Revista FUERZA NUEVA, nº 531, 12-Mar-1977
Simplemente asesinos
Según parece, al decir de las informaciones de prensa, es probable que, cuando estas líneas salgan a la luz , el Gobierno Suárez, haya concedido la “amnistía total” (*), con la cual saldrán a la calle todos los condenados por delitos de sangre y a la par quedarán legalmente sin culpa los autores de los últimos asesinatos cometidos en Madrid y Barcelona con “intencionalidad política”.
Así, con esta medida, que habrá firmado el Rey, veremos libres de toda condena a quienes, para los españoles decentes, sin excepción de opinión política, solo son simples criminales. Porque criminal es quien mata, con la alegación que sea, a un pacífico ciudadano a traición, sea civil o militar, sea hombre público o policía, se encuentre en su casa o sea muerto en el cumplimiento de su deber. (…)
Esta amnistía, vergonzosa, incomprensible, a no ser en aras al total entreguismo del poder frente al marxismo y la masonería, no responde -no se nos quiera engañar- a una razón de hipotéticos sentimientos humanitarios de nuestra Administración, sino que es consecuencia lógica, no cabe pensar otra cosa, de un pacto incomprensible, suicida y nefasto para España, cuyas primeras realidades las estamos ya viendo a través de esa inaudita continuidad de reales decretos leyes que el Gobierno de la Corona está promulgando en línea de un autoritarismo auténticamente totalitario, que es la más clara de imagen de lo que podríamos denominar “dictadura liberal”. (…)
Pero, además, esta medida del Gobierno de la Corona de dar libre suelta a tales asesinos, no sólo repugna los sentimientos generales de la nación, sino que se burla del dolor de los familiares de tanta víctima inocente, guardias civiles, policías, simples ciudadanos, caídos en acción cobarde y criminal por las balas asesinas del marxismo separatismo. Es una medida que ha de quebrar la moral, sin duda, de los heroicos servidores del orden, y hasta los jueces y tribunales de Justicia habrán de preguntarse si con esta amnistía no se conculca el espíritu de la ley, se burla la justicia y se las hace a ellos marionetas de un juego político inconfesable, aparte del llenar de confusionismo a la augusta función de juzgar, pues como ha dicho públicamente el presidente del Consejo General de Abogados, señor Pedrol Rius, un digno magistrado, como todos ellos, le había confesado perplejo, ante estos hechos, que en este momento ya no tenía certeza de si el asesinato era delito.(…)
Ramón de Tolosa
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