del hombre está en su libertad de conciencia, de modo que en sus acciones personales obre guiado y movido internamente, es decir, por su propia voluntad y no bajo simple impulso de una causa externa o de la coacción” (pág.15, líneas 15 y sigs.; pág. 22. nº. 24).

Esa falsa noción de libertad (1) y de la dignidad del hombre conduce a las peores consecuencias: en particular conduce a la destrucción de la autoridad, sobre todo del padre de familia; destruye el valor de la vida religiosa.

- En la pág. 18, nº.19, el comunismo es tratado sólo desde el punto de vista del ateísmo, sin ninguna mención explícita del propio comunismo.

De ese texto se deduce que el comunismo es condenado únicamente por su ateísmo, lo que es claramente contrario a la doctrina enseñada constantemente por la Iglesia. Por lo tanto sería más verdadero un texto que no mencionara el comunismo en absoluto ni siquiera indirectamente, o bien que hablara de él, al contrario, explícitamente, para mostrar su maldad intrínseca.

- En la pág. 39, líneas19 y siguientes, se dice: “Por su encarnación, el Verbo ha asumido a todo el hombre, cuerpo y alma (lo cual es cierto, en verdad); y por ello ha santificado toda la naturaleza creada por Dios, incluida la materia, de manera que todo lo que existe, a su manera, clama a su Redentor”.

Lo cual contradice claramente no sólo la enseñanza tradicional, sino también la práctica universal de la Iglesia. Si esto fuera cierto ¿para qué servirían los exorcismos sobre aquello que los cristianos utilizan? Y si la naturaleza entera está santificada ¿por qué no lo estaría la naturaleza humana?

- El capítulo sobre el matrimonio pág. 47, líneas 16 y siguientes, presenta el amor conyugal como elemento primario del matrimonio, del que procedería el segundo elemento, la procreación. A lo largo de este capítulo, matrimonio y amor conyugal se hacen idénticos, como en la pág. 29, líneas 24 y 25.

Lo cual también es contrario a la enseñanza tradicional de la iglesia, y si se admitiera se seguirían las peores consecuencias. La gente podría decir, en efecto: "No hay amor conyugal... luego ¡no hay matrimonio!" No obstante, en muchos matrimonios no hay amor conyugal y son auténticos matrimonios.

2. En muchos lugares se afirman proposiciones ambiguas y, por lo tanto, peligrosas.

- Pág. 5, líneas 10 y siguientes: “Hoy, más que en épocas anteriores, todos los habitantes de la tierra, de cualquier raza, color, opinión, origen social o religión, deben reconocer que todos los hombres tienen una suerte común, en la prosperidad como en la adversidad; que todos los hombres deben tomar el mismo camino hacia un objetivo que ha sido, hasta ahora, sólo vislumbrado a través de las sombras”. ¿Qué quiere decir eso?

Y la misma proposición se repite al final del esquema, pág. 83, líneas 35 y sigs: “Haciendo esto, guiaremos todo el género humano a una esperanza viva, el don del Espíritu Santo, que será admitido un día, para gloria del Señor, en un mundo sin fin, en perfecta paz y bienaventuranza”. Tales proposiciones — es lo menos que puede decirse — exigen una mayor claridad, para evitar falsas interpretaciones.

Por otra parte, se exagera manifiestamente el carácter social del hombre; que conduce a muchas proposiciones erróneas en una u otra manera.

- Pág. 21, líneas 23 y 24: “Tras su muerte el hombre deja en el mundo un cambio, sea para felicidad de sus hermanos o para su desgracia... ¿Y qué pasa con los innumerables niños que han muerto antes de la edad de la razón?

- Pág. 28, línea 16: “¡Nadie se salva solo o para sí mismo!“. Tal como está, esta proposición sencillamente no puede admitirse.

Donde se habla de igualdad entre los hombres, a saber, págs. 25, 30 y 31, muchas fórmulas requerirían una explicación para ser admitidas: “El hombre necesita, no necesita sólo pan, sino también respeto de su dignidad, de libertad y de amor”. Semejante fórmula ¿es acaso digna de un Concilio? Se presta, además, a interpretaciones múltiples.

- Pág. 38, líneas 22 y 23, la Iglesia se define así:La Iglesia es, por así decirlo, el Sacramento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano“. Esta concepción requiere explicación: la unidad de la Iglesia no es la unidad del género humano.

Innumerables proposiciones contienen ambigüedades porque, en realidad, la doctrina de quienes las redactaron no es la doctrina católica tradicional sino una nueva doctrina, formada con mezcla de nominalismo, modernismo, liberalismo y de teilhardismo.

3. Muchas y graves omisiones dan al esquema un carácter de irrealidad.

- En la exposición introductoria, págs. 6-10, ¿cómo puede constantemente silenciarse el pecado original, con sus consecuencias, y el pecado personal, cuando no puede darse ninguna explicación válida a la historia del mundo en general y del mundo actual, sin referencia al hecho histórico del pecado original y al presente hecho del pecado personal?

- En el capítulo sobre la vocación de la persona humana, págs.13 y sigs., ¿cómo puede concebir al hombre sin la ley moral? ¿Cómo puede hablarse de la vocación del hombre, sin hablar del bautismo y de la justificación por la gracia sobrenatural?

Estas omisiones son muy graves. La doctrina del Catecismo, en tal caso, tendría que ser revisada de arriba a abajo.

- Pág.22, línea 30; pág 48, líneas 12-13; pág. 44, línea 19-20: la Iglesia en ningún caso se presenta como una sociedad perfecta en la que los hombres están obligados a ingresar para ser salvos. Tampoco ya es un "redil", puesto que no existen mercenarios, ladrones o bandidos; se la define como "fermento evangélico de toda la masa humana". ¿Qué justificación (2) es ésta que abarca a toda la humanidad? ¿Externa? ¿Interna? Todo ello huele a protestantismo.

- Sobre la dignidad del matrimonio, apenas se habla del sacramento del matrimonio, de donde manan innumerables gracias para los esposos y la familia.

Y aun es más, la alusión al sacramento es defectuosa: “... por tanto, el Salvador de los hombres, Esposo de la Iglesia, viene al encuentro de los esposos cristianos, mediante el sacramento del matrimonio”. ¿Qué significa esto? ¿Por qué se trata una realidad tan sagrada, tan noble, fuente de santidad para el conjunto de la sociedad, de una manera tan concisa?

En conclusión

Esta constitución pastoral no es ni pastoral, ni emana de la Iglesia Católica: no apacienta a los hombres ni a los cristianos con verdad evangélica y apostólica y, por otra parte, la Iglesia jamás ha hablado así. No podemos escuchar esta voz, porque no es la voz de la Esposa de Cristo. Esta voz no es la del Espíritu de Cristo. La voz de Cristo, nuestro Pastor, la conocemos; pero esta la ignoramos. La vestimenta es la de las ovejas; la voz no es la voz del Pastor, sino quizás la del lobo.


Comentario sobre el esquema por el Arzobispo Lefebvre

“De nuevo era necesario volver sobre la “libertad religiosa”, con tal de mantener una falsa doctrina. Esta obstinación en querer que el Concilio aceptase las ideas liberales de libertad de pensamiento, libertad de conciencia y libertad de cultos era escandalosa y presentaba graves problemas para la validez de este Concilio. Si esas tesis condenadas por el Magisterio de la Iglesia, fueran admitidas, este Concilio se condenaría a sí mismo y no podría tener exigencia alguna de credibilidad para los fieles.

Eso era lo que pensaba el grupo de los conservadores. Y por esa razón lucharon hasta el final. Frente a esa oposición el Papa hizo añadir dos declaraciones acerca de la verdad de la Iglesia Católica y de conformidad con la doctrina tradicional. Eso fue lo que nos decidió a algunos a aceptar la declaración. Sin embargo con estas afirmaciones sobreañadidas nada se cambió en la declaración y todavía un buen número de los Padres votó en contra.


(1) La verdadera libertad, como corresponde a la verdadera dignidad de la persona humana, es la facultad que el hombre posee, iluminada por la gracia y alentada por una recta legislación civil, de adherirse a la verdad, de practicar el bien, de elegir la verdadera religión revelada por Dios, y de permanecer fiel a ella, sin sucumbir al obstáculo del pecado y del error.
La libertad de toda coacción exterior es buena si sirve el bien, y mala si se utiliza al servicio del mal.
En consecuencia, los esquemas conciliares, poniendo la libertad frente a la coacción en primer plano, invierten los valores y pervierten el sentido de libertad, la cual, si no se dirige al bien objetivo, no es nada.

(2) La justificación es obra de la gracia divina que hace al hombre pasar del estado de pecado al estado de justicia y santidad. La doctrina católica, definida en el Concilio de Trento, sostiene que la justificación del impío es interna, que verdaderamente renueva el corazón del hombre. Para los protestantes, por el contrario, el hombre justificado no se cambia, sino que Dios deja de imputarle su pecado por los méritos de Cristo: es una justificación extrínseca.