Revista FUERZA NUEVA, nº 574, 7-Ene-1978
LA ANTI-ESPAÑA EN TRIUNFO
La primera decena de diciembre (1977) ha llenado una de las páginas de mayor ludibrio de toda nuestra historia; una página victoriosa, triunfadora para la anti- España, para los rojos-separatistas, que están alcanzando unos logros como nunca pudieron soñar y que superan en vergüenza a los de las dos Repúblicas. Vamos a comentar algunos de estos “logros”, una serie heterogénea de actuaciones que aparecen dirigidas a la autodemolición oficial de España, al acoso y derribo de nuestra Patria.
Por primera vez en España -en ninguna otra nación del planeta ha podido darse el hecho- la bandera nacional ha sido prohibida, denigrada y proscrita en un conjunto de manifestaciones en todo el territorio, en las que ha tenido parte decisiva -en la organización y en la prohibición- el partido personal del presidente Suárez (UCD), mano a mano con el PSOE y el PCE.
Quienes portaban la enseña nacional se han visto asaltados y perseguidos, y aquélla destruida o tirada a un charco ante la pasividad, dispuesta desde arriba, de las Fuerzas de Orden Público. El propio Gobierno ha rebajado su condición a la de “bandera del Estado”, como si ya no existiera España. Y lo más grave, inmensamente grave, es que, en tales días y en tales manifestaciones, “la independencia de varias regiones respecto de España” se ha enarbolado y establecido como una opción, una “alternativa” válida y viable en el área política.
Cuando bajo la República teníamos que oír por boca, por ejemplo, de los diputados de la clase de Casares Quiroga, el precursor del ministro Martín Villa, que España “no existía”, que era “sólo una expresión geográfica”, que “sólo existían Cataluña, Euskadi, Galicia”, no podíamos pensar que a los cuarenta años, y después de un Alzamiento y una victoria, gracias a los cuales se ha restaurado la unidad nacional y la Monarquía secular, iba de nuevo a existir el peligro de que esta actitud negadora y trituradora de España pudiera tener realidad ante la política estatutaria del segundo-tercer Gobierno (A. Suárez) de la Monarquía, el cual la está aplicando incluso a regiones en las que candidatos a las elecciones con carácter exclusivamente autonomista no consiguieron una sola acta.
Confusión laberíntica
En esta confusión laberíntica se han dado otros hechos dignos de atención. En muy primer término, las confortadoras palabras del Rey exaltando la unidad y la bandera española ante los militares que le visitaron. Días después ha recibido en audiencia por primera vez nada menos que a Carrillo (Impunidad, complicidad y “vista gorda” hacia Carrillo en su regreso a España ) y al cardenal Tarancón, cara y cruz, ambos líderes de una actitud política con grandes semejanzas. La Pasionaria ha visitado y cambiado regalos con el abad de Montserrat, con en el cual viene mantenido hace tiempo relaciones políticas.
Ha terminado el odioso homenaje en loor de Sabino Arana, el que afirmaba que el pueblo español “es el más vil, envilecido y despreciable del mundo”, y en el homenaje ha tenido parte principal el PNV, además de varios eclesiásticos. Es bien sabido que dicho partido ha afirmado siempre que su objetivo es la independencia, y bien claro lo ha reiterado recientemente Leizaola: “ Euskadi, nación soberana en el cuadro de la Europa de los pueblos, con su Ejército propio”. Pues bien, don Juan Carlos ha recibido en audiencia al jefe del PNV, el cual declaró a la salida que había sido invitado a la visita y la aceptó.
Y es que la gratitud, presa de las almas bien nacidas, no ha tenido cabida nunca en nuestros separatismos vernáculos, lógicamente incompatible con el binomio odio-resentimiento que forma el sustrato de su ideología. Veamos. Los “consellers” nombrados por Tarradellas, en la toma de posesión del Gobierno de Cataluña, prometieron fidelidad a la instituciones nacionales catalanas y a Tarradellas, no al “Rey de España”. Así muestran su reconocimiento a quien tanto ha hecho en favor de sus aspiraciones.
A la audiencia concedida por don Juan Carlos a los futbolistas triunfadores en Belgrado no asistieron los jugadores catalanes y vascos. En las dos regiones más deudoras de gratitud a Franco, que volcó los recursos del Estado y su política económica en ellas, lográndoles extraordinarios índices de bienestar y de renta muy superiores a la del resto de España está desarrollándose el mayor sectarismo antifranquista y anti español.
¿Cómo se entiende?
(…) Expresamente autorizada por las autoridades centrales y locales, se ha celebrado por primera vez en España, en la Barcelona de Tarradellas-Jubany, una manifestación de sodomitas. Más de 2.000 desfilaron con todos los honores, formulando sus reivindicaciones consistentes en libertad plena y equiparación legal con las personas honradas mediante la derogación de la Ley de Peligrosidad Social. Ante esta barbaridad, Jubany, arzobispo de Barcelona, y el cardenal que preside la provincia eclesiástica tarraconense, callan, y lo mismo hace el presidente de la Conferencia Episcopal (Tarancón) porque, al parecer, esta Iglesia política no quiere perder tiempo en estas “pequeñas cuestiones” de moral, absorbida como está en cooperar con el Gobierno y las Cortes para establecer constitucionalmente el Estado laico. (Los atentados contra quienes asistían a la Vigilia de la Inmaculada en Pamplona, con la pasividad de su arzobispo y obispo auxiliar, son anticipo de cual será el destino de la religión católica bajo la democracia laica). Huelga decir que la liberación sodomita, patrocinada por PSOE, PSP y otros partidos, será un hecho, porque el Gobierno Suárez en el último Consejo de Ministros, ha redactado un proyecto de ley para la derogación íntegra de la Ley de Peligrosidad. Y es que parece existir un consenso en aceptar y legalizar todo cuanto contribuya al desquiciamiento de España en todos los flancos de su vivir.
Amnistías inconcebibles
Con gran énfasis, la prensa democrática y la RTVE procomunista, que cabalgan sobre España, nos anuncian que con la amnistía del etarra Aldanondo ya no queda ningún criminal político vasco en prisión, pero no dicen que no puede amnistiarse de la muerte a las ochenta y tantas personas que murieron a manos de ETA, sin olvidar a las de la calle del Correo -genocidio que en país alguno hubiera sido amnistiable-, víctimas sacrificadas, como en los ritos sangrientos de los pueblos primitivos, para calmar la “desesperación” de los etarras ante la imposibilidad de lograr sus ideales de independencia.
El anuncio gloriosamente “democrático” de no quedar preso vasco alguno se hace en los mismos días en que ETA trata de volar un cuartel con 26 guardias civiles y asalta la central nuclear de Lemóniz, y anuncia que la vez próxima “no fallará”, que seguirán su lucha y la llevarán a Madrid; que el sector “abertzale”, la rama político-militar, que, por cierto, fue recibida en audiencia por Suárez en mayo (1977), declara que no ha desaparecido. Y tales ramas y grupos celebran mítines, integran un partido, disponen de prensa clandestina, en teoría…
La muerte, en los incidentes de Málaga, de un pobre muchacho envenenado por su partido, cuando se disponía a arriar o destruir la bandera de su Patria, ha motivado una Comisión Investigadora al mando del subdirector de Seguridad y un viaje del ministro Martín Villa; pero no ha habido visita ministerial, ni examen parlamentario con motivo del asesinato por la espalda del comandante Imaz en Pamplona. Pero uno murió al ofender a España; el otro para defenderla. Es lógica la indignación de los españoles ante la diferencia de trato jurídico que reciben la anti-España y la España de todos.
Al mismo tiempo, el ministro de Justicia al reunirse con los abogados en el almuerzo de hermandad, con motivo de la festividad de la Purísima, tiene la tranquilidad de afirmar que “sólo con el respeto al orden jurídico es posible salvar este delicado momento”. ¿No parece esto un sarcasmo? (…) Pero ¿se ha respetado el orden jurídico y realizado la justicia con la impunidad concedida a los criminales amnistiados por abrumadora mayoría en el Senado y en el Congreso, puesto en pie al aprobarla? Hay que respetar el derecho humano a la vida, a la seguridad y a la libertad de residencia de los numerosos españoles que tienen que huir de Vascongadas y de Canarias ante la coacción separatista, y el derecho al ejercicio de su docencia por los maestros “castellanos” impedidos de ejercerla por el separatismo catalán, sin que se alce la voz ni la protesta de los defensores democráticos de los derechos humanos, que tampoco se ha alzado ante la apología del crimen por parte de tres parlamentarios y del letrado Blanco Chivite. (…)
Carmelo VIÑAS Y MEY
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