Voy a exponer un ejemplo de porque estos autores prolíficos y tan serios son un fraude editorial en la mayoría de casos, de manera que sus hipótesis no llegan a ser publicadas en las revistas como Fontes Lingua Vasconum, el anuario del seminario del Julio Urquijo, la RIEV, etc. y si se publica algo suele ser la demoledora crítica de Trask, Knör, Lakarra o Gorrochategui.
Ibérico---------------------->Castellano
-------------->Según Román del Cerro-------------->Según Alonso
bai-------------->corral ----------------------------->si, así como
baS-------------->reunir, confluir--------------------->salvaje, silvestre, bosque
baseR-------------->torcido, tortuoso, deforme--------->cieno, lodazal
bela-------------->hierba de pastos-------------------->enseguida, cuervo
bin-------------->colina-------------------------------->vez
egi-------------->ladera------------------------------->hacer, crear, pasar
Es decir, aquí tenemos a dos "magníficos" traductores íbero-euskera-castellano que no tienen ni idea de fonética vasca, del léxico aun menos y ya del protovasco no hablemos, porque no dan ninguna.
Como ya indicó Gorrochategui, el mayor fallo de estos supuestos traductores consiste en utilizar diccionarios vascos modernos, de manera que neologismos del XX de pronto se convierten en la clave para traducir el plomo de Ascoy. Joseba Lakarra ya dejó claro en el 2001 que el 85% de los términos utilizado por Alonso en su diccionario no podían ser utilizados (por ser neologismos, derivaciones modernas, formas dialectales del XIX, sufijos que se utilizas como sustantivos, etc.) y sobre el 15% restante expresó su más que serias dudas.
En fin, veo que sobre onomástica, inscripciones y demás no hay más debate, sino que ahora pasamos al parentesco.
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