El vídeo de los ancianos ya lo conocía y uno de ellos falleció al poco tiempo. Pero sus opiniones no significa que los economistas no supieran ver lo que se venía encima. Había los que si y otros que no, y es que una característica de las ciencias es que no son dogmas, ni tampoco usan bolas de cristal ni echan las cartas del tarot.

En cambio, tengo testigos, en parte por haber discutido en vivo, que yo sostenía que la burbuja inmobiliaria iba a estallar en algún momento. Por supuesto, al carecer de elementos de juicio objetivos para analizar los posibles signos -entonces muy débiles-, no podía precisar cuándo, ni cómo, ni de qué manera. Sólo era cuestión de sentido común a la vista de la trayectoria que había seguido la construcción en España. Y es que el problema iba a ser más agudo todavía para el enorme número de empresas subsidiarias que funcionaban gracias a ese furor inmobiliario. Y yo no soy economista.