Iniciado por
Donoso
Aquí hay una realidad que hay que asumir: un católico metido en política no tiene más campo de acción que el de desarrollar política cristiana para no cristianos en una sociedad no cristiana. Es un hecho tal, que no habrá ni un mínimo nicho, no digamos ya un sector social, al que le importe un comino su programa sólo porque el político o su programa sean explicitamente católicos. Toda fanfarria y parafernalia católica (por lo general, sólo verbal) no sólo no va a suponer más adeptos sino que además impedirá que ninguno de esos no cristianos preste atención al mensaje.
Hacer otro planteamiento es jugar a encerrarse en cada uno en su torre de marfil a esperar a que el pueblo con las llaves y exclame "oh sí, nos lo hemos pensado y resulta que tienes razón". Obviamente al final los planteamientos irreales llevan a situaciones surrealistas, y la actividad política se reduce a la cena, la copa, el puro y el bareto a tomar cervezas. Para fingir que todo va bien y que los que no funcionan son los otros, nos convencemos de que problemas de índole personal producto del exceso de tiempo libre ante la falta de proyectos realistas tienen en realidad un transfondo teológico-político insuperable.
El verdadero esfuerzo está en saber cómo llevar a cabo esa política cristiana para no cristianos. Esfuerzo intelectual y personal, que no parece que haya muchos que estén dispuestos a hacer (fanfarronear es más fácil y arranca más aplausos del grupete).
A mi si me dicen que mañana se unen 3 o 7 partidos católicos cuyo punto es fuerte para España es la confesionalidad católica del estado, y es como si me cuentan que apaches, navajos y cheroquis hacen una megacoalición para la supremacía indígena en los EE.UU. y con eso se van a las elecciones. Venga ya hombre.
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