Reconozco mi error.
Siempre he considerado que esa forma de designar a mi patria era tan deleznable como la de llamarle Estado Español. Llevado por el amor que profeso a España me resulta insoportable la idea de hablar de ella en plural.
Es algo así como si se hablara de la madre en plural, madre no hay nada más que una, la que nos parió. Patria solamente hay una, la que nos ha visto nacer y en la que deseamos morir: “Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos” (DRAE).
Quizá pueda deberse a la fobia que siento por los nacionalismos periféricos, de los que el PNV es su adalid.
Insisto en que reconozco estar equivocado.
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