Para entender los acontecimientos históricos, hay que investigar utilizando estos cuatro elementos que determinó el gran historiador argentino, Don Julio Carlos Gonzalez:
a) Cartografía
b) Tratados internacionales que ejercen poder sobre esa geografía y la modifican
c) Normas jurídicas y económicas internas que originan esos Tratados Internacionales
d) Estadísticas de resultados
A esos cuatro puntos, propongo por mi experiencia, que le podemos agregar un estudio exhaustivo de los aspectos de la civilización estudiada en su momento de análisis. Por ejemplo en Hispanoamérica, es fundamental entender la condición católica del continente y su relación con su fuente española y su autoridad romana. Por eso, en nuestro caso, es imprescindible analizar la teología de la historia. ¿Era la monarquía católica española un katehón político al Leviatán inglés? Y respecto al accionar de los actores de nuestra tierra entre 1800 y 1825, en ese punto es fundamental ver como actuaban las universidades, la iglesia y los comerciantes respecto a nosotros mismos y en contraposición a nuestros adversarios.
Podemos completar el análisis de nuestra investigación, con testimonios de personajes de la época, cartas, objetos de uso cotidiano, documentos, dibujos y daguerrotipos si los hubiere. Y finalizar con la comparación de ideas de testimonios contrapuestos, que en nuestro caso, no solo los hay entre revolucionarios y fidelistas, sino entre los mismos revolucionarios,que demostraron una fuerte tendencia a asesinarse entre ellos, para arrepentirse al final de sus días, luego de haber asesinado inocentes y de haber violado sus propios juramentos.
Por eso mismo, cuando estudio e investigo nuestra historia, lo hago en base a abundante material al respecto. Me adentro en el espíritu de la época, en las costumbres morales y culturales, en testimonios de momento, en el discurrir de esos días y en los posteriores resultados obtenidos por nuestros pueblos hispanoamericanos, bastante magros por cierto, en estos doscientos últimos años. Empobrecimiento y la dependencia de la banca extranjera, nos llevaron a la destrucción de nuestra identidad. Teniendo en cuenta las advertencias que nos hacían los Papas Pio VII y León XII sobre las consecuencias de nuestras revoluciones, bien vale la frase referida a México pero que nos cabe a todos: "Pobre México, tan cerca de EEUU y tan lejos de Dios".
Don Santiago de Liniers y sus compañeros de martirio, Agustín Agualongo y todo el pueblo de Pasto, Huachaca y sus hermanos de Arequipa, Pincheira y los hijos de Chiloé y tantos otros, advertían que detrás de la secesión de América, estaba la mano inglesa; acción que se evidenció desde 1810 y se coronó en los tratados de comercio y navegación de 1825, firmados por Inglaterra con los nuevos recién fundados estados americanos, tratados por los cuales, los nuevos países nacieron fundidos en sus arcas. Nada de un pan bajo el brazo.
¿El resultado en la educación? España se fue dejándonos 25 universidades y 14 Colegios mayores. Toda una clase dirigente formada en ellos, desperdició sus saberes y nos convirtió en más de veinte estados con enfrentamientos internos. Balcanización y libanización fueron los resultados y la consecuencia de tanto enfrentamiento esteril.
A dos siglos de esos acontecimientos, buena parte del continente no puede calificar más que en los últimos lugares en educación. Argentina ha quedado directamente descalificada. Un país como Estonia, que sufrió una tiranía soviética durante casi medio siglo, recuperó sus tradiciones y hoy a 26 años de su liberación, es la tercera nación en las calificaciones PISA en educación.
Es cierto, mis pergaminos universitarios son de una carrera en periodismo; pero esa capacidad de investigar me llevó a entender aproximadamente bien lo que nos pasó. Mis mejores títulos son las permanentes invitaciones a dar conferencias, más las consultas que recibo de docentes de los tres niveles de aprendizaje de casi todos los países de habla hispana. Es decir, de aquellos que si tienen títulos de profesores de historia.
Como argentino con ramas familiares que llegan hasta el siglo XVIII en América y con algunos próceres en mis venas, a buena parte de ellos los conozco tomando mate en la cocina, es decir, en su historia íntima y por tradición oral. Y que suele coincidir con documentos y testimonios de otros argentinos con raíces como las mías. Testimonios que a veces, guardamos para nosotros por pudor ajeno, sino, el escándalo podría ser mucho mayor. La historia se escribió a fines del siglo XIX para las nuevas corrientes inmigratorias que nada sabían de lo que realmente pasó antes de que llegaran.
Dejando los diplomas de lado.
Compatriotas de todo el continente, ¡algo no cierra bien en la historia que nos mal enseñaron en la escuela! ¿ no les parece?
Autor: PATRICIO LONS
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Fuente:
https://www.facebook.com/SomosHijosD...353676/?type=3
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