Sigo sin entender las derivaciones encajadas en el debate.
Lo claro y objetivo es que el vascuence existía antes de la forja de España como nación, que siguió existiendo en su desarrollo y que sigue existiendo, y que precisamente, esta pervivencia se está rompiendo. El hecho de que esta lengua que en muy buena parte nos recuerde que ese pasado tan remoto se ha ido manteniendo debería ser para todos los españoles un motivo de orgullo como mínimo. No entiendo qué tiene que ver con anacronismos. Será igual un anacronismo que a mí no me guste que mi pueblo se inunde de centros comerciales o algo así.
El hecho de que el euskera sea usado por los separatismos no tiene por qué " afectarnos " a los que amamos a las Españas. El castellano fue mal usado por el liberalismo isabelino y no por eso voy a dejar de amar mi lengua, y a expresarme en ella como mamé desde la cuna, no en un " castellano standard " que no habla nadie.
Por ejemplo: He conocido a curtidos carlistas catalanes que se expresan con dificultad en castellano. Por ello, nadie les ha negado su españolidad, con lógica. Así como es absurdo negar la catalanidad al catalán que sabe poco o nada de la lengua de Llull. Hace años me contaron la anécdota de que acudieron al Cerro de los Angeles un par de ex-combatientes vascos, expresándose con bastante dificultad en la lengua de Elio Antonio de Lebrija. Su lengua materna era el euskera, la lengua que acompaña al castellano en las famosas glosas, que no se olvide. Y nadie les había dado carnets de españolidad, se lo ganaron con creces en su vida.
En fin, sea como fuere, el sábado tuve el placer de conversar con Carlos Ibáñez, el cual me dedicó el libro. Se lee muy fácil hasta para ignorantes como un servidor, y tiene toda una aportación de datos y vivencias imprescindibles para conocer el meollo del asunto, por alguien que ama profundamente el vascuence. A ver si en breve os dejo una reseña.
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